CONTINUIDAD DE UNA POESIA 5 • ti I racion d La poesía' se ha comparado a veces a un rio fiel, a un manantial que no cesa. El verdadero poeta lo es desde que nace a la poesía hasta que muere, en cuyo momento vuelve a nacer a una fama mayor, a esa especie de eternidad que es el firmamento ge los poetas. Son pocos los casos de decadencia de Un gran poeta, casi siempre motivada por agotamiento, por sequedad o por la coacción de circunstancias históricas. (El caso de Manuel Machado a partir de la guerra civil española es uno de los más tristes.) Los grandes poetas de la Generación <strong>del</strong> 27, de los que muy pocos nos quedan ya vivos, han dado un ejemplo admirable de continuidad y de fi<strong>del</strong>idad a la propia obra. Un Jorge GuilIén, doblado ya el cabo de los setenta años, continúa incansable su labor, y apenas terminado el segundo ciclo de su poesía, Clamor, ha empezado a trabajar en el tercero, que se llamará Homenaje. y la misma continuidad en Gerardo Diego, en Rafael Al<strong>bert</strong>i -cuya poesía reverdece hoya la clara sombra de las calles romanas-, en Dámaso Alonso, en Vicente Aleixandre. En plena madurez de su talento, Aleixandre publicó el pasado año dos libros de poesía: Presencias y Retratos con nombre. Desde que en 1928 apareció su primer libro, Ambito, hasta hoy, han transcurrido treinta y ocho años de una obra que ha ido creciendo y enriqueciéndose con admirable continuidad, fiel a la divisa goethiana: sin prisa pero sin pausa. No es Aleixandre un poeta que se distinga por una producción abund,ante de libros, como es el caso de un Pablo Ne (uda en América o de un Gabriel Celaya en España, aunque pasan ya seguramente de una docena los que ha publicado. Sus libros son de gestación lenta, y entre la aparición de uno y otro suelen pasar varios años. Sería quizá exagerado decir que Aleixandre sigue también la divisa que Plinio atribuyó a Apeles, nuIla dies sine línea, pero sí sabemos, por confidencia <strong>del</strong> poeta, que diariamente consagra unas horas a la tarea poética, trátese de escribir o corregir sus propios poemas, o de leer y aconsejar a los jóvenes poetas que le consultan. Lo admirable de Aleixandre -y a lo que debe acaso hoy el sólido prestigio de que goza en la poesía contemporánea- es que posee como pocos el secreto de renovarse, de enriquecer su obra y hacer que evolucione con la historia de su tiempo y de su país, pero permaneciendo siempre fiel al espiritu y al estilo de su poesía. Como por deber de crítico y pasión de lector he seguido día a día su trabajo, mi sorpresa y mi admiración han sido constantes al contemplar a un Aleixandre superándose en cada libro, ensanchando cada vez más el ámbito y la materia de su poesía, pasando <strong>del</strong> paraíso a la historia, <strong>del</strong> corazón a la materia más humilde y usada, <strong>del</strong> hombre solitario a la gran masa viva de los hombres, de la pequeña ola silenciosa al bramido doloroso <strong>del</strong> mar inmenso que jadea sin descanso. En el último libro de Aleixandre, Retratos con nombre, continúa el poeta el acercamiento -que ya nos sorprendió en su libro anterior, En un vasto dominio-, a la existencia concreta, histórica, <strong>del</strong> hombre, que implica un claro proceso de objetivación de la realidad, en el que el yo <strong>del</strong> poeta, como protagonista <strong>del</strong> poema, desaparece para dejar paso a la contemplación atenta, detenida, morosa a veces, de la realidad en torno, <strong>del</strong> vivir <strong>del</strong> hombre y de las cosas a lo largo <strong>del</strong> tiempo y <strong>del</strong> espacio. Para sus Retratos con nombre -la mayoría de ellos de personas conocidas, poetas y artistas, pero algunos de figuras anónimas: un albañil, un pregonero, un payaso...-, utiliza Aleixandre una técnica vivificadora, de pintura viva en movimiento, que nos recuerda a veces un grabado de Goya o una acuarela de Eduardo Vicente. Es el suyo un pincel cálido y penetrador, teñido con frecuencia de ternura y aun de piedad; otras, las menos, de ironía. Pero en esos poemasretratos hay algo más que un logro artístico: una intención moral, de solidaridad con el esfuerzo <strong>del</strong> hombre, sea un gran artista -véase los admirables retratos de Jorge Guillén, de Dámaso Alonso, de Gerardo Diego, de Rafael Al<strong>bert</strong>i, de Carlos Riba, <strong>del</strong> escultor Angel Ferrant...- sea una figura borrosa o ignorada -un obrero, una ramera- que cobra de pronto vivo relieve gracias al pincel iluminado <strong>del</strong> poeta. Ese tipo de poema-retrato no es puro capricho de un artista: obedece a la estructura interna de una visión <strong>del</strong> mundo que llena la segunda fase de la poesia de Aleixandre, iniciada con Historia <strong>del</strong> corazón, y que se desarrolla en dos planos: el vivir humano en su totalidad, desplegándose en el tiempo y en el espacio, y el vivir concretísimo, individualizado, de una figura humana, conocida o anónima. La técnica entonces parece exigir a veces una pintura realista, de pormenor, de morosa descripción de la figura, con el sereno y espiritual realismo de un Velázquez. He aquí que el poeta ya no nos habla de sí mismo, de sus furias y penas, de su amor o su soledad, sino que dirige ahora su mirada a la realidad en torno, sobre todo a la realidad de los otros, sin los cuales, por otra parte, no existe el yo. El descubrimiento <strong>del</strong> otro, como realidad esencial <strong>del</strong> yo, lo ha hecho primero la filosofía en nuestro tiempo, pero han sido acaso los poetas quienes han sabido dar a ese hallazgo trascendencia humana y luz profunda y enriquecedora. Solamente en un poema de Retratos con nombre -«Cumpleaños,,- habla Aleixandre de sí mismo, al contemplar su propia vida, como en rápida imagen cinematográfica: primero la infancia andaluza con fondo azul marino, y luego la juventud, la madurez: hierro frio para el corazón o el cuerpo sufrientes, y al cabo la alcanzada serenidad de una historia aún inconclusa: el alma manchada, "con toda su viva mancha", y el pecho tatuado con el transcurrir doloroso, o feliz, de los años. He vuelto a charlar con el poeta en su retiro estival de Miraflores de la Sierra, el bello pueblecito serrano próximo a Madrid donde Aleixandre ha escrito casi todos sus libros desde hace más de treinta años. Recojo a continuación, para Mundo Nuevo, algunas de mis preguntas y sus interesantes respuestas.- J. L. C. * JLC: Hace siete años, en una entrevista que te hice para Cuadernos, afirmabas que tu libro Historia <strong>del</strong> corazón abría una nueva etapa de tu poesía, en la que ya no era la Creación y su unidad fusionadora el tema central de tu obra, sino el vivir <strong>del</strong> hombre, su existencia total en el transcurrir histórico e individual. Tus dos libros últimamente aparecidos, Presencias y Retratos con nombre, ¿deben considerarse como pertenecientes aún a ese se· gundo ciclo de tu poesía? VA: Sí. Esa segunda etapa, que se inicia en la última parte de Sombra <strong>del</strong> Paraiso, con su primer libro completo en Historia <strong>del</strong> corazón, creo que llega hoy efectivamente a Retratos con nombre. Al lado de la visión totalizadora <strong>del</strong> vivir humano a que aludes, puede el poeta considerar la visión de la parte, <strong>del</strong> pormenor (el "detalle" y este segmento ser ahora tal criatura, tal mujer, que al particularizarse e individlúalliz81rse llegan a la caracterización, aparecien Tal eS,me parece, el proceso natural Retratos con nombre en el conjunto En cambio Presencias, el otro vorefieres, es una antología temática que persigue "lo otro" como tema· poético, a través de mi labor sucesiva. JLC: El panorama de la nueva poesía española que esbozaste en aquella entrevista de 1959, ¿te parece que sigue vigente en 1966, o algo ha variado en él? Entonces estimabas que el gran tema de la nueva poesía era "la consideración. <strong>del</strong>hombre histórico, <strong>del</strong> hombre fluyente, inmerso en un aquí y un ahora". Y observabas que de los ..subtemas resultantes, el de la angustia había remitido, el de la esperanza se había Intensificado, pero sólo en su vertiente social, pues en su vertiente religiosa perdía fuerza. Y en cuanto a la poesía social, ya entonces en boga, la juzgabas enteramente legí~ tima y necesaria, si conseguía la expresión· idónea. ¿Piensas hoy igual que entonces? ¿Qué es,atu juicio, lo que ha cambiado en nuestra·· poesía, y cuáles son los signos más característicos que cualifican la obra de nuestros mejores poetasjóvenes? VA: El tema central sigue siendo el mismo,me parece: la acentuada consideración <strong>del</strong> hombre histórico, el hombre fluyente, en su aquí y su ahora. Creo, sin embargo, que si su núcleo no está agotado. muestra síntomas de cansancio en algunos de sus aspectos. La estricta preocupación social parece ahora haber menguado en cuanto proveedora de motivos poéticos. Quizá lo que exige la poesía consiguiente es una renovación expresiva, pues en verdad las inquietudes que originaron aquella preocupación están lejos de haber caducado, de haber siquiera disminuido. En cierto modo se han integrado, en su manifestación literaria, en una extensa preocupación ética general. Entre los jóvenes. esta evolución <strong>del</strong> contenido se acompaña de una traslación correlativa de la expresión, y el prosaismo, como valor, antes en buena parte dominante, está siendo sustituido por una diferente exigencia en el cuidado de la forma, desde la que se modula la nueva poesía meditativa hoy creciente. La poesía, en los años pasados, y en sus momentos de mayor extremosidad, diríase que «se disculpaba" de existir. intentando, si no confundirse, acercarse lo más posible a los otros géneros, la narración. el ensayo. Una muestra más de la capacidad de renovación que la poesía lleva en sí misrn~' y que tan necesaria fue en los años de referencía. Hoy buena parte de la juventud busca centrarse de otra manera, en un intento de mover su enfoque expresivo ensanchando por otro costado su acervo modulador. Reivindica, por ejemplo, a la imaginación como facultad creadora, tan empalidecida en el período precedente. y los más jóvenes están incluso redescubriendo por su cuenta los valores sensoriales de la formulación poética. Se producen no pocas sorpresas.