Esta es una frase que muchos aficionados al mundo del clásico ...

EntrEvista John GallEtly. PrEsidEntE dEl ClàssiC Car Club la GarriGa
“Al final mi mujer me ha perdonado.”
Esta es una frase que muchos aficionados al mundo del clásico tenemos que escuchar en boca de nuestros amigos y no precisamente
por un tema de faldas sino por lo que nos hemos gastado en un coche. John Galletly tiene la suerte de disfrutar de su
pasión por el motor con un grupo de buenos amigos, juntos forman el Clàssic Car Club La Garriga.
Texto y fotos: Gerard Farré
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EntrEvista John GallEtly. PrEsidEntE dEl ClàssiC Car Club la GarriGa
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John Galletly, quien hoy se acerca a los
73 años, empezó su vida profesional a
los 17 años como becario de auditoría
en la empresa londinense que hoy se
conoce como Pricewaterhouse Coopers. Reside
entre La Garriga y L’Ametlla del Valles desde la
década de los sesenta. A los 8 años mandaba
cartas a los carroceros de Bentley y Rolls-
Royce. Con 18 años se compró un SS100 en su
Inglaterra natal para estrenar su permiso de
conducir. Hoy cuenta con un grupo de buenos
amigos y juntos disfrutan de sus clásicos en
salidas como en La Trobada de Cotxes Clàssics
La Garriga-Puigcerdà. Hace un par de años
los socios le impusieron la responsabilidad de
convertirse en Presidente del Clàssic Car Club
La Garriga por el sistema sí o sí.
¿Cuándo empezó tu afición al automóvil?
El primer recuerdo que tengo sobre coches es
de cuando tenía 8 ó 9 años. Entonces estudiaba
en un colegio internado y cogí el sarampión.
Pasé una semana encerrado en una habitación
semi-oscura para que no contagiara a mis compañeros
y en esa habitación lo único que había
para leer eran revistas de motor. Entonces era
costumbre que los alumnos de los internados
tenían que escribir y enviar cartas cada domingo
a sus padres, pero usé mis sellos, sobre y
papel para escribir a los carroceros de Bentley
y Rolls-Royce diciéndoles que mi padre quería
comprar una berlina para él y un descapotable
para mi. Me contestó uno quien me mandó el
recorte de un dibujo de un chiste de un periódico
mostrando una casa humilde en la que
el padre está en la entrada y fuera en la calle
había dos Rolls-Royce mientras que el hijo bastante
pequeño está mirando por la ventana del
piso de arriba. En el texto del dibujo, el padre le
pregunta al niño: “¿Ernie, que hacías ayer en el
Salón Automóvil de Earls Court?”. En su carta
escribieron simplemente: “Caveat Emptor”
o en otras palabras “Cuidado que a lo mejor
aceptamos tu pedido”.
¿Cómo elegiste tu primer coche?
Ya con 14 ó 15 años había ido con mi padrastro
a carreras de Grand Prix o de Club en Silverstone,
Brands Hatch y Goodwood. A parte de los
Fórmula 1 y 2 me acuerdo de las carreras de
berlinas con Jaguar Mk 2 de Coombes, Ford Galaxy
americanos de 7 litros, Mini Coopers contra
Mercedes 300 SL Gullwing, Austin A30/35 en
manos de Graham Hill y otros pilotos estrella
de los monoplazas. Entonces, compraba la
revista Autosport que hablaba sobre todas las
carreras de Club que se disputaban en Gran
Bretaña. También tenían una sección con unos
cuantos anuncios de coches deportivos de
segunda mano. Allí vi un anuncio de un SS100
y me enamoré de ese coche. La foto era de la
silueta tomada a ras de suelo y su línea llena
de sinuosas curvas me enamoró, lo encontré
simplemente muy sexy, perfecto para mí. Tres
años más tarde nada más cumplir 18 años, en
el año 1958, me compré un SS100 por £225. El
precio normal en ese momento estaba entre
£300 y £400. El mío era más barato porque un
buen amigo que trabajaba como mecánico con
el Chequered Flag me indicó que fallaba el cambio.
Como no, falló y mi padrastro, que era muy
bondadoso y tenía los contactos, me pagó una
caja nueva que costó £60. Usaba el SS como
coche único cada día. Mi padrastro era un gran
aficionado al motor, y por aquel entonces tuvo
coches del calibre de Daimler Majestic Major,
varios Jaguar desde un MkX, un XK140 cabrio,
un MkII y un E-Type Coupe flat floor,... Vendí
el SS por £375 al año siguiente para poder ir
a ver a mi novia en Alemania donde su padre
la había mandado para aprender alemán. Ella
es de Canarias y me conoció precisamente en
esta época de mi vida. ¡Éramos renacuajos de
18 y 16 años! En el ‘59 o ‘60 compre un práctico
Austin Mini 850. Mas tarde volví a comprar otro
SS100 cuando tenía 26 años por £550 y lo vendí
al año siguiente por £550 precisamente al tener
que emigrar a España.
¿Por qué dejaste Inglaterra para venir a España?
Por motivos laborales. Llevaba 10 años trabajando
como auditor en Cooper Brothers en
Inglaterra, Francia, Turquía , Grecia y el Congo
ex Belga cuando ingresé como financiero en la
multinacional BICC. Al poco tiempo, en 1965,
me mandaron a Manlleu para dirigir una fábrica
que acababan de comprar. Fue este trabajo que
me llevó hasta España. Cambie a una multinacional
Americana en Granollers en el ‘69 donde
permanecí 10 años.
¿Tu primer coche en España?
Cuando llegué en 1965 obviamente necesitaba
un coche. Empecé a mirar los anuncios del
jueves en La Vanguardia y cuando encontré
un Triumph TR4 me asusté al saber el precio,
era el doble que uno nuevo en Inglaterra o
sea 250.000 Ptas. En ese momento los Pegaso
Z-102 estaban a 15.000 Ptas. Parecía como si
nadie los quisiera comprar y los amigos me
explicaron que no había nadie que los pudiera
mantener en estado de marcha. Leí varios
anuncios de Pegaso por ese precio. Entonces
esperé más de 6 meses por un Renault Dauphine
Gordini por el cual pagué 75.000 Ptas.,
el famoso coche de las viudas. Las listas
de espera en ese momento eran horribles.
El Alpine A110 costaba 128.000 Ptas. pero
obviamente no cabían ni mi mujer ni mis hijos
pequeños con sus carritos. Antes del Gordini
me prestaron un SEAT 1500 que era incapaz de
pasar a un camión sin un kilómetro de recta a
la vista. Guapo y cómodo pero un plomo. Otros
nacionales que he disfrutado incluyen un SEAT
124, un 132 -muy bueno por cierto-, Renault 12
y 18TI y mi mujer un SEAT 600 y un Renault 5.
Otros turismos que han pasado por casa fueron
los Volkswagen Golf MkII GTI 16 válvulas
-el mejor coche sin duda alguna-, Rover 2600,
tres Renault Espace distintos... Seguro que me
olvido de algunos. También tengo todavía un
Sovereign S111 4,2 blanco del ‘85 que adquirí
por error y restaure al 95%. Mi último capricho
desde hace casi 3 años es un Honda S2000 que
es realmente impresionante. Mi mujer lleva un
Audi A3 Sportback que me presta si lo necesito
por el espacio. No tenemos coche moderno
grande.
¿Cómo empezó a practicar su afición por los
clásicos en España?
En 1972, mi mujer tiene una gran afición en
buscar objetos de colección en casas de antigüedades.
Un día me pidió que la acompañara
a la casa del trapero de La Garriga. Salí a su
jardín trasero y en un cobertizo tapado por
periódicos viejos vi lo que parecía un cabrio de
los años treinta. El trapero lo limpió un poco y
vimos que era un Opel Kapitän descapotable
de cuatro plazas con matrícula GE-4000 y
algo. Tenía el motor de 6 cilindros y 1.800 cc.
Me pidió 12.000 ptas por él. Le ofrecí 18.000
con la condición que llegara en marcha hasta
la puerta de mi casa. Dos semanas más tarde
lo logró y en la entrada de casa los dos neumáticos
traseros explotaron. Lo hice restaurar
y más tarde lo vendí a Estados Unidos. Nunca
llegué a arreglar bien una grieta en el bloque
y los tambores de freno delanteros estaban
vacíos. Frenar por una pendiente cuesta abajo
era toda una historia, pero los ingenieros de industria
en Montjuich lo aprobaron. El problema
para arreglar los papeles costó dos años y eso
es otra historia. Era guapo pero un peligro. Supongo
que el americano le puso un V8 y frenos
de disco.
¿Cómo conseguiste tu colección de hoy?
Empecé mi propio negocio en 1979 con lo que
pasó un tiempo hasta que pude lanzarme de
nuevo a la aventura de los clásicos. Un buen
día, leyendo Motorsport, encontré un anuncio
de un Austin-Healey 100M en venta, llamé y estaba
vendido, pedían £3.000. En ese momento
tenía la sangre caliente y fuera como fuera quería
uno. ¡Nuevo hubiera costado cuatro veces
el precio del primer SS100 cuando lo compre!
Llamé a Southern Carburetters, empresa que
anunciaba recambios de Austin Healey para
preguntarles quien era el mejor restaurador
de Austin Healey en Inglaterra. Me dieron un
nombre, les llamé y me dijeron que sólo hacían
dos coches al año y que tenían un 100M para
restaurar por el que me pidieron £2.500 más
£4.000 para la restauración. Cerré el trato en el
acto. Un año más tarde les visite con mi mujer.
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Pedí al restaurador que no dijeran nada que era
mío puesto que ella no sabía nada. Lo primero
que dijo la mujer del tipo que lo restauró fue:
¡Aquí está tu Austin Healey! La cara de mi mujer
fue bastante explícita...
¿Tu siguiente coche?
Más tarde compré un Jaguar XK140 procedente
de Florida, también lo compré por teléfono,
sin verlo. Lo vendí para ayudar a mi segundo
hijo para que se comprara una casa cuando
se casó. Luego compré un Jaguar E-Type para
llevar a mi señora para salir con amigos de
noche a cenar y demás. A ella no le gustaba
para nada ir en descapotable pues decía que se
despeinaba. Así lo escogí en carrocería Coupé
precisamente para evitar que se despeinara.
Este coche había sido desde el ‘84 de un solo
dueño y yo soy todavía el segundo. La compra
también la hice sin verlo. Es un coche que un
Californiano encargó expresamente a Jaguar
con especificaciones europeas.
Eres un gran apasionado de Jaguar, ¿verdad?
No necesariamente, pero tengo un Jaguar MkV
del 49/50. Dicen que fue comprado nuevo por
un aristócrata inglés para llevar a su querida
por la Costa Azul francesa cuando la iba a visitar.
La dirección a la izquierda es de origen.
Este coche, después se fue a Rhodesia del
Norte, que hoy es Zambia, donde un policía
inglés destinado allí lo encontró y lo trajo a Inglaterra.
Él empezó a trabajar en la fábrica de
mi hermano y se lo vendió a él por £500 hace 30
años. Mi hermano lo mantuvo en su granja sin
sacarlo nunca. Lo dejó pudrir durante 15 años
hasta que un día me lo regaló en condición de
verdadera “barn find” (o “encontrado en una
granja”). El dicho dice que a caballo regalado
no le mires el dentado. 12 años más tarde terminé
la restauración con una cifra de coste que
jamás admitiré delante de mi señora. Puede ser
que su valor actual de mercado pueda llegar a
sufragar esa inversión, pues se restauró hasta
el último tornillo.
¿Cómo nació el Clàssic Car Club La Garriga?
A través de un taller en La Garriga que aceptaba
reparar coches clásicos, se llamaba Talleres
Nadal. Este garaje fue el sostén del club. Allí
empezamos a encontrarnos los propietarios
de coches clásicos de la zona. Esto fue a
principios de los años ochenta. Así fundamos
el club Clàssic Car Club Samalus con José Luis
Castelló como Presidente. Bajo este nombre
organizamos tres Concentraciones de Clásicos
Deportivos en Montmeló en las primaveras de
1991, 1992 y 1993. Corrían contra el cronómetro,
es decir, nada de competición. El primer
año fueron 180 coches, 150 el segundo y 120 el
último cuando cada conductor tenía dos tandas
de 30 minutos y opción a una tercera también
de 30 minutos. Poquísimos aceptaron el reto
de la última tanda por agotamiento en las anteriores.
Este club dio origen más tarde al Clàssic
Car Club La Garriga con nuevo Presidente,
Juan Alberto Valls Jove, quien lo ha sostenido
más de 20 años y ha sido el creador y alma de
la salida anual de La Garriga a Puigcerdà de
la cual acabamos de celebrar el vigésimo aniversario.
Empezamos un grupo de amigos que
por suerte hoy seguimos siendo los mismos.
Poco a poco se ha ido abriendo, no tenemos
cuota, ni registro de socios aunque figuramos
en el registro de la Generalitat, tenemos NIF y
todo está en regla. Somos 5 íntimos y 5 más.
Otras salidas que se han convertido en anuales
incluyen “el Picnic nocturno de Verano” en un
lugar del Montseny y “En busca de Nieve” entre
Navidad y Reyes para los cuales mandamos
invitaciones a algunos más que vienen a lo de
Puigcerdà.
¿Cuál es el último clásico que has adquirido?
Una “mariconada”, con perdón, un Ford Thunderbird
de 1956 con motor V8 de 5,1 litros y su
rueda de repuesto al aire. Es un último capricho.
Estuve estudiando en Internet y considerando
durante casi un año entre comprar uno o un
Studebaker Golden Hawk de 1957 con motor
4 litros sobrealimentado por compresor. Tras
mirar docenas y docenas de anuncios di con
un Thunderbird magnífico y me dije a mi mismo
tiene que ser éste. Como sucede con muchas
subastas en ebay.com hay los que no llegan a
su reserva con lo que por si a caso anoté el
teléfono. Al terminar la subasta llamé al vendedor
y le pregunté si lo había vendido, me dijo
que no, negociamos y se lo compré. Organicé
el transporte y por culpa de una empresa de
transporte, que son unos sinvergüenzas, el coche
llegó a Valencia con todos los neumáticos
fuera de las ruedas, muy maltratado a lo largo
del traslado de USA a España. De carrocería y
motor había sido restaurado en 2003 y estaba
en óptima condición, pero la parte eléctrica
estaba fatal. AutoStorica restauró el tema de
la parte eléctrica. Hoy lo disfruto todavía con
placas verdes o rojas hasta que no me lleguen
las blancas. Al no saber nada de su existencia
hasta su llegada a España, mi mujer se enfadó
pero después de verlo y empezar a disfrutarlo,
al final me ha perdonado, otra vez. Por cierto,
después de un Austin Healey 100M o un Jaguar
E no es nada deportivo, es un “barco” pero súper
cómodo, homologado para tres ocupantes
gracias al asiento corrido. También tiene un
maletero para maletas como si fuera un trasatlántico
y todo el mundo se queda embobado mirándolo.
Opino que es una adición interesante
para el creciente parque de museo de clásicos
que hay en España. Otro día, si quieres, hablaremos
de las “recreaciones” de clásicos tema
que empieza a ser muy interesante.
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