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LA ESTACIÓN DOWNBELOW

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criado por una sombra de Jen, que pensaría de acuerdo con la línea de<br />

pensamiento aprobada y no disentiría en nada, ya que sin duda sería sometida<br />

a Corrección por haber sido su esposa. Ni siquiera era seguro que le<br />

permitieran quedarse con Romy. Había guarderías y escuelas estatales,<br />

instituciones que producían soldados y trabajadores para la Unión.<br />

Pensó en el suicido. Algunos lo habían elegido antes que subir a las naves<br />

que se dirigían a algún lugar extraño, una estación que no era la suya. Pero<br />

semejante solución no estaba en su naturaleza. Permaneció tendido en la<br />

litera, inmóvil, mirando fijamente el techo metálico, en la penumbra, y<br />

sobrevivió, lo mismo que había hecho hasta entonces, hasta aquel momento de<br />

su vida en que era un hombre de edad mediana, solo y vacío.<br />

IV<br />

Pell: 5/3/52<br />

Con el inicio de la jornada, el torpe avance de los refugiados hacia las<br />

cocinas de emergencia instaladas en la plataforma, los primeros esfuerzos de<br />

los que estaban provistos de documentos y los que no para ver a los<br />

representantes de la estación y establecer sus derechos de residencia, el<br />

primer despertar a las realidades de la cuarentena, apareció la tensión.<br />

—Debimos partir con el último turno —dijo Graff, que revisaba los mensajes<br />

del alba—, cuando todo estaba aún tranquilo.<br />

—Lo haríamos ahora —replicó Signy—, pero no podemos poner a Pell en<br />

peligro. Si ellos no pueden mantener a raya la situación, nosotros tenemos que<br />

hacerlo. Llama al consejo de la estación y diles que estoy en condiciones de<br />

verles ahora. Iré yo; es más seguro que hacerles venir a las plataformas.<br />

—Coge uno de los transbordadores que recorren el borde —sugirió Graff,<br />

cuyo ancho rostro tenía su habitual expresión preocupada—. No arriesgues el<br />

cuello ahí fuera con menos de una patrulla completa. Ahora están menos<br />

controlados. No se necesita más que algo para desplazarse.<br />

Era una buena proposición, pero Signy consideró el efecto que producirían<br />

en Pell tales precauciones y meneó la cabeza. Regresó a su alojamiento y se<br />

puso unas prendas que podían pasar por un uniforme, pues al menos eran del<br />

color apropiado, azul oscuro. Partió entonces con Di Janz y una guardia de seis<br />

soldados armados. Cruzaron la cubierta hacia el punto de cuarentena, una<br />

puerta y un pasillo junto a los enormes dispositivos de cierre en la intersección.<br />

Nadie intentó aproximarse a ella, aunque por el aspecto de algunos, parecía<br />

como si quisieran hacerlo pero se lo impidiera la presencia de los soldados<br />

armados. Signy llegó a la puerta sin ninguna dificultad, la admitieron y ascendió<br />

por la rampa hasta otra puerta con guardianes, bajando seguidamente a la<br />

zona principal de la estación.<br />

El resto del recorrido no presentó problema alguno. Subió en ascensor por<br />

los varios niveles hasta la sección administrativa, en el pasillo superior azul.<br />

Aquel era un súbito cambio de mundos, del frío acero de las plataformas y la<br />

desangelada área de cuarentena, a un vestíbulo fuertemente controlado por los<br />

dispositivos de seguridad de la estación que daba acceso a una sala con<br />

paredes de vidrio y una gruesa alfombra que absorbía los ruidos, en la que

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