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Vol. 2, Page 99 - Colegio de Capellanes de Venezuela

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convencidas <strong>de</strong> que las cuestiones fundamentales <strong>de</strong> las últimas décadas <strong>de</strong>l siglo XX<br />

serían la construcción <strong>de</strong> un nuevo or<strong>de</strong>n económico internacional menos <strong>de</strong>sfavorable<br />

para las naciones pobres, la reestructuración <strong>de</strong> las relaciones internacionales sobre esa<br />

base, y la redistribución <strong>de</strong> la riqueza <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> sus propias fronteras.<br />

En medio <strong>de</strong> tales cambios, tanto los países europeos como los Estados Unidos se<br />

mostraban perplejos. En esas naciones, muchos habían aprendido que toda la empresa<br />

colonial y neocolonial era el resultado <strong>de</strong> motivos altruistas y altos i<strong>de</strong>ales. Des<strong>de</strong> tal<br />

perspectiva, la reacción anticolonial era incomprensible. Unicamente podía explicarse<br />

mediante la presencia y activida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> una conspiración maligna con el propósito <strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>scarriar a los “nativos”, aun en contra <strong>de</strong> sus mejores intereses. Ese modo <strong>de</strong> enten<strong>de</strong>r<br />

el movimiento anticolonial se exacerbó <strong>de</strong>bido a la mentalidad <strong>de</strong> la “Guerra Fría”. Ese<br />

fue el nombre que se le dio al conflicto entre las naciones capitalistas y las comunistas<br />

inmediatamente <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> terminada la Segunda Guerra Mundial, conflicto que<br />

continuó con diferentes grados <strong>de</strong> intensidad durante varias décadas. Como resultado <strong>de</strong><br />

la guerra, la Unión Soviética dominaba la mayor parte <strong>de</strong> Europa oriental, y Alemania<br />

quedó dividida entre la República Fe<strong>de</strong>ral, o Alemania Occi<strong>de</strong>ntal, y la República<br />

Democrática, o Alemania Oriental. Esa zona fue el escenario <strong>de</strong> buena parte <strong>de</strong> la<br />

actividad durante los primeros años <strong>de</strong> la Guerra Fría, inclusive el bloqueo <strong>de</strong> Berlín por<br />

los comunistas y la construcción <strong>de</strong> la famosa muralla para evitar que los ciudadanos <strong>de</strong><br />

Berlín Oriental escaparan hacia Occi<strong>de</strong>nte. En ocasiones, como en Corea y Vietnam, la<br />

Guerra Fría resultó en conflicto armado, aunque las “superpotencias”, temerosas <strong>de</strong> las<br />

posibles consecuencias, se esforzaban por evitar una confrontación directa, [<strong>Vol</strong>. 2, <strong>Page</strong><br />

503] y preferían enfrentarse a través <strong>de</strong> sus estados satélites. Dadas tales circunstancias,<br />

fue común en el Occi<strong>de</strong>nte—y más en los Estados Unidos que en Europa —interpretar<br />

todo el movimiento anticolonial en términos <strong>de</strong> la Guerra Fría. Tal interpretación, tanto<br />

más creíble por cuanto sin lugar a dudas los comunistas intentaban aprovechar los<br />

sentimientos anticoloniales, tenía para el Occi<strong>de</strong>nte la ventaja <strong>de</strong> explicar cómo el<br />

supuesto altruismo <strong>de</strong>l siglo XIX y las primeras décadas <strong>de</strong>l XX no había resultado en<br />

mayor gratitud. Pero el simplismo mismo <strong>de</strong> esa interpretación tendía también a crear una<br />

distancia cada vez mayor entre el Occi<strong>de</strong>nte y la inmensa mayoría <strong>de</strong> la humanidad, que<br />

vivía en los países <strong>de</strong>l llamado “Tercer Mundo”.<br />

Mientras tanto, <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> las fronteras mismas <strong>de</strong>l Occi<strong>de</strong>nte estaban teniendo lugar<br />

cambios paralelos. Gentes que hasta poco antes habían parecido contentarse con un papel<br />

secundario en la sociedad —particularmente los negros y las mujeres— comenzaron a<br />

exigir mayor participación en la riqueza nacional y en los procesos gubernamentales,<br />

políticos y sociales. Esto también guardaba relación con la tragedia <strong>de</strong> dos guerras<br />

mundiales y la constante amenaza <strong>de</strong> una tercera. Si quienes se consi<strong>de</strong>raban los<br />

dirigentes “naturales” <strong>de</strong> la sociedad habían conducido al mundo a tales catástrofes,<br />

<strong>de</strong>cían muchos, quizás era hora <strong>de</strong> permitirles a otros tomar parte en el manejo <strong>de</strong> la<br />

sociedad. En los Estados Unidos, tanto los negros como las mujeres señalaban que<br />

durante la Segunda Guerra Mundial se les había pedido sacrificarse por la patria, y lo<br />

habían hecho, ocupando su lugar en las fuerzas armadas y en la mano <strong>de</strong> obra necesaria<br />

para sostener la producción <strong>de</strong>l país. Tras la guerra, tales personas no se mostraban<br />

dispuestas a regresar a su condición anterior. Los negros, que habían luchado por la<br />

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