Vinos falsos - diasiete.com

enombradas bodegas ante la falsificación de sus vinos, han
tomado varias medidas: además de imprimir su grabado en la parte
superior de la cápsula de la botella, lo han hecho alrededor de
ella. incluso las cosechas son puestas en relieve en la botella o
bien, un grabado que distingue ciertos años.
Legitimidad
La autentificación está en la botella. Para revertir un poco la desconfianza que ha generado
el mercado de la falsificación y adulteración de los vinos a los consumidores, desde
2005, cada botella de la vinícola Blankiet Estate en Napa Valley es protegida con un sello
especial que garantiza su autenticidad. El sello en la etiqueta está hecho de una delgada
película de plata que contiene burbujas microscópicas generadas de forma única y, por lo
tanto, imposible de reproducir. Es como la huella digital de la botella. Al adquirir una botella
de éstas puede acceder al sitio de la bodega y consultar el número de serie. Incluso
puede escanearse desde su iPhone.
El encanto francés
Hasta ahora, el mercado de vinos falsificados tiene como objeto
predilecto a los caldos franceses, pero grandes exportadores
como Chile y Argentina ya han puesto la voz de alarma,
para evitar que los consumidores sean engañados con la venta
de productos falsificados que tengan como lugar de origen
sus cada vez más conocidas bodegas.
Según un artículo firmado por Yanina Sibona en el portal
de la revista de marketing argentina Infroband, muchos elementos
participan en la falsificación de los vinos y cada uno
de ellos tiene que ser tomado en cuenta para no ser víctima
de un fraude.
“La etiqueta, el envase, el sello, la partida, el número de
serie, el corcho y hasta una marca, casi imperceptible para
los desentendidos, en el fondo de la botella” son detalles
a analizar para determinar la autenticidad de un vino.
Según datos de Interpol, el mercado de vinos falsificados
en Argentina ha aumentado un 6 por ciento en la última década,
aunque son cifras aplicadas al mercado interno. ¿Qué pasa
con la industria exportadora? En ese sentido, los encargados
de comerciar vinos entre distintos países se muestran reacios
a hablar del tema. Es más fuerte el miedo a crear suspicacias
y desconfianzas en un negocio floreciente, que enfrentar el
problema con toda claridad.
Sophie Avernin, líder de la firma importadora Grandes
Viñedos de Francia y columnista de la revista Catadores, no
distingue entre un vino adulterado y uno falso.
“Para mí no hay ninguna diferencia: en los dos casos
te están vendiendo algo que no querías comprar”, dice
a Día Siete.
La experta asegura que en México hay dos problemas
graves al respecto: “Por un lado, la falsificación de vinos caros
y el mercado paralelo, y por el otro, los vinos que entran
ilegalmente al país”.
Asegura Sophie que para evitar
la falsificación de los vinos, “se toman
en origen varias medidas. Una de
ellas es el corcho. Los grandes vinos
franceses imprimen en sus corchos el
nombre del vino y la añada. Así que la
única manera en la que puedes saber
si el vino que adquiriste es legítimo es
abriendo la botella”.
Según Avernin, los productores
importantes han tomado recaudos
para evitar el fraude en todo el mundo.
“Veuve Clicquot, por ejemplo, invierte
mucho dinero en destruir champañas
falsas alrededor del mundo. Es un trabajo que hace desde
hace muchos años.”
A la experta no le molesta hablar del tema, “pues ese es
justamente mi trabajo: hacer que la gente se dé cuenta cuando
les venden gato por liebre”, al tiempo que exhorta a los
consumidores a “dejar de pensar que van a encontrar ofertones
en vinos caros… eso no existe…. Y claro, debe comprar
sus vinos en lugares formalmente establecidos”.
Tomarlo con calma
La actitud a seguir cuando se trata de degustar un vino exclusivo
es sin dudas la humildad y no hacer como que sabemos
cuando en realidad desconocemos todo sobre el asunto.
Como se preguntaba una nota aparecida en el periódico español
El Mundo, ¿quién es capaz de distinguir un Mouton Rotschild
del 61 de un Pétrus del 45? A esa pregunta, una experta
como Sophie Avernin responde con tranquilidad: “Aquí creo
que ya no estamos hablando de falsificación, sino de habilidad
de cata. La diferencia entre una añada del 45 y una del 61 es
abismal. Los estilos de estas dos bodegas son muy diferentes,
además”. Pero, ¿podría un consumidor común develar el enigma
con solvencia?
En el exclusivo restaurante londinense Zafferano, con
una estrella Michelin, un cliente se quejó porque la botella de
su Château Pétrus de 1961 no era auténtica. El local le dio la
razón y tuvo que devolver los 20,000 euros que costó la bebida.
Los perjuicios para un restaurante de semejante prestigio
son enormes.
Varios productores de la región francesa de Languedoc
fueron condenados por la justicia por haber engañado durante
dos años a la multinacional estadounidense E&J Gallo Winery
con la venta de un supuesto vino Pinot Noir que, en realidad,
era una mezcla de Syrah y Merlot. La estafa ascendió a más
de 5 millones de dólares.
En Italia dio mucho que hablar el escándalo suscitado
por la falsificación del vino Sassicaia, cuando, en 2000, las autoridades
italianas descubrieron una bodega con casi 20,000
botellas de falso “Super Toscana” Sassicaia del 1995 y arrestaron
a varias personas.
Para los pocos conocedores del vino, lo importante es
que no se adquiera el producto en sitios dudosos, comparar
de ser posible las etiquetas y no tentarse con los precios baratos.
No hay razones para bajar el valor en el mercado de un
producto que, como el vino, es principalmente de inversión.
Los vinos falsos están entre nosotros, eso que ni qué.
Queda encomendarnos al dios Baco antes de gastar unos
buenos pesos en una botella cara de nuestro caldo preferido
o, directamente, ¡beber cerveza!
Hasta ahora, el mercado
de vinos falsificados
tiene como objeto
predilecto a los caldos
franceses, pero Chile y
Argentina ya han puesto
la voz de alarma, para
evitar que los consumidores
sean engañados
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