revista del seminario revista - Seminario Conciliar de Madrid

por Ernesto González
Pastoral
ACTIVIDADES PASTORAL DE 2º CURSO
TRAS LAS HUELLAS DE SAN JOSÉ
Los seminaristas del segundo
curso han descubierto en solo
un año y medio de actividad
pastoral en las parroquias de la capital
las virtudes esenciales de san José:
la paciencia, la obediencia y la fe.
Según Juan Hernández, destinado a la
Parroquia Nuestra Señora de las
Delicias, esta pastoral ayuda a “descubrir
la grandeza de lo pequeño, de
lo cotidiano”.
Esta formación se ha concretado en
cuatro experiencias básicas: la catequesis,
el servicio en la misa, la confianza
de los feligreses y el sacrificio
de los sacerdotes. Aunque no todos
los seminaristas la viven del mismo
modo, todos, en cambio, han expresado
su asombro en el efecto que la
pastoral ha tenido en el desarrollo de
su vocación.
La catequesis se imparte a niños y
jóvenes de distintas etapas de iniciación
cristiana. Muchos, como Ernesto
Balda, en la Parroquia de la Epifanía
del Señor se encuentran catequizando
a jóvenes de su misma edad, y dice
que con ello se entabla “una amistad
similar a la que se da entre amigos
«iguales», pero con una confianza
distinta”. Por su parte, Eugenio Pérez
en la Parroquia San Benito Menni
aclara que esta confianza nace de
“una autoridad exterior: la de ser
seminarista”.
Respecto al servicio del Señor en la
Misa, Cristian Fleitas comentando
cual debe ser la actitud del seminarista
en el altar dice que “uno tiene
que servir a Dios como Él quiere en
cada momento”. Ésta es la disposición
que tuvo que tener Diego
Andrés en la Parroquia San Mateo de
Villaverde cuando le encargaron llevar
la comunión a una persona
mayor. Diego nos cuenta que se sintió
profundamente conmovido por
la “la fe y la humildad con que la
recibió”.
“Los seminaristas
de segundo curso
han descubierto las
virtudes esenciales
de san José: la
paciencia, la obediencia
y la fe”
Por otra parte, todos los seminaristas
han experimentado la facilidad con
que los fieles les manifiestan sus
vidas y sus problemas; no lo hacen
buscando consejos, lo que quieren es
que alguien los escuche, y confían en
ellos solamente porque son seminaristas.
Esta vivencia es la que abre al
seminarista a la centralidad de la pastoral:
el sacrificio de los sacerdotes
por cada persona de su parroquia. “La
realidad de la vocación -como la describe
Eugenio Pérez- consiste en
querer más a la gente de tu parroquia
que a uno mismo”.
Sin duda la formación pastoral está
dejando una profunda huella en la
conciencia de los seminaristas.
Lodyk, destinado a la Parroquia de
Sto. Domingo de Guzmán, lo expresa
del siguiente modo: “Cuando me
imagino siendo sacerdote me veo en
mi parroquia de pastoral”. Pero,
como suele suceder en la pedagogía
divina, también entre las profundas
verdades adquiridas hay algunas
mucho más “prácticas”, pues, como
dice un sonriente Gonzalo Arroyo, “la
clave de un buen campamento es una
piscinita”.
Javier Andrés y Ernesto Balda en peregrinación a Lourdes con un grupo de
jóvenes de la Parroquia de la Epifanía del Señor
Enero - Febrero - Marzo 7