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Otro Paganini,
arco en mano
Conciertos para violonchelo y
orquesta de François Servais
siglo XIX 218 / octubre 2012
Blas Matamoro
Al escuchar estas obras de François Servais me
dije que parecía una especie de Paganini del violonchelo.
Tarde advertí que la observación tiene
dos ilustrísimos predecesores: Berlioz y Rossini,
quienes en su día dijeron más o menos lo mismo.
En efecto, las tres atribuciones paganinescas, siempre
dentro de la familia de los arcos, se dan en el
maestro belga: virtuosismo instrumental, ventolera
romántica y nitidez económica propia de una
mentalidad clásica.
Como valor añadido, vaya lo que dicen los
historiadores de la música instrumental, que tras
la reforma de Boccherini en el siglo XVIII, que
amplió los registros del chelo y multiplicó la facultad
de lectura de la mano izquierda, Servais consiguió
asimismo ensanchar el lenguaje de su
instrumento, especulando con un fraseo más veloz
de la citada mano, los pasajes con cuerda floja y el
uso autónomo del arco.
Aunque más no sea por estos incisos valía la
pena exhumar al Servais compositor. No sólo porque
oímos poner en acto aquellas adquisiciones
sino porque admiramos el arrojo melódico de pleno
romanticismo que exhiben, además de la asimilación
de ritmos populares, la querencia privilegiada
de la variación y el concierto con sus momentos de
ensimismadas y brillosas cadencias.
Desde luego que el compromiso resulta grande
para el solista, es de aquellos de “brilla o revienta”
y Poskin lo resuelve a su favor (y al nuestro,
claro está). El Paganini del chelo abrió el sendero
del romanticismo más decantado donde se inscriben
las obras mayores de Schumann, Saint-Saëns,
Brahms, Dvorák y Elgar. Los virtuosos de la época
–resuena el nombre de Liszt, y el lector lo habrá
oído antes que yo– no se limitaron a deslumbrar a
los públicos con sus diabólicas facultades. También
experimentaron, investigaron, inventaron una vieja
novedad llamada, en este caso, el violonchelo.
FRANÇOIS SERVAIS (1807-1866): Obras para violonchelo y
orquesta (Morceau de concert, op. 14; Fantaisie burlesque
sur le Carnavak de Venise; La Romanesca; Concierto en si
menor)
Didier Poskin, violonchelo. KBS Symphony Orchestra. Patrick
Davin, director / FUGA LIBERA / Ref.: FUG593 (1 CD) D2
El francés que fingía
no serlo
Apasionante recuperación de
obras concertantes de Lalo
José Velasco
Una de las etapas más instructivas para el compositor
Édouard Lalo fue la que pasó como intérprete
y cofundador del cuarteto Armingaud-Jacquard,
especializado en obras de Beethoven y otros autores
alemanes (dato curioso, pues estamos en los
años previos a 1870 y la guerra franco-prusiana).
Francés hasta la médula, no se puede tachar a Lalo
de germanófilo sino de “internacionalófilo”, pues
curiosamente sus obras más exitosas en el campo
orquestal fueron las inspiradas en ambientes “exóticos”,
como la famosa Sinfonía Española, el ballet
Namouna (que fascinó a Debussy) ambientado en
Corfú y del cual aparece aquí extraída una Fantaisie-
Ballet para violín y orquesta; Guitare para violín y
piano, de nuevo sobre tema hispano y que aparece
aquí en orquestación de Pierné, y el Concerto russe,
también para violín y orquesta, que parece
haberse gestado en las músicas orquestales rusas
que Lalo escuchó en la Exposición Universal de
París de 1878.
La colorida sombra de Sarasate planea sobre
toda la obra para violín de Lalo, bien como dedicatario,
bien como inspirador, y ambos papeles
tuvo en la brillante y breve Romance-Sérénade, que
protagoniza, como el resto del disco, Jean-Jacques
Kantorow, violinista ya experto en Lalo. El director
Kees Bakels, al frente de la siempre eficiente
Tapiola Sinfonietta, completa el repertorio con el
Concierto para piano, injustamente olvidado por
su dificultad para el pianista (en este disco el airoso
Pierre-Alain Volondat), al que Lalo, a decir de
los altivos solistas de su tiempo, arropó con una
orquesta excesiva.
Todas las obras aquí recogidas son sensuales,
entretenidas y a veces desenfrenadas, a caballo
entre la suite personalísima para orquesta y el
concierto de lucimiento. Lalo desborda libertad
manifestándose como todo un melódico modélico
a la hora de inspirarse fuera de Francia.
ÉDOUARD LALO (1823-1892): Concierto ruso; Concierto
para piano; Romance-Sérénade; Fantaisie-Ballet; Guitare
Jean-Jacques Kantorow, violín. Pierre-Alain Volondat, piano.
Tapiola Sinfonietta. Kees Bakels, director / BIS / Ref.: BIS
SACD 1890 (1 CD) D3
Para la historia
de la flauta
Obras de Jean-Louis Tulou y sus
discípulos
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Blas Matamoro
Tal como la conocemos, la flauta data del siglo
XIX. Antes, aun cuando existió una floración de
obras magistrales para ella en las anteriores centurias,
el instrumento cónico de madera contaba
con una solvencia técnica que resultaría hoy bastante
rudimentaria. Fue el muniqués Böhm quien
le dio su consistencia metálica y la forma cilíndrica.
Más tarde, el francés Jean-Louis Tulou (1786-
1865) y su paisano Clair Godfroy perfeccionaron
el ingenio, dotándolo de cuatro llaves y piezas de
oro en sustitución de las aceradas y untadas con
aceite del modelo anterior.
La flauta mereció enseñanzas muy exigentes,
tratados de didáctica y nueva literatura, yendo a las
salas de concierto y a los salones de melómanos con
su repertorio actualizado. Cobró vigor en el volumen
fuerte, conservando la dulzura acariciante
del piano y ahondando los graves. Se trató de que
pudiera cantar como la voz humana y, bajo el imperialismo
de la ópera, se atrevió a saltos amplios y
a coloraturas veloces.
Este compacto recupera la obra de Tulou y
sus discípulos Donjon y Demessermann en toda
la amplitud de sus formas: la sonata, el dúo, la página
breve en forma de romanza o pieza bailable,
las variaciones de bravura sobre melodías conocidas.
Evidentemente, la flauta había dejado de ser
apenas el instrumento orquestal – que siguió siendo,
desde luego– para cobrar la soltura que podrían
exhibir ya el piano y el violín. Un romanticismo
mundano y con toda la elegancia que exige el precioso
instrumento, se pone en escena, canta, evoca,
medita y hasta da pasos de bolero y de vals.
Como valor añadido se cuenta con el hecho
de que tanto Tulou como Godfroy eran fabricantes
de flautas, lo que prueba, junto con la tarea de
otros colegas que construían pianos o violines, la
importancia que estos artesanos y comerciantes
han tenido en la historia de la música.
TULOU Y SUS DISCÍPULOS: La flauta romántica en París
(obras para flauta y fortepiano de Tulou, Mukoyama y
Leininger)
Sarah van Cornewal, flauta. Tomoko Mukoyama, flauta.
Thomas Leininger, fortepiano / PAN CLASSICS / Ref.: PAN
10270 (1 CD) D2