De cómo los saraguros llegaron a Vera en busca del capital

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EDUARDO DEL CAMPO
VERA (ALMERIA).– Los indígenas
saraguros del sur de Ecuador
empezaron a escribir su propio capítulo
en el libro anónimo de la
globalización el día en que Santiago
Lozano y Segundo Sigcho se
endeudaron hasta las cejas con un
usurero de su pueblo para venirse
a España en busca de trabajo. Aparecieron
por Puerto Lumbreras, un
pueblo de Murcia en la raya de Almería,
justo cuando el milagro de
la agricultura intensiva estaba en
su apogeo gracias a la mano de
obra barata de la inmigración.
Hacían falta tipos como ellos,
dispuestos a trabajar las horas que
hicieran falta y a tragar mucha saliva
aguantando en silencio el maltrato
de más de un empresario. Y
no les fue mal. Santiago acabó en
el esparragal de Vera, un pueblo
del Levante almeriense, echando
jornales como fiel peón en la empresa
de los Hermanos Jiménez,
más conocidos como los granadinos.
Se portaron bien y le cedieron
una casa. Y esa casa se convirtió
de la noche al día en una auténtica
cabeza de puente entre la miseria
dolarizada de Ecuador y eso que
aquí llamamos Primer Mundo.
Se corrió la voz entre amigos y
vecinos, y en poco más de dos
años, con el flujo más intenso entre
1999 y principios de 2000, más
de mil miembros de la comunidad
indígena saraguro habían llegado
hasta tierras almerienses, muchos
de ellos con la dirección de Santiago
como único tesoro en la maleta.
Santiago habló con otros empresarios
para que dieran faena a
los recién llegados y así se fue tejiendo
una red que ha transformado
a Vera en la «pequeña Saraguro»
de Europa, una auténtica capital
para los exiliados de la emigración.
«Es lo que llaman el efecto
llamada», explica hoy Manuel Andrade
mientras cuenta la historia
casi legendaria de su paisano.
De profesores a jornaleros
Tres familias de saraguros asentados
en Vera se han reunido esta
noche en la casa alquilada de una
de ellas para explicar al visitante
quiénes son y por qué vinieron.
Manuel Andrade, 41 años, es una
de las voces más respetadas entre
los saraguros de la zona. Con élestán
su mujer, Carmen Chalán; la
pareja formada por Manuel Medina
y Juana Lozano; el cuñado de
ésta, Manuel Quizhpe, y un puñado
de hijos de todos ellos.
No tienen cifras exactas, pero
calculan que en España han recalado
entre 1.500 y 2.000 de los entre
22.000 y 30.000 saraguros «en
proceso de extinción» que viven en
las provincias ecuatorianas de Loja
y Zamora. De esos emigrantes
seminómadas, la mayoría viveen
pueblos de Almería yMurcia,yal
menos 300 tienen su residencia estable
en Vera.
Andrade y sus amigos formaban
la élite culta del pueblo de Saraguro
(del que toma nombre su comunidad
indígena). Andrade era director
provincial de educación intercultural
bilingüe en la provincia
de Loja y estaba a cargo de los
nuevos programas de enseñanza
en castellano y quechua. Carmen y
Juana ejercían de maestras bilingües
para niños, mientras Medina
y Quizhpe eran funcionarios del
departamento de Andrade. Una
posición de respeto. Pero todos
acabaron echando el cerrojo a sus
casas y sus huertos. ¿Por qué?
Hace quinientos años, como explica
Medina, la invasión española
marcó el inicio de un ciclo de empobrecimiento
sin fin del que los
pueblos andinos, como los saraguros,
aún no han levantado cabeza.
La corrupción de los últimos gobiernos
ecuatorianos agudizó el
calvario. Primero fue el bochornoso
Abdalá Bucharam, destituido
en medio de un escándalo. Su sucesor,
Jamil Mahuad, cayó en 1999
bajo un levantamiento indígena
sin precedentes, pero sólo por
unas horas: el Ejército tomó las
riendas y colocó en el poder al vicepresidente
Gustavo Noboa. Poco
o nada ha cambiado. Ecuador,
un país rico en recursos naturales,
está asfixiado por la deuda externa
yelmalendémico de Latinoamérica:
el inhumano reparto de la ri-
EL MUNDO, DOMINGO 12 DE AGOSTO DE 2001
ANDALUCIA
INMIGRACION / EL EXODO DE ECUATORIANOS HACIA ESPAÑA REVELA LAS ABERRACIONES DEL SISTEMA FINANCIERO MUNDIAL
De cómo los saraguros llegaron
a Vera en busca del capital
Un pueblo almeriense se ha convertido en punto de reunión en el exilio para un
millar de indígenas arrastrados desde Ecuador al Levante por la globalización
Manuel Andrade, Carmen Chalán y su hijo José, inmigrantes saraguros, pasean por Vera después del trabajo. / FOTOS: EDUARDO DEL CAMPO
queza, con la élite blanca en la cima
de una pirámide atroz.
Mahuad, como ahora Noboa, se
vio obligado a asumir las recetas
del Banco Mundial y el FMI para
combatir la inflación, y ordenó la
dolarización del país siguiendo los
ejemplos de Brasil y Argentina.
Resultado: creció el abismo entre
ricos y pobres, cuyos sueldos, anclados,
no podían pagar productos
agrícolas vendidos en dólares a
precios del mercado internacional.
Manuel y Carmen apenas ganaban
90 dólares entre los dos (menos
de 18.000 pesetas), una miseria
para criar y educar a sus cinco
hijos. Ellos lograron sumarse a la
sangría humana camino de Estados
Unidos o la Madre Patria. Pero
otros más pobres que ellos no podrán
nunca seguir sus pasos.
Sin bienes que hipotecar, los
bancos del Estado no prestan capital
a los humildes. Manuel y Carmen
se lo tuvieron que pedir al 10
por ciento de interés mensual a
una de las agencias de viajes que
controlan el negocio de la usura en
Saraguro. El sistema es así de estúpido.
El banco que niega crédito al
labrador no tiene problema en dárselo
a las redes de usureros (también
ellos se están fusionando)que
se lucrarán luego con su destierro.
Las agencias prestan el dinero
del pasaje de avión y los 1.500 dólares
de garantía necesarios para
pasar la aduana de Barajas disfrazado
de turista. Al cabo de cuatro o
cinco días deben devolver el dinero
de la garantía, pero con 100 dólares
de interésañadidos.
Así hicieron. Andrade y Medina
«¿Cuándo te vas a cortar esa melena?»
Manuel Andrade rememora
los casos «patéticos»
de los paisanos
que se cortaron su larga
coleta de pelo negro,
símbolo de su identidad,
al poco de salir de
Barajas. Unos, para camuflarse
en la selva urbana.
O por vergüenza.
Otros, bajo la presión
de sus patrones, ésos
que les dicen con desdén,
«¿cuándo te vas a
cortar esa melena?».
A José, el hijo de 10
años de Carmen y Manuel,
sus compañeros
en el colegio de Vera le
dieron un cruel recibimiento.
Lo insultaron,
le pegaron y acabaron
Andrade (derecha) y su amigo Manuel Quizhpe.
amenazándolo con cortarle
el pelo con unas tijeras.
El niño, llorando
y humillado, no quería
volver. Sólo la intervención
delamadreylos
profesores normalizó
la situación. Los padres
se lamentan de que no
haya tutores ni atención
específica. Podrían
empezar simplemente,
dicen, colgando
un mapa de Ecuador
para explicar tanto a
los niños españoles como
a los saraguros de
dónde proceden estos
pequeños inmigrantes.
O describir la rica variedad
humana que se
esconde bajo la homogénea
etiqueta de
«ecuatoriano».
Los adultos hablan
quechua entre sí eintentan
preservar su indumentariatradicional,
con pantalón corto
los hombres y falda negra
y blusas de colores
las mujeres. Pero no los
niños. Que pierdan las
referencias de los mayores
puede ser sólo ya
cuestión de tiempo.
llegaron solos a España en 1999, y
sus primeros cuatro o cinco meses
de trabajo sirvieron en exclusiva
para pagar la deuda contraída por
el billete y los gastos de instalación.
Tuvieron que esperar un año
para traerse a sus mujeres e hijos.
El orgullo y sus fuertes lazos comunitarios
les han permitido resistir
la asimilación cultural sabiendo
adaptarse a la vez a la sociedad de
acogida. Pero no han faltado los
abusos. Andrade recuerda a los
compañeros tratados «como animales»
por algunos encargados.
La hiel de callar y no rebelarse por
miedo a perder el trabajo. A los
que llevan tres meses sin cobrar. Y
a los que, tras cobrar, deben pagar
una comisión leonina al enganchador
que les procuró los jornales.
Andrade, el ex director educativo,
trabaja hoy en una empresa de
construcción de Vera haciendo vigas
y cemento. Carmen echa horas
como asistenta en una casa
del pueblo. El último trabajo de
Medina ha sido como mantenedor
de camiones. Su mujer, Juana,
con la que tiene dos hijos, se parte
la espalda en un invernadero de
Cuevas de Almanzora, el mismo
donde su cuñado Manuel
Quizhpe embala tomates.
Esclavos del dinero
No están mal, no se quejan. Pero
bajo la dulzura de sus palabras se
nota el amargor de quienes se declaran
«esclavos del dueño deldinero».
Cumplieron al pie de la letra
las consignas de la globalización
y vinieron a buscar a España
el capital que en Ecuador no les
querían prestar. El sistema financiero
internacional tal como está
planteado, entre gobiernos, bancos
y demás aparatos burocráticos,
es un fraude o un despilfarro,
dice Andrade. «De 1.000 pesetas
de ayuda al desarrollo que da España
a Ecuador, a la gente del
pueblo nos llega sólo un duro. El
resto se lo quedan los gobernadores,
los diputados y sus compadres.
Lo que quiero es hipotecarme
yo directamente con el Banco
de España para comprar una casa
y pagarla yo, sin intermediarios,
como cualquier ciudadano».
Le dan la razón los americanistas
Juan Andreo, profesor de la
Universidad de Murcia, y Juan
Marchena, de la Pablo Olavide de
Sevilla, que participan en un programa
de desarrollo local en Saraguro
junto a la fundación Kawsay
y esperan colaborar en breve con
la comunidad de Vera. «A las cajas
españolas les podrían interesar los
microcréditos», atisba Andreo.
Manuel piensa estar en España
diez años. Sueña con ahorrar dinero,
pero también con formarse.
«La educación sería lo mejor que
nos podríamos llevar de aquí».
Diez años. Es el tiempo que le hace
falta para que sus hijos alcancen
la universidad y él reúna el
capital necesario para crear una
empresa en su tierra, «igual que
los españoles que fueron a Alemania»
y cuyas fortunas fundaron
los invernaderos y empresas que
hoy dan trabajo a los saraguros.
Ese día volverá sin triunfalismos
ni coches de lujo. «Somos
una comunidad y lo que importa
es dar una oportunidad al que se
quedó».Sería un bonito final para
una historia agridulce. La que empezó
aquel día en que Santiago
Lozano y Segundo Sigcho aterrizaron
buscando el futuro en una
selva que llamaban Barajas.