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Vol. 2, Page 99 - Colegio de Capellanes de Venezuela

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que mataba a sus víctimas “no por ser franceses, sino por ser luteranos”, Gourges <strong>de</strong>jó<br />

junto a los muertos un cartel en el que <strong>de</strong>cía que los había ahorcado “no por ser<br />

españoles, sino por ser traidores, ladrones y asesinos”. Entonces, antes <strong>de</strong> que pudieran<br />

llegar refuerzos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> San Agustín, partió hacia Francia.<br />

Pero aun allí lo persiguió la ira <strong>de</strong> Felipe II, que reclamaba venganza, y tuvo que<br />

pasar escondido el resto <strong>de</strong> sus días.<br />

La empresa española<br />

Menén<strong>de</strong>z <strong>de</strong> Avilés y sus lugartenientes fundaron varias colonias en la Florida, pero<br />

ninguna <strong>de</strong> ellas, excepto San Agustín, logró prosperar. El clima era inclemente, y<br />

hostiles los naturales. El oro era escaso, y por tanto lo fue también el número <strong>de</strong><br />

españoles dispuestos a ir a esas tierras. De hecho, mientras la corona pronto tuvo que<br />

reglamentar la emigración hacia México y el Perú, a la Florida no iban más que militares<br />

y misioneros. Luego, la supuesta colonización <strong>de</strong> la región nunca pasó <strong>de</strong> ser una serie <strong>de</strong><br />

puestos militares, cuya función era asegurarse <strong>de</strong> que no se establecieran allí otros<br />

europeos.<br />

No es necesario relatar la historia <strong>de</strong> todas aquellas misiones, sino que bastará con<br />

señalar el curso general que siguieron. Quienes más <strong>de</strong> cerca trabajaron con Menén<strong>de</strong>z <strong>de</strong><br />

Avilés fueron los jesuitas. Pero también hubo misioneros franciscanos y dominicos. Por<br />

lo general, estos misioneros se establecían en algún lugar en que había una guarnición<br />

española, y trabajaban a partir <strong>de</strong> ese centro.<br />

Pero el hecho era que tanto los naturales como los españoles se mostraban recelosos<br />

unos <strong>de</strong> otros. Repetidamente se dieron casos en que los españoles mataron a los indios<br />

porque temían que éstos los atacaran por sorpresa. Y los mismos misioneros tampoco se<br />

fiaban <strong>de</strong> aquellas gentes, a quienes veían como salvajes taimados. El resultado fue que<br />

en casi todos los lugares se repitió la misma historia. Algún cacique se mostraba<br />

amistoso, y los misioneros esperaban su pronta conversión. Pero alguien <strong>de</strong>cía o<br />

sospechaba que la supuesta amistad <strong>de</strong>l cacique no era más que un subterfugio, y que los<br />

indios proyectaban <strong>de</strong>struir a los españoles. Entonces se mataba al cacique, o se cometía<br />

algún otro acto violento. A la postre, la misión fracasaba, y en muchos casos la<br />

guarnición misma, ro<strong>de</strong>ada por indios hostiles, se veía obligada a partir. En toda esa<br />

historia, no faltaron mártires entre los misioneros, hasta tal punto que los jesuitas<br />

<strong>de</strong>cidieron abandonar la empresa y <strong>de</strong>dicar sus recursos humanos a campos más<br />

prometedores.[<strong>Vol</strong>. 2, <strong>Page</strong> 222]<br />

Quizá el más interesante proyecto misionero <strong>de</strong> esta época fue el colegio que<br />

Menén<strong>de</strong>z <strong>de</strong> Avilés se proponía fundar en La Habana. El propósito <strong>de</strong> aquel colegio<br />

sería educar en él a los hijos <strong>de</strong> los caciques floridanos, y <strong>de</strong> otras tierras, con la<br />

esperanza <strong>de</strong> que aprendieran allí la fe cristiana y más tar<strong>de</strong>, casados con españolas y <strong>de</strong><br />

regreso a sus países, fueran ellos quienes sirvieran para la conversión <strong>de</strong> su pueblo. Lo<br />

que se esperaba no era que aquellos hijos <strong>de</strong> caciques llegaran a ser sacerdotes, pues en<br />

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