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LAS SIETE PALABRAS. Monseñor Darío de Jesús Monsalve Mejía ...

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<strong>LAS</strong> <strong>SIETE</strong> <strong>PALABRAS</strong>.<br />

<strong>Monseñor</strong> <strong>Darío</strong> <strong>de</strong> <strong>Jesús</strong> <strong>Monsalve</strong> <strong>Mejía</strong>, Arzobispo <strong>de</strong> Cali.<br />

Congregados en la jornada <strong>de</strong> este año para hacer el ALTO EN EL CAMINO <strong>de</strong>l<br />

Viernes Santo, volvemos ante Cristo <strong>Jesús</strong>, El Señor Resucitado, para que<br />

aliente <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la estación <strong>de</strong>l Calvario nuestro peregrinar <strong>de</strong> hombres y<br />

mujeres. Resuenan entonces con novedad <strong>de</strong> Palabra Viva sus siete<br />

mensajes pronunciados, a partir <strong>de</strong> su contacto doloroso con el ma<strong>de</strong>ro <strong>de</strong> la<br />

cruz, hasta el final <strong>de</strong> las fuerzas físicas y la separación <strong>de</strong>l cuerpo vencido y<br />

el espíritu vencedor. Acojamos estas líneas <strong>de</strong> reflexión y oración como<br />

personas y sociedad que buscamos, por diversos y no pocas veces<br />

equivocados y fatales caminos, sobrevivir a los terribles males <strong>de</strong> estos<br />

tiempos en Colombia y en el mundo. Para quienes no menosprecian la luz<br />

que viene <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> lo humano mismo, como es el caso <strong>de</strong> la<br />

revelación y gracia que nos llegó por medio <strong>de</strong> <strong>Jesús</strong>, el hombre en el que<br />

Dios mismo se hace humano, cercano, interno, solidario y hermano con cada<br />

uno y con el conjunto <strong>de</strong> lo que somos como humanidad, esta meditación los<br />

lleve a estrechar vínculos con <strong>Jesús</strong> y a <strong>de</strong>jarse interpelar sobre el sentido <strong>de</strong><br />

su compromiso cristiano en la sociedad.<br />

<strong>Jesús</strong> <strong>de</strong> Nazaret, el Crucificado que Resucitó y fue convertido en Palabra con<br />

po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> salvar y conducir a la Vida Eterna, fue i<strong>de</strong>ntificado como el AMOR<br />

EN PERSONA por los creyentes <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los inicios. Mirándolo a Él, un antiguo<br />

himno cristiano, recogido por el Apóstol Pablo en la 1ª Carta a los Corintios,<br />

capítulo 13, <strong>de</strong>scribe esta persona-amor con 16 verbos o predicados sobre<br />

ella:<br />

“El Amor es paciente. Es servicial. El amor no es envidioso. No es<br />

jactancioso. No se engríe. Es <strong>de</strong>coroso. No busca su interés. No se irrita. No<br />

toma en cuenta el mal. No se alegra <strong>de</strong> la injusticia. Se alegra con la verdad.<br />

Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta. El Amor no<br />

acaba nunca” (Versos 4-8).<br />

Dejemos hablar al Amor.


PRIMERA PALABRA<br />

El Amor como REACCION:<br />

Toda persona necesita apren<strong>de</strong>r a vencerse a sí misma, a sobreponerse al<br />

propio yo. Des<strong>de</strong> la constatación <strong>de</strong> nuestros propios límites, contra los que<br />

chocamos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> niños, hasta la experiencia <strong>de</strong> las limitaciones <strong>de</strong> los <strong>de</strong>más<br />

y <strong>de</strong> su oposición, <strong>de</strong>l rechazo y el antagonismo, <strong>de</strong>l recurso a la fuerza y a la<br />

violencia, nos vemos urgidos a reaccionar. No solamente hay adversidad sino<br />

también adversarios en nuestras vidas.<br />

<strong>Jesús</strong>, mientras lo clavan al leño <strong>de</strong> la cruz, aniquilando su cuerpo, sus manos<br />

y pies, transforma la reacción humana en relación creadora <strong>de</strong> vínculos<br />

profundos. Con la crucifixión se preten<strong>de</strong> romper toda relación <strong>de</strong> la persona<br />

y eliminarla a través <strong>de</strong>l dolor y el agotamiento. Se hace sentir al con<strong>de</strong>nado<br />

la muerte afectiva y social antes <strong>de</strong> que viva su muerte efectiva. Pero <strong>Jesús</strong><br />

aún dispone <strong>de</strong> la palabra, aunque carezca <strong>de</strong> interlocutores verbales y,<br />

entonces, apunta hacia lo más profundo: el ser <strong>de</strong> Dios como PADRE y la<br />

conciencia humana como vínculo filial escondido en el lenguaje <strong>de</strong> los actores<br />

<strong>de</strong> violencia. Es un escenario superior, intangible, que contrasta con la escena<br />

sangrienta e inhumana <strong>de</strong> la ruptura <strong>de</strong> su cuerpo. La verdad <strong>de</strong> Dios duerme<br />

en la conciencia <strong>de</strong> todo ser humano y el Crucificado es el CAMPANAZO que<br />

pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>spertarla.<br />

La primera palabra <strong>de</strong> <strong>Jesús</strong> en la cruz no es la <strong>de</strong> nuestra fe humana en Dios:<br />

es la <strong>de</strong> la fe que Dios tiene en el ser humano, aún en el peor abismo <strong>de</strong><br />

inhumanidad y <strong>de</strong> barbarie. Lo que necesitamos saber primero es que Dios<br />

cree en nosotros y nos creó capaces también <strong>de</strong> creer en Él y <strong>de</strong> creer en<br />

nuestros semejantes. HAY UNO QUE SE JUGÓ ENTERO POR TI Y POR MÍ:<br />

Jesucristo. Su palabra, pero sobre todo su oración confiada, profunda,<br />

sacerdotal y permanente, taladra la in-conciencia <strong>de</strong> la humanidad. Dios se<br />

queda en silencio, para que la conciencia cerrada y dura, violenta y cruel, siga<br />

recibiendo la dulce violencia <strong>de</strong>l Amor: “Perdónales porque no saben lo que<br />

hacen”. Nuestra vida está encerrada en esa relación que hay entre <strong>Jesús</strong> y el<br />

Padre Dios, aunque nosotros la <strong>de</strong>sconozcamos o lo rechacemos. Esa


elación es la medicina <strong>de</strong>l Cielo para transformar nuestra reacción humana<br />

hacer <strong>de</strong>l adversario un ser humanizado y un hermano en potencia.<br />

¿Cómo ilumina esta Palabra mi vida?<br />

¿Cómo aparece ante esta primera palabra nuestro contexto social <strong>de</strong><br />

relaciones rotas, <strong>de</strong> muertes afectivas y efectivas, <strong>de</strong> crueldad e<br />

inhumanidad?<br />

¿Seremos capaces <strong>de</strong> CREER EN NOSOTROS MISMOS, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> tanta<br />

traición a lo humano, a la fe, a la verdad, a la palabra, a la vida?


SEGUNDA PALABRA<br />

El Amor como PERDON.<br />

La primera palabra <strong>de</strong> <strong>Jesús</strong> taladra la in-conciencia violenta <strong>de</strong> los humanos<br />

que actúan inhumanamente. En la segunda palabra se cosecha el fruto <strong>de</strong> la<br />

oración <strong>de</strong> <strong>Jesús</strong> al Padre y <strong>de</strong>l golpe a la conciencia humana. Hay aquí una<br />

libertad que es liberada <strong>de</strong> todas las ca<strong>de</strong>nas que envuelven a un malhechor<br />

con<strong>de</strong>nado a la misma pena <strong>de</strong> muerte. Es una libertad que respon<strong>de</strong> al<br />

Amor, que toma conciencia <strong>de</strong> sí, <strong>de</strong> sus límites y errores, y se confronta con<br />

la Inocencia misma que está a su lado: <strong>Jesús</strong>. Somos recompensados cuando<br />

creemos en el todo ser humano, hasta en el más increíble malhechor. Allí<br />

está el secreto <strong>de</strong> <strong>Jesús</strong>: fe en el ser humano, confianza total en el Padre<br />

Dios.<br />

Del diálogo orante entre <strong>Jesús</strong> y el Padre Dios, nace el diálogo verbal y<br />

también orante entre seres humanos con<strong>de</strong>nados por sus propias acciones.<br />

Del diálogo entre el ser humano y <strong>Jesús</strong> brotará el PERDON que tumba las<br />

con<strong>de</strong>nas a muerte, al exterminio <strong>de</strong> unos a otros, e instaura la ley <strong>de</strong> la<br />

esperanza, la ley <strong>de</strong> la vida que se ha <strong>de</strong> respetar y proteger siempre, aún la<br />

<strong>de</strong>l adversario sometido, la <strong>de</strong>l malhechor juzgado y con<strong>de</strong>nado a prisión. Es<br />

la Ley <strong>de</strong>l Paraíso Rescatado: “HOY ESTARÁS CONMIGO EN EL PARAÍSO”.<br />

Este creer y esperar sin <strong>de</strong>rrotismos ni pesimismos en el ser humano,<br />

ensanchando quizás las fuerzas que <strong>de</strong>fien<strong>de</strong>n a la sociedad y ampliando las<br />

cárceles y aún, si fuere necesario, las penas, pero sin tener que ensanchar<br />

los cementerios y los centros <strong>de</strong> lisiados por la terquedad en una guerra<br />

formalizada ilegalmente como exterminio <strong>de</strong> connacionales, es la<br />

verda<strong>de</strong>ra llave <strong>de</strong> la paz, quizás la única que nos queda.<br />

Como el malhechor impenitente, no po<strong>de</strong>mos hundirnos en la muerte como<br />

único horizonte <strong>de</strong> lucha. Como el sistema romano y judío que levantaron el<br />

Calvario <strong>de</strong> <strong>Jesús</strong>, <strong>de</strong> Dimas y Gestas, el calvario <strong>de</strong> la con<strong>de</strong>na a muerte, no<br />

po<strong>de</strong>mos seguir en la violencia estatal sin límites éticos, no solo aplicando<br />

la pena <strong>de</strong> muerte sino matando sin pena a quien lo enfrenta. La medida <strong>de</strong>


la ética <strong>de</strong>l Estado no pue<strong>de</strong> ser ni siquiera la total carencia ética <strong>de</strong> los<br />

malhechores. Necesitamos esta CONVERSIÓN <strong>de</strong>s<strong>de</strong> lo institucional <strong>de</strong> la<br />

Nación. Y necesitamos movilizar nuestras conciencias y nuestras acciones<br />

culturales y pacíficas <strong>de</strong> ciudadanos para clamar por el fin <strong>de</strong> la guerra <strong>de</strong><br />

exterminio recíproco y <strong>de</strong> la guerra en sí misma. Igualmente necesitamos<br />

clamar por la in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> la justicia y el pleno ejercicio <strong>de</strong> su control<br />

legal en la guerra, así como <strong>de</strong> los <strong>de</strong>más procesos penales contra la<br />

corrupción y la complicidad con la violencia paramilitar, subversiva,<br />

narcotraficante o simplemente <strong>de</strong>lincuencial.<br />

El rostro <strong>de</strong>l Amor en esta segunda Palabra nos hace ver la gran<strong>de</strong>za <strong>de</strong> la<br />

verdad que ilumina a la libertad humana, aún a la más <strong>de</strong>rrumbada, y la<br />

posibilidad <strong>de</strong> conversión personal y colectiva que brotan <strong>de</strong>l PERDÓN. El<br />

perdón hace que el rostro sonriente <strong>de</strong>l Amor siga siendo LA VIDA.<br />

¿Qué parte tengo yo en los males y violencias, en la corrupción e injusticias<br />

que agobian a Colombia?<br />

¿Qué pue<strong>de</strong> aportar mi compromiso, nuestro compromiso, al cambio social,<br />

al fin <strong>de</strong> la guerra, a la humanización <strong>de</strong> nuestra sociedad?


TERCERA PALABRA<br />

El Amor como Mujer:<br />

La tercera palabra <strong>de</strong> <strong>Jesús</strong> en el Calvario nos muestra el rostro femenino <strong>de</strong>l<br />

Amor. Llamar “Mujer” a su madre, como ya lo había hecho en las Bodas <strong>de</strong><br />

Caná (Jn 2,4), es ir <strong>Jesús</strong> más allá <strong>de</strong> sus afectos filiales y familiares,<br />

superando la mera visión <strong>de</strong> maternidad biológica que tiene María. En la cruz<br />

está naciendo una nueva humanidad: una nueva Eva Y UN NUEVO Adán,<br />

nacidos <strong>de</strong> <strong>Jesús</strong>, no ya por vía <strong>de</strong> procreación sino <strong>de</strong> FILIACIÓN ADOPTIVA,<br />

<strong>de</strong> nueva creación. “En Él Dios hizo nuevas todas las cosas”. María y Juan, al<br />

pié <strong>de</strong> la cruz, unidos en el vínculo misterioso <strong>de</strong> esta tercera palabra,<br />

representan a esta nueva humanidad, prolongando el hogar <strong>de</strong> <strong>Jesús</strong> en la<br />

Iglesia naciente. Somos el padre, la madre, los hermanos y hermanas <strong>de</strong><br />

<strong>Jesús</strong>, su familia. En la Cruz, <strong>Jesús</strong> nos hace hijos <strong>de</strong> Dios por vías <strong>de</strong><br />

liberación y adopción. E hijos <strong>de</strong> María por vía <strong>de</strong> nuestra pertenencia a la<br />

familia <strong>de</strong> los hijos <strong>de</strong> Dios. María encarna el SÍ <strong>de</strong> la humanidad al Amor <strong>de</strong><br />

Dios. Es la nueva Eva y la Madre <strong>de</strong>l nuevo pueblo <strong>de</strong> Dios. Es la figura <strong>de</strong> la<br />

Iglesia, Esposa y Virgen.<br />

Con María, la mujer alcanza el verda<strong>de</strong>ro rostro <strong>de</strong> lo femenino en el Amor,<br />

pasando <strong>de</strong> la maternidad biológica a la maternidad espiritual. Es el rostro <strong>de</strong><br />

LA VALENTIA DEL AMOR, que <strong>de</strong>safía el miedo tan humano y el terror tan<br />

inhumano que envuelven la escena <strong>de</strong>l Calvario. Al pie <strong>de</strong> la cruz, ella<br />

reivindica LA UNION ENTRE EL AMOR Y LA VIDA, esa unión inseparable para<br />

el equilibrio <strong>de</strong> la especie y la ética global <strong>de</strong> la humanidad. Romper este<br />

vínculo es la tragedia <strong>de</strong> todas las culturas.<br />

Sin per<strong>de</strong>r su i<strong>de</strong>ntidad femenina, su intimidad propia y su fecundidad real, la<br />

mujer alcanza en María su más amplio horizonte <strong>de</strong> liberación. Con ella<br />

pue<strong>de</strong> entregarse a la Caridad y prodigarse en la búsqueda <strong>de</strong>l bien espiritual<br />

<strong>de</strong> la humanidad.<br />

Des<strong>de</strong> la tercera palabra rindamos homenaje a la mujer, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la niña que<br />

comienza hasta la anciana que concluye la vida. En el varón y en la mujer,


como nos creó Dios, hay dos personas distintas, pero ambos imagen viva <strong>de</strong><br />

un único Dios. Lo más propio <strong>de</strong> la mujer será siempre su engendramiento <strong>de</strong><br />

la vida, no como mero hecho biológico sino como hecho relacional,<br />

complementario y revelador <strong>de</strong>l Amor. Como María, la mujer engendra a<br />

Cristo en la conciencia <strong>de</strong> las personas y en la cultura <strong>de</strong> los pueblos.<br />

Jesucristo es la vida nueva que hay que engendrar en todos para que la<br />

muerte y su séquito <strong>de</strong> violencias y <strong>de</strong> corrupción puedan ser <strong>de</strong>rrotados.<br />

¿Cómo valoro yo el ser <strong>de</strong> la mujer?<br />

¿Cómo cumples tú, mujer, la misión espiritual <strong>de</strong> maternidad que engendra a<br />

Cristo?<br />

¿Qué situaciones nuestras <strong>de</strong>gradan a la mujer empobrecen su misión frente<br />

a la vida y la sociedad?<br />

¿Cómo formar una fuerza social <strong>de</strong> mujeres que protejan la vida humana en<br />

todos sus momentos y circunstancias, <strong>de</strong> cara a los abortistas y violentos?


CUARTA PALABRA:<br />

El Amor hecho oración adolorida.<br />

Los Evangelistas Mateo y Marcos concuerdan en <strong>de</strong>cir que a la hora <strong>de</strong> nona<br />

<strong>Jesús</strong> exclamó con voz potente: “Dios mío, Dios mío, porqué me has<br />

abandonado”. Es el grito <strong>de</strong> abandono <strong>de</strong> <strong>Jesús</strong>. Un grito que no<br />

comprendieron los que pasaban por allí y lo relacionaron con una petición <strong>de</strong><br />

auxilio a Elías, el profeta <strong>de</strong>l Antiguo Testamento.<br />

Pero la exclamación es tomada <strong>de</strong> la recitación <strong>de</strong>l salmo 22 <strong>de</strong> la Biblia<br />

Hebrea, hoy también parte <strong>de</strong> la nuestra. Es el grito mesiánico <strong>de</strong> <strong>Jesús</strong> <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

la cruz. Él recita el salmo <strong>de</strong>l Israel afligido y asume, <strong>de</strong> este modo, todo el<br />

tormento <strong>de</strong> la humanidad sobre sí. Es el tormento <strong>de</strong> los seres humanos que<br />

sufren por OCULTAMIENTO DE DIOS. <strong>Jesús</strong> lleva ante el corazón <strong>de</strong> Dios<br />

mismo el grito <strong>de</strong> angustia <strong>de</strong>l mundo, atormentado por la AUSENCIA DE<br />

DIOS. Se i<strong>de</strong>ntifica con la humanidad que sufre a causa <strong>de</strong> la oscuridad <strong>de</strong><br />

Dios. El grito en el extremo tormento es el mismo tiempo la CERTEZA DE<br />

RESPUESTA DIVINA, certeza <strong>de</strong> salvación, no solamente para <strong>Jesús</strong> mismo<br />

sino para toda la humanidad. El nombre incluyente <strong>de</strong> Dios, antes que el <strong>de</strong><br />

“Padre”, le permite a <strong>Jesús</strong> esta dimensión ecuménica, universal.<br />

Nuestro presente esta también saturado terriblemente <strong>de</strong> sufrimiento.<br />

Muchos hombres y mujeres lo causamos <strong>de</strong> palabra, obra u omisión.<br />

Muchos son sádicos conscientes, enfermizamente conscientes. Otros lo son<br />

como víctimas mecánicas que reproducen el mal recibido. También muchos<br />

actúan como “marionetas” <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r mediático, i<strong>de</strong>ológico o político que<br />

los arrastra a las orillas <strong>de</strong>l lenguaje hiriente, <strong>de</strong>l puño cerrado y<br />

amenazante, <strong>de</strong>l asesinato aplaudido o tolerado, <strong>de</strong> la guerra interminable,<br />

<strong>de</strong> la maquinaria <strong>de</strong>l dolor.<br />

<strong>Jesús</strong> recoge en la cuarta palabra el grito <strong>de</strong> las víctimas <strong>de</strong> la historia, <strong>de</strong><br />

todas las víctimas producidas por todo tipo <strong>de</strong> abuso, explotación, violencia,<br />

mutilación y maltrato. Pero no es el grito <strong>de</strong>sesperado, sino el grito hecho<br />

oración, que reclama la Presencia <strong>de</strong> Dios en el corazón <strong>de</strong> los victimarios y


<strong>de</strong> las víctimas mismas, para transformar la capacidad <strong>de</strong> hacer daño en<br />

arrepentimiento, para sanar y llevar hasta la cicatriz las heridas, para<br />

restaurar el tejido relacional y social.<br />

La cuarta palabra nos estremece a todos: Dios no pue<strong>de</strong> seguir ausente <strong>de</strong><br />

la tragedia humana. No po<strong>de</strong>mos seguir ocultando y <strong>de</strong>struyendo el rostro<br />

<strong>de</strong> Dios ante los niños y niñas, abusando en su nombre <strong>de</strong> ellos, <strong>de</strong> su<br />

inocencia, <strong>de</strong> la confianza o la <strong>de</strong> sus familias. Esto resulta criminal y<br />

escandaloso cuando los protagonistas son sacerdotes o religiosos,<br />

obligados a trasmitirle a todos, especialmente a los niños, la verdad <strong>de</strong><br />

Dios, con respeto total a su dignidad y con una trasparencia <strong>de</strong> vida que no<br />

<strong>de</strong>je sospecha alguna. La pe<strong>de</strong>rastia y los abusos sexuales cometidos por<br />

algunos no pue<strong>de</strong>n <strong>de</strong>struir la confianza social ni la i<strong>de</strong>ntidad segura y<br />

cierta <strong>de</strong> los pastores católicos en nuestra misión <strong>de</strong> servidores <strong>de</strong> todos<br />

para que se pongan en relación filial con Dios y fraterna con sus<br />

semejantes.<br />

Necesitamos acudir a estas víctimas y a sus familias para hacer con ellos el<br />

camino <strong>de</strong> la sanación, <strong>de</strong> la reparación y restauración <strong>de</strong> su confianza en<br />

Dios y en la Iglesia. Lo digo y lo prometo con dolor y con humildad <strong>de</strong> pastor<br />

católico.<br />

¿Cuál es mi compromiso <strong>de</strong> oración con <strong>Jesús</strong> Crucificado para sanar las<br />

heridas que me han causado, para superar mi abandono y soledad, y ayudar<br />

a víctimas y victimarios a que vuelvan los ojos a Dios?<br />

¿Podré leer esta tar<strong>de</strong> o noche <strong>de</strong>l viernes santo el salmo 22 <strong>de</strong> la Biblia y<br />

unirme con <strong>Jesús</strong> en su grito <strong>de</strong> dolor sin sufrimiento, <strong>de</strong> esperanza sin odio?


QUINTA PALABRA<br />

El Amor como justicia.<br />

Tener hambre y sed es experimentar las necesida<strong>de</strong>s vitales <strong>de</strong> toda<br />

persona. Comida y bebida son la respuesta inmediata. Pero, cuando la<br />

existencia humana se mira más allá <strong>de</strong> la mera supervivencia, la respuesta ha<br />

<strong>de</strong> incluir el afecto y el respeto con el prójimo y el encuentro con Dios. Pan,<br />

Amor y Fe, son el trípo<strong>de</strong> inseparable en la búsqueda <strong>de</strong> la satisfacción<br />

humana, fundada no solamente en la necesidad sino, primordialmente, en<br />

la dignidad <strong>de</strong> las personas. Sólo atendiendo a los tres simultáneamente,<br />

garantizaremos una cultura humana básica. Carecer <strong>de</strong>l pan, es <strong>de</strong>cir, <strong>de</strong><br />

comida, vestido, vivienda digna, agua potable, aire limpio, salubridad,<br />

seguridad, privacidad, cobijo para el frío y cobertura para los tiempos<br />

improductivos, <strong>de</strong>scanso y acceso a las oportunida<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l bien, <strong>de</strong> la verdad<br />

y <strong>de</strong> la belleza, es estar excluido o empobrecido. La injusticia que acumula<br />

estos bienes en los bancos <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r adquisitivo, en las riquezas y<br />

propieda<strong>de</strong>s sin límites, improductivas o <strong>de</strong>dicadas a la explotación <strong>de</strong><br />

personas y <strong>de</strong>predación <strong>de</strong> la naturaleza, o al comercio <strong>de</strong> los males que<br />

<strong>de</strong>berían erradicarse <strong>de</strong> la humanidad como las armas, los narcóticos y la<br />

<strong>de</strong>gradación sexual, entre tantos otros, es la matriz <strong>de</strong> la frustración y el<br />

fracaso en la solución <strong>de</strong> las necesida<strong>de</strong>s humanas. Avaricia, consumismo,<br />

violencia, narcotráfico, corrupción y hedonismo, representan los rostros <strong>de</strong><br />

humanos que arrebatan a muchos lo que les falta. Nos volvemos inhumanos<br />

por vía <strong>de</strong> miseria o por la vía <strong>de</strong> la opulencia. Ambas son el grave y<br />

doloroso panorama <strong>de</strong> la injusticia sobre la tierra, <strong>de</strong>l horror <strong>de</strong>l hambre y<br />

<strong>de</strong> la sed, <strong>de</strong>l grito universal <strong>de</strong> los excluidos.<br />

La quinta Palabra <strong>de</strong> <strong>Jesús</strong> en la Cruz hemos <strong>de</strong> escucharla, ante todo, como<br />

llamado y grito <strong>de</strong> <strong>Jesús</strong> por la justicia. <strong>Jesús</strong> abre un camino <strong>de</strong> esperanza y<br />

<strong>de</strong> or<strong>de</strong>namiento humano elemental: las personas no somos solamente seres<br />

necesitados <strong>de</strong> cosas que correspondan a nuestro bienestar y supervivencia.<br />

Aún en el colmo <strong>de</strong> la injusticia, <strong>de</strong>l <strong>de</strong>spojo, <strong>de</strong> la crueldad, todo ser humano<br />

se tiene a sí mismo, tiene la conciencia <strong>de</strong> lo que es y aquello que nadie ni


nada podrá arrebatarle: su dignidad y la relación más segura sobre la cual se<br />

sostiene, la relación con Dios. Des<strong>de</strong> la profundidad espiritual y la firmeza en<br />

la i<strong>de</strong>ntidad, aún <strong>de</strong>s<strong>de</strong> una cruz <strong>de</strong> tortura y <strong>de</strong> muerte, sin renunciar a lo<br />

que somos, po<strong>de</strong>mos reclamar lo que nos han negado, tocar la conciencia <strong>de</strong><br />

quienes han sometido al ser humano, a su semejante e igual, en un<br />

harapiento, en una tragedia <strong>de</strong> dolor y horror.<br />

El clamor <strong>de</strong> LOS INDIGNADOS que intenta <strong>de</strong>spertarse sobre la faz <strong>de</strong> la<br />

tierra necesita alzarse sobre el Calvario <strong>de</strong> los excluidos y empobrecidos,<br />

pero fundamentado en la posesión más íntima <strong>de</strong> la dignidad y <strong>de</strong> la fe, <strong>de</strong><br />

esa fe en uno mismo y en los <strong>de</strong>más que Dios infundió con <strong>Jesús</strong> en toda<br />

naturaleza humana. Porque la fe comienza al revés: ha sido Dios quien ha<br />

creído en quienes ha creado a su imagen y semejanza. Eso es Jesucristo: la<br />

imposibilidad <strong>de</strong> <strong>de</strong> <strong>de</strong>jarnos <strong>de</strong>rrotar por nuestros fracasos personales,<br />

sociales, culturales. La posibilidad <strong>de</strong> vencer y convencer <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la Palabra,<br />

aún <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el grito, aunque las respuestas se sumen a la frustración. Al grito<br />

<strong>de</strong>l Crucificado, TENGO SED, los soldados le respon<strong>de</strong>n con el VINO AGRIO<br />

que ya nadie es capaz <strong>de</strong> beber. “En la sed, me dieron vinagre”, dice el justo<br />

sufriente <strong>de</strong>l salmo 69, que recita <strong>Jesús</strong>. Dios espera <strong>de</strong> su viña, la<br />

humanidad representada en el Israel bíblico, dulces y sabrosos frutos. Para<br />

ello sembró cepas selectas y le brindó cuidados sin límites. Pero produjo solo<br />

agracejos, pequeños y amargos frutos, imposibles <strong>de</strong> comer. Es el Canto <strong>de</strong> la<br />

Viña <strong>de</strong>l Profeta Isaías (5,1-7) que <strong>de</strong>nuncia todo el régimen <strong>de</strong> las injusticias,<br />

empezando por la <strong>de</strong> ser injustos con Dios, <strong>de</strong>sconociendo su amor, su<br />

provi<strong>de</strong>ncia, sus <strong>de</strong>rechos <strong>de</strong> Creador y su autoridad <strong>de</strong> Autor, frustrando<br />

sus planes.<br />

¿Cómo estoy buscando la satisfacción <strong>de</strong> mis necesida<strong>de</strong>s humanas? ¿Me<br />

quedo solamente en lo económico y olvido lo que soy en relación con Dios y<br />

los <strong>de</strong>más? ¿Cómo estamos afrontando la realidad <strong>de</strong> la injusticia social?<br />

¿Cómo estamos construyendo el bienestar y cuál es el concepto <strong>de</strong><br />

PROSPERIDAD con el que engolosinamos, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> lo religioso y lo político, a la<br />

sociedad colombiana? ¿Cómo estamos reclamando justicia? ¿Qué hacemos<br />

para reencontrarnos los colombianos todos en el reconocimiento integral <strong>de</strong>


la dignidad humana como inicio y fundamento <strong>de</strong> todo cambio social? ¿Cómo<br />

evitar que la búsqueda <strong>de</strong> la justicia perpetúe las injusticias y liqui<strong>de</strong> lo poco<br />

que los pueblos habíamos conseguido en organización civil, sindical, popular,<br />

política, pastoral, para impulsar el cambio estructural <strong>de</strong> Colombia?<br />

La quinta Palabra es el grito <strong>de</strong> <strong>Jesús</strong> que se dirige a cada uno <strong>de</strong> nosotros.<br />

Todos necesitamos someternos en Colombia a la Justicia: a la Justicia penal<br />

los <strong>de</strong>lincuentes, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los <strong>de</strong> ruana hasta los <strong>de</strong> la corrupción y la violencia,<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> los actores materiales hasta las cúpulas <strong>de</strong> la pirámi<strong>de</strong> <strong>de</strong> la impunidad<br />

que hemos construido y que copó los po<strong>de</strong>res públicos. Des<strong>de</strong> los religiosos y<br />

pastores que hayamos traicionado la confianza <strong>de</strong> la Iglesia y <strong>de</strong> la sociedad<br />

en nuestros compromisos sagrados, hasta los militares que <strong>de</strong>struyen la<br />

confianza <strong>de</strong>l ciudadano en sus instituciones. Para ello, necesitamos una<br />

rama jurisdiccional in<strong>de</strong>pendiente, autónoma, regulada por los mejores<br />

parámetros internacionales, sometida a veeduría y auditoría foránea, porque<br />

no pue<strong>de</strong> ser que quienes están en proceso <strong>de</strong> sometimiento a la justicia<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> los órganos legislativo y ejecutivo o <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el estamento militar sean<br />

quienes <strong>de</strong>finan la reforma <strong>de</strong> la justicia en Colombia. Necesitamos una rama<br />

jurisdiccional fuerte, firme, acatada y no atacada por los <strong>de</strong>más po<strong>de</strong>res,<br />

respetada y no sometida al escarnio público. Es la base sobre la cual<br />

podremos recoger una sociedad civilizada, con cultura <strong>de</strong> legalidad, con<br />

disciplina social y política, con sistemas preventivos, punitivos y restaurativos<br />

bien claros y <strong>de</strong>finidos. Todo paso por meterle la mano a la justicia <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

intereses internos, está viciado cuando la sociedad tiene el <strong>de</strong>nominador<br />

común <strong>de</strong> la impunidad y la corrupción.<br />

Necesitamos someternos todos a la justicia social. Esta ha <strong>de</strong> ser una meta<br />

que convengamos juntos y que no podrá i<strong>de</strong>ntificarse sin más con políticas<br />

gubernamentales como las <strong>de</strong> planes estratégicos o locomotoras montados<br />

ya sobre el presupuesto <strong>de</strong> la injusticia, <strong>de</strong> la exclusión, <strong>de</strong> la <strong>de</strong>predación <strong>de</strong><br />

los recursos, <strong>de</strong>l empobrecimiento y mayor opresión a los débiles.<br />

Necesitamos todos someternos a la justicia restaurativa, que inicia<br />

ciertamente con las víctimas y la reparación, con la restitución <strong>de</strong> tierras y la


garantía <strong>de</strong> no repetición y no continuidad <strong>de</strong>l <strong>de</strong>spojo. Es la justicia que<br />

involucra a victimarios, <strong>de</strong>lincuentes, con sus familias, con las comunida<strong>de</strong>s,<br />

con las víctimas, con el Estado y las oportunida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> rehabilitación. No será<br />

tarea fácil la <strong>de</strong> la justicia entre nosotros. Pero hay que recoger ya las<br />

volunta<strong>de</strong>s, por débiles y ambiguas que parezcan, para regresar por esos<br />

caminos. El perdón, gracia <strong>de</strong> Dios en Cristo <strong>Jesús</strong> y valor moral para la<br />

restauración y la reconciliación, ha <strong>de</strong> ser LA CULTURA ESPIRITUAL a la que le<br />

apostemos todos, sin distinción. Colombia entera necesita convertirse en una<br />

ESCUELA DE PERDON, EN UN PROCESO DE RECONCILIACIÓN, EN UNA<br />

MIRADA DE ESPERANZA.


SEXTA PALABRA<br />

El Amor como <strong>de</strong>ber cumplido.<br />

Esta es la hora <strong>de</strong> <strong>Jesús</strong>. El reloj marca el final y la obra que le fue confiada<br />

por el Padre Dios se transforma en informe, en balance, en reporte final.<br />

Bastaron tres palabras: “TODO ESTÁ CUMPLIDO”.<br />

“Sabiendo <strong>Jesús</strong> que había llegado su hora <strong>de</strong> PASAR <strong>de</strong> este mundo al Padre,<br />

habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el<br />

extremo” (Juan 13,1). Esta palabra nos llena <strong>de</strong> absoluta e íntima confianza<br />

en la Persona <strong>de</strong> <strong>Jesús</strong>: mi SALVACIÓN ya está dada en Él. Todo ser humano<br />

tiene ahora acceso libre a Dios en <strong>Jesús</strong> y por Él. Ahora han sido quitados <strong>de</strong><br />

en medio el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> la muerte, la <strong>de</strong>uda <strong>de</strong>l pecado y la inclinación<br />

idolátrica que preten<strong>de</strong> endiosar lo humano o lo creado y reducir a Dios a la<br />

esfera humana. El po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> las riquezas, <strong>de</strong>l saber y <strong>de</strong>l placer, <strong>de</strong> la mentira<br />

y la opresión, han sido vencidos. Ahora le queda a <strong>Jesús</strong> como último<br />

enemigo a vencer la muerte misma, la separación biológica entre lo espiritual<br />

y lo corpóreo físico, material, <strong>de</strong>l ser humano. Proce<strong>de</strong>rá a ello <strong>de</strong>spués <strong>de</strong><br />

este su parte <strong>de</strong> satisfacción completa ante el Padre Dios y ante la<br />

humanidad que mira y escucha al mártir <strong>de</strong>l Calvario.<br />

Sí, la salvación ya es realidad suficiente y única en la Persona <strong>de</strong> <strong>Jesús</strong>: él ha<br />

recorrido el abismo <strong>de</strong> la miseria humana y ha <strong>de</strong>rribado los muros que nos<br />

separan con Dios y entre las personas y los pueblos. Queda lo nuestro: que<br />

HAGAMOS PROPIA la Salvación <strong>de</strong> Cristo. Que acojamos su Palabra como<br />

po<strong>de</strong>r que Dios nos da para NACER DE NUEVO, engendrados por el Espíritu<br />

en el seno <strong>de</strong> la Iglesia a través <strong>de</strong>l Bautismo, formando a Cristo en mí como<br />

lo engendrara en el Corazón y en el Vientre <strong>de</strong> María. Nos queda vivir la vida<br />

como CONVERSIÓN <strong>de</strong> todo nuestro ser a la Persona <strong>de</strong> <strong>Jesús</strong>, a la Voluntad<br />

<strong>de</strong>l Padre y al Mandamiento Nuevo <strong>de</strong> amarnos como Él nos amó. Es, en<br />

síntesis, nuestra transformación, nuestro paso <strong>de</strong> la muerte a la vida,<br />

aceptando que el Amor sea nuestro DEBER SIN LÍMITES: el amor a Dios en el<br />

prójimo, dando nuestra vida por los <strong>de</strong>más.


La sexta palabra es, entonces, el llamado que nos hace <strong>Jesús</strong> hoy a la<br />

COHERENCIA entre la fe y la vida, a la fi<strong>de</strong>lidad y honra<strong>de</strong>z, a la lealtad y<br />

entrega, a la realización <strong>de</strong> la vida propia como responsabilidad, como <strong>de</strong>ber<br />

y misión dados por Dios a cada uno. Estas virtu<strong>de</strong>s son más que mera<br />

disciplina: exigen la gracia <strong>de</strong> Dios, que nos asiste con los dones <strong>de</strong>l Espíritu<br />

Santo y nos hace dar sus frutos. Exigen escucha y discernimiento, discipulado<br />

diario que forma nuestra libertad y conforma nuestra voluntad con la <strong>de</strong><br />

Dios, con el querer <strong>de</strong> Dios y su <strong>de</strong>signio en mi vida. Sin oración, sin escucha,<br />

sin reflexión y sacrificio, no habrá coherencia en nuestras vidas. Nos llevarán<br />

los espejismos, las vanas ilusiones, los vientos <strong>de</strong> doctrina, las conveniencias<br />

<strong>de</strong> momento.<br />

Finalmente, recibamos también la sexta palabra como el llamado <strong>de</strong> <strong>Jesús</strong><br />

para que entremos en la CULTURA DE LA LEGALIDAD, basada en el principio<br />

<strong>de</strong> la autoridad en función <strong>de</strong>l bien común, en la confrontación <strong>de</strong> los<br />

instintos con las pasiones, en la asimilación <strong>de</strong> los valores y el sometimiento a<br />

los principios y normas, especialmente a las leyes que hacen posible una<br />

sociedad civilizada y una Nación digna. Este es, sin duda, uno <strong>de</strong> los retos<br />

más formidables que <strong>de</strong>bemos i<strong>de</strong>ntificar y asumir los colombianos todos.<br />

Son la ética, la disciplina, la igualdad y la cultura ciudadanas que nos <strong>de</strong>ben<br />

regir a todos. En este contexto, ¿cómo no preocuparnos como Iglesia y<br />

como Nación ante la perspectiva malsana <strong>de</strong> LEGALIZACIÓN DE LA DROGA,<br />

<strong>de</strong>l narcotráfico, como se anuncia <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hace algún tiempo y, seguramente,<br />

se presentará como <strong>de</strong>bate en la Cumbre <strong>de</strong> las Américas? El drama <strong>de</strong>l<br />

narcotráfico no se refiere a cosas que se ofertan y se <strong>de</strong>mandan, sino a<br />

personas que consumen narcóticos, causándose gravísimo daño a ellas<br />

mismas, a sus relaciones, a su vida, al or<strong>de</strong>n económico, social, cultural y<br />

político. No podrá, entonces, medirse con parámetros meramente <strong>de</strong><br />

conveniencia económica, sino como una dolorosa realidad estructural que<br />

<strong>de</strong>svía a la humanidad: es, en el fondo, un reclamo trágico y violento al<br />

CAMBIO DE CULTURA, <strong>de</strong> esa cultura que menosprecia al ser humano, su<br />

vida, su dignidad, sus <strong>de</strong>rechos, su mundo afectivo y familiar, sus<br />

oportunida<strong>de</strong>s. De esa cultura que, en cambio, propicia el dinero sin


medida, el comercio <strong>de</strong> armas y trata <strong>de</strong> personas, la sexualidad sin<br />

horizontes ni valores, el éxito y el consumismo a cualquier precio.<br />

Es esa cultura y no el mercado aislado <strong>de</strong> las drogas lo que habría que<br />

confrontar.<br />

¿Cómo estoy yo asumiendo mi vida? ¿Reconozco la autoridad y los <strong>de</strong>rechos<br />

<strong>de</strong> Dios sobre mí? ¿Cómo asumo mis <strong>de</strong>beres y responsabilida<strong>de</strong>s?


SEPTIMA PALABRA<br />

El Amor como Comunión Eterna.<br />

La última palabra <strong>de</strong> <strong>Jesús</strong> cierra el ciclo <strong>de</strong> su existencia terrena como una<br />

vida incluida <strong>de</strong> principio a fin en la intimidad con el Padre Dios. La oración es<br />

la vida <strong>de</strong> <strong>Jesús</strong>. La vida <strong>de</strong> <strong>Jesús</strong> es oración. Y este cierre <strong>de</strong> su existencia lo<br />

muestra como el orante hebreo que recita el salmo 31: “en tus manos pongo<br />

mi espíritu”.<br />

La séptima palabra revela <strong>de</strong> inmediato el ser <strong>de</strong>l Dios que se nos ha revelado<br />

en <strong>Jesús</strong>: es el Dios Uno y Trino. El Padre, el Hijo, el Espíritu Santo<br />

resplan<strong>de</strong>cen como Misterio <strong>de</strong> Amor revelado en la Cruz. Ser cristianos es<br />

hacernos partícipes <strong>de</strong> este misterio, <strong>de</strong> la vida misma que hay en Dios. La<br />

vida temporal es el misterio <strong>de</strong> Dios que vive en nosotros, haciéndonos<br />

templo vivo suyo. Con la muerte, la realidad se expresa igual, pero en el<br />

sentido más profundo: nosotros vivimos en Dios, participando <strong>de</strong> la gracia <strong>de</strong><br />

la COMUNIÓN ETERNA con el Amor. Es la gracia <strong>de</strong> la eternidad como<br />

bienaventuranza, como banquete <strong>de</strong> bodas, como vida feliz e inagotable.<br />

La noticia más importante para todo ser humano es la <strong>de</strong> saber que está<br />

<strong>de</strong>stinado a esta vida, que la muerte no es su final, aunque sea la separación<br />

<strong>de</strong> su ser más interior y el más externo, la separación <strong>de</strong>l mundo <strong>de</strong> los<br />

afectos terrenales, la <strong>de</strong>scomposición y corrupción <strong>de</strong> la carne. Pero no<br />

vivimos para morir. Al contrario: morimos para vivir. Muchas gentes carecen<br />

<strong>de</strong>l sentido <strong>de</strong> la vida y banalizan la muerte, porque <strong>de</strong>sconocen esta gracia<br />

<strong>de</strong> Jesucristo: la <strong>de</strong> la Vida Eterna, la <strong>de</strong> la victoria sobre la muerte.<br />

La séptima palabra es también una luz sobre la CONFIANZA como la actitud<br />

más propia <strong>de</strong>l creyente: el abandono en Dios. <strong>Jesús</strong> lo vive totalmente y<br />

recurre a la figura <strong>de</strong> <strong>LAS</strong> MANOS DEL PADRE, apoyándose en el salmo. Creer<br />

es abandonarse a estas manos que crean, protegen, bendicen, liberan,<br />

acogen y comunican calor y vida, amor y certeza. Veamos en esta imagen<br />

nuestra misión <strong>de</strong> cristianos en este mundo: prolongar las manos <strong>de</strong>l Padre<br />

como hijos suyos, al estilo <strong>de</strong> <strong>Jesús</strong>. Toda persona <strong>de</strong>fine su significado para


los <strong>de</strong>más, para el mundo y para Dios, en tres cosas: sus actitu<strong>de</strong>s, sus<br />

palabras y sus manos. En el corazón, en los labios y en las obras <strong>de</strong> las manos<br />

están los frutos que brindamos. Dios nos llama llegar hasta Él como <strong>Jesús</strong>, a<br />

manos llenas <strong>de</strong> esos frutos, porque hemos prolongado sus manos <strong>de</strong> Padre.<br />

¿Cómo vives tu abandono interior en Dios?<br />

¿Qué tipo <strong>de</strong> obras ponen tus manos en contradicción con las <strong>de</strong> Dios?

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