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Tinta indeleble: Guillermo Cano, vida y obra - Aguilar

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Libro creado, desarrollado y editado en Colombia por la<br />

Fundación <strong>Guillermo</strong> <strong>Cano</strong> y <strong>Aguilar</strong>, un sello de Prisa ediciones.<br />

© Fundación <strong>Guillermo</strong> <strong>Cano</strong> Isaza<br />

© De esta edición:<br />

2012, Distribuidora y Editora <strong>Aguilar</strong>, Altea, Taurus, Alfaguara, S. A.<br />

Carrera 11A No. 98-50<br />

Teléfono: (571) 705 77 77<br />

Bogotá, Colombia<br />

• <strong>Aguilar</strong>, Altea, Taurus, Alfaguara, S. A.<br />

Av. Leandro N. Alem 720 (1001), Buenos Aires<br />

• Santillana Ediciones Generales, S. A. de C. V.<br />

Avenida Universidad 767, Colonia del Valle,<br />

03100 México, D. F.<br />

• Santillana Ediciones Generales, S. L.<br />

Torrelaguna, 60. 28043, Madrid<br />

Dirección editorial Prisa ediciones: Andrea López<br />

Presidenta Fundación <strong>Guillermo</strong> <strong>Cano</strong> Isaza: Ana María Busquets de <strong>Cano</strong><br />

Dirección Fundación <strong>Guillermo</strong> <strong>Cano</strong> Isaza: Marisol <strong>Cano</strong> Busquets<br />

Edición y coordinación: Juan Sebastián Sabogal Jara<br />

Redacción de textos: Maryluz Vallejo Mejía, Jorge Cardona Alzate,<br />

Carlos Mario Correa Soto<br />

Investigación y coordinación: María José París Rodríguez<br />

Corrección: Fabián Bonnett Vélez<br />

Dirección de arte y diseño de cubierta: Santiago Mosquera<br />

Diagramación: Vicky Mora<br />

Ilustraciones: Héctor Osuna<br />

Acopio y registro de material impreso y gráfico: Ofelia Muñoz,<br />

Jhon Jairo Ortiz, Alexandra Benavides y Kelly Pizarro<br />

Investigación periodística: Juan David Torres<br />

Revisión de material y registro fotográfico: Isabel Chaparro,<br />

Marilyn Andrea Gallego, Alejandro González y <strong>Guillermo</strong> Zuluaga<br />

Registro fotográfico: Gustavo Adolfo Rodríguez y Daniel Chaparro<br />

Digitación de crónicas y columnas: Amparo Romero y Andrea Rincón<br />

Archivo: El Espectador y Biblioteca Luis Ángel Arango<br />

Fotografías: Archivo El Espectador<br />

Con el apoyo de la Fundación Bavaria y Comunican S.A.<br />

ISBN 978-958-758-398-4<br />

Impreso en Colombia - Printed in Colombia<br />

Primera edición en Colombia, abril de 2012<br />

Todos los derechos reservados.<br />

Esta publicación no puede ser<br />

reproducida en todo ni en parte,<br />

ni registrada en, o transmitida<br />

por un sistema de recuperación<br />

de información, en ninguna forma<br />

ni por ningún medio, sea mecánico,<br />

fotoquímico, electrónico, magnético,<br />

electroóptico, por fotocopia,<br />

o cualquier otro, sin el permiso previo<br />

por escrito de la editorial.


Contenido<br />

Agradecimientos....................................................................................11<br />

Presentación<br />

<strong>Tinta</strong> <strong>indeleble</strong><br />

Por Marisol <strong>Cano</strong> Busquets...........................................................................13<br />

Mensaje de la Señora Irina Bokova.............................................. 21<br />

Una <strong>vida</strong> digna de ser vi<strong>vida</strong><br />

Por Jorge Cardona Alzate.............................................................................. 25<br />

El sentido profundo de lo cotidiano<br />

Por Carlos Mario Correa Soto......................................................................139<br />

Antología de textos narrativos: crónicas...................................195<br />

Bitácora sin pierde<br />

Por Maryluz Vallejo Mejía...........................................................................457<br />

Antología de textos de opinión...................................................... 497


«Yo tengo muy poca memoria. Una pésima<br />

memoria, una memoria torpe. Pero en cambio<br />

todo cuanto de inol<strong>vida</strong>ble ha sucedido en mi <strong>vida</strong><br />

ha ido a grabarse, para siempre, en el corazón».<br />

<strong>Guillermo</strong> <strong>Cano</strong>, Magazine Dominical,<br />

El Espectador, 29 de marzo de 1953


Agradecimientos<br />

A la Fundación Bavaria por el apoyo financiero a este proyecto.<br />

A El Espectador por compartir la <strong>obra</strong> periodística<br />

de <strong>Guillermo</strong> <strong>Cano</strong> Isaza.<br />

A Héctor Osuna por su <strong>obra</strong> creativa.<br />

A Gonzalo Córdoba Mallarino por sus gestiones.<br />

A Ofelia Muñoz, Jhon Jairo Ortiz, Alexandra Benavides y Kelly Pizarro,<br />

del Centro de Documentación de El Espectador, por sus largas jornadas<br />

en el cuidadoso acopio y registro de materiales impresos y gráficos.<br />

A la Biblioteca Luis Ángel Arango por su acogida, y en su hemeroteca<br />

a Martín Castañeda y demás personal.<br />

A la Universidad de Antioquia y al equipo de su Biblioteca Central,<br />

especialmente a Isabel Chaparro, Marilyn Andrea Gallego, Alejandro<br />

González y <strong>Guillermo</strong> Zuluaga, por el apoyo en la revisión de<br />

materiales y en el registro fotográfico de documentos.<br />

A Juan David Torres por su trabajo de investigación periodística.<br />

A Gustavo Adolfo Rodríguez y Daniel Chaparro por su colaboración<br />

en el registro fotográfico.<br />

11


<strong>Tinta</strong> <strong>indeleble</strong><br />

<strong>Guillermo</strong> <strong>Cano</strong><br />

<strong>vida</strong> y <strong>obra</strong><br />

Rastrear a <strong>Guillermo</strong> <strong>Cano</strong>. Encontrarlo en la memoria de sus familiares,<br />

amigos y colegas. Afinar la mirada para detectar su presencia en<br />

15 790 ediciones de El Espectador. Seguir minuciosamente las huellas que<br />

pudieran hablar de su carácter, su pensamiento, sus gustos, sus filias y sus<br />

fobias. Atrapar a un <strong>Guillermo</strong> <strong>Cano</strong> integral. Eso buscábamos cuando<br />

iniciamos el proyecto de <strong>Tinta</strong> <strong>indeleble</strong>: <strong>Guillermo</strong> <strong>Cano</strong>, <strong>vida</strong> y <strong>obra</strong>.<br />

Teníamos la sensación de un imaginario colectivo muy arraigado en<br />

la idea del periodista valiente que enfrentó el poder del narcotráfico y<br />

el profesional referente de la ética periodística. Sin duda una idea acertada,<br />

pero incompleta. Nos propusimos ir detrás de todo aquello que<br />

permitiera construir su perfil biográfico y avanzar en la tarea de recoger<br />

una a una las piezas periodísticas que dejó como legado de 42 años dedicados<br />

exclusivamente al trabajo cotidiano de presentar a sus lectores la<br />

mejor versión posible de lo que sucedía.<br />

Desde la Fundación <strong>Guillermo</strong> <strong>Cano</strong> Isaza nos planteamos conmemorar<br />

los 25 años del asesinato de <strong>Guillermo</strong> <strong>Cano</strong> con un libro que<br />

aportara dos elementos que considerábamos esenciales en nuestra tarea<br />

de fomentar su manera de entender y ejercer el periodismo. Primero,<br />

una antología de textos periodísticos que diera cuenta del periodista de<br />

opinión, el rasgo más conocido de su trabajo; y del periodista narrador,<br />

el cronista y el reportero, quizá su faceta menos conocida y que se revela<br />

en todo su esplendor en este libro. Segundo, perfilar a un personaje del<br />

que había muchas piezas sueltas extraviadas, desconocidas o escondidas<br />

detrás de los rasgos y los hechos con los que recurrentemente se ha hecho<br />

referencia a él.<br />

Queríamos que los textos de la antología y las dos dimensiones que<br />

buscábamos resaltar con ellos estuvieran precedidos por ensayos valorativos<br />

de su <strong>obra</strong> periodística. Poco se había explorado en el estilo y el<br />

lenguaje de <strong>Guillermo</strong> <strong>Cano</strong>, no había una cartografía de sus temas de<br />

13


<strong>Tinta</strong> <strong>indeleble</strong><br />

interés; en ese sentido, era preciso ubicarlo y darle un lugar en la historia<br />

del periodismo colombiano.<br />

Invitamos a que nos acompañaran en este proceso a cuatro profesionales<br />

que han hecho de <strong>Tinta</strong> <strong>indeleble</strong>: <strong>Guillermo</strong> <strong>Cano</strong>, <strong>vida</strong> y <strong>obra</strong> un documento<br />

que enriquece y proyecta a un ser humano que no supo vivir a<br />

medias tintas y que gozó el oficio de ser periodista como pocos: Maryluz<br />

Vallejo Mejía, Carlos Mario Correa Soto, Jorge Cardona Alzate y María<br />

José París Rodríguez.<br />

Maryluz Vallejo Mejía, historiadora del periodismo colombiano, autora<br />

de A plomo herido: Una crónica del periodismo en Colombia 1880-1980,<br />

profesora de la Universidad Javeriana, directora de la revista Directo Bogotá<br />

y antologista con Daniel Samper Pizano del libro Antología de notas<br />

ligeras colombianas, asumió con la pasión y cuidado que la caracterizan el<br />

apartado que presenta a <strong>Guillermo</strong> <strong>Cano</strong> periodista de opinión, haciendo<br />

énfasis en el <strong>Guillermo</strong> <strong>Cano</strong> de la «Libreta de apuntes».<br />

Maestra en el arte de escarbar hemerotecas y de la filigrana que supone<br />

atar los hilos de sus hallazgos e interpretarlos, aporta en «Bitácora sin<br />

pierde» un detallado análisis de los elementos definitorios de la prosa,<br />

el pensamiento, las tesis, la argumentación y el carácter de <strong>Guillermo</strong><br />

<strong>Cano</strong> reflejados en su ejercicio cotidiano de dirigirse a un lector común<br />

desde una columna editorial, a partir del estudio de más de 338 piezas<br />

periodísticas.<br />

Carlos Mario Correa Soto, profesor de la Universidad Eafit, cronista y<br />

reportero, valiente corresponsal de El Espectador en la Medellín de los años<br />

80, autor de Las llaves del periódico y La crónica reina sin corona, buscó la voz de<br />

<strong>Guillermo</strong> <strong>Cano</strong> en su <strong>obra</strong> narrativa, estudió la composición y los patrones<br />

de lo que terminó llamando «el decálogo cronístico de <strong>Guillermo</strong> <strong>Cano</strong>».<br />

En su minucioso trabajo tras las piezas periodísticas se encontró con<br />

periódicos rasgados, ediciones desaparecidas, páginas mutiladas en una<br />

imagen más que elocuente de lo que vale la historia para nuestro país.<br />

Pasó las páginas de El Espectador de 1944 a 1982 y diseccionó cerca de<br />

300 textos para comprender la capacidad de <strong>Guillermo</strong> <strong>Cano</strong> de «sacarle<br />

pelos a la calavera» y de «encontrar el mundo en una gota de agua»,<br />

para compartir el fruto de su trabajo plasmado en el texto «El sentido<br />

profundo de lo cotidiano».<br />

Jorge Cardona Alzate, editor general del diario El Espectador, avezado<br />

cronista judicial, historiador de vocación vestido con el ropaje de periodista,<br />

autor de Días de memoria, vigilante incisivo durante 25 años del<br />

proceso judicial por el asesinato de <strong>Guillermo</strong> <strong>Cano</strong>, se equipó para un<br />

largo viaje por cuatro caminos, en la idea de lograr el perfil biográfico.<br />

14


Presentación<br />

Recorrió con nuevos ojos la historia de nuestro país, que conoce a<br />

fondo como asiduo visitante que es de la colección de El Espectador, y<br />

observó también con otra mirada de la historia del periódico porque<br />

su lectura esta vez sería de la mano de <strong>Guillermo</strong> <strong>Cano</strong>, quien empezó<br />

a dejar huellas en el diario en 1944. Su tercer camino fue tras las voces<br />

de familiares, amigos y colegas en el papel del viajero que escucha, que<br />

pregunta, que busca a su personaje en la <strong>vida</strong> de los otros. El cuarto camino<br />

lo guió la propia voz de <strong>Guillermo</strong> <strong>Cano</strong>, lo autobiográfico que se<br />

expresa en sus crónicas, columnas, entrevistas o documentos.<br />

«Una <strong>vida</strong> digna de ser vi<strong>vida</strong>» recoge, después de un intenso y difícil<br />

trabajo de selección, valoración, ensamblaje y escritura, los puntos de<br />

encuentro de los cuatro caminos para llevar al lector por un nuevo viaje:<br />

el de la <strong>vida</strong> de <strong>Guillermo</strong> <strong>Cano</strong>, tan imbricada como estuvo con la de El<br />

Espectador y la de la Colombia del siglo XX.<br />

María José París Rodríguez, joven y disciplinada historiadora, acompañó<br />

el proceso con la misión de detectar cada texto de <strong>Guillermo</strong> <strong>Cano</strong><br />

en la colección de El Espectador, asociándolo con el momento histórico<br />

que vivía el país, con los sucesos internacionales y con la evolución y las<br />

transformaciones periodísticas que hacía el diario en su papel de narrador<br />

e intérprete de la realidad.<br />

Su búsqueda de <strong>Guillermo</strong> <strong>Cano</strong> en letra de molde comenzó a finales<br />

de 1943, año en el que él se graduó de bachiller en el Gimnasio<br />

Moderno y se vinculó al periódico. Sufrió la desesperante angustia de<br />

no encontrar algún material firmado del joven recién llegado al diario<br />

de su familia, hasta que una tarde de julio del 2011 empezó a deslizar el<br />

microfilm de la edición del 27 de junio de 1944 y encontró la primera<br />

nota de las 27 que <strong>Guillermo</strong> <strong>Cano</strong> firmó con el seudónimo «Conchito»<br />

en la sección «Fiesta brava».<br />

Cada edición por ella revisada le hacía revelaciones a todo el equipo de<br />

trabajo de <strong>Tinta</strong> <strong>indeleble</strong>: <strong>Guillermo</strong> <strong>Cano</strong>, <strong>vida</strong> y <strong>obra</strong>, y a la propia familia del<br />

periodista. Hoy, con su trabajo empieza a tomar cuerpo el acopio de toda la<br />

<strong>obra</strong> de <strong>Guillermo</strong> <strong>Cano</strong>, inicialmente de aquella que tiene el respaldo explícito<br />

de su firma. Una labor dispendiosa, que deberá emprenderse hacia<br />

adelante, es la de encontrar su voz en los editoriales de El Espectador y<br />

en los «Día a día», que compartió o escribió a cuatro manos con algunos<br />

de sus colegas de faena periodística en la sala de redacción del diario.<br />

15


<strong>Tinta</strong> <strong>indeleble</strong><br />

Una voz, un estilo, un sello muy personal<br />

La selección de textos de <strong>Guillermo</strong> <strong>Cano</strong> que presentamos en <strong>Tinta</strong><br />

<strong>indeleble</strong>: <strong>Guillermo</strong> <strong>Cano</strong>, <strong>vida</strong> y <strong>obra</strong> se divide en dos bloques.<br />

El primero, incluye 56 piezas, entre crónicas y reportajes, de su <strong>obra</strong><br />

periodística narrativa, agrupada en cinco apartados: 1) «Conchito», las<br />

primeras faenas periodísticas; 2) «Los juegos no son juegos» y los tiros<br />

libres de «Analítico»; 3) Sucesos y sensaciones cotidianas; 4) «Viajar es<br />

un placer» 5) Retratos y recuerdos de familia.<br />

En el segundo bloque, siete ejes temáticos ordenan la selección de 46<br />

textos que acercan al lector al periodista de opinión, al columnista de la<br />

«Libreta de apuntes» y parcialmente al autor de editoriales de El Espectador<br />

y de la columna «Día a día», ambas secciones sin firma en el diario:<br />

1) Violencia y paz; 2) Derechos humanos; 3) Política; 4) Narcotráfico;<br />

5) Corrupción; 6) Libertad de prensa y responsabilidad social y 7) Vida<br />

cotidiana, seres queridos, gustos literarios y asuntos varios.<br />

Como lo expresa Carlos Mario Correa Soto, los rasgos y los patrones<br />

que definen la práctica periodística narrativa de <strong>Guillermo</strong> <strong>Cano</strong> son el<br />

desarrollo de la información con un enfoque humano, la versión propia<br />

y valorativa de los hechos, la búsqueda persistente de los detalles que<br />

sintetizan el mundo, la profundización y explicación de la noticia, la<br />

observación selectiva de los objetos y de los individuos, la voz explícita y<br />

personalizada del periodista, el esfuerzo obsesivo por rec<strong>obra</strong>r el tiempo,<br />

el conocimiento y la destreza de la técnica narrativa, el respaldo de<br />

la lectura en el proceso informativo y en el creativo de la escritura, y la<br />

reportería esencial.<br />

Si decíamos al comienzo que este resulta un apartado revelador es<br />

por el encuentro feliz que tendrá el lector con un reportero que sobresale<br />

por su emoción y profundo respeto al escribir tanto de las glorias<br />

como de las desgracias, pequeñas o grandes, de los seres humanos. Se<br />

trata de relatos, así descritos por el antologista, impregnados por la agudeza<br />

de los sentidos de <strong>Guillermo</strong> <strong>Cano</strong>, la marca de fuego de un periodismo<br />

que «fue trabajado con la materia prima de lo que el periodista<br />

observó, escuchó, sintió, tocó, degustó».<br />

La experiencia de Correa Soto quizá se replique en quienes se acerquen<br />

a este libro, en la medida en que podrán comprender el marcado<br />

rasgo vocacional que tiene el periodismo; el carácter, temperamento y<br />

personalidad que se requieren para ponerlo en acción no solamente en<br />

una sala de redacción frente a un computador, sino en cada momento<br />

de la <strong>vida</strong>: «<strong>Guillermo</strong> <strong>Cano</strong> llevaba el periodismo en la sangre, en el cerebro,<br />

en el corazón y en sus extremidades, y lo más importante, lo supo<br />

16


Presentación<br />

poner por escrito en un lenguaje sencillo y generoso para universalizar<br />

lo cotidiano y “cotidianizar” lo universal».<br />

No se había realizado antes un trabajo de observación y análisis de<br />

los elementos que configuran y caracterizan el perfil y el lenguaje de los<br />

textos periodísticos de opinión de <strong>Guillermo</strong> <strong>Cano</strong>, materializados en<br />

los editoriales de El Espectador, la columna «Día a día» y la «Libreta de<br />

apuntes», como el que presentamos en este libro, realizado por Maryluz<br />

Vallejo Mejía. Cabe anotar que el énfasis de su análisis, y de la antología<br />

de textos de opinión, está en la columna «Libreta de apuntes», aunque<br />

se incluyan algunos editoriales de El Espectador y «Día a día», que con<br />

certeza fueron escritos por <strong>Guillermo</strong> <strong>Cano</strong>.<br />

En sus textos de opinión, <strong>Guillermo</strong> <strong>Cano</strong>, explica la autora, agitaba<br />

el debate de las ideas, recreaba el acontecimiento cotidiano, daba cuenta<br />

por igual de los escándalos políticos y económicos del país, como de<br />

los libros que leía. Maryluz Vallejo redescubrió al maestro irrepetible<br />

que recordaba haber leído, del que tenía clara la integridad, el coraje,<br />

la enérgica defensa de los valores patrióticos y periodísticos, pero no<br />

recordaba —se le revela a ella y se revelará seguramente a los lectores—,<br />

la faceta de «notaligerista» de <strong>Guillermo</strong> <strong>Cano</strong>, «con quiebre de cintura<br />

para cambiar semanalmente de registro, pasar de la denuncia indignada<br />

contra los corruptos a la más conmovedora declaración de afecto por un<br />

amigo, una actriz de cine o un libro, a narrar episodios felices de la infancia<br />

o locuras de juventud, usando su columna como espacio autobiográfico,<br />

siempre discreto, gracioso, cálido, sin darse ínfulas de nada más<br />

que de periodista curioso, vertical, lector infatigable, hijo leal y hombre<br />

de hogar».<br />

Quisiéramos resaltar algunos aportes que la antologista hace en «Bitácora<br />

sin pierde» sobre el estilo periodístico de <strong>Guillermo</strong> <strong>Cano</strong>, en la medida<br />

en que encontramos en ellos elementos no explorados del personaje.<br />

Su «Libreta de apuntes» no fue una columna convencional, «era un<br />

cruce entre opinión y narración, lo más parecido a un ensayo acronicado<br />

o a una crónica ensayística dividida en tres o cuatro actos. […] Cada domingo<br />

sorprendía al lector por los cambios de tema: pasaba del escándalo<br />

del momento a un recuerdo de juventud, a una apasionada reseña literaria,<br />

a un divertimento en clave de sátira sobre un político de sus desafectos<br />

o traía a colación una entrevista polémica».<br />

Como marcas de su estilo coloquial señala los giros verbales, los dichos<br />

del refranero popular, las metáforas y las analogías, la frase contundente<br />

y sentenciosa, las anécdotas reveladoras, el tono irónico, los diminutivos,<br />

los epítetos, la soltura narrativa, las sátiras, las parábolas, los ejemplos<br />

familiares y las observaciones finas y aparentemente casuales sobre los<br />

17


<strong>Tinta</strong> <strong>indeleble</strong><br />

temas más complejos. Como hombre sencillo que era, hizo del sentido<br />

común el pivote de su argumentación, con lo que logró demostrar las<br />

tesis más audaces sin dar lugar a refutación del adversario.<br />

El lector de esta antología podrá descubrir en los textos de <strong>Guillermo</strong><br />

<strong>Cano</strong> comparaciones iluminadoras con intención crítica, frases sentenciosas<br />

en estilo aforístico, exageraciones propias del legado de sus<br />

ancestros antioqueños, figuras y tropos y preguntas retóricas como recurso<br />

frecuente para provocar al lector. Observará el afinado don de la<br />

predicción que tuvo, fruto no del adivino, sino de quien conoce a fondo<br />

lo que pasa, porque está ahí, en cada hora, haciendo seguimiento a la<br />

historia cotidiana. Y tendrá quizás, al dar vuelta a la última página de este<br />

libro, una sensación de despojo similar a la que tuvo Maryluz Vallejo; esa<br />

sensación de que «sus enemigos nos privaron de la posibilidad de seguir<br />

leyéndolo todos estos años porque aunque él creía que era una voz que<br />

clamaba en el desierto, esa voz quedó replicando».<br />

Testimonio de una <strong>vida</strong> digna de ser vi<strong>vida</strong><br />

<strong>Guillermo</strong> <strong>Cano</strong> tenía 27 años cuando fue nombrado director de El Espectador,<br />

y ya llevaba ocho trajinando en los talleres y la sala de redacción<br />

del diario.<br />

¿Qué tenía este hombre para que Eduardo Zalamea Borda, al referirse<br />

a él, hablara de la acción de fuerzas extrañas que solo singularmente y<br />

por feliz capricho de los dioses se conjugan en una persona para hacerla<br />

distinta de las demás y mejor?<br />

¿Por qué nada fue igual después del asesinato de <strong>Guillermo</strong> <strong>Cano</strong>, ni<br />

en su familia, ni en El Espectador ni en el periodismo colombiano?<br />

¿Cómo fue la <strong>vida</strong> de quien ejerció el periodismo como una misión,<br />

fue vocero de la conciencia ciudadana durante 42 años, hizo de su periódico<br />

un territorio fértil para las ideas y la creación, y de su familia su<br />

tesoro?<br />

En «Una <strong>vida</strong> digna de ser vi<strong>vida</strong>», Jorge Cardona Alzate nos da las<br />

claves para responder esas preguntas. Este retrato de <strong>Guillermo</strong> <strong>Cano</strong>, el<br />

testimonio de su <strong>vida</strong>, supuso una profunda investigación detrás de las<br />

voces vivas que pudieran hablar del personaje y un exhaustivo trabajo de<br />

hemeroteca tras las fuentes documentales que permitieran reunir datos,<br />

explicaciones, contextos, descripciones, hechos o historias que aportaran<br />

en la construcción de una semblanza posible del personaje. El implacable<br />

paso del tiempo trajo las dificultades propias de no contar hoy<br />

18


Presentación<br />

con los recuerdos de muchas de las personas que compartieron con <strong>Guillermo</strong><br />

<strong>Cano</strong> su infancia, su juventud y sus primeros años en El Espectador.<br />

Dar estructura y armonía al enorme acervo documental recogido en<br />

el proceso de investigación; procesar, organizar y valorar el producto de<br />

más de 32 entrevistas en profundidad y ensamblar las piezas que cruzarían<br />

los caminos de la historia personal de <strong>Guillermo</strong> <strong>Cano</strong>, la del diario<br />

El Espectador, la del país y la de quienes apelaron a la memoria para recordarlo,<br />

fue el gran reto de Jorge Cardona.<br />

Paralelo a este trabajo estuvo la investigación histórica sobre la <strong>vida</strong> y<br />

<strong>obra</strong> de <strong>Guillermo</strong> <strong>Cano</strong>, en manos de María José París, desarrollada en<br />

el centro de documentación de El Espectador y la Biblioteca Luis Ángel<br />

Arango en Bogotá. Comprendió la búsqueda de información sobre los<br />

años de la presencia de <strong>Guillermo</strong> <strong>Cano</strong> en el periódico entre 1944 y<br />

1986, un proceso que significó también trazar una cronología del periodismo<br />

colombiano, del devenir particular de El Espectador y de la sucesión<br />

de acontecimientos que vivían Colombia y el mundo.<br />

Encontrar los textos de <strong>Guillermo</strong> <strong>Cano</strong> supuso revisar página por<br />

página las ediciones del diario publicadas en ese periodo, de tal forma<br />

que queda concluida la primera fase de acopio e interpretación de la<br />

<strong>obra</strong> periodística de <strong>Guillermo</strong> <strong>Cano</strong>, específicamente de aquella que<br />

apareció firmada por él o con los seudónimos de «Conchito» y «Analítico».<br />

Y supuso también, como le sucedió a Carlos Mario Correa, sufrir<br />

el dolor de ver en la sede de los archivos de El Espectador páginas rotas,<br />

arrancadas en su totalidad y notas cortadas con bisturí, particularmente<br />

en los tomos que corresponden a la época de la violencia de los años 50<br />

o a los contenidos sobre narcotráfico de los años 80.<br />

Sin duda «Una <strong>vida</strong> digna de ser vi<strong>vida</strong>» permitirá a los lectores conocer<br />

mejor a <strong>Guillermo</strong> <strong>Cano</strong>, entender el significado del compromiso<br />

que adquirió una vez cruzó la puerta de El Espectador equipado de esa<br />

terrible determinación de carácter que apreció García Márquez y valorar<br />

el legado de la <strong>vida</strong> y la <strong>obra</strong> de un periodista único.<br />

Finalmente, acompaña la presentación de este libro un mensaje de<br />

la Directora General de la Unesco, Irina Bokova, en el que resalta el<br />

significado y el papel vital que ha tenido el Premio Mundial de la Libertad<br />

de Prensa Unesco/<strong>Guillermo</strong> <strong>Cano</strong> en la lucha global por la libertad de expresión<br />

y la libertad de prensa, así como en el aumento de la conciencia<br />

ciudadana sobre el valor de este derecho universal.<br />

Para la Fundación <strong>Guillermo</strong> <strong>Cano</strong> Isaza ha sido motivo de regocijo<br />

impulsar desde 1997 este premio que lleva el nombre de una voz colombiana<br />

que, como las voces de todos los galardonados hasta el momento,<br />

19


<strong>Tinta</strong> <strong>indeleble</strong><br />

dignifica el ejercicio del periodismo y muestra la urgencia de afianzar,<br />

propiciar y fomentar los valores esenciales de la profesión.<br />

El periodismo encuentra en Ahmad Zeidabadi (Irán, 2011), Mónica<br />

González (Chile, 2010), Lasantha Wickrematunge (Sri Lanka, 2009),<br />

Lydia Cacho (México, 2008), Anna Politkóvskaya (Federación de Rusia,<br />

2007), May Chidiac (Líbano, 2006), Cheng Yizhong (China, 2005), Raúl<br />

Rivero (Cuba, 2004), Amira Hass (Israel, 2003), Geoffrey Nyarota (Zimbabwe,<br />

2002), U Win Tin (Myanmar, 2001), Nizar Nayyouf (Siria, 2000),<br />

Jesús Blancornelas (México, 1999), Christina Anyanwu (Nigeria, 1998) y<br />

Gao Yu (China, 1997) voces claras, humanas y contundentes. Voces que<br />

investigan. Voces que comunican lo que muchos quieren ocultar. Voces<br />

responsables. Voces valientes. Voces sin ataduras. Voces que fiscalizan los<br />

poderes. Voces que no mienten. Voces que comprenden el derecho del<br />

ciudadano a conocer, a saber, a estar bien informado.<br />

Resaltar y fomentar el trabajo de periodistas que en el mundo ennoblecen<br />

con su coraje y valentía esa labor cotidiana de observar, reportear,<br />

investigar e interpretar lo que sucede a su alrededor es un compromiso<br />

que renueva cada año la Fundación <strong>Guillermo</strong> <strong>Cano</strong> con este premio.<br />

Finalmente, creemos que <strong>Tinta</strong> <strong>indeleble</strong>: <strong>Guillermo</strong> <strong>Cano</strong>, <strong>vida</strong> y <strong>obra</strong><br />

conjuga todo lo que tiene el ejercicio del periodismo de encanto, compromiso,<br />

responsabilidad, entrega, presión, dolor, alegría y satisfacción.<br />

Esperamos que lo disfruten.<br />

MARISOL CANO BUSQUETS<br />

Directora Fundación <strong>Guillermo</strong> <strong>Cano</strong> Isaza<br />

20


Mensaje de la Señora Irina Bokova,<br />

Directora General de la unesco<br />

Imagínese usted ser enviado a prisión por escribir y publicar sus pensamientos<br />

e ideas. Esto es suficiente para que a la mayoría de nosotros nos<br />

den escalofríos. También es suficiente para que muchos decidan guardar<br />

silencio. Imagínese otra vez ser enviado a prisión no solo una o dos veces<br />

sino tres, en una celda del tamaño de un armario por algunos años.<br />

Esta es la realidad a la que los condecorados con el Premio Mundial de<br />

la Libertad de Prensa Unesco/<strong>Guillermo</strong> <strong>Cano</strong> deben enfrentarse por escribir<br />

o decir lo que piensan. Mientras escribimos estas palabras, el periodista<br />

iraní Ahmad Zeidabadi, ganador del premio en 2011, se consume en la<br />

prisión de Evin al noroccidente de Teherán. Los condecorados han sufrido<br />

amenazas y acoso, han sido intimidados, han sufrido abuso físico o han<br />

estado presos. Menciono los nombres de Mónica González (Chile), Lydia<br />

Cacho (México), May Chidiac (Líbano), Cheng Yizhong (China), Raúl<br />

Rivero (Cuba), Amira Hass (Israel), Geoffrey Nyarota (Zimbawe), U Win<br />

Tin (Myanmar), Nizar Nayyouf (Siria), Jesús Blancornelas (México), Cristina<br />

Anyanwu (Nigeria) y Gao Yu (China). Otros condecorados pagaron<br />

con el precio extremo su defensa incesante por la libertad de prensa y por<br />

la libertad de expresión. Ana Politkovskaya (Rusia) y Lasantha Wickrematunge<br />

(Sri Lanka) fueron asesinadas en 2006 y 2009 respectivamente,<br />

para silenciar su trabajo periodístico.<br />

El nombre de este Premio es un homenaje al coraje excepcional del<br />

periodista colombiano <strong>Guillermo</strong> <strong>Cano</strong> quien en la noche del 17 de diciembre<br />

de 1986, al salir de la sede de su periódico, El Espectador, fue asesinado<br />

de manera despiadada en Bogotá. En ese momento, El Espectador<br />

era el único medio que denunciaba los actos de las mafias del narcotráfico<br />

en Colombia. <strong>Guillermo</strong> <strong>Cano</strong> también pagó el precio más alto por<br />

ejercer su derecho a la libertad de expresión.<br />

Los quince condecorados con este Premio son de diferentes países,<br />

pertenecen a contextos heterogéneos y a afiliaciones políticas diversas.<br />

21


<strong>Tinta</strong> <strong>indeleble</strong><br />

Sin embargo, con todas sus diferencias, ellos portan el mismo mensaje,<br />

ese mensaje de libertad. En tanto agencia especializada de las Naciones<br />

Unidas con un mandato específico para promover el flujo libre de ideas<br />

en palabra y en imagen, la UNESCO resiste al lado de ellos y aboga por la<br />

libertad de expresión en todos los rincones del mundo.<br />

Desde 1997, el 3 de mayo se celebra el Día de la Libertad de Prensa,<br />

fecha en la cual se otorga el Premio Mundial de la Libertad de Prensa Unesco/<br />

<strong>Guillermo</strong> <strong>Cano</strong> a un individuo o a una organización que ha defendido y<br />

promovido la libertad de expresión en cualquier parte del mundo, especialmente<br />

en aquellos casos en los que con sus acciones hayan puesto en<br />

riesgo su <strong>vida</strong>. De esta forma, celebramos y reconocemos su coraje y su<br />

perseverancia a pesar de los peligros que ellos y sus familias han tenido<br />

que afrontar. Es también nuestra manera de homenajear sus luchas y<br />

su memoria. En esta oportunidad deseo rendir un especial tributo a la<br />

esposa de <strong>Guillermo</strong> <strong>Cano</strong>, señora Ana María Busquets de <strong>Cano</strong>, y a sus<br />

hijos, por su determinación a la hora de defender la causa de la libertad<br />

y mantener su lucha en contra del crimen organizado y la corrupción.<br />

Debemos hacer más para fortalecer la seguridad de los periodistas y<br />

de todos los trabajadores de los medios de comunicación en el mundo.<br />

Es por esto que la UNESCO ha unido sus esfuerzos con otras agencias de<br />

las Naciones Unidas para crear nuevas formas articuladas de acción que<br />

hagan más eficaces los mecanismos ya existentes en las Naciones Unidas,<br />

con los que sea posible aumentar la cooperación con los Estados<br />

Miembros y organizaciones profesionales asociadas y se pueda ampliar<br />

la conciencia sobre este delicado tema en toda la sociedad.<br />

A este respecto, el Consejo Intergubernamental del Programa Internacional<br />

de la UNESCO para el Desarrollo de la Comunicación aprobó<br />

un Plan de Acción cuando se reunió del 21 al 23 de marzo de 2012. El<br />

Consejo también consideró mi tercer Informe sobre la seguridad de los periodistas<br />

y el problema de la impunidad, que proporciona un panorama sobre<br />

los asesinatos de periodistas y de las respuestas recibidas por la UNESCO<br />

acerca de los procesos judiciales encauzados en relación con cada uno<br />

de estos homicidios.<br />

En un contexto en el que más de 500 periodistas y trabajadores de los<br />

medios de comunicación fueron asesinados en la década pasada, el Premio<br />

Mundial de la Libertad de Prensa Unesco/<strong>Guillermo</strong> <strong>Cano</strong> para la Libertad de<br />

Prensa representa un papel vital en la lucha global por la libertad de expresión<br />

en los medios de comunicación. El Premio se ha convertido en<br />

una herramienta poderosa para aumentar la conciencia sobre la importancia<br />

de la libertad de expresión y de la libertad de prensa. Cada año<br />

más y más personas celebran el Día de la Libertad de Prensa y muestran<br />

22


Presentación<br />

que <strong>Guillermo</strong> <strong>Cano</strong> no murió en vano. Su legado es crucial en nuestra<br />

lucha colectiva para la libertad de expresión y en contra de los ataques a<br />

periodistas y trabajadores de los medios de comunicación.<br />

10 de febrero del 2012<br />

23


Una <strong>vida</strong> digna<br />

de ser vi<strong>vida</strong>


Una <strong>vida</strong> digna de ser vi<strong>vida</strong><br />

Por Jorge Cardona Alzate<br />

1. El nuevo director<br />

Los asaltantes estuvieron a veinte pasos de la familia que decidió reunirse<br />

en un mirador del edificio a esperar el ataque. Pero no subieron al<br />

décimo piso. «Borrachos de fuego», saquearon la caja de caudales del<br />

periódico, destruyeron las bicicletas de los repartidores, pincharon a navajazos<br />

las llantas de los vehículos, botaron a la calle máquinas de escribir,<br />

muebles, libros, cuadros o papeles. En la primera agresión del día ya habían<br />

pisoteado y destruido la edición que estaba lista para ser distribuida.<br />

Y centenares de volúmenes de la irreparable colección de El Espectador<br />

ardieron como combustible del incendio. Ese sábado 6 de septiembre de<br />

1952, desde su periscopio en el décimo piso del edificio Monserrate sobre<br />

la avenida Jiménez, constatando lo que fue capaz de hacer una turba de<br />

hombres enloquecidos por el fanatismo para vengar en otros el asesinato<br />

de cinco policías en Tolima, <strong>Guillermo</strong> <strong>Cano</strong> Isaza terminó de convencerse<br />

que había llegado su hora. La llama voraz y las columnas de humo en<br />

El Espectador, El Tiempo, la Dirección Liberal y las casas de los dirigentes<br />

Alfonso López Pumarejo y Carlos Lleras Restrepo terminaron <strong>obra</strong>ndo<br />

como antesala a una decisión que se venía amasando en colectivo y que se<br />

hizo pública once días después a través de un pequeño aviso situado en la<br />

esquina superior izquierda de la edición número 13 469, en el año 65 del<br />

periódico: su designación como director de El Espectador.<br />

Tenía 27 años, llevaba ocho desde su ingreso al periódico al día siguiente<br />

de culminar su bachillerato en el Gimnasio Moderno y, en medio<br />

del agite de un país envenenado por la violencia partidista, el 17 de septiembre<br />

de 1952 tomaba la batuta que antes habían portado su abuelo,<br />

su tío y su padre desde el 22 de marzo de 1887 a la fecha. Como quedó<br />

ratificado en el primer editorial después del incendio, no era la primera<br />

vez que El Espectador se veía forzado a interrumpir su diálogo cotidiano<br />

27


<strong>Tinta</strong> <strong>indeleble</strong><br />

con el público. Solo que esta vez no eran resoluciones oficiales, guerras<br />

civiles o circunstancias políticas las razones del súbito silencio. Era el<br />

asalto, el saqueo y el incendio cometidos a plena luz del día, «bajo la<br />

bandera de la colecti<strong>vida</strong>d que detentaba el poder y con el beneplácito,<br />

la complicidad y aun la colaboración de las autoridades». Gobernaba<br />

Laureano Gómez, elegido hasta 1954 pero alejado del mando por enfermedad,<br />

y desde el 5 de noviembre de 1951, en su reemplazo lo hacía su<br />

ministro de guerra Roberto Urdaneta. El jefe encargado de la censura<br />

de prensa era Hernando de Velasco Álvarez, quien respondió a los graves<br />

hechos apurándose a prohibir cualquier publicación o radiodifusión<br />

que pudiera originar intranquilidad pública, incluyendo las alusiones o<br />

comentarios sobre los sucesos del 6 de septiembre.<br />

Una cadena de acontecimientos que comenzó a fraguarse desde el<br />

martes 2, tras un ataque de guerrilleros liberales en el Tolima, donde<br />

cayeron asesinados cinco policías. Sus cadáveres fueron trasladados a Bogotá<br />

y colocados en cámara ardiente en una división de la Policía frente<br />

al Palacio Presidencial. Se hicieron fotografías de los cuerpos mutilados<br />

que fueron distribuidas y publicadas en algunos periódicos. A varias unidades<br />

de la institución se les obligó a desfilar frente a los féretros abiertos<br />

de sus compañeros caídos. Hacia el mediodía del sábado 6 de septiembre,<br />

se inició su sepelio con un desfile fúnebre por la carrera 7ª hasta el<br />

Cementerio Central, con participación de funcionarios del gobierno. El<br />

propio presidente encargado Urdaneta hizo presencia en las exequias<br />

acompañado de varios ministros y un contingente de empleados públicos<br />

y personal uniformado. Hacia las dos de la tarde, portando banderas<br />

azules y gritando consignas contra el liberalismo, una muchedumbre encabezada<br />

por detectives y policías regresó al centro de la ciudad y, a una<br />

señal convenida, la emprendió contra las instalaciones del periódico El<br />

Tiempo ubicadas en la avenida Jiménez con carrera 7ª. Primero atacó con<br />

piedras el edificio. Luego, blandiendo machetes y varillas o rociando<br />

gasolina a su paso, los vándalos procedieron al asalto. En pocos minutos,<br />

por las ventanas rotas caían a la calle cuadros, escritorios o máquinas de<br />

escribir, mientras el fuego cumplía su oficio.<br />

A esa misma hora, en uno de los apartamentos de la familia <strong>Cano</strong><br />

Isaza que vivía en los pisos noveno y décimo del edificio Monserrate,<br />

en cuyos primeros niveles compartían oficinas El Espectador y la empresa<br />

multinacional Esso, se adelantaba una animada reunión social. Con presencia<br />

de la prometida de <strong>Guillermo</strong> <strong>Cano</strong>, la joven catalana Ana María<br />

Busquets, se despedía a la amiga y colaboradora Inés Gutiérrez de Montaña,<br />

quien partía con su familia hacia Estados Unidos. El ataque de un<br />

28


Una <strong>vida</strong> digna de ser vi<strong>vida</strong><br />

grupo de los salteadores que se habían ensañado contra El Tiempo alteró<br />

su velada cuando la emprendió contra la sede del periódico frente a la<br />

mirada impertérrita de varios policías. En media hora destruyeron la edición<br />

y tras causar otros destrozos huyeron por la carrera 5ª. El momento<br />

de calma fue utilizado para disolver la reunión social y ordenar al personal<br />

de El Espectador que aún laboraba en los primeros pisos abandonar<br />

las oficinas. En persona, <strong>Guillermo</strong> <strong>Cano</strong> impartió las instrucciones e<br />

invitó al jefe de redacción José Salgar, al jefe de información Darío Bautista<br />

y al encargado de archivos Enrique Alvarado a subir al décimo piso,<br />

donde habían quedado el entonces director Gabriel <strong>Cano</strong> Villegas, su<br />

esposa Luz Isaza, el subgerente Alfonso <strong>Cano</strong> Isaza, el jefe de anuncios<br />

Fidel <strong>Cano</strong> Isaza, dos amigos de la familia, el poeta «Ciro Mendía» y <strong>Guillermo</strong><br />

Aldana, y dos empleadas domésticas. Cuando el grupo evaluaba<br />

lo sucedido en El Tiempo y El Espectador y llegaban noticias de un tercer<br />

incendio en los talleres del periódico de los Santos en el barrio Ricaurte,<br />

regresó la alarma.<br />

La turba atacó primero la sede de la Dirección Liberal situada en<br />

el costado norte del parque Santander y luego retornó a El Tiempo y El<br />

Espectador. En poco tiempo, utilizando dinamita y barras para forzar las<br />

puertas, y gasolina para avivar los incendios, consumaron su agresión.<br />

En el edificio Monserrate, tras la destrucción de muebles y archivos, los<br />

asaltantes continuaron robando hasta el noveno piso. Los detuvo una sólida<br />

puerta de acero que no pudieron tumbar. Entonces se devolvieron y<br />

se encaminaron hacia su nuevo blanco: la casa del expresidente Alfonso<br />

López Pumarejo ubicada a veinte pasos de la del presidente encargado<br />

Roberto Urdaneta, junto al sector de la capilla de los protestantes, en<br />

la calle 24 con carrera 5ª. En asunto de minutos, con teas encendidas<br />

y acciones de hurto en las habitaciones, quemaron el inmueble. Insatisfechos,<br />

hacia las 8:30 de la noche se enrumbaron hacia la casa del<br />

dirigente liberal Carlos Lleras Restrepo, ubicada entre la avenida Chile<br />

y la embajada de México, a la altura de la calle 70. Advertido del ataque,<br />

Lleras despidió a los invitados que asistían a una fiesta infantil por el<br />

cumpleaños de su hija y esperó a los asaltantes con cuatro personas de su<br />

confianza. Pistola en mano, hasta donde pudo defendió su casa. Cuando<br />

los facinerosos lograron su objetivo, Lleras y sus amigos huyeron por el<br />

techo hasta la embajada de México, donde les dieron protección.<br />

Al día siguiente, el presidente Urdaneta se justificó diciendo que después<br />

de asistir a los funerales de los policías asesinados, se había ido para<br />

su hacienda San Diego en el vecino municipio de Funza y nadie le avisó<br />

porque además no tenía teléfono. Insólita explicación no menos desconcertante<br />

que la aportada por el Ejército que argumentó no haber<br />

29


<strong>Tinta</strong> <strong>indeleble</strong><br />

intervenido para evitar un choque sangriento con la Policía, en tácita<br />

aceptación de que personal de esta institución estaba involucrado en los<br />

ataques. En contravía, dos ministros y el arzobispo primado declararon<br />

que nadie quiso atender sus insistentes reclamos para que las autoridades<br />

actuaran contra los vándalos. Tanto la Procuraduría como la justicia<br />

penal admitieron la premeditación pero nunca dieron con los responsables<br />

de los desmanes. El Tiempo circuló al día siguiente con la imagen<br />

en primera plana de una antorcha enhiesta sobre un edificio erguido. El<br />

Espectador tuvo que demorarse por los daños y la primera sugerencia fue<br />

que quien tuviera máquina de escribir en casa la prestara pues no quedó<br />

una sola con sus teclas. Luego los empleados empezaron a rebuscar entre<br />

los escombros sus objetos de valor. Lo resumió Eduardo Zalamea con<br />

una cruel paradoja: «Cada uno tuvo su particular montoncito de cenizas,<br />

su lote de llamas, su parte de humo». En el cuarto oscuro de fotografía<br />

apareció el cadáver de uno de los asaltantes.<br />

El martes 16 de septiembre reapareció el periódico con una fotografía<br />

suficiente, con el busto ladeado del fundador Fidel <strong>Cano</strong> como asomado<br />

por una ventana de rejas calcinadas, y un texto de 20 líneas firmado por<br />

Luis <strong>Cano</strong> en el cual reseñaba las luchas del periódico. En contraste, en<br />

la parte superior izquierda, la nota oficial con la misiva del jefe de censura<br />

de prensa amenazando con suspensión temporal o indefinida ante<br />

cualquier publicación provocadora y la correspondiente resolución del<br />

gobierno estableciendo el alcance legal de la censura. Al día siguiente<br />

fue anunciado el nuevo director, que tuvo que esperar un año para publicar<br />

su versión. Lo hizo a través de una crónica titulada «La jornada del<br />

6 de septiembre», en la cual describió, paso a paso, desde el ataque de<br />

los fanáticos o la pasi<strong>vida</strong>d de las autoridades, hasta la revisión final de su<br />

apartamento del noveno piso, donde constató que los asaltantes también<br />

le hurtaron un radio, un vestido, parte de su ajuar de matrimonio y unos<br />

zapatos. A cambio le dejaron unas botas «de inconfundible procedencia<br />

policial». Dejando intuir su persistencia por la verdad, en el mismo escrito,<br />

además de la narración de los hechos, no omitió uno solo de los<br />

interrogantes sin respuesta sobre las intenciones ocultas del ataque, reclamando<br />

al poder judicial una explicación satisfactoria que nunca llegó.<br />

2. El legado<br />

En su columna «La ciudad y el mundo», bajo el seudónimo «Ulises» que<br />

lo hizo célebre en las páginas editoriales del periódico, el escritor y periodista<br />

Eduardo Zalamea Borda fue el primero en saludar las condiciones<br />

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