FIRÃ: LA LLAMARADA VERTICAL - Senderoxtrem
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C U A D E R N O S T É C N I C O S<br />
EDITORIAL<br />
Pasión y vocación<br />
La mayoría de los que amamos la montaña nos hemos acercado<br />
a ella movidos por una inexplicable sensación que se mueve<br />
entre la búsqueda de la libertad y un inefable anhelo atávico.<br />
Así que básicamente es un territorio en el que disfrutar, mejorar<br />
como personas y sentirnos más libres y mucho más humanos y<br />
felices, además de asombrarnos con las maravillas del planeta.<br />
Es por esto que a veces cuesta hablar de la parte negativa<br />
de la actividad, que existe y que es absolutamente indisoluble de<br />
la positiva; es la que en cierta forma le da uno de sus sentidos<br />
más profundos: el riesgo, que inevitablemente puede acarrear la<br />
negativa consecuencia de un accidente.<br />
Pero existen, están ahí, y no es posible ignorarlos. Aunque algunos<br />
lo hagan, minusvalorando por ignorancia la montaña. Este<br />
invierno, por desgracia, hemos tenido unos cuantos ejemplos de<br />
estas actitudes en las montañas peninsulares.<br />
Sin embargo, hay quien hace ya muchos años que decidió<br />
dedicar los esfuerzos de su vida y de su vocación a ayudar a<br />
que la parte más oscura del alpinismo y las actividades de montaña<br />
fuera lo más humana y menor posible. Y aunque nunca sea<br />
agradable hablar de accidentes, ni de rescates, creemos que es<br />
hora de dar el justo homenaje que merecen las personas que<br />
como José Ramón Morandeira, María Antonia Nerín, y muchos<br />
otros, dedican su vida, sus esfuerzos y su profesión a ayudar a<br />
los demás en estos trances, y a que estos tengan la menor repercusión<br />
posible.<br />
Hablar de la vida de José Ramón Morandeira es hablar de<br />
una parte muy importante de la historia de los rescates de montaña<br />
en España, pero sobre todo de la evolución de los estudios<br />
de medicina de montaña en este país, y del servicio de rescate<br />
medicalizado. Su pasión por la montaña y su vocación médica<br />
se unieron pronto en su vida hasta que hoy, muy cercana la fecha<br />
de su jubilación, puede retirarse sabiendo que todos sus<br />
esfuerzos han dado sus frutos…por suerte para los montañeros.<br />
Han cambiado mucho las cosas desde que José Ramón, junto a<br />
muchos otros a los que homenajeamos en su nombre, comenzó a<br />
defender el derecho del montañero a un rescate y un tratamiento<br />
médico no sólo con posterioridad, sino en el mismo lugar del<br />
accidente.<br />
Quizás hay quien no considere interesante este tema, e incluso<br />
muchos otros preferirán pasar sobre el como de puntillas,<br />
mirando para otro lado al llegar a la larga entrevista que con él<br />
y con la receptora de su testigo, la doctora María Antonia Nerín<br />
hemos tenido. Pero sería un error. Es interesantísima, y al terminar<br />
de leerla, además de haber disfrutado, se entiende el porqué<br />
de muchas cosas, y se asume que determinadas actuaciones<br />
de las que nos favorecemos con naturalidad los montañeros no<br />
han surgido de la nada. Ha habido que luchar mucho para que<br />
sean así. Quizás eso nos ayude a considerarlas en su verdadero<br />
valor.<br />
Por supuesto no nos olvidamos de lo fundamental: llega la<br />
primavera. Así que sustituimos la nieve (aún tan abundante en<br />
nuestras montañas…) por la roca en la temática de este Cuaderno.<br />
Que lo disfrutéis. Y especialmente, que disfrutéis de esta primavera<br />
que ya está explotando.<br />
<br />
Jorge Chueca Blasco