Clariná de Cuenca - amaranto Consultores
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Estoy justo bajo las andas, en el mismo lugar que mi<br />
padre, con su misma almohadilla, con su misma horquilla.<br />
Él diría que ahora es mi turno, que no saque<br />
culo y meta bien el hombro.<br />
Arrancamos con los brazos y al salir todo el peso<br />
cae sobre mi hombro, <strong>de</strong> esto no me habían avisado.<br />
No me importa, siempre he creído que las<br />
cosas que pesan o nos cuestan son las que al<br />
final valen la pena, tal vez en éste caso esté<br />
mejor dicho que nunca.<br />
El tramo <strong>de</strong> subida se vuelve corto y antes<br />
<strong>de</strong> darme cuenta ya estoy en la plaza mayor,<br />
comiendo el bocadillo con mi familia. Todos<br />
parecen orgullosos y me tocan el hombro<br />
para ver si me duele. Mi abuela es la más<br />
emocionada, está al bor<strong>de</strong> <strong>de</strong> las lágrimas por<br />
la alegría, no me asusto porque he <strong>de</strong>scubierto<br />
que las abuelas viven al bor<strong>de</strong> <strong>de</strong> las lágrimas,<br />
así que es algo natural para ellas.<br />
- Juventud, divino tesoro- el bancero<br />
que está colocado <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> mí me anima<br />
cuando salimos <strong>de</strong> la Plaza Mayor- ésta<br />
parte te va a encantar.<br />
Tiene mucha razón, estamos doblando<br />
el paso para que le canten el “Miserere”,<br />
tengo la piel <strong>de</strong> gallina. Al igual<br />
que todos los conquenses, conozco la<br />
letra <strong>de</strong> memoria y alguna vez la he<br />
cantado, pero nunca la había<br />
escuchado en ésta situación.<br />
Una oleada <strong>de</strong> escalofríos me hace temblar,<br />
un viento gélido sube por la parte<br />
baja <strong>de</strong> mi túnica y puedo sentir el abrazo<br />
<strong>de</strong> los cientos <strong>de</strong> banceros que me han<br />
precedido, <strong>de</strong> miles <strong>de</strong> nazarenos, <strong>de</strong> una<br />
ciudad que se vuelca con su Semana Santa,<br />
es sin otra palabra mejor para <strong>de</strong>finirlo; in<strong>de</strong>scriptible,<br />
único.<br />
Arrancamos hacia Carretería, pero antes<br />
bajamos por las curvas <strong>de</strong> la Audiencia, aquí<br />
“El Santo” cae con más fuerza y hace falta que<br />
nos giren y coloquen sin cesar. El ritmo es lento<br />
pero disfruto <strong>de</strong> cada segundo, <strong>de</strong> cada pequeño<br />
paso <strong>de</strong> la bajada. Es el momento en el que las paradas<br />
son más importantes y en ellas tu vista se pier<strong>de</strong><br />
entre la imagen y la gente que contempla la procesión.<br />
No me cambiaría por ellos, aunque no les duela<br />
el hombro, aunque no tengan frío y sed.<br />
Como todas las cosas buenas <strong>de</strong> la vida,<br />
al final se acaba. Estamos encerrando la imagen<br />
y no ha llovido, aunque yo estoy completamente<br />
mojado <strong>de</strong> sudor y una lágrima esquiva mi ojo<br />
<strong>de</strong>recho para abrirse paso por la mejilla. La gente<br />
se quita el capuz para guardar a San Juan hasta el<br />
año que viene, pero yo siento vergüenza <strong>de</strong> que<br />
me vean llorar. Una banda está tocando, mi abuela<br />
hace gestos con la mano, mis hermanos y<br />
primos miran la imagen sin pestañear.<br />
Por esto somos <strong>de</strong>l “Atleti” padre,<br />
por eso salimos en Semana Santa. x<br />
LITERATURA<br />
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