Todorov, T- Introduccion a la Literatura Fantastica - Catedu
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Tzvetan <strong>Todorov</strong> Introducción a <strong>la</strong> literatura fantástica<br />
primera pregunta apuntaba hacia <strong>la</strong> estructura del género; <strong>la</strong> segunda, hacia <strong>la</strong>s<br />
funciones.<br />
Por otra parte, este problema de <strong>la</strong> función se subdivide de inmediato y<br />
desemboca en varios problemas particu<strong>la</strong>res. Puede referirse a lo fantástico, es decir,<br />
a una cierta reacción ante lo sobrenatural; pero también a lo sobrenatural en sí. En<br />
este último caso, será necesario distinguir entre una función literaria y una función<br />
social de lo sobrenatural. Empecemos por esta última.<br />
Una observación de Peter Penzoldt nos da el esbozo de una respuesta. “Para<br />
muchos autores, lo sobrenatural no era más que un pretexto para describir cosas<br />
que jamás se hubieran atrevido a mencionar en términos realistas” (pág. 146).<br />
Puede ponerse en duda que los acontecimientos sobrenaturales no sean más que<br />
pretextos; pero esta afirmación contiene, por cierto, una parte de verdad: lo<br />
fantástico permite franquear ciertos límites inaccesibles en tanto no se recurre a él.<br />
Si se retoman los elementos sobrenaturales tales como fueron anteriormente<br />
enumerados, podrá advertirse <strong>la</strong> legitimidad de esta observación. Sean, por<br />
ejemplo, los temas del tú: incesto, homosexualidad, amor de más de dos, necrofilia,<br />
sensualidad excesiva... Se tiene <strong>la</strong> impresión de estar leyendo una lista de temas<br />
prohibidos por alguna censura: cada uno de estos temas fue, de hecho, a menudo<br />
prohibido, y puede serlo aún en nuestros días. Por otra parte, el matiz fantástico no<br />
siempre salvó <strong>la</strong>s obras de <strong>la</strong> severidad de los censores: El monje, por ejemplo, fue<br />
prohibido en el momento de su reedición.<br />
Junto a <strong>la</strong> censura institucionalizada, existe otra, más sutil y más general: <strong>la</strong><br />
que reina en <strong>la</strong> psiquis misma de los autores. <strong>la</strong> penalización de ciertos actos por<br />
parte de <strong>la</strong> sociedad provoca una penalización que se practica en el individuo<br />
mismo, impidiéndole tratar ciertos temas tabú. Más que un simple pretexto, lo<br />
fantástico es un arma de combate contra ambas censuras: los excesos sexuales serán<br />
mejor aceptados por todo tipo de censura si se los anota a cuenta del diablo.<br />
Si <strong>la</strong> red de los temas del tú proviene directamente de los tabúes y por<br />
consiguiente de <strong>la</strong> censura, lo mismo sucede con <strong>la</strong> de los temas del yo, aunque de<br />
manera menos directa. No es casual que este otro grupo remita a <strong>la</strong> locura. La<br />
sociedad condena con <strong>la</strong> misma severidad tanto el pensamiento del psicótico como<br />
el criminal que transgrede los tabúes: al igual que este último, el loco también está<br />
encerrado; su cárcel se l<strong>la</strong>ma manicomio. Tampoco es casual que <strong>la</strong> sociedad<br />
reprima el empleo de <strong>la</strong>s drogas y encierre, una vez más, a quienes <strong>la</strong>s utilizan: <strong>la</strong>s<br />
drogas suscitan un modo de pensar considerado culpable.<br />
Por lo tanto, es posible esquematizar <strong>la</strong> condena que amenaza <strong>la</strong>s dos redes<br />
de temas y decir que <strong>la</strong> introducción de elementos sobrenaturales es un recurso<br />
para evitar esta condena. Se comprende ahora mejor por qué nuestra tipología de<br />
los temas coincidía con <strong>la</strong> de <strong>la</strong>s enfermedades mentales: <strong>la</strong> función de lo<br />
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