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Vol. 2, Page 99 - Colegio de Capellanes de Venezuela

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<strong>de</strong>cir “los cuatro rincones <strong>de</strong>l mundo”. Cuzco, su capital, se consi<strong>de</strong>raba el centro <strong>de</strong>l<br />

mundo, y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> allí se medían los cuatro rincones: el Chinchasuyu hacia el norte, el<br />

Antisuyu hacia la cordillera, el Contisuyu hacia el mar, y el Collasuyu hacia el sur y este,<br />

incluyendo el altiplano boliviano y el norte <strong>de</strong> Chile. Razón tenían aquellos indios para<br />

llamar a su imperio “los cuatro rincones <strong>de</strong>l mundo”, pues era uno <strong>de</strong> los más vastos<br />

imperios que la historia haya conocido. [<strong>Vol</strong>. 2, <strong>Page</strong> 204] Se extendía <strong>de</strong>s<strong>de</strong> las<br />

fronteras <strong>de</strong> la actual Colombia hasta a<strong>de</strong>ntrarse bastante en Chile, y hacia el este incluía<br />

buena parte <strong>de</strong> lo que hoy es Bolivia, y una porción <strong>de</strong> Argentina. Aunque hasta el<br />

presente no se han <strong>de</strong>terminado <strong>de</strong>l todo sus límites, se calcula que comprendía casi dos<br />

millones <strong>de</strong> kilómetros cuadrados.<br />

Se trataba <strong>de</strong> un imperio relativamente joven, que aun en su leyendas no se remontaba<br />

más allá <strong>de</strong> doce generaciones. Según esas leyendas, sus fundadores habían sido Manco<br />

Cápac y su hermana y esposa Mama Ocllo. Esta pareja fue creada por el sol, y por ello a<br />

partir <strong>de</strong> entonces sus <strong>de</strong>scendientes directos, los únicos a quienes se aplicaba<br />

verda<strong>de</strong>ramente el nombre <strong>de</strong> “incas”, se <strong>de</strong>cían hijos <strong>de</strong>l sol. Manco Cápac y Mama<br />

Ocllo nacieron en el lago Titicaca, y <strong>de</strong> allí partieron hacia el Cuzco, don<strong>de</strong> enseñaron a<br />

los humanos las artes <strong>de</strong>l gobierno, la agricultura y la guerra. A los próximos siete incas<br />

se les atribuyen hechos legendarios y, aunque es muy probable que haya habido reyes <strong>de</strong>l<br />

Cuzco con tales nombres, no pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cirse que sean verda<strong>de</strong>ramente personajes<br />

históricos en el sentido <strong>de</strong> que se conozcan sus hechos o su contribución al <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong>l<br />

imperio. Fue el noveno inca, Pachacútec, que ocupó el trono <strong>de</strong> 1438 a 1471, quien <strong>de</strong><br />

veras fundó el gran imperio <strong>de</strong> los hijos <strong>de</strong>l sol. El y su hijo y sucesor Tupac Inca<br />

conquistaron regiones tan extensas que las campañas <strong>de</strong> Julio César pali<strong>de</strong>cen al ser<br />

comparadas con las <strong>de</strong> estos dos gran<strong>de</strong>s reyes. El hijo <strong>de</strong> Tupac Inca, Huayna Cápac,<br />

continuó la obra <strong>de</strong> su padre y <strong>de</strong> su abuelo. A su muerte, el Tahuantinsuyu había llegado<br />

a su máxima extensión. Huayna Cápac murió en 1527, y ya le habían llegado las primeras<br />

noticias <strong>de</strong> los extraños personajes, <strong>de</strong> rostro barbudo y piel <strong>de</strong>steñida, que mero<strong>de</strong>aban<br />

por el extremo norte <strong>de</strong>l imperio. Por tanto, el gran imperio inca, a diferencia <strong>de</strong>l romano,<br />

no llegó al siglo <strong>de</strong> existencia antes <strong>de</strong> ser invadido y <strong>de</strong>struido por los bárbaros <strong>de</strong>l norte.<br />

El régimen <strong>de</strong> los incas consistía en una autocracia paternalista. El inca lo era todo. A<br />

él pertenecían, no sólo la tierra, sino también las bestias y las personas. No sin razón se<br />

cuenta que Atahualpa le dijo a Pizarro: “Si yo no quiero, ni las aves vuelan ni las hojas <strong>de</strong><br />

los árboles se mueven en mi tierra”. Las tierras <strong>de</strong>l inca se distribuían y redistribuían<br />

periódicamente entre la población para su cultivo, según [<strong>Vol</strong>. 2, <strong>Page</strong> 205] el tamaño <strong>de</strong><br />

cada grupo. Hecha tal distribución, y asignado a cada cual el terreno que labrar, una<br />

tercera parte <strong>de</strong>l producto se utilizaba para las necesida<strong>de</strong>s inmediatas <strong>de</strong> los labriegos,<br />

otra tercera parte se <strong>de</strong>dicaba a los dioses, y el otro tercio era para el inca. La porción que<br />

correspondía a los dioses se utilizaba para los sacrificios, la mantención <strong>de</strong> los sacerdotes<br />

y las vírgenes <strong>de</strong>dicadas a los dioses, y las gran<strong>de</strong>s festivida<strong>de</strong>s religiosas, en que el<br />

pueblo gozaba <strong>de</strong> abundante alimento, proveniente <strong>de</strong> esa parte supuestamente apartada<br />

para los dioses. La porción <strong>de</strong>l inca se <strong>de</strong>dicaba a sostener a todos los funcionarios<br />

imperiales, al ejército y al inca y su enorme familia (sus esposas y concubinas se<br />

contaban por centenares).<br />

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