I.Relatos.Aupazaragoza

- Bueno, por lo menos esa intriga y desconocimiento aportan un
elemento excitante. El ver los focos encendidos en la lejanía y venir volando
para llegar puntualmente también tiene su encanto.
El partido comenzó con emoción. Los dos equipos intentaban conseguir
un resultado positivo. Los locales intentaban además agradar a su público. Sin
embargo el calor era sofocante. Por suerte la canícula no iba aparejada de
humedad, y los insectos no eran abundantes con lo que no nos distraían del
espectáculo futbolístico.
- ¡Qué chaval! ¿Te está gustando el partido?
- ¡Pues sí! Nunca había visto jugar al fútbol así. Tan sólo en el parque
pero no es lo mismo. Estos jugadores son enormes.
- Entrenan casi todos los días y se preparan muchísimo en la
alimentación y en la condición física, de ahí que tengan esa técnica con la
pelota y esa inusitada fuerza.
- ¡Pero yo voy más rápido que ellos!
- ¡Jajaja! ¡Claro que sí pequeño! ¡Claro que sí! Dile a tu padre que te
traiga a partir de hoy todos los días, y ya verás como intentarás venir siempre
que puedas.
- ¿Me traerás otro día papá?
- Por mí no hay problema, pero habrá que ver qué dice tu madre. Ya
sabes que no le gusta que salgamos de noche porque es muy peligroso
regresar a casa. Tendremos que convencerla pues no son tiempos fáciles y,
antes que perder tiempo en ocio, lo importante es trabajar y conseguir alimento
que llevar al nido.
- Dígale a su señora que es importante seguir la tradición. Si se corta el
hábito y no se prosigue transmitiendo los testimonios, todo esto acaba por
desaparecer.
Tal y como decía aquel veterano seguidor es importante continuar
difundiendo el acervo de este deporte. Así lo hizo mi abuelo con mi padre, y a
mi abuelo se lo pasó mi bisabuelo, y a éste se lo inoculó mi tatarabuelo. Y así,
a lo largo de generaciones, es como la historia pervive.
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