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Cielo.<br />
—No sé cómo puedes sentirte tan tranquilo ante la idea de la Muerte.<br />
—Es que no veo en ella una enemiga sino más bien la estrella que llama desde el infinito<br />
El hijo del carpintero se ha retirado escéptico:<br />
—Eres valeroso —ha dicho al despedirse— pero cuando llegue la hora del último frío tu<br />
valor se quebrará como un cristal en mil pedazos.<br />
¿Para qué contestarle? No lo entendería si le digo que me ha visitado en sueños el Ángel<br />
de la Buena Muerte con aviso de estar presente en el tránsito final. Mi valor brota pues de la<br />
certidumbre gozosa del nuevo amanecer.<br />
MELANCOLÍA<br />
No es el dolor lacerante que destruye. Ni la pena profunda que ensombrece. Es algo en<br />
tono menor triste y sonriente a la vez.<br />
Los árboles se visten de un verde pálido. El cielo se puebla de nubes fugitivas. Difunde al<br />
aire músicas lejanas. La rosa le dice al jazmín: "no te ausentes". Caen las hojas, caen.<br />
Partida: ¿para no volver? , Retorno: ¿en nuevo florecer?<br />
Las horas dichosas se desflecan de la túnica de los recuerdos. Soñar. Revivir lo ido...<br />
Y en la tarde que llama a la noche reaparece el rostro encantado de la Bien Amada. Tan<br />
próximo. Tan distante.<br />
magia.<br />
Curvado de ternura te reclinas en su nombre. La nostalgia te ciñe con el aro azul de su<br />
LOS PELIGROS<br />
Como nunca en la historia del hombre el mundo se viste de rojo. Vivimos acechados de<br />
peligros: enfermedades, accidentes, guerras y guerrillas, criminalidad, drogadictismo, terrorismo,<br />
desastres naturales, disolución de los valores morales, debilitamiento de los vínculos familiares.<br />
Un cometa punzó emite sus rayos mortíferos.<br />
La gran amenaza termo-nuclear pende sobre nuestras cabezas. Cualquier ambicioso o<br />
irresponsable moviendo un botón puede causar el fin de la humanidad.<br />
Nadie se siente seguro ni tranquilo en este torbellino de fuerzas elementales agresivas<br />
que parecen brotar del subfondo demoníaco de la naturaleza.<br />
¡Pobre ser humano expuesto a los riesgos de la vida civilizada!<br />
Faltan guías. Faltan maestros. Pocos escuchan las tiorbas de paz y armonía; inmensas<br />
multitudes prefieren recoger el clamor de los clarines que proclaman codicia y destrucción.<br />
El jardinero de antaño que cultivaba rosas y claveles, fue sustituído por el incendiario de<br />
hoy que sólo siembra bombas, sangre y dolor.<br />
¿Vamos a sucumbir ante la invasión de los nuevos bárbaros sedientos de catástrofes?<br />
¡No! De ninguna manera.<br />
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