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Vol. 2, Page 99 - Colegio de Capellanes de Venezuela

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A todo esto se unió una fuerte reacción contra el cristianismo, tanto protestante como<br />

católico. Los nuevos jefes <strong>de</strong> la revolución estaban convencidos <strong>de</strong> que eran heraldos <strong>de</strong><br />

una nueva era en que la ciencia y la razón se sobrepondrían a todas las supersticiones y<br />

los sistemas religiosos, que en fin <strong>de</strong> cuentas no eran sino producto <strong>de</strong> la ignorancia<br />

humana. Con el nacimiento <strong>de</strong> la nueva edad, era hora <strong>de</strong> <strong>de</strong>jar a un lado las<br />

supersticiones <strong>de</strong> la vieja.<br />

[<strong>Vol</strong>. 2, <strong>Page</strong> 403] Fue a base <strong>de</strong> esas i<strong>de</strong>as que la Revolución Francesa creó su<br />

propia religión, que se llamó primero “Culto a la Razón”, y <strong>de</strong>spués “Culto al Ser<br />

Supremo”. Llevada a sus extremos, la Revolución no se ocupó más <strong>de</strong> hacer valer la<br />

Constitución civil <strong>de</strong>l clero, sino que prefirió crear su propia religión, con sus propias<br />

ceremonias. Al principio, esto no fue política oficial <strong>de</strong>l gobierno, sino que surgió en<br />

diversas partes <strong>de</strong>l país, don<strong>de</strong> personas ilustradas, tratando <strong>de</strong> hacer que la religión se<br />

conformase a la nueva era, comenzaron una gran campaña <strong>de</strong> “<strong>de</strong>scristianización”. A la<br />

postre, el gobierno nacional tomó la dirección <strong>de</strong>l nuevo movimiento. Como parte <strong>de</strong> él,<br />

se abolió el viejo calendario y se creó uno más “razonable”, con nombres <strong>de</strong> meses<br />

tomados <strong>de</strong> la naturaleza, como “Brumario”, “Vendimiario” y “Termidor”, y con<br />

“semanas” <strong>de</strong> diez días. A esto se unieron gran<strong>de</strong>s ceremonias que ocupaban el lugar <strong>de</strong><br />

las antiguas festivida<strong>de</strong>s religiosas. La primera <strong>de</strong> ellas fue la procesión y ceremonias que<br />

acompañaron el traslado <strong>de</strong> los restos <strong>de</strong> <strong>Vol</strong>taire al “Panteón <strong>de</strong> la República”. Después<br />

se construyeron templos a la Razón, se crearon “santorales” que incluían, junto a Jesús, a<br />

Sócrates, Marco Aurelio y Rousseau, y se inventaron ceremonias para las bodas, la<br />

<strong>de</strong>dicación <strong>de</strong> niños a la Libertad, y los funerales. En cierto modo, los esfuerzos por parte<br />

<strong>de</strong>l gobierno <strong>de</strong> crear una nueva religión a base <strong>de</strong> ceremonias civiles y <strong>de</strong> <strong>de</strong>cretos<br />

oficiales nos recuerdan los intentos fallidos <strong>de</strong> Juliano, muchos años antes, <strong>de</strong> resucitar el<br />

viejo paganismo. Al igual que el paganismo <strong>de</strong> Juliano, el “Culto al Ser Supremo” carecía<br />

<strong>de</strong> fuerza vital, y <strong>de</strong>saparecería tan pronto como <strong>de</strong>jara <strong>de</strong> ser política oficial <strong>de</strong>l<br />

gobierno.<br />

Todo esto no pasaría <strong>de</strong> lo ridículo, <strong>de</strong> no ser por los millares <strong>de</strong> vidas que costó.<br />

Juliano se limitó a burlarse <strong>de</strong> los “galileos” y a fomentar el paganismo. Pero los<br />

promotores <strong>de</strong> la nueva religión francesa usaron <strong>de</strong> la guillotina con cruel liberalidad.<br />

Supuestamente se permitía el culto cristiano. Pero cualquier clérigo que se negara a<br />

prestar juramento a la Libertad, o cualquiera que tuviese el más mínimo contacto con<br />

fuerzas o i<strong>de</strong>as opuestas a las <strong>de</strong> la Revolución, era guillotinado. Así murieron entre dos<br />

mil y cinco mil sacerdotes, varias docenas <strong>de</strong> monjas, y numerosos laicos. Y el número<br />

<strong>de</strong> los que murieron en las cárceles fue también crecido. A la postre, no solamente la<br />

iglesia <strong>de</strong> los que se habían negado a prestar juramento, sino también la <strong>de</strong> los<br />

juramentados, y la protestante, sufrieron tales presiones que casi llegaron a <strong>de</strong>saparecer.<br />

(Triste es <strong>de</strong>cirlo, pero el protestantismo francés, la antigua “iglesia <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sierto”, no<br />

contó en esa hora con los recios héroes que fueron la gloria <strong>de</strong>l catolicismo. Pasada la<br />

Revolución, la tarea <strong>de</strong> reconstrucción <strong>de</strong>l protestantismo fue por tanto mucho más ardua<br />

que la <strong>de</strong>l catolicismo.)Aunque la ola <strong>de</strong> terror amainó en 1795, la política <strong>de</strong>l gobierno<br />

continuó siendo anticristiana. Al mismo tiempo, las victorias militares <strong>de</strong>l régimen<br />

revolucionario en Suiza, Italia y los Países Bajos extendieron esa política a nuevos<br />

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