FRIEDRICH NIETZSCHE (1844-1900) - FILOMOLINOS
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ISABEL ZÚNICA TEMA 5. <strong>NIETZSCHE</strong>: CRÍTICA DE LA CULTURA OCCIDENTAL. 1<br />
<strong>FRIEDRICH</strong> <strong>NIETZSCHE</strong> (<strong>1844</strong>-<strong>1900</strong>)<br />
I. <strong>NIETZSCHE</strong>: EL HOMBRE Y SU OBRA ................................................................................1<br />
1. Contexto histórico en que vivió Nietzsche: el siglo XIX. .........................................1<br />
a) Contexto científico y cultural.................................................................................1<br />
i) El Romanticismo.................................................................................................1<br />
ii) La época de la fragmentación ..........................................................................2<br />
b) Contexto político e ideológico del XIX..................................................................3<br />
2. Aspectos principales de La filosofía de Nietzsche ..................................................3<br />
1) La filosofía de Nietzsche como filosofía de la sospecha................................3<br />
2) La crítica nietzscheana a la cultura occidental ...............................................3<br />
3) La propuesta nietzscheana: la instauración de una nueva cultura. ..............4<br />
4) Voluntad e imaginación ....................................................................................4<br />
5) Otros aspectos ..................................................................................................4<br />
3. Vida y obras................................................................................................................4<br />
II. TEXTO PARA LA SELECTIVIDAD Y RESÚMENES............................................................5<br />
a) Texto I: La idiosincrasia de los filósofos: el miedo al devenir. ...........................5<br />
b) Texto II: La otra idiosincrasia de los filósofos: la filosofía como teología..........5<br />
c) Texto III: Cuatro tesis ............................................................................................6<br />
III. TEMAS Y NOCIONES DE LA FILOSOFÍA <strong>NIETZSCHE</strong> ....................................................6<br />
1. El arte trágico y lo dionisíaco (nociones)..................................................................6<br />
2. El vitalismo de Nietzsche (tema)...............................................................................7<br />
a) ¿Qué es el vitalismo nietzscheano? ....................................................................7<br />
b) La voluntad de poder.............................................................................................7<br />
c) La transvaloración y el superhombre ...................................................................8<br />
d) La muerte de Dios y el nihilismo...........................................................................8<br />
e) El eterno retorno ....................................................................................................9<br />
3. La crítica de Nietzsche a los filósofos (tema) ..........................................................9<br />
a) La idiosincrasia de los filósofos ............................................................................9<br />
b) La crítica a las doctrinas filosóficas....................................................................10<br />
4. Los sentidos y el cuerpo (pareja)............................................................................10<br />
5. Los “conceptos supremos” y el concepto “Dios” (pareja) .....................................11<br />
IV. CONTEXTUALIZACIÓN DEL TEXTO COMPLETO ..........................................................12<br />
TEMARIO DE LAS PRUEBAS DE ACCESO<br />
A partir del texto de Friedrich Nietzsche El crepúsculo de los ídolos, capítulo<br />
“La ‘razón’ en la filosofía”, apartados 1, 4, 6 (trad. A. Sánchez Pascual, Madrid,<br />
Alianza, 1998, pp. 51, 53-54 y 55-56), se escribirán dos folios completos (4<br />
carillas), con los siguientes apartados en el orden en que aparecen:<br />
1. Resumir un fragmento del texto.<br />
2. Explicar una pareja de nociones de las siguientes:<br />
- Los sentidos y el cuerpo<br />
- Los “conceptos supremos” y el concepto “Dios”<br />
- El arte trágico y lo dionisíaco<br />
3. Desarrollar uno de los temas siguientes:<br />
- El vitalismo de Nietzsche<br />
- La crítica de Nietzsche a los filósofos<br />
4. Contextualizar el texto completo El crepúsculo de los ídolos, capítulo “La<br />
‘razón’ en la filosofía”, apartados 1, 4, 6 (trad. A. Sánchez Pascual, Madrid,<br />
Alianza, 1998, pp. 51, 53-54 y 55-56).<br />
I. <strong>NIETZSCHE</strong>: EL HOMBRE Y SU OBRA<br />
1. CONTEXTO HISTÓRICO EN QUE VIVIÓ <strong>NIETZSCHE</strong>: EL SIGLO XIX.<br />
Aunque el siglo XIX suele presentarse de modo unitario como el siglo de las<br />
revoluciones, en realidad, tanto desde un punto de vista filosófico y cultural, como<br />
social y político, podemos hallar en él dos etapas claramente divididas. Filosófica y<br />
culturalmente, la primera mitad se caracteriza por el Romanticismo, la segunda<br />
mitad es llamada por algunos positivista o cientifista, pero podemos considerar que<br />
su característica esencial es la fragmentación del pensamiento y la cultura. Desde el<br />
punto de vista social, la primera mitad se caracteriza por la lucha de la nueva<br />
burguesía por alcanzar el poder (revoluciones burguesas), mientras que, en la<br />
segunda mitad, es el proletariado quien busca un espacio social, económico y de<br />
poder (revoluciones proletarias o socialistas).<br />
En atención a esta división del XIX, podemos considerar que la Edad Moderna<br />
concluye en 1850 y que ahí comienza la Edad Contemporánea. Por eso, los autores<br />
románticos (como Hegel) no los vemos como algo de nuestra época, mientras que<br />
los de la segunda mitad del XIX (Nietzsche, Frege o Freud) podrían ser escritores<br />
del siglo XXI, plenamente contemporáneos a nosotros. Y en cuanto a política,<br />
igualmente la confrontación entre liberales y tradicionalistas de la primera mitad<br />
del XIX es vista como decimonónica, mientras que la de socialistas y conservadores<br />
(populares, demócratas-cristianos, liberales) dura hasta nuestros días.<br />
a) Contexto científico y cultural<br />
i) El Romanticismo<br />
La primera mitad del XIX está caracterizada por el Romanticismo, que en<br />
Alemania comienza en 1780, pues allí los pensadores y escritores de las dos últimas<br />
décadas del XVIII son estrictamente románticos, como Herder (1744-1803), Goethe<br />
(1749-1832) y Schiller (1759-1805). El Romanticismo domina toda Europa en la<br />
primera mitad del XIX y se prolonga varias décadas en algunos países como<br />
España (Bécquer, † 1870).
ISABEL ZÚNICA TEMA 5. <strong>NIETZSCHE</strong>: CRÍTICA DE LA CULTURA OCCIDENTAL. 2<br />
El Romanticismo es un movimiento de la modernidad, que, consecuentemente,<br />
mantiene al hombre en el centro: el hombre como un ser consciente de sus fuerzas,<br />
de su autonomía, de su subjetividad, de su capacidad de transformar al mundo. Pero<br />
el Romanticismo tiene su novedad, que, en gran medida, es una reacción contra esa<br />
otra concreción de la modernidad que es la Ilustración. Las novedades fundamentales<br />
del Romanticismo son dos: 1) subrayar los aspectos históricos y genéticos de la<br />
realidad, y 2) poner en primer plano los aspectos o elementos volitivos, sentimentales,<br />
irracionales del hombre.<br />
1) La Ilustración se había caracterizado por su ahistoricismo y por su<br />
universalismo: todo estaba medido por una razón unilateral y abstracta, que no<br />
atendía a las particularidades de las personas y países; y la ciencia era la máxima<br />
expresión de la razón: un conocimiento válido para todos los lugares y tiempos.<br />
Frente a eso surge el particularismo: la idea de que las realidades concretas (la<br />
naturaleza, los seres humanos, cada lengua, cada país, etc.) debían ser explicadas<br />
histórica o genéticamente. Había, pues, que volver al pasado, a las raíces, a los<br />
antecedentes, si se quieren conocer las concretas realidades actuales. En<br />
consecuencia, tenemos un gran desarrollo de la historia de cada pueblo (la nueva<br />
historia nace con Leopold von Ranke (1795-1886), la aparición de los<br />
nacionalismos ligados a una lengua, la recuperación de los mitos y folklore de cada<br />
pueblo, el cultivo de la propia lengua en detrimento del latín (las Universidades van<br />
abandonando el latín como lengua culta y universitaria), enorme incremento de las<br />
literaturas de cada pueblo europeo, nueva vivencia del propio paisaje (vuelta a la<br />
naturaleza, el árbol como símbolo romántico), en ciencia aparecen las explicaciones<br />
genéticas: el darwinismo, el descubrimiento del indoeuropeo, etc. 1 .<br />
2) En oposición a la razón ilustrada, se ponen en primer plano la voluntad, los<br />
sentimientos, la imaginación, lo irracional. Los sentimientos son siempre particulares<br />
y se distinguen de los aspectos racionales del ser humano que son –o deberían<br />
ser– universales. La razón es desplazada: deja de ser la dimensión principal del ser<br />
humano y pasa a ser un poder infinito, vago, más allá de la racionalidad humana.<br />
Ahora están en primer plano la libertad del individuo y del científico, la originalidad<br />
y creatividad no sólo en el arte, sino en toda actividad humana, incluida la<br />
ciencia. El genio (artístico o científico) y el héroe (que encarna el espíritu del<br />
pueblo) son los nuevos prototipos de hombre.<br />
La preponderancia de lo volitivo-sentimental dará lugar en la segunda mitad del<br />
XIX a que la razón se ponga al servicio de las pasiones, de la parte instintiva del ser<br />
humano. Surgirían así las ideologías: pensamiento al servicio de los intereses de los<br />
grupos sociales.<br />
1 Nótese que no hay oposición entre individuo y colectividad (o nación): ambas son<br />
realidades particulares, son subjetividades: el sujeto individual o el sujeto colectivo (el<br />
Volkgeist, el espíritu del pueblo), y así la realidad particular de cada individuo se configura<br />
dentro de su pueblo (uno es primordialmente alemán o vasco o…).<br />
ii) La época de la fragmentación<br />
La segunda mitad se caracteriza por la fragmentación: no hay un pensamiento<br />
unitario sino una serie de ideologías o corrientes de pensamiento que no intentan<br />
una explicación válida para todos los hombres, sino una defensa de puntos de vista<br />
particulares o de intereses de grupos.<br />
Podemos considerar la segunda mitad del XIX como el inicio de la Edad<br />
Contemporánea. Los fenómenos culturales, sociales y políticos que se dan en ella<br />
duran hasta nuestros días, y son precisamente los que estamos liquidando sin poner<br />
algo nuevo (la Posmodernidad o, mejor, Tardamodernidad).<br />
La segunda revolución industrial (a partir de 1840) y las espectaculares aplicaciones<br />
técnicas de la ciencia transformarán la vida y la mentalidad de los europeos<br />
durante esta segunda mitad de siglo. La ciencia se populariza y todos se hacen<br />
concientes de la importancia de la ciencia y de la tecnología. Se difunde el<br />
positivismo de Auguste Comte (1798-1857), con todas sus variantes cientifistas: el<br />
único conocimiento válido es la ciencia.<br />
El predomino no ya de la ciencia, sino de la tecnociencia (la ciencias aplicadas<br />
con sorprendentes resultados) trajo dos consecuencias inmediatas. Una general: los<br />
conocimientos anteriores (de la Antigüedad, de la Edad Media e incluso de los<br />
siglos inmediatamente anteriores) parecían como balbuceos de niños o incluso<br />
como un montón de falsedades ingenuas; los libros dejaron de ser la memoria de<br />
los conocimientos de la humanidad, para ser la información de los últimos<br />
descubrimientos científicos. Y otra particular: la filosofía deja de ser el conocimiento<br />
y comprensión por excelencia de la realidad; ya no caben grandes sistemas<br />
filosóficos en los que se enmarca todo el conocimiento científico y humano<br />
(estética, ética, política…), sino sólo posiciones fragmentarias, puntos de vista,<br />
corrientes de pensamiento, que coexisten entre sí y que casi todas están aún<br />
presentes en nuestros días: psicoanálisis, fenomenología, existencialismo, hermenéutica,<br />
filosofía analítica, etc.<br />
La idea de que sólo la ciencia es conocimiento, deja a la filosofía y sus ramas<br />
(ética, política, etc.) en manos de la subjetividad arbitraria: ahí no cabe auténtico<br />
conocimiento, sino expresión de intereses subjetivos, o sea, de los aspectos no<br />
racionales del hombre, sino de los volitivos, pulsionales, instintivos. etc.<br />
En el periodo ilustrado la burguesía había comenzado a reivindicar sus derechos<br />
sociales y políticos, esas reclamaciones se extienden a lo largo del Romanticismo.<br />
A partir de la segunda mitad del XIX, esa reivindicación se hace universal: todo<br />
colectivo o grupo social, especialmente la clase obrera, exige sus derechos y la<br />
participación en la vida pública. Surgen así –a mitad del XIX– los partidos<br />
políticos, con sus respectivas ideologías, y nace también la figura del político<br />
profesional: arrebatada la soberanía a los monarcas, los ciudadanos corrientes<br />
luchan por conseguir el poder, para lo cual organizan los partidos políticos. Liberales<br />
y tradicionalistas son los dos grandes partidos con peso entre las clases<br />
acomodadas (las que tenían derecho al voto), y posteriormente surgen los socialistas<br />
como expresión de los intereses obreros.
ISABEL ZÚNICA TEMA 5. <strong>NIETZSCHE</strong>: CRÍTICA DE LA CULTURA OCCIDENTAL. 3<br />
Efecto de muy diversos factores, tanto románticos (centralidad de la voluntad y<br />
del sentimiento, particularismo nacionalista, la idea de creatividad y originalidad),<br />
como de la segunda mitad del XIX (la crisis de la filosofía, la aparición de múltiples<br />
corrientes, el cientifismo ideologizado, los intereses de clase o grupos con sus<br />
respectivas ideologías) es la pérdida de la concepción clásica de la verdad, o sea, de<br />
que podemos comprender la realidad tal cual es y exponer nuestra comprensión de<br />
modo racional. Ahora, frecuentemente, ya no se atiende a la verdad en cuanto tal,<br />
sino a crear teorías que propicien los propios intereses. Esta mentalidad permea la<br />
filosofía y se expande incluso a la ciencia, al menos a las ciencias no duras (a la<br />
psicología, antropología, historia, politología, etc.): los científicos de estas disciplinas<br />
interpretan arbitrariamente la realidad o incluso la falsean, en función de intereses<br />
particulares (invención de una historia nacional, falseamiento de datos antropogenéticos,<br />
ideologías burguesas, liberales o socialistas, teorías contra la Biblia...).<br />
b) Contexto político e ideológico del XIX<br />
Podemos completar el panorama filosófico y cultural con algunos datos sociales<br />
y políticos del XIX. Desde un punto de vista histórico, tenemos que, tras la derrota<br />
de Napoleón, el Congreso de Viena (1815) restaura aparentemente el viejo orden,<br />
pero, en realidad, no es así. Las nuevas monarquías ven su poder limitado por la<br />
burguesía, que tiene iniciativa política y a la que los monarcas hacen continuas<br />
concesiones. En la lucha de los burgueses por el poder, tenemos dos importantes<br />
revoluciones: la de 1830 y la de 1848.<br />
En la primera mitad del XIX, se configuran las dos ideologías dominantes que<br />
son el liberalismo y el tradicionalismo.<br />
El liberalismo es la ideología de la nueva burguesía. Los liberales sostienen que<br />
el poder se basa en la riqueza y la propiedad, y aspiran al poder político recortando<br />
atribuciones a los monarcas (o incluso eliminándolos). Buscan un sistema político<br />
representativo, pero no universal: sólo las nuevas clases pudientes tienen derecho a<br />
la participación en la vida pública, por eso se opondrán en la segunda mitad del<br />
XIX a la nueva clase emergente, al proletariado, al que niegan derechos sociales y<br />
políticos. En general, el liberalismo es individualista, contrario a la tradición,<br />
defensor de la separación de poderes y de la no intervención del Estado. Además,<br />
son partidarios de la desigualdad, pero ésta basada no en el nacimiento, sino en la<br />
instrucción y la riqueza.<br />
La ideología contraria es la tradicionalista, que pretende defender legitimidad<br />
del Ancien régime y, en general, los valores que consideran tradicionales. Ahora<br />
bien, los tradicionalistas participan del espíritu romántico: no buscan un<br />
universalismo (valores universales), sino que miran a la historia, lengua, raíces<br />
culturales de su propia nación y, por eso, derivan frecuentemente en nacionalismos.<br />
Terminada hacia 1840 la primera industrialización, que dio escasos frutos en la<br />
transformación económica o social, comenzó la auténtica revolución industrial que<br />
transformaría los países europeos. Desde un punto de vista social, fruto de esta<br />
revolución fue la aparición de una importante clase obrera, que se hacinaba en<br />
barrios proletarios, totalmente separados de los burgueses por los barrios de una<br />
incipiente clase media (pequeños comerciantes, funcionarios, maestros…).<br />
En la segunda mitad del XIX aparece con violencia el movimiento obrero: el<br />
proletariado ha tomado conciencia de su fuerza y necesidades, y exige también su<br />
participación en la riqueza y el poder. Dado que tanto liberales como tradicionalistas<br />
se oponen al proletariado, que, además, carece de voto (el voto se concedía<br />
según la renta), se desencadenaron una serie de revoluciones proletarias. La más<br />
importante fue en París en 1871, donde socialistas y anarquistas se hicieron con el<br />
poder durante dos meses y medio, hasta que fueron reprimidos por el ejército<br />
(algunos estiman que hubo 30.000 muertos en la semana de combates).<br />
2. ASPECTOS PRINCIPALES DE LA FILOSOFÍA DE <strong>NIETZSCHE</strong><br />
1) La filosofía de Nietzsche como filosofía de la sospecha.<br />
La primera industrialización ya había tenido lugar en Europa y estaba en marcha<br />
la segunda. El desarrollo económico se había realizado frecuentemente a costa del<br />
trabajo y de la vida de mucha gente (la llamada clase obrera). Esto había originado<br />
una clase alta, notablemente enriquecida, pero carente de valores morales. Como<br />
reacción a la nueva estructura social habían surgido los socialismos, que luchaban<br />
contra el elitismo y proponían una nivelación igualitaria. Esta situación propició el<br />
auge de las ideologías: el pensamiento al servicio de intereses de clase,<br />
económicos, sociales, etc.<br />
Consecuencia de esa situación, es el nacimiento de las filosofías de la sospecha<br />
(Marx, Nietzsche, Freud), que denuncian que detrás de las grandes construcciones<br />
filosóficas se encierran intereses inconfesables. Dicho de otro modo, acusan a la<br />
filosofía de haberse convertido en ideología.<br />
El pensamiento de Nietzsche pertenece a este grupo de filosofías de la sospecha,<br />
centrada, en este caso, en una crítica a la cultura occidental en bloque: Nietzsche<br />
acusa a la cultura occidental de ser decadente y buscará instaurar una nueva cultura.<br />
2) La crítica nietzscheana a la cultura occidental<br />
Nietzsche hace una crítica total a la cultura occidental: todos sus elementos y<br />
dimensiones son criticados y negados. Para poder realizar esa crítica, Nietzsche se<br />
centra en los aspectos nucleares de Occidente: la filosofía, la moral y la religión.<br />
Ante todo, Nietzsche critica la filosofía griega, aliada luego con el cristianismo,<br />
por considerarla que es el elemento principal de la civilización occidental y el<br />
origen de todos sus males. Los conceptos clásicos de bien, verdad, conocimiento,<br />
etc. son rechazados por Nietzsche. Precisamente el texto que comentamos se centra<br />
en la crítica nietzscheana a la filosofía y a toda la cultura occidental.<br />
El inicio de la decadencia de Occidente comenzó con Sócrates, el gran<br />
corruptor, que inventa la racionalidad que aprisiona la vida, y se continúa con<br />
Platón: el inventor del otro mundo, del mundo de las Ideas, donde se supone que<br />
está la auténtica realidad. Este vaciado, desvalorización, del mundo sensible le<br />
parece a Nietzsche intolerable, una auténtica perversión.
ISABEL ZÚNICA TEMA 5. <strong>NIETZSCHE</strong>: CRÍTICA DE LA CULTURA OCCIDENTAL. 4<br />
Critica, además, al socialismo, pues lo acusa de vulgar e igualitario. Nietzsche<br />
pertenecía a la clase burguesa, había recibido una excelente educación, tenía una<br />
posición económica acomodada y, en consecuencia, le parecía inaceptable el<br />
igualitarismo que rebaja la cultura, el conocimiento… tachándolos de elitismo.<br />
Eso no impide que Nietzsche también critique a los liberales y cualquier otro<br />
grupo ideológico de su época, como también a los anarquistas.<br />
Critica los valores encarnados por los tradicionalistas, especialmente la religión,<br />
el cristianismo y, en general, todo lo que sea moralidad y orden. Especialmente<br />
combate la idea de que haya otro mundo, un “más allá”, pues eso implica la<br />
negación de este mundo. Nietzsche es el profeta de la muerte de Dios.<br />
3) La propuesta nietzscheana: la instauración de una nueva cultura.<br />
La idea rectora del pensamiento de Nietzsche es la instauración de una nueva<br />
cultura, que sería la antítesis de la decadente cultura occidental. La nueva cultura<br />
sería una cultura de índole aristocrática, que sustituiría a la actual y sería capaz de<br />
originar grandes hombres.<br />
Nietzsche encuentra las características concretas de esta cultura en la antigua<br />
Grecia, en la Grecia presocrática, antes de ser adulterada por el racionalismo<br />
socrático y por la filosofía platónica.<br />
La Grecia presocrática tiene su máxima expresión en la tragedia griega, que<br />
aúna, en perfecta fusión, dos elementos: lo dionisíaco y lo apolíneo. Dioniso es el<br />
dios de la vida, de las fuerzas vitales que hacen que los seres vivos se regeneren<br />
continuamente, nazcan y mueran. Apolo es el dios de la armonía y de la<br />
proporción, de las formas bellas. En la tragedia se funde lo dionisíaco que abraza la<br />
existencia en todo su horror y oscuridad (tragedia y música) y lo apolíneo, que<br />
cubre la realidad mediante un velo estético, creando un mundo ideal de forma y<br />
belleza (mitología olímpica, artes plásticas y épicas).<br />
Los hombres de la nueva cultura son los que saben transformar la vida en un<br />
fenómeno estético: la realización de la vida humana de modo bello, estético,<br />
armonizando las pasiones contrarias (amor-odio, reflexión-espontaneidad, ternuracrueldad…),<br />
y rechazando todo lo que sea la ascética (griega o cristiana) y el<br />
libertinaje grosero.<br />
Un punto central de la propuesta nietzscheana es, por tanto, que hay que ser fiel<br />
a este mundo, al mundo sensible, al único que hay, y negar y rechazar cualquier<br />
otro mundo, cualquier otra vida en el “más allá”.<br />
4) Voluntad e imaginación<br />
Es importante señalar que el movimiento romántico ya había triunfado totalmente<br />
en Europa. La idea de una superación de la racionalidad a través de los sentimientos<br />
y las dimensiones irracionales del hombre estaba en plena vigencia. La<br />
universalidad de la razón era postergada a favor de los nacionalismos, el espíritu<br />
del pueblo y la mitología. El rigor conceptual y la exposición demostrativa eran desechadas,<br />
pues se prefería la exaltación poética, la musicalidad, la retórica efectista.<br />
En Nietzsche esta concepción se manifiesta en dos aspectos importantes:<br />
a) Su concepción del hombre. Casi todos los conceptos que utiliza son de raíz<br />
romántica: la voluntad de poder, ya presente en Schopenhauer como voluntad de<br />
vivir, el superhombre, la falta de mesura, lo dionisíaco.<br />
b) El estilo y la obra de Nietzsche son fundamentalmente de carácter literario.<br />
No forja un sistema de pensamiento, sino que expone pensamientos sueltos mediante<br />
brillantes metáforas, aforismos breves, etc. La imaginación el sentimiento, la<br />
retórica son sus argumentos.<br />
Las metáforas de Nietzsche han pasado a la historia de la filosofía y de nuestra<br />
cultura: Dioniso, Zaratustra, el camello que se transforma en león y éste en niño, el<br />
dragón, el egipticismo de los filósofos…<br />
5) Otros aspectos<br />
Aunque en Nietzsche tiene menor importancia, también el cientifismo está<br />
presente en una época de su vida, como crítica a la metafísica y una defensa del<br />
conocimiento científico.<br />
Las explicaciones genéticas se hacen también presentes en algunas obras de<br />
Nietzsche, como, por ejemplo, en La genealogía de la moral.<br />
3. VIDA Y OBRAS<br />
La vida de Nietzsche está totalmente vinculada a su proyecto filosófico (crítica a<br />
la cultura occidental), y en función de él podemos establecer etapas y clasificar sus<br />
obras. Nietzsche nació en <strong>1844</strong> en Röcken (Sajonia prusiana), en el seno de una<br />
familia protestante: su padre era pastor luterano y preceptor privado. Estudió en el<br />
reconocido Instituto Pforta donde recibió una formación literaria –con especial<br />
estudio de los clásicos griegos y romanos–, poética y musical.<br />
Se graduó en 1864 y comenzó los estudios de teología en la Universidad, pero,<br />
tras un semestre, los abandonó para dedicarse a la filología. En 1865 leyó Schopenhauer<br />
y Lange (filósofo materialista), que ejercieron gran influencia sobre él. Antes<br />
de terminar la carrera, sorprendentemente recibió la propuesta de ser nombrado<br />
Catedrático de Filología en la Universidad de Basilea.<br />
Comenzó así su primer periodo (1869-76) o periodo romántico, caracterizado<br />
por obras filológicas y de inspiración romántica (mitología, folklore, espíritu del<br />
pueblo). La metáfora dominante es la contraposición entre Dioniso y Apolo: el arte<br />
como medio de penetrar en la realidad, en el fondo pasional del ser humano. Pertenecen<br />
a este periodo El nacimiento de la tragedia en el espíritu de la música<br />
(1872), La filosofía en la época trágica de los griegos (1874) y Consideraciones<br />
intempestivas (1873-76).<br />
Esta época tuvo gran importancia su amistad con Richard Wagner, a quien<br />
admiraba profundamente, y había presentado en El nacimiento de la tragedia como<br />
el salvador de la cultura alemana. Esta obra no tuvo buena acogida entre filósofos y<br />
filólogos y fue objeto de una dura crítica que hundió el prestigio de Nietzsche como
ISABEL ZÚNICA TEMA 5. <strong>NIETZSCHE</strong>: CRÍTICA DE LA CULTURA OCCIDENTAL. 5<br />
filólogo. El fin de este periodo está marcado por su ruptura con Wagner, que<br />
comienza a manifestarse en la cuarta de las consideraciones intempestivas.<br />
Su segundo periodo (1877-82) comienza tras el distanciamiento de Wagner y la<br />
publicación de Humano, demasiado humano (1878), donde abandona la idea de que<br />
el genio es el músico para defender la genialidad del científico. A diferencia del<br />
primer periodo Sócrates es presentado de modo más benévolo. En este periodo<br />
aparece un Nietzsche cientifista, ilustrado y antimetafísico, donde defiende un<br />
conocimiento lúcido y libre, y explica la génesis de la moral de modo histórico: la<br />
imposición de la autoridad humana (profesores, padres) hace que surja la conciencia.<br />
En este periodo Nietzsche está influido por el positivismo inglés y la Ilustración<br />
francesa; y abandona a Schopenhauer.<br />
Su endeble salud, debilitada aún más por las enfermedades contraídas en el mes<br />
que sirvió de camillero en la guerra franco-prusiana, entró en crisis en 1879, a lo<br />
cual se añadió su malestar y dudas sobre su docencia en filología. En consecuencia,<br />
renunció a su cátedra en 1879 y se dedicó a viajar. Otras obras de este periodo son<br />
Aurora (1881), donde Nietzsche comienza su ataque a la moral y La Gaya ciencia<br />
(1882), donde el cristianismo es presentado como el enemigo de la vida y se<br />
anuncia la muerte de Dios.<br />
Su tercer periodo (1883-89): crítica a la cultura occidental. Es el más<br />
característico y desarrolla sus temas más importantes: Así habló Zaratustra (1883-<br />
85), en donde su estilo y pensamiento alcanzan cotas elevadísimas de madurez, no<br />
alcanzadas por ninguna de sus obras posteriores. Ahí expone sus ideas sobre el<br />
superhombre y la transmutación de los valores. Otras obras de este periodo son Más<br />
allá del bien y del mal (1886), Genealogía de la moral (1887) y El crepúsculos de<br />
los ídolos (1889). En 1888 redactó Ecce homo, una autobiografía, publicada<br />
póstumamente, de gran importancia para la interpretación de su obra.<br />
En 1889 fue internado en un psiquiátrico, tras sufrir un colapso mental, del que<br />
nunca se recuperaría. Murió en <strong>1900</strong>, en Weimar (Turingia).<br />
II. TEXTO PARA LA SELECTIVIDAD Y RESÚMENES<br />
Friedrich Nietzsche El crepúsculo de los ídolos, capítulo “La ‘razón’ en la<br />
filosofía”, apartados 1, 4, 6.<br />
a) Texto I: La idiosincrasia de los filósofos: el miedo al devenir.<br />
1. “¿Me pregunta usted qué cosas son idiosincrasia en los filósofos?... Por ejemplo,<br />
su falta de sentido histórico, su odio a la noción misma de devenir, su<br />
egipticismo. Ellos creen otorgar un honor a una cosa cuando la deshistorizan, sub<br />
specie aeterni [desde la perspectiva de lo eterno] –cuando hacen de ella una<br />
momia–. Todo lo que los filósofos han venido manejando desde hace milenios<br />
fueron momias conceptuales; de sus manos no salió vivo nada real. Matan, rellenan<br />
de paja, esos señores idólatras de los conceptos, cuando adoran –se vuelven<br />
mortalmente peligrosos para todo, cuando adoran–. La muerte, el cambio, la vejez,<br />
así como la procreación y el crecimiento son para ellos objeciones –incluso<br />
refutaciones–. Lo que es no deviene; lo que deviene no es... Ahora bien, todos ellos<br />
creen, incluso con desesperación, en lo que es. Mas como no pueden apoderarse de<br />
ello, buscan razones de por qué se les retiene. «Tiene que haber una ilusión, un<br />
engaño, en el hecho de que no percibamos lo que es: ¿dónde se esconde el<br />
engañador?: Lo tenemos, gritan dichosos, ¡es la sensibilidad! Estos sentidos, que<br />
también en otros aspectos son tan inmorales, nos engañan acerca del mundo<br />
verdadero». Moraleja: deshacerse del engaño de los sentidos, del devenir, de la<br />
historia [Historie], de la mentira –la historia no es más que fe en los sentidos, fe en<br />
la mentira–. Moraleja: decir no a todo lo que otorga fe a los sentidos, a todo el resto<br />
de la humanidad: todo él es «pueblo». ¡Ser filósofo, ser momia, representar el<br />
monótono-teísmo con una mímica de sepulturero! – ¡Y sobre todo, fuera el cuerpo,<br />
esa lamentable ideé fixe [idea fija] de los sentidos!, ¡sujeto a todos los errores de la<br />
lógica que existen, refutado, incluso imposible, aun cuando es lo bastante insolente<br />
para comportarse como si fuera real!...”.<br />
En este texto, en primer lugar, Nietzsche expone cuál es la idiosincrasia de los<br />
filósofos: su falta de sentido histórico, su odio al devenir, su egipticismo. Ese odio<br />
les ha llevado a deshistorizar la realidad sub specie aeterni, a momificarla. En<br />
segundo lugar, dice que, desde hace milenios, los filósofos:<br />
1. Han matado la realidad convirtiéndola en momias conceptuales. Y además,<br />
han adorado, idolatrado, a los conceptos.<br />
2. Han creado una oposición excluyente entre el ser y el devenir: lo que es no<br />
deviene, lo que deviene no es…<br />
3. Han intentado apoderarse del ser, pero, como no lo consiguen, han culpado a<br />
la sensibilidad de ello, diciendo que les engaña. También acusan a la sensibilidad<br />
de ser fuente de inmoralidad y llaman pueblo a los que creen en los sentidos.<br />
Finalmente, acusa a los filósofos de ser momias, de parecer sepultureros y a su<br />
filosofía de monótono-teísmo y de estar obsesionada por el rechazo de los sentidos.<br />
b) Texto II: La otra idiosincrasia de los filósofos: la filosofía como teología.<br />
4. “La otra idiosincrasia de los filósofos no es menos peligrosa: consiste en confundir<br />
lo último y lo primero. Ponen al comienzo, como comienzo, lo que viene al<br />
final –¡por desgracia!, ¡pues no debería siquiera venir!– los «conceptos supremos»,<br />
es decir, los conceptos más generales, los más vacíos, el último humo de la realidad<br />
que se evapora. Esto es, una vez más, sólo expresión de su modo de venerar: a lo<br />
superior no le es lícito provenir de lo inferior, no le es lícito provenir de nada...<br />
Moraleja: todo lo que es de primer rango tiene que ser causa sui [causa de sí<br />
mismo]. El proceder de algo distinto es considerado como una objeción, como algo<br />
que pone en entredicho el valor. Todos los valores supremos son de primer rango,<br />
ninguno de los conceptos supremos, lo existente, lo incondicionado, lo bueno, lo<br />
verdadero, lo perfecto –ninguno de ellos puede haber devenido, por consiguiente<br />
tiene que ser causa sui–. Mas ninguna de esas cosas puede ser tampoco desigual
ISABEL ZÚNICA TEMA 5. <strong>NIETZSCHE</strong>: CRÍTICA DE LA CULTURA OCCIDENTAL. 6<br />
una de otra, no puede estar en contradicción consigo misma... Con esto tienen los<br />
filósofos su estupendo concepto «Dios»... Lo último, lo más tenue, lo más vacío es<br />
puesto como lo primero, como causa en sí, como ens realissimum [ente realísimo]...<br />
¡Que la humanidad haya tenido que tomar en serio las dolencias cerebrales de unos<br />
enfermos tejedores de telarañas! – ¡Y lo ha pagado caro!…”.<br />
En el texto que comentamos, Nietzsche explica la otra idiosincrasia de los<br />
filósofos que consiste en “confundir lo último con lo primero”.<br />
Según Nietzsche, los filósofos consideran que lo superior no puede ser causado<br />
por algo anterior o inferior, es decir, por algo distinto de sí mismo; por eso, lo superior<br />
ha de ser causa de sí mismo. En consecuencia, los filósofos ponen los conceptos<br />
supremos (lo existente, lo incondicionado, lo bueno, lo verdadero), como lo primero,<br />
es decir, como causa de toda la realidad y, por tanto, anteriores a la realidad.<br />
Además, para los filósofos, como todos los conceptos son supremos, son todos<br />
iguales y se identifican con el concepto de Dios que, para Nietzsche, es el más<br />
vacío de todos los conceptos.<br />
Finalmente afirma que toda la humanidad ha padecido las consecuencias de las<br />
dolencias cerebrales, de los errores, de los filósofos.<br />
c) Texto III: Cuatro tesis<br />
6. “Se me estará agradecido si condenso un conocimiento tan esencial, tan<br />
nuevo, en cuatro tesis: así facilito la comprensión, así provoco la contradicción.<br />
Primera tesis. Las razones por las que «este» mundo ha sido calificado de<br />
aparente fundamentan, antes bien, su realidad –otra especie distinta de realidad es<br />
absolutamente indemostrable–.<br />
Segunda tesis. Los signos distintivos que han sido asignados al «ser verdadero»<br />
de las cosas son los signos distintivos del no-ser, de la nada; a base de ponerlo en<br />
contradicción con el mundo real es como se ha construido el «mundo verdadero»:<br />
un mundo aparente de hecho, en cuanto es meramente una ilusión óptico-moral.<br />
Tercera tesis. Inventar fábulas acerca de «otro» mundo distinto de éste no tiene<br />
sentido, presuponiendo que no domine en nosotros un instinto de calumnia, de empequeñecimiento,<br />
de recelo frente a la vida: en este último caso tomamos venganza<br />
de la vida con la fantasmagoría de «otra» vida distinta de esta, «mejor» que ésta.<br />
Cuarta tesis. Dividir el mundo en un mundo «verdadero» y en un «mundo<br />
aparente», ya sea al modo del cristianismo, ya sea al modo de Kant (en última<br />
instancia, un cristiano alevoso), es únicamente una sugestión de la decadence –un<br />
síntoma de la vida descendente–... El hecho de que el artista estime más la<br />
apariencia que la realidad no constituye una objeción contra esta tesis. Pues a la<br />
«apariencia» significa aquí la realidad una vez más, sólo que seleccionada,<br />
reforzada, corregida... El artista trágico no es un pesimista –dice precisamente sí<br />
incluso a todo lo problemático y terrible, es dionisíaco–...”.<br />
En este texto, Nietzsche resume la aportación de su filosofía en cuatro tesis.<br />
Primera: el mundo que los filósofos llaman aparente es el único real.<br />
Segunda: el mundo que los filósofos llaman verdadero es nihilista, porque se ha<br />
construido negando el ser auténticamente real.<br />
Tercera: la causa de haber creado otro mundo distinto del real es el instinto de<br />
calumnia, de recelo frente a la vida, constituye una venganza.<br />
Cuarta: la duplicación del mundo hecha por los filósofos es un síntoma de decadencia,<br />
mientras que el mundo creado por el artista trágico no es “otra” realidad,<br />
sino que, asumiendo la única realidad, la presenta seleccionada, reforzada, corregida.<br />
Es el artista dionisíaco.<br />
III. TEMAS Y NOCIONES DE LA FILOSOFÍA <strong>NIETZSCHE</strong><br />
1. EL ARTE TRÁGICO Y LO DIONISÍACO (nociones)<br />
En su primera gran obra, El nacimiento de la tragedia en el espíritu de la<br />
música, Nietzsche ofrece una interpretación muy original de la cultura griega. Esta<br />
interpretación fue muy criticada por los filólogos contemporáneos, pero eso carece<br />
de importancia: lo decisivo es que Nietzsche ofrece en esa obra el primer esbozo de<br />
las ideas principales de su pensamiento. Esta obra está inspirada en la idea de vida<br />
de Schopenhauer y en la concepción musical de Wagner.<br />
La idea central de Nietzsche es que la cultura griega alcanzó su máxima cumbre<br />
antes de la aparición de Sócrates y su filosofía. Entonces todavía era una cultura<br />
aristocrática, una auténtica cultura creadora y bella en la que conjugaba armónicamente<br />
la vida y la belleza. Ése será el modelo nietzscheano para su futura propuesta<br />
de una nueva cultura antitética de la cultura occidental (de Sócrates a nosotros).<br />
Según Nietzsche, la cultura de la Grecia presocrática tiene su máxima expresión<br />
en la tragedia. En ésta se da una fusión armónica de dos elementos contrapuestos:<br />
lo dionisíaco y lo apolíneo.<br />
Dioniso 2 es un dios de origen tracio, cuyo culto se difundió rápidamente en la<br />
Hélade hacia el siglo V a.C. Es el dios del vino, de las cosechas, de la vegetación<br />
exuberante. Su culto se celebraba en las montañas –donde habitaba el dios– y<br />
estaba vinculado a las orgías místicas, en las que se alcanzaba la unión con el dios,<br />
superando la propia individualidad; en las fiestas báquicas estaban presentes el<br />
exceso, la pasión, la embriaguez, el éxtasis. Nietzsche toma a Dioniso como el<br />
símbolo de la vida, del exceso, de la ausencia de mesura, de la ruptura con todas las<br />
barreras y limitaciones, incluso del caos, de la noche, de la irracionalidad.<br />
Apolo, por el contrario, es el dios de la juventud, de la belleza, de la poesía y las<br />
artes, de la mesura y del límite, de la verdad. Nietzsche lo toma como símbolo de la<br />
razón, la luz, la armonía, el equilibrio, la medida, la individualidad.<br />
Hasta Nietzsche se había explicado la cultura griega como pura expresión de lo<br />
apolíneo (la belleza, la razón…). Nietzsche, por el contrario, sostiene que la<br />
auténtica cultura griega es la que no oculta lo dionisíaco (la vida con todo su horror<br />
2 No se debe confundir el nombre Dioniso (Διόνυσος), que es el nombre del dios, con<br />
Dionisio, que es nombre de persona: el adorador o servidor de Dioniso.
ISABEL ZÚNICA TEMA 5. <strong>NIETZSCHE</strong>: CRÍTICA DE LA CULTURA OCCIDENTAL. 7<br />
y tragedia), pero sabe vivirla de modo estético. La tragedia sería precisamente eso:<br />
la unión de lo dionisíaco y lo apolíneo, del exceso y la mesura; un afirmar la vida<br />
presentándola de modo estético. Por eso, los griegos encontraban en la tragedia un<br />
consuelo metafísico: “El consuelo metafísico […] de que en el fondo de las cosas, y<br />
pese a toda la mudanza de las apariencias, la vida es indestructiblemente poderosa y<br />
placentera, ese consuelo aparece con corpórea evidencia como coro de sátiros,<br />
como coro de seres naturales que, por así decir, viven inextinguiblemente por detrás<br />
de toda civilización y que, a pesar de todo el cambio de las generaciones y de la<br />
historia de los pueblos, permanecen eternamente los mismos” (El nacimiento…, 7).<br />
Ese mundo armónico griego se vino abajo con Sócrates, que eliminó lo<br />
dionisíaco, quedando sólo lo apolíneo, y además potenció el elemento racional,<br />
teórico en detrimento de la vida, de lo dionisíaco, pues la razón aprisiona la vida y<br />
su libre expansión. Sócrates, para Nietzsche, simboliza el gran cambio que sufrió la<br />
cultura griega: el hombre que teoriza, que busca el conocimiento como valor<br />
primordial elimina al hombre trágico, al que ama la vida como primera realidad. A<br />
partir de entonces el diálogo platónico sustituye a la tragedia griega. El saber y la<br />
verdad son los nuevos valores frente al arte trágico y la vida.<br />
En suma, la propuesta nietzscheana es destruir la actual cultura vigente, fundada<br />
en la filosofía, para crear una nueva cultura inspirada en las obras de los griegos<br />
anteriores a la filosofía, o sea, en los dos principios de los primigenios griegos: lo<br />
dionisiaco, por el que abrazaban la existencia en todo su horror y oscuridad –tragedia<br />
y música– y el apolíneo, por el que cubrían la realidad, la vida, mediante un<br />
velo estético creando un mundo ideal de forma y belleza (mitología, artes plásticas<br />
y épicas). Así pues, Nietzsche sostiene que “hay una lucha eterna entre la<br />
consideración teórica y la consideración trágica del mundo” (El nacimiento, n. 17).<br />
Y a la pregunta “¿cuál de los dos es el poder más alto y decisivo? Nadie dudará que<br />
la vida es el más alto poder y dominante” (Werke, vol. I, edic. de Karl Schlechta,<br />
Munchen 1954, p. 282).<br />
2. EL VITALISMO DE <strong>NIETZSCHE</strong> (tema)<br />
a) ¿Qué es el vitalismo nietzscheano?<br />
El vitalismo es uno de los temas capitales de la filosofía de Nietzsche. En el<br />
primer periodo el símbolo es Dioniso y, en el final, lo es Zaratustra.<br />
En el primer periodo, Nietzsche contrapone Dioniso y Apolo. Dioniso es el<br />
símbolo de la vida, del exceso, de la ausencia de mesura, de la ruptura con todas las<br />
barreras y limitaciones. Apolo, por el contrario, es el dios de la luz, de la mesura y<br />
del limite, de la verdad. Nietzsche lo toma como símbolo de la razón, de la<br />
individuación, de la palabra. Ambos elementos se sintetizan en la tragedia griega,<br />
en la que, sin embargo, el elemento principal es la vida, Dioniso, mientras que lo<br />
apolíneo es la forma bella, estética, en que se presenta.<br />
La aparición de Sócrates, el gran corruptor, rompe el equilibrio de la cultura<br />
griega: Sócrates, para Nietzsche, es el hombre que teoriza, que busca el conoci-<br />
miento como valor primordial, eliminando al hombre trágico, al que ama la vida<br />
como primera realidad. A partir de entonces el diálogo platónico sustituye a la<br />
tragedia griega. El saber, la verdad son los nuevos valores frente al arte trágico y la<br />
vida. Así pues, en el primer Nietzsche “hay una lucha eterna entre la consideración<br />
teórica y la consideración trágica del mundo” (El nacimiento, n. 17). Y a la<br />
pregunta “¿cuál de los dos es el poder más alto y decisivo? Nadie dudará que la<br />
vida es el más alto poder y dominante” (Werke, vol. I, p. 282).<br />
En la etapa final, especialmente en Así habló Zaratustra, Dioniso es sustituido<br />
por Zaratustra, aunque en el fondo no es más que el mismo Dioniso, pero librado<br />
del peso de la metafísica de Schopenhauer: Nietzsche ya no necesita el consuelo<br />
metafísico, sino que afirma la vida en toda su grandeza, su tragedia, su ilimitación,<br />
su irracionalidad, etc.<br />
Zaratustra es un persa que vivió en el siglo VII. Su doctrina se caracteriza por la<br />
oposición de dos principios: el Ormuz (el bien) y Arimán (el mal). Sin embargo,<br />
Nietzsche lo presenta como un inmoralista, porque reconociendo su error de haber<br />
creado la moral, se sitúa más allá del bien y el mal. En realidad, Zaratustra es<br />
Nietzsche: “No se me ha preguntado, pero debería habérseme preguntado qué<br />
significa cabalmente en mi boca, en boca del primer inmoralista, el nombre<br />
Zaratustra; pues lo que constituye la inmensa singularidad de este persa en la<br />
historia es justo lo contrario de esto. […] Zaratustra creó ese error, el más fatal de<br />
todos, la moral; en consecuencia, también él tiene que ser el primero en<br />
reconocerlo. […] ¿Se me entiende? La autosuperación de la moral por veracidad, la<br />
autosuperación del moralista en su antítesis –en mí– es lo que significa en mi boca<br />
el nombre Zaratustra” (Ecce homo, n. 3).<br />
Así pues, Zaratustra (=Nietzsche) es el símbolo nuevo del vitalismo. Este<br />
vitalismo radical se concreta en los conceptos fundamentales de la filosofía de<br />
Nietzsche.<br />
b) La voluntad de poder<br />
En 1888, poco antes de su colapso mental, Nietzsche trabajó en una obra, que no<br />
pudo concluir, en la que pretendía exponer toda su filosofía y hubiera tenido por<br />
título La voluntad de poder (las notas se publicaron póstumamente). Schopenhauer<br />
ya había considerado la voluntad de vivir como concepto central para comprender<br />
la realidad, Nietzsche concreta esa voluntad de vivir en voluntad de poder.<br />
Para Nietzsche lo único que existe, la realidad, es el devenir. El devenir<br />
continuo es el resultado de un conjunto de fuerzas ciegas que pugnan por imponerse<br />
unas sobre otras, de lo que Nietzsche llama voluntad de poder, o sea, de voluntad<br />
de dominio. El mundo, el hombre, la vida son voluntad de poder, voluntad de ser<br />
más, de superarse, de demostrar una fuerza siempre creciente. Más que una facultad<br />
humana, es el conjunto de pulsiones y fuerzas que se dirigen hacia el poder.<br />
Ese concepto está expuesto principalmente en el capítulo “De la superación de sí<br />
mismo” de Así habló Zaratustra. La tesis de Nietzsche es que el hombre y toda la<br />
realidad no es voluntad de obediencia o de sometimiento, sino voluntad de poder,
ISABEL ZÚNICA TEMA 5. <strong>NIETZSCHE</strong>: CRÍTICA DE LA CULTURA OCCIDENTAL. 8<br />
de imposición de autoafirmación. La voluntad no es una facultad, sino toda la parte<br />
la fuerza vital, la parte impulsiva de toda la naturaleza y del hombre, esa fuerza<br />
terrible y creadora que es la vida. En el hombre, vivir es querer, y querer es querer<br />
ser más, es voluntad de crear: “Soy el que es impelido a superarse a sí mismo<br />
constantemente” (Así habló Zaratustra, cap. De la superación de sí mismo).<br />
Y no sólo el hombre sino todo el cosmos tiene en la voluntad de poder su<br />
núcleo, su realidad última: “¿Queréis saber qué es para mí el mundo? […] Es un<br />
monstruo de fuerza sin principio ni fin, […] un juego de fuerzas y ondas de fuerza,<br />
[…] un mar de fuerzas tempestuosas que se agitan y transforman desde toda la<br />
eternidad y vuelven eternamente sobre sí mismas en un enorme retorno de los años.<br />
[…] Este es mi mundo dionisiaco, que se crea eternamente a sí mismo y se destruye<br />
eternamente a sí mismo, este mundo enigmático de la doble voluptuosidad mi "más<br />
allá del bien y del mal", sin meta. […] ¿Queréis un nombre para este mundo? Este<br />
mundo es la voluntad de poder, y nada más que eso. ¡Sed vosotros también esa<br />
voluntad de poder, y nada más que eso! (La voluntad de poder, aforismo 1067).<br />
Notemos, por último, que la idea nietzscheana de hombre es totalmente distinta<br />
de la que ha teorizado la filosofía griega. Ya no tenemos un sujeto consciente y<br />
libre, cuya principal propiedad es la racionalidad (el viviente racional), que se va<br />
perfeccionando en el tiempo a través del conocimiento y la acción recta, sino una<br />
fuerza instintiva –la voluntad de poder– una tendencia vital que busca imponerse a<br />
todo lo demás.<br />
c) La transvaloración y el superhombre<br />
Como hemos visto, frente a Sócrates, al conocimiento, a la filosofía, a la racionalidad,<br />
Nietzsche afirma lo dionisíaco, la voluntad, el sentimiento, la vida como<br />
pulsión irracional, sin finalidad, sin orden, sin Dios. Esto le lleva inmediatamente a<br />
negar todos los valores tradicionales y anunciar una nueva realidad: “Hasta hoy no<br />
se ha experimentado la más mínima duda o la más mínima vacilación al establecer<br />
que «lo bueno» tenía un valor superior a lo «malo». […] ¿Y si fuere verdad lo contrario?<br />
¿Y si en el bien se encontrase oculto un síntoma de retroceso, por ejemplo,<br />
un peligro, una seducción, un veneno”, (Genealogía de la moral, Prólogo 6).<br />
En Nietzsche, el dragón simboliza los valores: “Valores milenarios brillan en<br />
esas escamas, y el más poderoso de todos los dragones habla así: «todos los valores<br />
de las cosas brillan en mí»” (Así habló Zaratustra, De las tres transformaciones). Y<br />
por eso hay que destronarlo: “¿Quién es el gran dragón, al que el espíritu no quiere<br />
seguir llamando señor ni dios? «Tú debes» se llama el gran dragón. Pero el espíritu<br />
del león dice «yo quiero»” (Ibidem). De esa negación de los valores y la afirmación<br />
de otros nuevos surge el superhombre: “Que no le falte al superhombre su dragón,<br />
el superdragón, que sea digno de él” (Ibidem).<br />
El superhombre de Nietzsche es fundamentalmente un nuevo hombre que surge<br />
de la negación de los viejos valores y afirma su voluntad de poder, su “yo quiero”.<br />
No se trata de una cuestión de raza, sino de una posición moral o, mejor dicho,<br />
amoral: un hombre que está más allá del bien y del mal, que supera la vieja moral.<br />
¿Cómo surge este superhombre? Nietzsche no lo explica, pero, a través de sus<br />
metáforas, se puede ver que el camello (el hombre que carga con toda la moral, el<br />
hombre occidental, el que dice “yo debo”) se transforma en león (rompe con la<br />
moral, exige su libertad, afirma “yo quiero”), pero éste no es capaz de crear valores.<br />
El espíritu debe transformase en niño: “Pero decidme, hermanos míos, ¿qué es<br />
capaz de hacer el niño que ni siquiera el león ha podido hacer? ¿Por qué el león<br />
rapaz tiene que convertirse todavía en niño? Inocencia es el niño, y olvido, un<br />
nuevo comienzo, un juego, una rueda que se mueve por sí misma, un primer<br />
movimiento, un santo decir sí. Sí, hermanos míos, para el juego del crear se precisa<br />
un santo decir sí: el espíritu quiere ahora su voluntad, el retirado del mundo<br />
conquista ahora su mundo. Tres transformaciones del espíritu os he mencionado:<br />
cómo el espíritu se convirtió en camello, y el camello en león, y el león, por fin, en<br />
niño”, (Así habló Zaratustra, cap. De las tres transformaciones)<br />
El superhombre es inocente como un niño, no lleva carga, es espontaneidad<br />
pura, impulso vital, puede ser el protagonista de un nuevo comienzo, donde lo<br />
antiguo ya no existe, pues ha sido totalmente olvidado. Condición de poder crear es<br />
olvidar nuestra civilización: sólo así seremos capaces de partir de cero, de crear<br />
nuevos valores, de vivir fieles a la tierra. Ése es el superhombre que resume el<br />
mensaje de Nietzsche.<br />
d) La muerte de Dios y el nihilismo<br />
Un punto central de la transvaloración de Nietzsche es la crítica a la religión,<br />
que se concreta en la necesidad de olvidar a Dios, de reconocer que Dios ha muerto.<br />
Nietzsche vio con total claridad que toda moral, no solo la cristiana, sino la de<br />
cualquier pueblo, e incluso la pura ética filosófica, exigen la existencia de Dios<br />
como condición necesaria (tesis de Kant y otros muchos pensadores). Por eso, para<br />
destruir la moral, para subvertir totalmente el viejo orden de valores, es necesario<br />
destruir a Dios.<br />
Si Dios no existe, si Dios ha muerto, como dice Nietzsche, ya no hay ningún ser<br />
superior que nos pueda imponer sus leyes, sus límites, su orden. El hombre ya no<br />
tiene que dar cuenta ante nadie, no tiene responsabilidad alguna: dejará de ser el<br />
esclavo que es ahora, para pasar a ser su propio dueño, el superhombre. Por eso, los<br />
viejos valores se pueden resumir en el concepto de Dios, antítesis de la vida: “¡El<br />
concepto «Dios», inventado como concepto antitético de la vida: en ese concepto,<br />
concentrado en horrorosa unidad todo lo nocivo, envenenador, difamador, la entera<br />
hostilidad de la muerte contra la vida! ¡El concepto «más allá», «mundo<br />
verdadero», inventado para desvalorizar el único mundo que existe para no dejar a<br />
nuestra realidad terrenal ninguna meta, ninguna razón, ninguna tarea!” (Ecce homo,<br />
cap. Por qué soy yo un destino, 8).<br />
La muerte de Dios provoca el hundimiento de todo el orden objetivo de los<br />
valores absolutos, de toda moral y de toda ética universal, válida para todo ser<br />
racional. Esto podría parecer a muchos una gran pérdida, pero para Nietzsche es<br />
una gran ganancia, pues toda la moral occidental es puro nihilismo. En efecto, tanto
ISABEL ZÚNICA TEMA 5. <strong>NIETZSCHE</strong>: CRÍTICA DE LA CULTURA OCCIDENTAL. 9<br />
la moral cristiana como la filosofía han establecido dos mundos: el mundo<br />
auténtico (el cielo cristiano, el mundo platónico de las ideas) y el mundo degradado<br />
de las realidades terrenas y cambiantes. Pero sucede que ese presunto mundo celestial<br />
es la negación del mundo terrenal, de la vida, o sea, es puro rechazo de la auténtica<br />
existencia; y precisamente por eso, el nihilismo (la negación de la existencia,<br />
de lo real) es la esencia de la tradición platónico-cristiana. Darnos cuenta de ese<br />
nihilismo es el punto de partida para una nueva valoración de la realidad: es el<br />
comienzo de la transvaloración, es la puerta que permite la llegada del superhombre,<br />
el nacimiento de la nueva cultura que Nietzsche buscaba.<br />
Ahora bien, Nietzsche reconoce que el hundimiento de todos los valores<br />
tradicionales acarreará un nihilismo: “¿Que significa nihilismo? Que los valores<br />
supremos pierden validez” (Ecce homo). Pero se trata de un nihilismo distinto,<br />
llamémoslo positivo, puesto que es el comienzo y condición de la transvaloración,<br />
de la nueva cultura. Por eso, según Nietzsche, hay que distinguir entre el nihilismo<br />
pasivo de la tradición platónico-cristiana y el nihilismo activo: la lucha por traer ese<br />
nihilismo positivo como condición para la llegada del superhombre.<br />
En consecuencia, aunque la filosofía de Nietzsche es presentado como nihilista<br />
(negación de todos los valores), se puede decir que lo que tiene de positivo es esto:<br />
la afirmación de este mundo, de la vida, como único valor, un mundo que no se<br />
dirige a ninguna parte, que carece de fin y sentido, pero que, como es lo único que<br />
hay, sólo cabe una actitud ante él: afirmar la vida, afirmar a la voluntad de poder.<br />
e) El eterno retorno<br />
Cuando Nietzsche habla de la realidad como voluntad de poder, introduce una<br />
idea que resulta enigmática y que muchos rechazan como una adherencia colateral<br />
en el pensamiento de este autor: el eterno retorno. Pero, en realidad, se trata de una<br />
de las tesis centrales de Nietzsche, de su afirmación del mundo, de su sí a la vida,<br />
de su vitalismo.<br />
Para Nietzsche, la realidad, el mundo, la vida carecen de finalidad: sólo tenemos<br />
un mar de fuerzas que vuelven eternamente sobre sí mismas. Si hubiera finalidad, en<br />
un mundo infinito temporalmente, tal fin ya se habría alcanzado y las cosas tendrían<br />
un sentido último. Por el contrario, en un mundo infinito y sin finalidad, todo lo que<br />
ha ocurrido, necesariamente volverá a ocurrir, todas las combinaciones posibles se<br />
darán infinitas veces. Dicho de otro modo: todos los acontecimientos ocurren una y<br />
otra vez (o sea, volveremos a estar sentados o de pie, leyendo este texto o...).<br />
¿Qué sentido tiene esa afirmación de Nietzsche? Con el eterno retorno nuestro<br />
autor quiere afirmar este mundo y sólo éste: no existe el mundo platónico, ni el<br />
cielo de los creyentes. No podemos huir a otro mundo inexistente, sino ser fieles a<br />
este mundo, decir sí a la vida, a la voluntad de poder: “¡Yo os conjuro, hermanos<br />
míos, permaneced fieles a la tierra y no creáis a quienes os hablan de esperanzas<br />
sobreterrenales! Son envenenadores, lo sepan o no. Son despreciadores de la vida,<br />
son moribundos y están, ellos también, envenenados, la tierra está cansada de ellos:<br />
¡ojalá desaparezcan! En otro tiempo el delito contra Dios era el máximo delito, pero<br />
Dios ha muerto y con Él han muerto también esos delincuentes. ¡Ahora lo más<br />
horrible es delinquir contra la tierra y apreciar las entrañas de lo inescrutable más<br />
que el sentido de la tierra!” (Así habló Zaratustra, prólogo).<br />
3. LA CRÍTICA DE <strong>NIETZSCHE</strong> A LOS FILÓSOFOS (tema)<br />
La crítica de Nietzsche a los filósofos y a la filosofía se enmarca dentro de su<br />
crítica más amplia a la civilización occidental, puesto que la filosofía constituye<br />
uno de los fundamentos de nuestra civilización. Nietzsche critica todos los aspectos<br />
de la cultura occidental: la filosofía, la ciencia, el arte, la religión, la moral, lo<br />
alemán, el socialismo… Quiere criticar dicha cultura para destruirla y sustituirla<br />
por otra de índole aristocrática, inspirada en la civilización presocrática que él tanto<br />
admiraba especialmente en sus primeros escritos.<br />
Ahora bien, la crítica de Nietzsche a los filósofos es uno de los puntos centrales<br />
de su pensamiento, pues es expresión paradigmática de su crítica a general a la civilización<br />
occidental. Con esto, deja claro que nuestra cultura es una cultura filosófica<br />
y que, si no se destruye la filosofía, nunca podremos superar nuestra cultura,<br />
nuestros valores, para dar paso a unos nuevos supervalores totalmente distintos.<br />
Para criticar a los filósofos, Nietzsche expone cuál es la idiosincrasia de los<br />
filósofos: su falta de sentido histórico, su odio al devenir, su egipticismo. Ese odio les<br />
ha llevado a deshistorizar la realidad sub specie aeterni, a momificarla: han matado la<br />
realidad convirtiéndola en momias conceptuales y han creado una oposición<br />
excluyente entre el ser y el devenir: lo que es no deviene, lo que deviene no es.<br />
a) La idiosincrasia de los filósofos<br />
En primer lugar, Nietzsche expone cuál es la idiosincrasia de los filósofos; o<br />
sea, su peculiar manera de ser. Piensa que la filosofía deriva del tipo de personas<br />
que la han creado, es decir, de su idiosincrasia. Por eso, él quiere desenmascarar a<br />
los filósofos occidentales, destapar lo oculto, es decir, los instintos más básicos que<br />
les han llevado a crear la decadente filosofía occidental, o sea, la filosofía que nació<br />
en Grecia con Sócrates y Platón, y que ha servido de fundamento a toda nuestra<br />
cultura occidental.<br />
Sostiene Nietzsche que lo que caracteriza a los filósofos es su falta de sentido<br />
histórico, su odio hacia el devenir, su egipticismo. Los filósofos, según Nietzsche,<br />
carecen de sentido histórico, es decir, no tienen capacidad de percibir la progresión<br />
en el tiempo, los cambios continuos propios de la realidad.<br />
¿Qué es la realidad para Nietzsche? La realidad es, como afirma en diversas<br />
obras suyas, voluntad de poder, un conjunto de fuerzas ciegas que pugnan por<br />
imponerse unas sobre otras, una voluntad de dominio. El mundo, el hombre, la<br />
vida, son voluntad de poder, voluntad de ser más, de superarse, de demostrar una<br />
fuerza siempre creciente. Más que una facultad humana, es el conjunto de pulsiones<br />
y fuerzas que se dirigen hacia el poder. En su idea de la realidad como un devenir<br />
continuo coincide con el presocrático Heráclito de Éfeso († 480 a.C.), uno de los<br />
filósofos más apreciados por Nietzsche.
ISABEL ZÚNICA TEMA 5. <strong>NIETZSCHE</strong>: CRÍTICA DE LA CULTURA OCCIDENTAL. 10<br />
Según Nietzsche, los filósofos odian el devenir, es decir, sienten un fuerte rechazo<br />
instintivo por las fuerzas cambiantes de la realidad (“la muerte, el cambio, la<br />
vejez, así como la procreación y el crecimiento”). La realidad es dura, difícil, y<br />
exige energía, capacidad de adaptación ante lo nuevo, lo desconocido. Parece, por<br />
tanto, que Nietzsche caracteriza a los filósofos como personas mediocres, débiles,<br />
con un instinto de temor y de calumnia. Es precisamente esa debilidad la que les<br />
lleva a vengarse, momificando, matando la realidad en sus conceptos, mediante los<br />
que eliminan el movimiento, la pluralidad y la continua novedad: de ese modo los<br />
filósofos se encuentran más cómodos con una realidad creada a su imagen, más<br />
simple y manejable. Por eso, burlándose los acusa de egipticismo, ya que los<br />
egipcios acostumbraban a momificar a sus muertos y además las figuras egipcias<br />
son estáticas y planas, sin impresión de movimiento ni relieve.<br />
b) La crítica a las doctrinas filosóficas<br />
Nietzsche subraya, como característica esencial de la filosofía, la sustitución de<br />
la realidad, del devenir por sus conceptos, que, según él, no son otra cosa que<br />
momificaciones de la realidad, momias conceptuales, cadáveres de la realidad. Para<br />
entender esto, es necesario considerar que, para Nietzsche, la realidad –el devenir–<br />
es incognoscible y lo que llamamos conocimiento no es otra cosa que un<br />
instrumento de la voluntad de poder, de la vida: conocer es un impulso que brota en<br />
algunos seres para dominar la realidad y ponerla a su servicio. Es un proceso de<br />
interpretación (perspectivismo), basado en nuestras necesidades vitales. Es un<br />
conjunto de creaciones nuestras: las ficciones útiles se consideran verdaderas; las<br />
inútiles o menos útiles, errores; las más útiles han pasado al lenguaje. El peligro<br />
está en tomar las ficciones del lenguaje por la realidad. Los conceptos y teorías<br />
científicas son ficciones, esquemas lingüísticos impuestos a la realidad para<br />
controlarla. Por eso, la verdad es una invención de los filósofos, seres insatisfechos<br />
con el mundo del devenir que anhelan el confortable mundo del ser. Las nociones<br />
metafísicas (sujeto y objeto, sustancia y accidentes, causa y efecto) no son<br />
categorías del entendimiento como decía Kant, sino categorías gramaticales; el<br />
problema está en olvidar el origen lingüístico de dichas categorías y confundirlas<br />
con la realidad. No obstante, hay una razón que apoya ese olvido: no podemos<br />
prescindir de ellas.<br />
Pero los filósofos no sólo han sustituido el devenir por los conceptos, sino que<br />
han idolatrado los conceptos, es decir, los han puesto por encima de la realidad<br />
considerándolos como algo superior a ella. Con esto, Nietzsche se refiere<br />
principalmente al desdoblamiento platónico de la realidad en dos mundos: mundo<br />
sensible y mundo inteligible, considerando superior y más real a este último. Según<br />
Nietzsche, con Sócrates y Platón comenzó la filosofía del ser, fundamento de<br />
nuestra cultura occidental. También con Sócrates comenzó la decadencia de la<br />
cultura griega debido a que introdujo la razón que aprisiona la vida y triunfó el<br />
hombre teórico sobre el hombre trágico, característico del momento de máximo<br />
esplendor de la cultura griega. El instinto de temor llevó a Platón a duplicar la<br />
realidad, a crear “otro mundo” distinto del sensible, con características contrarias al<br />
devenir y al gusto de Platón: sin pluralidad, sin tiempo, sin cambios… A partir de<br />
Sócrates y de Platón, los filósofos pretendieron conocer la realidad mediante la<br />
razón, es decir, mediante conceptos. Los conceptos son fijos, eternos (sub specie<br />
aeterni), uno para cada clase de realidad –como pretendía Platón–, pero, según<br />
Nietzsche, no existen clases de ser, ni sustancias permanentes.<br />
Así pues, la filosofía, a partir de Platón, creó otro mundo desvalorizando el<br />
único existente que es el mundo sensible en continuo devenir. Nietzsche sostiene<br />
que las razones aducidas por la filosofía para mostrar que este mundo sensible no es<br />
real sino aparente, lo que en verdad hacen es probar que éste es el único mundo real<br />
posible. Los filósofos afirman que lo cambiante, lo que está en movimiento no es<br />
permanente ni cognoscible y, por tanto, es aparente, apenas posee realidad; para<br />
ellos lo auténticamente real son las ideas, los conceptos inmutables y eternos.<br />
Nietzsche argumenta que es precisamente lo contrario: lo que deviene es lo único<br />
real, lo que constatamos continuamente por los sentidos, otra especie distinta de<br />
realidad es absolutamente indemostrable.<br />
En resumen, para Nietzsche, la filosofía del ser caracterizada por su negación<br />
del devenir, su momificación de la realidad mediante conceptos, su sobrevaloración<br />
de dichos conceptos, su rechazo de los sentidos y del cuerpo; es el producto hecho a<br />
imagen y semejanza de la idiosincrasia de los filósofos. Por eso, los representa<br />
como sepultureros, enterradores de la auténtica realidad y denomina a su filosofía<br />
burlonamente como monótono-teísmo, algo radicalmente aburrido y fundamentado<br />
en el concepto de Dios. La idiosincrasia de los filósofos les ha llevado a vengarse:<br />
la filosofía –al igual que la moral occidental– es el resultado de la venganza de los<br />
débiles e inferiores que no aman la vida, que no son capaces de afrontarla, y se<br />
inventan “otra” vida “mejor”, una vida a su medida, adecuada a su debilidad. Piensa<br />
Nietzsche que el resentimiento creó los valores morales de Occidente y es el<br />
responsable de la aparición de una civilización enemiga de la vida y de un hombre<br />
incurablemente mediocre. Ese resentimiento es, por tanto, el causante del nihilismo<br />
occidental. Pero Nietzsche piensa que su crítica va a contribuir a que llegue el día<br />
en el que se pueda vivir “más allá del bien y del mal”, recobremos la primitiva<br />
inocencia, y aparezca el superhombre anunciado por Zaratustra.<br />
4. LOS SENTIDOS Y EL CUERPO (pareja)<br />
Las tesis de Nietzsche sobre los sentidos y el cuerpo está en plena coherencia<br />
con las ideas centrales de su pensamiento, tanto con su crítica a la filosofía<br />
occidental, como con su defensa del vitalismo.<br />
En cuanto a la filosofía, Nietzsche acusa a los filósofos de egipticismo (su<br />
atemporalidad, su odio a lo vital) y de haber sustituido el devenir (lo auténtico) por<br />
el ser, creando el mundo platónico. Señala que esas tesis son refutadas por la vida,<br />
por la evidencia de los procesos vitales: la procreación, el crecimiento, el cambio,<br />
la vejez, la muerte.
ISABEL ZÚNICA TEMA 5. <strong>NIETZSCHE</strong>: CRÍTICA DE LA CULTURA OCCIDENTAL. 11<br />
De ahí que los filósofos, conscientes de su fracaso, se desesperan y buscan un<br />
culpable, un engañador. Ese engañador, el origen de todo error es la sensibilidad.<br />
Pero además, para los filósofos, los sentidos, según Nietzsche, no son sólo causa de<br />
error, sino también fuente de inmoralidad y, por eso, han rechazado siempre su<br />
testimonio como algo propio del “pueblo”. Con esto Nietzsche se refiere a toda la<br />
tradición filosófica –que comenzó con Platón y que ha perdurado a través del<br />
neoplatonismo en la Edad Media y del racionalismo en la Modernidad– de<br />
considerar el conocimiento sensible como:<br />
a) Poco fiable. Así por ejemplo, pensaba Platón que los sentidos no nos<br />
muestran la auténtica realidad (el mundo inteligible), sino una copia de él (el<br />
mundo sensible). También Descartes afirmaba que no debemos fiarnos de los<br />
sentidos, puesto que nos engañan con frecuencia.<br />
b) Relacionado con el pueblo, pues esta tradición ha considerado siempre al<br />
conocimiento conceptual –accesible sólo a unos pocos– como algo superior al de<br />
los sentidos, propio del pueblo, del vulgo.<br />
c) Fuente de inmoralidad, ya que los sentidos están vinculados a la corporalidad<br />
y la materia, considerados como algo negativo en la tradición platónica.<br />
En contraposición a las tesis de los filósofos, Nietzsche revaloriza el papel de<br />
los sentidos. Los considera instrumentos de la vida, nos dan la auténtica realidad,<br />
nos mantienen unidos al mundo. Incluso son la base de la ciencia, que se ciñe a<br />
aguzar, pensar el testimonio de ello: “Hoy nosotros poseemos ciencia exactamente<br />
en la medida en que nos hemos decidido a aceptar el testimonio de los sentidos; en<br />
que hemos aprendido a seguir aguzándolos, armándolos, pensándolos hasta el final.<br />
El resto es un aborto y todavía-no-ciencia” (El crepúsculo de los ídolos, 3).<br />
En consonancia con el desprecio a los sentidos, los filósofos –sostiene<br />
Nietzsche– también han despreciado al cuerpo. Para eso, han inventado, como<br />
siempre, una serie de conceptos que pretenden ser reales a costa de la auténtica<br />
realidad: “¡El concepto «alma», «espíritu», y por fin incluso «alma inmortal»,<br />
inventado para despreciar el cuerpo, para hacerlo enfermar –hacerlo «santo»–, para<br />
contraponer una ligereza horripilante a todas las cosas que merecen seriedad en la<br />
vida, a las cuestiones de alimentación, vivienda, dieta espiritual, tratamiento de los<br />
enfermos, limpieza, clima!” (Ecce homo, cap. Por qué soy yo un destino, 8). Y no<br />
sólo ese daba una preferencia del alma respecto al cuerpo, sino que éste era<br />
maltratado como único medio para el desarrollo del espíritu: “En otro tiempo el<br />
alma miraba al cuerpo con desprecio: y ese desprecio era entonces lo más alto: el<br />
alma quería el cuerpo flaco, feo, famélico. Así pensaba escabullirse del cuerpo y de<br />
la tierra” (Así habló Zaratustra, prólogo).<br />
Ese sustituir la realidad por conceptos, la invención de ese falso mundo por<br />
parte de los filósofos procede de su instinto de calumnia, de la pequeñez de espíritu<br />
o pusilanimidad, del recelo frente a la vida. Todo eso forma parte de la idiosincrasia<br />
de los filósofos. Esa idiosincrasia les ha llevado a vengarse. La filosofía, igual<br />
que la moral occidental, es el resultado de la venganza de los débiles e inferiores<br />
que no aman la vida, ni al cuerpo, ni a los sentidos, que no son capaces de afrontar<br />
la vida real, y se inventan “otra” vida “mejor”, una vida a su medida, adecuada a su<br />
debilidad, con sus presuntas realidades: alma inmortal, espíritu, santidad.<br />
Podemos concluir que la reivindicación nietzscheana de los sentidos y del<br />
cuerpo es una parte esencial de su filosofía, vinculada al vitalismo, a la crítica de la<br />
cultura occidental y de la filosofía. El culto al cuerpo y a la sensibilidad es parte de<br />
esos nuevos valores del superhombre, de la transvaloración que Zaratustra anuncia,<br />
que llevaría a una aniquilación de la cultura occidental. De ese modo, nacería una<br />
nueva cultura, de índole aristocrática, inspirada en parte en los principios de los<br />
griegos primigenios, los que vivieron en el periodo presocrático, antes de que<br />
naciera la filosofía: lo dionisíaco, por el que abrazaban la existencia en todo su<br />
horror y oscuridad (tragedia y música) y el apolíneo, por el que cubrían la realidad<br />
mediante un velo estético creando un mundo ideal de forma y belleza (mitología<br />
olímpica, artes plásticas y épicas).<br />
5. LOS “CONCEPTOS SUPREMOS” Y EL CONCEPTO “DIOS” (pareja)<br />
La crítica de Nietzsche a los filósofos es uno de los puntos centrales de su<br />
pensamiento, pues es expresión paradigmática de su crítica a general a la civilización<br />
occidental. Con esto, deja claro que nuestra cultura es una cultura filosófica<br />
y que, si no se destruye la filosofía, nunca podremos superar nuestra cultura,<br />
nuestros valores, para dar paso a unos nuevos supervalores totalmente distintos.<br />
Para criticar a los filósofos, Nietzsche expone cuál es la idiosincrasia de los<br />
filósofos. Considera que dos son las características de los filósofos: su falta de<br />
sentido histórico, su odio al devenir, su egipticismo, que les ha llevado a crear una<br />
oposición excluyente entre el ser y el devenir, y “confundir lo último con lo<br />
primero”. Para comprender esta tesis, es preciso conocer la concepción<br />
nietzscheana de la realidad y del conocimiento.<br />
¿Qué es la realidad para Nietzsche? La realidad es, como afirma en diversas<br />
obras suyas, voluntad de poder, un conjunto de fuerzas ciegas que pugnan por<br />
imponerse unas sobre otras, una voluntad de dominio. El mundo, el hombre, la<br />
vida, son voluntad de poder, voluntad de ser más, de superarse, de demostrar una<br />
fuerza siempre creciente. Más que una facultad humana, es el conjunto de pulsiones<br />
y fuerzas que se dirigen hacia el poder. En su idea de la realidad como un devenir<br />
continuo coincide con el presocrático Heráclito de Éfeso († 480 a.C.), uno de los<br />
filósofos más apreciados por Nietzsche.<br />
¿Y qué es el conocimiento para Nietzsche?: no es más que un impulso humano,<br />
un instrumento de la voluntad de poder de un tipo de seres que son los humanos. El<br />
conocimiento es un instrumento de la vida, que brota en algunos seres para dominar<br />
la realidad y ponerla a su servicio. Es un proceso de interpretación (perspectivismo)<br />
basado en nuestras necesidades vitales. Es un conjunto de creaciones (ficciones)<br />
nuestras: las ficciones útiles se consideran verdaderas; las inútiles, o menos útiles,
ISABEL ZÚNICA TEMA 5. <strong>NIETZSCHE</strong>: CRÍTICA DE LA CULTURA OCCIDENTAL. 12<br />
errores; las más útiles han pasado al lenguaje. El peligro está en tomar las ficciones<br />
del lenguaje por la realidad. Los conceptos y las teorías científicas son ficciones,<br />
esquemas lingüísticos impuestos a la realidad para controlarla. Por eso, la verdad es<br />
una invención de los filósofos, seres insatisfechos con el mundo del devenir que<br />
anhelan el confortable mundo del ser. Los conceptos metafísicos (sujeto y objeto,<br />
sustancia y accidentes, causa y efecto) no son categorías del entendimiento como<br />
decía Kant, sino categorías gramaticales; el problema está en olvidar el origen<br />
lingüístico de dichas categorías y confundirlas con la realidad. No obstante, hay una<br />
razón que apoya ese olvido y es que no podemos prescindir de ellas.<br />
Nietzsche sostiene que la realidad sensible (el devenir) es lo primero y lo único<br />
que existe. Los conceptos son categorías gramaticales creadas arbitrariamente por<br />
nosotros para dominar la realidad, pero no debemos olvidar que no tienen nada que<br />
ver con la realidad y que son hechuras nuestras, son lo último. El problema está en<br />
que los filósofos confunden estas cosas y toman como primero lo último, es decir,<br />
consideran los conceptos como algo superior y anterior a la realidad, causa de todas<br />
las cosas. Los filósofos, en efecto, parten del prejuicio de que lo inferior es siempre<br />
algo derivado, causado. Por tanto, como el mundo fenoménico está cambiando<br />
continuamente y cada fenómeno es precedido de otro anterior, los filósofos piensan<br />
que el devenir es causado, procede de algo superior. De ahí procede su error, pues<br />
sitúan a los conceptos que ellos mismos han creado como anteriores a la realidad,<br />
como causantes de toda la realidad.<br />
Cuando los filósofos afirman que los conceptos son lo primero, quieren decir<br />
que son realidades de rango superior al devenir. El origen de este error, según<br />
Nietzsche, está en Platón. Recordemos que, para Platón, las Ideas constituían la<br />
auténtica realidad, mientras que las cosas sensibles eran una copia de las Ideas y en<br />
ellas estaba su fundamento. Además, como piensan que lo superior no puede<br />
proceder de lo inferior –recordemos el principio recogido por Descartes en una de<br />
sus demostraciones de la existencia de Dios: “no puede haber más perfección en el<br />
efecto que en la causa”–, sostienen también que los conceptos, las Ideas constituyen<br />
el fundamento, la causa del mundo sensible. En consecuencia, el mundo sensible<br />
tiene que ser causado, mientras que los conceptos, como son superiores, no pueden<br />
proceder de lo inferior (de lo cambiante), ni de algo anterior, tienen que ser<br />
incausados o causa sui (causa de sí mismos). Si procedieran de algo anterior, serían<br />
dependientes de eso de que proceden y no serían supremos.<br />
Ahora bien, sabemos que el devenir es plural, cambiante, temporal, imprevisible.<br />
Los conceptos metafísicos poseen las propiedades contrarias a la realidad<br />
sensible: universales, eternos, inmutables; es decir, son la no realidad, la negación<br />
de la realidad; son completamente vacíos. De ahí que la filosofía occidental sea una<br />
filosofía nihilista.<br />
Además, Nietzsche piensa que los metafísicos –como consecuencia de su odio al<br />
devenir–, han creado los conceptos supremos (lo existente, lo incondicionado, lo<br />
bueno, lo verdadero, lo perfecto), negando la única realidad existente; por eso,<br />
afirma Nietzsche que los conceptos están vacíos, constituyen el último humo de la<br />
realidad que se evapora.<br />
Estos conceptos supremos no pueden ser contradictorios entre sí, ni desiguales,<br />
tienen, pues, que ser coincidentes. A partir de la reunión de todos esos conceptos<br />
supremos –lo existente, lo incondicionado, lo bueno, lo verdadero, lo perfecto…–,<br />
los filósofos han construido la idea de Dios, que se resume en la idea de ens realissimum,<br />
el ente que contiene todas las perfecciones recogidas en sus conceptos.<br />
La consecuencia general es clara: se pone como primero y fundamento de todo<br />
lo más tenue, lo más vacío. ¡Todo esto no son más que absurdas telarañas<br />
cerebrales!, fruto de mentes enfermas. Lo peor de todo es que la humanidad los ha<br />
creído, nuestra civilización se ha fundado sobre esas creencias. Nietzsche consideraba<br />
su crítica decisiva, pues, sólo tomando conciencia de la falsedad de los<br />
conceptos –los ídolos– que sustentan nuestra cultura, puede llegar el nihilismo<br />
positivo, la aniquilación de nuestra cultura para sustituirla por otra de índole<br />
aristocrática. Para ello es necesario previamente la muerte de Dios, pues sólo así<br />
podrá darse el advenimiento del superhombre.<br />
IV. CONTEXTUALIZACIÓN DEL TEXTO COMPLETO<br />
Para entender el texto que hemos comentado, hay que tener en cuenta 4 aspectos<br />
fundamentales. En primer lugar la época en que vivió el autor, pues es el marco<br />
general de sus obras, estilo y problemas. En segundo lugar, su vida, obras y<br />
evolución de su pensamiento, para poder enmarcar el texto comentado en su obra y<br />
momento evolutivo. En tercer lugar, la obra concreta de que se trata, con su<br />
problemática particular; en este caso, la crítica a los filósofos y a su idiosincrasia.<br />
En cuarto lugar, creo que es conveniente hacer alguna alusión al influjo del autor,<br />
pues eso está presente en el modo en que leemos sus textos.<br />
Sólo es posible entender la filosofía de Nietzsche en su CONTEXTO HISTÓRICO<br />
(s. XIX): la primera industrialización ya había tenido lugar en Europa y estaba en<br />
marcha la segunda. El desarrollo económico se había realizado frecuentemente a<br />
costa del trabajo y de la vida de mucha gente (la llamada clase obrera). Esto había<br />
originado una clase alta, notablemente enriquecida, pero carente de valores<br />
morales. Como reacción a la nueva estructura social habían surgido los socialismos,<br />
que luchaban contra el elitismo y proponían una nivelación igualitaria. Esta<br />
situación propició el auge de las ideologías: el pensamiento al servicio de intereses<br />
de clase, económicos, sociales, etc.<br />
Consecuencia de esa situación, es el nacimiento de las filosofías de la sospecha<br />
(Marx, Nietzsche, Freud), que denuncian que detrás de las grandes construcciones<br />
filosóficas se encierran intereses inconfesables. Dicho de otro modo, acusan a la<br />
filosofía de haberse convertido en ideología.<br />
El pensamiento de Nietzsche pertenece a este grupo de filosofías de la sospecha,<br />
centrado, en este caso, en una crítica a la cultura occidental en bloque, al igualitarismo<br />
socialista y, sobre todo, a la filosofía. En efecto, para Nietzsche la filosofía
ISABEL ZÚNICA TEMA 5. <strong>NIETZSCHE</strong>: CRÍTICA DE LA CULTURA OCCIDENTAL. 13<br />
griega (aliada luego con el cristianismo) es el elemento principal de la civilización<br />
occidental y el origen de todos sus males. Precisamente el texto que comentamos se<br />
centra en la crítica nietzscheana a la filosofía.<br />
Por último, es importante señalar que el movimiento romántico ya había triunfado<br />
totalmente en Europa. La idea de una superación de la racionalidad a través de los<br />
sentimientos y las dimensiones irracionales del hombre estaba en plena vigenia. La<br />
universalidad de la razón era postergada a favor de los nacionalismos, el espíritu del<br />
pueblo y la mitología. El rigor conceptual y la exposición demostrativa eran desechadas,<br />
pues se prefería la exaltación poética, la musicalidad, la retórica efectista.<br />
Por eso, el estilo y la obra de Nietzsche son fundamentalmente de carácter<br />
literario. No forja un sistema de pensamiento, sino que expone pensamientos<br />
sueltos mediante brillantes metáforas, aforismos breves, etc.<br />
La VIDA de Nietzsche está totalmente vinculada a su proyecto filosófico (crítica<br />
a la cultura occidental), y en función de él podemos establecer etapas y clasificar<br />
sus obras. Nietzsche nació en <strong>1844</strong> en Röcken (Sajonia prusiana), en el seno de una<br />
familia protestante: su padre era pastor luterano y preceptor privado. Estudió en el<br />
reconocido Instituto Pforta donde recibió una formación literaria –con especial<br />
estudio de los clásicos griegos y romanos–, poética y musical.<br />
Se graduó en 1864 y comenzó los estudios de teología en la Universidad, pero<br />
los abandonó para dedicarse a la filología. En 1865 leyó Schopenhauer y Lange<br />
(filósofo materialista), que ejercieron gran influencia sobre él. Antes de terminar la<br />
carrera, recibió la propuesta de ser nombrado Catedrático de Filología en la<br />
Universidad de Basilea.<br />
Comenzó así su primer periodo (1869-76) o periodo romántico, caracterizado<br />
por obras filológicas y de inspiración romántica (mitología, folklore, espíritu del<br />
pueblo). La metáfora dominante es la contraposición entre Dioniso y Apolo: el arte<br />
como medio de penetrar en la realidad, en el fondo pasional del ser humano.<br />
Pertenecen a este periodo El nacimiento de la tragedia en el espíritu de la música<br />
(1872), La filosofía en la época trágica de los griegos (1874) y Consideraciones<br />
intempestivas (1873-76).<br />
Por dificultades de salud y profesionales, entró en crisis en 1879, hasta el punto<br />
que renunciar a la docencia. Comenzó entonces su breve segundo periodo (1877-<br />
82), que podríamos llamar cientifista e ilustrado, pues está influido por el positivismo<br />
inglés y la Ilustración francesa. Rompe con Wagner y abandona Schopenhauer.<br />
Presenta un pensamiento antimetafísico y defiende un conocimiento lúcido y libre.<br />
Destacan sus obras Aurora (1881) y La Gaya ciencia (1882).<br />
Su tercer periodo (1883-89): crítica a la cultura occidental. Es el más<br />
característico y desarrolla sus temas más importantes: Así habló Zaratustra (1883-<br />
85), en donde su estilo y pensamiento alcanzan su madurez. Ahí expone sus ideas<br />
sobre el superhombre y la transmutación de los valores. Otras obras de este periodo<br />
son Más allá del bien y del mal (1886), Genealogía de la moral (1887) y El<br />
crepúsculos de los ídolos (1889). En 1888 redactó Ecce homo, una autobiografía,<br />
publicada póstumamente, de gran importancia para la interpretación de su obra.<br />
En 1889 fue internado en un psiquiátrico, tras sufrir un colapso mental, del que<br />
nunca se recuperaría. Murió en <strong>1900</strong>, en Weimar (Turingia).<br />
Pasamos a situar nuestro texto en el MARCO DE LA OBRA A QUE PERTENECE.<br />
Se trata de El crepúsculo de los ídolos o cómo se filosofa con el martillo, su última<br />
obra, que vio la luz a los pocos días de que sufriera el colapso mental.<br />
Mientras estaba trabajando en La voluntad de poder, de la que pensaba que sería<br />
su obra definitiva, decidió entre 1887 y 1888 hacer un compendio de su filosofía<br />
aprovechando sus numerosos apuntes. El resultado fue El crepúsculo de los ídolos. Él<br />
mismo escribe que es una especie de inicio al conjunto de su filosofía: “Ahí –dice–<br />
están mis heterodoxias filosóficas esenciales”. Ídolos quiere decir verdades admitidas<br />
habitualmente: Nietzsche se propone fustigar todo lo que se entiende por verdad, ya<br />
que la verdad es, para él, la forma más clara de la decadencia, del rechazo de la vida.<br />
El subtítulo, cómo se filosofa con el martillo, responde a la idea de la filosofía<br />
de la sospecha: Nietzsche “hace preguntas con el martillo” para escuchar como esos<br />
ídolos resuenan con “aquel sonido hueco que habla de las entrañas del aire”.<br />
De este modo, en esta obra, Nietzsche ataca toda religión (cristianismo,<br />
hinduismo confucionismo…), a los escritores (incluidos los románticos), los<br />
músicos (incluido Wagner), las doctrinas político-sociales (liberalismo, socialismo<br />
y anarquismo) y muy especialmente critica e insulta a casi todos los filósofos<br />
(Parménides, Sócrates, Platón, Aristóteles, Séneca, Spinoza, Pascal, Descartes,<br />
Kant, Rousseau, Comte, Spencer, Stuart Mill, incluso a Schopenhauer). De ellos,<br />
apenas salva a Heráclito, Maquiavelo y Hegel. De la realidad lo único que aprecia<br />
son las apariencias, las pasiones y los instintos.<br />
El texto que comentamos recoge la esencia de la crítica de Nietzsche a los<br />
filósofos.<br />
Por último, mencionemos la INFLUENCIA DE <strong>NIETZSCHE</strong> en la historia de la<br />
filosofía y de la cultura. El influjo de este pensador ha sido enorme no sólo en<br />
filosofía, sino en muchos ámbitos del pensamiento y, sobre todo, en el modo en que<br />
muchas personas conciben hoy la vida, la verdad, las relaciones humanas, etc.<br />
Ciertamente su pensamiento no fue bien recibido al inicio y sólo fue considerado<br />
un filólogo interesante. Sin embargo, Heidegger dio lecciones durante 10<br />
años (1936-46) sobre este pensador y las publicó en 1961 con el título Nietzsche.<br />
Esto contribuyó decisivamente a la consideración de Nietzsche como un gran<br />
filósofo y desde entonces no ha cesado de ser leído, comentado y estudiado.<br />
Para muchos, es considerado como la figura más representativa de la filosofía<br />
contemporánea y como el más importante “maestro de la sospecha”. Gran parte de<br />
la filosofía de la segunda mitad del XX depende de Nietzsche o directamente o<br />
leído a través de Heidegger. En concreto, ha influido en el existencialismo, el<br />
postestructuralismo y, sobre todo, la posmodernidad en todas sus variantes y<br />
pensadores (pensamiento débil, Vattimo, Rorty, etc.).