Revista " Este de Madrid" - Archivo de la Ciudad de Arganda del ...
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Medio Ambiente
Durante los paseos campestres que estamos
dando estos meses por nuestros
maravillosos municipios: Arganda
del Rey, Rivas-Vaciamadrid, Velilla de San Antonio,
Mejorada del Campo, San Fernando de
Henares, Torrejón de Ardoz y San Martín de la
Vega, no dejamos de ver árboles caídos o
grandes ramas desprendidas de viejos álamos,
chopos, sauces, olmos, tarays e incluso algún
fresno que otro, a causa del viento. En 2012 se
han desatado fuertes vientos en invierno y primavera
y ha sido un año especialmente nefasto
para los árboles del bosque galería que acompaña
a las riberas de los ríos Jarama, Manzanares
y Henares.
Aun siendo ése un proceso natural de regeneración
de los bosques, cuando por causas
ajenas al mismo se acentúa más de lo debido,
no deja de ser preocupante. En efecto, pensamos
que esta situación no sólo se debe a la
fuerza de los elementos naturales –en este
caso el viento- sino también a un deficiente estado
fitosanitario del arbolado. Y eso es debido,
en buena medida, al tratamiento tan poco
amable y tan desconsiderado que tenemos para con esa parte tan
vital e importante de nuestros ecosistemas como lo es el bosque
galería. Y podemos concretar algunas de esas malas prácticas: tala
indiscriminada o reducción de la franja de bosque junto al río, encauzamientos
tan salvajes como mal planteados (en esta zona,
prácticamente todos los que se han hecho lo han sido, careciendo
su ejecución del más mínimo rigor científico e incluso técnico, lo
que ha provocado el exterminio de numerosas poblaciones de animales
y vegetales de inmenso valor); repoblaciones irresponsables
con especies alóctonas o, cuando se han hecho con especies propias,
éstas se han efectuado con variedades “de jardinería” poco vigorosas,
por no hablar del habitual descuido en los tratamientos
post-plantación, en especial referido a los riegos, que se dan mal o
simplemente, no se dan. (Podríamos seguir exponiendo acciones
antrópicas lesivas para estos bosques, pero no es el propósito de
este capítulo.)
Pero bueno, a lo que íbamos. La caída de los viejos árboles o de
los pies enfermos o debilitados de otros más jóvenes se traduce en
la ocupación física de una gran cantidad de espacio natural. Si los
troncos no fuesen eliminados en un tan complejo como dilatado
en el tiempo proceso biológico, no permitirían a otros árboles y a
las demás especies vegetales asociadas prosperar en la limitada
franja de terreno que ocupa este tipo de bosques en nuestra re-
Medio Ambiente 137
Los ciudadanos con la naturaleza (CLXVII)
Escarabajos descomponedores de madera muerta
Construcciones
SERRANO
Dos especies frecuentes en el Parque Regional
del Sureste. El bupréstido Lamprodila mirifica
(arriba), que vive preferentemente sobre el
olmo común, y el cerambícido Rusticoclytus
rusticus (abajo), más polífago
gión, ya de por sí muy limitada por la humedad
del subsuelo, esa banda vegetal tan peculiar
que se mantiene gracias al amparo del acuífero
que aprovisiona el agua del río. Dicha faja es
vital para estas especies concretas de árboles
puedan vivir ahí.
Y, como ya hemos adelantado, en la naturaleza
tiene que haber procesos biológicos que
posibiliten la renovación de la materia vegetal
muerta. Ahí es donde entran en función los
protagonistas que hemos elegido para el artículo
de este mes. Hay muchas especies de
muchos grupos diferentes –principalmente insectos
y otros invertebrados, hongos y bacterias-
que se reparten los distintos papeles en
una obra cuyo acto final termina con la descomposición
completa de la madera y la integración
de toda la materia orgánica en el
medio. Uno de esos grupos, uno de los más
importantes, son los coleópteros.
Muchas especies de escarabajos ocupan un
nicho ecológico o dicho de otro modo, cumplen
una “función”, en este proceso. Todas son
importantes y algunas probablemente decisivas.
Nuestro desconocimiento de los procesos ecológicos del
bosque hace que no podamos prever las consecuencias de su desaparición.
La biodiversidad en España es increíble, la más rica de
Europa; ellos forman parte de tal fortuna. Para estos insectos es
muy importante que no se retiren la totalidad de los troncos derribados
en nuestros bosques, otra mala práctica forestal que en algunas
zonas está poniendo en jaque e incluso desarraigando de algunas
áreas a muchos de ellos.
Los coleópteros saproxílicos –así se les denomina- son cientos,
miles de especies, muy necesarias para los procesos de descomposición
de la madera. En ocasiones son muy pequeños y poco notorios,
pero en otras, como la de las dos especies que hemos fotografiado
para ustedes, son muy vistosos, de aspecto imponente
tanto por su forma como por sus rutilantes colores. Además, los
complejos procesos evolutivos y la vida de cada uno de ellos daría
para escribir numerosos volúmenes de biología, etología y ecología.
Estos seres suponen una razón más para conservar nuestros
bosques y, en particular, para planificar delicadamente su manejo.
Ellos son una razón más para justificar nuestras caminatas campestres
y para admirar las maravillas de la naturaleza que, en nuestro
caso, tenemos a las puertas de nuestros hogares: el Parque Regional
del Sureste.
JOSÉ IGNACIO LÓPEZ-COLÓN
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