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Vinos falsos - diasiete.com

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la reconocida bodega château margaux “jamás envasaría uno de<br />

sus vinos en una botella estilo riojana (botella medio vacía)”,<br />

asegura el sommelier del club de industriales, manuel orgaz.<br />

Una de las cosas que quiere hacer el amigo de la protagonista<br />

de la serie The Big C (El gran cáncer) antes<br />

de morir es tener en sus manos una botella de Lafite<br />

Rothschild. Se trata de un vino proveniente de una<br />

antigua bodega de Burdeos, Francia, que cuenta con<br />

una gran historia y enorme prestigio al tener entre sus<br />

férreos cultores a personajes tan importantes <strong>com</strong>o Thomas<br />

Jefferson o el Mariscal de Richelieu, entre otros.<br />

La cosecha a que hace alusión el actor alcanza una cotización<br />

de casi 7,000 dólares en el mercado, por lo que la<br />

encantadora Laura Linney, protagonista de la serie, opta por<br />

regalarle un Lafite Rothschild, pero de 2007, cuyo precio nada<br />

desdeñable oscila entre los 15 mil y 20 mil pesos mexicanos.<br />

“Todas las etiquetas parecen iguales, así que podemos<br />

fingir que tomamos una botella de vino ridículamente cara,<br />

pero a precio muy rebajado”, dice la actriz.<br />

Su amigo entrañable le contesta: “Bueno, <strong>com</strong>o dice<br />

mi colega, no es el vino lo que cuenta, sino la gente con la<br />

que lo bebes”.<br />

Más allá de las cuestiones sentimentales que rodean<br />

a esta deliciosa práctica, el consumo de vinos ha alcanzado<br />

un enorme prestigio en nuestras sociedades y son cada vez<br />

más numerosas las reuniones en donde la bebida proverbial<br />

es gran tema de conversación; no faltan entonces los “entendidos”<br />

dispuestos a documentar al iniciado más desprevenido<br />

en pos de un ejercicio no exento de cierto esnobismo.<br />

El dibujante argentino Quino, creador de la célebre Mafalda,<br />

es un gran conocedor del vino y al mismo tiempo una<br />

persona que se muestra bastante reticente a la moda expandida<br />

por “los sabios”. “Una vez alguien dijo que los que más<br />

saben de vino son los borrachos y no los críticos que hablan<br />

del sabor de terciopelo y esas chorradas. Lo importante es que<br />

los vinos están cada vez más caros y que para que un vino sea<br />

bueno uno debe gastar mucho dinero, lamentablemente”, dijo<br />

el humorista en una entrevista realizada en 2004.<br />

Lo cierto es no es sólo el precio lo que define un buen<br />

vino. Símbolo de lo que puede considerarse un concepto genuino<br />

de cómo disfrutar lo hermoso de la vida, la bebida del<br />

dios Baco tiene una gran carga espiritual al punto de convertirse,<br />

<strong>com</strong>o vimos, en el deseo primario de un enfermo terminal.<br />

La influencia de esta nueva costumbre de las sociedades<br />

ricas ha llegado a la mismísima China, donde gran parte<br />

de su enorme masa de habitantes se ha volcado de lleno al<br />

consumo vitivinícola. Se sabe que allende la muralla no sólo<br />

fue la Revolución Cultural de los sesenta lo que cambió para<br />

siempre la historia del gigante asiático, sino también esa gran<br />

transformación que los chinos lograron<br />

afuera de su territorio, imitando, duplicando<br />

hasta la fascinación, los caros<br />

objetos que hacen perder la cabeza<br />

a los consumidores de Occidente.<br />

Mientras Estados Unidos se esfuerza<br />

por perpetuar su supremacía<br />

mundial a fuerza de invasiones, películas<br />

de Hollywood y demás linduras<br />

de dominación, los chinos lo intentan<br />

a base de bolsos Louis Vuitton, lentes Ray Ban y hasta <strong>com</strong>putadoras<br />

Apple de imitación. Va de suyo: los asiáticos le han<br />

pegado al capitalismo donde más le duele.<br />

El vino no está exento de esta costumbre de hacer verdadero<br />

lo falso y es así <strong>com</strong>o en China usted puede <strong>com</strong>prar una<br />

botella del tan mentado Château Lafite a ¡15 dólares!<br />

Alimentando el creciente mercado de los vinos <strong>falsos</strong>, un<br />

estigma que aunque muchos bodegueros e importadores se<br />

nieguen a admitir frente a los medios, está causando serios<br />

perjuicios en la industria vitivinícola mundial. Los falsificadores<br />

tratan de satisfacer así un consumo creciente que nada<br />

tiene que ver con el gusto por el vino, acendrado <strong>com</strong>o está<br />

en la cuestión de la imagen y de la moda.<br />

China se convirtió en 2010 en el primer cliente de la región<br />

de Burdeos y el Château Lafite, en el caldo preferido por<br />

los habitantes de este país, según un reportaje de la agencia<br />

France Press publicado en el pasado agosto.<br />

“Algunas personas con poder adquisitivo pueden gastar<br />

hasta 7,700 dólares por un Château Lafite Rothschild 1982<br />

y uno de los síntomas de la creciente afición asiática al producto<br />

es la apertura de centros de cata y de formación”,<br />

cuenta la nota.<br />

Agua edulcorada, colorantes y aromas artificiales definen<br />

la “calidad” de los vinos <strong>falsos</strong> que han aparecido en<br />

gran cantidad en China. Se trata obviamente de imitaciones<br />

burdas que no engañan a los conocedores. Así <strong>com</strong>o existen<br />

los tenis “Niko” o “Mike”, cuyos logos usan la misma<br />

tipografía de la marca “inspiradora”, también hay vinos cuyas<br />

etiquetas traen un “Lafitte” al que le sobra una “t”. Por<br />

supuesto, quienes adquieren estos productos no son engañados,<br />

puesto que por el precio que pagan no es posible<br />

obtener una botella de vino genuino.<br />

No obstante ello, el mercado de los vinos <strong>falsos</strong> ha crecido<br />

tanto que ya hay mezclas muy sofisticadas. Se trata de<br />

buenas copias que pueden engañar al enólogo o al sommelier<br />

más avezado y contra ellas intenta defenderse una industria<br />

que convertirá a China, en 2014, en el sexto consumidor mundial<br />

de vino.<br />

Las autoridades chinas acaban de cerrar 30 bodegas de<br />

la provincia de Hebei que estaban dedicadas a producir vinos<br />

<strong>falsos</strong> y, en algunos casos, usando solo un 20 por ciento de<br />

mosto fermentado: el resto era agua, colorantes, aromatizantes<br />

y otros productos químicos.<br />

El problema no es sólo chino<br />

En México, 3 de cada 10 botellas de tequila o vino que se consumen<br />

son adulterados y de origen desconocido, según dio<br />

a conocer un trabajo llevado a cabo por el Centro de Investigaciones<br />

en Óptica (CIO), un instituto dependiente del Conacyt<br />

que a su vez logró desarrollar un sistema <strong>com</strong>putarizado que<br />

permite verificar el tipo de moléculas de los productos examinados,<br />

utilizando la velocidad de la luz.<br />

El problema es grave porque la adulteración de las bebidas<br />

puede causar daños serios a la salud del consumidor con<br />

síntomas <strong>com</strong>o dolor intenso de cabeza, intolerancia al ruido,<br />

náusea y diarrea, hasta ceguera momentánea o definitiva, fruto<br />

del metanol con que se contamina a las bebidas.<br />

El mercado del vino adulterado, sin embargo, es muy<br />

distinto al del vino falsificado. En este último caso, se trata<br />

de replicar las marcas de prestigio, tal <strong>com</strong>o se hace con los<br />

zapatos, los relojes y demás objetos suntuosos.<br />

Para ejemplo de esta “nueva área de negocios” emprendida<br />

por el crimen organizado y que mueve más de 4,000<br />

millones de dólares en todo el mundo, según lo reveló un reportaje<br />

reciente de The Wall Street Journal, está el sonado caso<br />

del magnate Richard Koch, quien en 2010 demandó a la casa<br />

de subastas Christie’s por haberle vendido un Château Lafite<br />

de 1870 que, según Koch, contiene en realidad vino embotellado<br />

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