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Vol. 2, Page 99 - Colegio de Capellanes de Venezuela

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establecieron misiones, sino también en Sudamérica, [<strong>Vol</strong>. 2, <strong>Page</strong> 347] Africa e India.<br />

Pronto aquel movimiento, que al principio contaba solamente con doscientos refugiados,<br />

tuvo más <strong>de</strong> cien misioneros en esas regiones.<br />

Mientras tanto, en 1747, se le permitió a Zinzendorf regresar a Sajonia, y al año<br />

siguiente se hicieron las paces entre los luteranos y la comunidad <strong>de</strong> Herrnhut, que fue<br />

reconocida como verda<strong>de</strong>ramente luterana. Pero Zinzendorf pasó algún tiempo más en<br />

Inglaterra, don<strong>de</strong> logró que el Parlamento reconociera la legitimidad <strong>de</strong>l movimiento<br />

moravo y <strong>de</strong> sus ór<strong>de</strong>nes (el propio Zinzendorf había sido hecho obispo <strong>de</strong> los moravos).<br />

Por fin, en 1755, regresó <strong>de</strong>finitivamente a Herrnhut, don<strong>de</strong> murió en 1760. Poco<br />

<strong>de</strong>spués, el movimiento moravo rompió <strong>de</strong>finitivamente con los luteranos. Aunque<br />

Zinzendorf <strong>de</strong>seaba que su movimiento permaneciera <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la iglesia luterana, lo<br />

cierto era que tal <strong>de</strong>seo se había vuelto imposible <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que, en 1735, el <strong>de</strong>voto con<strong>de</strong><br />

aceptó el título <strong>de</strong> obispo, y fue consagrado como tal por quienes continuaban la sucesión<br />

<strong>de</strong> la antigua Unitas Fratrum.<br />

Aunque la Iglesia <strong>de</strong> los Moravos nunca contó con gran<strong>de</strong>s multitu<strong>de</strong>s, y pronto le<br />

resultó imposible continuar sosteniendo un número muy elevado <strong>de</strong> misioneros, su<br />

impacto en la historia <strong>de</strong>l cristianismo protestante fue notable, en primer lugar, porque<br />

contribuyó al gran <strong>de</strong>spertar misionero <strong>de</strong>l siglo XIX; y, en segundo lugar, porque<br />

imprimió su sello sobre Juan Wesley y, a través <strong>de</strong> él, sobre el metodismo.<br />

Juan Wesley y el metodismo<br />

Durante los últimos días <strong>de</strong> 1735, y los primeros <strong>de</strong> 1736, a bordo <strong>de</strong>l navío<br />

Simmonds, el segundo contingente <strong>de</strong> moravos se dirigía hacia Georgia para evangelizar<br />

a los indios. A bordo iba también un sacerdote anglicano <strong>de</strong> vida austera, a quien<br />

Oglethorpe, el gobernador <strong>de</strong> Georgia, había invitado a servir <strong>de</strong> pastor <strong>de</strong> la<br />

congregación inglesa <strong>de</strong> Savannah. El sacerdote en cuestión había aceptado con la<br />

esperanza <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r también predicarles a los indios, acerca <strong>de</strong> cuyas virtu<strong>de</strong>s se había<br />

hecho i<strong>de</strong>as románticas. Al principio, todo fue bien en el viaje, y el anglicano, hombre <strong>de</strong><br />

intelecto excepcional, aprendió suficiente alemán para po<strong>de</strong>r comunicarse con aquel<br />

extraño contingente <strong>de</strong> hombres, mujeres y niños que se dirigía hacia tierras <strong>de</strong>sconocidas<br />

para dar a conocer el evangelio.<br />

Pero tras algún tiempo <strong>de</strong> travesía el tiempo cambió, y una fuerte tormenta azotó al<br />

navío. El pastor anglicano, que había comenzado con gran entusiasmo sus labores como<br />

capellán <strong>de</strong>l barco, tuvo que confesarse a sí mismo que estaba más preocupado por su<br />

propia vida que por las almas <strong>de</strong> sus compañeros <strong>de</strong> viaje. El peligro se hizo inminente<br />

cuando el palo mayor se quebró, y el pánico hizo presa <strong>de</strong> los pasajeros y hasta <strong>de</strong> la<br />

tripulación. Pero el grupo <strong>de</strong> moravos, sin <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> cantar himnos y con una ecuanimidad<br />

sorpren<strong>de</strong>nte, logró calmarlos a todos.<br />

Pasado el peligro, los moravos le dijeron al ministro anglicano que la razón por la<br />

cual podían comportarse <strong>de</strong> tal modo era que no le temían a la muerte. El pastor, que<br />

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