I.Relatos.Aupazaragoza

con facilidad, semejante a la luz del faro que está cerca de allí. Me recreaba
mirándote, viendo como te comportabas, como te movías, escuchando hablar
de ti…
Lo recuerdo igual que el “travelling” de una película.
Un montón de veces quise acercarme a ti con una conversación banal,
sin embargo otras tantas me quedé en la arena porque mi cabeza y mi corazón
estaban a muchos kilómetros de distancia.
Luego me arrepentiría y me imposibilitó muchas cosas pero a posteriori
es muy fácil acertar.
Después de tres años estudiando fuera de España y unas semanas
antes de graduarse, I. nos invitó a varios amigos a Paris, donde vivía su
abuela, con el pretexto de conocer la ciudad.
Cuando llegamos enseguida advertí que pasaba a primer plano.
I. por su formación tenía una estupenda perspectiva profesional y tenía
varias opciones laborales, pero las había reducido simplemente a dos, un
“puestazo” en Paris y otro notablemente inferior en Madrid.
El dilema me tocaba resolverlo a mí ya que la alternativa de regresar a
España solo cabía si volvía con ella. En esos tres años, además de mejorar e
incrementar sus capacidades en su titulación universitaria, consideró que yo
era lo que necesitaba y quería para su proyecto personal de vida.
Fijó su vuelta a casa para las Navidades de ese año, justo después de
su graduación. Renunció al trabajo en Paris, lo que le enfrentó a su familia,
mientras yo vislumbré el futuro de una vida en común y como en los cuentos
infantiles, presentí que viviríamos felices para siempre…
Una semana antes de volver, falleció cuando un conductor ebrio se saltó
un stop en un cruce e impactó contra ella. El responsable del accidente resultó
ileso mientras que I. se quedó para siempre en Paris, en un rincón arbolado del
cementerio de Pantin…
El vacío que me dejó fue imposible de llenar. Dicen que el tiempo lo cura
todo pero creo que en realidad aprendes a convivir con ello.
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