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El bienestar del ganado porcino antes del sacrificio ... - Veterinaria.org

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REDVET. Revista electrónica de <strong>Veterinaria</strong> 1695-7504<br />

2007 Volumen VIII Número 12B<br />

REDVET Rev. electrón. vet. http://www.veterinaria.<strong>org</strong>/revistas/redvet<br />

Vol. VIII, Nº 12B, Diciembre/2007– http://www.veterinaria.<strong>org</strong>/revistas/redvet/n121207B.html<br />

<strong>El</strong> <strong>bienestar</strong> <strong>del</strong> <strong>ganado</strong> <strong>porcino</strong> <strong>antes</strong> <strong>del</strong> <strong>sacrificio</strong> y su<br />

repercusión en la seguridad alimentaria - Effects of preslaughter pig<br />

welfare on food safety)<br />

GUEDEJA-MARRÓN PEINADO, JAVIER: matadero Comarán, S.L. (Servicio Veterinario)<br />

c/ Raso de la Estrella, 4 (Aranjuez). 28300 Madrid (España). jguedeja@yahoo.com<br />

| DELGADO SIMÓN, Mª CARMEN: centro de salud pública área xi. pza. parejas, 11<br />

(Aranjuez). 28300 Madrid (España). <strong>del</strong>gado3@ozu.es | RESPALDIZA FERNÁNDEZ,<br />

EDUARDO E.: laboratorio regional de sanidad animal. crta. Guadalix de la Sierra,<br />

km. 1,800 (Colmenar Viejo). 28770 Madrid (España). erespaldiza@lycos.com<br />

REDVET: 2007, Vol. VIII Nº 12B<br />

Recibido: 29.07.2006 Referencia: 120702B Aceptado: 22 .03.2007 Publicado: 01.12.2007<br />

Este artículo está disponible en http://www.veterinaria.<strong>org</strong>/revistas/redvet/n121207B.html concretamente en<br />

http://www.veterinaria.<strong>org</strong>/revistas/redvet/n121207B/BA002.pdf<br />

REDVET® Revista <strong>El</strong>ectrónica de <strong>Veterinaria</strong> está editada por <strong>Veterinaria</strong> Organización®. Se autoriza la difusión<br />

y reenvío siempre que enlace con <strong>Veterinaria</strong>.<strong>org</strong>® http://www.veterinaria.<strong>org</strong> y con REDVET® -<br />

http://www.veterinaria.<strong>org</strong>/revistas/redvet/<br />

RESUMEN: En esta revisión se resumen los principales efectos <strong>del</strong> <strong>bienestar</strong> <strong>del</strong> <strong>ganado</strong><br />

<strong>porcino</strong> durante el periodo previo al <strong>sacrificio</strong> sobre la seguridad alimentaria, tomando a<br />

Salmonella como el peligro biológico más relevante de la carne de cerdo. En la primera<br />

parte, se exponen una serie de conceptos básicos sobre la epidemiología de Salmonella<br />

en el <strong>ganado</strong> <strong>porcino</strong> y las carnes que de él se obtienen. La segunda parte se ocupa de<br />

un grupo de mecanismos generales de influencia, como son la modulación de la<br />

respuesta inmunológica y el incremento de la resistencia microbiana a antibióticos tras la<br />

exposición a agentes estres<strong>antes</strong>. En la tercera parte, el trabajo se centra en los efectos<br />

específicos de algunos procedimientos comunes en la producción porcina, como son la<br />

mezcla de cerdos de diferentes orígenes, el ayuno previo al <strong>sacrificio</strong>, el descanso en los<br />

corrales <strong>del</strong> matadero y el duchado con agua fría. Pese a la existencia de algunos<br />

resultados no concluyentes y al efecto negativo detectado durante la fase de<br />

estabulación, se concluye que una mejora <strong>del</strong> <strong>bienestar</strong> animal durante el periodo previo<br />

al <strong>sacrificio</strong> puede suponer un nivel más elevado de protección para los consumidores.<br />

PALABRAS CLAVE: Bienestar animal | Seguridad Alimentaria | Ganado <strong>porcino</strong> | Matadero |<br />

Salmonella<br />

ABSTRACT: In this review, main effects of pig welfare on food safety during the<br />

preslaughter period are summarized, taking Salmonella as the most significant biological<br />

hazard in pork. In the first part, some basic concepts on Salmonella epidemiology in pig<br />

and pig meat are introduced. The second part deals with a group of general mechanisms<br />

of influence, such as modulation of the immune response and increase of antimicrobial<br />

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<strong>El</strong> <strong>bienestar</strong> <strong>del</strong> <strong>ganado</strong> <strong>porcino</strong> <strong>antes</strong> <strong>del</strong> <strong>sacrificio</strong> y su repercusión en la seguridad alimentaria<br />

http://www.veterinaria.<strong>org</strong>/revistas/redvet/n121207B/BA002.pdf


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2007 Volumen VIII Número 12B<br />

resistance after exposition to stressing factors. In the third part, the paper focuses on the<br />

specific effects of some common procedures in pork production, such as mixing<br />

unfamiliar pigs, preslaughter fasting, resting at the abattoir pens and spraying with cold<br />

water. In spite of some inconclusive results and the negative effect detected during<br />

lairage, it is concluded that the improvement of animal welfare during the preslaughter<br />

period may lead to a higher degree of consumer protection.<br />

INTRODUCCIÓN<br />

<strong>El</strong> <strong>bienestar</strong> <strong>del</strong> <strong>ganado</strong> <strong>porcino</strong> en el periodo inmediatamente anterior a su <strong>sacrificio</strong><br />

frecuentemente se aborda desde un enfoque economicista. En este sentido, unas<br />

prácticas inadecuadas de manejo durante las últimas horas de vida de los cerdos de cebo<br />

(tanto en la explotación, como durante el transporte y la estancia <strong>del</strong> animal en el propio<br />

matadero) conducen a pérdidas económicas por:<br />

1. <strong>El</strong> incremento de la mortalidad previa al <strong>sacrificio</strong>, incluyendo en este concepto<br />

la mortalidad durante el transporte y la que posteriormente tiene lugar en los<br />

locales de estabulación <strong>del</strong> matadero (Fábregas et al, 2001; Guedeja-Marrón<br />

et al, 2005a; Murray, 2000).<br />

2. La mayor incidencia de lesiones traumáticas en las canales, que pueden llevar<br />

en algunos casos al decomiso parcial o total de las mismas (Fábregas et al,<br />

2001; FAO, 2001; Murray, 2000). Incluso en el caso <strong>del</strong> decomiso parcial, el<br />

perjuicio económico es considerable, ya que muy frecuentemente se ven<br />

afectadas las partes de mayor valor comercial (Guedeja-Marrón et al, datos sin<br />

publicar).<br />

3. La aparición de carnes con unas propiedades tecnológicas y <strong>org</strong>anolépticas<br />

deficientes. Entre éstas se pueden destacar las carnes PSE (pálidas, blandas y<br />

exudativas), que en fresco son rechazadas por los consumidores y sólo pueden<br />

destinarse a ciertos productos elaborados de forma limitada. En otras<br />

ocasiones se obtienen carnes DFD (oscuras, firmes y secas), con un aspecto<br />

deteriorado y una vida útil reducida debido a una disminución insuficiente <strong>del</strong><br />

pH durante la conversión <strong>del</strong> músculo en carne (FAO, 2001; Murray, 2000;<br />

Schilling, 2002).<br />

Por otro lado, la consecución de un alto nivel de <strong>bienestar</strong> de los cerdos de cebo (en<br />

general, de todos los animales de renta) constituye asimismo una exigencia de la<br />

sociedad, que esgrime razones éticas y humanitarias para justificar la aplicación de<br />

medidas específicas (Seng & Laporte, 2005). De acuerdo con los datos <strong>del</strong><br />

Eurobarómetro, un 43% de los consumidores de la Unión Europea tienen en cuenta el<br />

<strong>bienestar</strong> animal a la hora de comprar carne. En el caso específico <strong>del</strong> <strong>ganado</strong> <strong>porcino</strong>, un<br />

44% de los europeos consideran que el nivel de protección y <strong>bienestar</strong> que se les<br />

concede es malo o muy malo y tan sólo el <strong>bienestar</strong> de las aves de corral (broilers y<br />

gallinas de puesta) preocupa en mayor medida a los encuestados (Comisión Europea,<br />

2005).<br />

Sin embargo, las referencias a la interrelación entre <strong>bienestar</strong> animal y seguridad<br />

alimentaria son relativamente escasas y bastante recientes. Además, el interés que<br />

despierta en los últimos años la eventual interdependencia entre seguridad alimentaria y<br />

<strong>bienestar</strong> animal (a los que suelen añadirse las consideraciones medioambientales) ha<br />

estado enfocado esencialmente a las fases de cría y producción de los animales (De<br />

Passillé & Rushen, 2005), recibiendo el periodo inmediatamente anterior al <strong>sacrificio</strong> una<br />

atención marginal. En esta fase final <strong>del</strong> ciclo productivo son los aspectos estrictamente<br />

de <strong>bienestar</strong> los que han recibido un estudio más exhaustivo, si bien algunos autores<br />

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<strong>El</strong> <strong>bienestar</strong> <strong>del</strong> <strong>ganado</strong> <strong>porcino</strong> <strong>antes</strong> <strong>del</strong> <strong>sacrificio</strong> y su repercusión en la seguridad alimentaria<br />

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resaltan que el manejo durante este periodo constituye un elemento indispensable para<br />

cualquier aproximación a la seguridad alimentaria desde el enfoque <strong>del</strong> Análisis de<br />

Peligros y Puntos Críticos de Control (APPCC) (Millar et al, 1997).<br />

Es nuestra intención en el presente trabajo esbozar las principales relaciones entre el<br />

<strong>bienestar</strong> animal previo al <strong>sacrificio</strong> y la seguridad alimentaria de la carne de <strong>porcino</strong><br />

durante el periodo previo al <strong>sacrificio</strong>. Se describirán las sinergias así como los<br />

eventuales antagonismos y conflictos que surgen entre ambos enfoques, evaluando en<br />

este último caso las soluciones de compromiso que se han sugerido. Al tratar de<br />

seguridad alimentaria, consideraremos fundamentalmente la contaminación por<br />

Salmonella, en tanto que peligro más paradigmático y significativo en estas carnes,<br />

además de ser uno de los más ampliamente estudiados. Por ello comenzaremos con un<br />

breve esbozo de la epidemiología de Salmonella para a continuación tratar de forma más<br />

detenida las evidencias científicas que avalan el nexo entre <strong>bienestar</strong> animal y seguridad<br />

alimentaria.<br />

LA CONTAMINACIÓN POR Salmonella EN CARNE DE PORCINO<br />

Contaminación <strong>del</strong> <strong>ganado</strong> <strong>porcino</strong> en granja<br />

La presencia de Salmonella en los cerdos de cebo es un hecho habitual y bien conocido<br />

desde hace décadas (McKinley et al, 1980). Como en muchas otras especies<br />

hospedadoras, la infección puede presentarse clínicamente (como un cuadro septicémico<br />

o en forma de enteritis) o bien, mucho más frecuentemente, cursar de forma<br />

asintomática con excreción intermitente a lo largo de periodos de tiempo que pueden ser<br />

muy prolongados (Althouse et al, 2003; Carvajal et al, 2000; Gray et al, 1996; Malorny &<br />

Hoorfar, 2005).<br />

Entre los más de 2400 serotipos conocidos, el más relevante en <strong>ganado</strong> <strong>porcino</strong> es<br />

Typhimurium (en sentido estricto, Salmonella enterica subsp. enterica serotipo<br />

Typhimurium), que constituye el prototipo de serovar no especializado, capaz de<br />

colonizar un gran número de especies animales (Kingsley & Bäumler, 2000). Las<br />

infecciones por S. Typhimurium en el <strong>ganado</strong> <strong>porcino</strong> suelen ser asintomáticas, aunque<br />

igualmente pueden cursar como un proceso entérico autolimitante. Con todo, también<br />

pueden aislarse muchos otros serotipos, cuya relevancia varía dependiendo de la<br />

localización geográfica. Así, por ejemplo, en Estados Unidos y algunos países <strong>del</strong> Este de<br />

Europa es bastante habitual aislar el serotipo Choleraesuis (Salmonella enterica subsp.<br />

enterica serotipo Choleraesuis), que está considerada la serovariedad adaptada al<br />

<strong>porcino</strong>, a partir de casos de septicemia o enterocolitis, mientras que en ciertas<br />

localizaciones de Europa y Estados Unidos el serovar Derby supone un porcentaje<br />

representativo <strong>del</strong> total de aislados de origen <strong>porcino</strong> (Beran & Baum, 1997; Frutos et al,<br />

2005; Hoszowski & Wasyl, 2002; Kranker et al, 2003; Van Duijkeren et al, 2002;<br />

Veterinary Laboratories Agency, 2005). En España las serovariedades más<br />

frecuentemente aisladas de muestras porcinas son Typhimirium (37%), Rissen (20%),<br />

Hadar (13%), Derby (11%) y Agona (7%) (Frutos et al, 2005).<br />

La extensión de las infecciones por Salmonella en las granjas porcinas es muy variable,<br />

con cifras que vienen condicionadas además por el tipo de muestreo y por las<br />

limitaciones de sensibilidad y especificidad de muchos procedimientos diagnósticos<br />

(Malorny & Hoorfar, 2005). En Cataluña, una de las grandes zonas de producción porcina<br />

de España, el 23% de las granjas porcinas de cebo presentan algún portador fecal (Mejía<br />

Silva, 2003). <strong>El</strong> número de cerdos infectados en las explotaciones positivas suele ser<br />

relativamente bajo, aunque también se ha detectado una gran variabilidad. Mientras que<br />

en Iowa (Estados Unidos) los excretores fecales activos apenas llegan al 1% <strong>del</strong> total de<br />

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<strong>El</strong> <strong>bienestar</strong> <strong>del</strong> <strong>ganado</strong> <strong>porcino</strong> <strong>antes</strong> <strong>del</strong> <strong>sacrificio</strong> y su repercusión en la seguridad alimentaria<br />

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animales analizados (Hurd et al, 2002), en Dinamarca el promedio de excretores fecales<br />

activos se sitúa en el 5%, aunque en algunas explotaciones alcanza el 17% (Kranker et<br />

al, 2003). Obviamente el número real de portadores de Salmonella es mucho mayor que<br />

el de excretores, dado que la eliminación de Salmonella por heces es intermitente, si bien<br />

los datos actuales tampoco descartan la posibilidad de reinfecciones sucesivas dentro de<br />

un grupo de animales (Kranker et al, 2003; Nielsen et al, 1997). En Iowa, con un 1-2%<br />

de excretores fecales, se detectaron un 5% de portadores cuando los animales fueron<br />

sacrificados y se procedió al cultivo de los contenidos cecales y los ganglios linfáticos<br />

digestivos (Hurd et al, 2002). En ese mismo Estado, otro estudio logró detectar un 31%<br />

de portadores en contenidos cecales y un 13% en ganglios linfáticos (Rostagno et al,<br />

2003), indicando que existe una gran variabilidad incluso en el mismo ámbito geográfico.<br />

En el estudio llevado a cabo en Cataluña se detectó una prevalencia <strong>del</strong> 3.4% en<br />

reproductoras y de un 2.1% en cerdos de cebo (Mejía Silva, 2003).<br />

En cualquier caso, la dinámica de la infección en las explotaciones afectadas es compleja,<br />

como demuestra que el número de animales seropositivos llegue a cuadriplicar el número<br />

de animales de los que es posible aislar Salmonella (5.3% vs. 20% en un estudio en<br />

Iowa) (McKean, 2001). Finalmente, resulta destacable que en las granjas de tipo<br />

intensivo lo más habitual es encontrar que los cerdos están colonizados de forma<br />

asintomática por un número reducido de serotipos, frecuentemente uno solo (situación<br />

que se observa en un 82% de las granjas en Cataluña) (Mejía Silva, 2003). Además,<br />

cuando se realizan controles rutinarios, no es extraño comprobar que este serotipo<br />

persiste a lo largo <strong>del</strong> tiempo en los sucesivos lotes de cebo que se van introduciendo en<br />

la explotación (Baloda et al, 2001). En animales criados en régimen extensivo es, por el<br />

contrario, frecuente aislar un gran número de serotipos, que probablemente reflejan una<br />

exposición más intensa a una gran variedad de fuentes de contaminación (Jensen et al,<br />

2004).<br />

Contaminación <strong>del</strong> <strong>ganado</strong> <strong>porcino</strong> en el matadero<br />

Cuando se procede a analizar las heces de los cerdos después <strong>del</strong> transporte al matadero<br />

y la estabulación en el mismo, el porcentaje de cerdos infectados se incrementa<br />

vertiginosamente. Además, aumenta la variabilidad de los aislados, debido a la aparición<br />

de serotipos que no habían sido detectados en la granja de origen (Beloeil et al, 2004;<br />

Hurd et al, 2001a). En el estudio danés, los promedios pasaron de un 5% de excretores<br />

fecales en granja a un 18% en el matadero (Kranker et al, 2003). En un estudio en Iowa,<br />

el transporte y estabulación al matadero incrementaba el número de los excretores<br />

fecales desde el 2% hasta el 25% y el total de portadores <strong>del</strong> 5% al 40%, mientras que<br />

el número de serovariedades presentes en los animales prácticamente se duplicaba<br />

(Hurd et al, 2002). Este tipo de resultados ha llevado a la conclusión de que en el periodo<br />

previo al <strong>sacrificio</strong> los cerdos son expuestos a fuentes de contaminación exógenas<br />

(ajenas a la granja de origen), aunque no se puede descartar completamente la<br />

reactivación de infecciones latentes producidas por serotipos que no han podido ser<br />

detectados en granja. En cualquier caso, el número de portadores de Salmonella se<br />

incrementa de forma considerable, hasta en 7 veces (Hurd et al, 2002).<br />

Contaminación de canales<br />

Resulta lógico asumir que la presencia de Salmonella en una gran proporción de los<br />

cerdos sacrificados implica un alto riesgo de contaminación de las canales. De hecho, se<br />

admite, como regla general, que el número de canales contaminadas al final <strong>del</strong> faenado<br />

va a ser directamente proporcional al número de portadores fecales en el momento <strong>del</strong><br />

<strong>sacrificio</strong>. En Dinamarca se ha estimado que los cerdos portadores tienen 3-4 veces más<br />

posibilidades de producir una canal contaminada que los animales libres de Salmonella<br />

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<strong>El</strong> <strong>bienestar</strong> <strong>del</strong> <strong>ganado</strong> <strong>porcino</strong> <strong>antes</strong> <strong>del</strong> <strong>sacrificio</strong> y su repercusión en la seguridad alimentaria<br />

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(Berends et al, 1997). En un estudio se comprobó que el <strong>sacrificio</strong> de una partida con un<br />

21% de animales portadores producía una contaminación por Salmonella en el 5% de las<br />

canales (Kranker et al, 2003), lo que resulta coherente con la estimación de que<br />

alrededor <strong>del</strong> 5-30% de las canales producidas en Dinamarca contienen Salmonella<br />

(Berends et al, 1997). Un trabajo en Alemania sobre casi 12.000 <strong>porcino</strong>s demostró la<br />

existencia de un 6.2% de animales y un 4.7% de canales contaminadas (Käsbohrer et al,<br />

2000).<br />

Con todo, la asociación entre animales vivos portadores y canales contaminadas dista<br />

mucho de seguir una relación consistentemente lineal. En el estudio danés, después <strong>del</strong><br />

<strong>sacrificio</strong> de una partida con un 72% de portadores, no pudo detectarse contaminación<br />

por Salmonella en ninguna canal (Kranker et al, 2003). Probablemente esta variabilidad<br />

venga determinada por la influencia de otros muchos factores, aunque son 3 los<br />

fundamentales:<br />

• <strong>El</strong> grado de implantación de las buenas prácticas de manipulación, especialmente<br />

en el puesto de evisceración, hasta el punto de que se ha sugerido que un<br />

faenado adecuado puede reducir los recuentos totales en las canales hasta en un<br />

logaritmo. En un estudio, la adopción de precauciones especiales durante el<br />

eviscerado y chamuscado consiguió reducir la contaminación por Salmonella <strong>del</strong><br />

46% al 7% (Mead, 1994).<br />

• La contaminación cruzada a partir de los manipuladores, el equipo y las<br />

instalaciones. En el mejor de los casos, aproximadamente un 70% de la<br />

contaminación de las canales procede de los propios animales infectados,<br />

mientras que un 30% procede de otras fuentes por contaminación cruzada<br />

(Berends et al, 1997). Otros trabajos demuestran que más <strong>del</strong> más <strong>del</strong> 50% de<br />

las canales contaminadas presentan tipos de Salmonella diferentes de los que<br />

portaba ese animal in vivo (Wonderling et al, 2003). <strong>El</strong> problema de la<br />

contaminación cruzada es demasiado complejo para desarrollarlo ahora, pero<br />

baste indicar que se va a ver influenciado por la eficacia de los planes de limpieza<br />

y desinfección, el tipo de equipamiento y la realización o no de un <strong>sacrificio</strong><br />

logístico (Guedeja-Marrón et al, 2006; Guedeja-Marrón & Delgado; 2006) y que<br />

viene fuertemente condicionado por la gran capacidad de supervivencia de<br />

Salmonella en el medio ambiente (Mead, 1994).<br />

• La realización de procedimientos de descontaminación de las canales, que se usan<br />

habitualmente en Estados Unidos pero que no están permitidos para ninguna<br />

especie en la Unión Europea, aunque se prevé su futura autorización para carne<br />

de ave (Delgado et al, 2005a; Guedeja-Marrón & Delgado, 2005; Guedeja-Marrón<br />

& Delgado 2006).<br />

Se puede concluir de todos los estudios anteriores que una alta prevalencia de<br />

portadores de Salmonella constituye un factor de riesgo para la contaminación de las<br />

canales, sin perjuicio de que la aplicación rigurosa de las Buenas Prácticas de Higiene y<br />

los sistemas basados en los principios <strong>del</strong> APPCC puedan controlar e incluso, bajo ciertas<br />

condiciones estructurales, limitar al máximo la contaminación efectiva de las canales.<br />

Implicación de la carne de <strong>porcino</strong> en las toxiinfecciones por Salmonella<br />

La contaminación efectiva de las canales por bacterias <strong>del</strong> género Salmonella no<br />

resultaría relevante si su presencia no supusiera un peligro real para el consumidor final.<br />

En este sentido, lo cierto es que la carne de cerdo no ha sido considerada históricamente<br />

como uno de los alimentos más implicados en los casos de salmonelosis de la población.<br />

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<strong>El</strong> <strong>bienestar</strong> <strong>del</strong> <strong>ganado</strong> <strong>porcino</strong> <strong>antes</strong> <strong>del</strong> <strong>sacrificio</strong> y su repercusión en la seguridad alimentaria<br />

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Sin embargo, desde hace varios años algunos estudios epidemiológicos han confirmado<br />

la importancia de la carne de cerdo como vector de Salmonella, aunque sin llegar a<br />

desplazar a los productos aviares como los principales implicados en estas<br />

toxiinfecciones. Así, se ha estimado que la carne de <strong>porcino</strong> fue responsable de un 14-<br />

19% de los casos de salmonelosis humana en Dinamarca en 1997 y <strong>del</strong> 10-15% en<br />

1998. En Alemania las cifras para el año 1997 fueron aún superiores (18-23%)<br />

(Salmonella Project Group, 2000). Las últimas estimaciones cifran la implicación de la<br />

carne de cerdo en un nada despreciable 9% de los casos de salmonelosis humana (95%<br />

CI: 7.8–10.4%) (Hald et al, 2004). En este sentido, es probable que la carne de <strong>porcino</strong><br />

contribuya de forma significativa a los casos de salmonelosis humana por el serotipo<br />

Typhimurium, cuya capacidad para provocar enfermedad en la población parece muy<br />

superior a la de otras servovariedades igualmente frecuentes en el <strong>ganado</strong> <strong>porcino</strong> (como<br />

el serotipo Derby) (Sarwari et al, 2001). Además, hay que tener en cuenta que las cepas<br />

multirresistentes son bastante frecuentes en <strong>porcino</strong> (Gebreyes et al, 2000). Por ello,<br />

toda reducción de la contaminación por Salmonella en la carne de <strong>porcino</strong> constituye un<br />

mecanismo para la protección de la salud de los consumidores.<br />

MECANISMOS GENERALES DE INTERACCIÓN ENTRE BIENESTAR ANIMAL Y<br />

SEGURIDAD DE LA CARNE DE PORCINO<br />

Los efectos que los factores estres<strong>antes</strong> y la subsiguiente pérdida <strong>del</strong> <strong>bienestar</strong> animal<br />

van a tener sobre la seguridad alimentaria son complejos. Por un lado, la influencia <strong>del</strong><br />

<strong>bienestar</strong> animal sobre la seguridad alimentaria puede venir mediada por la influencia de<br />

los agentes estres<strong>antes</strong> sobre el sistema inmunológico. Este tipo de efectos tienen lugar<br />

en todas las etapas vitales de los animales de producción y, de hecho, han sido más<br />

extensamente estudiados durante las fases de cría y producción. Por otro lado, el<br />

<strong>bienestar</strong> animal también influye por medio de mecanismos poco conocidos en la<br />

resistencia antibiótica de las bacterias entéricas excretadas por los animales de renta lo<br />

que, a la larga, puede tener import<strong>antes</strong> repercusiones no sólo en el ámbito de la<br />

seguridad alimentaria, sino también en el marco más amplio de la salud pública.<br />

<strong>El</strong> <strong>bienestar</strong> animal y la modulación de la respuesta inmunológica<br />

Existe una asociación directa entre el <strong>bienestar</strong> animal y la seguridad alimentaria, dado<br />

que toda medida destinada a evitar sufrimiento o dolor a los animales durante sus<br />

últimas horas de vida va a tener una importante repercusión sobre la presencia de<br />

Salmonella y otros patógenos en los mismos y, consiguientemente, en la seguridad de<br />

las carnes obtenidas tras su <strong>sacrificio</strong>. Este efecto directo se produce por la intensa<br />

relación que existe entre los factores estres<strong>antes</strong> y el sistema inmunitario, relación que<br />

constituye el campo de estudio de la psiconeuroinmunología. Esta novedosa ciencia ha<br />

establecido de forma concluyente que los factores estres<strong>antes</strong> tienen unos efectos<br />

evidenciables sobre la susceptibilidad a los agentes microbianos, la severidad de las<br />

enfermedades infecciosas y la reactivación de enfermedades latentes (Glaser & Kiecolt-<br />

Glaser, 2005). Este efecto se produce a través de las hormonas secretadas por el sistema<br />

neuroendocrino en respuesta al estrés, como los corticoides, las catecolaminas, los<br />

opiáceos endógenos, la hormona <strong>del</strong> crecimiento o la prolactina (Black ,1994).<br />

Aunque existe un amplio consenso acerca de los efectos inmunosupresores <strong>del</strong> estrés<br />

crónico (Kiecolt-Glaser et al, 2002; Moberg, 2000; De Passillé & Rushen, 2005),<br />

recientemente han surgido algunas dudas acerca de los efectos <strong>del</strong> estrés agudo que, en<br />

algunos casos, parece ser incluso inmunoestimulante (Kiecolt-Glaser et al, 2002). La<br />

cuestión resulta crítica en el asunto que nos ocupa, dado que el periodo previo al<br />

<strong>sacrificio</strong> es relativamente breve y podría argüirse que el tiempo de actuación de los<br />

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<strong>El</strong> <strong>bienestar</strong> <strong>del</strong> <strong>ganado</strong> <strong>porcino</strong> <strong>antes</strong> <strong>del</strong> <strong>sacrificio</strong> y su repercusión en la seguridad alimentaria<br />

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factores estres<strong>antes</strong> impediría todo efecto <strong>del</strong>etéreo en el sistema inmunológico. Sin<br />

embargo, no es posible asociar de forma simplista los efectos inmunodepresores<br />

únicamente al estrés crónico, más aún si tenemos en cuenta los efectos acumulativos y<br />

sinérgicos de los agentes estres<strong>antes</strong> que actúan de forma aguda (Moberg, 2000).<br />

Además, existen evidencias relativas al efecto depresor detectable provocado por el<br />

transporte y la estabulación (De Passillé & Rushen, 2005). Recientemente algunos<br />

experimentos han reducido considerablemente la confusión al respecto, sugiriendo que<br />

un estrés intenso de corta duración produce una alteración transitoria pero significativa<br />

en la respuesta inmunológica específica. Dicha alteración, que parece mediada por un<br />

incremento <strong>del</strong> óxido nítrico, inhibiría la respuesta de tipo “celular” (mediada por la<br />

subpoblación Th1 de linfocitos T), con el consiguiente desarrollo de la respuesta de tipo<br />

“humoral” o mediada por los linfocitos de la subpoblación Th2. Esta teoría explicaría<br />

porqué los efectos <strong>del</strong> estrés han resultado, en algunos casos, protectores, frente a<br />

determinados agentes infecciosos (Broom & Kirkden, 2004). En el caso específico de<br />

Salmonella, la inhibición de la respuesta tipo Th1 por la acción aguda de agentes<br />

estres<strong>antes</strong> resulta desfavorable, ya que es la que es la principal responsable <strong>del</strong> control<br />

de las infecciones causadas por este agente bacteriano (Mizuno et al, 2003).<br />

Centrándonos en el periodo previo al <strong>sacrificio</strong>, es evidente que durante el mismo los<br />

animales de todas las especies productivas se ven enfrentados a una serie de cambios y<br />

manipulaciones que hacen complicado mantener un elevado nivel de <strong>bienestar</strong> animal, al<br />

menos tal como se concibe durante la fase productiva (Chevillon, 2000). Resulta obvio<br />

que durante la carga, el transporte, la descarga y la subsiguiente estabulación en el<br />

matadero el <strong>ganado</strong> <strong>porcino</strong> se ve expuesto a una gran variedad de factores estres<strong>antes</strong><br />

que, en determinadas circunstancias, pueden superar su capacidad adaptativa y suponer<br />

un serio problema de <strong>bienestar</strong> animal. La medición <strong>del</strong> nivel de <strong>bienestar</strong> o de la<br />

intensidad <strong>del</strong> estrés constituye un problema que supera con mucho los límites de esta<br />

revisión, <strong>del</strong> mismo modo que las sutiles pero esenciales diferencias entre estrés<br />

“fisiológico” y estrés “patológico” (que algunos autores denominan distrés) y que es el<br />

que realmente condiciona el <strong>bienestar</strong> animal (Broom & Kirkden, 2004; Moberg, 2000).<br />

Baste indicar que, pese a todas sus limitaciones (Moberg, 2000), en la actualidad<br />

debemos conformarnos con analizar las diferentes respuestas comportamentales (como<br />

el porcentaje de animales sentados y tendidos o el índice de daño cutáneo, que<br />

constituye un buen estimador <strong>del</strong> comportamiento agonístico), fisiológicas (como el ritmo<br />

cardiaco, el cortisol plasmático o los recuentos de neutrófilos o linfocitos sanguíneos) o<br />

inmunológicas (respuesta linfocitaria a mitógenos) a las que, en el caso <strong>del</strong> <strong>porcino</strong>,<br />

podemos añadir la calidad de la carne, que igualmente constituye un indicador indirecto<br />

de <strong>bienestar</strong> (Chevillon, 2000; Moberg, 2000; Pérez et al, 2002).<br />

En este contexto, la exposición <strong>del</strong> <strong>ganado</strong> <strong>porcino</strong> a agentes estres<strong>antes</strong> durante el<br />

periodo previo al <strong>sacrificio</strong> ha quedado bien evidenciada en los incrementos de los niveles<br />

de cortisol y leucocitos en sangre (Pérez et al, 2002) así como en el aumento <strong>del</strong> ritmo<br />

cardiaco (Chevillon, 2000). Estos incrementos además pueden ser especialmente<br />

acusados (sobre todo en el caso <strong>del</strong> cortisol) en los cerdos portadores <strong>del</strong> gen <strong>del</strong><br />

síndrome <strong>del</strong> estrés <strong>porcino</strong> (Pérez et al, 2002). Precisamente la influencia de la genética<br />

en el manejo <strong>del</strong> estrés constituye uno de los aspectos mejor estudiados, por cuanto<br />

influye de forma determinante en la calidad de la carne (especialmente, en la aparición<br />

de carnes PSE) así como en determinadas características productivas (Aziz, 2004; De<br />

Smet et al, 1996; Monin et al, 1999; van Wijk et al, 2005; Zhang et al, 1992), aunque<br />

dichos aspectos quedan fuera de los objetivos <strong>del</strong> presente trabajo.<br />

En cualquier caso, los efectos perjudiciales <strong>del</strong> estrés sobre el sistema inmunitario<br />

resultan críticos en las últimas horas de vida <strong>del</strong> <strong>ganado</strong> <strong>porcino</strong> de cebo, dado que el<br />

debilitamiento <strong>del</strong> sistema defensivo <strong>del</strong> <strong>org</strong>anismo hace posible la reactivación de los<br />

agentes infecciosos que permanecían latentes en los animales portadores. A la<br />

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<strong>El</strong> <strong>bienestar</strong> <strong>del</strong> <strong>ganado</strong> <strong>porcino</strong> <strong>antes</strong> <strong>del</strong> <strong>sacrificio</strong> y su repercusión en la seguridad alimentaria<br />

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conversión de los portadores latentes en excretores activos se une un aumento de la<br />

susceptibilidad a la infección por parte de otros animales de la partida, con lo que el<br />

resultado final será el de una diseminación masiva de todo tipo de agentes microbianos<br />

en el grupo de cerdos que se ha destinado al <strong>sacrificio</strong>.<br />

<strong>El</strong> <strong>bienestar</strong> animal y la resistencia antibiótica<br />

<strong>El</strong> incremento de la resistencia antibiótica está considerado actualmente un problema de<br />

salud pública en la Unión Europea (Comisión Europea, 1999a). Tradicionalmente la<br />

investigación al respecto se ha centrado en la demostración <strong>del</strong> vínculo entre la<br />

aplicación de tratamientos antibióticos y la aparición de resistencias microbianas,<br />

despreciando generalmente otras causas potenciales (Angulo et al, 2004; Avorn et al,<br />

2001; Comisión Europea, 1999b; Gould, 1999). Sin embargo, en la actualidad existe un<br />

amplio consenso acerca de la importancia de los factores de manejo sobre la aparición de<br />

resistencias, incluso en animales que nunca han recibido tratamientos antibióticos. En<br />

este sentido, se ha demostrado un considerable incremento en la resistencia antibiótica<br />

de las cepas microbianas presentes en animales sometidos a factores estres<strong>antes</strong> (Cullen<br />

et al, 2002; Moro et al, 1998), incluidos los animales sometidos a transporte y posterior<br />

estabulación en los mataderos. Aunque los mecanismos subyacentes a este fenómeno<br />

son poco conocidos, aparentemente este efecto deriva <strong>del</strong> incremento de la motilidad<br />

intestinal que tiene lugar en los animales sometidos a estrés. En este sentido, las<br />

evidencias indican que la microbiota antibiorresistente se localiza preferentemente en el<br />

tracto digestivo superior (ileon y ciego) pero que, en condiciones de reducción <strong>del</strong> tiempo<br />

de tránsito intestinal, esta microbiota coloniza activamente las porciones inferiores <strong>del</strong><br />

tracto gastrointestinal (colon y recto), eliminándose por ello en mucha mayor medida con<br />

las heces (Sørum & Sunde, 2001).<br />

BIENESTAR ANIMAL Y SEGURIDAD DE LA CARNE DE PORCINO EN<br />

PROCEDIMIENTOS ESPECÍFICOS PREVIOS AL SACRIFICIO<br />

Durante el periodo previo al <strong>sacrificio</strong>, el <strong>ganado</strong> <strong>porcino</strong> es sometido a una serie de<br />

prácticas y procedimientos que tienen una amplia repercusión en el ámbito <strong>del</strong> <strong>bienestar</strong><br />

animal. Asimismo, algunas de estas prácticas o procedimientos también influyen de<br />

forma significativa en el campo de la seguridad alimentaria a través de mecanismos<br />

específicos que, en buena medida, pueden ser distintos de los previamente contemplados<br />

(inmunodepresión e incremento de la antibiorresistencia). En este sentido, la literatura<br />

científica recoge fundamentalmente 4 procesos con una repercusión bien diferenciada en<br />

la seguridad alimentaria:<br />

- La mezcla de animales de diferentes lotes.<br />

- <strong>El</strong> ayuno previo al <strong>sacrificio</strong>.<br />

- <strong>El</strong> periodo de estabulación previo al <strong>sacrificio</strong>.<br />

- <strong>El</strong> duchado previo al <strong>sacrificio</strong>.<br />

A continuación detallaremos la influencia de cada una de estos procedimientos sobre el<br />

<strong>bienestar</strong> animal así como sobre la seguridad alimentaria de la carne. <strong>El</strong> transporte hasta<br />

el matadero, aun sin recibir un tratamiento específico, se encuentra parcialmente<br />

contemplado en la mezcla de animales de diferentes lotes y en el epígrafe <strong>del</strong> ayuno<br />

previo al <strong>sacrificio</strong>. Por lo demás, todo indica que sus efectos sobre la seguridad<br />

alimentaria derivan fundamentalmente de los fenómenos de inmunomodulación,<br />

aceptándose que durante el mismo se reactivan las infecciones, se incrementa la<br />

excreción por los animales portadores y se reduce la dosis infectiva mínima (Comisión<br />

Europea, 2002; Marg et al, 2001).<br />

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<strong>El</strong> <strong>bienestar</strong> <strong>del</strong> <strong>ganado</strong> <strong>porcino</strong> <strong>antes</strong> <strong>del</strong> <strong>sacrificio</strong> y su repercusión en la seguridad alimentaria<br />

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La mezcla de animales de diferentes lotes<br />

<strong>El</strong> <strong>ganado</strong> <strong>porcino</strong>, como muchas otras especies de animales sociales, normalmente<br />

establece un orden de dominancia dentro <strong>del</strong> grupo, que gobierna el acceso a los<br />

recursos y minimiza la incidencia de las luchas. Por ello, el reagrupamiento repetido de<br />

animales, que constituye una práctica rutinaria en los actuales sistemas productivos <strong>del</strong><br />

<strong>ganado</strong> <strong>porcino</strong>, va irremediablemente asociado a un intenso comportamiento agonístico<br />

que persiste hasta que vuelve a establecer un orden jerárquico dentro <strong>del</strong> grupo (Broom<br />

& Kirkden, 2004; Broom, 2005). <strong>El</strong> mantenimiento de esta jerarquía precisa que estos<br />

grupos no superen los 20-30 animales, ya que con grupos más amplios el reconocimiento<br />

de los individuos se dificulta y aumenta el comportamiento agonístico. Por otro lado, para<br />

que las luchas no se perpetúen también es necesario que los animales dispongan de<br />

espacio, puesto que la sumisión en el <strong>ganado</strong> <strong>porcino</strong> no se expresa mediante una pauta<br />

postural, sino con un comportamiento de huida. Finalmente, la densidad de estabulación<br />

debe ser adecuada, dado que con densidades excesivas resulta imposible para los<br />

animales no invadir el “espacio vital” de sus compañeros, lo que fomenta la aparición de<br />

más encuentros agonísticos (Broom & Kirkden, 2004).<br />

La mezcla de animales, definida así como una forma de estrés social, se va a traducir en<br />

un descenso significativo de la capacidad inmunológica de respuesta, que resulta<br />

especialmente acusado en los animales que ocupan los puestos más bajos de la jerarquía<br />

pero también en los más domin<strong>antes</strong> (De Groot et al, 2001; Morrow-Tesch et al, 1994;<br />

Ruis, 2001). En la práctica, no existen muchos estudios que determinen la influencia de<br />

la mezcla de animales durante el transporte o la estabulación en el matadero en los<br />

niveles de <strong>bienestar</strong> y frecuentemente éstos han sido incapaces de detectar diferencias<br />

significativas más allá de la constitución genética (Stalder et al, 1998). Sin embargo, sí<br />

que se ha comprobado en las propias granjas que prácticas habituales como la mezcla de<br />

animales después <strong>del</strong> destete o el transporte a nuevas instalaciones son potentes<br />

agentes estres<strong>antes</strong> que provocan aumentos considerables de los niveles de cortisol<br />

sanguíneo. Por el contrario, cuando se limita la mezcla de animales, las agresiones<br />

disminuyen y se consigue un mejor nivel de <strong>bienestar</strong> (Ekkel et al, 1995).<br />

La influencia efectiva de la mezcla de animales en la seguridad alimentaria de la carne de<br />

<strong>porcino</strong> tampoco ha recibido apenas atención, aunque parece evidente que esta práctica<br />

tiene una gran cantidad de efectos indeseables. Por un lado, el incremento de estrés<br />

provoca – como se comentó previamente – una reducción de la competencia<br />

inmunológica <strong>del</strong> animal, que por ello puede ser más susceptible a nuevas infecciones o a<br />

la exacerbación de procesos subclínicos así como facilitar la transición de portador a<br />

excretor. No existen demasiadas evidencias directas de estos efectos, aunque sí se ha<br />

detectado en animales transportados una reducción de la competencia inmunológica<br />

(Ekkel et al, 1995; McGlone et al, 1993). Por otro lado, parece razonable esperar que la<br />

mezcla de animales, con las subsiguientes peleas para reestablecer una jerarquía social,<br />

favorecen la interacción entre animales cuyo status respecto de la presencia de<br />

Salmonella puede ser distinto. En buena lógica, incluso la mezcla de animales<br />

procedentes de una misma explotación constituye una práctica de riesgo, dado que el<br />

porcentaje de portadores (normalmente bajo) puede condicionar la existencia en la<br />

misma granja de corrales de cebo infectados y de otros cuyos animales están libres de<br />

Salmonella (Beloeil et al, 2004; Gray et al, 1996). En apoyo de esta hipótesis, se ha<br />

demostrado que la contaminación cecal por Salmonella se asocia a la presencia de<br />

animales excretores en el lote destinado al matadero pero no a la presencia de un<br />

portador en el lote de engorde (Beloeil et al, 2004). Asimismo, la mezcla en el camión<br />

(pese a que en el medio de transporte las peleas son menos probables) constituye<br />

igualmente un factor de riesgo para la presencia de Salmonella en el <strong>ganado</strong> <strong>porcino</strong><br />

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<strong>El</strong> <strong>bienestar</strong> <strong>del</strong> <strong>ganado</strong> <strong>porcino</strong> <strong>antes</strong> <strong>del</strong> <strong>sacrificio</strong> y su repercusión en la seguridad alimentaria<br />

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(Kich et al, 2005). En conclusión, la mezcla de animales, que puede tener lugar en la<br />

propia explotación (en los locales de estabulación previa a la carga), en el camión de<br />

transporte y en los corrales <strong>del</strong> matadero parece que resulta determinante en la difusión<br />

de las infecciones por Salmonella.<br />

Pese a que resulta imposible eliminar el transporte hasta el matadero y la entrada en un<br />

ambiente nuevo y desconocido, la mezcla de animales durante el transporte y/o la<br />

estabulación en el matadero sí que constituyen factores controlables por los operadores<br />

comerciales. Con todo, la solución al problema no es sencilla. En España es habitual<br />

mantener separados los animales procedentes de diferentes explotaciones, ya que esta<br />

práctica suele constituir un elemento esencial de los sistemas de trazabilidad implantados<br />

en los mataderos (Guedeja-Marrón et al 2005b). Sin embargo, la separación por lotes de<br />

cebo suele considerarse inevitable, frecuentemente porque la propia capacidad de los<br />

corrales supera ampliamente la cifra recomendada de 20-30 animales (Guedeja-Marrón,<br />

observación personal; Pérez et al, 2002). Esto trae como consecuencia la formación de<br />

grupos muy amplios en los que el reconocimiento social se dificulta. Incluso respetando<br />

las recomendaciones de densidad, el diseño de estos locales no siempre facilita los<br />

comportamientos de huida, todo lo cual favorece la aparición y perpetuación <strong>del</strong><br />

comportamiento agonístico (Guedeja-Marrón, observación personal).<br />

<strong>El</strong> ayuno previo al <strong>sacrificio</strong><br />

<strong>El</strong> ayuno previo al <strong>sacrificio</strong> es una cuestión compleja desde el punto de vista <strong>del</strong><br />

<strong>bienestar</strong> animal. Por un lado, el someter a los cerdos a un ayuno sólido parece<br />

evidentemente una práctica que para nada es beneficiosa para su <strong>bienestar</strong>. Además,<br />

este procedimiento incrementa la agresividad, especialmente cuando se mezclan cerdos<br />

de diferentes orígenes, lo que puede llevar a daños cutáneos severos, que constituyen<br />

precisamente la base de uno de los indicadores <strong>del</strong> <strong>bienestar</strong> animal (Faucitano, 2000).<br />

Por otro lado, el ayuno puede resultar beneficioso, ya que la conducción de los cerdos<br />

que lo han sufrido es más sencilla, lo que facilita que no se les someta a prácticas de<br />

manejo intensas e inadecuadas (Faucitano, 2000). Además, cuando el ayuno previo al<br />

<strong>sacrificio</strong> no se lleva a cabo, el <strong>bienestar</strong> de los cerdos se resiente, apareciendo vómitos e<br />

incluso mortalidad durante el transporte (Chevillon, 2000; Faucitano, 2000). Se estima<br />

que la realización <strong>del</strong> ayuno es, de hecho, capaz de reducir la mortalidad en transporte<br />

hasta en un 25% (Chevillon, 2000). Los motivos de estas bajas durante el transporte no<br />

están completamente esclarecidos o, cuando menos, las explicaciones de los diferentes<br />

autores no son coincidentes. La FAO indica que la presencia de alimento en el tracto<br />

digestivo de los cerdos transportados provoca fermentaciones con producción de gas, el<br />

cual presiona en la cavidad torácica y conduce al fallo cardiaco (FAO, 2001), mientras<br />

que otros autores hacen referencia al desarrollo de hipertermia en cerdos sometidos a un<br />

manejo intenso (Chevillon, 2000).<br />

En todo caso, el periodo de ayuno más adecuado está sujeto a controversia y existen<br />

ciertas variaciones en función de los autores consultados (Faucitano, 2000). Con carácter<br />

general, el ayuno no debe ser inferior a las 12 horas ni superior a las 24 horas, ya que a<br />

partir de entonces se produce una pérdida de peso de unos 100 gramos/hora sin que<br />

existan efectos beneficiosos ulteriores (Chevillon, 2000). Sin embargo, los periodos<br />

mínimos de ayuno recomendados oscilan fuertemente, entre las 5 y las 22 horas<br />

(Faucitano, 2000). Todo indica que un ayuno de 10 horas es, cuando menos,<br />

económicamente beneficioso, ya que el alimento ingerido durante este periodo no llega a<br />

ser asimilado y transformado en una ganancia de peso de la canal (Faucitano, 2000). Los<br />

límites máximos para el ayuno raramente superan las 24 horas y las sugerencias de<br />

periodos muy superiores (hasta 48 horas) plantean dudas sobre el nivel de <strong>bienestar</strong> que<br />

ello implica, pese a todas las garantías sobre la calidad de la carne que puedan ofrecer<br />

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(Grandin, 2003). Algunos experimentos sugieren que un ayuno total (combinando el<br />

tiempo de ayuno en la explotación, el transporte y la estabulación) de 22 horas implica<br />

un detrimento <strong>del</strong> <strong>bienestar</strong> animal en cuanto que los niveles de cortisol plasmático se<br />

elevan significativamente respecto a los animales que ayunaron durante 16 horas (Pérez<br />

et al, 2002). En cualquier caso, desde el punto de vista <strong>del</strong> <strong>bienestar</strong> animal, existe<br />

acuerdo en que el ayuno es – aunque parezca paradójico – un estrés necesario para el<br />

<strong>bienestar</strong> <strong>del</strong> cerdo (Chevillon, 2000).<br />

En cuanto a la influencia <strong>del</strong> ayuno en la seguridad alimentaria, éste produce una serie<br />

de efectos sobre la contaminación por Salmonella, si bien estos efectos son complejos y<br />

su significación dista de estar completamente aclarada. Básicamente podemos diferenciar<br />

2 consecuencias: por un lado, cuando los animales han realizado un periodo de ayuno<br />

adecuado <strong>antes</strong> de su <strong>sacrificio</strong>, disminuye el riesgo de rotura <strong>del</strong> paquete<br />

gastrointestinal durante el faenado y, por consiguiente, el riesgo de contaminación de las<br />

canales por micro<strong>org</strong>anismos de origen entérico (Faucitano, 2000). Por otro lado, parece<br />

que el ayuno reduce la excreción de Salmonella por los animales portadores, aunque este<br />

aspecto está aún sujeto a controversia (Morrow, 2002).<br />

En lo que se refiere a la replección de los contenidos gastrointestinales, algunos<br />

investigadores han intentado – sin éxito – establecer una relación lineal entre la duración<br />

<strong>del</strong> ayuno y el peso <strong>del</strong> contenido gástrico, con lo que resulta complicado realizar<br />

recomendaciones desde un punto de vista estrictamente sanitario (Faucitano, 2000). Sin<br />

embargo, se ha sugerido que buena parte de la variabilidad detectada en esos<br />

experimentos podría derivar de la interacción entre el origen y la duración <strong>del</strong> ayuno. De<br />

hecho, una vez eliminado el efecto confusor <strong>del</strong> origen de los animales, se han detectado<br />

diferencias significativas en el peso de los contenidos gastrointestinales a partir de las 4<br />

horas de ayuno (Millar et al, 1997). Después de 16 horas de ayuno el peso de las<br />

vísceras es netamente inferior al medido con 6 horas de ayuno, sin que se detecten<br />

diferencias significativas en el peso de la canal (Kephart & Mills, 2005). Asimismo, se ha<br />

comprobado que más de la mitad de las roturas <strong>del</strong> paquete gastrointestinal que tienen<br />

lugar en los mataderos se producen cuando el ayuno es inferior a 2 horas (Millar et al,<br />

1997). A efectos de gestión conviene considerar que la replección <strong>del</strong> aparato<br />

gastrointestinal viene determinada por el periodo de ayuno total, esto es, la suma <strong>del</strong><br />

ayuno previo en la explotación y <strong>del</strong> ayuno que tiene lugar durante el transporte y<br />

estabulación en el matadero. En este sentido, los cerdos procedentes de explotaciones<br />

dist<strong>antes</strong> y/o sometidos a periodos largos de estabulación en el matadero presentarán<br />

una depleción <strong>del</strong> paquete gastrointestinal independientemente de la realización o no de<br />

ayuno previo en la explotación.<br />

En cuanto al efecto <strong>del</strong> ayuno sobre la excreción de Salmonella a partir de los animales<br />

portadores, existen estudios que indican que el ayuno constituye un factor protector ante<br />

la contaminación por Salmonella, dado que los cerdos a los que no se retira la<br />

alimentación presentan una mayor tasa de infección por Salmonella en ganglios<br />

ileocecales (Isaacson et al, 1999a) o en contenidos cecales (Beloeil et al, 2004). Además,<br />

en condiciones experimentales ha sido posible verificar que el ayuno no fomenta la<br />

excreción de la bacteria, ni siquiera de forma retardada (a los 3-7 días), careciendo<br />

igualmente de efecto la realización de ayunos repetidos (Nielsen et al, 1997; Morrow et<br />

al, 1998). De acuerdo con estos resultados, el ayuno disminuye la excreción de<br />

Salmonella y, por ello, la contaminación dentro <strong>del</strong> grupo transportado, mientras que en<br />

cerdos no sometidos a ayuno, el estrés <strong>del</strong> transporte promueve la proliferación y<br />

excreción de Salmonella (Faucitano, 2000). En este sentido, la mayoría de los expertos<br />

coinciden en que el ayuno durante 18-24 horas no fomenta la excreción de la bacteria a<br />

partir de los cerdos infectados. En cuanto al mecanismo subyacente de este fenómeno<br />

protector, no es bien conocido aunque se ha sugerido que el estrés <strong>del</strong> manejo previo al<br />

<strong>sacrificio</strong> en cerdos con distensión <strong>del</strong> paquete intestinal puede provocar microrrupturas<br />

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<strong>El</strong> <strong>bienestar</strong> <strong>del</strong> <strong>ganado</strong> <strong>porcino</strong> <strong>antes</strong> <strong>del</strong> <strong>sacrificio</strong> y su repercusión en la seguridad alimentaria<br />

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de la barrera intestinal, lo que aumentaría la susceptibilidad a las infecciones por<br />

Salmonella u otros patógenos entéricos (Millar et al, 1997).<br />

Sin embargo, algunos autores han encontrado resultados contradictorios, sugiriendo que<br />

el ayuno, combinado con el estrés derivado de la mezcla, transporte y mantenimiento en<br />

un ambiente nuevo, lleva a una reactivación y excreción de Salmonella a partir de<br />

portadores no detectados unido a la aparición de nuevas infecciones (Isaacson, 1997;<br />

Isaacson et al, 1999b; Nielsen et al, 1997). Este efecto <strong>del</strong>etéreo <strong>del</strong> ayuno sería análogo<br />

al observado en <strong>ganado</strong> vacuno y ovino, en la que el ayuno facilita la colonización <strong>del</strong><br />

aparato gastrointestinal por bacterias patógenas, que en estas especies puede<br />

relacionarse con la disminución de los ácidos grasos volátiles ruminales (Callaway et al,<br />

2004). Para aumentar la confusión, en algunos experimentos no se han encontrado<br />

diferencias significativas en el aislamiento de Salmonella a partir de contenidos cecales<br />

entre animales sometidos y no sometidos a ayuno (Morrow et al, 1998).<br />

Aunque el asunto aún está sujeto a cierta discusión, en opinión de los autores las tesis de<br />

los partidarios <strong>del</strong> ayuno parecen más sólidas. Además, es posible que los resultados<br />

dispares que se han obtenido al evaluar la influencia <strong>del</strong> ayuno deriven de los hábitos<br />

alimenticios <strong>del</strong> <strong>ganado</strong> <strong>porcino</strong>: como los cerdos se alimentan fundamentalmente de día<br />

(sobre todo, durante la tarde), es probable que los animales que se cargan en la<br />

explotación a primera hora de la mañana hayan sufrido, de forma mayoritaria, un<br />

periodo de ayuno fisiológico de varias horas, que puede introducir elementos de<br />

confusión en el análisis de los datos (De Smet et al, 1996).<br />

La situación en España es muy variable. Mientras algunas explotaciones aplican el ayuno<br />

previo al transporte de forma sistemática, las explotaciones de tamaño mediano y<br />

pequeño no suelen disponer de instalaciones adecuadas para separar los cerdos que van<br />

a destinarse al matadero, con lo que éstos permanecen alimentados prácticamente hasta<br />

el momento de la carga (Guedeja-Marrón et al, 2005). Esta limitación únicamente puede<br />

mitigarse realizando la carga a primera hora de la mañana – lo que introduce un cierto<br />

grado de ayuno fisiológico – si bien esta práctica exige una coordinación logística que<br />

puede resultar complicada, especialmente para los mataderos de servicios (Guedeja-<br />

Marrón & Delgado, 2006).<br />

La estabulación previa al <strong>sacrificio</strong><br />

<strong>El</strong> descanso de los animales después <strong>del</strong> transporte y <strong>antes</strong> de su <strong>sacrificio</strong> es un punto<br />

esencial para prevenir el estrés – permitiéndoles alcanzar un estado basal de agitación –<br />

y para evitar la aparición de carnes PSE (FAO, 2001). <strong>El</strong> plazo de descanso recomendado<br />

oscila entre 1 y 3 horas (FAO, 2001; Faucitano, 2000), considerándose en general que un<br />

periodo de 2-3 horas constituye una solución de compromiso entre el <strong>bienestar</strong> animal, la<br />

calidad de la carne y la gestión <strong>del</strong> matadero (Faucitano, 2000). En cerdos con genotipos<br />

sensibles al estrés un reposo previo al <strong>sacrificio</strong> de 2-3 horas es prácticamente<br />

imprescindible, sin que un descanso de 5 horas produzca mejoras ulteriores (De Smet et<br />

al, 1996). Descansos muy prolongados, hasta 16 horas, se ha comprobado que tampoco<br />

llevan a mejoras significativas de la calidad de la carne (Stalder et al, 1998).<br />

Más allá de esta recomendación genérica, el efecto beneficioso <strong>del</strong> reposo no se da en<br />

todas las circunstancias. De hecho, la influencia <strong>del</strong> periodo de estabulación varía<br />

dependiendo de la situación específica de cada matadero y <strong>del</strong> estrés sufrido durante el<br />

transporte (De Smet et al, 1996). De hecho, el <strong>sacrificio</strong> de los cerdos inmediatamente<br />

tras su llegada (o con descansos menores de 30 minutos) reduce la puntuación de daño<br />

cutáneo y la incidencia de carne PSE en condiciones ambientales estres<strong>antes</strong>. Sin<br />

embargo, en condiciones normales la falta de reposo previo al <strong>sacrificio</strong> incrementa la<br />

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<strong>El</strong> <strong>bienestar</strong> <strong>del</strong> <strong>ganado</strong> <strong>porcino</strong> <strong>antes</strong> <strong>del</strong> <strong>sacrificio</strong> y su repercusión en la seguridad alimentaria<br />

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proporción de carnes PSE hasta niveles de un 40-63%. Además, los cerdos que no han<br />

descansado tras el transporte son más reacios a moverse y precisan de un manejo más<br />

enérgico. Por otro lado, también se consiguen incrementos en la proporción de carnes<br />

PSE cuando se interrumpe el descanso nocturno de los cerdos para conducirlos al<br />

aturdido, mientras que una estabulación excesivamente larga (superior a 24 horas)<br />

conduce, por el contrario, a un aumento en la proporción de carnes DFD y más daños<br />

cutáneos (por luchas), especialmente en lotes grandes (Faucitano, 2000).<br />

La necesidad de optimizar los tiempos de estabulación en condiciones específicas llevó a<br />

Pérez et al (2002) a valorar tres periodos de estabulación (0, 3 y 9 horas) en las<br />

condiciones reales de trabajo que tienen lugar en España, considerando como tales<br />

transportes breves y con temperaturas cálidas y periodos de ayuno previo al <strong>sacrificio</strong> de<br />

12 horas. Sus resultados sugieren que 3 horas puede resultar un periodo óptimo de<br />

estabulación, ya que los otros dos tiempos evaluados provocaban disminuciones en los<br />

indicadores de <strong>bienestar</strong> de los animales, así como una mayor tendencia a producir<br />

carnes PSE o DFD. En otros trabajos también se ha concluido que un descanso de 2<br />

horas es el más favorable para unas óptimas características <strong>org</strong>anolépticas,<br />

independientemente de la duración <strong>del</strong> viaje, aunque se comprobara que a mayor<br />

duración de éste, peor calidad de la carne. Reposos superiores (4 ó 6 horas) no suponen<br />

ninguna ventaja e incluso van en detrimento de las características finales (Silva et al,<br />

2005).<br />

Los efectos sobre la seguridad alimentaria <strong>del</strong> periodo de reposo previo al <strong>sacrificio</strong> no<br />

son siempre beneficiosos. Las recomendaciones <strong>del</strong> Codex Alimentarius establecen la<br />

necesidad de que el operador garantice a los animales un periodo de descanso adecuado<br />

en unos locales de estabulación que minimicen la contaminación cruzada con patógenos<br />

alimentarios y faciliten el posterior <strong>sacrificio</strong> y faenado higiénicos (Codex Alimentarius,<br />

2005). Como veremos, en la práctica, cumplir con estos requisitos es virtualmente<br />

imposible, ya que existen fuertes evidencias que indican que los corrales de los<br />

mataderos representan una importante fuente de contaminación por Salmonella para los<br />

animales. En este sentido, ya comentamos cómo el transporte y estabulación en el<br />

matadero se asocian a un incremento en la cantidad y variedad de tipos aislados de los<br />

animales. En este sentido, M<strong>org</strong>an (1987) comprobó que el incremento <strong>del</strong> periodo de<br />

estabulación iba acompañado por un aumento <strong>del</strong> número de animales infectados y de<br />

canales contaminadas: de un 19% de cerdos y un 9% de canales para los cerdos<br />

estabulados 18 horas, pasaba a un 24 y 13% para los estabulados 42 horas y llegaba<br />

hasta un 48% de cerdos y un 27% de canales contaminadas cuando la estabulación se<br />

prolongaba 66 horas. En la práctica, no son precisos periodos de estancia tan<br />

prolongados para verificar la aparición de nuevas infecciones, que pueden efectuarse en<br />

plazos extraordinariamente breves (Gray et al, 1996). Hurd et al (2001b) encontró en<br />

tan solo 2 horas la transmisión había tenido lugar en un 80% de los cerdos expuestos a<br />

material fecal con una dosis relativamente baja (10 3 ufc/g) de Salmonella, alcanzándose<br />

un 100% de infectados a las 6 horas.<br />

Las fuentes de contaminación parecen diversas. En Estados Unidos se ha observado que<br />

los corrales preparados para recibir cerdos para su estabulación frecuentemente están<br />

fuertemente contaminados, tanto si se ha realizado un lavado a presión de los mismos<br />

como si no (Rostagno et al, 2003). Curiosamente, aunque la realización de este<br />

procedimiento de limpieza consigue reducir el porcentaje de muestras positivas en los<br />

corrales (Rostagno et al, 2003; Swanenburg et al, 2001a), no se ha podido demostrar<br />

que esta reducción sea determinante para limitar la infección de los animales (Schmidt et<br />

al, 2004). Asimismo, especialmente preocupante resulta que Salmonella aparezca en el<br />

33% de los bebederos, indicando que los animales pueden infectarse directamente a<br />

través <strong>del</strong> agua de bedida. En este estudio también se aisló Salmonella en el 83% de los<br />

camiones, si bien éstos presentaban un grado de contaminación algo menor que en<br />

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corrales (Rostagno et al, 2003). En otro trabajo se pudo aislar Salmonella de los corrales<br />

higienizados con mucha antelación pero no de corrales recientemente lavados y<br />

desinfectados (Swanenburg et al, 2001b). Esta situación sugiere que los procedimientos<br />

de limpieza pueden llegar a ser realmente eficaces, pero que asimismo la<br />

recontaminación de los locales de estabulación ya higienizados es habitual y rápida,<br />

posiblemente a partir de pequeños vertebrados o invertebrados, los cuales han sido<br />

identificados como factores de riesgo para la presencia de Salmonella en las granjas<br />

porcinas (Funk & Gebreyes, 2004). En cualquier caso, resulta obvio señalar que la<br />

presencia en un corral de una partida de animales infectados incrementa enormemente el<br />

grado de contaminación <strong>del</strong> mismo. En un estudio, la contaminación tras la estancia de<br />

un lote de animales seropositivos pasó <strong>del</strong> 25% al 78%, lo que apoya la importancia de<br />

la higienización de estos locales (Swanenburg et al, 2001b). También se ha establecido,<br />

empleando mo<strong>del</strong>os de regresión logística y un mo<strong>del</strong>o logit acumulativo, que la estancia<br />

en corrales es el factor más relevante a la hora de predecir la presencia de Salmonella en<br />

los contenidos cecales <strong>del</strong> <strong>ganado</strong> <strong>porcino</strong> (Beloeil et al, 2004).<br />

La cuestión de la limpieza no es el único elemento crítico en relación con los locales de<br />

estabulación. Hay que tener en cuenta que Salmonella no se transmite de forma<br />

exclusiva por la vía fecal-oral, sino que también se ha comprobado la transmisión por<br />

contacto hocico-hocico e incluso por vía aerógena (Fedorka-Cray et al, 1995; Proux et al,<br />

2001). Por ello, no puede descartarse la transmisión entre animales de diferente status<br />

que se encuentran estabulados en corrales contiguos. La práctica de dejar corrales vacíos<br />

entre partidas infectadas y no infectadas ha logrado prevenir la transmisión en un<br />

estudio, pero la evidencia dista de ser consistente. De hecho, los autores concluían que la<br />

mejor solución sería sacrificar a los animales libres de Salmonella en mataderos<br />

específicos o bien garantizar una separación estricta y completa durante el transporte,<br />

estabulación e incluso durante el enfriamiento de las canales (Swanenburg et al, 2001b).<br />

Por todo lo anteriormente expuesto, desde el punto de vista de la seguridad alimentaria,<br />

la permanencia en corrales constituye un factor de riesgo para la contaminación de los<br />

animales por Salmonella.<br />

Lo cierto es que, en la práctica, los plazos de estabulación van de menos de 1 hora hasta<br />

15 horas, dependiendo <strong>del</strong> tamaño <strong>del</strong> matadero, la disponibilidad de cerdos para el<br />

<strong>sacrificio</strong>, el tiempo de transporte, los procedimientos de manejo (mezcla o no de<br />

animales de varios lotes) o las condiciones ambientales (Faucitano, 2000; Pérez et al,<br />

2002). En España los periodos de descanso son muy variables, oscilando generalmente<br />

entre 0 y 12 horas dependiendo <strong>del</strong> momento de llegada de los animales: 0 horas para<br />

los cerdos que llegan al matadero mientras la cadena de <strong>sacrificio</strong> está funcionando, 2-3<br />

horas para los cerdos que llegan poco <strong>antes</strong> <strong>del</strong> comienzo de la jornada y 8-9 horas para<br />

los cerdos que llegan por la noche, mientras la cadena de <strong>sacrificio</strong> no funciona (Pérez et<br />

al, 2002). En nuestra experiencia, el periodo de estabulación en los mataderos de<br />

servicios está también fuertemente condicionado por consideraciones de tipo logístico<br />

(disponibilidad de cámaras de almacenamiento en el matadero y momento de retirada de<br />

las canales por los clientes) (Guedeja-Marrón, observación personal). En todo caso, el<br />

problema al que se enfrentan los mataderos es el conflicto entre la optimización de la<br />

seguridad alimentaria y las exigencias en materia de <strong>bienestar</strong> animal y, por añadidura,<br />

de calidad de la carne (Guedeja-Marrón & Delgado, 2006; Hurd et al, 2005), ya que una<br />

reducción intensa <strong>del</strong> periodo de estabulación consigue una reducción de la<br />

contaminación, pero a costa de un considerable empeoramiento de las características de<br />

la carne (Hurd et al, 2005; Larsen et al, 2004). Alcanzar una solución de compromiso es<br />

una cuestión pendiente y que precisará de estudios más amplios sobre este problema.<br />

<strong>El</strong> duchado previo al <strong>sacrificio</strong><br />

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Las condiciones ambientales óptimas para mantener el <strong>bienestar</strong> de los cerdos durante<br />

su estabulación son una temperatura de 15-18ºC y una humedad <strong>del</strong> 59-65%. A<br />

temperaturas cercanas a los 30ºC y humedades relativas altas (cercanas al 85%) los<br />

cerdos tienen dificultades para eliminar el calor. Este tipo de situaciones pueden<br />

prevenirse mediante adecuados sistemas de ventilación de los corrales y, especialmente,<br />

con el uso de duchas (Faucitano, 2000). La práctica de duchar a los cerdos con agua fría<br />

(9-10ºC) disminuye su temperatura (reduciendo el riesgo de aparición de carnes PSE) y<br />

calma a los animales, inhibiendo el comportamiento agresivo y facilitando su manejo<br />

(Faucitano, 2000). Sin embargo, cuando las temperaturas son menores de 5ºC el<br />

duchado de los cerdos tiene consecuencias desfavorables para el <strong>bienestar</strong> y también<br />

para la calidad de la carne, ya que los escalofríos que sufren los animales pueden llevar a<br />

la aparición de carnes DFD. De hecho, cuando el clima es frío el duchado debe<br />

interrumpirse en cuanto aparezcan temblores (Faucitano, 2000; Grandin, 2003).<br />

Desde el punto de vista de la seguridad alimentaria, se ha planteado que el duchado de<br />

los cerdos presenta una ventaja suplementaria al disminuir la materia fecal que entra en<br />

las instalaciones de faenado el matadero y, especialmente, limita la contaminación <strong>del</strong><br />

agua <strong>del</strong> tanque de escaldado (Faucitano, 2000). En esta línea, las recomendaciones <strong>del</strong><br />

Codex Alimentarius recogen que los animales que se presentan para el <strong>sacrificio</strong> deben<br />

estar suficientemente limpios para que no comprometan el <strong>sacrificio</strong> y faenados<br />

higiénicos, afirmando posteriormente que la limpieza de los animales tiene una gran<br />

influencia en el nivel de contaminación cruzada microbiológica de la canal y otras partes<br />

comestibles (Codex Alimentarius, 2005). La legislación aplicable en la Unión Europea se<br />

expresa en términos similares: el Reglamento (CE) 853/2004, sobre productos de origen<br />

animal, establece que los operadores de empresa alimentaria que exploten mataderos<br />

donde se sacrifican ungulados domésticos deberán garantizar que los animales estén<br />

limpios (Parlamento Europeo-Consejo, 2004a). Por su parte, el Reglamento (CE)<br />

854/2004, sobre controles oficiales de los productos de origen animal, indica que “<strong>El</strong><br />

veterinario oficial debe asegurarse de que el operador de empresa alimentaria cumple<br />

con la obligación que le impone el Reglamento (CE) no 853/2004 de velar por que los<br />

animales que tengan la piel o la lana en condiciones tales que exista un riesgo<br />

inaceptable de contaminación de la carne durante el <strong>sacrificio</strong> no sean sacrificados para<br />

el consumo humano a menos que hayan sido limpiados previamente” (Parlamento<br />

Europeo-Consejo, 2004b). Esta medida puede resultar esencial para limitar la presencia<br />

de Escherichia coli verotoxigénico en la carne (especialmente, de vacuno) pero, en el<br />

caso <strong>del</strong> <strong>ganado</strong> <strong>porcino</strong>, lo cierto es que la evidencia científica al respecto no es, ni<br />

mucho menos, contundente. Bolton et al (2002) encontraron que el duchado con agua<br />

fría de los cerdos después de su llegada al matadero conseguía que los animales se<br />

encontraran aparentemente limpios. Sin embargo, cuando se realizaron recuentos de<br />

bacterias totales, comprobaron que los niveles de contaminación no eran distintos de los<br />

presentes en los animales vivos (5 log 10 ), mientras que el descenso de las muestras<br />

positivas a Salmonella era acusado pero no completamente relevante (<strong>del</strong> 27% al 10%),<br />

sobre todo teniendo en cuenta que en fases posteriores se producía un importante<br />

incremento de la contaminación. Estos autores afirmaron sobre el duchado de los cerdos<br />

vivos que, en términos <strong>del</strong> control de la contaminación bacteriana general, este proceso<br />

produce efectos meramente cosméticos. Pese al efecto moderado de los lavados con<br />

agua fría de los animales vivos sobre la incidencia de Salmonella, el estudio concluía que<br />

este procedimiento no constituye una medida de control efectiva.<br />

Actualmente el duchado se considera uno de los medios más eficaces para prevenir el<br />

estrés por calor en animales sometidos a altas temperaturas, especialmente <strong>porcino</strong> y<br />

aves (Shimshony & Chaudry, 2005). Sin embargo, en España es bastante habitual su<br />

aplicación independientemente de las condiciones climatológicas, posiblemente porque<br />

así lo exigía la legislación vigente <strong>antes</strong> de la incorporación a la Unión Europea (Ministerio<br />

de Presidencia, 1976).<br />

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CONCLUSIONES<br />

De todo los datos anteriormente expuestos, se deduce que existe un vínculo significativo<br />

entre las prácticas encaminadas a garantizar el <strong>bienestar</strong> de los cerdos durante el<br />

periodo previo al <strong>sacrificio</strong> y la seguridad de las carnes que se van obtener de esos<br />

animales, si bien el sentido de esta interacción no siempre es positivo. Además de los<br />

efectos mediados por la modulación de la respuesta inmunológica y por el aumento de la<br />

excreción de bacterias antibiorresistentes, el vínculo entre <strong>bienestar</strong> animal y seguridad<br />

alimentaria es claro en lo que se refiere a la mezcla de animales procedentes de<br />

diferentes explotaciones e incluso de diferentes corrales de cebo. Las evidencias también<br />

indican de forma mayoritaria que la práctica <strong>del</strong> ayuno previo al transporte al matadero<br />

constituye igualmente una práctica que favorece el faenado higiénico de los animales, al<br />

menos al disminuir el riesgo de rotura <strong>del</strong> paquete gastrointestinal. <strong>El</strong> duchado, aun<br />

cuando no parece constituir una medida esencial para garantizar la inocuidad de las<br />

carnes, sí que puede tener un efecto coadyuvante y colaborar en cierta medida a reducir<br />

la cantidad de material contaminado que se introduce en las instalaciones de <strong>sacrificio</strong>.<br />

Indudablemente, el punto más conflictivo es el de la estabulación, en el que las prácticas<br />

para garantizar el <strong>bienestar</strong> animal – al menos en las condiciones actuales de trabajo –<br />

tienen efectos desfavorables desde el punto de vista de la seguridad alimentaria.<br />

Con todo, es preciso reconocer que la relevancia de cada uno de los procedimientos<br />

específicos <strong>antes</strong> citados sobre la seguridad alimentaria no está unánimemente<br />

reconocida, encontrándonos a gran distancia de una situación de consenso. En este<br />

sentido, de acuerdo con los resultados de una encuesta realizada en Dinamarca y<br />

Holanda (Van der Gaag & Huirne, 2002), algunas de las fases aquí detalladas con<br />

influencia en el <strong>bienestar</strong> animal y la seguridad alimentaria no fueron consideradas como<br />

elementos de importancia para el control de Salmonella en <strong>porcino</strong>. Sí que existía<br />

acuerdo en que la mezcla de animales constituye un punto esencial, recibiendo especial<br />

atención el transporte y <strong>sacrificio</strong> logístico o, cuando menos, la realización <strong>del</strong> transporte<br />

de cerdos procedente de una única nave con estabulación posterior de forma separada<br />

(un grupo por corral). <strong>El</strong> ayuno previo al <strong>sacrificio</strong> se consideró una medida de menor<br />

importancia, con los productores como principales valedores de esta medida frente a<br />

cierta indiferencia <strong>del</strong> personal procedente <strong>del</strong> mundo de la investigación. En cuanto a la<br />

reducción <strong>del</strong> tiempo de estabulación, resulta sorprendente – especialmente ante la<br />

acumulación de evidencias en este sentido – la escasa atención recibida, tanto por los<br />

investigadores como, especialmente, por parte de los productores. <strong>El</strong> lavado de los<br />

animales ni siquiera figuraba a priori entre las opciones de esta encuesta.<br />

En esta misma línea, en un proyecto sobre la epidemiología de Salmonella en el <strong>ganado</strong><br />

<strong>porcino</strong> financiado por la Unión Europea (Salmonella Project Group, 2000), se<br />

recomendaba, entre otras medidas para reducir el nivel de contaminación de las canales,<br />

separar las partidas infectadas y no infectadas durante el transporte y estabulación<br />

(además de evitar la mezcla de animales de diferentes lotes) y reducir el tiempo de<br />

estabulación al mínimo posible. En este mismo estudio se indicaba, en lo que se refiere al<br />

ayuno, que aún eran precisos nuevos estudios para comprender la interacción entre el<br />

ayuno y el transporte de los animales, mientras que el duchado de los animales<br />

únicamente se contemplaba en caso de tiempo caluroso, esto es, desde la óptica <strong>del</strong><br />

<strong>bienestar</strong> animal <strong>antes</strong> que desde el punto de vista de la seguridad alimentaria.<br />

Finalmente, en este mismo año, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria recogía<br />

en un dictamen diferentes medidas para el control de Salmonella en la producción<br />

porcina (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria, 2006), incluyendo entre ellas de<br />

forma específica la mejora de las condiciones de <strong>bienestar</strong> de los animales durante el<br />

transporte. Asimismo, recomendaba llevar a cabo la separación de cerdos de diferentes<br />

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explotaciones durante el transporte, reducir su duración y aplicar un periodo de ayuno<br />

previo, tanto por sus efectos beneficiosos sobre el <strong>bienestar</strong> como por su influencia<br />

favorable durante el procedimiento de evisceración. En cuanto a la estabulación, el<br />

dictamen establece que es conveniente limitar su duración, pero siempre de acuerdo con<br />

las necesidades de <strong>bienestar</strong> y considerando la calidad de la carne. <strong>El</strong> duchado de los<br />

animales no se contemplaba específicamente en ningún momento y en las necesidades<br />

futuras de investigación únicamente se mencionaba el problema de la limpieza y<br />

desinfección de los corrales de estabulación. En otras palabras, con este dictamen la<br />

polémica sobre la conveniencia <strong>del</strong> ayuno previo al <strong>sacrificio</strong> parece quedar atrás,<br />

mientras que, en lo que se refiere a la estabulación, las exigencias <strong>del</strong> <strong>bienestar</strong> animal<br />

se consideran irrenunciables, lo que obligará a adoptar medidas suplementarias en otros<br />

puntos de la cadena alimentaria.<br />

En conclusión, parece que es preciso seguir profundizando en la compleja epidemiología<br />

de Salmonella en el <strong>ganado</strong> <strong>porcino</strong>, incluyendo la última fase <strong>del</strong> ciclo productivo, que<br />

va desde la carga en la explotación hasta el <strong>sacrificio</strong> en el matadero. En este periodo<br />

resulta esencial comprender la repercusión de diferentes prácticas – muchas de ellas<br />

originariamente relacionadas con el <strong>bienestar</strong> animal – sobre la contaminación de las<br />

carnes por Salmonella. Todo ello sin perjuicio de la posible extrapolación de los<br />

resultados a otros micro<strong>org</strong>anismos presentes en el tracto digestivo <strong>del</strong> <strong>ganado</strong> <strong>porcino</strong>,<br />

incluyendo a patógenos clásicos, como Yersinia (Toma & Deidrick, 1975), y otros que<br />

sólo en las últimas décadas se han asociado al consumo de productos <strong>del</strong> cerdo, como<br />

Listeria (Thévenot et al, 2006) o, más recientemente aún, el virus de la Hepatitis E<br />

(Delgado et al, 2005b).<br />

En cualquier caso, los datos disponibles confirman la existencia de un fuerte vínculo,<br />

generalmente de carácter positivo, entre el <strong>bienestar</strong> animal y la seguridad alimentaria,<br />

lo que constituye un motivo adicional para perseverar en la mejora <strong>del</strong> manejo de los<br />

animales destinados a la producción de alimentos.<br />

NOTA<br />

<strong>El</strong> contenido <strong>del</strong> presente trabajo es responsabilidad exclusiva de sus autores y no<br />

representa necesariamente la opinión de los <strong>org</strong>anismos e instituciones a los que están<br />

adscritos.<br />

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