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<strong>Alegraos</strong> Diciembre 2014 Página 6<br />
El camino de la vida<br />
Por Alfonso González, Médico de familia<br />
Cuando el cansancio<br />
LLAMA A LA PUERTA<br />
Dedicado a todas esas personas que con su entrega silenciosa y abnegada nos recuerdan todos los días<br />
que no vale más quien más hace, sino quien más lleno de Amor de Dios vive. ¡Gracias don Grati!<br />
La gran tragedia de esta vida<br />
no es que los hombres perezcan, sino<br />
que los hombres dejen de amar; porque<br />
no está el secreto de la vida en vivir<br />
mucho, sino en vivir bien el tiempo<br />
que Dios nos regale, porque en el<br />
fondo lo único seguro que sabemos<br />
no es otra cosa que un día moriremos.<br />
Hemos de empeñarnos en saber vivir<br />
para saber morir.<br />
Toda gran filosofía de vida<br />
nace a orillas de la muerte. Y son<br />
realmente las personas que son conscientes<br />
de la realidad de la muerte<br />
las que realmente aprecian la vida, la<br />
vida terrena y la vida eterna. Son las<br />
personas que realmente aprovechan<br />
la vida, porque vivir de espaldas a la<br />
muerte, significa renunciar al sentido<br />
de la vida y, como dice el aforismo<br />
tan conocido, “más vale morir que<br />
perder la vida”; o como decía Marco<br />
Aurelio, “no hay que temer a la<br />
muerte, sino a no haber empezado<br />
nunca a vivir”. Puede que estas<br />
frases seguramente precisen una explicación<br />
para no deformar su contenido,<br />
y que en un pantallazo, su traducción<br />
cristiana no es otra cosa que<br />
vivir para buscar lo que Dios quiere<br />
de cada uno de nosotros. Vivir en el<br />
Amor de Dios, para vivir de Amor y<br />
para repartir Amor..., para transformar<br />
cada instante en eternidad, porque<br />
el tiempo que no se transforma<br />
en eternidad es tiempo que se pierde,<br />
que ni se aprovecha en esta vida, ni<br />
sirve para la vida eterna.<br />
Y esto es aplicable a todos,<br />
también a las personas ancianas, porque<br />
una vida vale lo que de Amor de<br />
Dios hay en ella, y si algo tuviéramos<br />
que decir de las personas ancianas<br />
(Dios mediante, en otro artículo espero<br />
tener tiempo para desarrollarlo),<br />
diríamos que “envejecer significa tener<br />
todas las edades”: la confianza<br />
y la ilusión de los niños, la alegría y<br />
generosidad de la juventud (al menos<br />
en el corazón), la serenidad de la madurez,<br />
la sabiduría de la experiencia<br />
de los años... Pero además, “envejecer<br />
no es otra cosa que ver a Dios<br />
más de cerca cada día”.<br />
Hoy encontramos una gran<br />
cantidad de personas “cansadas de la<br />
vida”. Encontramos muchas personas<br />
cansadas de empeñarse en vivir bien,<br />
y su alma parece como atrapada por<br />
una especie de cansancio psicológico,<br />
un estado de hastío, de desesperanza,<br />
de desazón, de desilusión... no<br />
es exactamente lo que se suele llamar<br />
“estar quemado”, sino es más bien<br />
una anestesia en el alma, que es incluso<br />
peor en cierto sentido... es un<br />
sentimiento de “¿para qué ser bueno,<br />
¿merece la pena”.<br />
Recuerdo una de las frases más<br />
frecuentes que mi maravillosa madre<br />
me dirigía en mi etapa de estudiante y<br />
ahora también. Cuando entraba a mi<br />
cuarto, y veía libros por aquí, papeles<br />
por allá, apuntes en otro sitio, y un<br />
sinfín de desorden en donde si seguramente<br />
se tuviera que definir aquella<br />
situación se podría describir como<br />
“una desorganización muy bien organizada”,<br />
siempre me decía lo mismo.<br />
Miraba alrededor, como quien otea el<br />
horizonte y después, clavaba sus ojos<br />
en mí y con la firmeza y el cariño de<br />
amor de madre decía la frase: ¡Alfonso,<br />
ordena!<br />
Cuando a uno parece que le<br />
llega la desilusión es momento de pararse<br />
y ordenar.<br />
Ordenar es poner a cada cosa<br />
en el lugar que le corresponde para<br />
que nos sirvan de ayuda en el peregrinar<br />
en esta vida.<br />
En el orden de toda vida, lo<br />
primero es siempre lo primero, o<br />
sea Dios... Siempre la palabra clave<br />
es ¿qué quiere Dios de mí ¿Cuál es<br />
su voluntad sobre mi vida Toda la<br />
vida debe ser ordenada bajo el prisma<br />
de la fe. Sin este orden primero y fundamental<br />
la vida se torna en caos. Podremos<br />
no hacer cosas malas, incluso<br />
cosas que parezcan buenas. Pero en<br />
esa vida existe un desorden de raíz,<br />
que nos hace equivocar la dirección,<br />
vamos como se suele decir, “desnortados”,<br />
sin brújula, y “a lo loco no se<br />
vive mejor”. Quitar la vida interior,<br />
que es lo que nos hace buscar sinceramente<br />
lo que Dios quiere de nuestra<br />
vida, supone comenzar a dejar de caminar<br />
en la dirección adecuada.<br />
Pero no solo es dejar de caminar<br />
por el camino adecuado, sino<br />
abandonar una buena vida. Porque si<br />
el corazón no se llena de Dios y según<br />
los criterios de Dios, cosa que se<br />
hace en la oración de forma primordial,<br />
empezamos a llenar la vida de<br />
otras cosas que pueden no ser malas,<br />
pero que no van ni ordenadas ni en<br />
muchos casos queridas por Dios, y<br />
nos acostumbramos a “vivir como<br />
ateos”, porque vivimos al margen de<br />
lo que Dios ha deseado para nosotros,<br />
aunque pudieran no ser cosas malas.<br />
“A los pies de la cruz”, todos<br />
los acontecimientos se viven de otra<br />
forma.<br />
El segundo punto que no debe-