13.07.2013 Views

La Celestina - 10 reglas de oro para el exito

La Celestina - 10 reglas de oro para el exito

La Celestina - 10 reglas de oro para el exito

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

atento, que no las sientan todas personas, assí con Calisto como con quantos en este negocio suyo se entremetieren. Porque soy<br />

cierto que esta donz<strong>el</strong>la ha <strong>de</strong> ser <strong>para</strong> él ceuo <strong>de</strong> anzu<strong>el</strong>o o carne <strong>de</strong> buytrera, que su<strong>el</strong>en pagar bien <strong>el</strong> escote los que a comerla<br />

vienen.<br />

SEMPRONIO.- Anda, no te penen a ti essas sospechas, avnque salgan verda<strong>de</strong>ras. Apercíbete: a la primera boz que oyeres,<br />

tomar calças <strong>de</strong> Villadiego. [86]<br />

PÁRMENO.- Leydo has don<strong>de</strong> yo: en vn coraçón estamos. Calças traygo e avn borzeguíes <strong>de</strong> essos ligeros que tú dizes, <strong>para</strong><br />

mejor huyr que otro. Plázeme que me has, hermano, auisado <strong>de</strong> lo que yo no hiziera <strong>de</strong> vergüença <strong>de</strong> ti. Que nuestro amo, si es<br />

sentido, no temo que se escapará <strong>de</strong> manos <strong>de</strong>sta gente <strong>de</strong> Pleberio, <strong>para</strong> po<strong>de</strong>rnos <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>mandar cómo lo hezimos e<br />

incusarnos <strong>el</strong> huyr. [87]<br />

SEMPRONIO.- ¡O Pármeno amigo! ¡Quán alegre e prouechosa es la conformidad en los compañeros! Avnque por otra cosa<br />

no nos fuera buena <strong>C<strong>el</strong>estina</strong>, era harta la vtilidad, que por su causa nos ha venido.<br />

PÁRMENO.- Ninguno podrá negar lo que por sí se muestra. Manifiesto es que con vergüença <strong>el</strong> vno <strong>de</strong>l otro, por no ser<br />

odiosamente acusado <strong>de</strong> couar<strong>de</strong>, esperáramos aquí la muerte con nuestro amo, no siendo más <strong>de</strong> él merecedor <strong>de</strong>lla.<br />

SEMPRONIO.- Salido <strong>de</strong>ue auer M<strong>el</strong>ibea. Escucha, que hablan quedito.<br />

PÁRMENO.- ¡O cómo temo que no sea <strong>el</strong>la, sino alguno que finja su voz!<br />

SEMPRONIO.- Dios nos libre <strong>de</strong> traydores, no nos ayan tomado la calle por do tenemos <strong>de</strong> huyr; que <strong>de</strong> otra cosa no tengo<br />

temor.<br />

CALISTO.- Este bullicio más <strong>de</strong> vna persona lo haze. Quiero hablar, sea quien fuere. ¡Ce, señora mía!<br />

LUCRECIA.- <strong>La</strong> voz <strong>de</strong> Calisto es ésta. Quiero llegar. ¿Quién habla? ¿Quién está fuera?<br />

CALISTO.- Aqu<strong>el</strong> que viene a cumplir tu mandado. [88]<br />

LUCRECIA.- ¿Por qué no llegas, señora? Llega sin temor acá, que aqu<strong>el</strong> cauallero está aquí.<br />

MELIBEA.- ¡Loca, habla passo! Mira bien si es él.<br />

LUCRECIA.- Allégate, señora, que sí es, que yo le conozco en la voz.<br />

CALISTO.- Cierto soy burlado: no era M<strong>el</strong>ibea la que me habló. ¡Bullicio oygo, perdido soy! Pues viua o muera, que no he<br />

<strong>de</strong> yr <strong>de</strong> aquí.<br />

MELIBEA.- Vete, Lucrecia, acostar vn poco. ¡Ce, señor! ¿Cómo es tu nombre? ¿Quién es <strong>el</strong> que te mandó ay venir?<br />

CALISTO.- Es la que tiene merecimiento <strong>de</strong> mandar a todo <strong>el</strong> mundo, la que dignamente seruir yo no merezco. No tema tu<br />

merced <strong>de</strong> se <strong>de</strong>scobrir a este catiuo <strong>de</strong> tu gentileza: que <strong>el</strong> dulce sonido <strong>de</strong> tu habla, que jamás <strong>de</strong> mis oydos se cae, me<br />

certifica ser tú mi señora M<strong>el</strong>ibea. Yo soy tu sieruo Calisto.<br />

MELIBEA.- <strong>La</strong> sobrada osadía <strong>de</strong> tus mensajes me ha forçado a hauerte <strong>de</strong> hablar, señor Calisto. Que hauiendo hauido <strong>de</strong> mí<br />

la passada respuesta a tus razones, no sé qué piensas más sacar <strong>de</strong> mi amor, <strong>de</strong> lo que entonces te mostré. Desuía estos vanos e<br />

locos pensamientos <strong>de</strong> ti, porque mi honrra e persona estén sin <strong>de</strong>trimento <strong>de</strong> mala sospecha seguras. A esto fue aquí mi venida,<br />

a dar concierto en tu <strong>de</strong>spedida [89] e mi reposo. No quieras poner mi fama en la balança <strong>de</strong> las lenguas mal<strong>de</strong>zientes.<br />

CALISTO.- A los coraçones aparejados con apercibimiento rezio contra las aduersida<strong>de</strong>s ninguna pue<strong>de</strong> venir, que passe <strong>de</strong><br />

claro en claro la fuerça <strong>de</strong> su muro. Pero <strong>el</strong> triste que, <strong>de</strong>sarmado e sin proueer los engaños e c<strong>el</strong>adas, se vino a meter por las<br />

puertas <strong>de</strong> tu seguridad, qualquiera cosa, que en contrario vea, es razón que me atormente e passe rompiendo todos los<br />

almazenes en que la dulze nueua estaua aposentada. ¡O malauenturado Calisto! ¡O quan burlado has sido <strong>de</strong> tus siruientes! ¡O<br />

engañosa muger <strong>C<strong>el</strong>estina</strong>! ¡Dejárasme acabar <strong>de</strong> morir e no tornaras a viuificar mi esperança, <strong>para</strong> que tuuiese más que gastar<br />

<strong>el</strong> fuego que ya me aquexa! ¿Por qué falsaste la palabra <strong>de</strong>sta mi señora? ¿Por qué has assí dado con tu lengua causa a mi<br />

<strong>de</strong>sesperación? ¿A qué me mandaste aquí venir, <strong>para</strong> que me fuese mostrado <strong>el</strong> disfauor, <strong>el</strong> entredicho, la <strong>de</strong>sconfiança, <strong>el</strong> odio,<br />

por la mesma boca <strong>de</strong>sta que tiene las llaues <strong>de</strong> mi perdición e gloria? ¡O enemiga! ¿E tú [90] no me dixiste que esta mi señora<br />

me era fauorable? ¿No me dixiste que <strong>de</strong> su grado mandaua venir este su catiuo al presente lugar, no <strong>para</strong> me <strong>de</strong>sterrar<br />

nueuamente <strong>de</strong> su presencia, pero <strong>para</strong> alçar <strong>el</strong> <strong>de</strong>stierro, ya por otro su mandamiento puesto ante <strong>de</strong> agora? ¿En quién fallaré<br />

yo fe? ¿Adón<strong>de</strong> ay verdad? ¿Quién carece <strong>de</strong> engaño? ¿Adón<strong>de</strong> no moran falsarios? ¿Quién es claro enemigo? ¿Quién es<br />

verda<strong>de</strong>ro amigo? ¿Dón<strong>de</strong> no se fabrican trayciones? ¿Quién osó darme tan cruda esperança <strong>de</strong> perdición?<br />

MELIBEA.- Cesen, señor mío, tus verda<strong>de</strong>ras quer<strong>el</strong>las: que ni mi coraçón basta <strong>para</strong> lo sofrir ni mis ojos <strong>para</strong> lo dissimular.<br />

Tú lloras <strong>de</strong> tristeza, juzgándome cru<strong>el</strong>; yo ll<strong>oro</strong> <strong>de</strong> plazer, viéndote tan fi<strong>el</strong>. ¡O mi señor e mi bien todo! ¡Quánto más alegre me<br />

fuera po<strong>de</strong>r ver tu haz, que oyr tu voz! Pero, pues no se pue<strong>de</strong> al presente más fazer, toma la firma e s<strong>el</strong>lo <strong>de</strong> las razones, que te<br />

embié escritas en la lengua <strong>de</strong> aqu<strong>el</strong>la solícita mensajera. Todo lo que te dixo confirmo, todo lo he por bueno. Limpia, señor,<br />

tus ojos, or<strong>de</strong>na <strong>de</strong> mí a tu voluntad.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!