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e la noche a la mañana y gracias a una infidencia, el Alcalde
de Celaya se convirtió en noticia nacional. Ismael
Pérez Ordaz aparecía como el primer personaje con nombre y
apellido (las referencias previas sólo se referían a versiones extraoficiales)
que daba luces sobre el escándalo de los famosos
“moches” que involucran a diputados federales panistas en
el reparto del presupuesto nacional.
La evidencia era contundente. Una grabación de una
sesión privada del alcalde de Celaya con su cabildo en
donde les confesaba el ofrecimiento que recibió de
una partida de 160 millones de pesos con la condición
de que se entregara una comisión de 35% y
la obra a una constructora en específico.
Pero el Alcalde desperdició la gran oportunidad
de vestirse de gloria y metió el freno
cuando apareció ante los medios de comunicación
para confirmar que él sí había dicho
esas palabras, que sí hubo tal ofrecimiento
pero que jamás habló de empresa o diputado
alguno. Los involucrados se convirtieron
en fantasmas. No hubo más.
El edil celayense es una de las joyas más
preciadas de la estrategia que empujan el gobernador
Miguel Márquez y otros liderazgos en
el PAN para mejorar el perfil de sus candidatos utilizando
figuras de la sociedad. A la hora de la real politik, el
Alcalde que venía de la sociedad civil se arrugó, lo arrugaron.
Este pasado fin de semana, en el PAN nacional también
echaron tierra sobre el asunto. Sumidos en su guerra interna, los
líderes panistas valoran este escándalo desde sus propias cuentas
políticas, aunque nadie parece urgido de llegar al fondo del asunto.
Y en medio de la nada, quedó el Alcalde ciudadano.
Arquitecto de profesión y empresario constructor (Construcciones
Menhir), Ismael Pérez Ordaz es ex dirigente del
Consejo Coordinador Empresarial de Celaya y antes fue presidente
del Instituto Municipal de Vivienda. También fue presidente
de la polémica Expo Guanajuato Bicentenario.
Cuando asumió la candidatura por la Alcaldía fue en condiciones
francamente adversas y al final rescató al PAN del inminente
desastre electoral. El coctel que se configuraba en Celaya
para el blanquiazul era muy peligroso. Más que el que se veía
en León (que perdieron) o el de Irapuato, donde la ruptura de
la alianza PRI-Verde les permitió conservar la plaza.
La administración de Rubí Laura López había sido un
desastre. En materia de seguridad, Celaya era en 2011 un
foco rojo y las preferencias electorales ya anticipaban un
inminente y creciente voto de castigo.
Fue ahí donde el PAN aplicó una terapia de choque.
Tomó el toro por los cuernos y dio con la puerta en
las narices a la pugna entre grupos. Ni la corriente de
Fernando Hurtado, ni la de Pepe Rivera: el candidato
sería externo. La situación era candente porque
en Celaya parecían condenados a la derrota. Quizá
una operación similar se requería en León, pero la
soberbia azul de sus líderes lo impidió.
Y hay que decir que Pérez Ordaz no era la primera
opción. El blanquiazul buscó por todos los
medios que Mauricio Usabiaga aceptara la candidatura
pero el sobrino del actual secretario de
Desarrollo Agropecuario aguantó a pie firme
en su negativa.
18 DE TEMPORADA