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diccionario latino-español.

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x PROLOGO.<br />

Cerdeña y el lombardo-véneto, que Ja política lia dado á esas porciones de la Italia. — Otras imperfeccionen<br />

son debidas á la fundición, como por ejemplo, la de no llevar la y cantidad señalada,<br />

aunque por fortuna son pocas las voces latinas en que se halla dicha vocal; y la de no haber'versalitas<br />

acentuadas, lo que he procurado suplir colocando los acentos al lado, pues me parece un mal<br />

menor esta deformidad tipográfica que dejar á los principiantes en la ignorancia de cómo se pronuncian<br />

ciertas voces. «<br />

Antes de hacerles aquí las adveríencias necesarias para que manejen con utilidad el presente<br />

Diccionario, bueno será darles alguna idea de las edades por que se distinguen los autores de \?.<br />

lengua que estudian. La de oro abraza el período que medió desde la segunda guerra púnica hasta<br />

los últimos tiempos del imperio de Augusto, por lo cual suelen también llamarla el siglo de Auqimío;<br />

es decir, desde el año 536 de la fundación de Roma hasta el 767 ó el 14 del nacimiento de<br />

Jesucristo. Constituye una duración o'e doscientos y treinta y un años, en que florecieron los escritores<br />

que con mas corrección y pureza escribieron la lengua latina, según el testimonio de Séneca y de<br />

Quintiíiano. Los mas distinguidos son Enio, Catón, Planto, Tereucio, Cicerón, César, Corn. Nepote<br />

Virgilio, Horacio, Ovidio, Catulo, Tibulo, Propercio, Tito Livio, Salustio y Mandio. La centuria que<br />

corrió desde la muerte de Augusto hasta la de Trajano, es decir, desde el año 14 de J. C. hasty<br />

el 1)7, se denomina edad de plata, y en ella florecieron entre otros Quinto Curcio, Veleyo Ptérculo.<br />

Valerio Máximo, Corn. Celso, Fedro, los tres Sénecas, Persio, Lucano, Columeia, Paladio, Pora ponió<br />

Mela, Pe tronío, Quintiliano, ambos Punios, Ju venal, Justino, Tácito, Floro, Estacio, Marcial y Celio.<br />

L03 escritores de este tiempo empezaron á degenerar de la magestad y pureza de sus padres. Siguióse<br />

la edad de, cobre, que principia en la muerte de Trajano, ó el año 117 de J. C, y acaba en<br />

el 410. en q.,e Roma fué ocupada por los godos. En este tiempo ya barbarizaban sin dispútalos<br />

autores que escribieron en latín; pero aun pueden ser hielos con fruto Apicío, Apuleyo, Tertuliano,<br />

Arnubio, Amiano Marcelino, Vegecio, Lactancio, Minucio Félix, san Cipriano, Macrobio, Prudencio,<br />

Juvenco, Claudiar.o, Ausonio, Aurelio Víctor, Eutropio, san Ambrosio, san Gerónimo, y algunos de<br />

los antiguos jurisconsultos, cuyas obras se hallan recopiladas en las Pandectas ó Digesto romano. En<br />

las edades de hierro y de barro, es decir, desde que Roma fué ocupada por los godos hasta la restauración<br />

de las buenas letras en el siglo XIV, apenas ha i escritor que no deba leerse con suma<br />

cautela. Sin embargo aun son citados con aprecio san Agustín, Sulpicio Severo, Orosio. Sidonio<br />

Apolinar y algún otro del siglo V; Boecio, Fulgencio, "Marciano Cápela. Justiniano ; san Gregorio<br />

Magno y Venancio Fortunato en el \' 1 ; san Isidoro, obispo de Sevilla, y el venerable Beda en el<br />

Vil, y Alcuino en el VIH; no habiendo ya ninguno, en los cinco siglos siguientes y principios del<br />

XIV, que no abunde en barbarismos, aunque uno ú otro, como Rábano Mauro, san Anastasio, Híncmaro,<br />

Luitprando, Sigeberto, san Rernardo &cc. lograsen preservarse del contagio genenrf reteniendo<br />

todavía el giro de la frase latina. Por esto ninguno de ellos, ni siquiera rieda y Alcuino, son citados en<br />

este Diccionario, que soto comprende las voces que se hallan en los libros escritos en latin hasta el siglo<br />

VI inclusive, ó en los autores que después del XíV se han dado á conocer por su pureza en dicha<br />

lengua., los cuales han inventado con felicidad muchas voces para designar las cosas que no conocieron<br />

sus antepasados. A- esta clase pertenecen casi todas las dicciones, que no comprueba autoridad<br />

alguna, cuales son muchos nombres propios de reinos, provincias, ciudades, rios SÍC, y los<br />

pertenecientes á las ciencias naturales, á las exactas y á las de descubrimientos modernos. Cuando<br />

ios buenos escritores han ocurrido á la necesidad dando forma latina á las palabras, tomándolas<br />

unas veces de las lenguas vivas, y otras de la griega, ó bien recurriendo á ana circunlocución<br />

perfectamente latina, han obrado dentro de la esfera de sus facultades: pero cuando se han echado<br />

á inventores por capricho y sin necesidad, como cuando Budeo ha dicho infinitudo por infinitas,<br />

al modo que otros han usado del adverbio rudenter por matice; se hace preciso notar que semejantes<br />

voces pertenecen á la baja ó corrompida latinidad, no menos que algunas de Apuleyo, Ar~<br />

nobio, Tertuliano, &c, y por lo mismo se las ha distinguido con la (f). •—No puede haber lugar<br />

á equivocación, aunque sirve este mismo signo para denotar, que la voz ocurre poco en ios autores<br />

del buen tiempo, ó que tal vez solo se halla en algún pasage donde no todos los códices tienen la<br />

voz desusada; porqué si se ve que la han empleado Enio, Lucí lio, Catón, Planto, Varron, Horacio,<br />

Juvenal, ó alguno de los contemporáneos de estos, fácil es conocer la aplicación que se hace de<br />

aquel signo.<br />

Cuando se halla el(;) en medio de una serie de los significados de cualquiera voz, hace casi<br />

el mismo papel que el signo (j]), pues separa acepciones bastante diversas; oficio que también<br />

desempeñan en ciertos casos las conjunciones. — La segunda terminación que llevan algunos adverbios<br />

sin estar unida por medio de conjunción, es casi siempre la de su comparativo, v. gr. jejunv,<br />

ius; y rara vez la del superlativo, según sucede en vetaste, issime. Habiendo dos, sirve la primera<br />

para el comparativo, y la segunda para el superlativo, como en libere, ius, berrime. En los adjetivos<br />

y participios de pretérito se han separado siempre del positivo las de los grados de comparación con<br />

un punto por lo menos, caso de no agregarse las abreviaturas comp. ó sup, — Lr< (—) puesta entre las<br />

frases y citas denota que ha de repetirse el nombre ó verbo que forman el objeto del artículo, en<br />

el mismo caso y número, ó en el mismo modo, tiempo y persona en que se hallan en la autoridad<br />

que precede. Esto solo deja de verificarse en los casos dft una misma terminación, pues entonces<br />

puede suceder que el nombre, de 1<br />

un ejemplo esté en dalivo, y el del otro en ablativo ; ó bien el uno

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