69_J_L_Tieck_El_blondo_Eckbert_El_gato_con_botas_1965
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PRINCESA: Es el resultado de una naturaleza aún no<br />
idealizada, que la fantasía tendría que ennoblecer.<br />
REY: Quisiera que <strong>con</strong> la fantasía pudieras quitarme<br />
las orugas. Pero sube a la carroza, que debemos<br />
proseguir nuestro viaje.<br />
PRINCESA: Adiós, inocente y buen campesino. (Suben<br />
y la carroza prosigue S1t camino.j<br />
POSADERO: ¡Cómo se ha transformado el mundo!<br />
Cuando lee uno los viejos libros, o escucha los<br />
relatos de la gente de edad, se entera de que siempre<br />
que uno habla <strong>con</strong> un rey o una princesa, recibe<br />
monedas de oro o algo por el estilo. Los monarcas<br />
de otras épocas no se atrevían a abrir la boca<br />
antes de ponerle a uno en la mano una moneda<br />
de oro. ¿Pero ahora? ¿Cómo puede uno hacer fortuna<br />
en forma inesperada, si ni siquiera de los reyes<br />
puede esperarse algo? ¡Inocente campesino! Ojalá<br />
que nada debiera. Éste es el resultado de las modernas<br />
y sentimentales descripciones de la vida campestre.<br />
33 Un rey como éste es capaz de tenerle a<br />
uno envidia. Debo, sin embargo, dar gracias a Dios<br />
de que no me haya colgado. Quizás el cazador forastero<br />
era el mismo Coco. Pero al menos se publicará<br />
en el diario que el rey se ha dignado hablar<br />
<strong>con</strong>migo.<br />
33 Los poetas de esta época son representantes de un<br />
sentimentalismo exagerado, y describen en sus idilios una<br />
vida campesina arcádica y una naturaleza idealizada.<br />
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