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Su alma era la de un aficionado y siempre vivió como tal. Nacido en<br />
Granollers y criado en La Masia, fue uno de los componentes de la llamada<br />
‘quinta del Moro’, a la que precisamente un héroe zaragocista como Nayim dio<br />
apodo. De aquella hornada formaban aparte, aparte de los citados, futbolistas<br />
como Covelo, Cristóbal, Vinyals o López López, apadrinados por un Guillermo<br />
Amor que era espejo de todos. No tuvieron suerte en su mayoría, al vivir la<br />
convulsa época posterior al ‘Motín del Hesperia’ en Barcelona.<br />
Sergi, elegante central de 1’80 metros (de esa especie ahora<br />
prácticamente desaparecida que se denominaba líbero) y cuya técnica se llegó<br />
a comparar con la de Beckenbauer, estuvo en los inicios de la ‘era Cruyff’.<br />
Ganó una Liga, una Recopa y dos Copas del Rey, pero se marchó un año<br />
cedido al Mallorca en la campaña 1991-92 para acabar recalando en el Real<br />
Zaragoza en la temporada 92-93, dentro de la operación de traspaso de Pablo<br />
Alfaro al Barça. Lo hizo justo cuando se iniciaba una de las etapas más<br />
gloriosas del club aragonés. Aquel año, los blanquillos llegaron a la final de<br />
Copa, perdida ante el Real Madrid en Mestalla (2-0); al siguiente, ganaron ante<br />
el Celta en el Vicente Calderón (0-0 y por penaltis); y el siguiente, alcanzaron la<br />
gloria de la Recopa, con el inigualable triunfo en el Parque de los Príncipes de<br />
París ante el Arsenal (2-1) con un gol precisamente de su compañero de<br />
quinta, Nayim, desde el centro del campo.<br />
Fueron tres años inigualables en los que Sergi, un culé de cuna, dejó<br />
que se instalara en su corazón un sentimiento zaragocista que ya no le<br />
abandonaría nunca. Sergi fue un compañero entrañable para todos los que<br />
compartieron vestuario con él, una fuente de alegría constante pese al<br />
sufrimiento que llevaba por dentro. Su prometedora carrera como futbolista<br />
encontraba continuos obstáculos en las lesiones. Una rotura del menisco<br />
externo en 1987 que se produjo al realizar un mate en una canasta en un<br />
entrenamiento atípico del Barça le marcó para siempre. Sus problemas en<br />
ambas rodillas fueron continuos, hasta el punto de que en el 1997 recibió la<br />
incapacidad permanente total. Tenía entonces 30 años, aunque ya había<br />
dejado el fútbol dos antes. Su último equipo, justo después de salir del<br />
Zaragoza, fue el Gavá .<br />
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