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<strong>TEMAS</strong> <strong>DEL</strong><br />
<strong>LAICISMO</strong><br />
<strong>CHILENO</strong><br />
SEBASTIÁN JANS<br />
P á g i n a | 1
P á g i n a | 2<br />
Sebastián Jans<br />
La presente edición reúne<br />
un conjunto de artículos y<br />
ensayos publicados por el<br />
autor en más de 20 años de<br />
difusión del pensamiento<br />
laicista chileno en diversos<br />
medios escritos.<br />
Incluye también algunos<br />
trabajos inéditos que<br />
constituyen un aporte que<br />
enriquece la presente<br />
edición.<br />
El autor ha escrito en<br />
diversos medios escritos<br />
nacionales, que destacaron<br />
en su aporte a la<br />
democratización chilena, y<br />
ha difundido su<br />
pensamiento por medios de<br />
Internet.<br />
Actualmente integra el<br />
comité editorial de la revista<br />
digital Iniciativa Laicista, de<br />
la cual es fundador.
P á g i n a | 3<br />
<strong>TEMAS</strong> <strong>DEL</strong><br />
<strong>LAICISMO</strong> <strong>CHILENO</strong><br />
SEBASTIÁN JANS
Temas del laicismo chileno<br />
© Sebastián Jans<br />
Santiago de Chile, Mayo de 2013.<br />
Edición digital de Red Fraternal 2mil14<br />
P á g i n a | 4
P á g i n a | 5<br />
ÍNDICE.<br />
Proemio Pág. 7<br />
Estado Laico Pág. 9<br />
La Historia del Laicismo en Chile Pág. 13<br />
Humanismo laico en Chile Pág. 22<br />
Laicismo chileno. La realidad actual y sus desafíos. Pág. 26<br />
La perniciosa relación entre política y religión. Pág. 41<br />
Laicidad y laicismo, sin distorsiones Pág. 45<br />
Laicidad y laicismo, sin distorsiones (2) Pág. 50<br />
Agresión de conciencia en las Fuerzas Armadas chilenas Pág. 54<br />
Un fallo que cuestiona la institucionalidad. Pág. 59<br />
La democracia es laica o no es democracia. Pág. 64<br />
El Estado laico en Chile, un logro inconcluso. Pág. 69<br />
La encrucijada de la educación chilena. Pág. 75<br />
El laicismo: una mirada de los jóvenes a la diversidad. Pág. 80<br />
Laicismo y desarrollo juvenil. Pág. 97<br />
La igualdad de género y el aporte laicista. Pág. 107<br />
La república no es católica. Pág. 112<br />
Una mirada histórica sobre la religiosidad en Chile. Pág. 120<br />
A propósito de los 10 años de vigencia de la ley de culto. Pág. 124<br />
El enemigo de la Iglesia. Pág. 147<br />
Laicismo bicentenario. Pág. 153<br />
Significado e importancia del laicismo como medio<br />
para construir la sociedad del siglo XXI. Pág. 158<br />
La crisis de la Iglesia Católica chilena. Pág. 182<br />
La declaración episcopal del 8 de abril. Pág. 186<br />
Como hacer República en el Siglo XXI. Pág. 192<br />
A propósito del Día de las Iglesias Evangélicas . Pág. 198<br />
Consideraciones sobre la despenalización del aborto. Pág. 205<br />
A propósito del Día Internacional de la Mujer 2012. Pág. 216<br />
Nuevo debate sobre aborto. Pág. 221
P á g i n a | 6<br />
Salud pública y gestión preventiva. Pág. 228<br />
Una voluntad nacional contra la discriminación. Pág. 234<br />
¿Qué es la “sociedad docente” Pág. 240<br />
FF.AA. Los efectos de una polémica. Pág. 246<br />
Conflicto institucional por declaraciones impropias Pág. 252<br />
Un hito para el libre pensamiento. Pág. 258<br />
Ética, política e instituciones. Pág. 264<br />
APUNTES INÉDITOS. Pág. 270<br />
Breve ensayo sobre los fundamentos del laicismo Pág. 271<br />
Multilateralismo y laicismo. Pág. 298
P á g i n a | 7<br />
PROEMIO.<br />
El presente volumen es una selección de artículos y ensayos<br />
realizados por Sebastián Jans Pérez, en poco más de 20 años, a través<br />
de diversos medios escritos nacionales, tantos impresos como<br />
digitales. La selección se ha realizado con el claro propósito de<br />
rescatar las opiniones vertidas por el autor, bajo la óptica laicista, de<br />
los diversos temas nacionales abordados.<br />
Columnista en diversas revistas y diarios, así como de<br />
portales web de diversas instituciones ciudadanas, el autor ha<br />
esbozado una mirada profunda de los problemas nacionales desde la<br />
visión del laicismo, como pocos exponentes de ella lo han hecho en<br />
los últimos 50 años. De ello da cuenta cabalmente este libro.<br />
Si bien la mirada que entrega tiene un alcance<br />
fundamentalmente chileno, gran parte de las consideraciones<br />
expuestas tienen un alcance universal, y se unen con reflexiones que<br />
realizan otros autores en distintas parte del mundo.<br />
De esta forma, esta recopilación no viene a ser la<br />
demostración de un testimonio, sino de una manifestación concreta<br />
de un trabajo comprometido en torno al laicismo, que también se ha<br />
expresado en múltiples acciones a favor de su difusión en el ámbito<br />
de las ideas y la cultura nacional. En ese compromiso hay varios<br />
episodios.<br />
Hace más de una década creó el portal web Temas del<br />
Laicismo Chileno, que fue un activo espacio de difusión de ideas a<br />
través del hosting Geocities.com, y que luego de su desaparición fue
P á g i n a | 8<br />
alojado en Geocities.ws, donde aún se puede acceder a sus<br />
contenidos. En el mismo periodo colabora con el Instituto Laico de<br />
Estudios Contemporáneos, en diversas actividades y proyectos.<br />
Poco después constituyó el grupo “Iniciativa Laicista para<br />
la Consolidación de la Sociedad Civil”, que desarrolló por varios<br />
años un intenso trabajo de difusión a través del correo electrónico, y<br />
que llegó a contar con una vasta red de distribución. Junto con ello,<br />
creó el Blog “Laicismo Chileno” que sigue entregando contenidos a<br />
través de Internet y con un regular acceso de lectores y consultas.<br />
Entre 2004 y 2010 fue miembro del Consejo de la Revista<br />
“Occidente”, bajo la dirección de Jorge Ibañez Vergara, donde tuvo<br />
una activa participación promoviendo la publicación de trabajos de<br />
diferentes autores, así como de su propia autoría. En ese contexto,<br />
realizó cuatro conversaciones con personajes de la vida nacional, que<br />
se tradujeron en artículos, que tenían componentes de diálogos y<br />
crónica, que produjeron un interesante impacto entre los lectores. Los<br />
personajes que participaron individualmente en esas conversaciones<br />
fueron: el científico Humberto Maturana, el ex Presidente Ricardo<br />
Lagos (a un mes de dejar el cargo, en lo que fue la primera entrevista<br />
concedida después de dejar el cargo), el economista y académico<br />
Eduardo Engel; el Ministro de la Corte Suprema, Sergio Muñoz; y el<br />
Gran Maestro de la Masonería, Juan José Oyarzún.<br />
El año 2012, lidera la gestación de la Revista Digital<br />
“Iniciativa Laicista”, que se reparte por correo electrónico y que<br />
está disponible en la biblioteca digital www.sribd.com, publicación<br />
bimensual, en la cual integra su Comité Editorial, que se ha ido<br />
convirtiendo en una activo espacio de reflexión del pensamiento<br />
laicista chileno, llenando un vacío que se estaba produciendo desde<br />
hace un tiempo y que era necesario llenar de manera concreta, más<br />
allá de la simple vindicación de la identidad.<br />
Rafael Loiselle<br />
Antonio Ordóñez
P á g i n a | 9<br />
ESTADO LAICO.<br />
Publicado el 23 de octubre de 1990, en la Revista APSI.<br />
Consagrado por la Constitución de 1925, luego de<br />
más de 50 años de intenso debate doctrinal, el laicismo del<br />
Estado constituyó un logro de modernización<br />
extraordinariamente trascendente para la sociedad chilena.<br />
Ello trajo como consecuencia notables progresos en la<br />
cultura nacional, entendiendo ésta como la manifestación<br />
de valores, conductas y relaciones que se expresan en una<br />
composición social determinada.<br />
Gracias al Estado laico la sociedad chilena se hizo<br />
más libre en su convivencia formal, más rica en su<br />
pluralidad vital y más creadora en sus potencialidades<br />
intelectuales, con las lógicas limitaciones planteadas por el<br />
subdesarrollo, desde luego.<br />
Por cierto, el Estado laico, como resultado de la<br />
propia dinámica social, no logró resolver algunos temas<br />
fundamentales manifestados por la dicotomía producida<br />
entre los lastres del pasado y las ansias de futuro; pero era<br />
previsible, entonces, vislumbrar que la propia acción<br />
secularizada del Estado iba a resolverlos.
P á g i n a | 10<br />
Sin embargo, la entronización de la dictadura de<br />
Pinochet significó una enorme vuelta atrás en el carácter<br />
laico del Estado, de acuerdo a la Doctrina de Seguridad<br />
Nacional, que estableció una concepción distinta, a partir<br />
del hecho que el Estado se transformaba en un instrumento<br />
de acción contra determinados grupos, personas, ideas,<br />
doctrinas, etcétera, que tuvieran una “naturaleza<br />
disociadora”.<br />
Esto significaba, a la sombra de esta concepción del<br />
militarismo, que Chile era una nación definitivamente<br />
homogénea, absolutamente singular en su composición,<br />
cristiana y occidental, elementos que debían reflejarse en el<br />
Estado y en las obligaciones de éste para “rescatar,<br />
proteger y cautelar” tal patrimonio descubierto en el ser<br />
chileno.<br />
Por tanto, el Estado dejaba de ser neutral frente a las<br />
ideas y se transformaba en agente promotor de los valores<br />
mencionados.<br />
El diagnóstico de la acción sostenida, bajo ese<br />
prisma totalizador, es hoy motivo de estudio de diversas<br />
instancias, grupos de interés, personas, etcétera, en busca<br />
de alternativas para recuperar la condición intrínsecamente<br />
democrática que contiene el Estado laico. De hecho, para<br />
muchos chilenos (…) existe la plena convicción de que la<br />
única forma de garantizar una democracia verdadera, es a<br />
través del establecimiento de un Estado absolutamente<br />
neutral, en relación con las diversas ideologías, creencias y<br />
doctrinas, que constituyen la pluralidad nacional.
P á g i n a | 11<br />
Sostenemos que solo en la medida que el Estado esté<br />
liberado de funciones evangelizadoras, concientizadoras o<br />
misionales (y con esto no me refiero solo a las<br />
confesiones), podrá ir asumiendo en forma más efectiva su<br />
rol nacional y representativo del espíritu y la voluntad de la<br />
sociedad a la que le corresponde regir.<br />
Pensamos en relación con ello, que la acción del<br />
actual gobierno – elegido para restituir una verdadera<br />
convivencia social y para reconstruir la democracia – debe<br />
recoger vigorosamente el principio inspirador de la<br />
neutralidad necesaria, que es exigible al gobierno de todos<br />
los chilenos, sobre todo cuando se trata de temas que tienen<br />
que ver con la libertad de conciencia.<br />
En ese sentido, debe ser especialmente cauteloso<br />
para que ninguna institución o grupo – por muy prestigioso<br />
que sea – pueda imponer sus preceptos en perjuicio de los<br />
preceptos de otros.<br />
Reclamamos, por lo mismo, ante el compromiso<br />
gubernamental establecido por el Ministro del Interior, con<br />
una fe, con una visión confesional específica. Discrepamos,<br />
en el mismo contexto, con ciertas medidas apresuradas,<br />
relativas a cuestiones morales en discusión. Lamentamos<br />
que las posibilidades de recuperación del Estado laico no<br />
se vislumbren.<br />
Creemos que este gobierno es producto fidedigno de<br />
la pluralidad de Chile, que rescata precisamente esa<br />
pluralidad como una cualidad del ser nacional, que la<br />
valida y la potencia, por lo cual, debe tener la prudencia de
P á g i n a | 12<br />
no posesionarse en ciertas continuidades que se vuelven<br />
ambivalentes a los signos de la dictadura, que se mantienen<br />
latentes en la institucionalidad y actuantes a partir de ella.
P á g i n a | 13<br />
LA HISTORIA <strong>DEL</strong> <strong>LAICISMO</strong><br />
EN CHILE.<br />
El presente artículo corresponde al contenido central de una disertación efectuada en la<br />
Acción Comunal de Ñuñoa, en 1996.<br />
Chile ha tenido una larga tradición de laicismo,<br />
desde sus orígenes mismos como República. A modo de<br />
ilustración haré un somero bosquejo sobre algunos de los<br />
antecedentes más destacados. Cuando Chile emerge como<br />
Nación, luego de la Independencia, recibiendo toda la<br />
herencia cultural y social, que caracterizó a la España<br />
colonizadora, la influencia religiosa y conservadora,<br />
predominó en la clase dirigente, en toda la primera parte de<br />
la centuria, en que Chile logra la independencia, y se<br />
consolida como emergente República.<br />
En la Constitución de 1813, se estableció<br />
categóricamente, que la Religión Apostólica y Romana, era<br />
la religión oficial del Estado de Chile. Este planteamiento<br />
fue refrendado, posteriormente, por las cartas constitutivas<br />
de 1818, 1822 y 1833.<br />
La influencia laica, dentro de ciertos personeros de la<br />
emergente clase dirigente de la época, ya estableció ciertos
P á g i n a | 14<br />
hitos, que denotaban la preocupación por la hegemonía de<br />
la Iglesia Católica, sobre la sociedad global, y la<br />
inexistencia de derechos en las minorías de conciencia.<br />
Una personalidad digna de destacar en ese período, fue la<br />
figura sobresaliente de José Miguel Infante, escéptico en<br />
materias religiosas y persistente promotor del federalismo.<br />
Mención especial, empero, corresponde al Director<br />
Supremo, Bernardo O'Higgins, que en la redacción de la<br />
Declaración de la Independencia, objetó que se estampara<br />
en su texto, alusiones de carácter religioso, dado que una<br />
profesión de fe "podía chocar algún día con nuestros<br />
principios políticos", añadiendo que "los países cultos han<br />
proclamado abiertamente la libertad de creencias"; para<br />
reflexionar luego que " proclamar en Chile una religión<br />
excluyente significaría prohibir la emigración hacia<br />
nosotros de una multitud de talentos y brazos útiles que<br />
abundan en el otro Continente (Europa)".<br />
En su breve gobierno dictó el decreto que estableció<br />
los cementerios de disidentes, es decir, para aquellos que<br />
no eran parte de la iglesia o religión católica; de la misma<br />
manera que contrató al pedagogo protestante Diego<br />
Thompson, de nacionalidad inglesa, para introducir en<br />
nuestro país el sistema de enseñanza lancasteriano;<br />
también, como una contribución al conocimiento, eximió<br />
del pago de derechos aduaneros a toda clase de libros e<br />
impresos.<br />
Sin embargo, la visión de O'Higgins no fue<br />
compartida por sus contemporáneos, que refrendaron en las
P á g i n a | 15<br />
Constituciones Políticas la idea de proclamar la religión<br />
católica como la única y exclusiva de la República de<br />
Chile, asignando a los jefes de gobierno del deber de<br />
proteger y conservar esta religión. La Constitución de<br />
1833, incluso indicó taxativamente "la exclusión del<br />
ejercicio público de cualquiera otra". Los atisbos de<br />
liberalismo fracasaron en la contingencia de la época, a<br />
poco de emerger, siendo uno de sus hechos más relevantes<br />
el intento constitucionalista de 1828.<br />
El liberalismo doctrinario, representante de las<br />
nuevas clases motoras del proceso económico-social del<br />
siglo XIX, a partir de la década de los 50, no podía escapar<br />
a una visión laicista de la sociedad, si querían representar<br />
fielmente el signo de los tiempos. Ello porque, al frente,<br />
entronizado en el poder, tenía al conservadurismo y tras él,<br />
el apoyo de la jerarquía de la Iglesia Católica, en un<br />
compromiso férreo de oponerse a los cambios que el<br />
progreso del país demandaba, en el plano cultural y social.<br />
El liberalismo representó, entonces, la necesidad de<br />
liberalización de los espíritus, la posibilidad de ejercer<br />
derechos de conciencia que hasta entonces estaban<br />
vedados. Así, las llamadas "leyes laicas", no solo<br />
representaban un anhelo de dar satisfacción a necesidades<br />
reales de modernizar la legislación, producto de la nueva<br />
realidad económico-social, sino también daban respuesta a<br />
las minorías (religiosas, culturales, políticas, etc.) cuyos<br />
derechos eran desconocidos por el sistema legal entonces<br />
existente.
P á g i n a | 16<br />
El gran apóstol laicista de mediados del siglo XIX,<br />
sin discusión alguna, fue Francisco Bilbao, quien abrirá los<br />
fuegos de su lucha inclaudicable con la jerarquía católica,<br />
al lanzar el ahora casi legendario escrito "Sociabilidad<br />
Chilena", su primer intento de estudiar la realidad chilena,<br />
sometida aún al letargo colonial español, desde un punto de<br />
vista ético y cultural, y que le significó la persecución casi<br />
inquisitorial del clero y la condena judicial de blasfemo e<br />
inmoral.<br />
Luego de su viaje a Europa, Bilbao volverá<br />
empapado de una mayor convicción en sus principios,<br />
luego de su relación con los más eruditos pensadores<br />
laicistas de Francia, con algunos de los cuales mantendrá<br />
intercambio epistolar por mucho tiempo.<br />
De regreso al país, Bilbao insistió en la necesidad de<br />
sacar al país de la rémora colonial, y promovió los cambios<br />
a través de la ahora ya mítica Sociedad de la Igualdad,<br />
hasta verse obligado a abandonar al país, producto de las<br />
persecuciones desatadas por la insurrección<br />
anticonservadora del 20 de abril de 1851<br />
A fines del gobierno de Montt, el liberalismo<br />
accedería al poder a través de la Fusión liberalconservadora,<br />
un pacto de gobernabilidad entre sectores de<br />
los dos partidos, que logró establecer algunos hitos<br />
iniciales, en favor de una perspectiva laicista del gobierno.<br />
De esta forma, en 1865, el gobierno del Presidente José J.<br />
Pérez, dictó la ley que autorizaba a los no católicos para<br />
practicar sus cultos en recintos privados, de la misma
P á g i n a | 17<br />
manera que les permitía fundar y sostener escuelas<br />
privadas para sus hijos, bajo la religión familiar. Bajo el<br />
gobierno del Presidente Domingo Santa María, se<br />
promulgó la ley de cementerios laicos (1883), la ley de<br />
matrimonio civil (1884) y la de registro civil (1884).<br />
La ley de registro civil y de cementerios laicos,<br />
enfrentó no solo derrotó rotundamente la posición<br />
conservadora, sino que privó a la Iglesia Católica de los<br />
privilegios que la situación anterior le brindaba, donde las<br />
actas de bautismo constituían el único medio legal de<br />
inscribir a un recién nacido, y los cementerios existentes<br />
eran los que administraban los párrocos.<br />
Y este no fue un hecho intrínsecamente chileno.<br />
Lejos de ello, la misma situación abarcó a gran parte de la<br />
América hispano- parlante. Fue un proceso que agitó las<br />
aguas de la política y la sociedad de todos los países desde<br />
México al sur, produciendo una profunda crisis en las<br />
sociedades en que se manifestó. En América del Norte,<br />
donde la Iglesia Católica tuvo menor presencia, y donde<br />
primó un fuerte concepto laicista en la estructuración del<br />
gobierno y la ley, en cambio, no hubo crisis.<br />
Empero, fue en la lucha por la instrucción primaria<br />
obligatoria, donde se dio una de las batallas más duras, en<br />
el campo de las ideas, entre los sectores laicistas y aquellos<br />
que representaban el conservadurismo y el clericalismo.<br />
Fue el parlamento el escenario principal en que se<br />
enfrentaron los argumentos, en que participaron los más<br />
sobresalientes tribunos de ambas posiciones, y que se
P á g i n a | 18<br />
prolongó por varios años, culminando el 20 de agosto de<br />
1920, en que se dictó la Ley de Instrucción Primaria,<br />
Gratuita y Laica, que, en 1929, cambió su nombre por<br />
"Educación Primaria". En ella se establecía que la<br />
enseñanza de la doctrina cristiana sería optativa y de<br />
decisión de los padres o apoderados. En 1950, la jerarquía<br />
católica volvería a poner en debate el tema, tratando de<br />
reimponer en los colegios la obligatoriedad de las clases de<br />
religión católica, intento que fracasara tras un intenso<br />
debate parlamentario.<br />
La Constitución de 1925, sancionó desde el punto de<br />
vista institucional, la ruptura entre la Iglesia Católica y el<br />
Estado, poniendo fin al tutelaje que la primera había<br />
mantenido sobre el sistema político chileno. Ambos<br />
poderes, el civil, representado por el Estado, y el religioso,<br />
marcharían en adelante en forma independiente, y<br />
dedicados a sus definidos propósitos. En su artículo 10, el<br />
texto constitucional indicó que la carta aseguraba "a todos<br />
los habitantes de la República, la manifestación de todas<br />
las creencias, la libertad de conciencias y el ejercicio libre<br />
de todos los cultos que no se opongan a la moral, a las<br />
buenas costumbres, o al orden público".<br />
Sin duda, esta Carta Fundamental fue uno de los<br />
grandes logros en la modernización del país, consecuencia<br />
de un largo proceso de confrontaciones, que, en el plano<br />
político, se dio entre los liberales y conservadores, y en el<br />
plano moral, entre la Masonería y la Iglesia Católica.
P á g i n a | 19<br />
Las décadas siguientes a la entrada en vigencia, de la<br />
Carta de 1925, fueron dominadas en su escenario políticosocial<br />
por partidos de tendencia liberal (Partido Liberal y<br />
Partido Radical), y aquellos de tendencia agnóstica (Partido<br />
Socialista y Partido Comunista), lo que se manifestó en un<br />
mayor nivel de libertades de conciencia, sin embargo,<br />
nunca prospero, por ejemplo, una ley de divorcio, producto<br />
de la presión religiosa sobre la clase política.<br />
El reciente régimen militar, desde sus orígenes, se<br />
declaró ideológicamente cristiano, aunque chocó<br />
permanentemente con gran parte de la Iglesia Católica, por<br />
la acción de las fuerzas armadas en el campo de los<br />
derechos humanos. En los hechos, más que buscar un<br />
accionar laico, este se produjo como consecuencia de la<br />
propia realidad. La Constitución de 1980, impuesta por el<br />
régimen de Pinochet, en su art. 19 Inc. 6, establece la<br />
libertad de conciencia y el ejercicio libre de todos los<br />
cultos.<br />
Empero, en 1983, el gobierno de Pinochet dictó el<br />
Decreto # 924, reglamentó las clases de religión en todos<br />
los establecimientos educacionales del país. Si bien el<br />
decreto posibilita la libre elección de los padres, respecto<br />
de cual religión debe entregarse a sus hijos, en los hechos<br />
tal derecho no se ejerce por una falta de neutralidad de las<br />
direcciones de los colegios con respecto al tema. Así, el<br />
laicismo en la educación ha dejado de existir.<br />
El fin de una dura época en la historia de nuestro<br />
país, como lo fue el régimen militar, ha significado
P á g i n a | 20<br />
reconstruir el sistema democrático, en un proceso paulatino<br />
y gradual, que no ha estado exento de dificultades. Estas se<br />
originan en gran medida, por un sistema electoral que no<br />
posibilita la real expresión democrática, y por la presencia<br />
de poderes fácticos, que actúan permanentemente, contra la<br />
opinión mayoritaria del pueblo.<br />
Entre estos poderes, la jerarquía de la Iglesia<br />
Católica, ha expresado abiertamente su presión sobre los<br />
partidos políticos y la clase política, respecto de temas de<br />
conciencia en que el sentir mayoritario del país, se inclina<br />
por la modernización. Entre estos temas, se encuentra la<br />
hasta ahora fracasada legislación sobre divorcio vincular, y<br />
el veto a toda discusión sobre el aborto terapéutico.<br />
La experiencia dolorosa de 1973, y su secuela de<br />
dramas en la sociedad de chilena, han conducido, luego de<br />
reimpuesta la democracia, que la llamada "política de los<br />
consensos" sea la que determine la forma de resolver los<br />
grandes temas nacionales, buscando evitar las<br />
confrontaciones que puedan ser traumáticas para la<br />
convivencia armónica de la sociedad.<br />
La buena perspectiva de esa línea de acción, sin<br />
embargo, en aquellos aspectos relativos a las cuestiones de<br />
conciencia y en el debate de las ideas, ha resultado nefasta,<br />
porque inevitablemente se ha tendido a la homologación y<br />
la hegemonía de determinados actores de conciencia, que<br />
no garantizan precisamente la pluralidad y la libertad en<br />
todo su contexto.
P á g i n a | 21<br />
Conviene resaltar, al poner término a esta breve<br />
visión histórica, que la lucha laicista en Chile, no fue<br />
violenta, no hubo muertos, ni provocó guerras, y que los<br />
escenarios de confrontación siempre estuvieron dentro del<br />
marco de la ley y en el exclusivo estadio de las ideas.
P á g i n a | 22<br />
HUMANISMO LAICO EN CHILE.<br />
Publicado en el diario digital “Voz al Mundo” en febrero de 2006.<br />
Los énfasis en el debate que se desarrollaron con<br />
vistas a las elecciones presidenciales en Chile, pusieron en<br />
las distintas definiciones, con las cuales los candidatos se<br />
presentaron ante la opinión pública, una diferenciación<br />
conceptual y ética, que no se puede dejar pasar.<br />
En el contexto de los lugares comunes y el cuidado<br />
manejo mediático, que por lo general impide distinguir las<br />
diferencias entre un candidato y otro, por lo menos, en<br />
algún momento se abrió un pequeño espacio para que<br />
ciertas definiciones éticas aparecieran, para elevar el<br />
contenido de las ideas de fondo que estaban en juego.<br />
Frente a las propuestas que se conocieron de las<br />
candidaturas presidenciales, advertimos que hay cierto<br />
consenso en que las estructuras institucionales del Estado,<br />
expresados en sus poderes públicos, deben potenciar<br />
aquellos objetivos que permitan a los chilenos realizarse en<br />
plenitud, libres de los desequilibrios que imponen las<br />
condiciones económicas, que se diagnostican con una<br />
dramática desigualdad en el ingreso, lo que ofende toda
P á g i n a | 23<br />
concepción ética, cualquiera sea su naturaleza. La<br />
acumulación de la riqueza, bien sabemos, se expresa<br />
también en torno a ideas, conceptos y creencias, que<br />
repiten reiteradamente su expresión a lo largo de la historia<br />
chilena.<br />
Hay una experiencia que nos señala que el sesgo que<br />
impone cierta comprensión del humanismo, particularizada<br />
en una visión confesional, pretende ciertas cauciones y<br />
acentos que siempre terminan coartando los derechos a la<br />
libre opción de conciencia y a las condiciones de respeto<br />
necesario para las potencialidades de todos los<br />
componentes de la sociedad. Eso lo indica nuestra larga<br />
experiencia republicana. Los grandes desequilibrios<br />
siempre han tenido en la opulencia una identidad doctrinal<br />
y confesionalmente definida.<br />
Esa constatación histórica nos compromete a<br />
reconocer hoy la presencia alternativa de una robusta<br />
opcionalidad en nuestra clase política, que señala en este<br />
tiempo y circunstancia, su adscripción al humanismo laico.<br />
Nadie debe pretender que esa definición incorpore<br />
una discriminación basada en posiciones anticonfesionales<br />
o antirreligiosas. Sería una soez pretensión querer adjudicar<br />
que, en esa comprensión de humanismo, se esconde un<br />
oculto riesgo o un simulado interés, que pueda conculcar<br />
mínimamente los derechos de conciencia de los creyentes.<br />
Por el contrario, allí se hace concreta una plena<br />
garantización de los derechos de todas las confesiones,<br />
para expresarse y difundir sus postulados, con el respeto
P á g i n a | 24<br />
absoluto a sus concepciones y credos, en el mismo derecho<br />
que se valida con aquellos que opcionan en torno a la duda<br />
o a la no creencia.<br />
Por cierto, la visión laica ha evolucionado, desde<br />
aquellas primeras visiones que señalaban la no injerencia<br />
del clero en la cosa pública, a una comprensión más<br />
integral de la fenomenología social, en la medida que la<br />
sola ausencia de vinculación con el Estado de cualquier<br />
clero, no bastan para garantizar la autonomía del poder<br />
público frente a aquellas conductas que pretenden un<br />
posicionamiento totalizador sobre la sociedad, a partir de<br />
una fe.<br />
La complejidad de la sociedad contemporánea da<br />
cuenta de una condición de versatilidad de las formas de<br />
poder, y distintas variables en las conductas y los espacios<br />
de hegemonía de las opciones de fe, que pretenden<br />
convertirse en rectoras de la sociedad. Las finanzas, las<br />
corporaciones, los medios de comunicación, la educación,<br />
ciertas estructuras del Estado que gozan de relativa<br />
autonomía, son espacios e instancias en que hoy, cualquier<br />
visión confesional, puede acendrar fuertemente un<br />
proyecto de hegemonía, que termine por eliminar la libre<br />
concurrencia de las ideas y el derecho a la libertad de<br />
conciencia, postergando o eliminando precisamente aquella<br />
visión común de sociedad basada en el hombre.<br />
Corresponde valorar entonces, que miembros de<br />
nuestra clase política, manifiesten su adhesión al<br />
humanismo laico, porque ello implica que se está poniendo
P á g i n a | 25<br />
sobre la mesa del diálogo ciudadano una opcionalidad que<br />
garantiza a todos los componentes de la sociedad, el<br />
derecho a la libertad de conciencia, a que cada cual pueda<br />
promover sus valores particulares en consonancia con los<br />
valores comunes del colectivo social, tolerando sus<br />
diferencias.<br />
Se garantiza también que se arbitrarán los medios<br />
para impedir el uso perverso de las distintas formas de<br />
poder, para imponer visiones sesgadas que apunten a<br />
hegemonías confesionales. Con ello se señala una voluntad<br />
para hacer que los instrumentos institucionales del Estado,<br />
sean concurrentes a ese objetivo superior.
P á g i n a | 26<br />
<strong>LAICISMO</strong> <strong>CHILENO</strong>. LA REALIDAD<br />
ACTUAL Y SUS DESAFÍOS.<br />
Disertación efectuada en el Centro Cultural Galileo Galilei, en la sede de la<br />
Acción Comunal de Ñuñoa el 19 de abril de 2006.<br />
1. A modo de introducción: la percepción externa de<br />
nuestra sociedad.<br />
Para cualquier ciudadano medianamente informado,<br />
no pudo pasar por alto los comentarios de la prensa<br />
internacional, cuando la actual Presidente de la República,<br />
Michelle Bachelet, fue elegida para el cargo o cuando<br />
asumió sus funciones. Para los observadores<br />
internacionales llamó profundamente la atención, que una<br />
mujer, separada y agnóstica, hubiese sido elegida como<br />
Jefe de Estado y de gobierno, en uno de los países más<br />
conservadores de América Latina.<br />
Los hombres de negocios, los turistas, los<br />
profesionales y académicos, los analistas, que visitan<br />
nuestro país, no dudan en comentar en sus países de<br />
radicación, los perfiles tradicionalistas y conservadores que
P á g i n a | 27<br />
predominan en los medios sociales chilenos. Resulta<br />
increíble que sea la misma impresión que tuvo hace 180<br />
años, la inglesa Mary Graham cuando visitó nuestro país 1 ,<br />
y por los mismos motivos.<br />
En el mismo orden de consideraciones, conversaba<br />
con un profesional australiano hace algunas semanas, al<br />
que le llamó profundamente la atención el rol preeminente<br />
que tienen las jerarquías católicas en los actos oficiales, y<br />
como el clero interviene tan abiertamente en las decisiones<br />
y debates públicos, para imponer cauciones sobre el actuar<br />
de las autoridades.<br />
Sin embargo, yo trataba de retrucar que, parece ser<br />
que Chile, es una sociedad de profundos contrastes, lo que<br />
no quiere decir necesariamente que sea una sociedad<br />
realmente pluralista. Y es una sociedad de contrastes,<br />
porque culturalmente conviven enormes latencias de un<br />
pasado conservador, junto a abruptas expresiones de un<br />
liberalismo audaz. El recato convive con la audacia,<br />
pugnando dentro de la espiritualidad individual y colectiva,<br />
al punto de neutralizarse el uno con el otro.<br />
Como demostración de ello, le recordaba que siendo<br />
un país más bien pacato en muchos aspectos, el fotógrafo<br />
Spencer Tunick en ningún país ha tenido tantos miles de<br />
personas desnudas, para realizar una de sus performances<br />
fotográficas, como ocurrió en Chile. Una sociedad de<br />
contrastes porque los laicistas más radicales mandan a sus<br />
1 Ver su “Diario de mi residencia en Chile en 1922”, recientemente re-editado.
P á g i n a | 28<br />
hijos a estudiar a colegios católicos, argumentando su<br />
mejor calidad educacional, aún cuando éstos no sobrepasen<br />
el mediocre estándar de la educación chilena.<br />
Sin embargo, en conciencia, creo que efectivamente,<br />
aún en sus contrastes, que no son sino expresiones de lo<br />
irresoluto de varias problemáticas morales históricas, que<br />
inhiben las capacidades de libertad de las personas, en los<br />
hechos, sí, Chile es un país que no ha resuelto su pasado de<br />
un modo decidido, y la autocomplacencia frente a los<br />
contrastes no es más que el temor a abordar los conflictos<br />
espirituales, que devienen de una incapacidad ética de<br />
liberarse del sojuzgamiento que impone un concepto<br />
transicional válido para una fase de la democratización,<br />
pero, no para el empoderamiento democrático, y que se ha<br />
resumido en una especie de rígido sayo: “en la medida de<br />
lo posible”.<br />
2. Aspectos que perfilan el laicismo de hoy.<br />
Una de la cuestiones que emerge como un lugar<br />
común, en quienes se acomodan en el empoderamiento<br />
democrático de nuestra República, y que no quieren entrar<br />
en conflicto con el poder confesional, y que les<br />
desacomoda toda crítica a la hegemonía que este ejerce<br />
sobre las instituciones del Estado, es la tendencia a señalar<br />
que el laicismo es una cosa del pasado, decimonónica y<br />
añeja, y que ya resulta trasnochado el debate con el<br />
clericalismo.
P á g i n a | 29<br />
Frente a ello, partiremos con una afirmación que<br />
hacía el español Juan Francisco González Barón,<br />
presidente del movimiento “Europa Laica”, en un artículo<br />
elaborado especialmente para la revista “Occidente” , a<br />
mediados del año pasado. Allí señalaba que “el laicismo<br />
sostiene un compromiso ineludible, allí donde se<br />
encuentra: posibilitar las condiciones políticas, jurídicas y<br />
sociales idóneas para el pleno ejercicio de la libertad de<br />
conciencia, carácter que lo enfrenta inevitablemente a toda<br />
configuración del Estado, del gobierno o de la sociedad<br />
civil, que anule o restrinja dicha libertad en cualquiera de<br />
sus manifestaciones”. Luego agregaba que el contenido<br />
irrenunciable del laicismo se identifica “con los derechos<br />
humanos de reclamación individual, garantes de la<br />
integridad física y psicológica o moral de los seres<br />
humanos tomados de uno en uno, concebidos como<br />
conciencias libres y como voluntades autónomas. La<br />
libertad de conciencia no es, por lo tanto, para el<br />
movimiento laicista, uno más entre los derechos<br />
fundamentales, sino el eje vertebrador que da sentido a los<br />
mismos”.<br />
Importa mucho tener claro los tres espacios que<br />
González Barón señala: el Estado, el gobierno y la<br />
sociedad civil, para diagnosticar que ocurre en Chile hoy<br />
con ellos, porque a poco andar en cualquier análisis sobre<br />
las tendencias que se advierten en el control del Estado,<br />
sobre lo que hacen sus instituciones en el plano de las<br />
libertades de conciencia, encontraremos hallazgos
P á g i n a | 30<br />
sorprendentes sobre como son vapuleadas, precisamente,<br />
por órganos del Estado, aún a contrapelo de lo que la<br />
propia Constitución establece.<br />
En uno de los eventos organizados por el ILEC<br />
(Instituto Laico de Estudios Contemporáneos, Philippe<br />
Grollet, presidente del Centro de Acción Laica de Bélgica,<br />
ponía el acento en que “no basta con establecer en la<br />
Constitución que la República es laica o que el Estado es<br />
neutro, para satisfacer efectivamente el deber de<br />
imparcialidad de los poderes públicos” y que “el Estado<br />
viola la regla de imparcialidad, olvidando principios<br />
fundamentales que debe respetar, cada vez que otorga<br />
dineros estatales sin que ello se ajuste al principio de<br />
equidad”. Como condición fundamental, insistía en que<br />
“todos somos ciudadanos de pleno derecho, aprovechamos<br />
los mismos beneficios y estamos sometidos a las mismas<br />
obligaciones” 2 .<br />
No puede escapar para cualquier observador lo que<br />
ocurre en Chile, donde tales enunciados, que se sustentan<br />
incluso en declaraciones que constituyen reglas para la<br />
comunidad internacional, han sido y son reiteradamente<br />
avasallados por el poder de un credo, que tiene profundas<br />
ramificaciones y que impone sus términos sobre el Estado,<br />
el gobierno y la sociedad civil, sin ningún remilgo, y que<br />
tiene sus raíces en el proyecto refundacional que<br />
2 Philippe Grollet, presidente del Centro de Acción Laica de Bélgica. Primer<br />
Seminario Latinoamericano de Laicismo, octubre 2004. Edición ILEC.
P á g i n a | 31<br />
dictatorialmente impusiera Pinochet. Un poder de<br />
naturaleza conservadora, autoritario, económicamente neoliberal,<br />
dogmático y oligárquico.<br />
3. Consideraciones en torno al clericalismo y al<br />
confesionalismo en Chile.<br />
El conservadurismo que advertimos en nuestro país,<br />
se sustenta en dos variables de una misma visión de<br />
hegemonía espiritual – y en consecuencia, moral y cultural<br />
-, que tienen sus propias trayectorias, especialmente, con<br />
los procesos históricos vividos por el país, a través de su<br />
historia más reciente. Ellos son el clericalismo y el<br />
confesionalismo.<br />
El clericalismo, en su concepción tradicional, dice<br />
relación con la influencia y predominio del clero sobre el<br />
poder político. El confesionalismo dice relación con la<br />
influencia y predominio, ya no solo de los clérigos, sino de<br />
un dogma religioso y de las estructuras de poder fáctico<br />
que éste genera en los distintos niveles de la sociedad.<br />
¿Cuál es la diferencia y el matiz que separa al clericalismo<br />
y al confesionalismo Simplemente el carácter protagónico<br />
de sus miembros. En uno, el protagonismo descansa en los<br />
clérigos y en la estructura jerárquica que los sostiene. En el<br />
otro, el protagonismo radica en los creyentes que tienen<br />
poder corporativo y que, a través de ese poder, pretenden<br />
imponer su visión dogmática a la sociedad.
P á g i n a | 32<br />
El clericalismo ha tenido sus momentos históricos<br />
significativos, y en algunos momentos re-emerge con<br />
singular potencia. Pero, lo que viene a imperar más<br />
potentemente en las últimas décadas en nuestro país, es el<br />
confesionalismo, y no uno de carácter genérico, sino uno<br />
específico: católico, apostólico y romano.<br />
Hasta antes de la dictadura de Pinochet, la opción del<br />
confesionalismo siempre se expresó relativizadamente,<br />
producto de una concepción del poder donde hubo una<br />
influencia laicista significativa. De hecho, podemos decir<br />
que, desde la República Liberal hasta 1973, siempre hubo<br />
factores de equilibrio que impidieron la consolidación de la<br />
visión confesional. Fue un siglo de condiciones de<br />
pluralización, que constituyó un patrimonio moral<br />
reconocible en toda América Latina. Con muchos<br />
problemas de otro tipo, pero, donde hubo espacios para<br />
reconocer el buen sentido de políticas de gobierno en la<br />
educación, en la salud, etc. donde primó en las distintas<br />
visiones políticas predominantes, cual más cual menos, un<br />
contexto ético centrado en el hombre.<br />
De muestra, un botón. La píldora anticonceptiva<br />
entró a Chile en los años 1960, en pleno gobierno de un<br />
partido de denominación confesional, pero, nadie pensó en<br />
considerar que las políticas públicas que la masificaron no<br />
estaban bien encausadas, aún con las expresiones hostiles<br />
de la jerarquía religiosa. A contrapelo, podemos comparar<br />
lo recientemente ocurrido con la llamada “píldora del día<br />
después”.
P á g i n a | 33<br />
Al sobrevenir la dictadura de Pinochet, comienza a<br />
expresarse un ascendente confesionalismo. La concepción<br />
portaliana que propone ideológicamente la dictadura, no es<br />
ajena a ese aspecto refundacional que tiene un<br />
inconfundible matiz confesionalista. Enfrentado Pinochet a<br />
una jerarquía clerical que tiene un manifiesto compromiso<br />
con el Concilio Vaticano II y con las encíclicas sociales,<br />
recurre a los creyentes con poder económico para afirmar<br />
su visión confesional como núcleo conceptual valórico de<br />
su ejercicio autoritario. En alguna oportunidad podríamos<br />
analizar ese aspecto con mayor profundidad, es decir, la<br />
lectura católica de Pinochet y su aporte refundacional al<br />
confesionalismo chileno.<br />
Entonces, el confesionalismo se nutrió y creció a<br />
través de una apuesta de poder específica, generando un<br />
modelo de sociedad, un modelo de Estado, un proyecto de<br />
hegemonía, que se hizo independientemente de la jerarquía<br />
clerical, en un primer momento, del cual el núcleo de poder<br />
de la dictadura desconfiaba, por lo que, alternativamente,<br />
potenciaron al sector más tradicional del clero. Ese<br />
confesionalismo fue capaz de desarrollarse y mantenerse al<br />
margen de la rectoría institucional de la Iglesia, incluso,<br />
podemos decir al margen del clero predominante, por<br />
mucho tiempo. Esa situación marcaría la forma como el<br />
confesionalismo se desenvolverá con posterioridad<br />
Ello lo hará muy independiente de las jerarquías<br />
diocesales y propenderá a crear instancias<br />
compartimentadas y autónomas, desligadas de la estructura
P á g i n a | 34<br />
eclesial regular. Es lo que ha favorecido los cultos cerrados<br />
en torno a determinados dogmas u organizaciones<br />
confesionales autónomas. Por ejemplo, movimientos,<br />
prelaturas, órdenes religiosas, grupos de estudio,<br />
adoraciones especiales, etc. Ello es lo que ha favorecido el<br />
crecimiento del Opus Dei y los Legionarios de Cristo, los<br />
distintos “Encuentros del Espíritu” (matrimoniales,<br />
juveniles, etc.), los cursillistas, los carismáticos, etc.<br />
Esto ocurre hasta cuando se consolidó el papado de<br />
Juan Pablo II y los sectores tradicionalistas, que venían de<br />
vuelta del Concilio Vaticano II, comenzaron a ganar poder<br />
dentro de la Iglesia Católica chilena. La comunión entre el<br />
tradicionalismo y el poder económico se hará de un modo<br />
natural, porque en doctrina y política, aspiraban a lo<br />
mismo.<br />
Ello redundará y fortalecerá el hecho que, el<br />
confesionalismo en Chile, no sea un fenómeno<br />
exclusivamente espiritual y ético, sino que tiene una<br />
naturaleza económica, cultural, política y social. Tal pues,<br />
que se encuentra predominando tras las estructuras del<br />
poder económico, en las finanzas, en las instituciones del<br />
Estado, en la opulencia. Cuando analizamos los<br />
desequilibrios en la distribución del ingreso, por ejemplo,<br />
lo que se advierte entre quienes hegemonizan la riqueza y<br />
la opulencia, es su sello confesionalista.
P á g i n a | 35<br />
4. El diagnóstico de la hegemonía confesional.<br />
Uno de los aspectos que habitualmente reclama o<br />
reivindica el poder confesional, es el origen católico de<br />
nuestro país. Frente a ello es necesario tener presente que<br />
Chile no surgió como República bajo el alero de la Iglesia<br />
Católica. Más bien fue a contrapelo de ella, tanto por lo<br />
que decían y hacían las jerarquías locales, como en la<br />
propia posición papal sobre el proceso emancipacionista de<br />
América. Ella recién logra imponerse con la república<br />
pelucona, y la política restauradora de Portales, y<br />
experimentará un profundo retroceso con la república<br />
liberal. Luego, con la república parlamentaria, recuperará<br />
su influencia.<br />
La formulación constitucional de 1925, pretenderá<br />
superar la continuidad histórica de la influencia y<br />
vinculación del clero católico, apostólico y romano con el<br />
Estado, pero, en los hechos, pasados 80 años, lejos de<br />
aminorar, se aprecia una marcada presión del<br />
confesionalismo católico que tiene arraigada su influencia<br />
en instituciones que, por ser teóricamente de todos los<br />
chilenos, debieran responder a una conducta limpiamente<br />
imparcial frente a cuestiones de orden religioso.<br />
Empero, el confesionalismo de inicios del siglo XXI<br />
no busca, en lo fundamental, el control del Estado. El<br />
concepto del poder se ha diferenciado respecto de lo que<br />
ocurría hace 100 años. Por cierto, la complejidad de la<br />
sociedad contemporánea muestra una versatilización de las
P á g i n a | 36<br />
formas de poder, que lo ha llevado a asumir distintas<br />
variables en las conductas y los espacios de<br />
hegemonización. Hoy, el confesionalismo reconoce que el<br />
poder del Estado es menor, por lo que prefiere influir en las<br />
estructuras económicas y culturales (especialmente en la<br />
educación), las cuales son determinantes en la<br />
conformación social de nuestro tiempo.<br />
Las finanzas, las corporaciones, los medios de<br />
comunicación, los colegios, las universidades, son espacios<br />
e instancias en que acendran fuertemente un proyecto de<br />
hegemonía, que termina por eliminar la libre concurrencia<br />
de las ideas y el derecho a la libertad de conciencia,<br />
eliminando toda visión de sociedad multiconfesional o<br />
plural.<br />
Resulta sorprendente por lo mismo, que, iniciándose<br />
la campaña presidencial, en el año 2005, el Comité<br />
Permanente del Episcopado chileno, haya hecho un<br />
diagnóstico acusativo sobre la pobreza y el problema de la<br />
distribución de la riqueza en el país, que apuntaba al vacío,<br />
cuando la opulencia desmedida y los protagonistas del<br />
poder económico, que burlan las leyes sociales, que crean<br />
empresas de contratación externalizada para burlar las<br />
leyes laborales, los que crean cotidianamente condiciones<br />
de desigualdad, son los que hacen día a día el proyecto de<br />
hegemonía confesional.<br />
Pero, no por ello el confesionalismo abandona la<br />
influencia que ejerce sobre instancias del Estado que<br />
considera su feudo particular. Verbigracia, las FF.AA.,
P á g i n a | 37<br />
teniendo en el Ejército y en la Armada a verdaderos<br />
enclaves de determinismo confesional. Es un hecho que,<br />
para acceder a la condición de Oficial General – Generales<br />
y Almirantes -, las juntas calificadoras de esas ramas tienen<br />
como condición no escrita que sean ascendidos solo<br />
oficiales con un fuerte compromiso católico. ¿Con que<br />
derecho, si son instituciones que pertenecen a todos los<br />
chilenos y a la diversidad que compone la chilenidad<br />
¿Con que derecho en las naves de la Armada hay imágenes<br />
y altares que responden a una sola visión religiosa y hace<br />
sinonímica la condición de oficial con la de creyente<br />
católico ¿Con que derecho actúo el general Cheyre<br />
durante la tragedia de Antuco, haciendo gala de su opción<br />
religiosa, por sobre los hombres a su mando, que en su<br />
gran mayoría no respondían a ese credo<br />
Para entender la determinante presencia actual del<br />
poder confesional sobre el Estado, no solo debemos<br />
considerar que deviene de lo que fue la acción de la<br />
dictadura y su modelo económico-social, y de quienes han<br />
controlado la economía chilena, sino también del proceso<br />
de transición a la democracia. Es un hecho que, así como<br />
hubo una parte de la Iglesia Católica que validó la<br />
dictadura, también hubo otra parte que se le opuso –<br />
aquella más vinculada al Concilio Vaticano II -, liderada<br />
por la enorme figura moral del Cardenal Silva Henríquez,<br />
la que consolidó lazos con las fuerzas que realizaron la<br />
democratización.
P á g i n a | 38<br />
Así, el sello de los gobiernos de la Concertación ha<br />
estado marcado por la influencia de un sector del clero, que<br />
tiene profundas raíces con aquel sector de la clase política<br />
que llevó a cabo la transición, y que muchos han calificado<br />
como un “partido transversal”, donde están personeros de<br />
los distintos partidos concertacionistas. Ese núcleo<br />
dirigente ha sido ampliamente receptivo a las influencias<br />
clericales, antes que a los poderes fácticos del<br />
confesionalismo, pero, que, por la misma influencia de<br />
determinados clérigos, se convierte también en un<br />
posicionamiento del talante confesional.<br />
Aun así, debemos reconocer la existencia de una<br />
parte importante de la clase política, que se define en<br />
términos valóricos como “humanista laico”. De hecho, en<br />
una entrevista a un periódico, durante la campaña<br />
presidencial de 2005, la ahora Presidente de la República,<br />
Michelle Bachelet, señalaría su referencia valórica en el<br />
humanismo laico.<br />
Es importante reconocer y potenciar esas posiciones,<br />
sobre todo cuando se avecinan debates significativos en<br />
torno a la agenda valórica, que tienen que ver con los<br />
métodos anticonceptivos de emergencia, con la ley sobre el<br />
genoma humano y la clonación, con la discusión sobre la<br />
fertilización y la concepción, la criopreservación; los<br />
derechos de las minorías sexuales, etc. Un universo de<br />
temas que requieren de una posición valórica, donde el<br />
confesionalismo está dispuesto a mover todo su poder e
P á g i n a | 39<br />
influencia para imponer los rígidos parámetros de su<br />
particular opción de conciencia a toda la sociedad.<br />
6. Palabras finales.<br />
Por lo tanto, no debemos llamarnos a engaño.<br />
Nuestra responsabilidad es promover el laicismo, asentarlo<br />
como práctica social, deslindar el dogmatismo, contener las<br />
visiones hegemónicas unilaterales, pluralizar las miradas<br />
en un marco de auténtica tolerancia. Esto significa que no<br />
debemos convertir el laicismo en un producto intelectual de<br />
consumo interno, en un tema especulativo que favorezca<br />
cualquier calistenia anticlerical.<br />
Lejos de ello, la tarea es asumir actividades<br />
significativas y evidentes, que favorezcan la laicización de<br />
nuestra sociedad, de todas las instituciones del Estado, de<br />
todos los espacios en que se hace sociedad, en que se<br />
recrea la condición de país, de comunidad nacional.<br />
Impedir que las políticas públicas se tiñan con<br />
determinados acentos confesionales es una tarea cotidiana,<br />
sobre todo con la actual agenda valórica que entra en<br />
discusión de un modo relevante, en un país que ha<br />
superado los traumas de su transición a la democracia.<br />
Los grandes temas de la democracia, en los próximos<br />
años, estarán marcados por discusiones valóricas, de allí<br />
que movimientizar el laicismo es un requisito fundamental,<br />
para poner a raya las visiones hegemónicas que la<br />
dictadura y las limitaciones de la transición democrática
P á g i n a | 40<br />
tanto favorecieron. En ese esfuerzo, el laicismo debe<br />
constituir el afluente ético que riegue de ideas y de<br />
conductores, a quienes requieran de luz, frente a las<br />
controversias valóricas de este tiempo, producto de la<br />
oscuridad que impone el confesionalismo.<br />
No es una controversia que tenga solo que ver con<br />
nuestra realidad nacional, sino que se expresa en gran parte<br />
de la realidad occidental. No nos olvidemos lo que ocurre,<br />
por ejemplo, en Estados Unidos, donde la clase política<br />
también ha estado hegemonizada por concepciones<br />
religiosas sectarias, que llevan a una visión hegemónica y<br />
excluyente, que busca denodadamente imponer su<br />
empoderamiento de un modo contrario a toda concepción<br />
pluralista y democrática.<br />
La defensa y promoción del laicismo, tiene que ver,<br />
entonces, con una concepción de sociedad que es mucho<br />
más amplia que el sesgo coyuntural y particular que<br />
algunos pretenden darle, y que está demasiado presente en<br />
el debate postmoderno. Puede que su motivación sea de<br />
antigua data, pero, lo añejo que algunos pretenden<br />
imputarle, no oculta sino de desidia o la ignorancia frente a<br />
lo que realmente está en juego: la libertad espiritual del<br />
hombre.
P á g i n a | 41<br />
LA PERNICIOSA RELACIÓN<br />
ENTRE RELIGIÓN Y POLÍTICA.<br />
Artículo publicado en el diario digital “Voz al Mundo” en Agosto de 2006.<br />
La estrecha relación de la religión con la política, ha<br />
sido la causa de dolorosos y permanentes episodios en la<br />
historia de la Humanidad y en todas las civilizaciones. Con<br />
recurrencia, a través de los siglos, en muchos momentos,<br />
siempre ha ocurrido que, cuando las motivaciones<br />
religiosas trastocan en opciones políticas, terminan<br />
ahogando las libertades y desencadenan la violencia y la<br />
confrontación irracional. No solo la historia postrenacentista<br />
europea es una demostración de ello, con<br />
aquellas guerras religiosas que produjeron tantas muertes y<br />
desolación. Los ejemplos abundan en todas las épocas y en<br />
todos los lugares del planeta.<br />
Dentro de las argumentaciones que relacionan la<br />
religión con la política, en torno a objetivos hegemónicos,<br />
es difícil discernir cual se sirve de la otra para sus<br />
propósitos. Siendo procesos de discernimiento que pasan<br />
por la conciencia de quienes actúan vinculados a ambos
P á g i n a | 42<br />
factores, es muy difícil determinar si el religioso se vuelve<br />
político para imponer la hegemonía de su fe, o si es el<br />
político el que se vuelve religioso para consolidar ideas<br />
fuerzas que logren consolidar su pretensión hegemónica.<br />
Es un hecho, efectivamente, que el factor religioso<br />
reditúa efectos políticos significativos. El discurso<br />
religioso es un mensaje de fácil comprensión, confiable,<br />
que no requiere esfuerzos intelectivos, y que produce un<br />
efecto galvanizador en lo social, sobre fundamentos<br />
sencillos y directos. Hay pocos conjuntos de ideas que<br />
tengan efectos aglutinadores tan inmediatos y relevantes en<br />
el actuar gregario, como lo que ocurre con el mensaje<br />
religioso.<br />
Frente a ello, en las últimas décadas, la civilización<br />
occidental ha sido testigo de mucha reflexión sobre la<br />
exacerbada relación entre política y religión, a partir de la<br />
irrupción del fundamentalismo islámico y el derrame<br />
integrista por todo el Medio Oriente, y que insufla a<br />
innumerables grupos políticos violentos en el espacio<br />
geográfico que detenta las más importantes y estratégicas<br />
reservas petroleras del mundo. Sin embargo, poco se ha<br />
escrito y reflexionado sobre la estrecha relación entre la<br />
religión y política que se ha dado contemporáneamente en<br />
el hemisferio occidental.<br />
De allí que el libro “The Mighty and The Almighty.<br />
Reflections on América, God and World Affairs”, escrito<br />
por Madeleine Albright, constituye un relevante aporte a la<br />
reflexión sobre esa promiscua relación, y los efectos que
P á g i n a | 43<br />
ello tiene en el mundo de hoy. Publicado hace poco, es un<br />
significativo aporte para constatar los efectos del<br />
absolutismo religioso en la política mundial, a partir del<br />
compromiso confesional del Presidente Bush y del grupo<br />
que forma parte de su gobierno.<br />
No debe pensarse que la autora sea parte de la<br />
tradición laicista de la intelectualidad norteamericana, ya<br />
que, por el contrario, ha sostenido una crítica a las<br />
tradiciones laicas europeas, a las que considera un<br />
obstáculo para la libertad de culto. De allí que su opinión<br />
sea muy importante, sobre todo porque fue parte de<br />
gobiernos de Presidentes activamente confesionales.<br />
Albright, que fuera Embajadora y Secretaria de<br />
Estado del gobierno de Clinton, expresa sus aprehensiones<br />
por la forma como el actual Presidente norteamericano<br />
mezcla sus creencias religiosas con sus decisiones<br />
políticas, y como establece su a partir de ellas sus<br />
categóricas concepciones sobre el bien y el mal.<br />
Bush se considera depositario de una verdad absoluta<br />
y no oculta la importancia que tienen sus creencias<br />
religiosas en sus decisiones de gobierno. Algunas de sus<br />
aseveraciones confesionales han sido señalar que Dios le<br />
aconsejó realizar la invasión a Irak, o que Dios deseaba su<br />
elección como Presidente de la Unión.<br />
No distantes de aquellas expresiones, Bush padre ha<br />
sostenido la idea que EE.UU. es el “segundo pueblo<br />
elegido”, mientras la derecha conservadora que sostiene al<br />
gobierno de su hijo, ha propugnado una rígida política
P á g i n a | 44<br />
exterior, que se fundamenta en una retórica cristiana<br />
profundamente radical, que se sustenta en la afirmación de<br />
que EE.UU. tiene una misión asignada por Dios, para<br />
proteger la libertad y la democracia en el mundo. Un<br />
senador de esa corriente, Albert Beveridge, sostenía ya en<br />
1998, que Dios le había asignado a EE.UU. un papel<br />
relevante en la historia del mundo. Estas aseveraciones han<br />
estimulado el absolutismo religioso de Bush, llevándolo a<br />
cometer los peores desastres de la política exterior<br />
norteamericana, según Albright.<br />
La crítica y las evidencias de los planteamientos del<br />
libro, tienen una profundidad indiscutible, considerando<br />
que su autora valora la potencialidad cultural y el impacto<br />
social de las creencias religiosas, cuando entran en sana<br />
relación con la política. Ella sostiene la imposibilidad de<br />
separar la religión de la política, y valora esa asociación<br />
cuando se utiliza de un modo correcto, lo cual, sostiene,<br />
tiene una positiva incidencia moralizadora que favorece la<br />
justicia y la paz.<br />
La conclusión que podemos sacar, es que el libro<br />
permite una mejor comprensión de la política seguida por<br />
la principal potencia mundial, permitiendo entender los<br />
fundamentos que han llevado al debilitamiento de la<br />
política internacional, producto de la polarización que<br />
impone una concepción fundada en comprensiones<br />
confesionales absolutas, cuyo efecto ha sido pernicioso<br />
para la paz mundial y para la resolución negociada de los<br />
conflictos.
P á g i n a | 45<br />
LAICIDAD Y <strong>LAICISMO</strong>,<br />
SIN DISTORSIONES.<br />
Artículo publicado en el diario digital “Voz al Mundo” en Julio de 2007.<br />
De un tiempo a este parte, el Papa Ratzinger ha<br />
entrado a un confuso debate lingüístico, precisando una<br />
supuesta diferencia de propósitos y formas entre “laicismo”<br />
y “laicidad”. Así, verbigracia, en un discurso ante un grupo<br />
de juristas católicos, el pasado 09 de diciembre de 2006,<br />
expresó: “En el mundo de hoy, la laicidad se entiende de<br />
varias maneras: no existe una sola laicidad, sino diversas,<br />
o mejor dicho, existen múltiples maneras de entender y<br />
vivir la laicidad, maneras a veces opuestas e incluso<br />
contradictorias entre sí” (www.corazones.org).<br />
Por cierto, la afirmación no puede ser más confusa,<br />
pero se explica en el contexto de una tendencia que la<br />
jerarquía católica trata de establecer entre laicismo y<br />
laicidad, entendiendo al primero como una hostilidad o una<br />
indiferencia tendenciosa contra la religión; y al segundo,<br />
como un respeto o un talante de aceptación validante entre
P á g i n a | 46<br />
el Estado y la Iglesia, fundamentado en una indefinida<br />
autonomía de cada parte.<br />
Frente a lo expuesto en esa reunión con juristas<br />
católicos, hay algunos comentarios que hacer, ante lo que<br />
supongo no es un acto de mera disquisición lingüística del<br />
Papa Ratzinger, y que inducen a una confusión a su<br />
comunidad de creyentes y a quienes no han manifestado<br />
una madura reflexión sobre la penetración de las<br />
confesiones en cuestiones del poder temporal.<br />
Es bueno tener la cercana referencia de las<br />
consecuencias que son posibles de percibir en aquellos<br />
países, donde la vinculación clerical musulmana ha<br />
penetrado las instituciones políticas y sociales,<br />
produciendo una hegemonía sobre el Estado y la sociedad<br />
civil, que ha destruido las libertades y los derechos de las<br />
personas. La herencia de Ruhollah Khomeini y su impacto<br />
en la hegemonía política de los clérigos, es un tema que ha<br />
convulsionado a una buena parte de Asia y África, con<br />
consecuencias dolorosas para naciones y pueblos.<br />
Mirando nuestra historia Occidental, no es tan lejana<br />
la participación de los clérigos católicos, por más de un<br />
milenio, en una dolorosa historia que tuvo su epicentro en<br />
Europa, con no pocos efectos en América, que puede<br />
constatarse en un tránsito de guerras y persecuciones de<br />
distantes propósitos de fe, sin siquiera recurrir al extremo<br />
expediente de la Inquisición.<br />
Si hubo una corrección en el mundo occidental, ante<br />
la pertinaz influencia del clero en las estructuras de poder
P á g i n a | 47<br />
de las sociedades y naciones, debe reconocerse que ello fue<br />
posible en la medida que se impuso en la conciencia de la<br />
sociedad civil la necesidad de la laicización de las<br />
estructuras de poder, y por la acción de una sana doctrina<br />
que tuvo la virtud de hacerlo posible: el laicismo.<br />
Si hay laicidad en las sociedades más libres y<br />
consolidadas institucionalmente, fue porque esa doctrina<br />
supo hacerse realidad en la voluntad de los hombres que<br />
protagonizaron la lucha por la emancipación respecto de la<br />
tuición clerical, lo que John A. Hall, evalúa como un<br />
complejo balance entre el consenso y el conflicto,<br />
construido de manera penosa a lo largo de los siglos XVII<br />
y XVIII en Europa, donde la sociedad civil vino a ser el<br />
resultado de la separación entre el poder ideológico y el<br />
poder político, producido por la separación entre la Iglesia<br />
y el Estado.<br />
En fin, lo que Ernest Gellner llama la derrota de las<br />
pretensiones moral-imperialistas de la Iglesia Católica y el<br />
surgimiento de espacios de tolerancia religiosa, donde la<br />
crítica a la religión dominante creó la tradición cultural de<br />
la reflexividad y la valoración de la autonomía y la<br />
capacidad individual, en contraposición a la conformidad<br />
pasiva a las reglas político-religiosas.<br />
El laicismo no es un ideología como pretende<br />
tipificarla el Papa Ratzinger, tal como lo hiciera su<br />
antecesor, quien planteara, luego de la caída del muro de<br />
Berlín, que derrumbado el comunismo ateo, la tarea era<br />
hacer lo propio con el laicismo.
P á g i n a | 48<br />
El laicismo, seamos objetivos, es una doctrina sin la<br />
cual no habría laicidad. Esta última es una consecuencia, el<br />
hecho, el efecto, que se desprende de la aplicación de la<br />
doctrina. Por lo mismo, pretender que la laicidad sea solo<br />
expresable en el ámbito de relación Estado-Iglesia es una<br />
mirada extraordinariamente reduccionista, ya que una<br />
efectiva laicidad abarca también su correspondencia en la<br />
sociedad civil y en el mercado.<br />
Una sociedad donde existe una efectiva laicidad, es<br />
aquella en que opera la libre concurrencia de las diversas<br />
opciones de conciencia, no solo aquellas relativas a las<br />
confesiones, y donde ninguna de ella tiene el privilegio<br />
para sobreponerse hegemónicamente, para desde allí<br />
imponer formas de exclusión.<br />
En años recientes, por ejemplo, en Chile hemos<br />
tenido una pertinaz acción de la Iglesia Católica, que quiere<br />
imponer sus puntos de vista a toda la sociedad, a través de<br />
presiones y cuestionamientos a todo aquello que busque<br />
garantizar los derechos a la diversidad y a la libertad de<br />
conciencia. Recordemos, por ejemplo, las presiones e<br />
intervención clerical en torno a la discusión de la ley de<br />
divorcio o más recientemente, en torno al uso en políticas<br />
de salud públicas de la píldora del día después.<br />
En un plano más global, ¿acaso no fue un<br />
planteamiento del Papa Ratzinger, hace unas pocas<br />
semanas, que planteaba un principio que irrumpe contra<br />
cualquier perspectiva de respeto confesional, al señalar que<br />
la Iglesia católica "es la única Iglesia de Cristo" y el Papa
P á g i n a | 49<br />
debe ser aceptado como autoridad suprema por todos los<br />
cristianos, agregando que las iglesias ortodoxas orientales y<br />
las "comunidades" protestantes no son siquiera iglesias y<br />
que permanecen apartadas de la verdad ¿Eso es lo que<br />
explica formas distintas de vivir la laicidad o las distintas<br />
formas de entenderla<br />
Desde luego, toda religión está en su derecho a<br />
proclamar su credo, cuestión que el laicismo reconoce<br />
como condición inalienable de la libertad de conciencia, y<br />
que la laicidad debe hacer tangible en el medio social. La<br />
laicidad, como acción, como hecho, como materialización<br />
del laicismo, no niega el derecho de las confesiones a la<br />
interpelación moral, pero, valida la igualdad de derechos a<br />
todas y a cada una, pero, también garantiza el derecho de<br />
quienes no tienen la obligación de sentirse interpelados por<br />
confesión alguna.<br />
Para ello, la institucionalidad del Estado y la práctica<br />
de convivencia de la sociedad civil, tienen que crear los<br />
medios y las formas que garanticen la igualdad de derechos<br />
y la libre exposición de las ideas, pero, especialmente, el<br />
resguardo de las opciones de conciencia. Eso es laicidad.<br />
Corresponde a quienes sustentamos la doctrina del<br />
laicismo, promover y coadyuvar para que ello sea posible.<br />
Quien acuse al laicismo de otras perspectivas o intensiones<br />
que no sean estas, es querer poner en entredicho su<br />
evidencia concreta de tangibilización social e institucional,<br />
que se manifiesta en el vocablo “laicidad”.
P á g i n a | 50<br />
LAICIDAD Y <strong>LAICISMO</strong>,<br />
SIN DISTORSIONES (2).<br />
Artículo publicado en el diario digital “Voz al Mundo” en Julio de 2007.<br />
Hace algunos días, leía un mensaje de Agustín<br />
García-Gasco, arzobispo de Valencia, aparentemente<br />
dirigido a los files de su arquidiócesis en el año 2005, pero,<br />
que, dado su disponibilidad en Internet, le da una condición<br />
vigente, más aún con el planteamiento realizado por el<br />
Papa Ratzinger hace solo un semestre ante un grupo de<br />
juristas. Por lo demás se trata de una distorsión que ha<br />
venido presentándose como estrategia, especialmente en<br />
España y Francia, frente a las políticas gubernamentales<br />
que pretenden corregir los problemas derivados del uso<br />
nocivo de la fe, para fines estrictamente políticos.<br />
¿Qué dijo Agustín, arzobispo de Valencia, como<br />
gusta de firmar “Laicidad si, laicismo no”<br />
(www.archivalencia.org).<br />
Como monseñor es español y un hombre culto, no<br />
cabe duda que su afirmación es claramente política, al
P á g i n a | 51<br />
punto de querer burlar las reglas de nuestra lengua, para<br />
imponer una distorsión en la comprensión de las gentes,<br />
que sea ideológicamente utilizada por quienes se<br />
incomodan con la ola de sentido común, que insufla la<br />
profundización democrática de Europa.<br />
Por cierto, quienes usamos el lenguaje de Cervantes,<br />
sabemos que el sufijo “dad”, implica y está relacionada<br />
siempre con una cualidad, en los sustantivos abstractos que<br />
derivan de adjetivos. La regla se aplica en los casos de<br />
palabras con dos sílabas, con la forma “idad”.<br />
En el caso de “laicidad”, hablamos de un sustantivo<br />
abstracto, derivado del adjetivo “laico”, acepción que en<br />
nuestra lengua señala define a aquel o aquello que “es<br />
independiente del cualquier organización o confesión<br />
religiosa”. No se refiere a aquel o aquello que “no es<br />
religioso”, como gustan de decir los sacerdotes católicos,<br />
sino que a aquel o aquello que “es independiente” de lo<br />
religioso, e “independiente” en nuestra lengua es aquel o<br />
aquello que “no tiene dependencia, que no depende de<br />
otro”, que es “autónomo”, “que puede sostener sus<br />
derechos u opiniones sin intervención ajena”.<br />
El verbo “laicizar” implica “hacer laico o<br />
independiente de toda influencia religiosa”, por lo cual,<br />
cuando laicizo estoy realizando una acción para que algo o<br />
alguien sea independiente de toda influencia religiosa.<br />
Quien realiza esa acción es un “laicista”, es decir, alguien<br />
que sostiene fundamentos y propósitos basados en el<br />
“laicismo”, concepto o “doctrina que defiende la
P á g i n a | 52<br />
independencia del hombre o de la sociedad, y más<br />
particularmente del Estado, respecto de cualquier<br />
organización o confesión religiosa”.<br />
Lo que busca el laicismo es una sociedad laica o un<br />
Estado laico, es decir, que impere de manera significativa<br />
la “laicidad”, calidad que caracteriza a una institución o<br />
institucionalidad que se ha liberado de la tuición<br />
confesional, para garantizar, desde esa condición, la libre<br />
existencia de los credos, y la capacidad individual y<br />
colectiva de actuar de acuerdo a lo que la libre exposición<br />
de ideas establece como consenso social.<br />
Es cierto que la acepción “laicidad” aún tiene una<br />
condición de neologismo, puesto que aún no adquiere<br />
presencia oficial en el diccionario de nuestra lengua, pero,<br />
ello no impide aplicar la regla de la gramática normativa<br />
española Por lo demás, en Francia, el uso del concepto<br />
“laicité” es de antiguo uso, que, para efectos prácticos,<br />
epistemológicamente tiene amplia validez para el<br />
conocimiento contemporáneo.<br />
Entonces, frente a las afirmaciones de Agustín,<br />
arzobispo de Valencia, y las de los propugnadores católicos<br />
de una estrategia distorsionadora, que apunta a confundir a<br />
las personas comunes y corrientes, usurpando a la doctrina<br />
laicista el uso de sus conceptos para hacerlos ambiguos e<br />
invalidantes, lo que corresponde es poner las palabras en<br />
sus justos términos.<br />
Cuando los sacerdotes llaman laicos a los seglares,<br />
están haciendo un uso mañoso del concepto, porque un
P á g i n a | 53<br />
seglar efectivamente es alguien que no tiene condición<br />
sacerdotal, en tanto, un laico es “independiente” de la<br />
influencia religiosa. Un seglar es un hombre de fe que no<br />
es sacerdote, en tanto, el laico además de no ser sacerdote,<br />
es independiente de la influencia que ese sacerdote ejerce a<br />
partir de los postulados de su fe.<br />
Asimismo, cuando los sacerdotes invocan una “sana<br />
laicidad” para el Estado, están haciendo maña con las<br />
palabras, para separar al laicismo, en tanto doctrina, de su<br />
consecuencia concreta, introduciendo la idea de que hay<br />
antagonismo entre una y otra.<br />
El uso tendencioso de las palabras, por cierto, es<br />
parte de una vieja estrategia eclesial, desde los más<br />
antiguos tiempos, donde los conceptos, los usos y las<br />
costumbres han sido deformados, para imponer la<br />
hegemonía de la fe particular de un grupo de poder. En ello<br />
hay una larga historia, que tiene en la jerarquía de la iglesia<br />
católica, apostólica y romana a su mejor paradigma, por<br />
casi dos milenios, desde Nicea en adelante, es decir, desde<br />
que se desprendió de sus más nobles ancestros.
P á g i n a | 54<br />
AGRESIÓN DE CONCIENCIA<br />
EN LAS INSTITUCIONES ARMADAS<br />
CHILENAS.<br />
Artículo publicado en el diario digital “Voz al Mundo” en<br />
Septiembre de 2007.<br />
Nuevamente las instituciones armadas chilenas han<br />
dado una demostración de discriminación religiosa,<br />
correspondiéndole esta vez a la policía nacional,<br />
Carabineros de Chile, la brutal imposición de un sesgo de<br />
conciencia a uno de sus mártires, y más aún, a su familia<br />
doliente.<br />
Durante los violentos incidentes producidos la noche<br />
del 11 de septiembre recién pasado, en uno de los sectores<br />
periféricos de la ciudad de Santiago, un carabinero fue<br />
herido en la cabeza por un disparo de un marginado social,<br />
ocasionándole en definitiva la muerte. El incidente<br />
conmocionó al país, y más allá de la prensa adicta al poder<br />
económico, que lo insinuó como una demostración de la<br />
acción de una delincuencia incontrolada, en el fondo fue<br />
una antecedente más de las consecuencias de un sistema
P á g i n a | 55<br />
económico-social que aún no da las debidas satisfacciones<br />
a vastos sectores sociales que incurren en la delincuencia<br />
producto de la marginalidad.<br />
El mártir policial Cristián Vera, era un muy querido<br />
componente en su unidad policial, donde derrochaba<br />
jovialidad, compañerismo y lealtad con su grupo, además<br />
de profesar la religión evangélica o protestante, un sector<br />
confesional de ascendente penetración en los sectores<br />
pobres, de dónde provenía el carabinero asesinado como<br />
toda la tropa policial del país.<br />
Su muerte fue un duro golpe para su familia y para<br />
sus compañeros en la labor policial, doloroso suceso que se<br />
agravaría para quienes eran sus más cercanos, cuando su<br />
funeral institucional fue precedido por un rito religioso que<br />
no era el correspondiente a su opción confesional. No ha<br />
sido la primera vez que ello ha ocurrido en las instituciones<br />
armadas chilenas. La agresión confesional es algo que<br />
recurrentemente se manifiesta en las Fuerzas Armadas y en<br />
el Cuerpo de Carabineros, producto de una manifiesta<br />
actitud tendenciosa de sus mandos, en cuanto a las<br />
opciones de fe.<br />
Lo que cabe preguntarse una vez más es ¿por qué los<br />
mandos de las instituciones armadas se creen con el<br />
derecho de actuar fuera de las reglas éticas que<br />
corresponden a las instituciones de un Estado no<br />
confesional como el chileno ¿Por qué actúan como<br />
instituciones al margen de la realidad de conciencia plural<br />
que expresa el alma nacional ¿Por qué las minorías de
P á g i n a | 56<br />
conciencia tienen que ser pisoteadas por generales o<br />
almirantes que se arrogan el derecho a imponer sus propias<br />
opciones, en función de una tradición constituida sobre la<br />
base de una agresión a las minorías de conciencia<br />
nacionales<br />
El Director General de Carabineros, general<br />
Alejandro Bernales, explicó que en el caso de las exequias<br />
del cabo Vera se aplicó la tradición histórica de la policía,<br />
la que aplica el rito católico. ¿En qué parte de la legislación<br />
que da fuerza y existencia legal a la policía que dirige, está<br />
establecido el Cuerpo de Carabineros como una institución<br />
de religión católica ¿Cuál es la legítima tradición que<br />
ennoblece a un cuerpo policial ¿Puede ser la que pasa por<br />
encima de las convicciones religiosas de sus miembros<br />
¿Es la establecida sobre la base de la imposición de los<br />
mandos más allá de sus prerrogativas legales y<br />
constitucionales<br />
El general Bernales se une en actitud y hechos a lo<br />
que obrara el ex comandante en jefe del Ejército, cuando<br />
esta institución sufrió una de las peores tragedias, hace<br />
algunos años, como consecuencia de que uno de sus<br />
oficiales, llevó a un regimiento a marcha forzada a través<br />
de un temporal de nieve, en las laderas del volcán Antuco,<br />
provocando la muerte de 45 soldados conscriptos. De esos<br />
conscriptos muertos, 22 eran de religión no católica. Sin<br />
embargo, el general Cheyre, entonces jefe del Ejército,<br />
impuso su visión de fe a todos los difuntos soldados, y sus<br />
familias debieron soportar esa visión y esa opción en todos
P á g i n a | 57<br />
los actos institucionales. El general hoy retirado sigue<br />
ligado a instituciones confesionales, de modo coherente<br />
con su opción de conciencia, mientras su decisión de<br />
mando, ligada a su opción religiosa, sigue penando en el<br />
dolor de la comunidad de fe de quienes fueron 22 de sus<br />
subordinados trágicamente fallecidos.<br />
Frente a esos dramáticos episodios – el caso de<br />
Antuco y la muerte del cabo Vera - , hemos sido testigos de<br />
una ceguera de los mandos ante lo que ocurre en el seno de<br />
sus instituciones, y ante los legítimos derechos de<br />
conciencia que emergen de la propia Constitución, que<br />
salvaguarda los derechos de todos y cada uno de los<br />
chilenos.<br />
Si una institución armada tiene un carácter nacional,<br />
¿no es legítimo que ella exprese en su seno la diversidad<br />
del país, de la nación toda ¿Acaso los evangélicos o<br />
protestantes, o cualquier minoría confesional,<br />
legítimamente constituida, que responde al mismo contexto<br />
ético y moral, que son comunes a toda la sociedad chilena,<br />
no tienen los mismos derechos y atribuciones que aquellos<br />
que profesan el catolicismo<br />
Ha llegado el momento de abrirse a un debate<br />
nacional ante las determinaciones de conciencia sesgadas<br />
de estos mandos institucionales, porque no es posible que<br />
el abuso y la interpretación antojadiza de tradiciones<br />
unilaterales, sigan ofendiendo la libre conciencia de<br />
aquellos chilenos, que, aun siendo una minoría, son parte
P á g i n a | 58<br />
sustancial de nuestra nacionalidad y de nuestra comunidad<br />
social. Basta de abusos.
P á g i n a | 59<br />
UN FALLO QUE CUESTIONA LA<br />
INSTITUCIONALIDAD.<br />
Publicado en el diario La Nación el 07 de abril de 2008.<br />
Es repudiable el dictamen del Tribunal<br />
Constitucional. Su determinación, no sus fundamentos (aún<br />
en redacción), se conoció debido a la reacción social por<br />
filtraciones que hablaban de una grotesca respuesta a la<br />
presentación de un grupo de parlamentarios conservadores<br />
de clara herencia cultural pinochetista.<br />
Constatamos que una mayoría de los jueces,<br />
arraigada en visiones compartidas con los diputados,<br />
acogió de modo muy extraño la prohibición de que se<br />
distribuya en el sistema público de salud la píldora del día<br />
después y se realice la consejería sexual a menores de<br />
edad.<br />
El repudio a este adelantado fallo tiene demasiadas<br />
aristas para vapulearlo, las que no ayudan a prestigiar las<br />
instituciones de nuestra aún imperfecta democracia.<br />
Lejos de pronunciarse para asegurar los valores<br />
superiores que uno espera en la vigencia de la
P á g i n a | 60<br />
Constitución, la mayoría del Tribunal Constituciona (TC)<br />
demuestra que esta instancia es otra de las instituciones<br />
coto de caza de sectores político-religiosos de concepción<br />
hegemónica, con fuertes arraigos en los fundamentos<br />
doctrinarios del régimen dictatorial.<br />
Seamos sinceros: los enclaves que dejó ese régimen<br />
y su proyecto refundacional, donde el conservadurismo<br />
valórico es la esencia de una mirada regresiva de Chile, se<br />
ven en la camisa de fuerza de un armado institucional en<br />
que prevalece la hegemonía conservadora, confesional y<br />
autoritaria.<br />
El proyecto de Pinochet fue una restauración a la<br />
portaliana, un regreso a un pasado conservador por<br />
esencia, al autoritarismo de claro perfil confesional y<br />
oligárquico, perdido por la superación de los tiempos.<br />
Cuando lo lógico apuntaba a que el TC tuviera un<br />
pronunciamiento hacia el tiempo en el que vivimos, la<br />
mayoría da un golpe en dirección a los fundamentos del<br />
conservadurismo trasnochado.<br />
Olvidando los contenidos que la Constitución<br />
establece ("es deber del Estado asegurar el derecho de las<br />
personas a participar con igualdad de oportunidades en la<br />
vida nacional", que garantiza "el respeto y protección a la<br />
vida privada y a la honra de la persona y su familia", "la<br />
libertad de conciencia" y "la manifestación de todas las<br />
creencias"), opta por la visión de conciencia personal de<br />
cada uno de los miembros de la mayoría en un tema<br />
absolutamente opinable según las convicciones éticas.
P á g i n a | 61<br />
Siendo las políticas públicas de salud un conjunto de<br />
acciones que apuntan a responder a todas las personas y a<br />
garantizar su derecho de participar con igualdad de<br />
oportunidades, consagradas por la Constitución, aquí es<br />
repudiable que la mayoría del TC acogió, aun en parte, el<br />
planteamiento del grupo de parlamentarios conservadores.<br />
La sola información del fallo da cuenta de que el TC,<br />
lejos de garantizar una institucionalidad permanente y una<br />
Constitución reconocida para todas las opciones de<br />
conciencia, valida una tendencia hacia una concepción de<br />
conciencia exclusiva y excluyente, no compartida por<br />
todos, menos por quienes serán afectadas directamente<br />
debido a la imposibilidad de recurrir a un servicio público<br />
de salud para evitar la concepción.<br />
Extrapolando, cabe preguntarse: ¿si hubiese estado<br />
en manos del TC resolver si es válido en las políticas<br />
públicas de salud la realización de operaciones o<br />
transfusiones de sangre, cuál habría su veredicto<br />
¿Deberíamos considerar que si se trata de mayorías de<br />
conciencia en el TC, bastaría que éstas cambien para tener<br />
en el futuro la prohibición de realizar transfusiones en el<br />
sistema público<br />
Es bueno entrar al quid del asunto. La restauración<br />
portaliana que hizo el régimen, que nos sigue afectando de<br />
manera constante, se pone en evidencia cada vez que esta<br />
imperfecta democracia sufre una coerción reiterada,<br />
sostenida e implacable de una visión religiosa, cuya<br />
especificidad está en la convergencia del conservadurismo
P á g i n a | 62<br />
moral, el confesionalismo político, el poder económico, el<br />
autoritarismo militar, las prácticas oligárquicas y las<br />
concepciones paternalistas del más antiguo cuño cultural.<br />
Las redes de influencia de esta convergencia son las<br />
que hoy producen este fallo digno de Ripley, que asombra<br />
a quienes llegan a hacer negocios al país, que suponen<br />
vienen al lugar más moderno y progresista de Sudamérica.<br />
Quienes nos observan no podrán dejar de asombrarse<br />
al ver cómo un tema contencioso, resuelto en los<br />
Tribunales de Justicia, es asumido por un Tribunal<br />
Constitucional que opta por los aspectos valóricos<br />
aceptando alcances constituyentes.<br />
El TC ha validado el sesgo de su mayoría, dispuesta,<br />
en aras de particulares creencias, a intervenir en la<br />
sexualidad de las personas, a romper con la racionalidad<br />
internacional en materias de salud, a obligar a renunciar a<br />
las chilenas pobres a las disponibilidades que ofrece la<br />
ciencia para dar mejor calidad de vida a las personas, y a<br />
establecer en el ámbito constitucional una brecha entre los<br />
que pudientes y no pudientes.<br />
Ante este repudiable hecho vale recordar que la<br />
solidez de la Constitución descansa en su capacidad para<br />
acoger la diversidad de Chile, en donde las distintas<br />
opciones de conciencia sean respetadas por la<br />
institucionalidad, produciendo consenso en torno a ella.<br />
Descansa en la capacidad de la institucionalidad de integrar<br />
a todos en las posibilidades de una vida mejor, que es<br />
aquella en que cada persona puede realizar su forma de
P á g i n a | 63<br />
vida individual, en arreglo con la vida colectiva. Este fallo<br />
por desagracia no prestigia y no hace consenso en torno a<br />
nuestra institucionalidad.
P á g i n a | 64<br />
LA DEMOCRACIA ES LAICA O NO ES<br />
DEMOCRACIA.<br />
Publicado en el diario La Nación el 08 de Mayo de 2008.<br />
Hace unos días, en el centro de la ciudad la Red de<br />
Mujeres de Valdivia enarboló un lienzo que decía: "La<br />
democracia es laica o no es democracia". Esta frase, sin<br />
duda, establece una afirmación que cobra una importancia<br />
especial ante los nuevos hechos institucionales que han<br />
constatado la carencia de una democracia laica en nuestro<br />
sistema político.<br />
No deja de ser reiterada la comprobación en el<br />
tiempo de que el sistema político está tutelado por una<br />
visión religiosa fuertemente relacionada con el poder<br />
político-económico que de modo constante impone sus<br />
condicionamientos, cuando no derechamente su visión a<br />
rajatablas, más allá del interés superior de la democracia y<br />
las formas que hacen posible la calificación de tal a un<br />
sistema político que debe estar en verdad basado en el<br />
respeto a la pluralidad que compone la nación.
P á g i n a | 65<br />
La conducta se ha visto comprobada de forma<br />
persistente. Como cuando se planteó la discusión sobre una<br />
ley de divorcio, se comprobó cuando se iniciaron las<br />
primeras campañas de prevención del sida, se reiteró en el<br />
fallo del Tribunal Constitucional (TC) sobre la píldora<br />
anticonceptiva de emergencia, entre un sinnúmero de actos<br />
que señalan una concomitancia activa y permanente de un<br />
sesgo valórico y religioso, con personeros de la clase<br />
política o las instituciones del Estado, que pretenden y<br />
logran imponer sus puntos de vista valóricos basados en<br />
aseveraciones religiosas coercitivas, unilaterales y<br />
excluyentes. Sus concepciones se han impuesto en la<br />
institucionalidad, haciendo ambivaler lo pecaminoso con lo<br />
delictivo.<br />
En lo referente a la Píldora Anticonceptiva de<br />
Emergencia (PAE), es evidente con la burda aseveración<br />
de que el embarazo empieza con la fecundación del óvulo.<br />
Aseveración legítima de sostener desde el punto de vista<br />
particular de la fe, pero inválida para la racionalidad<br />
científica internacional, o para quienes no tienen fe, o<br />
relativizan su fe ante circunstancias legítimamente<br />
humanas, como puede ser evitar un embarazo.<br />
Si consideramos que se ha producido una reacción<br />
ciudadana producto de los prejuicios de un grupo de jueces<br />
constitucionales, que se dejó llevar por sus convicciones<br />
religiosas o por los dictados de sus pastores, haciendo un<br />
pronunciamiento que viola los derechos de conciencia de<br />
las mujeres que están llamadas a decidir lo que hacen con
P á g i n a | 66<br />
su sexualidad, lo que viene a ser relevante en esta discusión<br />
no es tanto la viabilidad legal de un sistema más de<br />
anticoncepción, sino lo sustancial viene a ser el debate en<br />
torno al derecho de ejercer la libertad de conciencia y la<br />
necesidad de una institucionalidad laica en nuestro sistema<br />
político.<br />
Una institucionalidad laica no significa, bajo punto<br />
alguno, coartar los derechos religiosos y las libertades que<br />
emanan de ese ejercicio. Por el contrario. Hay miles de<br />
chilenos que viven su religiosidad con sencillez, con<br />
arraigadas convicciones, pero sobre la base del respeto a<br />
las otras convicciones que no están en el ámbito de su fe.<br />
Ellos no pretenden imponerles sus creencias y valores a los<br />
demás. Otros, en tanto, viven su creencia relativizando los<br />
predicamentos de sus pastores, porque la vida les ha<br />
demostrado que no se puede vivir sino en arreglo con los<br />
problemas cotidianos del hombre común, y con las<br />
posibilidades que impone la realidad secular. Todas esas<br />
personas merecen ser resguardadas en sus derechos.<br />
Esas conductas de personas decentes, comunes y<br />
corrientes, no tienen nada que ver con aquellas observadas<br />
por específicos grupos de poder confesional, que pretenden<br />
imponer sus valores particulares y su comprensión absoluta<br />
de la religiosidad, a todos y a cada uno de los chilenos. Son<br />
los que imponen a contrapelo sus valores, los que<br />
presionan e influyen de manera agobiante a las<br />
instituciones del Estado, son los que dominan los grandes<br />
negocios, los medios de comunicación, y que proponen una
P á g i n a | 67<br />
interpretación de la democracia que es funcional a sus<br />
creencias e interpretaciones.<br />
Por eso las mujeres de Valdivia que desplegaron la<br />
pancarta están apuntando al meollo del asunto que ha<br />
causado el TC mediante su discutido fallo. Si no hay una<br />
comprensión de que la democracia tiene que estar<br />
desprovista de intencionalidad religiosa particular, no<br />
tendremos una democracia verdadera. Muchas minorías<br />
hoy sienten que sus valores o sus puntos de vista son<br />
avasallados, y que las condiciones de tratamiento de parte<br />
de las instituciones del Estado no son las mismas que para<br />
quienes reclaman su condición de mayoría.<br />
El concepto moderno de la democracia indica que<br />
ésta es plena no cuando se imponen las determinaciones de<br />
la mayoría, sino cuando el sistema político es capaz de<br />
resguardar los derechos de las minorías. La mayoría, por<br />
cierto, puede imponer puntos de vista políticos, pero los<br />
aspectos valóricos solo son posibles de imponer en la<br />
medida de los consensos sociales que logren articularse, lo<br />
que para Habermas sería lo racional. No es posible el<br />
consenso social cuando, quienes pretenden ser mayoría, no<br />
cautelan los valores de quienes son minorías y les impiden<br />
el espacio para actuar según sus convicciones.<br />
Frente al debate sobre la PAE, lo que se cuestiona es<br />
que una institución del Estado - el TC -, toma una decisión<br />
sobre la base de las creencias de los jueces que hacen la<br />
mayoría, no sobre la base del respeto de las creencias y<br />
convicciones de las personas que no siendo católicas, o
P á g i n a | 68<br />
siendo católicas entienden a su modo su fe, consideren que<br />
el proceso de la vida comienza a partir del momento en que<br />
el óvulo se implanta y no antes. Porque dónde comienza la<br />
vida es un tema de valores y creencias, y la Constitución no<br />
lo establece, y si lo estableciera sería un absurdo que sus<br />
redactores no quisieron cometer. Pero no es sólo el TC<br />
quien abusa de una posición religiosa particular.<br />
Hay una lista de instituciones del Estado que son<br />
utilizadas también como un espacio para imponer<br />
determinados valores y creencias. Si son instituciones del<br />
Estado destinadas a hacer posible la democracia, ello no<br />
debiera ocurrir, porque distorsiona el propósito y<br />
fundamento de la institucionalidad democrática: incluir a<br />
todos los ciudadanos, sus mayorías y sus minorías.<br />
Los tutelajes sobre la democracia son siempre<br />
establecidos por aquellos que no creen en verdad en la<br />
democracia. El tutelaje religioso sobre las instituciones y<br />
sobre el ejercicio de ellas no hace posible que la<br />
democracia sea real e integral. La sociedad chilena hace<br />
siglo y medio que viene buscando la separación de la<br />
Iglesia y el Estado, a pesar de lo expresado desde 1925 y<br />
en muchas declaraciones posteriores. Ello sigue siendo una<br />
aspiración que no logra consumarse. Nuestra democracia<br />
tampoco logra consumarse, como lo manifiestan las<br />
mujeres de Valdivia, quienes nos recuerdan que si la<br />
democracia no es laica, no es una democracia plena
P á g i n a | 69<br />
EL ESTADO LAICO EN CHILE,<br />
UN LOGRO INCONCLUSO.<br />
Publicado en el diario La Nación el 25 de junio de 2008.<br />
Uno de los pasos que señala el cambio radical de la<br />
sociedad hacia la consolidación de las libertades<br />
individuales y los derechos humanos, tanto en Oriente<br />
como en Occidente, ha sido es establecimiento de un<br />
Estado laico. La verdadera ruptura política que ocurre en<br />
una sociedad, cuando quiere superar el tutelaje de<br />
conciencia desde las estructuras de poder, cuando quiere<br />
superar el paternalismo abusivo de concepciones<br />
unilaterales, cuando quiere abandonar la acción<br />
totalizadora de los credos, es cuando esa sociedad es capaz<br />
de generar un Estado desvinculado de cualquier opción<br />
religiosa, de cualquier credo que usa los instrumentos y los<br />
liderazgos políticos para imponerse sobre toda la sociedad.<br />
Un Estado laico está desvinculado de cualquier<br />
opción de fe, y ello se refleja de manera efectiva en las<br />
prácticas de sus órganos, que deben ser coherentes con los<br />
fundamentos constituyentes de esa concepción de
P á g i n a | 70<br />
organización política de un país o sociedad. En el Estado<br />
laico los credos adquieren derechos y oportunidades de<br />
difusión y práctica de sus ritos de acuerdo a las leyes, pero,<br />
ninguno de ellos puede utilizar las estructuras del Estado<br />
para imponer sus valores y concepciones sobre toda la<br />
sociedad.<br />
El Estado laico implica la obligación de sus<br />
funcionarios, agentes o administradores, en cualquiera de<br />
sus niveles – desde los más bajo a los más altos – a excluir<br />
de sus actos aquellas actitudes basadas en sus creencias en<br />
abierto perjuicio de las creencias de otros. Los actos<br />
políticos e institucionales de quienes tienen que cumplir<br />
tareas dentro del Estado laico, deben estar revestidos de<br />
una abstención activa de cualquier lucha dogmática.<br />
Obviamente, nadie actúa fuera de sus creencias, cualquiera<br />
que ellas sean, y es legítimo que así ocurra, pero lo que<br />
garantiza el Estado laico es que las creencias de las<br />
personas no pueden ser impuestas políticamente en<br />
perjuicio de quienes no sostienen esas mismas creencias.<br />
Verbigracia, si alguna fe cree que hacer una<br />
transfusión de sangre es pecado, un funcionario, agente o<br />
administrador de ese credo, no podrá impedir que una<br />
persona que no tiene ese credo se pueda hacer una<br />
transfusión de sangre en un hospital público. O, si una fe<br />
piensa que las mujeres deben cubrirse el rostro, un<br />
funcionario del Estado no puede obligar a las mujeres que<br />
no tienen esa fe a cubrírselo. O si un funcionario de un<br />
Estado cree que la vida empieza antes del embarazo, no
P á g i n a | 71<br />
puede obligar a las personas a creer esa afirmación si estas<br />
tienen una opinión moral distinta.<br />
Hay muchos países en el mundo que han logrado,<br />
mediante la instauración de un Estado laico, superar los<br />
efectos demoledores para la convivencia social que impone<br />
la pretensión de imponer un dogma particular sobre toda la<br />
sociedad.<br />
Bélgica, por ejemplo, es un modelo de solución de<br />
las controversias entre visiones confesionales y laicistas,<br />
donde el Estado ha tenido la capacidad de asumir las<br />
necesidades de la diversidad que se expresa en su sociedad.<br />
Estados Unidos por su parte, al momento de constituirse en<br />
Nación independiente, estableció basamentos<br />
constitucionales que son una referencia cardinal respecto a<br />
la desvinculación del Estado de cualquier opción de fe. La<br />
Primera Enmienda es una referencia no solo política, sino<br />
ética, sobre lo que debe predominar como concepto<br />
irrefutable de un Estado laico: “El Congreso no hará ley<br />
alguna por la que adopte una religión como oficial del<br />
Estado o se prohíba practicarla libremente”, indica<br />
taxativamente. En Turquía, hace 80 años el impulso<br />
modernizador llevó a erradicar del Estado todas aquellas<br />
visiones que ligaban los actos del poder político a una<br />
visión omnipotente y totalizadora del credo.<br />
Contrariamente, sin embargo, se han sucedido<br />
ejemplos que son referencias sobre lo lamentable que<br />
puede ser cuando un credo domina las estructuras del<br />
Estado. Demás está citar las consecuencias que produjo en
P á g i n a | 72<br />
Europa la existencia de religiones oficiales, desde el<br />
Medioevo hasta los siglos XVI, XVII y XVIII, con su<br />
dolorosa estela de guerras y muerte. Una referencia<br />
contemporizadora es el caso de Irán, donde una mayoría<br />
religiosa ha impuesto su visión totalizadora sobre toda la<br />
sociedad, a partir del control de la estructura del Estado.<br />
En Chile, en 1925, luego de intensas disputas en el<br />
siglo XIX, entre quienes promovían las libertades<br />
individuales y un poder confesional enraizado en las<br />
estructuras de poder con claros objetivos seculares, se llegó<br />
a declarar la separación de la Iglesia y el Estado,<br />
erradicando la práctica medieval de la religión oficial.<br />
Sin embargo, aquel logro reivindicado muchas veces<br />
por moros y cristianos como un logro cívico y republicano,<br />
sigue siendo vulnerado por prácticas habituales de<br />
funcionarios o agentes del Estado que hacen caso omiso de<br />
las normas constitucionales, aprovechando los vacíos que<br />
ellas presentan, o interpretando a su modo las garantías que<br />
la separación de la Iglesia del Estado y la inexistencia de<br />
una religión oficial pretenden establecer. También sigue<br />
siendo vulnerado por la persistencia de sectores o<br />
personeros eclesiásticos que presionan constantemente<br />
sobre los partidos de gobierno o sobre funcionarios de<br />
Estado para imponer sus puntos de vista o sus intereses<br />
religiosos. Hay personeros que han cumplido altas<br />
funciones del Estado en los últimos 30 años, que han<br />
reconocido y sufrido esas presiones en forma permanente.
P á g i n a | 73<br />
Una dirigente política de oposición al actual<br />
gobierno, en un panel realizado hace tres años, ponía en<br />
evidencia las cartas pastorales, el lobby dirigido a<br />
diputados y senadores, y la opinión e incursión permanente<br />
sobre temas contingentes, que realizan autoridades<br />
eclesiásticas. Como ejemplo ponía la presión ejercida por<br />
la jerarquía católica sobre la delegación chilena a la<br />
Conferencia sobre la Mujer del año 1995, en Beijing, para<br />
que esta representación votara en contra de los métodos<br />
anticonceptivos, contra el divorcio, contra la calidad<br />
igualitaria de los hijos extra-matrimoniales, etc.<br />
El teólogo y abogado Humberto Lagos, en tanto, ha<br />
sostenido la opinión del mito de Estado laico en Chile,<br />
sobre la base de los siguientes ejemplos: oficialismo<br />
religioso católico en la Fuerzas Armadas y de Orden,<br />
existencia de capillas católicas en instituciones del Estado,<br />
enseñanza religiosa católica en las escuelas públicas,<br />
ceremonias religiosas oficiales en organismos públicos,<br />
simbología católica en entidades públicas, aportes del<br />
erario fiscal para construcción de infraestructura religiosa,<br />
concurrencia con poderes y recursos del Estado a<br />
actividades internas de la Iglesia Católica (investiduras<br />
cardenalicias y proclamaciones de santidad), etc. A esos<br />
ejemplos, agrega otros: capellanías con cargo del erario<br />
fiscal, liturgias en horarios de trabajo en la administración<br />
pública, aportes a entidades educacionales donde el evento<br />
pedagógico se declara manifiestamente para asentar la fe
P á g i n a | 74<br />
propia, y asignación de terrenos fiscales para construir<br />
lugares de culto.<br />
Como podemos ver, la separación de la Iglesia del<br />
Estado, proclamada en 1925, y que se expresa también en<br />
la actual Constitución, sigue siendo algo simplemente<br />
formal. De hecho, para la jerarquía religiosa en 1925,<br />
aquella separación era ampliamente favorable, ya que los<br />
derechos del Estado sobre los nombramientos de las<br />
autoridades religiosas desaparecieron, pero, no desapareció<br />
el poder de los actores eclesiásticos sobre el poder político<br />
y económico, un asunto espinoso que corresponde abordar<br />
si queremos tener una democracia institucionalmente más<br />
asentada.
P á g i n a | 75<br />
LA ENCRUCIJADA DE LA<br />
EDUCACIÓN CHILENA.<br />
Publicado en el diario La Nación el 05 de Agosto de 2008<br />
La educación chilena sigue en la encrucijada ante sus<br />
manifiestas falencias, y de nuevo los sectores directamente<br />
involucrados -los estudiantes y los educadores- han<br />
manifestado su opinión de rechazo ante la orientación y el<br />
marco legal que la sustenta. Los esfuerzos de consensuar<br />
una nueva ley parecen fracasar frente a las dos almas que<br />
dividen la actual discusión: una, neoliberal y dogmática en<br />
su fundamento; la otra, que cree que el Estado tiene un rol<br />
definitivo que cumplir como un actor determinante para<br />
garantizar una educación de calidad.<br />
Es un hecho que se comprueba cada día que el<br />
sistema educacional vigente está determinado por las<br />
variables del mercado, y por la brutal diferencia en los<br />
servicios educacionales a los que pueden acceder los<br />
chilenos según sus niveles de ingresos. Esas diferencias,<br />
junto a la dogmática aplicación del modelo LOCE, están<br />
sustentadas sobre afirmaciones falaces. Tales argumentos
P á g i n a | 76<br />
pretenden sostener la argucia de que la educación pública<br />
es deficiente por esencia y le cuelgan de modo perverso la<br />
imputación de que ese carácter -el ser fiscal- es el culpable<br />
de los fracasos e insuficiencias que tuvo el sistema<br />
educacional chileno antes de la reforma neoliberal que<br />
impusiera la dictadura.<br />
Tales insuficiencias y carencias justificarían las<br />
supuestas ventajas del sistema actual, donde todo queda<br />
sujeto a las reglas mercantiles, y donde el rol del Estado<br />
parece estar destinado a garantizar ciertos accesos mínimos<br />
para los pobres, pero donde el grueso de los recursos que<br />
reparte sirven para financiar proyectos educacionales<br />
orientados en exclusiva al lucro o a ciertos sectores,<br />
instituciones o personas. Resultado de esa política, que<br />
favorece la privatización de la educación, pero estatista a la<br />
hora de financiar los riesgos, pese a los enormes recursos<br />
que el Estado ha destinado para financiar el carácter<br />
privado de su propiedad y gestión, con plata de todos los<br />
chilenos, lo único que ha traído como resultado es una<br />
reconocida mediocridad.<br />
Sin embargo, diversos expertos involucrados<br />
ideológica, política y económicamente con el actual estado<br />
de cosas no dudan en señalar las excelsas virtudes del<br />
modelo, sosteniendo la idea de que este sistema<br />
educacional es mejor que el anterior, donde el Estado tenía<br />
la responsabilidad, gestión y conducción de la educación<br />
chilena. Es cierto que cuando la educación descansó en el<br />
esfuerzo del Estado, hubo insuficiencias de cobertura y que
P á g i n a | 77<br />
en determinados aspectos fue incapaz de dar solución a<br />
problemas estructurales. Aun así, la educación chilena<br />
pública bajo la impronta del Estado docente obtuvo logros<br />
que trascendieron nuestras fronteras e importantes<br />
educadores chilenos eran invitados a otros países<br />
americanos para servir de expertos y asesores para<br />
enfrentar los problemas educacionales de otras zonas del<br />
continente que reconocían las capacidades de nuestros<br />
educadores. Demás está señalar su contribución a la<br />
movilidad social.<br />
Pero nadie pretende reconstruir el antiguo sistema<br />
público. Sería absurdo. Recordar los logros del pasado<br />
tiene como propósito exclusivo enfrentar la falacia de que<br />
el sistema neoliberal de educación es mejor. La tarea es<br />
construir un sistema público de educación, de carácter<br />
nacional, laico e igualitario en las oportunidades. Nadie<br />
pretende condicionar o poner en riesgo la existencia del<br />
sistema privado, y las oportunidades que éste ofrece a<br />
quien tenga la posibilidad de elegir tal opción. Pero no<br />
debe haber un sistema privado subsidiado, que optimiza el<br />
negocio de los sostenedores y de las instituciones que<br />
lucran con los recursos del Estado, generado por todos los<br />
chilenos para el bien común.<br />
Un sistema público de educación es una apuesta a<br />
favor del robustecimiento de la identidad nacional, de un<br />
sentido de unidad de país, de integración en torno a<br />
objetivos comunes. Ello no lo da la educación privada,<br />
donde se privilegia el factor de identidad particular, y se
P á g i n a | 78<br />
apoya en una postura diferenciadora y excluyente. El<br />
sistema público es integrador, une respecto a contenidos y<br />
objetivos, así como congrega la diversidad social. En ese<br />
sentido, es una contribución efectiva a la movilidad social,<br />
y a garantizar oportunidades. Lo que hoy prima es el<br />
interés del lucro o ciertos intereses institucionales que<br />
utilizan la educación para robustecerse y consolidarse<br />
como proyecto dentro de la sociedad.<br />
La educación pública requiere inversión significativa<br />
por parte del Estado, y debe articularse desde la etapa<br />
preescolar hasta el nivel terciario. Es decir, no sólo<br />
construyendo jardines infantiles sino haciendo una<br />
excelente educación básica, media y universitaria. Requiere<br />
también que haya una inversión en la formación de<br />
docentes involucrados con un proyecto nacional y<br />
societario integrador. La educación pública, nacional y<br />
laica es una educación que construye efectivamente país,<br />
que supera las diferencias e integra social y culturalmente.<br />
Satisface la más sentida de las aspiraciones de una familia<br />
de esfuerzo, marginada de los grandes logros del mercado,<br />
cual es, dar una educación adecuada a sus hijos para<br />
asegurar su futuro.<br />
De todas las cosas que puede hacer el Estado a favor<br />
de las personas, dar satisfacción a las necesidades de<br />
educación y salud es lo más trascendente y determinante<br />
para la vida de los que no tienen los recursos suficientes, y<br />
para garantizar las oportunidades que los niños y los<br />
jóvenes son capaces de forjarse con sus motivaciones y
P á g i n a | 79<br />
esfuerzos, al margen de su cuna. La educación laica bajo la<br />
dirección de un Estado laico no excluye ni por rico ni por<br />
pobre, ni por moro ni cristiano, ni por blanco o negro, ni<br />
por alto ni por bajo, sino que es una educación de<br />
oportunidades y garantías.<br />
El cambio de estrategia de educación es<br />
determinante para el futuro del país para superar un sistema<br />
que sólo nos trae fracasos, pese al mañoso manejo de las<br />
cifras que hacen sectores comprometidos con los intereses<br />
beneficiados con el negocio de la educación.
P á g i n a | 80<br />
EL <strong>LAICISMO</strong>: UNA MIRADA DE LOS<br />
JÓVENES A LA DIVERSIDAD.<br />
Conferencia en el Colegio Etchegoyen de Talcahuano, 23 de agosto de 2008.<br />
Uno de los desafíos que tiene todo hombre, que<br />
como yo ha pasado la curva del medio siglo, y que le<br />
parece ya lejana la oportunidad en que miraba esa curva<br />
como un acontecimiento lejano, es preguntarse, cuando se<br />
tiene que venir a expresar un conjunto de ideas, ¿qué es ser<br />
joven en el mundo de hoy<br />
La pregunta es importante y es determinante: hoy<br />
como ayer, y sin duda lo será en el futuro. Porque si algo<br />
caracteriza a un joven, es que es un proyecto humano que<br />
comienza a cuajarse en la necesaria autoafirmación<br />
personal, en el reconocerse como una persona, como una<br />
conciencia, como una voluntad propia. Es el paso del niño<br />
hacia el adulto, y cuando la dependencia psicológica, torna<br />
en la necesidad de la independencia, en la aspiración<br />
validacional del que desea ser y hacer, condición sustancial<br />
de todo individuo humano, para poder adquirir la condición<br />
de tal.
P á g i n a | 81<br />
Y preguntarse qué es ser joven en el mundo de hoy<br />
tiene muchas variables. La primera es de la autorreferencia,<br />
donde todos hemos sido jóvenes alguna vez, y donde<br />
también tuvimos que autovalidarnos, entrar a construir<br />
nuestras propias ideas, nuestras propias referencias sobre<br />
las cuales sostener nuestra autodeterminación, tomar el<br />
camino del ser yo. Y en esa autorreferencia, es cuando<br />
empezamos a hablar como personas adultas, o como<br />
personas que empiezan a envejecer, porque cada cual<br />
guarda en su memoria la apasionante vivencia de haber<br />
sido joven, de haber vivido ese momento en que todo se<br />
podía construir, de haber soñado las audacias más<br />
extraordinarias, porque el mundo que nos tocó vivir tenía<br />
demasiados defectos y demasiadas injusticias, barreras que<br />
siempre el joven quiere derribar de una plumada, y que la<br />
vida termina enseñando que todo se puede cambiar, pero,<br />
antes que todo, haciendo cambiar a las personas.<br />
Entonces, ante el desafío que tengo hoy con Uds. de<br />
hablarles del laicismo, recurro a la autorreferencia como<br />
punto de partida, y me pregunto qué significaba ser joven<br />
cuando yo lo fui. Viví siendo joven una época que<br />
considero excepcional, y tremendamente motivante para<br />
cualquier joven, para cualquier rebelde con o sin causa.<br />
De mis días de niño, había sabido de las luchas de<br />
independencia de los países del naciente Tercer Mundo, de<br />
las llamadas luchas de liberación nacional, de los<br />
acontecimientos de París en manos de los estudiantes, hace<br />
justamente 40 años; de algo tremendamente inevitable
P á g i n a | 82<br />
desde el punto de vista de la cotidianidad como lo fue la<br />
Revolución Cubana y la emergencia de la rebeldía juvenil<br />
en América Latina; todos esos eventos vinieron a ser mi<br />
preámbulo del momento en que advine a esa condición<br />
especial de la juventud. Pero, también, fueron los años de<br />
la carrera espacial, desafío tecnológico y mediático, que<br />
apasionaba con su día a día, la aparición de los trasplantes<br />
de órganos, los primeros antecedentes masivos de la<br />
cibernética, y la revolución de las flores, donde la libertad<br />
sexual surgía como un antecedente irruptivo, de la mano de<br />
la masificación de la píldora anticonceptiva. Fueron los<br />
años en que muchos sueños se derrumbaron, y terminaron<br />
en dolores y desagarradas pérdidas, de las cuales muchos<br />
no pudieron recuperarse.<br />
No es un cuadro completo de mi momento juvenil,<br />
pero que traigo a colación para demostrar con no poco<br />
entusiasmo cuando yo viví ese momento histórico de la<br />
Humanidad y de mi vida, que para Uds. sin duda tiene un<br />
alcance arcaico, pero que quiero proponerles como un<br />
punto de partida, para que Uds. miren con amplitud la<br />
circunstancia de ser jóvenes en el tiempo que les toca vivir,<br />
y se pregunten que si este señor viene a hablarnos de su<br />
patética mocedad, que puedo decir yo de mi tiempo, de mi<br />
circunstancia, de mi apuesta de vida, de mi percepción del<br />
mundo, del tiempo histórico que me toca vivir. Y por<br />
cierto, esto del “tiempo histórico” no tiene porque referirse<br />
a cosas que devienen de lo más trascendente, no tiene por<br />
qué ser una mirada con el peso del mundo en que estamos,
P á g i n a | 83<br />
sino también tiene que ver con la pequeña historia de cada<br />
día, de lo que soy, de lo que he hecho con mis limitaciones,<br />
y de lo que he soñado por hacer.<br />
Entonces, pensemos el tiempo que vivimos, que<br />
como jóvenes les toca vivir, y veamos cuáles serán los<br />
privilegios que reivindicarán en vuestros años de la<br />
madurez, por haber vivido como jóvenes el tiempo de hoy.<br />
Tal vez surjan los detalles de las injusticias que han<br />
percibido, porque todo joven asimila con intensidad cuando<br />
lo justo es atropellado; tal vez recuerden aquella<br />
maravillosa explosión de rebeldía que fue la “revolución de<br />
los pingüinos”, que rompió todos los esquemas de un<br />
proceso político nacional donde todo parecía previsible;<br />
algunos tal vez algo recuerden que en sus día de niños,<br />
cinco mil chilenos se desnudaron alegremente en un parque<br />
de Santiago.<br />
No serán pocos los que recordarán el sorprendente<br />
encuentro ilimitado de sociabilidad virtual del Facebook;<br />
los temores del hambre a escala planetaria, especialmente<br />
entre los más pobres, porque los alimentos dejaron de ser<br />
tales, para convertirse en materia prima de combustibles; la<br />
angustia energética, la encrucijada del cambio climático,<br />
producto de las emisiones de gases nocivos para la<br />
estabilidad ambiental planetaria, y otros recordarán<br />
cuestiones como las pachotadas de George Busch; la<br />
singularidad de Hugo Chávez; y el momento en que una<br />
píldora se convirtió en una tema nacional, cuando debía ser<br />
un tema personal; recordaremos los embelesos del Chat, la
P á g i n a | 84<br />
mirada al mundo a través de You Tube, la promesa del I-<br />
Phone, cuando estaba pronto a invadir los mercados. No<br />
pocos recordarán haber recorrido medio planeta para<br />
encontrarse con el Papa, y una buena parte tal vez sonreirá<br />
recordando carreras de auto ilegales, o el tiempo en que<br />
pudo tener sexo por primera vez.<br />
La invitación es entonces a pensar en cuales podrían<br />
ser las señales que queden en vuestra memoria, como las<br />
afirmaciones de vuestra condición juvenil, y que<br />
determinarán en definitiva el resto de sus vidas. ¿Cuál es el<br />
mundo en que vivimos, y cuál es el rol de cada cual, en<br />
tanto joven, en tanto individualidad, en tanto proyecto de<br />
vida que deberá consumarse en las décadas venideras, en<br />
tanto persona que desea realizarse en algo que como tal<br />
empieza a diseñarse, a esbozarse en la conciencia de cada<br />
cual<br />
Ser joven es una oportunidad que se perderá. Luego,<br />
pronto, unos antes que otros, pero, que inevitablemente,<br />
por ley biológica, tiene un final más pronto del siempre<br />
esperado. Y como oportunidad debemos asumirla. Dicen<br />
que las mentes más jóvenes tienen mayores habilidades que<br />
las mentes más adultas, para los procesos de percepción, y<br />
por lo cual, aprenden y aprehenden más rápido. Yo creo<br />
que sí. Lo ha demostrado la inserción del joven en las<br />
disponibilidades del mundo rediático y digital. Las lógicas<br />
de los procesos vertiginosos son más fáciles de captar por<br />
una mente joven, ansiosa, que por una mente adulta, más<br />
apegadas a la experiencia. Por ello las grandes
P á g i n a | 85<br />
corporaciones que diseñan las ofertas que serán ofrecidas<br />
en los mercados, recurren a ejecutivos jóvenes o a<br />
diseñadores e innovadores que pueden ver con más<br />
celeridad los objetivos y las alternativas.<br />
Entonces, lo que quiero en esta jornada proponerles<br />
como elementos de reflexión, es abrir su mente para tratar<br />
de entender nuestro mundo de hoy, más allá de las<br />
representaciones que nos entregan los medios o la cultura<br />
global y mercantilizada, que trata de determinarnos. Mi<br />
invitación es a tratar de abrirse a una reflexión, con vuestra<br />
capacidad de abarcar y sintetizar, con vuestra lógica<br />
juvenil, y a soñar, como todo joven puede hacerlo, sobre<br />
cuál sería el tipo de sociedad, el tipo de realidad, el tipo de<br />
cultura, que les gustaría hacer posible.<br />
De manera importante, esta es una invitación a soñar<br />
el ethos que quisiéramos posible, donde se alberguen<br />
nuestros ideales de justicia, nuestras aspiraciones más<br />
puras, nuestras esperanzas, nuestros amores, pero, también<br />
donde tengan cabida nuestras flaquezas, nuestras dudas,<br />
nuestras debilidades, nuestros fracasos, porque después de<br />
todo, la vida regala distintas experiencias.<br />
Y el ethos tiene que ver, como lo creían los griegos,<br />
con la morada de todos. Tiene que ver con la firmeza del<br />
piso sobre el cual nos desplazamos socialmente, con el<br />
talante con el cual nos relacionamos en un mundo diverso,<br />
en una sociedad donde todos tienen derechos, pero también<br />
deberes, con un ambiente en el cual las personas pueden<br />
construirse y ser como tales. El ethos, es la consecuencia
P á g i n a | 86<br />
de cómo asumimos nuestra condición de seres sociales o<br />
gregarios, de individuos animales que han dejado la<br />
primordial manada, para asociarse por convicciones y por<br />
una reflexividad que es un privilegio o un don, que nos<br />
separó del resto del reino animal, aunque sea un tantito, y<br />
que nos impone la responsabilidad de dejar un mundo<br />
mejor a aquellos que nos sobrevivirán: un mundo más<br />
vivible, una sociedad más humanitaria.<br />
Para ello es fundamental asumir la reflexividad,<br />
asumir que debemos darnos un tiempo para pensar nuestro<br />
tiempo, para pensar las representaciones que recibimos de<br />
él. La cultura de un tiempo, de una generación, de una<br />
sociedad, es un conjunto dialéctico de representaciones.<br />
Todos, más allá de nuestras diferencias, tratamos de ofrecer<br />
una representación de la realidad en la cual estamos<br />
inmersos. Las corporaciones que buscan regir los<br />
mercados, nos ofrecen una representación de la realidad.<br />
Las comunidades de fieles no ofrecen la propia. Los<br />
promotores del ateísmo nos ofrecen otras. Las dudas del<br />
agnóstico tienen las suyas. Los partidos políticos y los<br />
grupos de intereses, tratan de convencernos de aquellas<br />
representaciones que han modelado. Lo propio hacen las<br />
organizaciones más diversas que se expresan en el<br />
quehacer humano. Lo hacen los estetas y los que<br />
promueven grupos de interés. Y lo hacemos quienes<br />
proponemos el laicismo como forma de organizar una<br />
sociedad en que las convicciones son muy distintas entre<br />
unos y otros.
P á g i n a | 87<br />
Y esta jornada apunta a ese propósito: a llamarlos a<br />
la reflexividad en torno cual representación de la realidad<br />
nos parece más conducente para la construcción de un<br />
ethos que nos asuma a todos, en nuestras más sutiles y más<br />
acendradas diversidades, para hacer posible ese sueño de<br />
un mundo mejor, de una sociedad mejor, de una cultura<br />
mejor, de una civilización mejor. O tal vez, con menos<br />
pretensión: un ethos que nos posibilite una comunidad<br />
mejor, un grupo de amigos mejor, una ciudad mejor.<br />
Porque, al fin y al cabo, el ethos es un constructo de la<br />
ciudad política, es decir, de la ciudad que nos acoge en la<br />
cotidianidad de cada día, y en donde todos tenemos la<br />
morada que nos cobija con sus virtudes y defectos. Y ese<br />
ethos que colectivamente construimos – con los míos, con<br />
estos, con los tuyos, con aquellos – en un ambiente que<br />
acoge la diversidad de la ciudad, es el que buscamos<br />
proyectar a una región, a un país.<br />
¿En que se sustenta esa nueva morada de ciudad<br />
¿Cuáles son los principios, cuales son los valores, sobre las<br />
cuales debemos construirla Frente a ese desafío<br />
proponemos como norma de conducta el laicismo, y<br />
claramente insisto en la idea del laicismo como una norma<br />
de conducta, como una actitud, porque si hay algo que<br />
debo insistir es que eso es el laicismo, a pesar de que el<br />
sufijo ismo que acompaña al concepto laico, podría<br />
llevarnos a un lamentable error. Muchas veces llegamos a<br />
creer que este sufijo sirve solo sirve para formar<br />
sustantivos que representan categorías ideológicas, pero,
P á g i n a | 88<br />
también tiene la importante particularidad de formar<br />
adjetivos, en tanto señala actitudes, y así como hablamos<br />
de dogmatismo, que es una actitud, proponemos frente a<br />
ella el laicismo.<br />
Porque, si algo tenemos que tener claro, es que no<br />
podemos construir la representación del laicismo como una<br />
categoría ideológica, porque ello nos llevaría a asumir<br />
también, inevitablemente, una postura dogmática.<br />
Entonces, lo que tenemos que internalizar intelectualmente,<br />
como primera cuestión necesaria y fundamental, es que el<br />
laicismo es una actitud, es una conducta, es una forma de<br />
vida, una manera de enfrentar la complejidad de las<br />
opciones de fe que las personas asimilan como cuestiones<br />
de identidad y diferenciación, y cuando digo cuestiones de<br />
fe, por favor, no estoy hablando solo de las religiones.<br />
Laicismo significa una actitud abierta e incluyente<br />
frente a toda afirmación dogmática, y los dogmas no son<br />
solo religiosos, aun cuando ellos puedan ser los más<br />
determinantes. Hay otros dogmas que también buscan<br />
afirmarse en un criterio de diferenciación radical, y que<br />
pueden ser tanto o más dañinos, incluso que la<br />
diferenciación radical de la fe: hay dogmas sociales, hay<br />
dogmas de clases, hay dogmas raciales, hay dogmas<br />
políticos, hay dogmas en ciertas categorías de creencias<br />
que no son solo religiosas.<br />
Por ejemplo, se han expresado dogmas sobre las<br />
cuestiones raciales: muchas veces habrán escuchado<br />
afirmaciones como estas: “lo que pasa es que el indio es
P á g i n a | 89<br />
flojo”, “la raza blanca es superior”, “los negros son todos<br />
drogadictos”; o afirmaciones de chauvinismo nacional: “el<br />
peruano es un muerto de hambre”, “el argentino es un<br />
farsante”; o expresiones de diferenciación social “quienes<br />
viven en aquella población son todos ladrones”, “esa gente<br />
no tiene nuestro nivel social”, “ aquellos son unos rotos”;<br />
en fin, expresiones que, de tanto reiterarlas, no demoran<br />
mucho en transformarse en conductas sociales de<br />
segregación e incluso en categorías ideológicas.<br />
Laicismo significa vivir la diversidad, y asumir la<br />
tolerancia como una actitud de vida, y actitud es una<br />
disposición de ánimo concreta, activa. Y asumir la<br />
diversidad y respetar la diversidad es una tarea de enorme<br />
envergadura. Y como no quiero asustarlos con esta última<br />
afirmación, quiero decirles que como todas los grandes<br />
proyectos, esa gran magnitud se construye con miríadas de<br />
pequeñas contribuciones, y esas pequeñas contribuciones<br />
son las que debemos de hacer cotidianamente, en el<br />
proceso nuestro, personal, de inter-relación social.<br />
¿Cuál es nuestra crítica a quienes construyen el<br />
dogma de la diferenciación, y en la referenciación<br />
excluyente de la identidad de los grupos Yo los llamo a<br />
reflexionar en afirmaciones que he escuchado en ciertos<br />
eventos de naturaleza diversa, expresadas por líderes de<br />
determinados grupos: “si Ud. quiere ser feliz en su<br />
matrimonio, debe casarse con alguien que comparte nuestra<br />
fe”, “Dios se ha revelado en nuestra fe”, “la verdad se ha<br />
hecho carne en nuestra fe”. También los llamo a
P á g i n a | 90<br />
reflexionar sobre estas afirmaciones realizadas por<br />
personas que asumimos como respetables: “los chilenos<br />
somos superiores, porque hemos recibido una mayor<br />
presencia europea en nuestra formación nacional”, “el<br />
problema de Bolivia es que hay mucho indígena, a<br />
diferencia de Santa Cruz”, “los asiáticos tienen un olor<br />
muy desagradable”, “el mestizaje ha producido la<br />
pobreza”. Esto lo he escuchado en radio o televisión, o lo<br />
he leído en los diarios. Quienes lo han dicho son chilenos,<br />
no estoy planteando el tema desde una referencia lejana.<br />
Así es como se forman los dogmas, y así se<br />
construyen los muros de la diferenciación que van<br />
construyéndose en los países, en las ciudades, en las<br />
comunidades, en los barrios. “No te juntes con aquel, que<br />
no es hermano en nuestra fe”. Y la fe puede ser muy<br />
variada, no necesariamente de naturaleza confesional. Hay<br />
fe en determinados liderazgos, hay fe en determinada idea,<br />
hay fe en torno a grupos sociales, hay fe en torno a<br />
afirmaciones raciales, y en torno a ellas se construye una<br />
idea de hermandad, una idea que adquiere condición de<br />
verdad, y de la afirmación de verdad, pasamos<br />
derechamente al dogma.<br />
Frente a ello el laicismo plantea categóricamente que<br />
cualquier condición de hermanos no nace de una fe en<br />
particular, de una idea, por muy brillante que sea, sino que<br />
nace de nuestra condición humana. Todos somos seres<br />
humanos y todos navegamos en el Universo dentro de una<br />
misma nave, que es este planeta, y la suerte y el destino de
P á g i n a | 91<br />
la Humanidad toca a cada uno de los individuos que<br />
componen esta tripulación.<br />
La apuesta del laicismo está en el hombre, en un<br />
sentido igualitario, integrador, fraternizador, que nace de<br />
una conducta cierta, efectiva, eficaz, de aceptar la<br />
diversidad, pero por sobre todo la diversidad de conciencia.<br />
Es más, no se trata solo de respetar la diversidad de<br />
conciencia y las libertades que de ella emanan, sino que se<br />
trata del aseguramiento del ejercicio de la libertad de<br />
conciencia.<br />
Entonces, Uds. me dirán que aquellos que han<br />
expresado los ejemplos citados anteriormente, ¿acaso no<br />
tienen derecho a pensar de esa manera Y les respondo que<br />
sí, que si alguien sostiene que los miembros de un credo<br />
solo pueden casarse con los miembros de un credo, están<br />
en su derecho a creerlo y practicarlo. Pero, a lo que no<br />
tienen derecho a exigir es que una comunidad consagre a<br />
través de la ley la obligación de que las personas de una fe<br />
están obligadas a casarse solo con los de su fe. O que<br />
determinada fe se constituya en una fe obligada para los<br />
demás. O que determinados valores de una fe tengan<br />
carácter obligatorio para quienes no la profesan.<br />
Al venir en esta jornada a hablar con Uds. sobre la<br />
afirmación de que el laicismo es una mirada de los jóvenes<br />
de hoy, es porque hay una constatación cultural,<br />
sociológica, incluso psicológica, que, en los tiempos que<br />
vivimos, los jóvenes tienen más asimilado el concepto de<br />
laicismo que lo que ocurrió con las generaciones
P á g i n a | 92<br />
inmediatamente anteriores. Ello obedece a un proceso<br />
cultural, civilizacional, que viene de la mano con la<br />
globalización de las comunicaciones, con los fenómenos<br />
propios de la masificación y la ruptura de las barreras<br />
geográficas, aun cuando persistan aún las barreras de los<br />
lenguajes formales o tradicionales. Quienes hoy acceden a<br />
Internet están en condiciones de relacionarse con la<br />
diversidad del mundo, con la multiplicidad valórica que<br />
forma parte de la más amplia malla de creencias y<br />
creatividades del ingenio humano.<br />
Las gamas de intereses son tan variadas que escapan<br />
a la afición o al deseo de descubrir nuevas sensaciones, a<br />
través de la imagen y el sonido que viene desde los medios<br />
digitales y electrónicos. De manera importante se van<br />
construyendo comunidades virtuales de amigos o de<br />
intercambio de ideas o preferencias. De este modo, los<br />
sustratos culturales se han ido haciendo maleables al<br />
diálogo, antes que a la diferenciación. Ello no quiere decir<br />
que las comunidades cerradas también se hagan realidad en<br />
forma perniciosa. Pero, es obvio, y adquiere condición de<br />
regla, que aquellas en algún momento terminan<br />
permeándose y comienzan a decrecer hasta a un pequeño<br />
grupo duro, que termina asfixiándose en su propio caldo de<br />
cultivo.<br />
Las referencias estéticas y éticas de la mayoría de los<br />
jóvenes, no dan ya con el sentido integrista que proponen<br />
los dogmas. Cada vez, los grupos cerrados, las conductas<br />
excluyentes, las pretensiones de hegemonía, son una
P á g i n a | 93<br />
realidad que los jóvenes no quieren asumir, y se niegan a<br />
aceptar las ideas absolutas. Ello tiene consecuencias en los<br />
fenómenos que reducen las vocaciones sacerdotales, la<br />
adscripción a los partidos políticos, la integración a grupos<br />
ideológicos sesgados, a grupos de militantes dogmáticos.<br />
Cada día, los jóvenes se sienten más libres y actúan de<br />
modo menos estratificados. Cuando se realizaron las<br />
marchas contra el dictamen del Tribunal Constitucional<br />
que prohibía la distribución de la píldora del día después,<br />
lo que uno veía era en general jóvenes, estudiantes,<br />
muchachas y muchachos que estaban convencidos de su<br />
derecho a ejercer la libertad de conciencia.<br />
Por ello es que tengo esa sensación, la convicción de<br />
que el sentimiento, la racionalidad, la reflexividad de los<br />
jóvenes, hoy no pasa por las pretensiones de hegemonía, ni<br />
la construcción de la afirmación dogmática, sino que pasa<br />
por un profundo respeto por la identidad y las creencias de<br />
los demás. Hay jóvenes que se afirman en el dogma, en lo<br />
absoluto de su credo, pero son los menos.<br />
¿Dónde está el problema entonces, que impide que<br />
vivamos en una sociedad plural, donde haya un respeto<br />
efectivo por la diversidad, donde impere la libertad de<br />
conciencia Sin dudas en la herencia del pasado, en los<br />
resabios de una sociedad autoritaria, construida sobre la<br />
base de afirmaciones excluyentes, y donde algunos, en<br />
pretensión de mayoría, han impuesto las condiciones<br />
antidemocráticas de una visión unilateral. Herencias<br />
constituidas en relación con el poder económico y el poder
P á g i n a | 94<br />
político, que imponen sus valores o desvalores,<br />
simplemente porque son incapaces de concebir una<br />
sociedad diversa que no puedan controlar.<br />
Y su práctica se advierte en la cotidianidad de cada<br />
día, negándole a nuestra comunidad nacional crecer en su<br />
sentido de comunidad, porque en la medida que ella<br />
adquiera esa condición, será más diversa y menos<br />
controlable. Esa percepción les lleva a creerse los dueños<br />
de Chile, niegan la expresión de las minorías, ante el temor<br />
de que ellas se puedan transformar en mayorías. Dueños de<br />
grandes corporaciones, integrantes de contubernios<br />
políticos, jerarquías religiosas vinculadas al poder<br />
económico, jerarcas de las instituciones que se financian<br />
con el impuesto cobrados a todos los chilenos, son parte de<br />
un uso y abuso del poder, para imponer su visión e interés<br />
sectario, por sobre el sentido común y los derechos de<br />
conciencia.<br />
De allí que, ante la invitación que me formulara<br />
Seamos Más, para venir a exponer algunas ideas a jóvenes<br />
de esta ciudad, no tuve ninguna duda. No tengo más<br />
pretensión que exponer las ideas que he señalado, sobre las<br />
que he estado trabajando, como lo hacen muchos laicistas<br />
en el mundo, haciendo un aporte cada día, a una<br />
concepción de sociedad, de cultura, de país, de comunidad,<br />
de civilización, a una concepción de relación humana, que<br />
llamamos laicismo. Otros como yo, seguramente con más<br />
brillantes, están difundiendo estas ideas humanistas,<br />
permanentes en el tiempo. En México, en España, en
P á g i n a | 95<br />
Turquía, en Irán, en Francia, en la India, en Estados<br />
Unidos, en fin, en todo lugar donde la libertad de<br />
conciencia está amenazada por poderes que, en torno a un<br />
dogma, conculcan uno de los derechos fundamentales del<br />
hombre; el derecho a discernir y decidir según su<br />
conciencia.<br />
En esta región, Seamos Más está en esa línea de<br />
reflexión e interés: construir el ethos de una ciudad<br />
sustentada en los valores del laicismo, una ciudad en que<br />
impere la laicidad como forma de interrelación de las<br />
personas y las instituciones. Una ciudad donde todas las<br />
buenas ideas y las buenas intenciones tengan la posibilidad<br />
de ser expuestas y adscribir miembros o prosélitos, pero,<br />
donde las instituciones del poder económico y del poder<br />
político sean prescindentes de toda opción de conciencia,<br />
salvo aquellas que emanan de su propio rol social. ¿Qué<br />
significa esto Que deben tener conciencia de que sirven a<br />
todos los habitantes de su ciudad, más allá de sus<br />
particulares creencias o convicciones.<br />
Agradezco a Seamos Más, a través de su presidente,<br />
Hernán Saavedra, al Colegio Etchegoyen, a través de su<br />
rector, Rafael Moreno Espinoza y del presidente de su<br />
entidad sostenedora, Jorge Gálvez, por haber tenido esta<br />
oportunidad, y sugiero a los jóvenes que hoy están aquí<br />
presentes, que se sumen a este hermoso esfuerzo de<br />
recreación del tejido relacional de esta ciudad, sobre la<br />
base de los valores que promueve el laicismo, porque ello<br />
tendrá efectos positivos en nuestra comunidad nacional.
P á g i n a | 96<br />
Esta reunión, este encuentro de hoy, que Uds. han hecho<br />
posible, indica que, en lo que al laicismo se refiere, la<br />
Octava Región la lleva.
P á g i n a | 97<br />
<strong>LAICISMO</strong> Y DESARROLLO JUVENIL.<br />
Contenidos expositivos desarrollados ante el Encuentro de Dirigentes Juveniles<br />
Laicos, realizado en el Colegio Concepción Pedro de Valdivia, 23 agosto de 2008.<br />
Una de las noticias más atractivas que tuve, cuando<br />
se me invitó venir a trabajar con Uds. en torno al<br />
pensamiento laicista, fue la posibilidad de hacerlo con un<br />
grupo de líderes de colegios laicos del país. Primero,<br />
porque supongo que no por ser estudiantes de un colegio<br />
laico los hace laicistas, y segundo, porque muchas veces el<br />
ambiente de una educación laica, por ser una educación<br />
fundada en la libertad de conciencia, no pone algunos<br />
énfasis duros del laicismo que pueden violentar las<br />
conciencia en formación, por la agudeza de sus alcances,<br />
porque la educación laica no pretende inducir a posiciones<br />
que solo la libre conciencia debe asumir en su propio<br />
proceso de crecimiento y discernimiento.<br />
La educación es un proceso de sacar afuera lo que la<br />
conciencia es capaz de asimilar en su desarrollo y<br />
maduración, y cada persona, cada ser humano tiene el<br />
derecho a crecer según sus posibilidades y sus ritmos.<br />
Entonces, una educación laica no puede ser una educación
P á g i n a | 98<br />
de doctrinas cerradas, sino de aproximación al<br />
conocimiento de la diversidad de doctrinas y al desarrollo<br />
del espíritu crítico.<br />
Esa es la educación que aspiramos que se reinstale<br />
en nuestra realidad nacional, que sea asumida por quien<br />
está llamado a determinar el carácter de la educación<br />
nacional, para todos los estudiantes, y que no sea solo una<br />
particularidad de unos pocos colegios que tratan de<br />
mantener viva la llama de la libertad de conciencia ante<br />
una concepción dogmática de educación que no satisface<br />
más que ciertos intereses claramente identificables.<br />
Y al hablar ante un grupo de jóvenes estudiantes, que<br />
se relacionan con una educación laicista, que disciernen<br />
sobre las problemáticas que les afectan, que se reúnen para<br />
identificar los problemas, establecer su origen e<br />
importancia y proponer soluciones, yo quisiera aprovechar<br />
este encuentro para plantearles una concepción sobre el<br />
liderazgo laicista, como primera cuestión a reflexionar.<br />
Ser dirigente en una sociedad donde la participación<br />
está fuertemente confinada a lo más elemental de lo<br />
reivindicativo es un desafío de envergadura. La realidad<br />
postmoderna, entendida como una posición anti-moderna,<br />
y no de superación histórica de la modernidad, lleva a las<br />
personas a una constante indiferencia sobre las ideasfuerzas<br />
que promueven la concepción de la ciudad del<br />
hombre, predominando el individualismo más arraigado y<br />
la indiferencia frente a las posibilidades de lo colectivo.
P á g i n a | 99<br />
La concepción neoliberal de la culturalidad<br />
individualista ha llevado a la desconfianza y el desprestigio<br />
sobre todo lo que imbrique un asociativismo de intereses<br />
más allá del lucro, y la exaltación de la imagen del<br />
superindividuo ha pasado a ser la imagen arquetípica<br />
promovida por las corporaciones del entretenimiento, por<br />
la literatura y por las manifestaciones estéticas, al punto de<br />
construir un entramado ético de perfiles claramente<br />
antiasociativos.<br />
La imagen de un Jack Bauer, combatiendo más allá<br />
de toda ley, desconfiando y sospechando de todo lo que<br />
huela a institucionalidad, más allá de la trama de cada<br />
capítulo, señala esa visión postmoderna de que el hombre<br />
está solo contra el mundo, y que todo lo que implique una<br />
expresión de compromiso asociativo está en la vereda de<br />
enfrente. No es el único paradigma para entender cómo se<br />
nos ha introducido en nuestra cotidianidad la exaltación al<br />
individualismo. El cine y la televisión – expresiones<br />
comunicacionales predominantes, y uno de los mayores<br />
medios de entretención y de ocio del hombre postmoderno<br />
– no ha escatimado esfuerzos para presentarnos a estos<br />
prototipos del individualismo, desde los personajes de<br />
Humphrey Bogart de los años 1940, pasando los setenteros<br />
e intelectualmente primarios Rambo y Rocky, y el<br />
paradigma de los años 90, John McClane, que como los<br />
anteriores, se enfrenta solo contra todos.<br />
Esa mirada estética – aunque raye en lo más<br />
elemental – es una concepción intelectual que ofrece una
P á g i n a | 100<br />
mirada sobre el conflicto entre el bien y el mal, que tiene<br />
un efecto a nivel de las percepciones societarias, porque lo<br />
que nos proponen esas dimensiones del percibir la<br />
cotidianidad, es que lo correcto, el bien, la verdad, la razón,<br />
lo justo, está en el individuo, y en lo colectivo está lo<br />
incorrecto, el mal, el error y la mentira, lo irracional, lo<br />
injusto. El superhéroe, individualista e individualísimo,<br />
siempre enfrenta a un grupo, a un componente gregario,<br />
que reúne un conjunto de maldades que se expresan en una<br />
pluralidad perversa, que un Jack Bauer o un John McClane<br />
deben destruir. Esta lectura torcida de la realidad es la que<br />
está presente en la visión del arte masivo, en los videoentretenimientos,<br />
en el modelaje estético y ético que ha<br />
desarrollado la cultura de la postmodernidad y el<br />
neoliberalismo.<br />
Esa visión está presente en las gentes, en la<br />
cotidianidad de cada día, donde se desconfía de todo<br />
aquello que tenga un alcance colectivo, y es lo que tiene a<br />
las instituciones y a la labor colectiva bajo la constante<br />
sospecha y en el escrutamiento perverso a quienes cumplen<br />
la labor de asumir un liderazgo. Eso es lo que trae<br />
descrédito sobre quienes asumen una mirada conjunta<br />
sobre las problemáticas de nuestra sociedad.<br />
De allí que, la tarea que Uds. asumen frente a sus<br />
comunidades educacionales, tiene el alcance heroico,<br />
histórico, de quienes se enfrentan a una conducta societal<br />
marcada por el individualismo, que desconfía de las
P á g i n a | 101<br />
instituciones, aún de las más básicas de organización<br />
social.<br />
Ser dirigente hoy es un desafío enorme, ser líder<br />
asociativo tiene alcances épicos, porque quien sea dirigente<br />
hoy, quien promueva las capacidades colectivas, está<br />
construyendo la nueva mirada que la sociedad deberá tener<br />
de sí misma en la próxima generación. Y si hoy está<br />
presente embrionariamente en nuestra sociedad, el<br />
sentimiento, la sensación, la percepción, la comprensión de<br />
que los problemas sociales deben ser abordados<br />
colectivamente, ello está en los jóvenes que, desde la<br />
revolución de los pingüinos, han comenzado a reescribir la<br />
historia de la participación societal desde una perspectiva<br />
más arraigada en lo colectivo, en lo que juntos se puede<br />
hacer para re-encontrarnos en el creer y saber que el ser<br />
humano necesita de los seres humanos para crecer y<br />
encontrarse consigo mismo, que el bien esté en el diálogo,<br />
en la inter-relación, en lo que renunciamos en función del<br />
vivir en sociedad.<br />
Hay un antiguo concepto concebido hace algunos<br />
siglos, que Savater ha retomado, y que nos habla de la<br />
ciudad del hombre, esa ciudad construida por los hombres<br />
para el hombre, donde todos tienen algo que decir, donde<br />
todos tienen algo que defender o proponer, pero donde<br />
cada cual debe dejar el espacio para que otro tenga<br />
posibilidades de ser según sus concepciones y creencias.<br />
Savater habla de una “Nueva Ciudad del hombre” que es<br />
obra del hombre mismo, hasta tal punto que “ya es una
P á g i n a | 102<br />
impiedad, incluso para el creyente más celoso, mezclar la<br />
idea de Dios al orden que nos une y a los desórdenes que<br />
nos dividen”.<br />
Bien sabemos que la carencia de utopías, que la<br />
carencia de los relatos colectivos que marcaron la<br />
modernidad, nos han dejado solo los relatos religiosos que<br />
no dudan en atribuir los fracasos y las frustraciones del<br />
hombre a su alejamiento de Dios, y que la modernidad fue<br />
una consecuencia de ese alejamiento. Y el esfuerzo de los<br />
credos hoy refleja precisamente que se busca devolver el<br />
fundamento teocrático a la práctica societal, desde la<br />
impronta grandilocuente y hegemónica del catolicismo o el<br />
islamismo, o desde la práctica fragmentaria del neoprotestantismo<br />
según el modelo cultural-religioso<br />
norteamericano.<br />
Así, tenemos planteados dos problemas para<br />
enfrentar, como líderes de comunidades educacionales<br />
laicas, y que son preocupación del laicismo, porque<br />
entendemos que, en la medida que ellos sigan manteniendo<br />
su línea vectorial, terminaremos en una segunda Edad<br />
Media, una edad en que el oscurantismo estuvo de la mano<br />
de poderes que subordinaron al hombre de Occidente a su<br />
momento más dramático y por demasiado tiempo. Hoy, las<br />
constantes nos llevan al medioevo, no desde el punto de<br />
vista de las disponibilidades materiales, sino desde el punto<br />
de vista espiritual, y ya hay feudos inexpugnables en<br />
muchos ámbitos, y los señores feudales se desplazan en sus<br />
automóviles por nuestras ciudades, construyendo sus
P á g i n a | 103<br />
atalayas e imponiendo su creencias y sus formas de<br />
relación con la prepotencia que otorga el poder omnímodo.<br />
Si algo tenemos que cambiar entonces, es el<br />
paradigma imperante del individualismo, y reconstruir el<br />
sentido de la diversidad activa, que nos propone una<br />
ciudad, una comunidad, centrada en el hombre, para el<br />
hombre y por el hombre. Y en ese contexto, de manera más<br />
precisa, quiero poner en vuestra agenda el tema de los<br />
géneros, como el gran desafío cultural, ético y social de<br />
esta etapa generacional, de ésta, no de las próximas.<br />
Planteadas las cosas a las que me he referido, en<br />
términos de agenda estudiantil, nos cabe reflexionar<br />
necesariamente como entendemos el desarrollo juvenil,<br />
desde la perspectiva de cuáles son los factores que lo<br />
permiten desde la comprensión laicista, y que espera el<br />
joven del pensamiento laicista cuando ha percibido que allí<br />
se encuentra una respuesta que le sugiere una visión de la<br />
realidad, sugerente y racional, y racional en el sentido que<br />
encuentra en sus conceptos algo que está en su lógica de<br />
comprensión del mundo y de las cosas.<br />
Y dentro de las acepciones del concepto entendemos<br />
el desarrollo juvenil como el crecimiento, el<br />
acrecentamiento de la condición del joven, el extender<br />
sobre la mesa el rollo que contiene la condición juvenil. Y<br />
para extender el “rollo”, se hace necesario el conocimiento<br />
y la búsqueda constante del saber, el abrirse a las fuentes<br />
del conocimiento humano y a su tránsito por la historia, y<br />
aprender de los acontecimientos que nos han precedido.
P á g i n a | 104<br />
Cuando hablamos de desarrollo juvenil, cuando ya<br />
hemos entrado derechamente al siglo XXI, debemos<br />
reflexionar sobre qué bases será construido el nuevo<br />
hombre o la nueva mujer que está en ciernes. Y como<br />
laicistas tenemos una proposición concreta que hacerles.<br />
Si el joven, el estudiante, es el proyecto del hombre<br />
que sostendrá sobre su integridad física y valórica la<br />
sociedad que sigue a la actual generación, hagamos el<br />
ejercicio de concebirlo arquetípicamente. Y mi invitación<br />
es a que ese ejercicio se haga también en vuestras<br />
comunidades educacionales, y que Uds., como líderes<br />
estudiantiles, lo hagan como un ejercicio de libertad, el<br />
más preciado don humano, recibido por creación o<br />
evolución, según sean las concepciones de cada cual.<br />
¿Cómo extender el “rollo” La respuesta es: a través<br />
del conocimiento, de la ilustración, de la búsqueda<br />
permanente, de la problematización de las respuestas<br />
definidas y asumidas como verdaderas. Y ante ese<br />
requerimiento, la educación formal no basta. No basta con<br />
los exiguos conocimientos que los actuales contenidos<br />
curriculares de la educación formal entregan. Los actuales<br />
contenidos oficiales son paupérrimos y las prácticas<br />
educacionales, por muy bien intencionadas que sean, no<br />
son suficientes para sortear la valla de la elementalidad<br />
cuantitativa que predomina desde hace cuarenta años en la<br />
educación chilena.<br />
El desarrollo solo es posible cuando hay ansiedad y<br />
búsqueda cualitativa, y el desarrollo juvenil requiere
P á g i n a | 105<br />
jóvenes ansiosos por conocerlo todo, por aprenderlo todo, y<br />
por aprehender lo que el bien común requiere para superar<br />
lo que coarta al hombre. Si quieren la receta, se las digo<br />
derechamente: leer y aprender, experimentar y reflexionar.<br />
Leer y aprender lo que entrega la escuela, pero, por sobre<br />
todo, leer y aprender por la propia iniciativa, por la propia<br />
búsqueda, leer en Internet y en los libros viejos, en las<br />
bibliotecas, buscando afanosamente las temáticas que<br />
ofrece el más amplio conocimiento humano. Buscar el<br />
desafío que propone el libro proscrito, y reflexionar.<br />
Si no hay educación cívica, inventémosla en la red.<br />
Si no hay capacidad crítica, construyámosla en la<br />
asociatividad de intereses positivos. Si hay causas por las<br />
que vale la pena destinar el tiempo libre, volquemos los<br />
esfuerzos para hacerlas parte de nuestra existencia. Ser<br />
joven es el momento de lo posible, después en el resto de la<br />
vida tal vez predominen los imposibles. Pero lo que se hace<br />
de joven, dejará indeleblemente marcada el resto de la<br />
vida.<br />
Desarrollo juvenil, entonces, es la posibilidad de<br />
crecer, es la posibilidad de aprehender de las experiencias,<br />
y aprender de las enseñanzas. Es abrirse a las infinitas<br />
posibilidades del conocimiento, es sentir hambre de saber,<br />
porque eso permite la libertad. El conocimiento fue lo que<br />
separó la Modernidad del Medioevo, el conocimiento<br />
separó la ignorancia de la ciencia. Si eso es posible en<br />
nuestros jóvenes, podremos modelar al ser humano del<br />
mañana.
P á g i n a | 106<br />
Entonces, si ello se cumple, si esa visión del<br />
desarrollo juvenil es posible, al hacer el arquetipo del<br />
hombre o mujer de la próxima generación, debemos decir<br />
que tendrá los siguientes atributos: será libre en su<br />
condición espiritual, será tolerante frente a la diversidad,<br />
será respetuoso de las distintas creencias, será un<br />
ciudadano activo, esto es, que estará informado y<br />
participará en las soluciones de los problemas de su<br />
comunidad; respetará y trabajará en función del arreglo<br />
social, será una persona ilustrada por el conocimiento,<br />
basará sus principios en la idea central que corresponde a<br />
los humanos resolver los problemas de los humanos, y<br />
sostendrá sus actos en arreglo con la razón.<br />
No es mucho ni es poco, pero con solo aproximarnos<br />
a esos atributos cambiará una vez más la historia del<br />
hombre. Uds. en tanto jóvenes y líderes de sus<br />
comunidades educacionales, son parte de esa posibilidad.<br />
Cada cual, según su conciencia, podrá asumirla o no,<br />
porque al fin y al cabo, laicismo es discernimiento libre y<br />
respeto por la autodeterminación de conciencia.<br />
La potente señal que están dando, en ese sentido,<br />
cuando están debatiendo en torno a esta convocatoria del<br />
CEAL, sobre las cuestiones que dicen relación con las<br />
realidades del mundo de los estudiantes, sobre las<br />
problemáticas juveniles, están señalando que el futuro será<br />
mejor.
P á g i n a | 107<br />
LA IGUALDAD DE GÉNERO<br />
Y EL APORTE LAICISTA.<br />
Publicado en el diario “La Nación” en septiembre de 2008<br />
Hace siglo y medio, Francisco Bilbao, el padre del<br />
laicismo chileno, denunciaba la condición subyugada de la<br />
mujer en el matrimonio en 1844, cuando apenas nos<br />
habíamos desprendido de la dependencia política de<br />
España, aun cuando culturalmente seguíamos respondiendo<br />
a las matrices sociales y conductuales de la Colonia, y<br />
cuando los efectos de la restauración religiosa se hacían<br />
sentir con fuerza desde Europa. No en vano Bilbao pone en<br />
nuestra cultura la primera reivindicación feminista, la<br />
igualdad de roles en el matrimonio, destacando el rol de<br />
George Sand, la escritora francesa que será posteriormente<br />
una referencia histórica para la construcción de una cultura<br />
sobre la igualdad de los géneros en el mundo.<br />
Coherente con ese gesto precursor, en torno a las<br />
reivindicaciones del pensamiento laico chileno surgió en<br />
1919 el Consejo Nacional de Mujeres, que el año 1925<br />
logró la eliminación de la incapacidad legal de las personas
P á g i n a | 108<br />
de sexo femenino, para asumir responsabilidades en el<br />
ámbito jurídico. Así también se dieron las luchas para el<br />
derecho a voto, siendo el primer hito el año 1934, cuando<br />
las mujeres pudieron sufragar por primera vez en una<br />
elección municipal, proceso que solo se consolidaría en<br />
1949, al promulgarse la ley que les daba derecho a voto<br />
universal.<br />
Y cuando los derechos de tercera y cuarta<br />
generación, están hoy en el debate de la sociedad civil<br />
chilena, el tema histórico planteado por Bilbao hace siglo y<br />
medio, sigue siendo un desafío a pesar de los avances de la<br />
civilización y la cultura, y los derechos de la mujer siguen<br />
condicionados por una visión conservadora que los<br />
menoscaba, producto de asignaciones de roles que tienen<br />
que ver con predicamentos anteriores a la modernidad.<br />
Uno de esos predicamentos es la supuesta<br />
determinación divina de los roles de género, que ha sido<br />
uno de los constructos culturales heredados del medioevo,<br />
que, incluso, ciertas órdenes religiosas lo reponen hoy en<br />
sus prácticas cotidianas como un elemento del<br />
ordenamiento humano definido por Dios.<br />
El laicismo cuestiona el pretendido interés divino en<br />
la asignación de los roles de género, ya que ese supuesto<br />
interés divino responde siempre a la especificidad de un<br />
credo, el cual tiene una naturaleza humana por esencia, aun<br />
cuando se sostengan en una verdad revelada por Dios a una<br />
religión particular. En consecuencia, como las verdades<br />
reveladas son distintas y particulares a cada credo,
P á g i n a | 109<br />
corresponde que el hacer social, político y económico, esté<br />
desprovisto de la particularidad de una fe, considerando<br />
que hay otras particularidades en ese ámbito que concursan<br />
por la afirmación y difusión de su propio perfil.<br />
Para el laicismo no hay ningún argumento sostenible<br />
sobre el supuesto interés de Dios en que los géneros deban<br />
cumplir un rol determinado en la sociedad humana, y<br />
mantiene la opinión de que los determinismos solo<br />
obedecen a la conformación física propia de cada género, y<br />
como individualmente cada componente de un género<br />
asume psicológicamente su particularidad física. Y esta es<br />
una afirmación laica esencial: cada individuo nace con una<br />
condición física, anatómica, y cada cual tiene derecho a<br />
asumir la responsabilidad de su condición física y<br />
determinar sobre ella en todos los aspectos, hasta donde el<br />
sentido común lo permita. Es decir, hasta donde el<br />
consenso social que surge del ejercicio de la diversidad lo<br />
admita, ese es un derecho de conciencia y de<br />
autodeterminación individual inalienable.<br />
Y siendo el género una cuestión anatómica, primero,<br />
y luego psicológica, nada separa a las personas ni los<br />
diferencia ni les da roles determinados por la condición<br />
sexual que las categoriza. Los roles deben ser asumidos por<br />
cada cual, según su determinación individual, de<br />
conciencia.<br />
Así, debemos entender que la mujer en tanto tal, no<br />
por ser mujer está llamada a cumplir determinados roles en<br />
la sociedad, y el hombre en tanto hombre está llamado a
P á g i n a | 110<br />
cumplir aquellos que históricamente les hemos asignado. Si<br />
la mujer es la que puede albergar en su vientre al futuro ser<br />
humano, ello obedece a cuestiones anatómicas, que incluso<br />
el futuro puede alterar, según los indicios de la<br />
investigación científica. Si la mujer, por tener mayor<br />
cantidad de hormonas femeninas, responde a ciertos<br />
comportamientos y conductas, ello no la pone en una<br />
condición de ser apreciada discriminatoriamente,<br />
induciendo al menoscabo de las posibilidades que le son<br />
dadas a todo ser humano en tanto tal.<br />
En ese contexto no hay roles de géneros, ni por<br />
interés divino ni los debe haber por normativa legal<br />
sustentada en argumento alguno, ni menos por práctica<br />
cultural o tradicional. Esa es una posición laica y laicista<br />
por excelencia. Por eso, los laicistas han luchado<br />
históricamente por la integración de la mujer, y lo hacemos<br />
por su derecho a determinar la maternidad, por la igualdad<br />
de género en todos los aspectos, por los derechos que tiene<br />
cada individuo a su libertad sexual.<br />
Cuando hemos salido a las calles a protestar contra la<br />
imposición de un criterio religioso, frente al uso de un<br />
fármaco que garantiza el derecho de cada mujer a<br />
determinar lo que hace con su anatomía, lo hemos hecho<br />
con ese fundamento irrenunciable: no hay roles de género<br />
determinados por un interés divino. Si hay roles de género<br />
estos están determinados por el interés humano, y<br />
esencialmente por determinados intereses humanos.
P á g i n a | 111<br />
Y si alguien cree que hay interés divino en los roles<br />
de género, estamos dispuestos a darlo todo para que su<br />
creencia pueda practicarla y asumirla, porque es su derecho<br />
humano fundamental: su derecho de conciencia; pero con<br />
la misma vehemencia lucharemos para que ese derecho no<br />
se transforme en una obligación para los demás, por la vía<br />
de la moral o por la vía de la ley.<br />
Quienes promovemos el laicismo, como sana<br />
práctica en la sociedad política y en la sociedad civil,<br />
hacemos nuestras las estrategias planteadas en la Cuarta<br />
Conferencia Mundial sobre la Mujer, realizada en Beijing<br />
el año 1995, en cuanto a alcanzar el objetivo de la igualdad<br />
de género, a través de la transversalización de género en<br />
todos los procesos de toma de decisiones, públicos y<br />
privados, y el reconocimiento legal y societal de las<br />
capacidades de las mujeres para participar en condiciones<br />
de igualdad en todos los procesos de la actividad humana.
P á g i n a | 112<br />
LA REPÚBLICA NO ES CATÓLICA.<br />
Difundido por las Redes Laicistas y Blog Laicismo Chileno<br />
en febrero de 2009<br />
Hace 83 años, luego de los debates y controversias<br />
que marcaron la agenda política chilena del siglo XIX, se<br />
produjo la separación de la Iglesia Católica y el Estado.<br />
Culminaba así un esfuerzo que comenzaron los propios<br />
Padres de la Patria por reducir el poder y la influencia de<br />
los clérigos sobre la cosa pública.<br />
Sabemos que ese paso, como todas las decisiones<br />
políticas, no rompió con el pasado de un modo<br />
determinante, y el confesionalismo se las ha arreglado para<br />
seguir siendo un factor omnipresente en las decisiones<br />
políticas del Estado chileno. A veces con menos éxito, en<br />
otras con una capacidad extraordinaria para convocar en<br />
torno a sus objetivos a sectores del más variado espectro<br />
político, ideológico y social. Demás está decir que los<br />
sectores que se relacionan con el poder económico,<br />
tradicionalmente han estado comprometidos con los<br />
intereses políticos del confesionalismo - por tradición
P á g i n a | 113<br />
familiar, por vínculos del más rancio origen -, siendo un<br />
factor determinante en la recurrencia confesionalista y<br />
clericalista dentro de la sociedad chilena.<br />
El maridaje tradicional entre las familias que<br />
controlan el poder económico en Chile - las antiguas<br />
familias patricias de origen colonial, el conservadurismo<br />
político-social, y los nuevos ricos prohijados por la<br />
economía neo-liberal -, con una visión tradicional de la<br />
religión y convencidos de su determinismo autoritario<br />
sobre la sociedad, encontraron terreno abonado en el<br />
proyecto refundacional de Chile impulsado por Pinochet.<br />
La influencia de ideólogos del conservadurismo<br />
católico como Jaime Guzmán, fue decisiva para potenciar<br />
una idea de república bajo la égida confesionalista, como<br />
solo se había realizado bajo la restauración pelucona a<br />
partir de 1830. Pinochet, enfrentado al sector de la Iglesia<br />
que tenía un mayor compromiso secular, bajo el impulso<br />
del Concilio Vaticano II, desde el primer momento esbozó<br />
que su base de sustentación estaba en aquel clero que se<br />
vinculaba con el poder económico y con una visión más<br />
funcional al patriciado confesional, que había sido<br />
despojado del poder político por la mesocracia de manera<br />
progresiva desde 1938 en adelante.<br />
El beneficio del tiempo histórico de la Iglesia<br />
Católica, bajo el Papado de Juan Pablo II, que significó un<br />
retroceso significativo de los sectores más seculares o<br />
conciliares, impulsando un fuerte viraje hacia el<br />
conservadurismo religioso, fue extraordinariamente
P á g i n a | 114<br />
favorable al proyecto pinochetista, que encontró un<br />
respaldo conceptual a su visión del poder político y de la<br />
sociedad.<br />
Como modo de asegurar su proyecto, luego de su<br />
derrota en el plebiscito de 1988, se promulgó un conjunto<br />
de leyes, en aquellas áreas más sensibles, que aseguraran el<br />
poder confesional conservador y su influencia sobre la<br />
institucionalidad. De este modo, hay una malla de amarres<br />
institucionales, legales y constitucionales, que tienen a<br />
nuestra sociedad en punto muerto. Así, tenemos una de las<br />
sociedades más conservadoras y con mayor influencia<br />
confesional, no solo de América Latina, sino de todo el<br />
Hemisferio Occidental.<br />
La idea de Guzmán y Pinochet fue fundar una<br />
república católica, como lo ha pretendido siempre el<br />
conservadurismo chileno, desde la época pelucona, y<br />
donde el patriciado tenga en sus manos todos los hilos del<br />
poder y la regimentación de lo social, bajo el sello católico.<br />
Ese sector ha logrado que institucionalmente toda la Iglesia<br />
jerárquicamente se vea involucrada en la defensa de las<br />
prebendas que el sistema genera, y que una visión<br />
unilateral, la del poder confesional, sea la que predomine<br />
incluso entre los clérigos que no la comparten y que les<br />
gustaría una Iglesia menos comprometida con el poder<br />
económico y su relación con el pinochetismo.<br />
Así como los sectores del clero se incomodan ante la<br />
realidad de comulgar con las ruedas de carreta del<br />
conservadurismo confesional, cuya agenda valórica está
P á g i n a | 115<br />
recargada de resabios decimonónicos, resulta paradójico<br />
que quienes políticamente representaron una alternativa al<br />
pinochetismo y plantearon la agenda de la modernidad,<br />
estén en su mayoría anclados en el proyecto fundacional de<br />
la dictadura, y asuman la conducta patricia como una<br />
lógica consustancial de lo fundante de nuestra república.<br />
Ello se refleja en la constante cautelación de los<br />
planteamientos de una jerarquía eclesial que valóricamente<br />
es tremendamente sensible a cuestiones formales, pero que<br />
no tiene el mismo espanto frente a los nudos del<br />
autoritarismo que siguen vigentes de un modo<br />
determinante respecto del carácter del sistema político y<br />
económico.<br />
Sin embargo, la experiencia enseña, y una de las<br />
lecciones que aprendió el propio peluconismo en el siglo<br />
XIX, fue que la república, como sistema de organización<br />
política, es por esencia no confesional. Ellos comprobaron<br />
que, ante una sociedad que era permeada por la<br />
modernidad, el sistema político no podía estar determinado<br />
por una concepción confesional hegemonizada por los<br />
clérigos. Las discrepancias con el clero, que vivieron Montt<br />
y Varas, fueron la señal de que el sistema político debía<br />
abrirse a una diversidad inevitable.<br />
Si los despotismos de hace tres siglos eran<br />
coherentes con una caracterización religiosa, obedecían a la<br />
lógica monárquica, no a una lógica republicana. Es más, la<br />
lógica de un Estado confesional no era posible sino en el<br />
fundamento de un autoritarismo que excluía el aporte a la
P á g i n a | 116<br />
nación de otros valores, de otras interpretaciones de la vida<br />
y de la fe. Arrastrado por la constatación de los tiempos,<br />
parte del peluconismo terminó aceptando la necesidad de<br />
abrirse a la multiconfesionalidad, aunque sin llegar a<br />
institucionalizarla.<br />
150 años después, el neopeluconismo concebido por<br />
el proyecto pinochetista, tal vez en un giro de pretendida<br />
modernidad, acepta la multiconfesionalidad, pero tampoco<br />
asume su institucionalización. Ello no debe extrañarnos. A<br />
la luz de los tiempos, la valla de la aceptación de la<br />
diversidad valórica sigue siendo insalvable para el<br />
exclusivismo de nuestros patricios, y la lógica que prima –<br />
que es básicamente autoritaria – es que la república chilena<br />
es católica. Así lo entiende la clase empresarial y parte<br />
significativa de la clase política, es decir, quienes<br />
componen una oligarquía que tiene un concepto patricio,<br />
una práctica patricia y una lógica patricia.<br />
Allí se presenta su brutal choque con la modernidad<br />
en su contexto principal, el espiritual. La modernidad no<br />
está en los recursos físicos, en las disponibilidades del<br />
progreso material, sino en el ámbito de las ideas, de las<br />
prácticas y de la inspiración de un modelo de sociedad y de<br />
vida. La modernidad está indisolublemente ligada a las<br />
prácticas que se liberan de los sojuzgamientos de<br />
conciencia y de la represión de las ideas, sea por la vía que<br />
sea. De tal modo que, si la modernidad recuperó desde el<br />
pasado griego la idea republicana, fue por su naturaleza<br />
ciudadana, donde los componentes de la nación son iguales
P á g i n a | 117<br />
en derechos y obligaciones, más allá de cual fuere su lugar<br />
de nacimiento, de residencia, de casta, o de cuales sean sus<br />
valores, sus ideas, sus creencias, etc.<br />
La república, verdaderamente, no es un sistema en el<br />
cual se ponga una bandera de reclamación en función de un<br />
interés particularizador. Si bien algunos han tomado su<br />
nombre para establecer dictaduras, en esencia, más allá del<br />
autoengaño o del pretendido engaño a la conciencia civil<br />
de la Humanidad, desde los griegos hasta ahora, una<br />
dictadura es una dictadura. Así lo han sido las<br />
eufemísticamente llamadas “repúblicas populares”,<br />
“repúblicas democráticas”, “repúblicas islámicas”, etc. Lo<br />
serían incluso una “república atea” o una “república<br />
agnóstica” o una “república cristiana”.<br />
La naturaleza del sistema republicano, está en la<br />
diversidad que compone el colectivo social o nacional, en<br />
el aseguramiento de los derechos ciudadanos y de todos los<br />
derechos que permiten el ejercicio de la libertad, en la<br />
concurrencia de la más amplia diversidad del pueblo a las<br />
cuestiones que son de su interés particular. Está en el<br />
reconocimiento de la autonomía de lo político y civil<br />
respecto a lo religioso, está en la separación entre la esfera<br />
terrenal - normas y garantías que todos debemos compartir<br />
- y las esferas íntimas de las creencias de cada cual – que<br />
son obligaciones que debe asumir ante su exclusiva<br />
conciencia -.<br />
Pasados casi 20 años, desde que el proceso de<br />
democratización superó la realidad de la dictadura, los
P á g i n a | 118<br />
resabios de ella siguen omnipresentes, impidiendo que la<br />
república sea una realidad plena. Institucionalmente sigue<br />
primando el concepto tutelar y la idea de la “democracia<br />
protegida”, que concibiera el autoritarismo. Los<br />
fundamentos constitucionales siguen descansando en bases<br />
que subordinan derechos que son propios de un ejercicio<br />
republicano, y la tuición patricia y la tuición religiosa<br />
siguen sojuzgando libertades que son esenciales y derechos<br />
que debieran haber alcanzado su madurez, pero que siguen<br />
siendo en muchos casos un esbozo. Nuestra democracia y<br />
nuestra república siguen siendo precarias en muchos<br />
aspectos, tal vez demasiados.<br />
Hoy se está abriendo debate sobre la necesidad de<br />
generar de una buena vez una nueva Constitución Política.<br />
Enhorabuena. Sin embargo, para algunos, hay conceptos<br />
que tienen solo una variable. Se habla de exclusión solo en<br />
términos de la participación política de determinado sector.<br />
En realidad la exclusión es una constatación bastante más<br />
amplia y que está en los genes de nuestro ordenamiento<br />
político, económico y social. Es más: está en la práctica<br />
patricia de nuestras elites. La exclusión es política, social,<br />
económica, cultural, valórica, religiosa, ética.<br />
Entonces, frente a un nuevo proceso electoral, que se<br />
juega con cartas marcadas, y donde lo obvio es lo<br />
determinante, y donde se trata solo de dar cumplimiento a<br />
los plazos legales contemplados en la Constitución – elegir<br />
Presidente, diputados y parte del Senado -, lo lógico es<br />
poner en debate aquellas cuestiones que son relevantes para
P á g i n a | 119<br />
las personas. Si se trata de plantearse como objetivos cierto<br />
nivel de cambio constitucional, que estos no estén<br />
planteados solo en el ámbito del maquillaje que se funda en<br />
la componenda, sino que abramos un debate realmente<br />
significativo sobre los temas que ponen coto a las<br />
libertades y a la participación. Que sean las cuestiones<br />
valóricas, en todo su más amplio espectro, las que marquen<br />
la agenda de este proceso electoral.<br />
En ese contexto, abramos el debate sobre qué tipo de<br />
república queremos, sobre cuál es la democracia a que<br />
aspiramos. Saquemos la discusión de la esfera de las elites<br />
de nuestro país, de las castas patricias, y llevemos la<br />
discusión a la más amplia base social. Y quienes aspiren a<br />
representarnos o dirigirnos, que sean confrontados con los<br />
intereses y los valores más variados de nuestra realidad<br />
nacional, los que están mucho más allá de las creencias,<br />
convicciones y certezas de quienes se presentan una vez<br />
más como candidatos. En fin, de una buena vez, hagamos<br />
república y un ejercicio realmente democrático.
P á g i n a | 120<br />
UNA MIRADA HISTÓRICA SOBRE LA<br />
RELIGIOSIDAD EN CHILE.<br />
Publicado en el portal de la Corporación Libertades Ciudadanas<br />
el 25 de septiembre de 2009.<br />
El 07 de septiembre recién pasado, en la Sociedad<br />
Chilena de Historia y Geografía, el Pastor Rev, David<br />
Muñoz Condell hizo presentación de su libro “La relación<br />
entre protestantes, masones y el pensamiento liberal en el<br />
periodo oligárquico, 1810-1930. Un análisis comparado<br />
entre Chile y Perú”, editado la Sociedad Bíblica de Chile.<br />
El contenido del libro sirvió como tema de una<br />
disertación del autor, ante un público diverso, donde<br />
estuvieron presentes historiadores, representantes de<br />
iglesias y miembros de diversas instituciones, entre las<br />
cuales cabe mencionar la Masonería.<br />
El pastor Muñoz Condell, quien se desempeña como<br />
Capellán Evangélico de la Policía de Investigaciones, y que<br />
ha desarrollado un importante trabajo historiográfico,<br />
plantea que hay un campo nuevo para la investigación<br />
historiográfica respecto de la religiones en relación con
P á g i n a | 121<br />
diversas formas de asociatividad, entre las cuales destaca la<br />
Masonería, así como también las sociedades mutualistas,<br />
espiritistas, patrióticas, etc.<br />
En su libro analiza la significación cultural de la<br />
religión en América Latina, poniendo una mirada acuciosa<br />
en el rol cumplido por la Iglesia Católica, los procesos de<br />
legitimación religiosa, y el desarrollo del protestantismo en<br />
las emergentes repúblicas independizadas de España.<br />
Luego analiza los inicios del protestantismo en Chile<br />
y su posterior desarrollo, para, a continuación, hacer lo<br />
propio con el desarrollo de esos procesos en Perú, lo que le<br />
permite hacer un análisis comparado y proponer su tesis<br />
sobre una alianza estratégica entre protestantes, masones y<br />
liberales.<br />
Constata que muchos de los pioneros del<br />
protestantismo estuvieron ligados a la Masonería, y que<br />
ello se dio en tanto los masones defendían la libertad de<br />
culto y eran contrarios al monopolio de la Iglesia Católica<br />
en las emergentes repúblicas.<br />
Los antecedentes que aporta el Pastor Muñoz<br />
Condell, conducen a una interesante perspectiva sobre<br />
cómo se establece el desarrollo del protestantismo, y<br />
quienes fueron sus principales exponentes. Ello ayuda a<br />
comprender el significativo aporte del protestantismo a la<br />
consolidación nacional, ya que, no debemos olvidarlo, este<br />
se manifiesta con la primera presencia de personeros de esa<br />
opción religiosa a poco de conseguida la independencia,
P á g i n a | 122<br />
por iniciativa de O´Higgins, miembro de la logia masónica<br />
“Lautaro”.<br />
Fácilmente se desprende del texto, la importancia<br />
que implicará para la sociedad chilena, el consenso entre el<br />
liberalismo, los masones y los protestantes, al coincidir<br />
respecto a los objetivos de libertad de conciencia,<br />
fundamentales para el desarrollo y maduración de<br />
sociedades que pretendían ser cada vez más libres y más<br />
diversas.<br />
El aporte del Rev. Muñoz Condell a la comprensión<br />
de los procesos históricos de la religiosidad en Chile y su<br />
institucionalización, es de gran relevancia para quienes<br />
sostenemos la necesidad de ejercer el derecho a la libre<br />
conciencia, y proponemos la laicidad de las instituciones<br />
llamadas a garantizar la diversidad de credos y de opciones<br />
de conciencia.<br />
La valoración histórica que este destacado pastor e<br />
historiador hace, merece ser destacada de manera<br />
significativa por quienes promovemos el laicismo como<br />
doctrina necesaria para una sociedad realmente libre, y que<br />
en el referente o´higginiano, al traer a Chile a un educador<br />
protestante, para fundar la educación pública nacional, en<br />
una sociedad dominada en los términos más rotundo por la<br />
institucionalidad de la religión católica, encuentra el primer<br />
testimonio laicista del Estado, en la perspectiva de<br />
construir una sociedad que respeta la libertad de<br />
conciencia.
P á g i n a | 123<br />
Ese referente encuentra su correlato posterior, en la<br />
alianza que el Rev. Muñoz Condell advierte desde su<br />
valiosa interpretación histórica, tan necesaria cuando nos<br />
aproximamos al bicentenario de nuestra República.
P á g i n a | 124<br />
A PROPÓSITO DE LOS 10 AÑOS DE<br />
VIGENCIA DE LA LEY DE CULTO.<br />
Publicado en noviembre de 2009 a través de las Redes Laicistas.<br />
Introducción.<br />
La meta de toda religión está en alcanzar en todos<br />
los planos de la existencia una conciencia colectiva a partir<br />
de una verdad revelada, en torno a la cual se constituye un<br />
conjunto de afirmaciones que llamamos credo. Ese credo<br />
se sustenta en la afirmación de que esa verdad proviene de<br />
un mensaje entregado por Dios, utilizando uno o varios<br />
emisarios humanos, que la han transmitido a los demás<br />
hombres a través de un libro que contiene los misterios de<br />
la revelación, que puede llamarse Biblia o Corán, por citar<br />
a aquellos que contemporáneamente nos son más<br />
conocidos.<br />
Ese mensaje que se supone fue escrito bajo<br />
inspiración divina, es interpretado y administrado por<br />
clérigos, que lo convierten en una verdad que debe ser<br />
difundida a todos los miembros de una comunidad o
P á g i n a | 125<br />
sociedad, pretendiendo ser un forma de interpretación de la<br />
realidad y sus fines, que impone una forma exclusiva de<br />
determinar el acontecer humano y la realidad material en la<br />
cual está inserto.<br />
La “buena nueva” de esa verdad se sostiene en la<br />
pretensión de una conciencia colectiva, en una forma<br />
común de entender los acontecimientos humanos y en la<br />
ambición de ordenar la acción de las conciencias en torno a<br />
pautas, conductas y propósitos comunes.<br />
Como las verdades y las revelaciones son distintas,<br />
ya que los mensajeros que escribieron lo señalado por<br />
Dios, coincidiendo en lo fundamental, difirieron en los<br />
alcances y modalidades, las religiones han terminado<br />
siendo distintas y las interpretaciones posteriores de esas<br />
revelaciones han provocado nuevos alcances y<br />
modalidades. A través de los tiempos, las comunidades<br />
humanas han enfrentado los dramas que se originan en la<br />
confrontación de esas interpretaciones.<br />
Entonces, tenemos que la idea de Dios no es la que<br />
provoca los problemas que afectan a la sociedad, sino que<br />
los problemas se derivan de quienes interpretan esa idea, de<br />
tal modo que la religión no viene a ser una cuestión de<br />
Dios sino una cuestión de los hombres, quienes toman<br />
partido por aquellos contenidos, cuando no son compelidos<br />
por una mayoría hegemonizante a asumirlos.<br />
De ese modo, tenemos la complejidad humana que<br />
exige una ley de cultos, es decir, que la cosa humana
P á g i n a | 126<br />
termine por normar ciertos temas de la cosa que<br />
presuntamente deviene de lo divino.<br />
Pero, ¿por qué una cuestión de conciencia debe ser<br />
normada por la ley, si es algo que responde esencialmente<br />
a la intimidad de cada ser<br />
El valor de la fe.<br />
La fe religiosa, desprovista de su pretensión<br />
hegemónica, constituye una de las circunstancias más<br />
sublimes del espíritu humano. La búsqueda de Dios y del<br />
sentido de trascendencia a través de un credo es una de las<br />
características determinantes del ser humano que le elevan<br />
sobre la animalidad y le permiten encontrar un sentido a su<br />
vida. El creyente es capaz de encontrar, a través de su fe, la<br />
respuesta al destino de su existencia, y en la ligazón de la<br />
fe común puede encontrar respuesta activa a sus<br />
sentimientos más profundos en bien de sus semejantes,<br />
especialmente de aquellos a los cuales la vida les ha sido<br />
adversa.<br />
La fe religiosa permite a quien la profesa entender al<br />
hombre en muchas de sus debilidades, de sus carencias y<br />
necesidades. Posibilita que, a través de la fe común, sus<br />
fieles desarrollen una visión sobre el bien, y atender<br />
valores que en otras circunstancias probablemente pasarían<br />
desapercibidos por las personas. Los sentimientos de<br />
caridad que desencadena la fe permiten ennoblecer la<br />
oquedad de aquellos espíritus incapaces de reflexionar
P á g i n a | 127<br />
sobre el prójimo, y sobre el valor de la condición humana,<br />
más allá de sus yerros, insuficiencias o perversidad.<br />
La fe religiosa ha tenido la capacidad de construir<br />
civilizaciones, de unir a quienes estaban desperdigados<br />
para insuflarles un sentido de comunidad, de darles una<br />
esperanza a quienes estaban condenados a la desesperanza.<br />
De tal modo que, la trascendencia de la fe religiosa en la<br />
historia humana, en su sentido meliorista es innegable, y no<br />
puede sino ser reconocida como una actividad humana y<br />
humanizadora fundamental. Por ello, el derecho a creer es<br />
propio de los derechos inalienables del ser humano, y nadie<br />
puede conculcar su ejercicio.<br />
La mutación de lo sublime.<br />
Pero, las actividades que realiza el hombre,<br />
desgraciadamente, están ponderadas en relación a sus<br />
virtudes y defectos, y en cada cosa que él hombre ha<br />
creado – sea por iluminación divina o no -, está la impronta<br />
del propósito con que sus obras son empleadas. Y cada<br />
acto u obra, cada objeto de su capacidad creadora, a través<br />
de los tiempos, tiene el parangón del cuchillo, una de sus<br />
más elementales y primitivas creaciones, antes que<br />
inventara la rueda y antes que descubriera el fuego.<br />
La alegoría es que, así como el cuchillo es un objeto<br />
que sirve al hombre de manera determinante desde los<br />
albores de sus tiempos, para proveerse de los alimentos<br />
necesarios, para seccionarlos en función colectiva, para
P á g i n a | 128<br />
defenderse de los riesgos, también ha tenido una función<br />
negativa, ya que ha servido para matar, para favorecer los<br />
actos de poder de uno sobre otro, o para avasallar por<br />
medio de la coerción.<br />
Igual como distintos objetos materiales o<br />
inmateriales creados por el hombre están determinados a<br />
un uso que escapa a su noble propósito o sentido, lo propio<br />
ocurre con la fe religiosa. La religión, una creación humana<br />
sublime en su origen y propósito humanizador, también<br />
puede ser usado con fines que tienen objetivos perversos y<br />
radicalmente opuestos a su contenido original.<br />
Y la mutación perversa de las religiones, están<br />
directamente relacionadas con el poder. Cuando la religión<br />
se empodera, comienzan a manifestarse aquellas conductas<br />
que terminarán siempre en el propósito del avasallamiento,<br />
la coerción, la discriminación, el propósito homologador, la<br />
descalificación, la conquista, la violencia, la<br />
hegemonización como objetivo, etc.<br />
No hay ninguna de las religiones monoteístas que no<br />
esté libre en su historia, de las mayores tragedias humanas:<br />
de la guerra, de la lucha fratricida, de la imposición<br />
sectaria, del exterminio de aquellos que no compartían la<br />
“buena nueva” de determinada fe. Y cuando aquellas<br />
prácticas horrorizaron a la Humanidad, y se ha establecido<br />
la capacidad de contener las pasiones a través de la ley y el<br />
bien común, la búsqueda de la hegemonía y el poder ha<br />
estado en la agenda de lo cotidiano de las estructuras<br />
administradoras de la fe.
P á g i n a | 129<br />
De este modo, la historia de las relaciones entre el<br />
Estado y las religiones es tan antigua como la historia<br />
misma del hombre organizado socialmente. Y lo que<br />
enseña esa historia es que toda religión ha emergido<br />
luchando por los derechos de conciencia, y cuando ha<br />
establecido una relación con el poder, ha tratado de<br />
dominar, neutralizando o destruyendo a quienes sostienen<br />
un credo distinto o no comparten su proyecto de<br />
dominación.<br />
Desde una perspectiva distinta, podemos decir que<br />
quienes son capaces de tener un poder omnímodo,<br />
necesariamente harán uso de la fe religiosa con el fin de<br />
dar contenido a su hegemonía, produciendo convergencias<br />
de propósitos a través de un sentido de identidad gregaria<br />
que tiene más fortalezas que las ideas sostenidas en otro<br />
tipo de creencias o propósitos. La relación religiónignorancia<br />
pasa a jugar un rol fundamental en este caso. La<br />
simplicidad de un mensaje religioso favorece que, quienes<br />
se encuentran en los márgenes de la elementalidad social,<br />
intelectual, cognitiva y moral, sean convocados por la fe<br />
para asumir un sentido redencionista carente de toda<br />
reflexividad o de propósitos dialogantes o consensuales,<br />
por lo que desemboca siempre en proyectos de<br />
dominación.<br />
Entonces, desde lo más remoto de nuestra<br />
civilización, la fe está asociada a un propósito de<br />
conquista, al propósito de construir una totalización, un<br />
dominio, es decir, a una capacidad de poder, a una
P á g i n a | 130<br />
voluntad de construir poder en torno a un sistema de<br />
creencias, y usar ese poder para inducir a los demás a una<br />
aceptación de la revelación que informa el credo<br />
dominante, en consecuencia, pretende una condición de<br />
hegemonía, y al buscar la hegemonía, produce la disputa en<br />
torno a la revelación, y de la disputa en torno a la<br />
revelación se pasa a la conflagración.<br />
Las violentas consecuencias de un conflicto religioso<br />
desatado, es lo que lleva a las comunidades humanas a<br />
normar y a arbitrar los excesos sustentados en la<br />
generación de poder en torno a la fe.<br />
La realidad histórica del Chile republicano.<br />
Ya nuestra República se encuentra virtualmente en<br />
su celebración bicentenaria, y con esa significativa<br />
referencia podemos hacer una evolución sobre lo que ha<br />
sido nuestra experiencia de vivencialidad religiosa, y las<br />
problemáticas que de allí se desprenden. A pesar de que<br />
nacemos al concierto de las Naciones contra la voluntad<br />
del poder oficial de la Iglesia de la Conquista, y no podía<br />
sino ser así, ya que cualquier propósito emancipativo<br />
necesariamente pasaba por romper con la alianza de poder<br />
entre el Papado y la Corona española, en la medida que<br />
fuimos capaces de sustentarnos como país independiente,<br />
fuimos testigos de la restauración político-religiosa de la<br />
misma forma como la vivió Europa casi simultáneamente.
P á g i n a | 131<br />
Así, de la Iglesia de la Conquista emergió la Iglesia<br />
de la República, y su justificación histórica la encontramos<br />
en toda su crudeza en el libro de Sol Serrano “¿Qué hacer<br />
con Dios en la República”, que muestra descarnadamente<br />
el propósito hegemónico de una fe, organizada como<br />
comunidad de hombres, en el contexto de un desarrollo<br />
político-social específico. Señalo como antecedente, que el<br />
libro de Sol Serrano es una mirada historiográfica desde el<br />
ámbito institucional de la Iglesia Católica por excelencia.<br />
Sin buscar la aseveración, la historiadora da cuenta<br />
de que Chile ha sido una expresión manifiesta de la<br />
relación entre el estatus social y la religiosidad. El<br />
catolicismo en su superestructura administrativa e<br />
ideológica que ha estado ligada a los sectores<br />
aristocráticos, desde donde ha emergido históricamente<br />
todo el clero jerárquico. Los obispos y arzobispos, desde<br />
nuestros orígenes republicanos, vienen de los niveles más<br />
altos del patriciado. El acceso al poder religioso expresado<br />
en los obispados o en las estructuras determinantes de<br />
orden jerárquico está directamente relacionado con su<br />
vinculación a las familias más tradicionales del poder<br />
económico de origen regional o nacional.<br />
Esto en algún momento se relativizó, como<br />
consecuencia de la revisión que impone el Concilio<br />
Vaticano II, y la emergencia de miradas teológicas<br />
revisionistas. Como en el siglo XVIII surgieron<br />
movimientos espirituales escandalizados con la relación del<br />
poder religioso con el poder económico y político, hacia
P á g i n a | 132<br />
mediados del siglo XX, también hubo un momento de<br />
conciencia sobre el alejamiento del sentido esencial de la<br />
espiritualidad fundacional del credo.<br />
Pero, está dicho que no son las golondrinas las que<br />
hacen el verano. Como el jansenismo y los quietistas del<br />
siglo XVIII, los revisionistas del siglo XX, que se<br />
ruborizaron de la temporalidad del poder religioso,<br />
terminaron condenados, sancionados o marginados. Los<br />
salvó el contexto histórico de la pira o de las mazmorras.<br />
De alguna manera, luego de ese paréntesis<br />
revisionista, lo que se advierte es una verdadera<br />
restauración. La Iglesia de la República retornó a su<br />
génesis decimonónica en su fundamento. Coincidió con<br />
ello un Papado regresivo y un retorno a una concepción<br />
oligárquica de la política y la economía chilena. Algún día<br />
podremos juntar a algunos de los aquí presentes para<br />
analizar en profundidad el proceso de restauración<br />
portaliana que implica la dictadura en Chile, en todos sus<br />
alcances y propósitos. No nos olvidemos que el régimen<br />
portaliano fue expresión chilena de la misma restauración<br />
que se vive en Europa. De manera equivalente, con las<br />
salvedades del tiempo histórico, la dictadura de Pinochet<br />
en el plano religioso tuvo coherencia con la restauración<br />
conservadora que implica el Papa Wojtila dentro de la<br />
Iglesia Católica. No en vano, los hijos de la dictadura<br />
quieren elevarle una estatua en la antigua Chimba<br />
santiaguina.
P á g i n a | 133<br />
¿Que observamos hoy en la realidad de la Iglesia de<br />
la República Una estrecha relación con el poder<br />
económico y político, una conducta absolutamente<br />
temporal, que ejerce su dominio, con las expresiones<br />
naturales de interés corporativo de sus congregaciones e<br />
identidades, y que están bastante cómodos con las variables<br />
económicas y su estrecha relación con el patriciado<br />
nacional. De este modo, tienen participación en las<br />
instancias de decisión nacional, influyen sobre el poder<br />
político, manejan el negocio de la educación, han<br />
desarrollado la industria de la beneficencia – bastante<br />
lucrativa y que deja la conciencia tranquila frente a los<br />
necesitados -, y su alto clero está enraizado profundamente<br />
con el poder económico nacional.<br />
Los cultos evangélicos y la alternativa espiritual.<br />
Cuando Chile se abrió al mundo, y se mostró como<br />
una Nación independiente, no le quedó otra alternativa a<br />
abrirse a la complejidad de las Naciones y a sus gentes. Los<br />
librepensadores que gestaron nuestra República, hombres<br />
de fe muchos de ellos, pero abiertos a la diversidad de las<br />
conciencias, no solo fueron atacados como<br />
independentistas y contrarios a la voluntad colonial del<br />
Papa, sino también por abrirse a la posibilidad de que la<br />
conciencia católica y romana no fuera la única válida en el<br />
territorio conquistado por España en nombre del Rey y su<br />
Fe.
P á g i n a | 134<br />
O´Higgins fue satanizado por la aristocracia pechoña<br />
por traer un preceptor protestante para fundar la nueva<br />
educación de la República. Pero, la nueva Nación comenzó<br />
a recibir nuevas visiones de la fe, a través de sus puertos y<br />
lugares de pujanza económica.<br />
Los primeros protestantes que llegaron a predicar a<br />
los puertos fueron una promesa de diversidad y una<br />
emulsión de espiritualidad a la uniforme y totalizante<br />
práctica religiosa del país. Con enormes dificultades, los<br />
pastores de las diferentes congregaciones protestantes han<br />
realizado la portentosa obra del pluralismo religioso,<br />
pagando muchas veces precios muy altos.<br />
No han logrado equiparar su influencia de fe a la de<br />
la Iglesia Católica, pero han logrado establecer con fuerza<br />
el derecho a la diversidad religiosa, con un 15% de la<br />
población adherida a su mensaje de fe. Sin ese esfuerzo de<br />
poco más de siglo y medio, no habría sido posible una ley<br />
de cultos en 1999. ¿Para que una ley de cultos donde no<br />
hay diversidad<br />
Soy un convencido del derecho a la libertad de<br />
conciencia, y no hay nada más estimulante para la<br />
diversidad de conciencia que la existencia de diversas<br />
conciencias. Creo firmemente en la idea de que la<br />
conciencia es un privilegio individual y no colectivo, de<br />
allí que rechazo la idea de una conciencia colectiva.<br />
Evaluando entonces el aporte protestante a nuestra<br />
comunidad nacional, lo que destaco de manera más<br />
significativa es que produjo la ruptura con una idea de
P á g i n a | 135<br />
conciencia nacional de tipo católica, con la idea de la<br />
Iglesia de la República.<br />
Sin el aporte de los persistentes y laboriosos pastores<br />
protestantes, la diversidad religiosa de nuestro país no<br />
existiría y estaríamos mucho más atrás de lo que estamos<br />
en materia de libertades de conciencia y de los derechos<br />
para ejercerla. Cuando observo la acción pastoral de los<br />
sencillos pastores evangélicos en las poblaciones, en las<br />
cárceles, veo que efectivamente hay una vocación cierta de<br />
amor sencillo hacia los más desposeídos, hacia los que<br />
están al margen del poder y no van a concursar por él.<br />
Cuando vivía en un pueblo del sur, siendo niño, veía<br />
llegar a un desvencijado templo al pastor protestante, a<br />
veces con pobres zapatos y una desgastada Biblia en la<br />
mano, y quienes se congregaban a cantar himnos de<br />
alabanza y adoración eran personas pobres, dignas y<br />
alejadas de todo boato. Su templo no estaba frente a la<br />
plaza del pueblo, ocupando todo el frontis de una cuadra,<br />
en su oficio religioso no había ropajes con orlas doradas ni<br />
báculos de bronce brillante ni cálices de copa profunda, no<br />
había ninguna autoridad civil, ni policial, ni de ningún tipo,<br />
tampoco el director de la escuela pública.<br />
Creo que esa realidad pastoral le hizo y le ha hecho<br />
bien a este país, a esta sociedad, y puso en práctica lo que<br />
los librepensadores siempre pregonaron, desde O´Higgins<br />
y Freire hasta nuestros días: el valor enorme de la<br />
diversidad. Y cuando voy al sur a la región de la<br />
colonización alemana, cumplo el ritual de ir a contemplar
P á g i n a | 136<br />
los templos luteranos y sus cementerios olvidados,<br />
ubicados fuera de los márgenes céntricos de los poblados y<br />
ciudades, alejados de los lugares emblemáticos del poder<br />
religioso, político y económico, porque son el testimonio<br />
de la construcción de la diversidad nacional, de la libertad<br />
de conciencia. Entonces, valoro el enorme aporte de<br />
Thomson, Rowland, Gardiner, Trumbull, Gilbert, Taylor,<br />
Canut de Bon, Hoover, Del Campo, Mora, Chavez, Umaña<br />
y todos los anónimos pastores protestantes que<br />
construyeron el derecho a una fe distinta a la oficial.<br />
Consideraciones en torno a la ley 19.638.<br />
Se han cumplido 10 años de la entrega en vigencia<br />
de la Ley 19.638 que establece la normativa legal para la<br />
Constitución Jurídica de Iglesias y Organizaciones<br />
Religiosas, más conocida como Ley de Cultos,<br />
complementada posteriormente con el Decreto 303, del<br />
Ministerio de Justicia, que reglamentó el registro de<br />
entidades religiosas de derecho público.<br />
La promulgación de esta ley establece un dato<br />
importante en la historia del país. Las clases dirigentes de<br />
este país dan cuenta de la diversidad religiosa existente en<br />
la realidad nacional, luego de 150 años. Más allá de los<br />
discursos, de las buenas intenciones y, por sobre todo, de<br />
las indiferencias, el que 22 de cada 100 chilenos declare<br />
profesar una religión distinta a la religión predominante era
P á g i n a | 137<br />
un dato de impacto electoral que no podía ser ignorado por<br />
la clase política.<br />
Por supuesto, no era esperable una buena ley. Las<br />
presiones de la Iglesia Católica sobre sus adeptos en el<br />
Congreso y en el Gobierno, y las conductas timoratas de<br />
los agnósticos y ateos, y la obsecuencia política de aquellos<br />
que profesan algún culto protestante, condujeron a una<br />
mala ley, como ocurrió con la ley de matrimonio civil o ley<br />
19.947.<br />
Supongo que para el legislador es importante que<br />
exista una ley donde no la hay. Alguno de sus<br />
patrocinantes y promulgadores considerará que es un<br />
avance importante. De hecho, las organizaciones religiosas<br />
que se han beneficiado valoran que a partir de ella se puede<br />
establecer una mejor condición patrimonial.<br />
Las iglesias protestantes reconocen que la ley<br />
promueve la libertad religiosa, un aspecto no menor en una<br />
sociedad como la chilena, que tiene muchos de los resabios<br />
en su formación cultural, determinados por concepciones<br />
hegemónicas de raigambre colonial. Se ha valorado<br />
también que la legislación establezca el reconocimiento de<br />
los derechos de los cultos, permitiendo la proclamación de<br />
su fe. También destaca el hecho de que se establezca un<br />
procedimiento transparente para la concesión de la<br />
personería jurídica de las religiones.<br />
Pero, cuando se hace una ley sobre la base de la<br />
aceptación de una injusticia, queda el hecho de la<br />
desigualdad. No hay peor ley que aquella que se sustenta
P á g i n a | 138<br />
en los privilegios. No hay peor ley que la que no es<br />
igualitaria.<br />
Y ello se constata en la ley 19.638 cuando establece<br />
una condición de igualdad para todos los que deben ser<br />
tratados de igual manera, pero establece la excepcionalidad<br />
del privilegio: “El Estado reconoce el ordenamiento, la<br />
personalidad jurídica, sea ésta de derecho público o de<br />
derecho privado, y la plena capacidad de goce y ejercicio<br />
de las iglesias, confesiones e instituciones religiosas que<br />
los tengan a la fecha de la publicación de esta ley,<br />
entidades que mantendrán el régimen jurídico que les es<br />
propio, sin que ello sea causa de trato desigual entre<br />
dichas entidades y las que se constituyan en conformidad<br />
con esta ley”.<br />
Una buena ley, realizada desde la imparcialidad de<br />
un sistema legal sustentado en la apreciación prescindente<br />
de todo compromiso religioso, no habría escrito con la<br />
mano 19 artículos coherentes con un propósito orientado al<br />
bien común, para después taparlos con el brazo y escribir<br />
un vigésimo artículo que ignora todo lo anteriormente<br />
escrito. Habría sido más honesto, más sincero, decir que se<br />
establece una ley de culto para “otras organizaciones<br />
religiosas”, es decir, para todas las que están fuera de la<br />
Iglesia Católica, Apostólica y Romana.<br />
Pero, hay otros aspectos que bien merecen alguna<br />
consideración. La ley parte del supuesto de los derechos,<br />
pero no establece prevenciones. Se parte del supuesto que<br />
todo credo está puesto en la perspectiva del bien común, lo
P á g i n a | 139<br />
que no siempre ocurre. La fe no es un seguro para<br />
garantizar personas mejores y una sociedad mejor. La fe no<br />
siempre está orientada al bien, y ocurre que se cometen<br />
actos reñidos con el bien común, es aras de intereses de<br />
poder.<br />
Es así como la ley establece derechos, tales derechos<br />
no tienen establecidos ciertos límites. Por ejemplo, se<br />
establece el derecho a “Practicar en público o en privado,<br />
individual o colectivamente, actos de oración o de culto”,<br />
pero, no se establece las condiciones de lo público. Así<br />
tenemos que hay actividades de determinadas<br />
organizaciones civiles que no tienen el mismo trato que<br />
ciertas actividades religiosas, en el uso de los espacios<br />
públicos.<br />
La ley no es explicita al señalar: “Las entidades<br />
religiosas, así como las personas jurídicas que ellas<br />
constituyan en conformidad a esta ley, no podrán tener<br />
fines de lucro”. Parecerá obvio que una entidad religiosa no<br />
debería tener fines de lucro, pero hay una importante<br />
cantidad de instituciones dependientes de credos religiosos<br />
orientados exclusivamente al lucro, aunque se trate de<br />
esconder esos fines con supuestos objetivos de tipo<br />
filantrópico. De hecho, existe la industria de la<br />
beneficencia que mueve importantes cantidades de dinero,<br />
que paga sueldos de mercado a sus ejecutivos, y que<br />
esconde vicios que no tienen que ver con el fin religioso.
P á g i n a | 140<br />
La ley crea y reparte privilegios, cuando dice en la<br />
letra c) del artículo 6: “c) Recibir asistencia religiosa de su<br />
propia confesión donde quiera que se encuentre.<br />
La forma y condiciones del acceso de pastores,<br />
sacerdotes y ministros del culto, para otorgar asistencia<br />
religiosa en recintos hospitalarios, cárceles y lugares de<br />
detención y en los establecimientos de las Fuerzas<br />
Armadas y de las de Orden y Seguridad, serán reguladas<br />
mediante reglamentos que dictará el Presidente de la<br />
República, a través de los Ministros de Salud, de Justicia y<br />
de Defensa Nacional, respectivamente”.<br />
En la primera parte la explicación de las formas, se<br />
establece el privilegio de los credos respecto de las demás<br />
alternativas espirituales. De hecho, el Ministerio de Salud<br />
ha puesto en práctica la asistencia espiritual en los<br />
hospitales, y para esa instancia de gobierno solo existe<br />
posibilidad de dar a los enfermos asistencia espiritual de<br />
tipo religioso. Lo propio ocurre con las cárceles y los<br />
lugares de detención. ¡Qué decir de las Fuerzas Armadas!<br />
La ley pasa por encima de un 8 % de la población. Parece<br />
aplicarse muy bien en este caso el lema que trata de<br />
imponerse, según denunciaba Savater hace un año: “crea<br />
en lo que quiera, pero tenga religión; siempre es mejor<br />
tener una religión que carecer de ella; a quien tiene<br />
religión no le sobra nada, mientras que a quien no tiene<br />
siempre le falta algo” (EL PAÍS, 16/10/08).
P á g i n a | 141<br />
La necesidad del Estado Laico.<br />
Tendremos una buena ley de cultos cuando tengamos<br />
un Estado verdaderamente laico.<br />
Uno de los pasos que señala el cambio radical de la<br />
sociedad hacia la consolidación de las libertades<br />
individuales y los derechos humanos, tanto en Oriente<br />
como en Occidente, ha sido es establecimiento de un<br />
Estado laico. La verdadera ruptura política que ocurre en<br />
una sociedad, cuando quiere superar el tutelaje de<br />
conciencia desde las estructuras de poder, cuando quiere<br />
superar el paternalismo abusivo de concepciones<br />
unilaterales, cuando quiere abandonar la acción<br />
totalizadora de los credos, es cuando esa sociedad es capaz<br />
de generar un Estado desvinculado de cualquier opción<br />
religiosa, de cualquier credo que usa los instrumentos y los<br />
liderazgos políticos para imponerse sobre toda la sociedad.<br />
Un Estado laico está desvinculado de cualquier<br />
opción de fe, y ello se refleja de manera efectiva en las<br />
prácticas de sus órganos, que deben ser coherentes con los<br />
fundamentos constituyentes de esa concepción de<br />
organización política de un país o sociedad. En el Estado<br />
laico los credos adquieren derechos y oportunidades de<br />
difusión y práctica de sus ritos de acuerdo a las leyes, pero,<br />
ninguno de ellos puede utilizar las estructuras del Estado<br />
para imponer sus valores y concepciones sobre toda la<br />
sociedad.
P á g i n a | 142<br />
El Estado laico implica la obligación de sus<br />
funcionarios, agentes o administradores, en cualquiera de<br />
sus niveles – desde los más bajo a los más altos – a excluir<br />
de sus actos aquellas actitudes basadas en sus creencias en<br />
abierto perjuicio de las creencias de otros. Los actos<br />
políticos e institucionales de quienes tienen que cumplir<br />
tareas dentro del Estado laico, deben estar revestidos de<br />
una abstención activa de cualquier lucha dogmática.<br />
Obviamente, nadie actúa fuera de sus creencias, cualquiera<br />
que ellas sean, y es legítimo que así ocurra, pero lo que<br />
garantiza el Estado laico es que las creencias de las<br />
personas no pueden ser impuestas políticamente en<br />
perjuicio de quienes no sostienen esas mismas creencias.<br />
Verbigracia, si alguna fe cree que hacer una<br />
transfusión de sangre es pecado, un funcionario, agente o<br />
administrador de ese credo, no podrá impedir que una<br />
persona que no tiene ese credo se pueda hacer una<br />
transfusión de sangre en un hospital público. O, si una fe<br />
piensa que las mujeres deben cubrirse el rostro, un<br />
funcionario del Estado no puede obligar a las mujeres que<br />
no tienen esa fe a cubrírselo. O si un funcionario de un<br />
Estado cree que la vida empieza antes del embarazo, no<br />
puede obligar a las personas a creer esa afirmación si estas<br />
tienen una opinión moral distinta.<br />
Hay muchos países en el mundo que han logrado,<br />
mediante la instauración de un Estado laico, superar los<br />
efectos demoledores para la convivencia social que impone
P á g i n a | 143<br />
la pretensión de imponer un dogma particular sobre toda la<br />
sociedad.<br />
Bélgica, por ejemplo, es un modelo de solución de<br />
las controversias entre visiones confesionales y laicistas,<br />
donde el Estado ha tenido la capacidad de asumir las<br />
necesidades de la diversidad que se expresa en su sociedad.<br />
Estados Unidos por su parte, al momento de constituirse en<br />
Nación independiente, estableció basamentos<br />
constitucionales que son una referencia cardinal respecto a<br />
la desvinculación del Estado de cualquier opción de fe. La<br />
Primera Enmienda es una referencia no solo política, sino<br />
ética, sobre lo que debe predominar como concepto<br />
irrefutable de un Estado laico: “El Congreso no hará ley<br />
alguna por la que adopte una religión como oficial del<br />
Estado o se prohíba practicarla libremente”, indica<br />
taxativamente. En Turquía, hace 80 años el impulso<br />
modernizador llevó a erradicar del Estado todas aquellas<br />
visiones que ligaban los actos del poder político a una<br />
visión omnipotente y totalizadora del credo.<br />
Contrariamente, sin embargo, se han sucedido<br />
ejemplos que son referencias sobre lo lamentable que<br />
puede ser cuando un credo domina las estructuras del<br />
Estado. Demás está citar las consecuencias que produjo en<br />
Europa la existencia de religiones oficiales, desde el<br />
Medioevo hasta los siglos XVI, XVII y XVIII, con su<br />
dolorosa estela de guerras y muerte. Una referencia<br />
contemporizadora es el caso de Irán, donde una mayoría
P á g i n a | 144<br />
religiosa ha impuesto su visión totalizadora sobre toda la<br />
sociedad, a partir del control de la estructura del Estado.<br />
En Chile, en 1925, luego de intensas disputas en el<br />
siglo XIX, entre quienes promovían las libertades<br />
individuales y un poder confesional enraizado en las<br />
estructuras de poder con claros objetivos seculares, se llegó<br />
a declarar la separación de la Iglesia y el Estado,<br />
erradicando la práctica medieval de la religión oficial.<br />
Sin embargo, aquel logro reivindicado muchas veces<br />
por moros y cristianos como un logro cívico y republicano,<br />
sigue siendo vulnerado por prácticas habituales de<br />
funcionarios o agentes del Estado que hacen caso omiso de<br />
las normas constitucionales, aprovechando los vacíos que<br />
ellas presentan, o interpretando a su modo las garantías que<br />
la separación de la Iglesia del Estado y la inexistencia de<br />
una religión oficial pretenden establecer. También sigue<br />
siendo vulnerado por la persistencia de sectores o<br />
personeros eclesiásticos que presionan constantemente<br />
sobre los partidos de gobierno o sobre funcionarios de<br />
Estado para imponer sus puntos de vista o sus intereses<br />
religiosos. Hay personeros que han cumplido altas<br />
funciones del Estado en los últimos 30 años, que han<br />
reconocido y sufrido esas presiones en forma permanente.<br />
Una dirigente política de oposición al actual<br />
gobierno, en un panel realizado hace tres años, ponía en<br />
evidencia las cartas pastorales, el lobby dirigido a<br />
diputados y senadores, y la opinión e incursión permanente<br />
sobre temas contingentes, que realizan autoridades
P á g i n a | 145<br />
eclesiásticas. Como ejemplo ponía la presión ejercida por<br />
la jerarquía católica sobre la delegación chilena a la<br />
Conferencia sobre la Mujer del año 1995, en Beijing, para<br />
que esta representación votara en contra de los métodos<br />
anticonceptivos, contra el divorcio, contra la calidad<br />
igualitaria de los hijos extra-matrimoniales, etc.<br />
El teólogo y abogado Humberto Lagos, en tanto, ha<br />
sostenido la opinión del mito de Estado laico en Chile,<br />
sobre la base de los siguientes ejemplos: oficialismo<br />
religioso católico en la Fuerzas Armadas y de Orden,<br />
existencia de capillas católicas en instituciones del Estado,<br />
enseñanza religiosa católica en las escuelas públicas,<br />
ceremonias religiosas oficiales en organismos públicos,<br />
simbología católica en entidades públicas, aportes del<br />
erario fiscal para construcción de infraestructura religiosa,<br />
concurrencia con poderes y recursos del Estado a<br />
actividades internas de la Iglesia Católica (investiduras<br />
cardenalicias y proclamaciones de santidad), etc. A esos<br />
ejemplos, agrega otros: capellanías con cargo del erario<br />
fiscal, liturgias en horarios de trabajo en la administración<br />
pública, aportes a entidades educacionales donde el evento<br />
pedagógico se declara manifiestamente para asentar la fe<br />
propia, y asignación de terrenos fiscales para construir<br />
lugares de culto.<br />
Como podemos ver, la separación de la Iglesia del<br />
Estado, proclamada en 1925, y que se expresa también en<br />
la actual Constitución, sigue siendo algo simplemente<br />
formal. De hecho, para la jerarquía religiosa en 1925,
P á g i n a | 146<br />
aquella separación era ampliamente favorable, ya que los<br />
derechos del Estado sobre los nombramientos de las<br />
autoridades religiosas desaparecieron, pero, no desapareció<br />
el poder de los actores eclesiásticos sobre el poder político<br />
y económico, un asunto espinoso que corresponde abordar<br />
si queremos tener una democracia institucionalmente más<br />
asentada.
P á g i n a | 147<br />
EL ENEMIGO DE LA IGLESIA<br />
Publicado en el periódico digital “Tribuna del Biobío” y reproducido en<br />
diversos periódicos digitales alternativos y en el Blog Laicismo Chileno,<br />
a fines de abril de 2010.<br />
Después de pedir perdón a nombre de la Iglesia<br />
Chilena, ante los hechos que la han conmocionado,<br />
monseñor Alejandro Goic, presidente de la Conferencia<br />
Episcopal ha concedido una entrevista al diario “La<br />
Nación”, publicada en la edición dominical del 25 de abril<br />
pasado.<br />
Lo hizo para explicar una vez más la situación que<br />
envuelve a la Iglesia Católica, no solo en Chile sino en<br />
distintos escenarios en que ha tenido que enfrentar<br />
denuncias y escándalos por la actuación de sus pastores,<br />
que han incurrido en delitos y en acciones que afectan a<br />
niños y adolescentes.<br />
En la parte final de la entrevista, Monseñor Goic<br />
responde frente a los juicios que la Iglesia está enfrentando<br />
en Estados Unidos y Europa, que “hay una corriente que<br />
quiere arrinconar a la iglesia” e identifica esa corriente<br />
como el “laicismo radical”. Remata posteriormente que la
P á g i n a | 148<br />
Iglesia en el siglo pasado se enfrentó al nazismo, al<br />
fascismo y al comunismo, y que “hoy está enfrentada al<br />
laicismo”.<br />
Hay muchos antecedentes que propician la<br />
convicción que, en lo que se refiere a la jerarquía de la<br />
Iglesia, en los dos primeros casos mencionados no se puede<br />
hablar de manera tan concluyente, salvo ante personas<br />
desinformadas. El laicismo si lo hizo categóricamente. Le<br />
reconocemos a la jerarquía de la Iglesia, no obstante, sin<br />
discusión, el enfrentamiento con el comunismo, por la<br />
condición doctrinariamente atea de aquel, por lo menos en<br />
los autodenominados “socialismos reales”.<br />
Pero, lo que resulta una aberración es establecer una<br />
correlación entre aquellos movimientos ideológicos y el<br />
laicismo. De hecho es una afirmación que agravia a<br />
quienes desde el pensamiento laico, han respetado a la<br />
Iglesia y su derecho a proclamar su fe, pero con la cual<br />
mantiene profundas discrepancias por cuestiones<br />
fundamentalmente temporales, con aspectos que tienen que<br />
ver con materias propias de una discusión doctrinal sobre<br />
lo secular, no con lo religioso.<br />
Señala el presidente de la Conferencia Episcopal,<br />
que se le pretende privar a la Iglesia de su capacidad de<br />
influir en las conciencias, en las leyes o la concepción del<br />
mundo. El laicismo reconoce el derecho de la Iglesia a<br />
influir en las conciencias de quienes se sienten llamados<br />
por el mensaje pastoral, y es su derecho difundir su<br />
concepción del mundo. Lo que el laicismo considera
P á g i n a | 149<br />
impropio, es que ese mensaje pastoral y la concepción<br />
católica del mundo, determinen el carácter de las leyes de<br />
un país, cuando este presenta en su composición social y<br />
cultural una diversidad de opciones de conciencia. Las<br />
leyes son para todos los habitantes de un país, por lo cual,<br />
estas deben recoger la realidad plural de su sociedad en<br />
términos de conciencia, en términos de creencias, en<br />
términos de espiritualidad.<br />
Es más, el laicismo lo que busca es garantizar leyes<br />
fundadas en su validez ética tanto para creyentes y como<br />
para no creyentes. Busca que el Estado refleje en sus leyes<br />
y acciones la representación y la presencia de toda la<br />
diversidad de su componencia societaria. No persigue ni<br />
atenta contra el ejercicio religioso, y no se siente enemigo<br />
de las opciones religiosas. Mal puede ser enemigo de la<br />
Iglesia Católica, aunque haya con ella profundas<br />
discrepancias en la forma de construir la vida social. En lo<br />
que a Chile se refiere, definitivamente no hay enemigos de<br />
la Iglesia Católica en el laicismo.<br />
Monseñor Goic está equivocado si busca enemigos<br />
entre los laicistas. Los enemigos de la Iglesia están dentro<br />
de ella misma. Bien sabe que la explosiva presencia del<br />
caso Karadima en los medios, al día siguiente de que la<br />
Iglesia pedía perdón por los casos de pedofilia, está en los<br />
propios trascendidos y fuentes de la misma Iglesia<br />
Católica. No hay laicistas confabulados en los diarios<br />
vinculados a El Mercurio o a COPESA, para destruir a la<br />
Iglesia y arrinconarla en sus templos. No hay laicistas
P á g i n a | 150<br />
involucrados en la sórdida lucha de poder que conmueve a<br />
la Iglesia chilena, ad portas de designar el reemplazante de<br />
Francisco Javier Errázuriz.<br />
Los enemigos de la Iglesia Católica están<br />
nítidamente corporizados en sus pastores, que han abusado<br />
de niños, en algunos casos de manera sistemática,<br />
agraviando a las víctimas y sus familias, y a través de ellos<br />
a toda la sociedad. No es una acción perversa de un<br />
laicismo radical que actúa contra la Iglesia Católica lo que<br />
ha convulsionado a Europa, Estados Unidos y a América<br />
Latina, que una cantidad no despreciable de pastores de la<br />
Iglesia terminen abusando de menores de edad, aun<br />
ostentando cargos relevantes dentro de una jerarquía local,<br />
nacional o congregacional.<br />
No es culpa del laicismo que reiteradamente se haya<br />
protegido y se siga protegiendo a los trasgresores, ya que,<br />
ante una denuncia determinada, no se han puesto los<br />
antecedentes ante la justicia, sino que se han enviado a los<br />
protagonistas de las acusaciones fuera del país en que los<br />
delitos pudieron configurarse; en fin, que la Iglesia encubra<br />
o ponga a buen recaudo a los culpables.<br />
No viene absolutamente a cuento, que monseñor<br />
Goic centre los problemas de la Iglesia en un escenario<br />
distinto a lo que la realidad está determinando. Ha sido un<br />
ex sacerdote norteamericano, Patrick Wall, que era<br />
miembro de la comunidad de fe de la Iglesia, actual<br />
abogado de las víctimas, quien ha afirmado que pedirle
P á g i n a | 151<br />
disculpas a las víctimas y a Dios, no es suficiente, y que los<br />
curas abusadores de niños siguen predicando.<br />
Afirma Monseñor Goic que el laicismo quiere minar<br />
a la única autoridad moral en el mundo que sigue<br />
defendiendo valores esenciales. La afirmación merece dos<br />
comentarios.<br />
El primero, que constituye una soberbia arrogancia<br />
pretender ser la única autoridad moral en el mundo, y un<br />
despropósito, cuando todos los 18 de septiembre se realiza<br />
la catedral de Santiago un Te Deum Ecuménico, que reúne<br />
a distintas confesiones por invitación de la máxima<br />
autoridad de la Iglesia Católica chilena, y cuando el Papa<br />
se reúne con otras religiones en Ratisbona.<br />
Definitivamente, la moral de una sociedad no es un<br />
constructo exclusivo de la Iglesia o solo del catolicismo.<br />
El segundo, que el socavamiento de su autoridad<br />
moral tiene que ver con lo que han sido las prácticas de los<br />
pastores a través de los tiempos, no solo frente a las<br />
actuales y dolorosas contingencias que podrían llevar al<br />
Papa a los tribunales por acciones de encubrimiento, sino<br />
por todos los errores frente a lo temporal, o por sus<br />
relaciones con el poder o su práctica del poder, o por su<br />
propensión histórica a una irracional hegemonía. La<br />
Iglesia Católica ha hecho muchas cosas buenas en su<br />
historia, pero cuando ha hecho cosas malas, ha cometido<br />
acciones que no solo se pueden exculpar con el perdón y la<br />
contrición.
P á g i n a | 152<br />
En consideración a lo expuesto, frente a una Iglesia<br />
en crisis profunda o frente a una Iglesia insuflada de<br />
confianza en sus vinculaciones con los poderosos, el<br />
laicismo seguirá sosteniendo lo mismo: el derecho de los<br />
que no practican la fe católica a tener que obedecer esos<br />
principios y valores por acción de la ley o del Estado,<br />
convertidos estos en instrumentos al servicio de la fe<br />
católica. El laicismo seguirá enfrentando en el plano de las<br />
ideas al confesionalismo, esto es, a la pretensión de una fe<br />
en particular de imponer por la fuerza su fe a toda la<br />
sociedad, a partir del control político del Estado y de las<br />
leyes.
P á g i n a | 153<br />
<strong>LAICISMO</strong> BICENTENARIO.<br />
Publicado en el Portal de la Corporación Libertades Ciudadanas y difundido por<br />
las Redes Laicistas en septiembre de 2010<br />
Chile ha iniciado las celebraciones de su<br />
bicentenario como país independiente. Son los doscientos<br />
años de una Patria que debe acogernos a todos sus<br />
habitantes en una común identidad, una misma<br />
territorialidad, una misma ley, una misma institucionalidad.<br />
Por lo menos así fue concebida por quienes desarrollaron y<br />
condujeron la lucha emancipacionista, por quienes, junto a<br />
O´Higgins, echaron las bases de una concepción de país,<br />
que – a pesar de avances y retrocesos – ha subyacido como<br />
una afirmación permanente, y que se repone en la agenda<br />
nacional, por parte de las fuerzas del progreso, cada vez<br />
que se producen retrocesos.<br />
Es la idea de una Patria inclusiva y de todos, que se<br />
manifiesta en la “Declaración de Independencia” y en la<br />
“Proclama a los Araucanos”, obra de nuestro Libertador y<br />
fundador republicano. Eso es lo que ha dado un carácter a<br />
nuestro país, a través de nuestra trayectoria en el concierto<br />
de las naciones americanas.
P á g i n a | 154<br />
Y quienes concibieron a nuestro país, construyeron<br />
su independencia, y establecieron sus instituciones<br />
republicanas, lo hicieron a su vez, fundando los principios<br />
del laicismo como forma de ordenar la convivencia<br />
nacional, sobre la base de reconocer la diversidad de<br />
conciencia y el respeto a las distintas creencias. Ello ha<br />
prevalecido a pesar de los grandes retrocesos que muchas<br />
veces se han consolidado por un tiempo prolongado.<br />
O´Higgins, Padre de la Patria, puede ser reconocido<br />
también como Padre del Laicismo chileno, y ello no lo<br />
hace a partir de una manifestación discursiva, sino a partir<br />
del hecho concreto del construir institucionalidad. No lo<br />
hace proclamando la condición laicista de su acción y<br />
convicción, toda vez que el concepto de laicismo proviene<br />
de una consecuencia de los debates de conciencia de la<br />
segunda mitad del siglo XIX, sino que lo hace a partir de<br />
una convicción de que la República, por la cual luchó<br />
denodadamente, debía fundarse en la diversidad de<br />
conciencia.<br />
Es Barros Arana, quien nos lo recuerda en su<br />
discurso de homenaje en la repatriación de los restos de<br />
O´Higgins: “A principios de 1818, todo estaba preparado<br />
para hacer la solemne declaración de la independencia de<br />
Chile... Los consejeros de O´Higgins, siguiendo el ejemplo<br />
trazado por otros pueblos americanos declaraban el que<br />
Chile estaba resuelto a vivir y morir libre, defendiendo la<br />
fe católica con la exclusión de otro culto. ¿Sabéis lo que<br />
contestó el Director Supremo cuando se le presentó el
P á g i n a | 155<br />
manuscrito para que se pusiese su venerable firma … La<br />
protesta de fe que observo en el borrador cuando habla de<br />
nuestro deseo de vivir y morir libres defendiendo la fe<br />
santa en que nacimos, me parece suprimible por cuanto no<br />
hay de ella una necesidad absoluta y que acaso puede<br />
chocar algún día con nuestros principios de política. Los<br />
países cultos han proclamado abiertamente la libertad de<br />
creencias… e importaría tanto proclamar en Chile una<br />
religión excluyente, como prohibir la emigración hacia<br />
nosotros de multitud de talentos y brazos útiles en que<br />
abunda el otro continente. Yo a lo menos no descubro el<br />
motivo que nos obligue a protestar la defensa de la fe en la<br />
declaración de nuestra independencia”.<br />
Aquello fue la antesala de una concepción<br />
republicana, que se fue asentando profundamente en<br />
aquellos que querían hacer avanzar a Chile, con los fuertes<br />
y constantes vientos del progreso por una nueva<br />
construcción social. Es la voluntad progresista de<br />
establecer los grandes derechos de la Humanidad y la<br />
humanización.<br />
Es en esa misma aspiración donde se construyen las<br />
figuras de Bilbao y Eduardo de la Barra, como los grandes<br />
teóricos de las libertades políticas, sociales y espirituales.<br />
Así es como se construyen las herencias de Santiago Arcos,<br />
Victorino Lastarria, Manuel Antonio Matta, Pedro León<br />
Gallo y Ángel C. Gallo, en el campo de la acción política.<br />
Esa es la aspiración que se renueva con otros contenidos,
P á g i n a | 156<br />
con las reivindicaciones femeninas de Martina Barros,<br />
Isabel Le Brun, Micaela Cáceres y Eloísa Zurita.<br />
Es lo que está presente cuando se promulgan las<br />
leyes laicas, o cuando se impulsa la educación como un<br />
objetivo nacional a partir del Estado Docente. Es el<br />
impulso que se hace evidente en la emergencia y<br />
consolidación mesocrática. Es lo que está presente en la<br />
emergencia del movimiento obrero, en torno a las figuras<br />
de Luis Emilio Recabarren, Alejandro Escobar Carvallo,<br />
Augusto Pinto o Carlos A. Martínez.<br />
Es lo que ha estado presente en las figuras que<br />
impulsaron a Chile hacia la modernización y los desafíos<br />
del siglo XX: Arturo Alessandri, Pedro Aguirre Cerda,<br />
Amanda Labarca, Marmaduque Grove, Eugenio Matte,<br />
Juan Antonio Ríos y Salvador Allende. A quienes desde el<br />
campo de la educación concibieron a esta como la<br />
herramienta para la construcción de la libertad de<br />
conciencia y el progreso nacional: Valentín Letelier, Darío<br />
Salas, Eugenio González Rojas y Juvenal Hernández.<br />
Junto a ellos hay miles de chilenos que bajo la<br />
inspiración de la libertad de conciencia han realizado su<br />
aporte en el servicio público y en instituciones orientadas<br />
al desinteresado servicio a los demás, sin pretensiones de<br />
subordinar a los destinatarios de ese servicio a un conjunto<br />
de ideas predeterminadas. Son los miles de laicistas que<br />
son y han sido funcionarios del Estado, que son y han sido<br />
voluntarios de Bomberos, del Bote Salvavidas, de Cruz<br />
Roja, de Boy Scouts; que son y han sido educadores y
P á g i n a | 157<br />
académicos, administradores de justicia, integrantes del<br />
sistema público de salud, etc.<br />
Ellos han hecho su aporte a esta Patria que es de<br />
todos, y la han construido con la idea de que debe ser de<br />
todos. Son los que han comprendido oportunamente las<br />
deudas y las falencias, trabajando con decisión por<br />
satisfacerlas. Son los que asumen la crudeza de la crítica<br />
social para convertirla en una oportunidad para avanzar y<br />
convertir los retrasos en avances.<br />
A 200 años de su primer acto de independencia,<br />
Chile, en el momento de pasar lista a sus éxitos y fracasos,<br />
en el ámbito de su convivencia social reconoce sus<br />
retrocesos y sus avances. Los débitos aparecen con una<br />
crudeza que asombran, pero ello no objeta la fortaleza de lo<br />
que nos identifica como una comunidad nacional, sostenida<br />
en convicciones profundas que los fundadores de nuestra<br />
República, de nuestro país, nos siguen transmitiendo con la<br />
fortaleza de su doctrina.<br />
La convicción laicista que sostuvieron Bernardo<br />
O´Higgins, Ramón Freire, Francisco A. Pinto y Manuel<br />
Blanco Encalada, por mencionar a los más significativos,<br />
es la que renovamos como proyecto nacional de<br />
convivencia, cuando celebramos el Bicentenario de la<br />
emancipación de Chile.
P á g i n a | 158<br />
SIGNIFICADO E IMPORTANCIA <strong>DEL</strong><br />
<strong>LAICISMO</strong> COMO MEDIO PARA<br />
CONSTRUIR LA SOCIEDAD<br />
<strong>DEL</strong> SIGLO XXI.<br />
Disertación realizada en el Club Libertad de Viña del Mar, el 04 de<br />
diciembre de 2010, en la Jornada “Construyendo la Sociedad de Hoy”<br />
Evolución del concepto de ciudadanía.<br />
Sabemos que es en la Grecia clásica donde se<br />
concibe y desarrolla el primer concepto de ciudadanía, que<br />
ha estado presente en el marco de las ideas políticas del<br />
mundo occidental de manera recurrente en los últimos<br />
siglos, luego del derrumbe del absolutismo. El Siglo de las<br />
Luces, recordemos, trae desde la experiencia de Atenas la<br />
idea de una ciudad-Estado regida por el interés de sus<br />
ciudadanos, y conceptos que son concurrentes a la misma<br />
idea: la política, como actividad centrada en la<br />
preocupación por los asuntos de la ciudad (o de la<br />
sociedad); la república, como concepto de ordenamiento<br />
político del ejercicio del poder, determinado por el pueblo;
P á g i n a | 159<br />
lo civil, como cultura de ejercicio de poder y de radicación<br />
de la soberanía; la democracia, como forma de estructurar<br />
el sistema político.<br />
Ese concepto colisionó permanentemente con las<br />
visiones militaristas y autoritarias, que, como en todas las<br />
épocas y en todos los procesos históricos, emergen para<br />
justificar la pretensión de hegemonía y absolutismo, que<br />
toda dictadura u oligarquía pretende asentar sobre<br />
cualquier visión plural de las problemáticas de una<br />
sociedad.<br />
El modelo republicano romano funcionó con el<br />
paradigma griego, hasta donde pudo sostenerse con la<br />
lógica civil. También ello permitió heredar a la cultura<br />
occidental la idea predominante que conjugaba los mismos<br />
elementos: política, república, civilidad, ciudadanía. Serán<br />
ideas que serán retomadas posteriormente de manera<br />
acotada en otros momentos de la historia occidental, sin el<br />
esplendor referencial ni la trascendencia del modelo grecoromano<br />
clásico.<br />
Esto, hasta el momento en que surgen dos procesos<br />
de enormes consecuencias, como fueron la revolución<br />
francesa y la revolución independentista de las 13 colonias<br />
inglesas de América del Norte. En ambas subyace el<br />
mismo espíritu y la misma idea, afincada en el clasicismo<br />
político de esa época, depositado en las limitadas virtudes<br />
de una Atenas vestida de democracia.<br />
Idealizado o no, ese paradigma motivó una<br />
concepción política que permitió la revolución francesa, la
P á g i n a | 160<br />
fundación de los Estados Unidos de América, y la<br />
emergencia de un grupo de repúblicas en los territorios<br />
hispano-americanos, que generarán por primera vez una<br />
significativa afirmación en torno a lo republicano y la<br />
concretización de una idea de ciudadanía (restringida,<br />
censitaria, limitada, oligárquica, lo que fuera, pero una<br />
afirmación en esa perspectiva).<br />
La visión ciudadana que impuso la revolución<br />
independentista de las 13 colonias americanas, se establece<br />
sobre parámetros éticos arraigados en los derechos a<br />
individuales, poniendo énfasis en el derecho de expresión,<br />
en una afirmación cívica significativa y en la ciudadanía<br />
política, dentro de los marcos de comprensión propios de<br />
una herencia cultural que se manifestaba de manera distinta<br />
en cada una de las colonias.<br />
En tanto, la visión ciudadana de la revolución<br />
francesa, tiene un valor más bien simbólico que práctico,<br />
ya que muchas de las aspiraciones de sus pensadores<br />
quedaron a medio camino, producto del curso que tuvo su<br />
proceso histórico. Los derechos consagrados en la<br />
Declaración de 1789, que establecían la igualdad ante la<br />
ley, los derechos de expresión, la abolición de los títulos<br />
con rango social, condujeron a que todos los componentes<br />
de la Nación adquirieran calidad de ciudadanos. Sin<br />
embargo, como sabemos, la Asamblea Nacional, hacia<br />
1795, terminaría por restringir el derecho a voto, base de<br />
todo sistema ciudadano, Entonces, lo que viene a ser<br />
importante en la formulación de la ciudadanía bajo esa
P á g i n a | 161<br />
paradigmática revolución, es establecer los grandes<br />
enunciados republicanos que adquirirían presencia<br />
universal.<br />
Ello fue asumido por las nacientes repúblicas<br />
americanas hispano-parlantes, que al emanciparse de<br />
España, asumieron dentro de la particularidad de cada una<br />
de ellas, la voluntad republicana con expresivo fidelismo a<br />
los ideales griegos, bajo el impulso de la influencia<br />
francesa revolucionaria. Sin embargo, cada una ensayó su<br />
propio modelo de participación ciudadana, algunas con<br />
mayor fracaso que otras, pero con una progresiva<br />
ampliación de los sectores sociales involucrados en el<br />
modelo, a partir de criterios predominantemente<br />
excluyentes y censitarios. Esta progresión en algunos<br />
casos fue mucho más lenta y en otros casos más acelerada.<br />
De manera significativa, los avances en el plano de<br />
la ampliación de los derechos ciudadanos, a más sectores<br />
de la población, en los 200 años transcurridos, fue<br />
coherente con la conquistas de diversos planos de<br />
derechos. Lo lógica correlación se dio de la siguiente<br />
manera: lo primero fue conquistar los derechos civiles (en<br />
Europa ocurrió en el siglo XVIII, en tanto en América<br />
Latina en el siglo XIX), posteriormente fueron los derechos<br />
políticos (XIX y XX, en el mismo orden) y los derechos<br />
sociales y económicos en el siglo XX (en América Latina<br />
con varias décadas de retraso). Son las 3 generaciones de<br />
derechos, que marcan no solo los accesos indicados, sino
P á g i n a | 162<br />
también la voluntad de imponer un conjunto de derechos<br />
humanos fundamentales.<br />
Sabemos que la incorporación de las ideas del<br />
Estado de Bienestar en Europa y América Latina, fue<br />
determinante para establecer la cultura de los derechos de<br />
los integrantes de la sociedad, en las decisiones que afectan<br />
a toda la sociedad. Pero, por sobre todo, lo que va a<br />
determinar de manera importante el privilegio del rol del<br />
ciudadano, es la consolidación de la democracia luego de la<br />
Segunda Guerra Mundial, y el reconocimiento de derechos<br />
consagrados en la Declaración Universal de Derechos<br />
Humanos y las convenciones que irán imponiendo<br />
derechos, en la medida que se va produciendo el derrumbe<br />
de los modelos autoritarios en distintas partes del planeta.<br />
Como lo han apuntado innúmeros tratadistas, del<br />
más amplio espectro de las ciencias sociales, la afirmación<br />
de una idea de ciudadanía es inseparable de la afirmación<br />
misma de la democracia, y ello supone, de modo<br />
proporcional, también, que cuanto mayor es la ampliación<br />
de la ciudadanía mayor es el nivel de responsabilidades en<br />
los individuos. Los ciudadanos más activos, por cierto,<br />
tienen que tomar más decisiones, construir más opinión e<br />
informarse más ampliamente. En la medida que se impone<br />
la constante isonómica 3 de la Grecia clásica, hay más temas<br />
que resolver y a los cuales los ciudadanos son convocados<br />
a debatir.<br />
3 De isonomía: Normas que establecen la igualdad
P á g i n a | 163<br />
De lo expresado, la visión contemporánea de la<br />
ciudadanía está contenida en los siguientes elementos: 1. El<br />
sentido de pertenencia a una comunidad social, convertida<br />
en comunidad política, definida por características que les<br />
son comunes a sus integrantes (territorialidad,<br />
nacionalidad, cultura, opción política, legislación, lengua,<br />
identificación étnica, etc. expresadas en conjunto o<br />
parcialmente, incluso a través de solo una de las<br />
mencionadas, o por otras que no se han mencionado). 2. La<br />
existencia de un reconocimiento de la comunidad política<br />
respecto de sus integrantes en calidad de ciudadanos. 3. La<br />
constatación de estructuras de participación política y de<br />
una sociedad civil activa, que genera las redes de intereses<br />
que actúan en toda la estructuración social. 4. La existencia<br />
de una institucionalidad que soporte los conflictos propios<br />
de procesos participativos complejos. 4. La existencia de<br />
un sistema político democrático.<br />
El espacio público como escenario del ejercicio<br />
ciudadano.<br />
Teniendo una definición meridiana del ejercicio e<br />
imperio de la ciudadanía, y de sus alcances en el ámbito de<br />
una sociedad políticamente estructurada, surge la<br />
interrogante en cuales ámbitos ejerce su acción. En tanto<br />
sabemos que ello se expresa en una territorialidad<br />
determinada, en ese espacio delimitado se expresan<br />
aspectos que son propios de lo público, y aspectos que
P á g i n a | 164<br />
corresponden a lo privado de los componentes de la<br />
sociedad.<br />
Hay un espacio que es exclusivo de los individuos, o<br />
de grupos de individuos, donde está claramente delimitado<br />
lo que está en sus prerrogativas: bienes, propiedades, ideas,<br />
creencias, opciones, etc. Lo que ocurre en el ámbito<br />
privado, y que no esté expresamente normado por la ley, es<br />
de exclusividad del arbitrio individual o de una sociedad<br />
privada.<br />
Sin embargo, todo espacio de interacción de una<br />
sociedad, que es de dominio o usufructúo común, de todos<br />
y cada uno de los integrantes del colectivo, se denomina<br />
“espacio público”. Es decir, el espacio público deviene de<br />
la propiedad pública o social, a través de los instrumentos<br />
institucionales que expresan el quehacer público y bajo la<br />
administración de los diversos órganos del Estado.<br />
Es un espacio que expresa el dominio colectivo sin<br />
exclusiones, para uso social y para la expresión y<br />
expansión comunitaria. Allí están contemplados todos los<br />
medios para el desplazamiento y circulación de las<br />
personas (calles, caminos, plazas, parques, etc.) y los<br />
inmuebles donde se expresan las instancias del ejercicio<br />
civil que son de propiedad pública. A ello se suman todo<br />
aquellos bienes (especialmente edificaciones) que son de<br />
propiedad de las instituciones públicas, que aunque no sean<br />
de uso público, son de dominio público a través de sus<br />
mandatarios o representantes. Estamos hablando, entonces,<br />
de espacios geográficos, materiales, de tangibilidad
P á g i n a | 165<br />
palpable, sensorialmente comprobables, un espacio en que<br />
se expresa la percepción mutua entre los concurrentes.<br />
Respecto de los espacios públicos y privados, ocurre<br />
que muchas veces hay espacios públicos que son<br />
entregados al dominio privado, y que por lo tanto quedan<br />
en el ámbito decisional y discrecional de quien recibe su<br />
usufructúo, por el plazo que se defina. Lo que, sin<br />
embargo, es más frecuente es que haya espacios privados<br />
que se destinan al uso público: centros comerciales,<br />
espacios de recreo o entretención, lugares de transporte, de<br />
eventos, etc. En este caso es muy importante considerar<br />
que lo público expande su dominio y el propietario cede<br />
derechos en la consecución de beneficios determinados.<br />
Esto es muy importante, ya que, en oportunidades, ello<br />
produce ambigüedades que no siempre están resueltas<br />
debidamente por la ley o las costumbres. La lógica racional<br />
indica que si un espacio privado es puesto en servicio<br />
público, rigen las reglas comunes a todo espacio público,<br />
en lo referente a obligaciones y derechos. Es una práctica<br />
ambigua, por ejemplo, la existencia de normas privadas en<br />
sitios de carácter público.<br />
Pero también hay otra dimensión del espacio<br />
público, que no es física, pero que no es menos tangible<br />
que la anterior, que deviene del ejercicio de las<br />
convenciones que hacen posible la vida social. Son<br />
conceptos y estructuras intelectuales e intelectivas, que son<br />
fruto de la experiencia colectiva en el hacer sociedad. Es el<br />
espacio jurídico, legal, institucional, convencional,
P á g i n a | 166<br />
conductual, inter-relacional, que se expresa en<br />
regulaciones, instancias de decisiones, instancias de<br />
representación, y en el proceso de construcción de opinión<br />
pública y manifestación de voluntades, en el ejercicio de la<br />
soberanía popular. También tiene esa condición todo hecho<br />
sensorial de alcance colectivo, y todo elemento que sea de<br />
carácter vital para las personas. Quienes proveen los<br />
alimentos los venden, es cierto, y tienen una propiedad de<br />
ellos antes de ponerlos en el mercado, pero el destino<br />
consustancial es público. Nadie puede producir alimentos y<br />
guardarlos, habiendo necesidad vital de ellos. Quienes<br />
gobiernan están obligados a actuar, cuando los alimentos<br />
son guardados con fines contrarios al alcance público. De<br />
allí la persecución legal de quienes producen mercado<br />
negro o el acaparamiento de productos de destino público.<br />
Así, la ley, la moral, las costumbres, los espacios de<br />
opinión y discusión, los derechos individuales, los<br />
derechos sociales, los beneficios, la educación, las<br />
medidas de protección, etc. generan condiciones de alcance<br />
público. De tal manera, el espacio público tiene una<br />
dimensión que se expresa social, política y culturalmente.<br />
Hay espacios públicos también en la forma como<br />
generamos los espacios de la cultura, de la interrelación<br />
social, de conversaciones, de discusión, donde se hace el<br />
ejercicio de ser parte de una comunidad determinada. Un<br />
gran espacio público es el que permite el ejercicio de la<br />
opinión de los componentes de una sociedad. Durante<br />
mucho tiempo fue la asamblea comunitaria, luego fue la
P á g i n a | 167<br />
prensa, pero hoy se ha ampliado de modo ilimitado con<br />
Internet.<br />
Los procesos electorales y el ejercicio del sufragio,<br />
son espacios públicos que se expresan en lo físico (lugar de<br />
votación, runas receptoras de sufragio, etc.) y en lo no<br />
material, en el acto mismo del ejercicio del derecho a voto.<br />
Los accesos a la educación y a la salud, generan también<br />
instancias específicamente de desenvolvimiento y derechos<br />
públicos, que no tienen que ver necesariamente con los<br />
inmuebles en que desarrollan su actividad. Ver televisión<br />
abierta genera una condición de uso de espacio público, por<br />
ejemplo, como lo es ir al estadio a ver un partido de fútbol,<br />
aun cuando deba pagar por ello. Comprar en el<br />
supermercado podemos considerarlo como una<br />
manifestación de espacio público, más allá de los accesos y<br />
lugares de desplazamiento para hacer efectivo el acto de<br />
comprar. El mercado es un acto, un hecho, no solo como<br />
una condición física de espacio público. Ir a una galería de<br />
arte a ver una obra de acceso colectivo para su<br />
contemplación, es un acto de cultura, y como tal, genera<br />
una espacialidad que tiene un carácter público, más allá del<br />
lugar mismo de exposiciones.<br />
Entonces, cualquier acto en la cultura, esto es, en el<br />
ser y hacer colectivo de una sociedad, que tiene injerencia<br />
y participación colectiva, generan un espacio público,<br />
aunque sea solo como manifestación de sensaciones,<br />
emociones o expresiones múltiples.
P á g i n a | 168<br />
En síntesis, todo acto social que se hace en cualquier<br />
lugar, y que tiene un alcance determinado por derechos y<br />
deberes, genera un espacio de desarrollo y concreción, un<br />
espacio público, que aunque no tenga una manifestación<br />
material, se expresa en resultados tangibles o perceptibles,<br />
que son de alcance, práctica, usufructúo o beneficio<br />
común.<br />
La ocupación del espacio público.<br />
El espacio público no solo es una expresión de<br />
vinculación y desenvolvimiento de lo cotidiano. También<br />
tiene una enorme carga simbólica. Cuando cualquier<br />
persona se sienta en un banco de la plaza pública a leer el<br />
diario, no solo está ejerciendo un derecho, sino que está<br />
haciendo una expresión de soberanía. Cuando transita por<br />
una calle, no solo tiene derecho a hacerlo, sino que está<br />
expresando su prerrogativa. Cuando alguien expresa su<br />
opinión a través de un medio que es de todos, está<br />
consagrando el hecho de lo público y validando su<br />
condición ciudadana, su valor como persona y su derecho<br />
de conciencia. Está poniendo su validez de ser único, de<br />
persona única, con sus propias opiniones y con toda su<br />
autoafirmación existencial. Sus ideas lo hacen una persona<br />
y un sujeto histórico en la historia.<br />
El espacio público es, por lo tanto, el espacio donde<br />
la persona humana se valida y es reconocida como tal. Es<br />
el espacio en que los seres humanos nos reconocemos
P á g i n a | 169<br />
como entes sociales, en que adquirimos la condición<br />
peculiar de la sociabilidad. Allí adquirimos la identidad y<br />
nuestra cualidad como persona. Quien no está en el espacio<br />
público, no adquiere existencia real para los demás seres<br />
humanos.<br />
El espacio público es de todos, porque todos<br />
necesitan validarse, porque todos necesitan adquirir el<br />
reconocimiento social de su existencia. Entonces, viene a<br />
ser de mucha importancia que sea un espacio donde debe<br />
haber reglas. Para que haya reglas, es necesario que la<br />
persona actúe políticamente y contribuya a la<br />
determinación de los factores que pueden delimitar el<br />
espacio público, es decir, bajo qué condiciones se limita, y<br />
cuándo se establecen condiciones de limitación de su uso.<br />
De la misma manera, se deben establecer las regulaciones<br />
para que nadie, en condiciones de predominio, pueda<br />
inhibir los derechos de aquellos que queden en condiciones<br />
de desventaja.<br />
La importancia simbólica del espacio público es tan<br />
gravitante, que cualquier fuerza de ocupación, que por<br />
razones fácticas o razones de sojuzgamiento violento del<br />
ejercicio civil de una comunidad, lo primero que hace es,<br />
precisamente, poner elementos simbólicos que expresen el<br />
dominio sobre ese espacio público. Cuando los nazis<br />
ocuparon Paris, no pusieron los tanques en las principales<br />
avenidas, ni desfilaron por las calles con sus tropas, por<br />
una necesidad militar imprescindible. Lo que quisieron<br />
manifestar a los franceses era que habían sido ocupados, y
P á g i n a | 170<br />
que el espacio público ya no les pertenecía. Una fuerza<br />
militar enemiga puede ocupar todos los cuarteles, todos los<br />
lugares donde se encuentra la capacidad militar de un país,<br />
pero es en el espacio público donde comunica su<br />
hegemonía. El toque de queda impuesto por una fuerza<br />
militar es la expresión de que el espacio público queda<br />
restringido a su arbitrio.<br />
Esa constatación, Ud. aplíquela a cualquier fuerza,<br />
grupo o sector de una sociedad que realice una ocupación<br />
de hecho del espacio público.<br />
Hoy, en nuestras sociedades, lo que ocurre en<br />
muchas ciudades, incluso en las nuestras, es la constatación<br />
de que el espacio público viene a ser copado por bandas de<br />
traficantes y delincuentes. Y hay muchas personas que no<br />
pueden caminar libremente por las calles por el accionar de<br />
los delincuentes. El espacio público se ha degradado en<br />
esos lugares, y el rol de la policía y de los ciudadanos<br />
consiste en recuperar su condición de tal: de espacio<br />
público. Hemos visto el drama desencadenado en las<br />
favelas de Río de Janeiro, donde las bandas delictuales han<br />
tomado el control de las barriadas e imponen su dominio y<br />
sus reglas a partir del avasallamiento del espacio público, y<br />
hemos visto entrar a las fuerzas del Estado a copar ese<br />
mismo espacio para restablecer su cualidad pública.<br />
La misma connotación tiene la ocupación ideológica<br />
del espacio público. ¿Cuántas veces hemos visto que<br />
grupos políticos, para imponer sus ideas, han buscado el<br />
predominio o sojuzgamiento del espacio público
P á g i n a | 171<br />
Insistimos: no se trata solo de los espacios físicos, sino de<br />
los espacios no físicos pero tangibles. También la moral es<br />
espacio público, como lo son la cultura, las costumbres, la<br />
relacionalidad, los actos civiles, los medios de expresión,<br />
etc. Estamos hablando de aquel espacio público en el cual<br />
se exponen las ideas, y donde las ideas son tangibilizadas<br />
en prácticas concretas del hacer y el ser social.<br />
Ello tiene una relación directa con los derechos que<br />
hacen posible las seguridades de que toda idea merece la<br />
misma consideración, más allá de su antigüedad o novedad,<br />
de su magnitud o de quienes la sostengan, sobre todo<br />
cuando se trata de afirmaciones en las cuales se sostiene<br />
una actitud frente a la vida y la realidad.<br />
Por cierto, cuando hablamos de ocupación<br />
ideológica, entramos de lleno en un aspecto fundamental,<br />
de toda sociedad democrática. Porque ocurre que aparecen<br />
ideas en el espacio público que deben enfrentar los pesos<br />
de la tradición, de la costumbre social y la constatación de<br />
hegemonías consolidadas, que actúan refractariamente a<br />
todo aquello que pueda significar un riesgo a su dominio.<br />
El espacio público queda así ocupado por el peso de la<br />
costumbre y de las herencias del pasado. Y cuando esas<br />
costumbres y esas herencias están sustentadas en una<br />
visión total sobre la vida y la realidad, se manifiesta<br />
inevitablemente un impedimento para que una nueva idea,<br />
o un conjunto de nuevas ideas emerjan y se desarrollen en<br />
el espacio público. Esto es el inicio de todo proceso de<br />
conculcación de los derechos de conciencia.
P á g i n a | 172<br />
Importancia del laicismo para los derechos humanos.<br />
Es en la consolidación del dominio ideológico de las<br />
sociedades, a que hemos hecho alusión, donde el laicismo<br />
emerge y viene a someter esa realidad al juicio crítico de la<br />
sociedad. Y lo hace a partir del derecho a ejercer las<br />
libertades de conciencia. Y lo hace a partir de la práctica<br />
concreta, de una actitud y una conducta societaria e<br />
individual. Lo hace a partir de la reivindicación del espacio<br />
público como un espacio de todos, más allá de las opciones<br />
de conciencia de cada cual. Y lo hace a partir de la<br />
reivindicación del espacio político como un espacio<br />
determinado por la ciudadanía. Y lo hace a partir de la<br />
reivindicación del mercado como un espacio a donde todos<br />
concurren.<br />
En virtud de ello, el laicismo opta por la democracia<br />
y la extensión de los derechos de ciudadanía, incluso a<br />
escala planetaria. Hace una afirmación sustancial en torno<br />
a los Derechos Humanos consagrados por la comunidad<br />
internacional a través de sus convenciones. En el mismo<br />
sentido, apuesta firmemente por las seguridades humanas,<br />
concepto desarrollado por el Programa de las Naciones<br />
Unidas para el Desarrollo, y que nos plantea un conjunto<br />
de requerimientos que permiten el aseguramiento de la vida<br />
individual y social de cada ser humano, en el plano de la<br />
alimentación, la seguridad personal, la seguridad<br />
comunitaria y política, etc.
P á g i n a | 173<br />
Y en ese contexto, constituye una seguridad<br />
fundamental el ejercicio de los derechos de conciencia,<br />
porque no es posible considerar el desarrollo a escala<br />
humana, en ninguna parte del mundo, si este no se<br />
establece sobre la base del derecho a tener opinión y a<br />
comunicarla. Esto es fundamental, ya que los derechos de<br />
conciencia no solo suponen el derecho a tener una<br />
percepción de la vida y de la realidad en que cada hombre<br />
está inmerso, sino también la capacidad a manifestar sus<br />
convicciones y opiniones, de comunicarlas por los medios<br />
que estén contemplados en la comunidad en que participa.<br />
Es dentro del contexto de una sociedad democrática,<br />
donde la sociedad civil tiene el dominio del espacio<br />
público, y donde no habría aparentemente ningún factor<br />
que pueda inhibir el desenvolvimiento de los derechos de<br />
conciencia o las libertades y seguridades de sus<br />
componentes, toda vez que estarían considerados los<br />
aspectos fundamentales, a través de reglas debidamente<br />
establecidas y consensuadas por toda la sociedad.<br />
Sin embargo, las sociedades están determinadas por<br />
la complejidad de su componencia, intereses e instituciones<br />
a través de los cuales se manifiestan los distintos<br />
agrupamientos de tipo sectorial.<br />
En la sociedad civil, hay distintos sectores o grupos<br />
de interés que propenden a organizarse de acuerdo a sus<br />
motivaciones, intereses, o como consecuencia de objetivos<br />
específicos dentro del proceso cotidiano del hacer<br />
sociedad.
P á g i n a | 174<br />
Todo grupo organizado pretende legítima o<br />
ilegítimamente una trascendencia o un objetivo que tenga<br />
un impacto social. Cuando ello no ocurre, debemos<br />
preocuparnos por los riesgos que pueden existir en un<br />
grupo que se separa de la sociedad y que se desvincula de<br />
ella. Lo normal y recurrente es que, cada grupo de interés,<br />
pretenda trascender de alguna manera a la sociedad, ello en<br />
el ejercicio de la libre concurrencia en el estadio<br />
democrático de todas las ideas, las creencias y las<br />
opciones, que se difunden a través de sus organizaciones o<br />
instituciones, que promueven sus particulares contenidos e<br />
intenciones.<br />
Sin embargo, lo que viene a alterar esa libre<br />
concurrencia de manifestaciones, es cuando determinados<br />
grupos quieren imponer sus puntos de vista, sobre la base<br />
de la hegemonía y el uso de las estructuras de poder que<br />
exceden el espacio de la sociedad civil. Para esos fines,<br />
persiguen influir o presionar a las estructuras del sistema<br />
político, o buscan subordinar las estructuras de poder<br />
existentes en el mercado.<br />
Una de las constantes que señalan las distintas<br />
civilizaciones, es la manifestación del deseo de hegemonía<br />
que caracterizan a los grupos religiosos, y de manera<br />
significativa se hace evidente con el Katholikés cristiano.<br />
Históricamente, las ideas religiosas católicas,<br />
determinadas por el compele intrare agustiniano, han<br />
buscado el sojuzgamiento de todas las estructuras de las<br />
sociedades en que se han hecho presente, no solo a partir
P á g i n a | 175<br />
de una hegemonía en el espacio de la sociedad civil, sino a<br />
partir del control de las estructuras de la sociedad política y<br />
de la sociedad mercantil. Eso es una constante desde el<br />
siglo III de la era cristiana, y lo ha sido hasta ahora. Ningún<br />
grupo de interés religioso ha desarrollado esa pretensión de<br />
un modo tan acentuado y recurrente.<br />
Esto comenzó a ser rechazado de manera ascendente,<br />
a partir del siglo XXVIII, y se expresará, primero, como<br />
una controversia con el Papado, para luego ir adquiriendo<br />
una presencia en la sociedad civil, que se pone en<br />
evidencia latente durante el siglo XIX. Aquello se expresó,<br />
primero, en la sociedad política a través del regalismo. Sin<br />
embargo, en la medida que esa controversia se iba<br />
despejando, el problema se fue radicando en la sociedad<br />
civil, donde el espacio público era dominado por esa<br />
corriente religiosa en particular, y donde comienza a<br />
establecerse el derecho de que todos – mayorías y minorías<br />
– podían disponer del espacio que se entiende que es de<br />
todos los integrantes de la sociedad.<br />
Es así que, cuando la idea de democracia comienza a<br />
tener su desarrollo bajo los parámetros contemporáneos, y<br />
comienzan a desarrollarse las sociedades como un conjunto<br />
estructurado de derechos y deberes, a fines del siglo XIX,<br />
es cuando comienza a consolidarse la idea sobre el<br />
desarrollo institucional, que pretende desvincular las<br />
instancias de decisión y conducción de la sociedad de todo<br />
control religioso. La idea que viene a determinarse es que<br />
hay una pluralidad en la componencia social, que hay
P á g i n a | 176<br />
visiones que no son homogéneas en el ámbito religioso, y<br />
que ello exige – para garantizar los derechos de conciencia<br />
– que debe haber una prescindencia de toda condición de<br />
hegemonía por parte de un credo en particular, en aquellas<br />
instancias que son determinantes para conducir, regir o<br />
influir sobre la sociedad.<br />
Esto es lo que determina la aparición conceptual del<br />
laicismo y su incorporación como categoría del<br />
pensamiento humano y como práctica social.<br />
Sin embargo, el laicismo se origina con mucha<br />
antelación a su formalización en el plano de la<br />
conceptualización lingüística de la sociedad<br />
contemporánea. Sus orígenes se encuentran en las primeras<br />
aproximaciones del ser humano para construir garantías<br />
para la libre concurrencia de las distintas opciones de<br />
conciencia, en sociedades donde se manifestaba la<br />
diversidad de credos. Ello se manifestó en determinadas<br />
conformaciones sociales, en la historia humana, mucho<br />
antes que fuera necesario enunciar el concepto del<br />
laicismo. Recordemos que antes de Constantino, en Roma<br />
cualquiera podía poner su deidad en el espacio público y<br />
adorarla, sin pretender que los demás estaban obligados a<br />
rendirle devoción. Como ese hay otros ejemplos en la<br />
historia del hombre. De este modo, podemos decir que el<br />
laicismo tiene su origen en la práctica misma de la<br />
necesidad de desvincular las estructuras de poder de toda<br />
hegemonía de los credos y en el derecho a la expresión de<br />
todos los credos. Tiene su origen en la práctica y el
P á g i n a | 177<br />
establecimiento del derecho de todo credo a expresarse en<br />
el espacio público, sin conculcar los derechos de los demás<br />
credos. De la misma forma, en el derecho de los que no<br />
tienen credo al mismo respeto de parte de los que tienen un<br />
credo.<br />
¿Por qué fue necesario establecer el concepto de<br />
laicismo, en las categorías del pensamiento humano,<br />
entonces<br />
Simplemente, porque la complejidad de las<br />
sociedades contemporáneas ha introducido variables<br />
conceptuales que han ido produciendo afirmaciones, en los<br />
procesos institucionales, que buscan lo contrario a lo que<br />
el laicismo propone. Ello tiene que ver por el interés de las<br />
inercias históricas de la hegemonía religiosa, para<br />
reconstituirse a partir de la interpretación de las leyes y de<br />
las normas que determinan los procesos institucionales de<br />
la sociedad política, que permiten luego determinar la<br />
sociedad civil e influir la sociedad mercantil.<br />
Los alcances del laicismo, en la conceptualización<br />
societaria moderna, en sus procesos de institucionalización,<br />
por lo mismo, están íntimamente ligados a las<br />
características de la democracia. Bajo una condición de<br />
absolutismo o dictadura, el laicismo solo puede ser una<br />
demanda. Sin embargo, cuando se hace democracia, es<br />
inevitable acudir a lo que el laicismo propone en el tema de<br />
la garantización de los derechos de conciencia. De allí que<br />
hemos proclamado que si la democracia no es laica no es<br />
democracia.
P á g i n a | 178<br />
Cuando se requiere construir una sociedad libre, no<br />
se trata solo de establecer derechos a la libre concurrencia<br />
de las ideas políticas y económicas, para que el pueblo opte<br />
según sea su interés mayoritario. No se trata solo de<br />
establecer los mecanismos de resolución de las<br />
controversias, por medio del ejercicio del voto. No se trata<br />
de establecer solo el imperio de las mayorías.<br />
Cuando se trata de establecer una sociedad libre,<br />
que se expresa a través del ejercicio de la democracia, lo<br />
que importa – en lo que se refiere a los derechos de<br />
conciencia – no es garantizar los derechos de la mayoría,<br />
sino que lo que determina las condiciones de libertad en la<br />
práctica social, es la garantización de derechos de las<br />
minorías. Una sociedad es libre y es democrática, cuando<br />
se gobierna de acuerdo al interés de la mayoría, pero se<br />
aseguran los derechos de los que se encuentran en<br />
desventaja para imponer sus puntos de vista. El quid de la<br />
democracia moderna, entonces, se encuentra en los<br />
derechos de las minorías.<br />
Establecer esa concepción de la democracia moderna<br />
es parte del drama de las democracias en desarrollo durante<br />
gran parte del siglo XX. Está en la base misma de las<br />
causas de su fracaso en distintos países.<br />
Entonces, lo que hemos expresado, viene a ser la<br />
gran respuesta o la gran directriz en torno al tema que se<br />
me ha propuesto en esta jornada: el significado e<br />
importancia del laicismo como medio para construir la<br />
sociedad del siglo XXI.
P á g i n a | 179<br />
Los temas del laicismo en la sociedad del siglo XXI.<br />
El gran esfuerzo del siglo XIX y de buena parte del<br />
siglo XX, fue erradicar el determinismo religioso sobre el<br />
Estado, resabio casi inconmovible del tiempo del<br />
absolutismo. Ello se logró en algunos países más que en<br />
otros. Hubo incluso aquellos en que definitivamente se<br />
fracasó hasta nuestros días. Hubo países, como Chile,<br />
donde todo quedó a medio hacer, y donde se arrastran<br />
resabios importantes de una hegemonía dura sobre nuestra<br />
sociedad, sobre su cultura y sobre sus instituciones<br />
nacionales y públicas.<br />
Los temas del laicismo de hoy, en Chile, son<br />
herencia de los problemas no resueltos en el siglo XX, y<br />
que retoman fuerza a partir de los procesos políticos<br />
vividos por el país, donde se han producido retrocesos<br />
importantes en lo poco que se hizo en torno a la<br />
institucionalidad laica, en la centuria anterior,<br />
especialmente en el Estado y en las instancias de poder<br />
político y económico.<br />
A pesar de ello, hay muchos en nuestra sociedad, que<br />
piensan que los debates del laicismo han sido superados<br />
por la historia. Tanto así, que se preocupan por las formas<br />
en que los debates pueden producirse y que buscan cierto<br />
término medio en esto de poner los temas del laicismo<br />
frente a las corrientes confesionales.
P á g i n a | 180<br />
Creo que esas posiciones adolecen de problemas<br />
conceptuales de fondo, y de una superficialidad en el<br />
diagnóstico, cuando no una propensión tendenciosa. Esto<br />
porque se hace ambivalencia entre laicismo y<br />
anticlericalismo. Y la disputa hoy no es contra los clérigos.<br />
De hecho sí creo que el anticlericalismo es propio del siglo<br />
XIX, y expresión concreta de las concepciones regalistas.<br />
Ello fue consecuencia de las luchas contra el papado, por<br />
su presión desmedida sobre la formación y soberanía de los<br />
Estados nacionales. Lo vivimos concretamente en Chile,<br />
cuando se desarrolla nuestra formación nacional. Hoy la<br />
presencia del clericalismo está más relativizada, en tanto<br />
expresión corporativa.<br />
Hoy la controversia del laicismo es con el<br />
confesionalismo, es decir, la acción sostenida de quienes<br />
sustentan una fe y que pretenden imponerla como modo de<br />
vida a toda la sociedad, y que se expresa en una propensión<br />
constante a hegemonizar el espacio público. Eso excede a<br />
la acción de los clérigos. Es consecuencia de que la<br />
confesión religiosa se torna en “ismo”, en tanto y cuanto<br />
ideología de alcance totalizador, que se expresa en la<br />
acción no solo de la jerarquía religiosa, sino que actores<br />
con poder político y económico, donde se manifiesta una<br />
práctica cotidiana de hegemonía, a rajatabla de cualquier<br />
otra comprensión de la vida, de Dios o del rol del hombre<br />
en la vida. Ello implica una acción avasalladora en el<br />
espacio público, que vulnera permanentemente los<br />
derechos de conciencia.
P á g i n a | 181<br />
El confesionalismo trata de subordinar las cuestiones<br />
seculares de la sociedad, en la recurrencia de la práctica del<br />
compele intrare. Al respecto, podemos hablar de una<br />
redimensión de la herencia cultural de la Edad Media, que<br />
se recrea en la búsqueda del predominio y la totalización.<br />
Así, los grandes temas del laicismo, su significado e<br />
importancia, están asociados con la esencia de la<br />
democracia y con la agenda de los derechos de conciencia.<br />
Están en la cotidianidad de la defensa y promoción del<br />
espacio público, como un estadio amplio de concreciones<br />
ciudadanas y de libertades y seguridades humanas. Está en<br />
la validación del libre discernimiento y la<br />
autodeterminación individual.
P á g i n a | 182<br />
LA CRISIS DE LA IGLESIA<br />
CATÓLICA CHILENA.<br />
Publicado en el sitio Reeditor.com el 06 de abril de 2011.<br />
La Iglesia Católica chilena está enfrentando uno de<br />
sus peores momentos históricos. Como ha ocurrido en<br />
otros países, la comprobación de la existencia de delitos<br />
contra menores y la sospecha continua contra el clero, que<br />
se agrava por las decisiones mal tomadas por su jerarquía,<br />
ha desencadenado una ola de repudio, como anteriormente<br />
ocurrió en Estados Unidos, Irlanda y Bélgica, por citar<br />
algunos de los casos más resonados.<br />
Chile es uno de los países más tradicionalistas de<br />
América Latina y en ello ha influido fuertemente el rol de<br />
la Iglesia Católica. Fue uno de los últimos países del<br />
mundo en tener el divorcio vincular, producto de la fuerte<br />
influencia de la Iglesia. Durante los años 90 la influencia<br />
de la Iglesia sobre el escenario político fue avasalladora.<br />
No hace muchos años integrantes de los poderes<br />
institucionales del Estado, reconocían que sus decisiones<br />
estaban determinadas por la opinión de su obispo de
P á g i n a | 183<br />
cabecera. Célebres fueron los planteamientos en ese<br />
sentido de un senador socialista ¡que se opuso a la ley de<br />
divorcio!, o un miembro del Tribunal Constitucional que<br />
votó contra la entrega de la píldora del día después en los<br />
consultorios públicos, por indicaciones de su obispo.<br />
Demás está decir de la influencia de la Iglesia<br />
Católica en las instituciones armadas, donde consideran a<br />
esas instituciones del Estado en verdaderos apéndices de la<br />
institucionalidad religiosa. El Obispo general castrense<br />
tiene más poder que cualquier obispo diocesano, y ni<br />
siquiera responde a la estructura jerárquica de la iglesia, ya<br />
que depende directamente del Vaticano.<br />
La influencia religiosa en el gran empresariado es<br />
determinante. Ya sea por el poder de sus esposas o por los<br />
ámbitos en que se realizan los grandes negocios, los<br />
grandes empresarios chilenos tienen una tremenda afinidad<br />
con los sacerdotes y obispos que se vinculan<br />
estrechamente al poder económico. Prueba de ello es que la<br />
Parroquia de El Bosque, donde tenía su centro de poder el<br />
cura Karadima y la Pía Unión Sacerdotal, que lideraba en<br />
forma muy pragmática, tenía una ventajosa relación de<br />
intereses con grandes empresarios. Uno de ellos, vinculado<br />
a uno de los grupos económicos más poderosos del país -<br />
los Matte -, incluso ejerció presión sobre el Fiscal Nacional<br />
Sabas Chahuán, a favor del mencionado sacerdote.<br />
Para algunos chilenos, los hechos recientes parecen<br />
ser sorprendentemente abruptos. Pero, ya había una historia<br />
previa. De hecho, el obispo que organizó la visita del Papa
P á g i n a | 184<br />
Juan Pablo II, hace más de veinte años, hace ya varios años<br />
fue sacado discretamente de Chile cuando surgieron<br />
antecedentes pedófilos en la arquidiócesis de La Serena,<br />
donde se desempeñaba.<br />
Desde luego, como ha ocurrido en otros países, la<br />
conducta de la jerarquía ha sido tratar de encubrir el tema.<br />
Hace unos días el cardenal Errázuriz ha sido increpando<br />
públicamente por una de las víctimas del cura Karadima,<br />
que lo calificó de criminal encubridor. Una monja<br />
superiora de la congregación de las Ursulinas ha sido<br />
abruptamente enviada a Alemania, bajo sospechosos<br />
procedimientos encubiertos.<br />
La investigación ordenada por El Vaticano, que<br />
terminó confinando al cura Karadima a un retiro religioso,<br />
es de interés de la jueza que ha sido designada por la Corte<br />
Suprema para investigar en forma exclusiva este proceso<br />
de conmoción pública. Frente a ello, lejos de colaborar con<br />
la investigación, se pone un manto de protección ante la<br />
acción judicial de la mano del propio Arzobispo de<br />
Santiago, Ezatti, quien ha indicado que si la jueza quiere<br />
tener los antecedentes investigados por El Vaticano, debe<br />
pedirlos de Estado a Estado.<br />
Y allí viene el peso de la tradición, ya que, desde que<br />
el Estado y la Iglesia Católica se separaron en 1925, no se<br />
ha refrendado un Concordato por ambos Estados, y no hay<br />
elementos que impidan a un juez concienzudo, procesar a<br />
quien sea – por el delito o el encubrimiento - y exigir la<br />
información que corresponda, incluso como lo hicieron en
P á g i n a | 185<br />
Bélgica. Tal vez sea mucho pedir, desde luego, en un país<br />
con tanto peso religioso tradicionalista y tradicional.<br />
Sin embargo, en la medida que se coarte la<br />
investigación, la crisis de la Iglesia frente al país será<br />
mucho mayor, producto del repudio ciudadano, ante<br />
conductas y acciones que, en definitiva, terminan<br />
exhibiéndose como destinadas a proteger a culpables de<br />
delitos deleznables. Y esa es otra tradición chilena: el<br />
respeto a la ley.
P á g i n a | 186<br />
LA DECLARACION EPISCOPAL<br />
<strong>DEL</strong> 08 DE ABRIL<br />
Publicado en el sitio Reeditor.com el 16 de abril de 2011.<br />
Es una constatación histórica que las organizaciones<br />
de sentido moral, a partir de una convicción de fe, son la<br />
respuesta para millones de personas que, por esta vía,<br />
encuentran su propio lugar en la vida y en el mundo. Ello<br />
no es menor. Los credos constituyen afirmaciones de vida<br />
para personas de las más variadas raigambres sociales y<br />
culturales, que explican su propia existencia y las<br />
eventualidades de su transcurrir en la existencia, a partir de<br />
las convicciones que emanan de su fe. De allí se<br />
desprenden consecuencias morales que determina la forma<br />
de ser y hacer en la relacionalidad de grandes<br />
agrupamientos humanos. Obviamente, cuando el hombre o<br />
mujer de fe es coherente con su códice moral ello<br />
constituye un ejemplo para su prójimo, y así, el hecho<br />
religioso se convierte en una lección de vida y en una<br />
forma de hacer fidedigna la expresión del credo en la<br />
práctica social.
P á g i n a | 187<br />
Una de las aspiraciones de toda sociedad debiera ser<br />
siempre que los credos, que se expresan en estructuras de<br />
propagación y administración del hecho religioso – las<br />
iglesias -, tengan la capacidad de hacer un aporte sustancial<br />
a las más sublimes aspiraciones de bondad humana, más<br />
allá de las modalidades y particularidades de sus<br />
afirmaciones de fe, sobre la base de que, los determinismos<br />
que establecen el credo tienen un alcance limitado a su<br />
comunidad de creyentes, y los valores de alcance social<br />
tienen una consecuencia positiva en el desarrollo del hecho<br />
social y cultural.<br />
Las iglesias que representan las tradiciones<br />
cristianas, por ejemplo, tienen cada una sus<br />
particularidades que competen a sus adeptos, pero<br />
transmiten hacia la sociedad toda valores de tanta<br />
trascendencia como el amor al prójimo, la misericordia,<br />
una idea de hermandad, la caridad, etc.<br />
De allí que, cuando las instituciones morales<br />
presentan crisis, producto de una ruptura del basamento<br />
fundamental de su trascendencia social – su carácter de<br />
organización con sentido moral -, no es algo que estimule<br />
el júbilo de quienes discrepen respecto de los actos civiles<br />
de esa institución. Por el contrario, quien aprecie la<br />
importancia de los valores fundamentales que permiten que<br />
nos constituyamos en sociedad, no dejará de lamentarse de<br />
que determinados hechos impidan la credibilidad de una<br />
idea expresada en una comunidad de creencias y de<br />
quienes están llamados a representarla.
P á g i n a | 188<br />
Las crisis de las instituciones morales son graves,<br />
porque afectan, en primer lugar a la comunidad de los<br />
adeptos, y en segundo lugar a la sociedad toda, que queda<br />
expuesta a la duda y la sospecha sobre todos los que tienen<br />
responsabilidad o representación de la institución afectada,<br />
así la mayoría de ellos puedan ser personas de intachable<br />
conducta y de fidelizada conducta respecto a los contenidos<br />
que preconizan.<br />
En virtud de ello, no puede sino preocuparnos el<br />
carácter que ha tomado la crisis de la Iglesia Católica<br />
chilena, cuyos obispos hace unos días han pedido perdón, a<br />
través del documento titulado “Transparencia, Verdad y<br />
Justicia”, como resultado de la reunión de la Conferencia<br />
Episcopal.<br />
El documento tiene el valor de señalar las<br />
correcciones que, institucionalmente, la conferencia de los<br />
obispos considera necesarias para impedir que en el futuro<br />
se produzcan situaciones como las que son de<br />
conocimiento público en los meses recientes. Tiene la<br />
virtud también de reconocer que no se ha actuado con la<br />
debida atención y premura al conocerse los primeros<br />
antecedentes, lo que provocó que el daño se siguiera<br />
manifestando y los hechos siguieran su curso. De la misma<br />
forma, algo que tiene importancia más bien en el orden<br />
interno, se ha manifestado un compromiso en cuanto a<br />
perfeccionar la selección y formación de los candidatos al<br />
sacerdocio y establecer ambientes sanos y seguros en los<br />
lugares donde se hace formación de menores de edad.
P á g i n a | 189<br />
Sin embargo, hay aspectos que dejan sombras y que<br />
no pueden dejar de comentarse. Uno de ellos es que, sobre<br />
la base de un cita al Papa Juan Pablo II, se hace énfasis en<br />
que “quienes abusan de niños y jóvenes no tienen lugar en<br />
el sacerdocio”, para luego llamar a que los sacerdotes que<br />
han faltado a su compromiso y han causado daño a otros<br />
hagan “un examen de conciencia personal y a responder de<br />
sus actos delante de Dios, de la sociedad y de sus<br />
superiores”.<br />
A mi entender, la segunda afirmación no es<br />
coherente con la primera. Si ha existido una investigación<br />
de alto nivel de la Iglesia, que ha establecido<br />
responsabilidades, la consecuencia no ha sido que quien<br />
tenga establecida culpabilidad “no tenga lugar en el<br />
sacerdocio”. El sacerdocio como primera indicación<br />
conceptual es la dignidad de quien tiene el cargo de<br />
sacerdote. Hay casos de sacerdotes que han sido<br />
identificados en relación a casos de pedofilia, pero que<br />
continúan con su investidura y dignidad de cargo, aun<br />
cuando puedan estar confinados a lugares de retiro<br />
espiritual.<br />
Es un hecho que la jerarquía de la Iglesia Católica en<br />
todas partes del mundo, y Chile no es la excepción, nunca<br />
ha dejado de efectuar una acción protectora a favor de los<br />
acusados de delitos contra menores de edad, provocando<br />
precisamente que ese sea su error más radical, aun<br />
arriesgándose a pagar altos costos. Cuando es necesario<br />
sacar a alguien del país donde se denuncia un hecho, se
P á g i n a | 190<br />
hace sin dudarlo, coartando la posibilidad de que puedan<br />
enfrentar las responsabilidades penales. El destino<br />
específico en esos casos es Alemania, país muy favorable<br />
por el carácter del concordato con El Vaticano, para evitar<br />
eventuales extradiciones.<br />
Las víctimas no son consideradas ni escuchadas,<br />
salvo cuando el tema mediáticamente es inmanejable. Eso<br />
también ha sido una constante.<br />
La declaración de los obispos, valorada por los<br />
medios tradicionales, carece de una postura explicita frente<br />
a los casos específicos ocurridos, y no establece una<br />
doctrina de tratamiento de eventuales nuevos casos. Pide<br />
perdón, señala medidas internas en la selección y<br />
formación de sus sacerdotes, promete ambientes seguros<br />
para los niños y jóvenes, pero no indica cual será la nueva<br />
conducta frente a futuros acusados de delitos contra<br />
menores de edad. Al no formular una nueva conducta<br />
frente a nuevas denuncias de abusos contra menores, todo<br />
lo demás pierde sentido como promesa, porque, lo que la<br />
comunidad nacional espera, es que no haya protección a<br />
culpables de delitos, ni obstaculización de las<br />
investigaciones criminales.<br />
Al no haber una formulación de un nuevo manejo de<br />
acusaciones o denuncias, con arreglo a las leyes del país,<br />
todo lo demás constituyen solo buenas intenciones, porque<br />
lo que pone a la Iglesia en crisis y en manifiesta<br />
interdicción con su carácter de organización con sentido<br />
moral, no es el hecho de que haya personas en su seno que
P á g i n a | 191<br />
cometan delitos. La falibilidad de algunos miembros de<br />
una institución religiosa, o de cualquier tipo, está dentro de<br />
lo previsible.<br />
Lo que hace censurable y cuestionable los pasos<br />
dados por la jerarquía de la Iglesia es la decisión de poner<br />
en una posición de prioridad al clérigo acusado, por sobre<br />
la comunidad de la fe y sobre la comunidad toda, y<br />
especialmente por sobre la víctima. Es lo que pasó cuando<br />
la jerarquía enfrentó hace años las denuncias contra<br />
Karadima, o cuando saca abruptamente hacia Alemania a<br />
la superiora ursulina. Es la decisión de no entregar la<br />
información que se posee, reclamando condición vaticana<br />
para personas que viven en Chile, que son chilenos y que<br />
están siendo investigados por delitos cometidos en Chile.<br />
Tal es la causa del repudio y el cuestionamiento al rol de su<br />
jerarquía, y su crisis como organización con sentido moral.
P á g i n a | 192<br />
COMO HACER REPÚBLICA<br />
EN EL SIGLO XXI<br />
Publicado en el portal del Centro de Estudios Laicos el 07 de Agosto de 2011.<br />
Cuando se hace representación de Chile en los foros<br />
e instancias internacionales, se le identifica como<br />
“República de Chile” y ello se ha convertido en un lugar<br />
común para todos los chilenos, y cuando le preguntamos a<br />
cualquier chileno con un mínimo de formación política,<br />
porqué Chile es una república, nos dirá que porque no<br />
tenemos rey sino presidente. Es que de alguna manera,<br />
quedó en la memoria aquello del movimiento<br />
independentista, que surgió bajo la impronta de liberar a<br />
los pueblos latinoamericanos de una España realista.<br />
Por cierto, esa definición sustentada en aquel factor<br />
subyacente no lo dice todo, aun cuando en su momento lo<br />
comprendió todo. No lo dice todo, porque, más allá del uso<br />
que se puede hacer de la historia con fines políticos en el<br />
tiempo presente, la verdad es que quienes le dieron<br />
contenidos al movimiento independentista, tenían una
P á g i n a | 193<br />
comprensión mucho más profunda que solo independizar a<br />
los países latinoamericanos del yugo de un rey europeo.<br />
Bajo el influjo del iluminismo y las ideas de<br />
emancipación espiritual del siglo XVIII, la generación que<br />
protagonizó el movimiento independentista, referenciaron<br />
su ideal republicano en la experiencia griega,<br />
especialmente en lo que hizo Atenas como forma de<br />
organizar su sistema político.<br />
Objetivamente, entre los líderes de la Independencia<br />
hubo algunos que profundizaron muy ampliamente el<br />
concepto republicano, entre los cuales creo que podemos<br />
destacar a nuestro O´Higgins y al uruguayo Artigas, por<br />
poner dos nombres cercanos. Es así como, el surgimiento<br />
de América como continente independiente, se hace en el<br />
contexto de su opción republicana. Y quienes representaron<br />
ese impulso hacia el futuro lo hicieron consolidando ese<br />
camino de un modo decidido, aun cuando muchos,<br />
demasiados tal vez, nunca entendieron su definición y<br />
sepultaron el republicanismo a través de oligarquías,<br />
dictaduras y cuartelazos.<br />
La búsqueda del modelo político adecuado de los<br />
movimientos ilustrados e democráticos transformaron el<br />
modelo griego en el paradigma, con todos los elementos<br />
subjetivos que ello podía traer en la interpretación y en la<br />
aplicación de un modelo que ocurrió con más de dos mil<br />
años de diferencia de por medio. Pero, así fue y así se<br />
construye la historia de la gran mayoría de nuestras<br />
naciones latinoamericanas, en el intento y en los logros
P á g i n a | 194<br />
reversibles e irreversibles, avanzando hacia una idea de<br />
república que no siempre se sostiene en el tiempo.<br />
Entonces, cuando avanzamos en la definición de los<br />
sistemas políticos, y profundizamos en la trayectoria de la<br />
evolución institucional, por cierto encontramos que una<br />
buena parte de nuestra historia latinoamericana ha estado<br />
lejos de acercarse a un ideal republicano. Concretamente,<br />
las dictaduras no han hecho sino negarlo, como lo ha<br />
negado el autoritarismo y el conservadurismo oligárquico<br />
cada vez que han estado en el poder. Porque cuando<br />
hablamos de república lo que estamos diciendo es que<br />
existe un sistema político, donde el pueblo o la gente de un<br />
territorio funda y delega su soberanía en un grupo de<br />
personas e instituciones, que actúan para desarrollar un<br />
sistema de convivencia reconocido y aplicado por todos, a<br />
través de la ley.<br />
La igualdad ante la ley y los derechos que de allí se<br />
desprenden, la obediencia de los gobernantes y de los<br />
mandatados en las distintas instancias, el conocimiento<br />
público de los actos de los mandatados, la existencia de<br />
poderes públicos separados para ejercer sus roles dentro del<br />
sistema político, los sistemas de representación sobre la<br />
base de periodos específicamente acotados, su generación<br />
popular, etc. son aspectos determinantes en la existencia<br />
republicana.<br />
Pero, por sobre todo, lo que determina la existencia<br />
de una república es el ejercicio de la ciudadanía, es decir,<br />
de personas con autonomía, capaces de decidir en los actos
P á g i n a | 195<br />
de delegación de representación y en la constitución de<br />
opinión pública verificable en las formas de decisión que<br />
contempla la ley.<br />
De ese modo, para hacer posible el adecuado<br />
funcionamiento de una república se requiere de la<br />
democracia, es decir de la praxis que hace posible que el<br />
gobierno sea del pueblo, con el pueblo y para el pueblo.<br />
Sin democracia no hay ejercicio de opinión, ni validación<br />
representacional en el uso del poder por parte de los<br />
mandatados. Esto reitera el rol de la ciudadanía en una<br />
dimensión determinante.<br />
Tenemos entonces, que una república existe en la<br />
medida que hay ciudadanos que ejercen sus derechos y su<br />
potestad, en los procesos de decisión y estructuración de<br />
los derechos y deberes en un territorio de su jurisdicción.<br />
Y, para que ello se realice de un modo efectivo, se requiere<br />
de un ejercicio democrático, donde se expresen las<br />
opiniones de mayorías y minorías, para determinar las<br />
decisiones que correspondan frente a las alternativas que<br />
señalan el rumbo de la sociedad republicana.<br />
Del modelo griego hasta nuestros días, la idea de<br />
república ha ido evolucionando y siendo sometida a nuevos<br />
desafíos. Tanto así que nuestra sociedad actual ha estado<br />
sometida a tensiones que tienen que ver precisamente con<br />
la comprensión que tienen quienes ejercen el poder<br />
delegado por el pueblo, sobre el rol que les compete y la<br />
forma como hacen efectivo ese mandato. Ello, a pesar de
P á g i n a | 196<br />
que hoy día existen instrumentos que permiten conocer<br />
cotidianamente el pensamiento del pueblo.<br />
Es así que es común que los gobiernos, para imponer<br />
su criterio, señalen que su misión es cumplir el programa<br />
que el pueblo votó cuando lo eligieron, pero no consideran<br />
que el pueblo pueda cambiar de opinión, y se produce la<br />
contradicción entre lo que alguna vez el pueblo aprobó y lo<br />
que luego rechaza. Si las personas cambian de opinión, es<br />
dable admitir que las comunidades también cambien de<br />
criterio. De este modo se produce la permanente<br />
contradicción entre el que ejerce la ciudadanía y el que<br />
ejerce el poder en forma delegada, especialmente cuando<br />
hay diferencia de opinión sobre temas relevantes y de<br />
interés de la comunidad.<br />
Esto es lo que permite reconocer las tensiones que se<br />
manifiestan en la sociedad chilena de hoy, y que tienen que<br />
ver precisamente con la distancia entre el interés ciudadano<br />
y el ejercicio del poder y el rol de los mandatados. Es lo<br />
que da cuenta de la enorme cantidad de personas que<br />
reprueban a los bloques políticos existentes, que rechazan<br />
al gobierno y a la oposición, y el desprestigio que mantiene<br />
a la actividad política con bajo nivel de aprobación de la<br />
gente, es decir, de los ciudadanos.<br />
Ello se agrava cuando los mandatados no consideran<br />
a los ciudadanos en tanto tales, sino que le asignan otros<br />
roles, lo cual trae consigo un conjunto de distorsiones<br />
contrarias a las cualidades republicanas. Dentro de la<br />
lógica de sus visiones segmentarias, se habla de
P á g i n a | 197<br />
“consumidores”, se les asigna condición de “usuarios”, de<br />
“clientes”, de “gente”, de sectores de interés, de grupos de<br />
presión, pero no de mandantes republicanos, es decir, de<br />
ciudadanos. No faltan los que asumen roles paternalistas y<br />
consideran que deben preocuparse de los más pobres y los<br />
más desvalidos, como una señal de preocupación por el<br />
pueblo, pero hacen lo que se les viene en gana para<br />
imponer sus políticas e intereses particulares por sobre el<br />
interés general.<br />
La clave, entonces, para hacer república es asumir el<br />
mandato del pueblo, no solo como resultado de las<br />
elecciones, sino en cuanto a lo que implica cotidianamente<br />
abordar el deseo e interés del pueblo en el ejercicio del<br />
mandato que les corresponde cumplir por el periodo<br />
determinado por la ley. Esa es la forma determinante de<br />
hacer efectivamente república en el siglo XXI.
P á g i n a | 198<br />
A PROPÓSITO <strong>DEL</strong> DIA DE LAS<br />
IGLESIAS EVANGÉLICAS Y<br />
PROTESTANTES.<br />
Publicado en el sitio Reeditor.com el 16 de abril de 2011.<br />
Hace tres de años, los legisladores aprobaron la<br />
instauración en calidad de feriado el 31 de octubre, del Día<br />
de las Iglesias Evangélicas y Protestantes. Por primera vez<br />
se estableció un feriado que recogiera tradiciones<br />
confesionales no católicas, señalando un significativo hito<br />
en el reconocimiento a la igualdad de los credos ante la ley.<br />
La moción que permitió que el proyecto de ley<br />
entrara en tramitación, en noviembre de 2006, fue obra de<br />
los diputados Enrique Accorsi Opazo, Marcos Espinosa<br />
Monardes, Carlos Abel Jarpa Wevar, Fernando Meza<br />
Moncada, Alberto Robles Pantoja, Alejandro Sule<br />
Fernández y Samuel Venegas Rubio. Los menciono<br />
expresamente para reivindicar su aporte a las libertades de<br />
conciencia en nuestro país.
P á g i n a | 199<br />
El feriado, pese a su importancia, no quedó como<br />
inamovible en la tramitación parlamentaria, sino que queda<br />
a discrecionalidad del día en que corresponda al 31 de<br />
octubre, para ser cambiado a un día viernes o lunes,<br />
perdiendo su relación con la fecha indicada. No se dio por<br />
lo tanto la misma categoría que a los feriado religiosos del<br />
15 de agosto, Día de la Asunción de la Virgen, 01 de<br />
Noviembre, Días de Todos los Santos, o del 08 de<br />
diciembre, Día de la Inmaculada Concepción, y que tienen<br />
una naturaleza esencialmente católica. En esta situación de<br />
movilidad están también los feriados católicos de San<br />
Pedro y San Pablo, en julio, y un tercer feriado relativo a la<br />
Virgen, que corresponde a la festividad del Carmen.<br />
Los otros feriados religiosos chilenos, corresponden<br />
a la Navidad y Semana Santa, que debemos entenderlos<br />
dentro de la generalidad cristiana que incluye a las tres<br />
tradiciones existentes en el país: católica, protestante y<br />
ortodoxa. Sin embargo, pareciera ser que los días Viernes<br />
Santo y Sábado Santo, no satisface a las iglesias<br />
protestantes, que consideran la resurrección de Cristo como<br />
el hecho glorificable y trascendente, y no reviven la pasión<br />
y muerte como parte de sus ritos.<br />
El caso es que, pese a las condiciones de<br />
desigualdad, los pastores evangélicos lograron que su credo<br />
pudiera tener un feriado, que recordara el día en que, el<br />
padre de la Reforma - Martín Lutero –, clavara sus 95 tesis<br />
en las puertas de la Iglesia del Palacio de Wittenberg,<br />
condenando las prácticas de la Iglesia Católica en la
P á g i n a | 200<br />
concesión de indulgencias y otras conductas contrarias a la<br />
doctrina legada por Cristo.<br />
Es el comienzo del movimiento protestante en<br />
Europa, que comenzará a extenderse por todo el mundo,<br />
desde entonces. En América Latina hay más de 150<br />
millones de personas que pertenecen a distintas<br />
denominaciones protestantes. Gran Bretaña es el país con<br />
el mayor porcentaje de habitantes pertenecientes a esas<br />
denominaciones, en tanto Estados Unidos es el país con<br />
mayor cantidad de habitantes que tienen un credo<br />
protestante (alrededor de 170 millones de personas). Brasil<br />
es el que tiene el mayor número en América Latina (sobre<br />
51 millones), en tanto Guatemala tiene el mayor porcentaje<br />
de su población: 45%.<br />
La historia del protestantismo en Chile, ha sido la<br />
historia de los pobres por asumir su religiosidad desde una<br />
perspectiva diferente a la Iglesia asociada a la conquista, a<br />
la colonización, y a la historia del Chile independiente. Es<br />
una historia de exclusiones y segregación. Sin embargo,<br />
también es una historia de hitos que van configurando de<br />
manera creciente, el aporte a la diversidad de pensamiento<br />
y de conciencia.<br />
El primero de esos lo protagoniza Bernardo<br />
O´Higgins al autorizar cementerios para no católicos en<br />
Valparaíso y Santiago, en 1819. Dos años después, en<br />
1921, bajo su patrocinio, llega el pastor bautista James<br />
Thomson, para implantar el sistema educacional<br />
lancasteriano, un episodio que abre los desafíos de
P á g i n a | 201<br />
construir una educación nacional, justamente al comenzar<br />
la República. Thomson inicia también el trabajo de las<br />
Sociedades Bíblicas en Chile. Doce años después llega el<br />
Pastor John Rowland, a trabajar en los cerros de<br />
Valparaíso, y tres años después el inglés y pastor<br />
anglicano, Allan Gardiner, comienza un trabajo<br />
evangelizador entre los mapuches.<br />
En 1847, el pastor David Trumbull, un enorme<br />
referente misionero protestante, inicia su vasta labor en<br />
Valparaíso y conforma de Sociedad Bíblica y la Unión<br />
Church. Tiempo después forma la Iglesia Presbiteriana de<br />
Chile, en Santiago.<br />
Le seguirán nuevos pastores que llegan al país,<br />
ubicándose en sectores muy populosos, favoreciendo que<br />
hacia inicios del siglo XX, comience los que el teólogo<br />
Humberto Lagos denomina “el fenómeno social<br />
evangélico-pentecostal”. Iniciado el siglo XXI, el censo de<br />
población del año 2002, da cuenta de la existencia de un<br />
15,14% de la población chilena que se declara evangélico.<br />
Vista la realidad protestante en el plano de los<br />
derechos y en un contexto comparativo de los derechos y la<br />
igualdad ante la ley, el Estado de Chile tiene aún muchas<br />
deudas con las Iglesias Protestantes y con los credos de<br />
minorías, como consecuencia del largo proceso de<br />
incompletud de la separación de la Iglesia Católica y el<br />
Estado.<br />
La ley 19.638 que data de 1999, que establece las<br />
normas para la Constitución Jurídica de las Iglesias y
P á g i n a | 202<br />
Organizaciones Religiosas, presenta muchas falencias y<br />
desigualdades, que favorecen condiciones de privilegios.<br />
Esto se ve expresado incluso en la forma como el Estado<br />
trata las distintas confesiones. En muchas instituciones del<br />
Estado, incluso aún se siguen conculcando los derechos de<br />
igualdad ante la ley de todos los credos.<br />
En muchas, o demasiadas instituciones del Estado,<br />
aún se manifiestan acciones amparadas en criterios de<br />
hegemonía, incluso al margen de los derechos<br />
constitucionales. Un aspecto relevante de ello es lo que se<br />
manifiesta en las Fuerzas Armadas, por ejemplo,<br />
instituciones que deben expresar necesariamente la<br />
integridad de la componencia nacional, donde, a pesar de la<br />
separación del Estado y la Iglesia, al menos así proclamada<br />
constitucionalmente en 1925 y en 1980, aún siguen<br />
expresándose acciones que favorecen condiciones de<br />
hegemonía y exclusión.<br />
Resulta doloroso para las minorías tener que ocultar<br />
su fe, para garantizar su carrera profesional, o ser sometido<br />
a obligaciones religiosas castrenses, en contra de sus<br />
creencias religiosas, imponiéndoles cultos y actividades<br />
comprendidas dentro de un arbitrio avasallador y contrario<br />
la ley.<br />
En ese sentido, ha resultado muy estimulante la<br />
Circular del 25 de marzo de 2011, del Comando General de<br />
Personal del Ejército de Chile, en que reiteró “el<br />
cumplimiento de disposiciones referidas a aspectos<br />
religiosos”, que en lo fundamental estableció la absoluta
P á g i n a | 203<br />
voluntariedad del ejercicio de la fe y determina – lo más<br />
importante – que los actos religiosos dentro de unidades<br />
militares no constituyen “actos de servicio”. También<br />
establece que no se podrán entregar artículos o elementos<br />
religiosos en forma masiva, sin el consentimiento de las<br />
personas que lo reciban, y dispone que el Comando de<br />
Bienestar se preocupe de dar asistencia religiosa dentro de<br />
la institución, según el credo de cada requirente.<br />
Por cierto, ello es un buen comienzo, no solo para el<br />
Ejército de Chile, sino también para las Fuerzas Armadas<br />
en su conjunto. Se consolidará en el tiempo, cuando sea<br />
posible constatar que ningún oficial, suboficial, clase o<br />
soldado sea obligado a realizar actos religiosos, dentro y<br />
fuera de los cuarteles, que no correspondan a su credo o<br />
convicciones. De la misma manera, cuando nadie por sus<br />
creencias o carencia de ellas, pueda ver conculcada su<br />
carrera militar o su paso a los altos mandos de la<br />
institución. Se consolidará cuando los mandos de la<br />
Armada de Chile asuman que son una institución que<br />
requiere homologar sus normas y prácticas religiosas, en<br />
relación a las demás instituciones armadas.<br />
Quienes no tenemos una identidad teológica y no<br />
somos parte de ninguna opción confesional, en virtud de lo<br />
cual tenemos también una calidad de minoría de<br />
conciencia, saludamos los logros en sus derechos y la<br />
trayectoria de esfuerzo y convicciones de quienes se<br />
aprestan a celebrar su día, el 31 de octubre. Con ellos<br />
compartimos la opción por la igualdad ante la ley, las
P á g i n a | 204<br />
demandas en contra de posiciones excluyentes, y el deseo<br />
de una ley de cultos justa en todos sus alcances.<br />
Compartimos también la voluntad de respetar y hacer<br />
respetar todas las opciones de conciencia, todas las<br />
creencias y concepciones sobre la vida y la muerte, que<br />
corresponden al ámbito íntimo de cada persona, respecto<br />
de cómo entiende y construye su lugar en la vida, en la<br />
sociedad y en el mundo.
P á g i n a | 205<br />
CONSIDERACIONES SOBRE LA<br />
DESPENALIZACIÓN <strong>DEL</strong> ABORTO.<br />
Publicado en Revista “Occidente”.<br />
Primera consideración.<br />
Los actores de un debate.<br />
En las últimas semanas, las redes de Iniciativa<br />
Laicista para la Consolidación de la Sociedad Civil, han<br />
realizado una difusión de conceptos e informaciones sobre<br />
la despenalización del aborto en Chile, considerando los<br />
consensos internacionales que se han ido produciendo<br />
respecto a este significativo problema sanitario, que divide<br />
valóricamente a diversas sociedades, cuando se imponen<br />
criterios subjetivos por sobre los aspectos que los Estados<br />
deben contemplar en la aplicación de políticas de salud<br />
válidas para las distintas opciones de conciencia existentes<br />
en su realidad social y cultural.<br />
Introducirse en los debates que enfrentan distintas<br />
sociedades, donde se han conformado espacios de libertad<br />
valórica para tratar las cuestiones que afectan a las
P á g i n a | 206<br />
personas por sobre dimensiones absolutas, puede causar<br />
perplejidad la enorme animosidad que tiende a la ruin<br />
tipificación como argumento principal, por parte de<br />
aquellos que se oponen valóricamente a la despenalización<br />
del aborto, constante expresada en todos los países donde<br />
se ha planteado esa posibilidad.<br />
Por parte de quienes insisten en la criminalización<br />
del aborto, no se advierte una apertura democrática a<br />
sostener debates, ni a considerar las variables que dicen<br />
relación con la concepción no deseada. Por un lado, cierran<br />
toda posibilidad a que las instancias legislativas abran<br />
debate, y cuando no pueden impedirlo simplemente<br />
asumen como argumento la descalificación. En ese ámbito<br />
descalificador, incluso se advierte un abierto fascismo<br />
valórico, no solo en los contenidos sino en la forma de<br />
enfrentar los debates, donde se busca derechamente la<br />
destrucción ética de quienes tienen una mirada<br />
contrapuesta.<br />
He recorrido muchas fuentes de las organizaciones<br />
pro-criminalización del aborto, y aterra ver la difusión de<br />
imágenes – especialmente en Internet – a que se recurre<br />
para “hacer conciencia”, las cuales me llevan derechamente<br />
a dudar sobre la sanidad mental de quienes las construyen y<br />
las difunden, propias de claustrofobias valóricas rabiosas,<br />
expresiones inequívocas de un encierro moral autístico,<br />
donde no hay diálogo ni capacidad de enfrentar el sano<br />
debate de las ideas. Me parece enfermizo usar imágenes<br />
trucadas de tal calibre, para enfrentar un problema de
P á g i n a | 207<br />
salud, un problema médico, buscando la compulsión antes<br />
que la convicción racional de quienes son objeto de tales<br />
campañas.<br />
Es la misma manida compulsión que se usó contra<br />
los primeros cirujanos de la historia, o contra personas que<br />
fueron condenadas y satanizadas por sufrir patologías que<br />
fueron catalogadas de satánicas. Recordemos por ejemplo<br />
la lapidación de los leprosos, de hace algunos siglos, o las<br />
acusaciones de brujería que terminaban en la hoguera, a<br />
través de la estimulación de la ignorancia y la perversidad<br />
gregaria.<br />
A quienes promueven la conveniencia de<br />
despenalizar el aborto se les tilda de “abortistas”, de<br />
“promover el abortismo” – es decir, una supuesta doctrina<br />
que estimula la promoción del aborto -, de permitir el<br />
“asesinato de niños no natos”, etc. Se les hace aparecer<br />
vinculados a una doctrina vinculada a la muerte y<br />
contrarios a la vida, asociada a una conducta mutiladora e<br />
inmisericorde.<br />
La burda manipulación emocional trata de mostrar<br />
que las personas que reflexivamente aconsejan y<br />
promueven la despenalización del aborto, son hombres y<br />
mujeres que no tienen sólidos principios éticos, que no han<br />
vibrado la emoción de un embarazo de una novia, de una<br />
hermana, de una esposa, de una hija, de una nieta, y que<br />
son asesinos de seres indefensos.<br />
Sin embargo, quienes han abierto el debate sobre la<br />
despenalización del aborto, son personas que tienen familia
P á g i n a | 208<br />
y que comparten el valor auspiciante de un embarazo de<br />
alguien de su entorno afectivo o relacional. Son personas<br />
que han vibrado con la belleza de un recién nacido en los<br />
brazos, con el ver crecer a los niños y vivir cada una de sus<br />
etapas, desde aquella primera en que, en el vientre materno,<br />
se advierten los primeros movimientos de una vida en<br />
gestación.<br />
Son personas que, en el contexto del reconocimiento<br />
de una natalidad auspiciosa, con la prometedora esperanza<br />
que ella conlleva, sin embargo, han tenido la oportunidad<br />
de reflexionar sobre la realidad que arrojan determinados<br />
existires humanos, para los cuales la concepción se<br />
transforma en un trauma dramático. Hay miles de personas<br />
- que por situaciones perfectamente calificables, y otras<br />
que no solo son tanto, pero que merecen ser consideradas<br />
como propias de la falibilidad humana -, para las cuales<br />
una concepción no deseada las arrastra a situaciones<br />
límites, tanto en lo físico como en lo psicológico.<br />
Efectivamente, a pesar de todos los argumentos que<br />
pueden esgrimirse, un importante número de mujeres<br />
terminará recurriendo al aborto inducido para interrumpir<br />
la concepción, y algunas de ellas derechamente para poner<br />
fin al embarazo. Se trata de personas que no vislumbran un<br />
futuro, que enfrentan angustias, que carecen de alternativas<br />
coherentes para ese momento particular, que sienten pánico<br />
e inseguridad.<br />
Frente a la ruindad de la descalificación fácil y<br />
artera, quienes promueven la despenalización del aborto,
P á g i n a | 209<br />
optan por la caridad frente a la aflicción de quienes son<br />
incapaces de encontrar una salida ante una concepción no<br />
deseada, optan por responder con la forma civilizada del<br />
debate de las ideas, con la exposición racional de los<br />
argumentos, buscando construir el consenso social que<br />
permita establecer una convención que descansa<br />
precisamente en el amor a la Humanidad: que si una mujer<br />
enfrenta una concepción no deseada, pueda acceder a los<br />
sistemas de salud y ser tratada por médicos idóneos para<br />
cumplir con su determinación, y no dejarla expuesta a la<br />
criminalización y a la criminalidad.<br />
Ojalá que los abortos legalizados a través de los<br />
sistemas de salud ocurran lo menos posible, pero ello ya no<br />
debiera ser materia de los tribunales del crimen, sino de<br />
quienes están llamados a establecer los fortalezas morales<br />
de una sociedad, y que en esa materia, como en muchas<br />
otras, han fracasado estrepitosamente, básicamente porque<br />
se fundan en la represión moral antes que en la promoción<br />
de la racionalidad y el bien común.<br />
Esto es fundamental, ya que entre quienes sostienen<br />
la criminalización del aborto y quienes promueven su<br />
despenalización, está ese tercer actor en este debate, al que<br />
no se le permite adquirir opinión válida: las mujeres que<br />
recurren al aborto para poner fin a una concepción no<br />
deseada. No son arpías, ni brujas medioevales, ni<br />
monstruos, ni asesinas. Son hijas, hermanas, madres,<br />
esposas, mujeres pobres en muchos casos, que son parte de<br />
nuestra cotidianidad. Muchas veces han sido concebidas en
P á g i n a | 210<br />
circunstancias azarosas, en situaciones de extrema<br />
imprevisión, o en los márgenes de cualquier voluntad.<br />
El miedo a las alternativas de un futuro embarazo,<br />
cuando se comprueba la fertilización, es una realidad que<br />
afecta a muchas mujeres. Algunas logran superarlo y otras<br />
se ven enfrentadas al sufrimiento de soportar una situación<br />
indeseada. Ese sufrimiento deviene de muchas variables,<br />
propias de la realidad que enfrenta cada mujer (afectivas,<br />
económicas, sociales, familiares, etc.), muchas de las<br />
cuales tienen un impacto psicológico devastador.<br />
El sufrimiento es un fenómeno humano que escapa a<br />
las lógicas, al sentido común, a la ley, a los consensos, a las<br />
buenas intenciones, a los valores, a las concepciones<br />
filosóficas, y a todo argumento. Para algunos, el<br />
sufrimiento tiene alcances redentivos; para otros es una<br />
desgracia insostenible. Ambas reacciones frente al<br />
sufrimiento están en los ámbitos de los valores y creencias<br />
de cada cual.<br />
Pero, más allá de las opciones de cada cual en el<br />
ámbito de las alternativas de conciencia para enfrentar el<br />
sufrimiento, existe la ciencia médica y los sistemas de<br />
salud. Radicar el sufrimiento de una concepción indeseada,<br />
en la ciencia médica y en los sistemas de salud de una<br />
nación, es lo más civilizado, decente y pertinente que<br />
puede ocurrir. Radicar la decisión de una mujer, en torno a<br />
una fertilización que no desea, en la criminalización y en la<br />
cárcel, es un acto de brutalidad, ceguera y autoritarismo,
P á g i n a | 211<br />
que solo las pretensiones valóricas hegemonistas buscan<br />
siempre imponer.<br />
Y en lo que se refiere a los derechos de conciencia,<br />
cuestión fundamental para Iniciativa Laicista, los valores<br />
pueden ser compartidos pero nunca impuestos.<br />
Segunda consideración.<br />
La práctica sexual y la concepción no deseada.<br />
Una de las cuestiones que tiende a ser soslayada,<br />
cuando se abre debate sobre el aborto, y que se pierde en la<br />
lógica de quienes quieren imponer valores obligados a<br />
quienes piensan distinto, es que los seres humanos somos<br />
seres sexuados, y que el coito no solo tiene propósitos<br />
reproductivos, sino que es una actividad relacionada<br />
directamente con la búsqueda del placer, con la perspectiva<br />
motivacional de la felicidad, inherente a cada persona, a<br />
cada individuo humano.<br />
De hecho, en los países occidentales, de cada 10<br />
personas que tienen cópulas sexuales más de 9 están<br />
motivadas exclusivamente con intenciones de placer.<br />
Mucho menos de 1 de cada 10, lo hacen con fines<br />
reproductivos. Dependiendo de la diversidad posible que<br />
deviene de factores culturales, valóricos, sociales, etc. una<br />
persona sexualmente activa practica coito con fines<br />
reproductivos en no más de un 1 % de oportunidades en su<br />
vida.
P á g i n a | 212<br />
La vida sexual de las personas de nuestra sociedad,<br />
más allá de las influencias religiosas o de las campañas<br />
contra el SIDA que aconsejan abstinencia, tienen una<br />
práctica sexual orientada a la búsqueda del placer. Parte<br />
importante de esa actividad sexual no ocurre dentro de<br />
parejas ligadas por lazos afectivos o emocionales, y un<br />
porcentaje importante tiene una connotación casuística,<br />
entre personas que no están considerando establecer lazos<br />
perdurables.<br />
Para algunos, lo que ocurre hoy en la práctica sexual<br />
de un alto porcentaje de personas podrá tener caracteres<br />
promiscuos. Hay planteamientos en cuanto a que el placer<br />
puede ser una obscenidad o un objetivo perverso, e incluso<br />
incompatible con la aspiración supra-terrenal. Hay teólogos<br />
que consideran el dolor y el sufrimiento como un medio<br />
para alcanzar el goce celestial. Sin embargo, esas<br />
percepciones son categoría valóricas o vinculadas a la fe<br />
particular de cada cual, que tienen un alcance para quienes<br />
sustentan determinados valores o creencias. Frente a ello,<br />
lo civilizado es que ninguna ley puede sancionar las<br />
conductas sexuales ejercidas voluntariamente, por personas<br />
calificadas con el debido discernimiento y con derechos<br />
legales para actuar libremente según su conciencia.<br />
Hay personas que por prejuicios sociales consideran<br />
que los más pobres son más promiscuos sexualmente, pero<br />
ello tiene una connotación efectivamente clasista, ya que el<br />
coito desafectado, es decir, el que busca solo el placer<br />
individual, no aquel que tiene un entorno afectivo, es tan
P á g i n a | 213<br />
habitual entre los más pudientes como entre los más<br />
desposeídos. Lo señalo porque los pertinaces<br />
criminalizadores del aborto, que están generalmente en los<br />
estratos sociales más pudientes, consideran que la práctica<br />
de la interrupción de la concepción entre los más pobres<br />
está relacionada con la promiscuidad en sus conductas<br />
sexuales.<br />
Las conductas sexuales de las personas son un<br />
espacio privativo y exclusivo de su libertad, dentro del<br />
contexto de su capacidad de discernimiento y del atributo<br />
de la mayoría de edad, espacio donde también se constata<br />
el acierto y la falibilidad consustancial de lo humano. El<br />
viejo adagio del errar es humano, no está ausente en modo<br />
alguno de esta actividad humana que tiene todas las<br />
vicisitudes y eventualidades del transcurrir cotidiano, más<br />
aún cuando no se tienen los medios o cuando la<br />
imprevisión y la falta de experiencia terminan por pasar la<br />
cuenta.<br />
Entonces, si como consecuencia de una práctica<br />
sexual con propósitos placenteros, en el ámbito del<br />
legítimo derecho a la felicidad – permanente u ocasional -,<br />
se produce una concepción no deseada, es derecho de la<br />
mujer, depositaria del proceso de fertilización, decidir su<br />
continuidad. Desde el punto de vista de una lógica<br />
humanista, si la ley no contempla una eventualidad humana<br />
de este tipo, no es una ley justa, sino que es una ley<br />
arbitraria, anclada en cuestiones que escapan al objetivo<br />
humano de la justicia. Aún más, el no haber un espacio
P á g i n a | 214<br />
dentro de la ley para tal eventualidad humana, constituye<br />
una violación a los derechos individuales.<br />
Más injusta y arbitraria., aún, lo es cuando se ha<br />
producido una acción que deviene de la otra orilla de la<br />
práctica sexual, la que no tiene la convergencia voluntaria<br />
de la búsqueda del placer. Esto es cuando la práctica sexual<br />
constituye un medio de agresión, trayendo como<br />
consecuencia una concepción absolutamente no deseable<br />
por parte de la víctima. Según la Corporación Humanas, en<br />
Chile, un 7% de las mujeres mayores de 18 años, sufre<br />
agresiones sexuales. En este caso, la obligación de sostener<br />
una concepción no deseada constituye una acción brutal del<br />
sistema legal, que viene a ser solidaria no con la víctima<br />
sino con el agresor.<br />
¿No es decente, civilizado y humano, que una mujer<br />
resuelva según su conciencia que es lo más adecuado<br />
respecto de la continuidad o interrupción de una<br />
consecuencia de un acto abominable<br />
Podrá haber muchas personas muy bien inspiradas<br />
para ofrecerle diversas soluciones a las mujeres que<br />
producto de un acto de agresión sexual son fertilizadas, con<br />
el objeto de mantener su concepción, pero nunca dejará de<br />
haber una víctima que considerará que no tiene por qué<br />
sostener un embarazo que deviene de la inseminación de su<br />
agresor. Y basta que una mujer, dentro de un millón de<br />
mujeres, enfrente esa situación y tenga la decisión de<br />
terminar una concepción no deseada, para que una ley<br />
civilizada considere su derecho al aborto. Pero la realidad
P á g i n a | 215<br />
muestra que, dentro de cada millón de mujeres, en nuestro<br />
país la concepción a causa de violaciones es una realidad<br />
de indeseable frecuencia.<br />
Eliminar la ley que criminaliza el aborto es entonces<br />
una cuestión de sensibilidad social, de solidaridad humana,<br />
de comprensión frente a la falibilidad, de madurez ética,<br />
que merece ser incorporada y priorizada en el debate<br />
legislativo de nuestro país.
P á g i n a | 216<br />
A PROPÓSITO <strong>DEL</strong> DÍA<br />
INTERNACIONAL DE LA MUJER 2012.<br />
Publicado en el portal web de Radio Portales<br />
el 08 de marzo de 2012<br />
El pasado jueves 8 de marzo, un grupo de<br />
organizaciones femeninas laicas se reunieron para realizar<br />
la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, que<br />
servía también de marco para dar inicio a sus actividades<br />
anuales. En el desarrollo del solemne acto, pude expresar<br />
algunas ideas, para reconocer que, lejos de glamour que el<br />
comercio le ha dado a este día, se trata de una jornada de<br />
lucha por los derechos de la mujer.<br />
Ello motiva a hacer una revisión de la historia de los<br />
avances de las conquistas en los derechos de la mujer en<br />
nuestro país.<br />
Hace 168 años, el padre del laicismo chileno,<br />
Francisco Bilbao, en su “Sociabilidad Chilena”,<br />
denunciaba el peso de las herencias de la Colonia<br />
Española, señalando la condición de esclavitud de la mujer<br />
frente al marido, y afirmaba que la desigualdad
P á g i n a | 217<br />
matrimonial era uno de los puntos más atrasados en la<br />
elaboración que habían sufrido las costumbres y las leyes.<br />
Veinticinco años después de Bilbao, Martina Barros<br />
de Orrego publicaba la traducción de la obra de Stuart Mill<br />
“La Esclavitud de la Mujer” (1869). Sobrina del liberal<br />
intelectual Diego Barros Arana, irrumpió con su ímpetu<br />
mesocrático para proponer la igualdad de la mujer frente a<br />
los derechos de los hombres, estableciendo uno de los<br />
primeros hitos en las luchas emancipatorias de la mujer en<br />
Chile.<br />
Ocho años después, en 1877, Isabel Le Brun lograría<br />
a contrapelo conquistar el derecho de acceder a estudios<br />
universitarios, luego de una ardua pugna contra un sistema<br />
que no concebía el interés de una mujer, destinada a<br />
manejar la casa y cumplir roles solo en la familia, para<br />
lograr una formación profesional. Era temerario,<br />
considerando que las mujeres aún no tenían derecho a<br />
decidir sobre sus bienes, y cuando aún las jerarquías<br />
religiosas no consideraban a la mujer con derechos propios,<br />
negándoles incluso la calidad para poseer la comprensión<br />
teológica del alma.<br />
Apenas 10 años después, la obrera Micaela Cáceres,<br />
buscaba demostrar que las mujeres trabajadoras también<br />
tenían derechos laborales, cuando los obreros recién<br />
comenzaban a inscribir sus demandas en el mundo laboral.<br />
Luego, aparecen los nombres de las obreras Clotilde<br />
Abaceta y Eloísa Zurita, planteando el derecho al divorcio<br />
y a la igualdad legal de todos los hijos, independientemente
P á g i n a | 218<br />
de la condición en que se produjera su gestación y<br />
nacimiento. Eloísa sería una destacad protagonista chilena<br />
del Congreso Mundial de Librepensadoras.<br />
Muchas mujeres librepensadoras de extracción<br />
humilde, siguieron su ejemplo, promoviendo la<br />
emancipación de la mujer y su derecho a la educación, en<br />
medio de las organizaciones obreras.<br />
A partir de 1905, un grupo de mujeres de clase<br />
media, publican el periódico “La Alborada”, que bajo la<br />
dirección de Carmela Jeria, se transformará en el primer<br />
medio impreso de carácter feminista en Chile.<br />
Hacia 1913 aparecen en la zona salitrera los Centros<br />
Belén de Zárraga, que agruparán a mujeres<br />
librepensadoras, que promueven la superación de la<br />
opresión de la mujer, por parte del sistema capitalista, con<br />
apoyo del Partido Obrero Socialista.<br />
Por esos mismos días, mujeres de clase alta forman<br />
el Círculo de Lectura, y luego dan vida al Club de Señoras,<br />
como una forma de igualar los avances en las<br />
reivindicaciones femeninas de las mujeres de clase media,<br />
sector en que ya había varias profesionales.<br />
Ese impulso promovido bajo la inspiración de una<br />
visión librepensadora e ilustrada, será determinante para la<br />
aparición de la figura de Amanda Pinto Sepúlveda, que<br />
entrará en la historia de Chile con el nombre de Amanda<br />
Labarca. Su reivindicación de los derechos de la mujer, a<br />
partir de 1919, la llevarán a fundar junto a Celinda Reyes el<br />
Consejo Nacional de Mujeres, inicio de un esfuerzo muy
P á g i n a | 219<br />
importante por la instauración de los derechos de<br />
femeninos en la legislación chilena.<br />
Por esos años ya se instala la demanda por el<br />
derecho a voto. Eso permite la confluencia de distintos<br />
grupos, que forman el Partido Cívico Femenino.<br />
En 1935, se constituye el MEMCH (Movimiento de<br />
la Emancipación de la Mujer), que desarrollará un conjunto<br />
de reivindicaciones políticas, vinculadas con el<br />
movimiento social de la época, emprendiendo campañas<br />
contra la pobreza, las alzas de precios, la exigencia de<br />
métodos anticonceptivos y el derecho al aborto para las<br />
mujeres en condición de desamparo.<br />
A fines de los años 1940, se establece el voto<br />
universal, que incorpora a las mujeres a las decisiones<br />
electorales, de manera muy reducida aún, pero con un<br />
creciente protagonismo. Parte importante de las mujeres<br />
chilenas no pudieron sufragar por no saber leer ni escribir.<br />
Poco a poco comienzan a aparecer las primeras mujeres en<br />
cargo de representación, que durante las décadas siguientes<br />
seguirán siendo un porcentaje aún muy pequeño.<br />
Los años 1960, serán años de protagonismo<br />
ascendente, a través de diversas organizaciones de mujeres,<br />
muchas promovidas a través de políticas paternalistas.<br />
Cuando se entronizó la dictadura, en 1973, las mujeres<br />
comenzaron a ser protagonistas importantes en las luchas<br />
por los derechos humanos y las demandas femeninas. A<br />
partir de ese momento, se manera ascendente, el 8 de<br />
marzo – Día Internacional de la Mujer -, se transforma en
P á g i n a | 220<br />
una de las jornadas más importantes del año en las<br />
movilizaciones sociales.<br />
En 1995, una delegación de mujeres chilena<br />
participa en la Cuarta Conferencia Mundial de Beijing, y<br />
mayoritariamente adhieren a una hoja de ruta para abordar<br />
las problemáticas y los derechos de la mujer.<br />
Hace 6 años, Chile elegía su primera Presidenta de la<br />
República. Sin embargo, aún hay poca participación de<br />
mujeres en cargos públicos y de representación.<br />
Y no solo es eso. Aún las mujeres, en cargos<br />
laborales similares, ganan menos que los hombres. Aún<br />
hay una propensión a minusvalorar el rol de las mujeres en<br />
el mundo del trabajo. Es un tema cultural complejo, que<br />
arrastra costumbres y comprensiones de naturaleza<br />
conservadora. Esperamos que Chile siga avanzando hacia<br />
nuevos y grandes logros en los derechos femeninos.
P á g i n a | 221<br />
NUEVO DEBATE SOBRE EL ABORTO<br />
Publicado en el portal web de Radio Portales<br />
el 25 de marzo de 2012<br />
De tanto en tanto, la agenda mediática se abre en<br />
Chile a un soslayado debate sobre el aborto, no porque no<br />
haya interés social en abordar el tema de una vez por todas,<br />
sino porque siguen habiendo sectores que se encargan de<br />
diluir el debate, en los partidos políticos y en los medios de<br />
prensa más gravitantes, dominados por sectores<br />
conservadores con claro determinismo confesional.<br />
Cuando el tema se pone en tabla en el parlamento, de<br />
manera también soslayada, con el burdo apellido de<br />
“terapéutico”, no faltan los lobbies subordinados a esas<br />
visiones conservadoras, que actúan para neutralizar el<br />
debate democrático.<br />
Los demonios que son despertados por furibundas<br />
posiciones, paralogizan a gran parte de nuestra clase<br />
política, donde dejan de representar a sus electores (a<br />
quienes nunca le consultan sobre esos tópicos), para<br />
convertirse en subordinados de las presiones fácticas,
P á g i n a | 222<br />
desoyendo su responsabilidad de actores de un Estado que<br />
se supone laico, equidistante de todo determinismo<br />
religioso.<br />
Las organizaciones femeninas en Chile, por años han<br />
tratado de que el aborto sea despenalizado en el país. Hay<br />
cifras que estiman más de 100.000 abortos ilegales al año,<br />
con periodos en que pueden llegar sobre los 150.000, en su<br />
gran mayoría producidos en hogares pobres, lo cual indica<br />
claramente que su recurrencia está relacionada con<br />
problemas socio-económicos, como una expresión más de<br />
la inequidad característica de nuestro país.<br />
En Chile, no hay estudios profundos en torno a la<br />
práctica del aborto, ya que las investigaciones requieren un<br />
financiamiento que no es fácil de conseguir para algo que<br />
se relacione con esa materia, y no hay voluntad de parte de<br />
aquellas instituciones que podrían abordarlo técnicamente,<br />
debido al poco interés que presentan las organizaciones<br />
gubernamentales que requieren la información. Ello<br />
ocurrió en los gobiernos de la Concertación y también bajo<br />
el actual gobierno.<br />
Las fuentes y los datos concretos son esporádicas.<br />
Una referencia es la investigación realizada hace ¡18 años!<br />
por la organización internacional Alan Guttmacher<br />
Institute, dedicada a promover investigaciones y análisis de<br />
políticas de salud reproductiva y los derechos<br />
reproductivos, la que constató que sobre una cifra de<br />
451.800 embarazos producidos en el país en el periodo<br />
estudiado, un 35% terminó en aborto inducido. La
P á g i n a | 223<br />
investigación comprobaría que, en ese momento, Chile era<br />
el país que poseía una de las tasas de interrupción de<br />
embarazo más altas de América Latina.<br />
De modo oficial, sin embargo, se reconoce una cifra<br />
de alrededor de 40.000 aborto anuales, sobre la base de la<br />
información que se desprende de los casos que son<br />
registrados por detenciones policiales, por morbilidad tras<br />
un aborto clandestino, o por los registros de mujeres que<br />
acuden a los servicios de salud, producto de una<br />
complicación, luego de practicarse el aborto en condiciones<br />
precarias.<br />
De este modo, las cifras indicadas no solo reflejan un<br />
grave problema de salud pública, ya que son realizados<br />
fuera del sistema de salud, muchas veces por personas no<br />
calificadas y en lugares clandestinos, sino también<br />
expresan que hay una dimensión económica importante, ya<br />
que el sistema de salud pública debe desembolsar más de<br />
US$ 15 millones anuales, para tratar mujeres con<br />
complicaciones de abortos mal realizados. La tasa de<br />
mortalidad bordearía el 10%.<br />
¿Quiénes son las personas que recurren al aborto y<br />
cuáles son sus motivos En su gran mayoría son mujeres<br />
pobres, debido a embarazos no deseados por causas<br />
emocionales o económicas, o por consecuencias derivadas<br />
de violación o relaciones incestuosas forzadas o aceptadas.<br />
Las cifras revelan que en su mayoría se trata de mujeres<br />
jóvenes, con baja escolaridad, que han tenido hijos con<br />
anterioridad.
P á g i n a | 224<br />
El Código Penal chileno, establece la penalización<br />
del aborto en la categoría “crímenes y delitos contra el<br />
orden familiar y la moralidad”, sancionando con penas<br />
entre 3 y 5 años, a quienes se realizan el aborto, y de 541<br />
días a 3 años, a quienes lo ejecutan o proveen. Es una de<br />
las legislaciones más duras del mundo, siendo Chile<br />
miembro de un oscuro club de países (El Salvador, El<br />
Vaticano, Nicaragua y Malta), que no tienen contemplada<br />
ninguna posibilidad de práctica de aborto en su legislación.<br />
Organizaciones femeninas han denunciado que,<br />
frente a las consecuencias de esa legislación, un importante<br />
porcentaje de mujeres no recibe defensa legal alguna<br />
(aproximadamente un 60%), cuando son imputadas por<br />
prácticas abortivas, y un porcentaje mayor sufre tratos<br />
ofensivos de parte de quienes les atienden, cuando<br />
concurren a la Corporación de Asistencia Judicial o a la<br />
Defensoría Pública, ambas instituciones financiadas por el<br />
Estado. De esta manera, el Estado chileno está permitiendo<br />
acciones de discriminación, violando derechos civiles<br />
desde el punto de vista de los Derechos Humanos.<br />
Esto, a pesar de que Chile suscribió en 1989, la<br />
Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de<br />
Discriminación contra la Mujer, cuya sigla en inglés es<br />
CEDAW. El Estado Chileno, como todos los demás países<br />
suscriptores, debe informar al menos cada 4 años ante el<br />
CEDAW sobre la situación de los derechos de la mujer.<br />
Esos informes gubernamentales han sido cuestionados por<br />
las organizaciones que promueven los derechos femeninos
P á g i n a | 225<br />
las que han generado informes alternativos, para denunciar<br />
los factores que influyen en el no reconocimiento de los<br />
derechos de la mujer.<br />
Hoy se abre una nueva posibilidad de debatir en<br />
torno a un rebuscado concepto de aborto terapéutico,<br />
cuando en realidad lo que corresponde es despenalizar la<br />
práctica abortiva, por tratarse de un articulado<br />
decimonónico, agravado por una finalidad esencialmente<br />
sexista. El articulado del Código Penal tiene<br />
indudablemente un destinatario de género y con un<br />
segmento socio-económico específico violentando el<br />
principio de igualdad ante la ley.<br />
Sin duda, lo que corresponde hoy, en el siglo 21, es<br />
adecuar las leyes a las realidades que impone el avance de<br />
las convenciones internacionales, y de los principios que<br />
fundan las seguridades humanas. En ese contexto, hoy se<br />
reconocen los derechos sexuales y reproductivos, y los<br />
derechos de las mujeres, en todos los planos de las<br />
actividades humanas. La Conferencia Mundial sobre la<br />
Mujer, efectuada en 1995, ratificó la directa relación entre<br />
los derechos humanos y los derechos sexuales y<br />
reproductivos. En ese contexto, penalizar a una mujer por<br />
el ejercicio del aborto es una grave violación de esos<br />
derechos, como lo es utilizar las atenciones médicas en los<br />
servicios de salud como medios de prueba para encausar y<br />
penalizar a una mujer pobre por una práctica abortiva.<br />
Si lo que se trata es proteger la vida y al que está por<br />
nacer, en lo que todos los seres humanos estamos de
P á g i n a | 226<br />
acuerdo, ello no puede darse sobre la base de un castigo<br />
decimonónico contra las mujeres pobres, sino sobre la base<br />
de una buena educación sexual, de la promoción de<br />
políticas de salud adecuadas a nuestros tiempos, y de un<br />
efectivo estímulo de la maternidad.<br />
En Chile, hay un sector que se negó a la educación<br />
sexual en los colegios (JOCAS), se negó a campañas de<br />
difusión de los preservativos, se negó a políticas públicas<br />
sustentadas en la píldora del día después (a pesar de que los<br />
pudientes las compran libremente en las farmacias), y que<br />
también se niega recalcitrantemente a cualquier<br />
modificación al estatus legal que penaliza el aborto. En su<br />
tiempo se negó a la distribución de la píldora<br />
anticonceptiva y a cualquier método de control de la<br />
natalidad. En su comprensión valórica siguen pensando que<br />
la mujer es una simple referencia corporal, destinada a<br />
cumplir determinados roles reproductivos. Así lo expresaba<br />
hace unos días una senadora de la República de<br />
pensamiento conservador.<br />
No podemos, como país, seguir aceptando su<br />
estridencia y su ejercicio fáctico del poder, que siempre<br />
termina conculcando los derechos de la mujer y la igualdad<br />
ante la ley. Como país integrante de la exclusiva OCDE,<br />
tampoco podemos seguir perteneciendo a ese oscuro club<br />
de países que mencionamos, donde impera el apartheid de<br />
la sexualidad. La persistencia de la legislación que penaliza<br />
brutalmente a las mujeres pobres de nuestro país, es un<br />
baldón contra todo propósito de desarrollo y de
P á g i n a | 227<br />
reconocimiento entre las naciones éticamente más<br />
avanzadas.
P á g i n a | 228<br />
SALUD PÚBLICA Y GESTIÓN<br />
PREVENTIVA.<br />
Publicado en el portal web de Radio Portales<br />
el 25 de marzo de 2012<br />
Hace algunas semanas, el Ministro de Salud, Jaime<br />
Mañalich dio a conocer los resultados relacionados con el<br />
registro de personas contagiadas con SIDA, dando cuenta<br />
del éxito de la política de gobierno tendiente a promover la<br />
realización de exámenes de las personas, para verificar si<br />
son o no portadores del virus.<br />
Desde luego, ello permitió identificar un aumento<br />
del número de personas contagiadas con SIDA, pudiendo<br />
tener una información más acabada sobre los casos que el<br />
sistema de salud debe tratar. En ese contexto, debemos<br />
reconocer que la campaña creó una voluntad de realizarse<br />
el examen en determinados segmentos de la población, lo<br />
que permite cuantificar de mejor manera cual debe ser el<br />
alcance de las políticas de salud.<br />
Sin embargo, lo desarrollado hasta este momento por<br />
la actual política de salud, presenta una preocupante
P á g i n a | 229<br />
carencia, que se expresa a partir de la discontinuidad de las<br />
políticas públicas que venían dándose, fundadas en el<br />
incentivo de la prevención a través del uso del condón,<br />
único método eficazmente comprobado por la<br />
Organización Mundial de la Salud, además de la<br />
abstinencia sexual o la sexualidad con pareja única.<br />
Esa política de prevención, por medio del uso del<br />
condón, sabemos que tuvo dificultades importantes, por la<br />
oposición de sectores políticos con claro determinismo<br />
confesional, que coartaron o frustraron muchos de los<br />
esfuerzos públicos que estaban en la línea de lo que se<br />
estaba haciendo y se sigue haciendo bajo recomendación<br />
de la Organización Mundial de la Salud. Sabemos que no<br />
solo fue una acción coercitiva en el ámbito de la oposición<br />
a los gobiernos que la impulsaron, sino también, y de<br />
manera intensa, de parte de personeros y grupos de interés<br />
religioso de la propia coalición que gobernaba. Me refiero<br />
a políticos que representaban políticas de sesgo<br />
eminentemente confesional, es decir, fundadas en una<br />
visión exclusiva y excluyente, incoherentes con una<br />
comprensión amplia del bien común.<br />
Es decir, se obstaculizó entonces y se sigue<br />
obstaculizando, de modo incongruente para una realidad<br />
societaria que propende hacia una sexualidad más abierta y<br />
en un medio cultural que incentiva hacia una mayor<br />
libertad sexual (lo podemos ver en el cine, la televisión, los<br />
megaeventos de la música, etc.), además por la propia
P á g i n a | 230<br />
evolución de las libertades fundadas en el individualismo<br />
exacerbado que ha promovido el neoliberalismo.<br />
Aún, con todas las dificultades que se presentaron,<br />
algo se hizo y si esas políticas tuvieron solo éxitos<br />
relativos, lo cierto es que hay vidas humanas que fueron<br />
salvadas y jóvenes que no se contagiaron, producto de las<br />
campañas que promovieron el uso del preservativo, y que<br />
llegaron a personas que tienen una sexualidad más ligada a<br />
eventualidades que constancias.<br />
La política actual de salud, frente al tema de la<br />
sexualidad y la prevención del contagio del SIDA, parece<br />
que ha pasado a ser dominada ampliamente por las visiones<br />
que consideran que no es necesario prevenir, sino<br />
contabilizar para ver cuál será el costo futuro del<br />
tratamiento de enfermos o el impacto que el contagio<br />
tendrá en los planes y programas de la salud pública y<br />
privada. Es un dato que interesa especialmente al negocio<br />
de la salud, representado por las Isapres. De este modo, el<br />
objetivo de la política pública se orienta a contabilizar no a<br />
prevenir.<br />
Es una clara señal que rompe con una tradición de<br />
las políticas de salud, destinadas a la prevención en todos<br />
los ámbitos de la gestión pública de salud, y un retroceso<br />
no solo en relación a lo que se estaba haciendo hace unos<br />
pocos años, sino con lo que históricamente se hizo en las<br />
políticas de salud de nuestro país, con excepción del duro<br />
lapso de la dictadura, dominado por visiones absolutamente<br />
confesionalistas.
P á g i n a | 231<br />
Nuestro país, desde los años 1940 hasta el quiebre de<br />
la democracia, tuvo un sistema de salud donde lo que<br />
importaba era el bien común, recurriendo a todas las<br />
posibilidades de la ciencia, dejando la decisión de<br />
conciencia a cada una de las personas en el pleno ejercicio<br />
de su libertad. Con muchos menos recursos que ahora,<br />
logró tener un sistema de salud pública orientado a la<br />
salubridad y no a las definiciones ideológicas de los<br />
gobiernos de turno. Ello permitió enfrentar y vencer graves<br />
flagelos: recordemos por ejemplo, el combate a la<br />
tuberculosis, a las enfermedades venéreas, la malaria en<br />
Arica, la poliomielitis, etc.<br />
Sin embargo, hoy parece ser que los contextos<br />
ideológicos y el unilateralismo de conciencia son<br />
determinantes en la formulación de políticas públicas de<br />
salud. Las libertades promovidas en otros planos de la<br />
sociedad civil, política y mercantil, no son aplicables<br />
cuando se trata de áreas donde los derechos son<br />
mediatizados por las creencias religiosas de las personas<br />
que toman decisiones en las políticas públicas, o que son<br />
sensibles a las presiones religiosas de cierto tipo.<br />
Producto de ello, hay un predominio de una idea de<br />
origen religioso que considera a los eventuales contagiados<br />
a futuro por el virus del SIDA, como castigados por su<br />
liberalidad. Esto lo he percibido fuertemente en<br />
determinados grupos de poder, que manejan decisiones que<br />
tienen un impacto importante en la salud de las personas, y<br />
por un grupo no despreciable de parlamentarios que hacen
P á g i n a | 232<br />
inmediata vocería de tales posiciones cuando se abre<br />
debate sobre estos temas.<br />
Más allá de estos intereses de conciencia, la<br />
experiencia mundial indica claramente que, si no se<br />
desarrollan políticas concretas de prevención, más allá de<br />
la idealidad de la recomendación de no tener relaciones<br />
sexuales o tener sexo solo con una sola pareja, el<br />
crecimiento de los contagiados por el SIDA seguirá<br />
creciendo, porque las conductas de las personas son cada<br />
vez más exploratorias en el plano de las relaciones de<br />
parejas, porque la constitución de parejas únicas estables<br />
marcan índices decrecientes y porque la sexualidad<br />
culturalmente, de modo importante, es entendida como<br />
parte del espacio de práctica de la libertad individual y de<br />
los derechos personales.<br />
Ante esa realidad, la inexistencia de políticas<br />
públicas basadas en la experiencia científica, y sustentadas<br />
a cambio básicamente en visiones unilaterales sobre la<br />
sexualidad y la moral, constituye un dato altamente<br />
preocupante.<br />
Las organizaciones de minorías sexuales, han<br />
denunciado que evadir la realidad de las minorías gay y<br />
transexuales de las políticas de salud, es una manifestación<br />
discriminatoria en las políticas de salud, que viene a<br />
hacerse más patente hoy con la promulgación de la ley<br />
contra la discriminación. Las organizaciones femeninas<br />
también han planteado su fuerte crítica ante la carencia de<br />
políticas preventivas concretas. Desde el ámbito del
P á g i n a | 233<br />
pensamiento científico también hay profundas<br />
observaciones al desconocimiento de las evidencias que<br />
indican las campañas en la gran mayoría de los países,<br />
basadas en la toma de conciencia sobre el uso del<br />
preservativo.<br />
Sin embargo, pareciera que tales demandas y<br />
evidencias estuvieran chocando contra un muro de<br />
indiferencia con claras opciones ideológicas y sesgos de<br />
conciencia, y con la brutal opción del dato estadístico<br />
relacionado con los costos, dejando al país sin la activa<br />
presencia de políticas efectivamente preventivas. Desde<br />
luego, un tema que merecería acciones judiciales dado el<br />
riesgo implícito contra la vida, dado que la clase política no<br />
parece tener sensibilidad frente a la gravedad del problema.
P á g i n a | 234<br />
UNA VOLUNTAD NACIONAL CONTRA<br />
LA DISCRIMINACION<br />
Publicado en el portal web de Radio Portales<br />
el 09 de abril de 2012<br />
La sociedad chilena se conmovió con el brutal<br />
crimen contra un joven chileno, quien murió como<br />
consecuencia de una noche de violencia inusitada sobre su<br />
integridad, siendo flagelado sin misericordia, hasta dejarlo<br />
irremediablemente sometido a una penosa agonía. La causa<br />
precipitante de tal brutalidad, como todo lo indica, fue su<br />
opción sexual, un asunto esencialmente personal y una<br />
legítima decisión de conciencia. Los detalles surgieron a<br />
través de la prensa, por declaraciones de sus propios<br />
autores, dejando en evidencia la causa de tanto<br />
ensañamiento.<br />
Desde luego, alguien puede indicar que no es<br />
habitual lo ocurrido, y que solo se trata de un hecho<br />
policial de brutales características, o que aún no está<br />
debidamente acreditada la causa del crimen desde el punto<br />
de vista judicial. Sin embargo, desde hace rato que vienen
P á g i n a | 235<br />
conociéndose ataques violentos contra personas por su<br />
opción sexual, de parte de grupos que no han sido<br />
enfrentados de un modo eficaz por parte de las<br />
instituciones encargadas de proteger los derechos de las<br />
personas y su integridad física.<br />
Sin embargo, la sociedad chilena se ha dado, a partir<br />
del ataque a Claudio Zamudio, el tiempo y la oportunidad<br />
para abrir un debate sobre la discriminación como práctica<br />
enraizada en nuestra cultura y en la cotidianidad del país.<br />
Eso es de alta relevancia para determinar cómo podemos<br />
hacer un país distinto, que evoluciona hacia una mejor<br />
forma de convivencia.<br />
La ONU, a propósito de lo ocurrido, permitió<br />
recordarnos que "Chile (…), se ha comprometido a<br />
proteger y garantizar los derechos humanos de todos los<br />
individuos a través de instrumentos internacionales. Entre<br />
ellos se encuentran algunos que tratan específicamente<br />
sobre los derechos de las personas por su orientación<br />
sexual e identidad de género… para poner alto a los actos<br />
de violencia dirigidos contra estas personas”<br />
Entonces, lo que viene a ser puesto en nuestra<br />
agenda, de modo demandante, es que se establezca una ley<br />
que sancione la discriminación de manera ejemplar, sobre<br />
todo cuando ella se manifiesta de manera violenta contra<br />
las minorías y contra las personas de manera individual, en<br />
razón de sus opciones asumidas en el ejercicio de su<br />
libertad y derechos de conciencia.
P á g i n a | 236<br />
Nuestra sociedad está marcada por la discriminación,<br />
y ello se ha acentuado en las últimas décadas. Se<br />
discrimina a los pobres, a los homosexuales, a los<br />
indígenas, a los trabajadores emigrantes, a las personas que<br />
presentan condiciones de desmedro físico o intelectual, a<br />
las personas que se caracterizan por condiciones físicas<br />
distintas o distintivas, a las personas que sufren adicciones.<br />
Se discrimina por el lugar donde se estudia, por el barrio o<br />
comuna donde se vive, por el origen familiar, por los<br />
ingresos económicos, por el tipo de trabajo. También se<br />
discrimina por opciones políticas. En fin.<br />
Somos un país en el cual la discriminación como<br />
actitud y conducta está muy enraizada, a ello han<br />
contribuido de manera determinante las clases altas, y la<br />
evolución socio-económica de las últimas décadas ha<br />
acentuado su profundización, en la medida que las<br />
referencias cívicas se fueron deteriorando y se acentuaron<br />
el individualismo y el exitismo monetarista.<br />
Al constatarlo, y ver los efectos que ello estaba<br />
produciendo en nuestra sociedad, el gobierno del<br />
Presidente Ricardo Lagos creyó necesario abordar el<br />
problema desde la iniciativa legal. De este modo, el año<br />
2005 fue presentado ante el parlamento un Proyecto de Ley<br />
que Establece Medidas contra la Discriminación. En su<br />
artículo 3 señalaba: “Para los efectos de esta ley, se<br />
entenderá por acto o conducta de discriminación<br />
arbitraria toda forma injustificada de distinción, exclusión,<br />
estricción o preferencia(…), en particular cuando aquellas
P á g i n a | 237<br />
se encuentren fundadas en motivos de raza o etnia,<br />
nacionalidad, situación socioeconómica, lugar de<br />
residencia, idioma, ideología u opinión política,<br />
sindicación o participación en asociaciones gremiales,<br />
sexo, género, orientación sexual, estado civil, edad,<br />
filiación, apariencia personal, enfermedad o<br />
discapacidad”.<br />
Sectores conservadores, representantes de la Iglesia<br />
Católica y un grupo de Iglesias Evangélicas, cuestionaron<br />
el proyecto, especialmente por la tipificación de<br />
“orientación sexual”, y llevaron sus objeciones a la Corte<br />
Suprema, objetando su legitimidad legal. La Corte<br />
Suprema de entonces no consideró ilegal el proyecto,<br />
aunque realizó observaciones indicando que, para<br />
sancionar conductas discriminatorias bastaba con la<br />
garantía constitucional ya existente de “igualdad ante la<br />
Ley”, y que la existencia constitucional del Recurso de<br />
Protección no haría conveniente la creación de un recurso<br />
especial contra la discriminación, según lo consideraba el<br />
artículo N° 4 del proyecto de ley.<br />
En su génesis, el proyecto contenía disposiciones<br />
importantes, como es la tipificación de las conductas<br />
discriminatorias, el Recurso Especial ante la Corte de<br />
Apelaciones (que es más específico que el Recurso de<br />
Protección en lo relativo a acciones discriminatorias, ya<br />
que este no protege todos los derechos esenciales), y la<br />
modificación del art. 2 de la Ley 18.962, que obliga a<br />
incorporar en los currículos de estudio de las Escuelas de
P á g i n a | 238<br />
Derecho, la protección de la igualdad ante la ley y el<br />
fomento de la no discriminación arbitraria. En el mismo<br />
contexto, era muy importante el art. 9 del proyecto, que<br />
establecía en el Código Penal condiciones agravantes en<br />
cualquier delito que fuera cometido por motivos de<br />
discriminación.<br />
El 8 de noviembre de 2011, el Senado aprobó en<br />
segundo trámite, el proyecto con modificaciones que no<br />
han sido satisfactorias para quienes demandan trato<br />
igualitario, y que tienen que ver con no considerar<br />
discriminación arbitraria aquellas distinciones, exclusiones<br />
o restricciones que emanen del ejercicio de otros derechos<br />
fundamentales, como las libertades de expresión, culto,<br />
trabajo, etc. Estas distinciones, exclusiones o restricciones<br />
impedirían que prevalezca el trato igualitario. Otro aspecto<br />
es que en su articulado deja la presunción de eventuales<br />
conductas en grupos que tienen una identidad u orientación<br />
sexual específica, las cuales, por cierto no son exclusivas<br />
de las minorías a las cuales va dirigida esa prevención.<br />
Luego del crimen perpetrado contra Claudio<br />
Zamudio, el actual gobierno de la República ha expresado<br />
su decisión de avanzar rápidamente en la dirección de que<br />
esa ley sea aprobada lo más pronto posible. Sin duda es una<br />
decisión que, de sostenerse, le da la oportunidad para dejar<br />
un buen y significativo legado histórico, para lo cual será<br />
necesario mantener la fortaleza de la decisión señalada, a<br />
pesar de determinadas presiones fácticas y de ciertas<br />
convicciones enraizadas en muchos de los miembros de su
P á g i n a | 239<br />
propia coalición, fundadas en prejuicios crónicos de tipo<br />
religioso o cultural.<br />
Ingresado a su tercer trámite el proyecto a la Cámara<br />
de Diputados, a inicios de esta semana, esperamos que la<br />
disposición política de quienes están por poner a Chile en<br />
línea con los acuerdos y convenciones internacionales<br />
contra la discriminación, prevalezca y tengamos pronto una<br />
legislación que refuerce los propósitos de igualdad y el<br />
reconocimiento de la diversidad en todas sus<br />
manifestaciones.<br />
Pero también, esperamos que la nueva legislación no<br />
solo prevea aspectos legales y de penalización, sino<br />
también que ella favorezca políticas públicas específicas<br />
que promuevan el trato igualitario y la inclusión, entre las<br />
cuales debe estar la incorporación en los planes de estudio<br />
de la educación escolar de asignaturas que fomenten el<br />
respeto y el reconocimiento a la diversidad y la eliminación<br />
de conductas discriminatorias. Ello es lo que permitiría<br />
reconocer una verdadera voluntad nacional contra la<br />
discriminación, y no solo optar por el camino de la<br />
penalización de las conductas. De este modo, la lucha<br />
contra la discriminación queda en la expresión de una<br />
nueva forma de convivencia, y no solo como asuntos<br />
contenciosos en manos de los jueces.
P á g i n a | 240<br />
¿QUE ES LA “SOCIEDAD DOCENTE”<br />
Publicado en el portal web de Radio Portales el 02 de julio de 2012<br />
Hasta hace algunas décadas, antes de que la<br />
educación fuera un producto más del mercado, la<br />
educación era un objetivo nacional. Hombres de<br />
mentalidad progresista, con una visión nacional bastante<br />
preclara, con una concepción específica sobre la educación<br />
como herramienta de conocimiento y esclarecimiento,<br />
debieron vencer los enormes impedimentos de la rémora<br />
colonial, que engordaba con los resabios prepotentes del<br />
opulento conservadurismo de su tiempo, dispuesta a<br />
oponerse a que las clases bajas accedieran a las virtudes<br />
que daba la educación y el saber.<br />
Hay memorables antecedentes de parlamentarios<br />
conservadores de la segunda parte del siglo XIX y de la<br />
primera parte del siglo XX, exponiendo los planteamientos<br />
más rotundos sobre los riesgos que implicaban que los<br />
hijos de los jornaleros y los inquilinos fueran abstraídos de<br />
su “condición natural” por la subversión educativa.<br />
Muchos de esos personeros consideraban que la educación
P á g i n a | 241<br />
que aquellos necesitaban, bastaba con la que les entregaban<br />
los sacerdotes en sus parroquias o capillas, en torno a lo<br />
necesario para ser buenos siervos de la fe.<br />
Hay también memorables planteamientos de<br />
personeros religiosos que rasgaron vestiduras ante la<br />
“pretensión laicista” de desarraigar a los pobres del camino<br />
que les había asignado Dios en la creación, imponiéndoles<br />
una peligrosa educación primaria obligatoria.<br />
Todos ellos ponían pie firme en la ley, en la más<br />
imperturbable y solemne ley, para fundar sus<br />
declamaciones, y condenaban la ampliación al acceso a la<br />
enseñanza por sus alcances claramente subversivos. No<br />
faltaron los conjuros impetrando la acción divina para<br />
alejar la demoniaca ralea que venía a traer tanta desgracia a<br />
una sociedad tan claramente determinada por los roles<br />
establecidos por la creación.<br />
Pero, aquellos subversivos y contrarios a los<br />
determinismos, lograron concebir un concepto que tendría<br />
un enorme impacto en el desarrollo de Chile: el Estado<br />
Docente. Un proyecto con perspectiva de futuro,<br />
construido en la tolerancia y en el conocimiento humano.<br />
Cuando habían muy pocos recursos, cuando había<br />
tantísimo por hacer, cuando había que luchar con<br />
opositores formidables (la clase poseedora y los clérigos),<br />
fueron capaces de concebir un concepto de enorme<br />
trascendencia para el acceso de Chile a la modernidad, a la<br />
libertad de conciencia, al librepensamiento, a la<br />
democracia, a la movilidad social, a un estadio de
P á g i n a | 242<br />
desarrollo cultural y educacional que llegó a ser un<br />
referente en América Latina, por muchas décadas, aún con<br />
sus enormes carencias.<br />
Ese concepto fue el “Estado Docente”. Cierto que<br />
tuvo limitaciones, que tuvo incapacidades, que provocó<br />
insatisfacciones. Pero nadie podía llamarse a equívocos<br />
respecto de su carácter y objetivos. Se trataba simplemente<br />
de que, el Estado, asumiera la obligación de educar a los<br />
chilenos, sin otro objetivo e interés que los logros<br />
académicos y los objetivos nacionales planteados en bien<br />
exclusivo del país y de su pueblo. Con esa decisión y<br />
voluntad se beneficiaban los educandos, con la adquisición<br />
del conocimiento y su crecimiento personal; se<br />
beneficiaban las familias, porque aseguraban los logros de<br />
su progreso o adquirían la posibilidad cierta de la<br />
movilidad social; se beneficiaba el país, al lograr chilenos<br />
mejor preparados para los desafíos del desarrollo y la<br />
planificación nacional; se construía una cultura, una<br />
sociabilidad y una idea nacional.<br />
Su naturaleza estuvo centrada en su carácter público,<br />
gratuito y laico. Desde luego, no fue excluyente, ya que<br />
posibilitó una educación particular como colaboradora,<br />
para aquellos que preferían mantener sus identidades<br />
específicas o para que los más ricos tuvieran donde educar<br />
a sus hijos, cuando fracasaban en la educación pública.<br />
Todo ese esfuerzo se sostuvo académicamente en la<br />
formación de educadores, a través de las Escuelas<br />
Normales, que formaron miles de profesores, y que debe
P á g i n a | 243<br />
reconocérseles la condición de “alma mater” de la<br />
educación chilena, y que solo desaparecieron cuando el<br />
dogmatismo y las exclusiones vinieron a imponerse, para<br />
provocar cambios ideológicos y partidistas, en la medida<br />
que lograron hacerse políticamente del Ministerio de<br />
Educación, el gran bocado para imponer su particular<br />
modelo de sociedad.<br />
Ese enorme proyecto educacional, definitivamente,<br />
no ha podido ser hasta ahora emulado ni sustituido en su<br />
alcance, magnitud, y coherencia, por ninguna de las<br />
reformas y cambios propiciados por las políticas que se<br />
impulsaron desde los años 1960 en adelante. Y todo lo<br />
obrado parece que estuvo orientado a demolerlo.<br />
Lo que seguiría después, cuando el Estado Docente<br />
fue abolido, sería la desaparición de todo concepto<br />
específico de proyecto o plan nacional de educación. O<br />
simplemente el plan o proyecto fue que no hubiese plan o<br />
proyecto. Y quienes esperaban fagocitarse de las<br />
posibilidades que daba un mercado abierto, donde había<br />
miles y hasta millones de consumidores, clientes o<br />
potenciales deudores, encontraron campo llano para su<br />
iniciativa y emprendimiento.<br />
Pero, no se trataba solo de negocio, pues, quienes<br />
socavaron y destruyeron el Estado Docente, lo hicieron<br />
también con claros propósitos políticos e ideológicos, y<br />
con definidos tintes de determinismo, que no podían ser<br />
concebidos e implementados en un sistema de educación<br />
pública, gratuita y laica.
P á g i n a | 244<br />
Lo que muestra la realidad posterior es el motivo<br />
actual de un gran repudio nacional, y que los estudiantes,<br />
desde el año pasado, han venido denunciando ante la<br />
conciencia ciudadana. Así, ha quedado en evidencia que la<br />
educación se transformó en un simple objetivo de lucro, en<br />
una industria que permite el emprendimiento en la<br />
magnitud de cada uno de sus inversores. Es un producto<br />
más que se transa en distintas calidades, según la capacidad<br />
de pago del consumidor, que, así como puede pagar la<br />
calidad de sus zapatos según su ingreso, de la misma<br />
manera, según el ingreso familiar, cada cual puede costear<br />
la educación que esté a su alcance.<br />
La denuncia del movimiento estudiantil,<br />
desnudando el perverso sistema que segrega según ingreso<br />
y origen social, dejó en evidencia el trasfondo<br />
esencialmente mercantil del modelo que ha imperado. Los<br />
estudiantes lo han desnudado en su esencia con ideas y<br />
claros contenidos críticos que han sido asumidos por la<br />
ciudadanía.<br />
Ante ello, quienes sostienen el modelo, se han dado<br />
cuenta que, lo que fue impuesto con el arbitrio dictatorial, y<br />
que es protegido por las redes fácticas y el binominal<br />
sistema electoral, ni siquiera tiene un contenido o relato,<br />
una formulación de ideas que lo justifique ante la<br />
conciencia nacional. Sobre todo cuando los conceptos que<br />
formulara la dictadura de Pinochet, al demoler la educación<br />
pública, ya no son argumentos decentes ni morales, más<br />
aun cuando muchos de sus vinculados exhiben el ímprobo
P á g i n a | 245<br />
resultado de su emprendimiento en el negocio de vender<br />
ese tan repudiado modelo de educación.<br />
Ante esa falencia se ha comenzado a esbozar un<br />
concepto de “sociedad docente”, que lejos de definir un<br />
proyecto de educación, pareciera que lo que trata es salvar<br />
ideológicamente un modelo aplicado sobre la base de la<br />
sobreposición de los intereses de quienes lucran con él, y<br />
de quienes fácticamente han obtenido o recuperado<br />
primacías, a costa de seguir generando y reproduciendo<br />
chilenos de distinta clases según su ingreso y origen social.<br />
Sin embargo, el pragmatismo de quienes defienden<br />
el modelo, al punto de señalar, como hace un siglo o más,<br />
que lo que corresponde es solo aplicar la ley, indica que el<br />
destino del concepto de “sociedad docente” está solo en la<br />
constatación de la simple consigna, y que es incapaz de<br />
proponer una idea cierta de nuevo tipo. Parece que,<br />
inevitablemente, llegó tarde al concurso de la discusión de<br />
las grandes ideas nacionales, porque la realidad de los<br />
intereses comprometidos es tan desnuda que no se da<br />
tiempo para lenguajear el futuro. Y para lenguajear, para<br />
construir ideas y conceptos, se requiere una perspectiva de<br />
futuro.
P á g i n a | 246<br />
FF.AA. LOS EFECTOS DE<br />
UNA POLEMICA.<br />
Publicado en el portal web de Radio Portales el 12 de septiembre de 2012<br />
Cuando ya han transcurrido 22 años del fin del<br />
régimen dictatorial del general Pinochet, cuyo sustento<br />
estuvo en la politización y partidización de las Fuerzas<br />
Armadas, al punto de convertirlas en el sustento de su<br />
poder y subordinarlas a su proyecto político – como nunca<br />
antes había ocurrido -, adquiere importancia la reciente<br />
polémica producida por la contradicción entre normativas<br />
internas del Ejército y las leyes del país, dando cuenta que<br />
las Fuerzas Armadas aún tienen un trecho que recorrer,<br />
para superar las herencias doctrinarias que dejó la dictadura<br />
y el militarismo.<br />
Como es de público conocimiento, el jefe de la<br />
primera división, general Cristián Chateau, envió un<br />
instructivo para el proceso de selección de los jóvenes que<br />
deben realizar el servicio militar, que disponía la<br />
prescindencia de homosexuales, de personas de bajo nivel<br />
social y económico o con antecedentes delictivos, y de
P á g i n a | 247<br />
miembros del credo Testigos de Jehová, criterios<br />
discriminatorios que ninguna institución del Estado puede<br />
considerar, bajo el marco legal vigente.<br />
Más allá de la ley, es dable comentar, en la primera<br />
identificación discriminatoria, desde el punto de vista<br />
estrictamente militar, que no es privativo de los<br />
heterosexuales el patriotismo y las capacidades de defensa<br />
que el servicio militar pretende prever. Los homosexuales<br />
son chilenos y chilenas, con los mismos derechos y deberes<br />
que cualquier integrante de nuestra sociedad, y su opción o<br />
identidad sexual es un asunto personal, en el ejercicio de<br />
los derechos establecidos por la Constitución.<br />
Así mismo, la indicación sobre personas de bajo<br />
nivel social y económico, es francamente clasista y<br />
contraria a la conciencia nacional, expresada en uno de los<br />
más sostenidos esfuerzos de todos los gobiernos de los<br />
últimos 22 años, incluyendo al actual, para la incorporación<br />
de los más pobres a los logros de la sociedad y del país.<br />
Respecto de la tercera categoría, personas con<br />
antecedentes penales, las instituciones del Estado tienen la<br />
obligación de contribuir a la reinserción social. Ello debe<br />
ser un trabajo sostenido por las instituciones financiadas<br />
con el aporte tributario de todos los chilenos, y la<br />
conscripción es una buena oportunidad para mostrar ese<br />
compromiso, como históricamente lo ha sido.<br />
La misma idea de integración es la que debe de<br />
primar con todas las confesiones religiosas, aun cuando<br />
ellas puedan ser renuentes a cuestiones que son parte de las
P á g i n a | 248<br />
convenciones sociales. Si bien, por razones de su fe, los<br />
Testigos de Jehová presentan objeciones de conciencia<br />
respecto del servicio militar y a todo lo que sea distinto a<br />
su concepción de la divinidad, no corresponde que las<br />
instituciones del Estado establezcan criterios de exclusión.<br />
Eso es lo que está en la voluntad ciudadana en<br />
general, de allí que la reacción mediática y ciudadana<br />
frente a las instrucciones del general Chateau se<br />
convirtieron en uno de los golpes más duros a las<br />
concepciones militaristas y conservadoras, que han estado<br />
latentes en importantes sectores de los mandos de las<br />
Fuerzas Armadas chilenas, amparados en la concepción<br />
pinochetista de las Fuerzas Armadas que las considera<br />
como entidades de excepción, o dotadas de una moral que<br />
está sobre la que sustenta la convención social. Por ello, la<br />
reacción frente al instructivo del general Chateau produjo<br />
tal impacto público que el Comandante en Jefe del Ejército<br />
debió ofrecer públicas disculpas, en el acto más<br />
trascendente e impensado que ha protagonizado un jefe<br />
militar frente al poder político y la sociedad civil, desde el<br />
retorno a la democracia.<br />
No hay un precedente de este tipo, en el sentido<br />
indicado, donde la propensión de ciertos mandos militares<br />
a sentirse por sobre la sociedad ha escrito diversos<br />
episodios lamentables para la institucionalidad democrática<br />
y para la subordinación al poder político legítimamente<br />
constituido. Las disculpas que conocimos anteriormente, de<br />
altos mandos militares, siempre estuvieron en el duro
P á g i n a | 249<br />
interregno de las tensiones y ambigüedades de una<br />
institucionalidad cristalina, y donde los enunciados<br />
ocurrieron por conveniencias tácticas y lo políticamente<br />
correcto.<br />
Es un dato de la causa que la dictadura al construir<br />
su fortaleza política a partir de las Fuerzas Armadas,<br />
generó una de las más profundas mutaciones doctrinarias<br />
que ellas han experimentado en su historia. La doctrina<br />
militar, que ese proceso de politización impulsó, llevó a las<br />
FF.AA. ha considerarse una excepción dentro de las<br />
instituciones chilenas. De hecho su relato y su comprensión<br />
simbólica, ha aflorado muchas veces, incluso después de la<br />
transición, en contradicción con la Constitución y la ley.<br />
Las dificultades de la transición chilena a la<br />
democracia, de manera importante, estuvieron radicadas en<br />
la ideologización de las Fuerzas Armadas, lo que obligó a<br />
una excesiva prudencia política de los gobiernos de la<br />
Concertación, que trataron de mantener la debida<br />
equidistancia de todo aquello que fuera interpretado como<br />
una intervención en las lógicas institucionales de<br />
organismos “apolíticos”. Esa prudencia, en definitiva, se<br />
transformaría en una incapacidad para lograr cambios,<br />
promovidos por el poder político, para inducir a las Fuerzas<br />
Armadas hacia una comprensión efectiva de su rol en<br />
democracia y su adecuada complementación con la<br />
sociedad civil, en una etapa diametralmente distinta a la<br />
que estas debieron cumplir durante la dictadura.
P á g i n a | 250<br />
El tema de la subordinación de las Fuerzas Armadas<br />
fue asumido como una consecuencia de un marco<br />
constitucional y legal lleno de vacíos, que efectivamente<br />
tuvo sus evoluciones, pero que no expresó de manera<br />
efectiva una comprensión palpable de efectiva<br />
subordinación al poder político y civil. Una muestra de ello<br />
ocurrió la madrugada del 27/F.<br />
Cierto que hubo cambios importantes, desde aquella<br />
manifiesta expresión del pinochetismo de considerar a las<br />
Fuerzas Armadas como garantes del sistema político, hasta<br />
hoy, con una definición del rol de las FF.AA.<br />
efectivamente compatibles con una institucionalidad<br />
democrática, donde solo les corresponde ser los órganos<br />
profesionales de la defensa nacional. Sin embargo, en los<br />
procesos formativos y en la enunciación de la doctrina, hay<br />
demostraciones que aún se deben superar atavismos e<br />
inmovilismos. Todavía es posible advertir que los mandos<br />
siguen considerando que las FF.AA. son instituciones de<br />
excepción dentro de nuestra sociedad, y que están al<br />
margen de aquellos procesos que la sociedad va<br />
construyendo.<br />
En la última Parada del Día del Ejército, por<br />
ejemplo, la Armada vindicaba por los altavoces su<br />
devoción a la Virgen del Carmen, en circunstancias que el<br />
Estado chileno no tiene constitucionalmente religión<br />
oficial. Sin duda ello es una contradicción con la Ley<br />
contra la Discriminación, dado que nuestro país se<br />
caracteriza por su pluralismo religioso. Demás está señalar
P á g i n a | 251<br />
que es de público conocimiento que las unidades navales<br />
poseen altares consagrados a la Virgen del Carmen, a pesar<br />
de que para la Constitución los actos de fe son privativos<br />
de las personas.<br />
Lo ocurrido con las disculpas del general Fuente-<br />
Alba es un hecho sin duda histórico. Es la primera disculpa<br />
de un alto oficial ante el país, que no ha sido negociada ni<br />
inducida por lo políticamente correcto. Es la primera<br />
excusa efectiva no solo ante el poder político, sino ante la<br />
conciencia moral del país. Esto, porque las FF.AA. no<br />
pueden arrogarse el rol de depositarias de los fundamentos<br />
morales de la Nación. La moral que determina los<br />
fundamentos de nuestro país, están donde deben estar: en la<br />
ciudadanía, ya que es el pueblo el que detenta toda<br />
soberanía, incluso de la moral y las costumbres. Las<br />
instituciones armadas se deben, entonces, a los consensos<br />
fundamentales que determinan la voluntad nacional.
P á g i n a | 252<br />
CONFLICTO INSTITUCIONAL POR<br />
DECLARACIONES IMPROPIAS<br />
Publicado en el portal web de Radio Portales, el 14 de octubre de 2012<br />
A fines de agosto pasado, la Tercera Sala de la Corte<br />
Suprema dictó un fallo que paralizó la construcción de la<br />
Central Castilla, estableciendo que el proyecto debía<br />
presentar un nuevo Estudio de Impacto Ambiental, si<br />
quería seguir adelante, dado que el que anterior tomaba de<br />
manera separada los proyectos del puerto y de la central<br />
termoeléctrica. Ambos proyectos, para los jueces que<br />
dictaminaron, son una unidad.<br />
Se resolvió de esa manera, en forma definitiva, el<br />
recurso de protección presentado por comunidades de<br />
pescadores y pequeños productores agrícolas, aledaños al<br />
lugar donde estaría emplazada la central termoeléctrica, a<br />
pesar de que no todas llegaron hasta el final.<br />
El fallo fue saludado con entusiasmo por diversas<br />
organizaciones ecologistas, que reconocieron la<br />
trascendencia del fallo que logró frenar el proyecto<br />
eléctrico considerado por ellas como el más contaminante
P á g i n a | 253<br />
del país, ya que su generación sería con carbón. En un<br />
sentido contrario, sectores empresariales expresaron su<br />
preocupación por las dificultades judiciales que están<br />
enfrentando los proyectos de generación eléctrica, e<br />
incluso, la inversionista de MPX llegó a poner en duda la<br />
factibilidad inversora en nuestro país, lo que generó una<br />
lacónica respuesta del Ministro de Hacienda.<br />
Sin embargo, algunos días después, los comentarios<br />
de la Sra. Ministro del Medio Ambiente, remecieron<br />
abruptamente el escenario institucional del país. Ello<br />
generó un categórico pronunciamiento de la Corte<br />
Suprema, inédito desde el retorno a la democracia.<br />
Comentar los fallos es propio de la democracia,<br />
como lo es comentar las políticas gubernamentales o la<br />
gestión parlamentaria. Todos los ciudadanos y los sectores<br />
interesados podemos hacerlo. Toda decisión puede ser<br />
opinable, aun cuando deba acatarse. Hay muchas leyes mal<br />
redactadas que merecen muchas opiniones negativas, pero<br />
deben acatarse. Hay muchos decretos, así como iniciativas<br />
políticas sustentadas en erráticos predicamentos o<br />
consideraciones equivocas, pero se encuentran vigentes, y<br />
las personas deben ser someterse a su aplicación. También<br />
hay fallos de distintas instancias judiciales, que no logran<br />
satisfacer a las partes o a los grupos de interés.<br />
Todas las decisiones emanadas de los poderes del<br />
Estado, deben ser y son materia de opinión, y es el debate<br />
que ellas generan, lo que permite el perfeccionamiento de<br />
la ley y los consensos para avanzar hacia soluciones que
P á g i n a | 254<br />
sean mejores para el país y sus habitantes. En el plano<br />
judicial, frente a determinados fallos, muchas veces los<br />
mismos jueces han señalado que, si se requieren mejores<br />
resultados en las sentencias, es necesario modificar la ley<br />
relacionada con la materia abordada en el dictamen.<br />
Sin embargo, todo aquello que puede ser opinable<br />
por el ciudadano común, o para los diversos grupos de<br />
interés, adquiere una condición restrictiva cuando se trata<br />
de una autoridad de un poder del Estado, en relación<br />
directa con las decisiones adoptadas en el marco de sus<br />
atribuciones por otro poder del Estado. Allí, existen<br />
necesarias cortapisas cívicas, que aconsejan que una<br />
autoridad no actúe como un simple ciudadano.<br />
El Estado moderno en cualquier parte del mundo,<br />
sobre todo en una democracia, no puede concebirse sin la<br />
separación de los tres poderes que actúan en sus funciones<br />
específicas. De la misma forma, la institucionalidad de sus<br />
respectivas atribuciones no puede funcionar<br />
adecuadamente sin el necesario respeto cívico que deben<br />
considerar los miembros de un poder respecto del accionar<br />
del otro.<br />
Las formas y las actitudes son fundamentales para<br />
que una institucionalidad funcione adecuadamente. Esas<br />
formas y actitudes, cuando no son observadas, afectan la<br />
institucionalidad y generan conflictos e inducen a<br />
descréditos que siempre terminan lamentándose. No es un<br />
buen ejemplo cívico que, frente a determinados temas en<br />
manos de un poder del Estado, autoridades de otro poder,
P á g i n a | 255<br />
cuestionen y hagan consideraciones sobre sus alcances y<br />
consecuencias. Ello puede provocar la sensación pública de<br />
que no hay una institucionalidad funcionando<br />
equilibradamente. La falta de consideración cívica e<br />
institucional, crea situaciones que pueden ser preámbulo<br />
para imponer la sensación de que todo está permitido y que<br />
las instituciones no son un bien público sino un obstáculo<br />
para determinados intereses.<br />
Chile tiene una historia de desencuentros<br />
institucionales, que se han manifestado en distintas épocas,<br />
y los más lamentables fueron cuando no se percibió la<br />
autonomía del poder judicial por parte de quienes debían<br />
preservarla. Las consecuencias no fueron las mejores,<br />
sobre todo cuando la Corte Suprema pasó a ser funcional a<br />
determinadas directrices del poder político. Hay bastante<br />
historia disponible para aprender sobre sus consecuencias y<br />
la más reciente fue bajo la dictadura de Pinochet.<br />
De alguna manera, la comprensión en ciertos<br />
sectores o personeros del actual gobierno, respecto del rol<br />
de las instituciones, no está en la lógica cívica que debe<br />
tener un efectivo desenvolvimiento republicano. Muchos<br />
son parte de una fuerza de tarea empresarial, que llegó a<br />
asumir tareas dentro del Estado, obligados por su sector<br />
político, que se sienten poco menos que “haciendo el<br />
servicio militar”, e insisten en aplicar las lógicas ejecutivas<br />
de las empresas en la gestión pública. No son pocos los que<br />
no aprecian a los funcionarios públicos, y sienten que ellos<br />
son una traba para imponer sus visiones particulares sobre
P á g i n a | 256<br />
la gestión pública y el desarrollo de los negocios. Para<br />
ellos, los jueces no son sino una parte más de la burocracia<br />
que obstruye su idea de país. Hacen culto en torno a los<br />
temas técnicos, en circunstancias que aquellos son<br />
funcionales a las políticas públicas y materias debatibles en<br />
el marco del interés ciudadano y el bien común. Una muy<br />
buena razón técnica, puede ser una muy mala razón<br />
política, que incluso puede convertirse rápidamente en una<br />
gran materia contenciosa.<br />
La forma como se aborda la crítica al fallo de la<br />
Tercera Sala, respecto del Proyecto Castilla, incluso toma<br />
el camino de la descalificación de los jueces sobre<br />
supuestas incapacidades técnicas al fallar, en circunstancias<br />
que lo que el fallo deja claramente en evidencia, es que el<br />
proyecto carece del adecuado respaldo técnico como un<br />
todo. ¿Estuvo la falencia en la calificación ambiental de la<br />
instancia administrativa pertinente Luego, si así fuera, la<br />
causa del rechazo estaría en un trabajo técnico<br />
administrativa y políticamente mal hecho.<br />
Se ha hecho una costumbre de parte de ciertos<br />
personeros de gobierno, criticar la labor de los jueces por la<br />
forma como resuelven determinados procesos,<br />
entrometiéndose en la labor jurisdiccional del poder<br />
judicial, lo cual induce a ciertos observadores a<br />
diagnosticar de que se trata de una impericia cívica y a una<br />
carencia de vuelo político. Otros consideran que hay cierto<br />
resabio autoritario del pasado. Si ambos diagnósticos<br />
tuvieran asidero, tal vez correspondería que se aporte
P á g i n a | 257<br />
mayor experiencia democrática y política en los procesos<br />
de gestión, especialmente cuando la adversidad pone proa a<br />
las expectativas más anheladas de ciertas políticas<br />
sectoriales del poder ejecutivo, que contienen aspectos<br />
controversiales de fondo.
P á g i n a | 258<br />
UN HITO PARA EL LIBRE<br />
PENSAMIENTO.<br />
Publicado en el portal web de Radio Portales el 03 de diciembre de 2012<br />
Los días 16 al 17 de noviembre recién pasados,<br />
adquieren una relevancia para las personas de espíritu libre<br />
de América Latina, debido a que, en la ciudad de Mar del<br />
Plata, tuvo lugar la realización del Segundo Congreso<br />
Internacional del Libre Pensamiento, denominado también<br />
“Congreso de las Américas”, el cual contó con la presencia<br />
de hombres y mujeres provenientes de Argentina, Canadá,<br />
Chile, Ecuador, España, Estados Unidos, Francia, México,<br />
Paraguay y Uruguay, representando a más de 45<br />
organizaciones que llegaron hasta la Universidad Nacional<br />
de Mar del Plata, escenario del encuentro.<br />
Fue una significativa jornada de reflexión, donde se<br />
presentaron más de 40 ponencias en las seis mesas de<br />
debate que se desarrollaron durante el evento, en las que se<br />
abordaron temas tales como la libertad de conciencia y la<br />
laicidad del Estado, especialmente en Latinoamérica, la<br />
constatación de los nuevos oscurantismos y el rol de las
P á g i n a | 259<br />
sectas, el estado de la emancipación femenina, las<br />
reivindicaciones del libre pensamiento y la libertad de<br />
conciencia en los países representados, la necesidad de una<br />
modernidad alternativa, y la importancia de una educación<br />
pública, laica y gratuita como pilar de una sociedad<br />
librepensadora.<br />
El libre pensamiento es, en esencia, un método y<br />
conducta que permite percibir e interpretar la realidad, a<br />
partir de la emancipación de todo dogmatismo. Es un<br />
método, en tanto permite adquirir conocimiento, tomar<br />
decisiones, ejecutar acciones y corregir errores, nutriéndose<br />
del pensamiento crítico a través del análisis reflexivo y<br />
racional de la realidad, tanto en el plano individual como<br />
en lo colectivo. Esta coherencia y rigurosidad de<br />
pensamiento se refleja en un comportamiento libre de<br />
prejuicios y tabúes, es decir, una conducta tolerante y<br />
racional, que se refleja en el ámbito público.<br />
El libre pensador es proclive a los ideales<br />
republicanos y a la práctica del debate libre en la sociedad,<br />
sobre todo en los temas que afectan el transcurrir del ser<br />
humano, por lo que promueve instituciones políticas<br />
laicas, democráticas y de profunda raigambre social, única<br />
forma capaz de unir la igualdad en la diversidad. Impulsa<br />
políticas y leyes que garanticen la pacífica convivencia y la<br />
máxima expansión de las posibilidades del desarrollo<br />
individual y social. Se opone al fanatismo religioso y<br />
político en todas sus formas. En líneas generales, fomenta<br />
un espacio público libre de dogmas y revindica la
P á g i n a | 260<br />
importancia de una persona humana autónoma con<br />
capacidad para desarrollar un interés por los asuntos<br />
públicos.<br />
En ese contexto, considera que el hecho religioso<br />
tiene un alcance privado y privativo de quienes practican<br />
un culto, que no tiene alcance alguno para otras personas<br />
ajenas a él, por lo cual, toda manifestación de culto debe<br />
realizarse en el dominio que le es propio. De este modo,<br />
por ejemplo, resulta contrario a la libertad de conciencia un<br />
hecho producido en EE.UU. – relatado por David Rand,<br />
portavoz de la AILP en Canadá – y que comprometió al<br />
Ministro de Asuntos Extranjeros de ese país, John Baird,<br />
quien en mayo pasado, de visita en Washington, sostuvo en<br />
una cena de promoción de las libertades religiosas:<br />
“Nosotros sabemos que la libertad religiosa no significa<br />
estar libre de la religión”. Frente a ello, Rand refutará que<br />
la religión no es la dueña de la moral, insistiendo que la<br />
libertad religiosa no es efectiva sin poder estar libre de la<br />
religión como una opción legítima.<br />
No ignoró Rand, en su análisis, la situación<br />
enfrentada por el mismo gobierno de Canadá, que debió<br />
formar una comisión investigadora de la verdad y pedir<br />
perdón, en relación con las Escuelas Residenciales<br />
(internados), entregadas a instituciones religiosas asociadas<br />
con el Estado, a las cuales fueron obligados a asistir los<br />
niños indígenas, y que se convirtieron en oscuro escenario<br />
de miles de abusos sexuales ocurridos durante décadas, en
P á g i n a | 261<br />
un hecho abominable de la relación del Estado canadiense<br />
y la Iglesia.<br />
Las resoluciones que emergieron de los debates<br />
realizados en los tres días del congreso de Mar del Plata,<br />
recogen con fuerza los deseos comunes de los concurrentes<br />
para conseguir un progreso real para la libertad de<br />
conciencia, que se funda, de manera determinante, en la<br />
separación institucional de la Iglesia y el Estado. De allí<br />
que, ante los retrocesos vividos en las últimas décadas, en<br />
muchos países del mundo, la primera resolución del<br />
congreso apunta a promover imperiosamente la necesidad<br />
de esa separación.<br />
Uno de los aspectos determinantes, en ese contexto,<br />
se plantea en investigar y evidenciar los fondos estatales,<br />
aportados por todos los ciudadanos, que se destinan al<br />
financiamiento de las religiones o de sus instituciones; y<br />
denunciar ante las comunidades nacionales los crímenes<br />
cometidos por las religiones o los clérigos contra las<br />
personas, propugnando la inexcusable reparación a las<br />
víctimas. De la misma forma, se manifestó el irrenunciable<br />
compromiso con la libertad de los individuos y el absoluto<br />
respeto a su libertad de conciencia, con la justicia y el<br />
respeto de los derechos humanos; y, en consecuencia,<br />
proteger las decisiones individuales, tales como la<br />
apostasía y el derecho a una muerte digna.<br />
Un capítulo importante de las resoluciones es el<br />
compromiso de seguir trabajando por el pleno<br />
reconocimiento de los derechos de la mujer y la aplicación
P á g i n a | 262<br />
del principio de igualdad de derechos, combatiendo la<br />
violencia en su contra que se manifiesta en muchos países<br />
del mundo, por tradiciones religiosas obsoletas, y<br />
promoviendo el ejercicio de los derechos que permitan a la<br />
mujer decidir sobre su propio cuerpo.<br />
Otro aspecto importante de las resoluciones fue la<br />
decisión de trabajar por el fomento de la libertad de<br />
asociación, la garantía de los derechos de los trabajadores,<br />
de los ciudadanos y la sociedad toda, para el desarrollo de<br />
una mejor vida. Una sociedad más justa y equitativa,<br />
fraterna y solidaria, que permita el desarrollo pleno de las<br />
capacidades de todos los seres humanos - hombres y<br />
mujeres - para lograr el perfeccionamiento material,<br />
intelectual y espiritual de la humanidad, afirmando que una<br />
alta aspiración humana es buscar la felicidad en el respeto<br />
de todos.<br />
Se comprometieron también esfuerzos para trabajar<br />
por la conservación de la naturaleza como un bien común<br />
de todos los seres humanos, y por tener una educación y<br />
formación pública, laica y gratuita al servicio de todos los<br />
ciudadanos. De la misma forma, en continuar demandando<br />
la derogación de todos los concordatos suscritos por los<br />
diversos Estados con la Iglesia Católica y otras religiones,<br />
por los privilegios que de ellos devienen, así como la<br />
abolición de todo tipo de Estado confesional.<br />
Por último, se resolvió apoyar a las asociaciones que,<br />
en el continente americano y en otros países, vienen<br />
auspiciando para celebrar los días 20 de septiembre de cada
P á g i n a | 263<br />
año, el Día del Librepensamiento, como homenaje a los<br />
hombres y mujeres que combaten por la libertad, la<br />
igualdad y la fraternidad entre los seres humanos y los<br />
pueblos. Esa fecha recuerda la toma de Roma por las<br />
fuerzas de la unificación italiana, encabezadas por<br />
Garibaldi, y que representó un gran triunfo para las fuerzas<br />
democráticas, republicanas y seculares del mundo.<br />
El último acto del Congreso consistió en rendir<br />
homenaje a Malala Yusufzai, la niña paquistaní a la que los<br />
talibanes atacaron e hirieron por defender la educación<br />
femenina.
P á g i n a | 264<br />
ETICA, POLITICA E INSTITUCIONES.<br />
Publicado en el portal web de Radio Portales el 06 de febrero de 2013<br />
¿Son los fines lo que importan o debe tener<br />
preeminencia los medios para lograr un fin Albert Camus<br />
tenía la idea de que son los medios los que deben justificar<br />
el fin. Esto es un tema que ha estado en el origen mismo de<br />
toda civilización humana, y que partió siendo abordado por<br />
el mito, las creencias y por las incipientes exploraciones<br />
estéticas, buscando una forma de prever la dudosa claridad<br />
de las acciones humanas.<br />
Cuando la humanidad ya había avanzado muchos<br />
siglos, la cultura griega antigua fue capaz por fin de<br />
establecer una reflexión alejada de los dioses y de las<br />
leyendas, permitiendo pensar los actuares humanos a partir<br />
de la reflexividad y de constructos conceptuales<br />
esencialmente racionales. Decir esencialmente racionales,<br />
por cierto, se refiere a convencionales, a partir del solo<br />
discurrir, del solo pensar sobre que puede ser mejor o más<br />
reflexivamente aceptado por todos.
P á g i n a | 265<br />
Fue el nacimiento de la ética, es decir, del análisis de<br />
las costumbres y la modificación de aquellas por el simple<br />
expediente del construir convenciones nuevas, en el<br />
contexto de lo racionalmente aceptado por todos. Un<br />
desafío formidable y absolutamente lleno de fracasos,<br />
aunque con perdurables éxitos, si consideramos que la<br />
Humanidad efectivamente en no pocas cosas ha avanzado,<br />
o por lo menos, en no pocas oportunidades ha podido<br />
reconocer cuanto se ha retrocedido.<br />
Pero aquellos griegos también tuvieron la virtud de<br />
desarrollar el sentido de otra manifestación que pone basas<br />
entre los medios y el fin: la política. No es que la política<br />
no existiera como actividad previamente, sino que la virtud<br />
del helenismo radicó en establecer el hecho político como<br />
una actividad humana reflexible por todos los miembros de<br />
la ciudad, es decir, de la sociedad.<br />
Sin duda, es probable que los griegos pronto<br />
descubrieran que el ser humano es, por sobre todo, político<br />
antes que ético, es decir, pone acento mayor en los fines<br />
que en los medios. Lo cierto es que ello no deja de ser<br />
arbitrario suponerlo, considerando que uno de las<br />
características de lo político es construir precisamente<br />
medios para lograr determinados fines. Pero, no deja de ser<br />
importante considerar que si la política se preocupa de los<br />
medios, es porque hay convenciones en las costumbres que<br />
deben considerarse como fundamentales para matizar los<br />
medios que permiten lograr los fines.
P á g i n a | 266<br />
Sin enfrascarnos en el círculo vicioso de si lo<br />
primero es el huevo o la gallina, no deja de ser cierto que el<br />
ser humano, creador y constructor por excelencia, tiene<br />
determinismos políticos antes que éticos. Y es normal que<br />
ello ocurra, dado que aquello que le motiva son siempre<br />
intereses o aspiraciones, ya sea en lo particular o en lo<br />
general. La vida humana, individual y colectiva, es tal en la<br />
medida que tenga fines específicos. Pero, los fines de cada<br />
cual, siempre se enfrentarán con otros fines y propósitos, y<br />
allí vienen a intervenir factores de reflexividad que hacen<br />
posible la convivencia de personas o grupos de personas<br />
con otros, que tienen aspiraciones e intereses distintos.<br />
Es ahí donde adquieren presencia los debates y las<br />
convenciones que hacen posible el hecho político y el<br />
hecho moral, como objetos discurribles y perfeccionables a<br />
consecuencia de la reflexividad y la razón, entendida esta<br />
última como un conjunto convencional de argumentos<br />
válidamente aceptados por todos. La razón, desde esa<br />
comprensión, no es una verdad, sino solo el punto<br />
convencional en el cual pueden converger las distintas<br />
ideas en un punto donde hay conceptos que tienen validez<br />
común para cualquiera.<br />
Uno de los más importantes pensadores<br />
contemporáneos, Savater, considera la actitud ética y la<br />
actitud política como formas de entender lo que cada cual<br />
va a hacer, es decir, el empleo que cada individuo va a<br />
darle a su libertad. Pone si una diferencia importante, ya<br />
que para él, la actitud ética es ante todo una perspectiva
P á g i n a | 267<br />
personal, que cada cual toma sin esperar convencer a los<br />
demás de que así resulta mejor para todos. Es un problema<br />
del aquí y el ahora. Lo que en la ética vale es estar de<br />
acuerdo consigo mismo y tener el inteligente coraje de<br />
actuar en consecuencia. En cambio, la actitud política<br />
busca el acuerdo con los demás, requiere disposiciones y<br />
argumentos para convencer a los otros y también para ser<br />
convencido, por lo cual, lo importante viene a ser el allí y<br />
el después. Es una actitud que trae consecuencias después<br />
de los actos y acciones ya ejecutadas.<br />
El filósofo laicista no duda en afirmar que lo moral<br />
solo depende de cada persona, que las referencias y<br />
categorías las tiene siempre a mano, aunque a veces cuesta<br />
elegir, en tanto en política siempre debe contar con la<br />
voluntad de muchos otros. Entonces, en lo ético la libertad<br />
del individuo se resuelve en acciones, en tanto, en lo<br />
político, la libertad del individuo y de su comunidad se<br />
resuelve en instituciones y leyes. Sin embargo, política y<br />
ética se relacionan constantemente y se vuelven<br />
inseparables en la pretensión de toda comunidad de hacer<br />
de la convivencia un proceso bajo determinadas<br />
regulaciones fundamentales.<br />
A pesar de ello, es fundamental que cada cual<br />
mantengan sus fueros. Los problemas políticos y el actuar<br />
político en una democracia, vienen a ser materia de las<br />
instituciones políticas que la sociedad genera en esa<br />
perspectiva. Están los partidos políticos, el parlamento, las<br />
instituciones del Estado que deben normar la vida colectiva
P á g i n a | 268<br />
y prever los instrumentos que permitan hacer efectivo el<br />
cumplimiento de las regulaciones de la vida y el actuar en<br />
sociedad.<br />
Los problemas éticos en tanto, son importantes de<br />
radicar en aquellas instituciones que están destinadas a<br />
influir en las conductas personales, en el más acá, antes de<br />
las limitaciones que impone la ley como consecuencia del<br />
debate político. Es por ello que las instituciones éticas<br />
tienen un valor fundamental, al poner en la mesa los<br />
problemas desde un punto de vista de la creación de<br />
costumbres que garanticen un actuar válidamente aceptado,<br />
y que construya una trama sostenible de validaciones<br />
conceptuales que, luego, la política debe acoger en su<br />
convencionalidad. Sin ese proceso previo que deben<br />
cumplir las organizaciones o las institutas éticas, todo<br />
proceso generativo de la ley se transformará en una<br />
imposición o una norma impracticable o moralmente<br />
vulnerable.<br />
El mundo moderno tiene a innúmeras organizaciones<br />
que buscan, precisamente, tener alcances específicos<br />
respecto a cómo el ser humano debe desarrollar su convivir<br />
y caracterizar sus conductas en una universalidad llena de<br />
alternativas. Las hay de muchos tipos. Organizaciones que<br />
promueven los derechos del hombre, los derechos<br />
políticos, el medio ambiente, la diversidad, la igualdad de<br />
trato, el respeto a las minorías, la vida animal,<br />
reivindicaciones con alcances morales, etc. y que proponen<br />
derechos o plantean deberes de la sociedad y de los
P á g i n a | 269<br />
individuos, desde un plano individual y colectivo. También<br />
están aquellas que tienen una visión más integral y absoluta<br />
del hombre y su existir, vinculadas a cosmovisiones<br />
religiosas, y otras que, equidistantemente, buscando<br />
también una visión más integral, proponen cosmovisiones<br />
seculares, basadas en condiciones y exigencias citeriores,<br />
sin la preeminencia ulterior.<br />
Cada una debe tener la virtud de entender claramente<br />
su propósito, ya que de ello depende su propia razón de ser,<br />
y su influencia efectiva y eficaz en el cambio de las<br />
conductas humanas, en aquellos aspectos que impiden o<br />
distorsionan la más plena realización individual en el<br />
marco del arreglo colectivo.
APUNTES INÉDITOS<br />
P á g i n a | 270
P á g i n a | 271<br />
BREVE ENSAYO SOBRE LOS<br />
FUNDAMENTOS <strong>DEL</strong> <strong>LAICISMO</strong>.<br />
CAPÍTULO 1.<br />
REFLEXIONES SOBRE LO CONCEPTUAL.<br />
Las palabras dicen lo que las personas queremos<br />
decir. Los lenguajes, por lo general, expresan una cierta<br />
conceptualización que depende esencialmente de la cultura,<br />
de aquello que los grupos humanos quieren inferir, como<br />
consecuencia de lo que cotidianamente hacen y son. De<br />
este modo, al expresar un vocablo, por la costumbre<br />
cultural, determinados grupos humanos pueden dar una<br />
contextualización absolutamente distinta a una misma<br />
palabra, en un tiempo histórico en relación con el mismo<br />
vocablo en otro tiempo histórico.<br />
Por lo demás, cuando un vocablo se convierte en<br />
algo de uso corriente, es mayor su posibilidad de<br />
consensuar su significado en el grupo humano que lo<br />
utiliza, que cuando su uso es menos corriente, o cuando el<br />
concepto tiene que ver con grupos reducidos, con grupos
P á g i n a | 272<br />
que constituyen una particularidad dentro del contexto más<br />
amplio que es una sociedad, un país, una civilización.<br />
El uso de las palabras también requiere de cierta<br />
destreza, de cierta habilidad en su manejo, y ello, como<br />
todas las cosas de la vida, requiere de la práctica. Si algo<br />
está asimilado en la cotidianidad, es más fácil que haya<br />
consenso respecto de lo que significa que aquello que es<br />
esporádico y circunstancial.<br />
A lo cotidiano debe agregarse otro componente<br />
importante, el cual dice relación con la intencionalidad.<br />
Cuando alguien dice algo lo dice con una intención<br />
específica, en relación con la acción que desea emprender.<br />
Ello induce a que los vocablos que son parte del hablar<br />
cotidiano, adquieran cierta connotación intencional, que<br />
pretende hacerse efectiva en los actos de quienes son<br />
receptores de los mensajes.<br />
En otro plano, están también los temores a lo<br />
desconocido. Si algo determina de un modo persistente a<br />
los grupos humanos, en la acción comunicativa, es el temor<br />
a aquellos que le resulta inasible conceptualmente. Los<br />
temores individuales y colectivos, a aquello que no le es<br />
claramente perceptible, desencadena la angustia y la<br />
inseguridad. Si una palabra no está debidamente inserta en<br />
su cotidianidad puede que le desacomode y le obligue a un<br />
esfuerzo adicional que no esté dispuesto a asumir frente a<br />
los resultados.<br />
Dentro de una sociedad, pueblo, civilización, cultura,<br />
etc., siempre habrá grupos humanos que plantean
P á g i n a | 273<br />
cuestiones propias de su interés, que quieren ver reflejados<br />
en el conjunto en el cual están inmersos. Estas cuestiones<br />
estarán reflejadas en el lenguaje que utilizan, en los<br />
conceptos que quieren consensuar en el ejercicio social, en<br />
convenciones que deberán ser asumidas por todos. Ello<br />
será por el acto del común discurrir o de la imposición de<br />
poder. Un grupo de poder perfectamente puede imponer<br />
sus conceptualizaciones a otros grupos, por medios que el<br />
carácter de su poder le permita. Otros grupos tratarán de<br />
establecer la empatía en torno a sus conceptualizaciones,<br />
para que ellos sean asimilados de un modo convencional,<br />
discurrido.<br />
Las acepciones del lenguaje siempre cumplen una<br />
función, y cuando no la cumplen comienzan a perder<br />
relevancia en el lenguajear, y van quedando en desuso. Y<br />
no cumplen la función cuando las tendencias<br />
predominantes en el dialogar, inducen a que las acepciones<br />
que le son útiles sean en definitiva las funcionales al<br />
propósito que persiguen. Esto implica siempre una<br />
pretensión reduccionista: todo grupo humano que se<br />
plantee desde una posición de poder al resto de los grupos<br />
humanos, tratará de reducir el espectro conceptual del<br />
lenguaje, ya que con ello sintetizará de mejor manera el<br />
contenido de sus mensajes, produciendo en torno a ellos el<br />
consenso o la aceptación.<br />
Las experiencias en la historia humana de grupos<br />
que buscan el dominio sobre otros grupos humanos,<br />
muestran que lo primero que quieren imponer son sus
P á g i n a | 274<br />
conceptos, sus dichos, sus vocablos. Es un hecho que para<br />
dominar, hay solo dos medios posibles: la violencia o el<br />
lenguaje. Lo que no hace la violencia y la fuerza bruta, solo<br />
lo puede hacer el lenguaje. A través de este es posible<br />
imponer leyes, los mandatos, las razones de cualquier tipo,<br />
en fin, hasta llegar evolutivamente al sentido común y a la<br />
convencionalidad que implica el establecimiento de reglas<br />
válidas para todos y el respeto de los derechos humanos.<br />
Por razones históricas que son de larga explicación,<br />
algunas de las cuales saldrán en el plan de este libro, - otras<br />
no abordaremos, ya que no es la idea hacer un tratado<br />
histórico, - aquello que dice relación con la significación<br />
del concepto “laico” ha requerido de un gran esfuerzo<br />
lingüístico para aclararlo, especialmente en las décadas<br />
recientes, dado que, al no ser de uso constante en el hacer<br />
social, no se produce aquel consenso natural, que deviene<br />
de la cotidianidad.<br />
Bien podemos constatar hoy, a través de los medios<br />
que informan el pensamiento y el conocimiento humano de<br />
nuestro tiempo, que la conceptualización que se relaciona<br />
con “lo laico” – laicismo, laicista, laicidad, etc. -, ha estado<br />
sujeta a distintas interpretaciones: unas antojadizas, otras<br />
poco coherentes, otras tendenciosas, otras absolutamente<br />
divagantes, otras inexplicablemente dubitativas.<br />
Quienes adherimos a la libertad de conciencia y,<br />
como medio de garantizarla, al laicismo, nos corresponde<br />
hacer el esfuerzo de que estos conceptos sean asumidos y<br />
asimilados en el consenso social, en la cotidianidad
P á g i n a | 275<br />
lingüística de nuestro hacer social cotidiano. De allí,<br />
nuestra preocupación por desarrollar una actividad en la<br />
difusión de los valores que sostenemos, que creemos son<br />
fundamentales para asegurar un sociedad libre y donde los<br />
derechos humanos sean respetados y puestos en el centro<br />
de la actividad social.<br />
Hoy, dentro de sectores laicistas, hay cierto temor a<br />
poner los contenidos del laicismo en el debate social,<br />
considerando incluso que podría ser anticuado, ya que<br />
atizaría pasiones decimonónicas que carecerían de sentido<br />
en este tiempo histórico. Sin embargo, en el desarrollo de<br />
este libro demostraremos que los problemas del día a día,<br />
del ser y hacer de nuestra sociedad, señalan un conjunto de<br />
problemáticas que hacen muy necesaria la visión laicista, a<br />
fin de asegurar las libertades individuales y los derechos de<br />
conciencia.<br />
El hecho religioso en nuestro país demuestra que las<br />
conductas de ciertos sectores, en el sentido de utilizar la fe<br />
como medio de poder, y a través de ese poder conculcar los<br />
derechos de conciencia, cuando no los derechos humanos<br />
fundamentales, como ocurre en ciertos países, requieren<br />
que la vigencia de la propuesta laicista sigue siendo un<br />
elemento sustancial para garantizar una sociedad donde<br />
imperen la igualdad de la ley, los derechos humanos y la<br />
democracia.
P á g i n a | 276<br />
CAPITULO 2.<br />
FUNDAMENTOS <strong>DEL</strong> <strong>LAICISMO</strong>.<br />
Cuando hablamos de fundamentos nos estamos<br />
refiriendo a aquello en que el concepto funda su contenido,<br />
al principio que sostiene y se apoya una idea expresada en<br />
una acepción, a las raíces que hacen entendible y dan<br />
fuerza cultural a un concepto.<br />
Así, pues, los fundamentos del laicismo se<br />
encuentran en la historia humana, en la presencia episódica<br />
de acontecimientos o conductas que hicieron posible la<br />
diversidad de conciencia, y el respeto a la existencia de<br />
opciones distintas en el ámbito de las creencias y no<br />
creencias de las personas.<br />
Bien sabemos que el laicismo no surge como tal, con<br />
nombre propio, sino solo hasta cuando las variables del<br />
Estado Moderno se han consolidado en su expresión<br />
democrática o republicana. Emerge como concepto<br />
específico cuando las bases del absolutismo políticoreligioso<br />
se desmoronan inevitablemente ante el<br />
cuestionamiento de la condición imperial de los credos,<br />
frente a la republicanización de los sistemas políticos,<br />
proceso que ocurre incluso en las monarquías que deben<br />
dejar el control del poder político radicado en el<br />
parlamentarismo. Claramente, entonces, las cuestiones que<br />
inducen a la emergencia del laicismo son aspectos propios<br />
del Estado Moderno, que surge ante la comprensión de la<br />
sociedad política y civil en cuanto a que las opciones de
P á g i n a | 277<br />
conciencia son una cuestión privada, y ante la<br />
comprobación de que la visión totalizadora de las grandes<br />
religiones monoteístas desencadenan conductas<br />
excluyentes a partir de su pretensión de única verdad<br />
revelada.<br />
Algunos ven el laicismo como un concepto<br />
demasiado reciente, acotando su origen y desarrollo solo a<br />
partir de los últimos días del siglo XIX, obedeciendo a una<br />
particularidad del sistema de educación francés. Ello tiene<br />
que ver con la incorporación decimonónica del vocablo,<br />
que define la doctrina que éste propone. Sin embargo, las<br />
ideas del laicismo han tenido un desarrollo histórico de<br />
larga data, que trasciende la cultura occidental, donde<br />
habitualmente se pretende focalizar su presencia.<br />
Sin embargo, a pesar de que su consolidación<br />
lingüística adviene solo con la Modernidad, la doctrina<br />
laicista se encuentra en las raíces de la tolerancia que logró<br />
plasmarse en diversos episodios del desarrollo humano,<br />
donde la sociedad política debió lidiar con la pretensión<br />
hegemónica de los credos o con la pretensión de los<br />
clérigos por imponer su hegemonía sobre el poder político.<br />
Se encuentra en el agotamiento de la sociedad civil<br />
antes las luchas religiosas, que han marcado con dolorosos<br />
alcances la historia de la Humanidad; en el hartazgo del<br />
hombre frente a los excesos de la fe, cuando ella no está<br />
debidamente canalizada dentro de las estructuras del poder<br />
político de una sociedad. Se encuentra en el
P á g i n a | 278<br />
reconocimiento del valor de la convivencia en la<br />
diversidad.<br />
Así, las más remotas raíces de una visión laica se<br />
encuentran ya en la convivencia de los credos que ocurre<br />
en el politeísmo. En Grecia todos se encuentran en la<br />
ciudad, con sus distintas adoraciones y sus<br />
representaciones individuales de Dios, que responden a<br />
conceptos privados que no pretenden la unanimidad de<br />
todo el pueblo. Los griegos no solo reflejaron esa conducta<br />
plural en sus ciudades, sino que fueron capaces de<br />
proyectar su práctica a todo el mundo helenizado. Ello será<br />
asumido también por el Imperio Romano, que asigna en<br />
sus lugares públicos un espacio para cada deidad o para<br />
cada adoración particular, acogiendo la más amplia<br />
diversidad. Ello hasta la introducción totalizante del<br />
katholikes cristiano. Antes de ello, el catolicismo promovió<br />
los derechos de libertad de culto, en medio de las<br />
persecuciones que desataron en su contra algunos<br />
emperadores, que actuaban contra la lógica que había<br />
primado en el derecho romano.<br />
Sin embargo, hay otros antecedentes que dicen<br />
relación con una convivencia de credos, que señalan un<br />
parámetro laicista. Las razones históricas que se dieron<br />
para que ello ocurriera, y las referencias políticas,<br />
económicas y sociales que a ello indujeron, fueron<br />
variadas, pero son válidas para nuestra comprensión del<br />
antecedente precursor de una idea laicista, que adquiere<br />
referencia útil para hacer necesaria su práctica permanente.
P á g i n a | 279<br />
Por ejemplo, es una referencia en el mundo<br />
musulmán, la práctica de tolerancia establecida por el<br />
Califato Omeya, a partir del siglo VII de la era cristiana. La<br />
mirada cristiana occidental ha sido poco prolija para<br />
estudiar el tratamiento de la religiosidad por parte de los<br />
omeyas, y se ha dejado llevar por el prejuicio, justificando<br />
la conducta de estos frente a las cuestiones religiosas como<br />
consecuencia de meros intereses económicos, y dándoles<br />
un carácter tiránico y dispendioso, donde se cobijaron<br />
excesos morales. Es la mirada que tiene también el<br />
fundamentalismo musulmán, que ha renegado del carácter<br />
islámico de la dinastía omeya. Para quienes miramos la<br />
historia desde la perspectiva laicista, los omeyas<br />
constituyeron un sistema de convivencia en el cual tuvieron<br />
espacio las distintas tradiciones religiosas expresadas en<br />
sus territorios (musulmanes, judíos y cristianos), y el poder<br />
político – que es lo más significativo - no se transformó en<br />
una herramienta de difusión religiosa sobre los pueblos<br />
conquistados por el Califato.<br />
En el ámbito del cristianismo, una primera referencia<br />
en cuanto a separar las cuestiones del pueblo con las<br />
cuestiones de la religión, lo constituye la teoría gelasiana<br />
de las dos espadas. La cuestión se plantea en la época del<br />
Papa Gelasio I, a fin del siglo V, cuando se incorpora el<br />
concepto de "las dos espadas que no pueden ser<br />
empuñadas por una sola mano", estableciendo las dos<br />
jurisdicciones, la de autoridad religiosa (sacerdotium), que<br />
corresponde a la autoridad clerical sobre sus miembros, y
P á g i n a | 280<br />
la de autoridad civil (imperium), correspondiente al poder<br />
seglar sobre el súbdito común. Ambas autoridades, bajo la<br />
óptica gelasiana, tenían un origen divino, pero eran<br />
independientes dentro de sus competencias específicas.<br />
Gelasio I afirmaría que, desde la venida del Cristo, nadie<br />
podía ser simultáneamente rey y sacerdote.<br />
Sin embargo, reivindicaba la influencia espiritual del<br />
sacerdotium sobre el imperium, cuestión que será<br />
determinante en el desarrollo posterior del cristianismo en<br />
Europa. Claramente, el planteamiento gelasiano tiene dos<br />
raíces: una, que se refiere a la pugna de poder con el poder<br />
político bizantino, y otra, deveniente del interés del clero<br />
en preservar su competencia sobre el juzgamiento de sus<br />
miembros, evitando que la ley secular extendiera su<br />
competencia hacia los miembros del sacerdocio.<br />
En medio del esfuerzo por establecer el<br />
determinismo religioso sobre la sociedad, empero, logró<br />
establecer que existían dos esferas en el ámbito de los<br />
creyentes: una, que tenía una naturaleza esencialmente<br />
religiosa, y otra, que tenía una condición absolutamente<br />
fuera del ámbito de la fe. Este aspecto también será<br />
determinante en distintas circunstancias históricas<br />
posteriores en el cristianismo.<br />
En el siglo XVII, John Locke introduce sus<br />
reflexiones sobre la tolerancia, donde las opciones<br />
religiosas están en el marco de las libertades del individuo,<br />
que deben ser respetadas y aceptadas. Considera que la<br />
religión es un asunto privado, que tiene que ver entre un
P á g i n a | 281<br />
individuo y Dios, y que no debe tener alcance sobre las<br />
relaciones entre los seres humanos. Aún más, sostenía que<br />
el poder político emanaba del pueblo, y que el rey tenía que<br />
estar sometido a las leyes, dejando sin base cualquier<br />
determinismo religioso sobre el poder político. El Estado<br />
debía asumir y manejar las controversias entre los<br />
individuos, en el contexto de la pluralidad y la tolerancia,<br />
debido a la diversidad de opiniones e intereses entre los<br />
hombres, producto de los distintos caminos individuales en<br />
la búsqueda de la felicidad, donde el desacuerdo y los<br />
conflictos de intereses son inevitables.<br />
En su Carta sobre la Tolerancia, Locke expresa que<br />
un magistrado “nada tiene que decir en lo que respecta al<br />
bien de las almas de los hombres o sus preocupaciones<br />
referentes a la otra vida. Ha sido nombrado sólo para que<br />
procure una vida pacífica y cómoda a las personas en<br />
sociedad”.<br />
Sin embargo, Locke no escapa a las visiones<br />
excluyentes e intolerantes de su tiempo, ya que el abanico<br />
de posibilidades en que actúa su visión de tolerancia, se<br />
cierra a la participación de ateos y papistas, contra los que<br />
sostiene argumentos definitivamente descalificadores. Pero<br />
lo importante, más allá de sus contradicciones, es que<br />
Locke introduce en el pensamiento occidental la idea de<br />
tolerancia como un valor y una práctica social y política,<br />
que se sustenta en el respeto a la diversidad y a la<br />
convivencia de los credos.
P á g i n a | 282<br />
El siglo XVIII, en tanto, será rico en antecedentes<br />
que conducirán al laicismo, en el contexto del mundo<br />
occidental, porque sobreviene una gran eclosión reflexiva,<br />
frente a los resultados dramáticos de las guerras religiosas,<br />
y el uso de la fe como elemento de poder. Ello es<br />
coincidente, desde luego, con la emergencia de los Estados<br />
nacionales, y el proceso de configuración del Estado<br />
Moderno. Recordemos que es, en ese siglo, cuando aparece<br />
la Ilustración, que viene a ser el primer intento de<br />
establecer una cultura laica en Europa, que se construye al<br />
margen del determinismo religioso, y donde las virtudes<br />
humanas son referenciadas en una práctica colectiva<br />
sustentada axiológicamente, y no en los contenidos<br />
coercitivos de la fe.<br />
Recordemos que es el siglo donde los filósofos, y no<br />
los teólogos, señalan las ideas fuerzas de la reflexividad<br />
humana, y el debate pasa a ser un factor constituyente del<br />
hacer sociedad, lejos de las respuestas absolutas de los<br />
sacerdotes para todo evento humano. La Ilustración libera<br />
la vida y las actuaciones humanas de las autoridades<br />
confesionales, dejando los temas de la fe en el ámbito<br />
reflexivo de cada cual. De este modo, el orden sobrenatural<br />
deja de ser relevante en las cuestiones cotidianas y nace el<br />
librepensamiento.<br />
La realidad, como consecuencia, es lo que se puede<br />
demostrar con la razón, pues la razón es la única que puede<br />
conocer e interpretar la realidad. Los dogmas son<br />
sometidos al libre examen, y la mirada en torno a Dios se
P á g i n a | 283<br />
da en la libertad de cada individuo, al margen del rol de<br />
sacerdotes o mediadores de cualquier tipo. A esta<br />
concepción de la relación con Dios se llamará deísmo, una<br />
religión natural conforme a la razón y que excluye toda<br />
revelación, donde cada hombre puede dar culto a Dios en<br />
la forma que lo considerara conveniente.<br />
Es el periodo en que una parte importante de la<br />
Iglesia Católica se resigna ante el poder absolutista de los<br />
príncipes, cuando el feudalismo se debilita, y se produce la<br />
gestación de los Estados nacionales europeos, irrumpiendo<br />
con especial fuerza aquella doctrina antipapista – el<br />
regalismo – que pone a las estructuras religiosas bajo el<br />
poder político de los reyes, inhibiendo la intervención<br />
romana del jefe de la Iglesia Católica.<br />
Los antecedentes del regalismo se encuentran en la<br />
época carolingia, como lo recordara Antonioletti: “Al<br />
coronar Emperador a Carlomagno, el Papa León<br />
reconoció solemnemente en el Emperador la dignidad<br />
espiritual del poder político. Según el testimonio de<br />
Eginhard, después que Carlomagno fue consagrado y<br />
aclamado de acuerdo a la fórmula "A Carlos Augusto,<br />
coronado' por Dios, grande y pacífico emperador de los<br />
Romanos, vida y victoria", el Papa se prosternó (adoravit)<br />
ante Carlos "según el rito establecido en el tiempo de los<br />
antiguos Emperadores" 4 .<br />
4 “Los fundamentos doctrinarios del Estado Laico”. Mario Antonioletti. Chile,<br />
1958.
P á g i n a | 284<br />
Sabemos que la relación de los credos con el poder<br />
político, producto del regalismo, será un factor<br />
determinante en la consolidación de los Estados nacionales,<br />
fuesen estos católicos o protestantes. Recordemos que<br />
Febronio, obispo de Tréveris, sostendrá que la autoridad<br />
original de la Iglesia reside en los fieles y que el Papado no<br />
tenía jurisdicción sobre la Iglesia, y que los obispos eran<br />
delegados de la comunidad. En el mismo contexto, el<br />
protestantismo luterano no se inclinaría ante la autoridad<br />
del Papa, pero se inclinaría ante la autoridad del Estado,<br />
que consideraba instituido por Dios.<br />
Lo relevante del regalismo, es que pone las<br />
cuestiones de la fe instituida y estructurada, bajo el poder<br />
temporal y el determinismo secular, donde las cuestiones<br />
del Estado vienen a ser necesidades determinantes en el<br />
poder político, y las iglesias deben converger en ese mismo<br />
propósito. Desde luego, en esa lógica absolutista era<br />
impensable una diversidad en el plano de las opciones<br />
religiosas y la religión oficial era una necesidad que<br />
caracterizaba el modelo de Estado.<br />
El derrumbe del absolutismo, de manera importante,<br />
significará también el derrumbe de las religiones oficiales.<br />
La Revolución Francesa y el liberalismo ponen en<br />
evidencia cuestiones que son fundamentales para la<br />
existencia de la primera generación de las libertades<br />
humanas.
P á g i n a | 285<br />
La Declaración de los Derechos del Hombre y del<br />
Ciudadano de 1789, definía los como elementos básicos en<br />
tales derechos las libertades individuales, de pensamiento,<br />
de prensa y de credo, y la igualdad en los ámbitos<br />
legislativo, judicial y fiscal. En su Artículo 3, establecía<br />
que solo la nación era la fuente de toda soberanía, y que<br />
ningún individuo ni ninguna corporación podían ser<br />
revestidos de autoridad alguna que no emanara<br />
directamente de ella. Luego, en su Artículo 5, señalaba que<br />
la ley sólo debía prohibir las acciones que fuesen<br />
perjudiciales a la sociedad, y que aquello que no está<br />
prohibido por la ley no debía ser conculcado. En su<br />
Artículo 10, consagraba que ningún hombre debía ser<br />
molestado por razón de sus opiniones, ni aun por sus ideas<br />
religiosas, siempre que al manifestarlas no causaran<br />
trastornos del orden público establecido por la ley.<br />
Este mismo aspecto está presente en la fundación<br />
nacional de Estados Unidos y la Carta de Derechos de<br />
1791, al aprobarse la Primera Enmienda a la Constitución<br />
aprobada en 1787. La Primera Enmienda establece uno de<br />
los pilares del carácter laico del sistema político<br />
norteamericano, que tendrá un trascendente impacto en la<br />
historia occidental, y en la formulación del laicismo como<br />
doctrina universal, al señalar: “El Congreso no hará ley<br />
alguna por la que adopte una religión como oficial del<br />
Estado o se prohíba practicarla libremente, o que coarte la<br />
libertad de palabra o de imprenta, o el derecho del pueblo
P á g i n a | 286<br />
para reunirse pacíficamente y para pedir al gobierno la<br />
reparación de agravios”.<br />
Ambos procesos – la Revolución Francesa, en su<br />
corolario doctrinario especificado en la Declaración de los<br />
Derechos del Hombre y del Ciudadano, y la Independencia<br />
de los Estados Unidos, en su corolario doctrinario que se<br />
expresa en la Carta de Derechos de 1791, – son la<br />
referencia obligada para establecer el fundamento moderno<br />
de una doctrina laicista, desde el punto de vista de la<br />
consolidación de las convenciones que hacen posible la<br />
existencia de derechos fundamentales de las personas, entre<br />
los cuales prioritariamente está su libertad de conciencia.<br />
Paralelo a los grandes procesos de liberación<br />
espiritual y política, que suceden con el Siglo de las Luces,<br />
y que tienen su raíz en el Renacimiento, sobreviene el<br />
desarrollo de la ciencia, que pondrá en jaque muchas de las<br />
afirmaciones que establecen predominio cultural a partir de<br />
definiciones del credo religioso. Tanto el pensamiento<br />
científico como la filosofía, establecen la idea general de<br />
que el hombre puede comprenderlo todo a través de su<br />
inteligencia, y que solo es real aquello que puede ser<br />
entendido por la razón.<br />
El rápido desarrollo de la ciencia, a través de la<br />
experimentación del conocimiento, irá cuestionando no<br />
solo las afirmaciones rotundas de quienes administraban la<br />
fe – recordemos el “y sin embargo se mueve” galileano -,<br />
sino también irán construyendo una ética nueva en el
P á g i n a | 287<br />
desenvolvimiento entre las cuestiones de la fe y las<br />
cuestiones de los hombres.<br />
La consolidación de la ciencia en el siglo XIX, como<br />
un camino para la superación de los males que afectan el<br />
transcurrir del hombre y para comprender los fenómenos<br />
que señalan su entorno, provocará un cambio sustancial en<br />
las referencias del hombre, que constata que en la visión<br />
teológica no están todas ni las mejores respuestas para<br />
enfrentar las cuestiones del cotidiano vivir.<br />
La ciencia abre los caminos para el desarrollo de la<br />
técnica y el desarrollo de tecnologías, que equidistarán<br />
constantemente de la lógica de la fe, hasta el punto que las<br />
religiones terminarán reaccionando negativamente frente a<br />
cada nuevo progreso del conocimiento y sus consecuencias<br />
seculares.<br />
El conocimiento científico y la filosofía, ponen sobre<br />
el tapete del nuevo “ethos” que ellos conciben, la cuestión<br />
de la libertad de conciencia, una de las referencias<br />
determinantes en la configuración futura del laicismo, la<br />
que fue atacada agresivamente por el papado, a través de<br />
Gregorio XVI, que en su encíclica Mirari Vos del 15 de<br />
agosto de 1832, afirma: “De esa cenagosa fuente del<br />
indiferentismo mana aquella absurda y errónea sentencia<br />
o, mejor dicho, locura, que afirma y defiende a toda costa<br />
y para todos, la libertad de conciencia. Este pestilente<br />
error se abre paso, escudado en la inmoderada libertad de<br />
opiniones que, para ruina de la sociedad religiosa y de la<br />
civil, se extiende cada día más por todas partes…”.
P á g i n a | 288<br />
La enorme ruptura espiritual y social que imponen<br />
los procesos explicitados, conducirán inexorablemente a la<br />
separación de la Iglesia y el Estado, que marcarán la<br />
definición certera sobre la conveniencia de desligar al<br />
Estado Moderno de todo determinismo religioso. Un<br />
proceso que se inicia ya con la Revolución Francesa y la<br />
Independencia de Estados Unidos, pero que, a pesar de sus<br />
resultados evidentemente favorables, ha enfrentado<br />
enormes dificultades para imponerse, especialmente en<br />
aquellos países donde los poderes fácticos teológicos,<br />
campean en la imposición de sus puntos de vista, a través<br />
del control del poder político y económico.<br />
Países donde se han consolidado una<br />
institucionalidad laica de enormes beneficios para su<br />
desarrollo social, luego de profundos y dolorosos procesos,<br />
han visto una regresión hacia el predominio de cierta<br />
hegemonía religiosa, con todos los efectos sobre las<br />
libertades de conciencia que ello implica. Chile ha vivido<br />
esa experiencia regresiva, y es lo que nos ha llevado a<br />
retomar las banderas del laicismo.<br />
CAPITULO 3.<br />
LA LIBERTAD DE CONCIENCIA, BASE DE TODAS<br />
LAS LIBERTADES.<br />
El aspecto central que establece la razón del laicismo<br />
en el debate de las ideas y el esfuerzo por la construcción<br />
de una sociedad pluralista, que pueda dar cuenta integral de
P á g i n a | 289<br />
la diversidad que compone el colectivo societario,<br />
respetando las distintas visiones valóricas, éticas o<br />
filosóficas, donde la tolerancia sea una práctica efectiva<br />
que asuma las diferencias, es el aseguramiento de la<br />
libertad de conciencia, el derecho a ejercerla sin<br />
protectorados ni tutelajes de ningún tipo, que pretendan la<br />
verdad en forma exclusiva y exclusivista.<br />
El factor omnipresente en este debate por la libertad<br />
de conciencia, es la confrontación de ideas con quienes<br />
administran el mundo de los creyentes, no porque hay una<br />
predisposición contra las personas de fe, sino por el efecto<br />
que produce la propensión de las iglesias a imponer su<br />
verdad como la “buena nueva” que debe ser asumida por<br />
toda la sociedad.<br />
Esa propensión, en tanto fuese de carácter misional,<br />
no tendría alcance ni importancia en ese debate, porque no<br />
puede concebirse una idea religiosa que no pretenda la<br />
universalidad y la proclamación de su credo a todo el<br />
colectivo social. La “buena nueva” de la fe es lo que da<br />
sentido a un mensaje de revelación, y que hace sublime la<br />
condición religiosa, para quien encuentra en ella la<br />
respuesta espiritual a su inserción en la vida.<br />
De allí que el derecho a creer esté consagrado por<br />
distintas convenciones que se ha dado el mundo civilizado,<br />
y la difusión de los credos, como toda convicción de<br />
conciencia que quiera ser transmitida al colectivo social, es<br />
propia de los derechos de expresión y asociación.
P á g i n a | 290<br />
Pero, el derecho a la libertad de conciencia, está<br />
también establecido a través de tales convenciones, siendo<br />
la más relevante la Declaración Universal de los Derechos<br />
Humanos, proclamados por la Asamblea General de las<br />
Naciones Unidas de 1948.<br />
Y es la libertad de conciencia el marco o el soporte<br />
en el cual se contienen o sostienen todas aquellas libertades<br />
que son propias de las opciones de la conciencia de la<br />
persona humana: el derecho a creer o no creer, la opción<br />
ética, la opción política, la opción filosófica, el derecho a<br />
expresar tales opciones, etc.<br />
Las convenciones de derechos humanos conciben al<br />
hombre individual como una conciencia libre y como una<br />
voluntad autónoma, al que se le reconoce la facultad de<br />
pensar y obrar libremente, capaz de reconocer tales<br />
derechos como propios, reclamando su ejercicio. Esa<br />
reclamación individual establece la irrenunciabilidad social<br />
y política del derecho de conciencia y lo pone en la<br />
cabecera de todos los derechos fundamentales.<br />
Sin embargo, las religiones tienden a poner en el<br />
centro de la discusión, frente al Estado y sobre el Estado, a<br />
aquella que consideran la más fundamental de las<br />
libertades: la libertad de religión, y asumen que el Estado y<br />
la sociedad debe propender preferentemente a garantizar<br />
ese ejercicio.<br />
Una muestra de ello – solo como un antecedente<br />
casuístico, entre los muchos que podemos citar - es lo<br />
sucedido en Chile con la creación, a través de Ministerio de
P á g i n a | 291<br />
Salud, del servicio de asistencia espiritual a los enfermos<br />
en los hospitales del sistema público de salud. Se formó un<br />
grupo de trabajo para organizar el servicio de asistencia<br />
espiritual a los enfermos, al cual se invitó a todas las<br />
religiones. Algunas de ellas presentan una presencia<br />
nacional inferior al 1% de la población. Desde luego, no es<br />
un tema de porcentajes, y es valorable que ello así sea. Sin<br />
embargo, ninguno de los participantes en ese grupo de<br />
trabajo, ni la autoridad política del Estado, tomó en<br />
consideración que en los hospitales hay personas no<br />
creyentes que también requieren asistencia espiritual.<br />
¿Cuál ha sido el derecho que ha prevalecido en ese<br />
acuerdo entre las iglesias y el Estado: el derecho a ejercer<br />
la libertad de conciencia o el derecho a ejercer la libertad<br />
religiosa<br />
Lo propio ha ocurrido hace poco en las Fuerzas<br />
Armadas y de Orden, donde se ha reconocido el derecho de<br />
las iglesias protestantes o evangélicas a tener capellanes de<br />
su credo, para la asistencia espiritual de sus integrantes.<br />
Nuevamente instituciones del Estado pisotean los derechos<br />
a la libertad de conciencia, porque, al garantizar solo uno<br />
de los derechos de conciencia, atropellan el derecho de<br />
conciencia en su contexto integral. Y garantizo que en esas<br />
instituciones hay personas que legítimamente no profesan<br />
credo alguno.<br />
¿Cuál ha sido el derecho que ha prevalecido en ese<br />
acuerdo entre las iglesias y esas instituciones del Estado: el
P á g i n a | 292<br />
derecho a ejercer la libertad de conciencia o el derecho a<br />
ejercer la libertad religiosa<br />
El censo de 2002, sin embargo, estableció que un 7%<br />
de la población no profesa religión alguna, y en relación al<br />
censo anteriormente, se advierte que hay un crecimiento de<br />
ese porcentaje, así como de quienes profesan religiones<br />
protestantes o evangélicas. Entonces, la opción de<br />
conciencia de los que no profesan religión alguna, hoy<br />
constituye el tercer porcentaje nacional frente al hecho<br />
religioso, después de católicos y evangélicos, pero el<br />
Estado no considera sus derechos.<br />
Teniendo presente los aspectos que hemos señalado,<br />
el pensamiento laico sostiene que el derecho a ejercer la<br />
libertad de conciencia es anterior y fundante de cualquier<br />
libertad de conciencia, y cualquier derecho de conciencia<br />
se sostiene y tributa en la libertad de conciencia que los<br />
contiene a todos, y todos ellos deben ser asumidos y<br />
contenidos en la ley. Solo hay igualdad ante la ley, y la ley<br />
es efectivamente igualitaria, cuando asume que la<br />
diversidad de conciencia es un hecho que contiene variadas<br />
y múltiples opciones.<br />
Cuando la ley privilegia una de las libertades de<br />
conciencia, abstrayéndose de otras, no es una ley igualitaria<br />
ni es una ley justa. En la consagración de los derechos la<br />
igualdad ante la ley implica una condición de justicia y<br />
equidad, donde todos son reconocidos en sus derechos y<br />
deberes.
P á g i n a | 293<br />
CAPITULO 4.<br />
CONTENIDO CONCEPTUAL <strong>DEL</strong> <strong>LAICISMO</strong>.<br />
El laicismo como doctrina, deviene de “laico”,<br />
concepto que la Real Academia Española de la Lengua ha<br />
empobrecido de una manera poco decorosa, sin duda bajo<br />
influencias no proclives a la profundización etimológica<br />
que ha dado el devenir histórico. Laico, bajo esa<br />
comprensión es aquello que no tiene carácter sacerdotal o<br />
que no depende de una opinión confesional.<br />
Sin embargo, a pesar de lo pobre de la definición de<br />
la RAE, es importante que señale como significación de<br />
laico a aquello “que no depende de una opinión<br />
confesional”, ya que allí está uno de los meollos del uso<br />
ficticio que hoy le dan los católicos al concepto, donde<br />
“laico” viene a equivaler a “no sacerdotal”, cuando en<br />
realidad lo laico en el uso universal viene a representar la<br />
“no dependencia” de lo religioso.<br />
Efectivamente, la experiencia y la realidad observada<br />
en los últimos dos siglos, nos permite comprobar que lo<br />
laico se relaciona con la independencia frente al hecho<br />
religioso en el proceso del hacer político, es decir, con<br />
aquello que tiene que ver con la forma como se estructuran<br />
las sociedades en su institucionalidad política, y como ello<br />
se refleja en los poderes del Estado.<br />
Mario Antonioletti, un destacado intelectual laicista<br />
chileno, de mediados del siglo XX, reconocía un origen<br />
católico en el concepto, al señalar que “la palabra "laico"
P á g i n a | 294<br />
(del griego "laos", pueblo) significa "hombre del pueblo" y<br />
dentro del movimiento re1igioso cristiano se usó para<br />
designar a quienes eran simplemente fieles, a los simples<br />
miembros de la "ecclesia" (asamblea, comunidad), sobre<br />
los cuales se destacaban los diáconos (servidores,<br />
administradores), los presbíteros (ancianos), y los<br />
“epíscopos” u obispos (del griego "epíscopo", vigilante),<br />
que fueron constituyendo la orden sacerdotal” 5 .<br />
Es lo que ha dado pábulo para que los católicos en<br />
particular, infieran que los laicos son aquellos que<br />
simplemente no son sacerdotes. Sin embargo, el desarrollo<br />
del concepto, producto de la experiencia humana, da cuenta<br />
de que el concepto, por la propia práctica, ha ido<br />
conteniendo una idea de mayor alcance, producto de la<br />
naturaleza misma de los planos en que se encuentran los<br />
simples fieles, en su secularismo, y la labor de quienes<br />
ejercen el ministerio y administran la fe.<br />
Lo laico, antes que todo, es efectivamente una<br />
categoría política, especialmente cuando observamos lo<br />
que ocurre en muchos países donde el confesionalismo ha<br />
introducido un quiebre en la convivencia interna y externa<br />
de no pocas comunidades nacionales.<br />
Así, el término “laico” indica a las personas, a los<br />
integrantes de una comunidad política, a la complejidad de<br />
5 “Los fundamentos doctrinarios del Estado Laico”. Mario Antonioletti. Chile,<br />
1958.
P á g i n a | 295<br />
grupos que en esa comunidad se expresan, y a las<br />
estructuras del poder político, que son independientes de<br />
toda actividad u organización religiosa. Laico es un<br />
carácter y una posición, como lo es también una condición<br />
y una calidad.<br />
El belga Guy Haarscher sostiene, por ejemplo que,<br />
“un Estado "laico", en el sentido más amplio del término,<br />
no privilegia ninguna religión ni concepción ideal de vida,<br />
garantizando la libre expresión de todas, dentro de ciertos<br />
límites”. Ello nos plantea la relación con el origen<br />
etimológico deveniente del laos griego, el pueblo, el cual<br />
es constituyente del Estado en toda su expresión múltiple y<br />
en toda su complejidad, donde el poder político se genera y<br />
descansa en todos sus amplios, diversos y divergentes<br />
componentes, y no solo en aquellos que tengan cierta<br />
particularidad y peculiaridad.<br />
Savater, en tanto, en su divulgado artículo<br />
“Laicismo, cinco tesis”, disponible en diversos sitios en<br />
Internet, plantea: “En la sociedad laica tienen acogida las<br />
creencias religiosas en cuanto derecho de quienes las<br />
asumen, pero no como deber que pueda imponerse a nadie.<br />
De modo que es necesaria una disposición secularizada y<br />
tolerante de la religión, incompatible con la visión<br />
integrista que tiende a convertir los dogmas propios en<br />
obligaciones sociales para otros o para todos”.<br />
El mismo Savater, en una monografía “La laicidad<br />
explicada a los niños”, se explaya de una manera decisiva<br />
para la conceptualización moderna al decir que el laicismo,
P á g i n a | 296<br />
es “el reconocimiento de la autonomía de lo político y civil<br />
respecto a lo religioso, la separación entre la esfera<br />
terrenal de aprendizajes, normas y garantías que todos<br />
debemos compartir y el ámbito íntimo (aunque<br />
públicamente exteriorizable a título particular) de las<br />
creencias de cada cual. La liberación es mutua, porque la<br />
política se sacude la tentación teocrática pero también las<br />
iglesias y los fieles dejan de estar manipulados por<br />
gobernantes que tratan de ponerlos a su servicio, cosa que<br />
desde Napoleón y su Concordato con la Santa Sede no ha<br />
dejado puntualmente de ocurrir…”.<br />
En un artículo publicado por la revista “Occidente”,<br />
en octubre de 2005, el destacado dirigente laicista español,<br />
Juan Francisco González Barón, recordaba una frase de<br />
Norberto Bobbio, que expresara: “El espíritu laico no es en<br />
sí mismo una nueva cultura, sino la condición para la<br />
convivencia de todas las posibles culturas. La laicidad<br />
expresa más bien un método que un contenido”.<br />
Lo laico, como acto y hecho político, deviene en<br />
doctrina, en la medida que debe transmitirse a una<br />
comunidad política, es decir a un pueblo o sociedad que<br />
debe estructurarse políticamente. Es lo que conocemos<br />
como laicismo, doctrina que defiende o promueve la<br />
independencia de las personas y de la sociedad en su<br />
conjunto, que se expresan políticamente, frente a la<br />
pretensión hegemónica de los dogmas.<br />
El español Gonzalo Puente Ojeda, referente obligado<br />
para la dimensión del laicismo contemporáneo, el sistema
P á g i n a | 297<br />
de ideas que lo define, no puede asimilarse a una ideología:<br />
“el laicismo, como sector relevante de un sistema de ideas,<br />
se fundamenta en una ontología, en una filosofía y en una<br />
antropología específica”.<br />
El laicismo es más que la separación de la Iglesia y<br />
del Estado, puesto que sostiene un compromiso ineludible,<br />
en cuanto a posibilitar las condiciones políticas, jurídicas y<br />
sociales idóneas para el pleno ejercicio de la libertad de<br />
conciencia, carácter que lo enfrenta inevitablemente a toda<br />
configuración del Estado, del gobierno o de la sociedad<br />
civil que anule o restrinja dicha libertad en cualquiera de<br />
sus manifestaciones.<br />
Los principios laicistas postulan la protección de la<br />
conciencia libre del individuo y de su privacidad,<br />
desalojando radicalmente de la res publica toda pretensión<br />
de instaurar en ella un régimen normativo privilegiado a<br />
favor de un sistema de creencias, que aspire a hegemonizar<br />
las instituciones del poder político, económico o social,<br />
para ponerlas al servicio de alguna supuesta revelación<br />
sagrada o mandato divino.
P á g i n a | 298<br />
MULTILATERALISMO Y <strong>LAICISMO</strong>.<br />
La Humanidad atraviesa una etapa determinante para<br />
su sobrevivencia. Lo que sus líderes hagan en los próximos<br />
20 años será decisivo para salvar el planeta – la casa de<br />
todos, más allá de sus ideas y sus culturas particulares -, de<br />
las amenazas que se ciernen producto de la propia acción<br />
humana. Salvo miradas apocalípticas de sesgo religioso,<br />
nadie está dispuesto a legar a sus nietos un planeta que<br />
comienza a morir para la vida animal y vegetal. La vida –<br />
no solo humana – es una oportunidad que hace el sentido<br />
de humanidad, y la comunidad internacional ha hecho<br />
muchos esfuerzos para preservarla de la guerra, de la<br />
extinción y de las amenazas que pueden poner en riesgo su<br />
continuidad, aun cuando queda demasiado por hacer.<br />
De lo que se ha hecho, podemos considerar desde los<br />
tratados sobre la guerra en el siglo XIX, hasta los tratados<br />
que tienen que ver con el cambio climático hoy, pasando<br />
por aquellos que se producen luego de la Segunda Guerra<br />
Mundial, que aseguran los derechos humanos y establecen<br />
organismos jurisdiccionales de carácter internacional, para<br />
distintas materiales tales como las relaciones comerciales,
P á g i n a | 299<br />
tribunales internacionales para resolver distintas materias,<br />
especialmente los delitos de lesa humanidad, en fin.<br />
Múltiples convenciones, foros, tratados y acuerdos,<br />
configuran una amplia trama de diálogos que han<br />
posibilitado avanzar hacia concepciones comunes frente a<br />
los problemas de la Humanidad.<br />
No ha sido una tarea fácil. Recordemos que estos<br />
avances se han realizado en medio de conflictos<br />
gravísimos, guerras mediante incluso, pero que no han<br />
impedido que la lógica del sentido común se imponga,<br />
permitiendo pequeños avances que en el contexto del<br />
tiempo, la suma de ellos permite reconocer lo mucho que<br />
se ha avanzado, desde luego, en algunos ámbitos más que<br />
en otros.<br />
Los caminos relacionales en el último siglo.<br />
Las lógicas en que la comunidad internacional ha<br />
construido estos consensos, no han sido fáciles de sortear,<br />
producto de los factores de poder que se manifiestan en los<br />
distintos escenarios en que los países expresan sus<br />
intereses. Nuestra generación y la que nos precedió fue<br />
testigo del mundo bipolar que surgió producto de la<br />
Conferencia de Yalta, considerada históricamente como la<br />
madre de la guerra fría, y de un mundo que estuvo<br />
marcado por una confrontación que se expresaba<br />
localmente en distintas partes del planeta, de lo cual
P á g i n a | 300<br />
nuestro país no pudo escapar entre 1970 y 1973, a pesar de<br />
su distancia respecto de los centros de poder internacional.<br />
De alguna manera, frente a ese escenario, un<br />
conjunto de países pobres trató de levantar una lógica<br />
tripartita, a partir de la Conferencia de Bandung en 1955.<br />
Muchos de los países que convocaron a esta visión, habían<br />
surgido como naciones producto de la lucha contra el<br />
colonialismo o de la reciente guerra mundial (India,<br />
Yugoeslavia, Egipto, Indonesia, etc.), y se declararon no<br />
alineados frente a la visión bipolar impuesta en Yalta. El<br />
movimiento de países tercermunista no tuvo éxito, porque,<br />
de una u otra manera, cada cual terminó alineándose en<br />
algún momento en la lógica bipolar. Chile, bajo el gobierno<br />
de Allende, se sumó a esa propuesta, como consecuencia<br />
de una política internacional que buscaba relaciones<br />
diplomáticas con todos los países del mundo.<br />
El derrumbe del Pacto de Varsovia, y la desaparición<br />
de la Unión Soviética, trajo como resultado dos<br />
perspectivas que se han venido confrontando en el ámbito<br />
relacional, y que dan cuenta de comprensiones distintas del<br />
mundo en que vivimos, y de cómo debe desenvolverse la<br />
comunidad de naciones frente al escenario globalizado que<br />
determina la realidad internacional. Por un lado, la potencia<br />
que logra imponerse en la pugna bipolar – Estados Unidos<br />
– ha pretendido imponer una lógica unipolar o monopolar,<br />
que se fundamenta en la idea cultural greco-romanamedioeval<br />
del centro del mundo, y que se expresa en la<br />
pretensión de que Estados Unidos está llamado a regir los
P á g i n a | 301<br />
destinos globales, por su mayor capacidad económica y<br />
militar.<br />
Frente a ello, se ha levantado la visión multilateral,<br />
que reconoce la enorme diversidad de intereses<br />
económicos, políticos, culturales, e incluso<br />
civilizacionales, que presenta el mundo de hoy, y que<br />
deben ser reconocidos como protagonistas de una nueva<br />
concepción del escenario internacional, donde no todos los<br />
caminos conducen a Roma, y donde hay una trama<br />
compleja de identidades dialogantes que pretenden ser<br />
reconocidas en su diversidad.<br />
Sin embargo, los orígenes del multilaterialismo no se<br />
encuentran en el resultado dicotómico del ejercicio<br />
unilateral que sobreviene luego del fin de la guerra fría,<br />
sino que viene a ser consecuencia de los procesos políticos<br />
y económicos posteriores a la Segunda Guerra Mundial,<br />
donde se promueven diversas instancias de diálogo<br />
internacional, que buscaron consolidar las posiciones de las<br />
potencias hegemónicas. En ese contexto están aquellas<br />
instancias que pretendieron ser reconocidas como<br />
expresivas de esa voluntad: la Organización de Nacionales<br />
Unidas (ONU), la Organización Mundial de Comercio<br />
(OMC), el Fondo Monetario Internacional (FMI), el<br />
Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros, conocido por<br />
sus siglas en inglés GATT, y las múltiples conferencias<br />
internacionales sectoriales, promovidas por la ONU. En ese<br />
contexto, políticas propuestas por Estados Unidos para<br />
promover la liberalización de los mercados, dieron pie para
P á g i n a | 302<br />
lograr un protagonismo más diverso de las economías<br />
locales, en un escenario libre de los proteccionismos que<br />
imponían las lógicas de los mercados regionales o<br />
subregionales. Lo propio hizo la ex Unión Soviética para<br />
consolidar influencias más allá de su zona de dominio. Los<br />
alineamientos frente a la pugna bipolar llevaron,<br />
inevitablemente, a un multilaterialismo funcional a los<br />
intereses en pugna.<br />
Sin embargo, ante la complejización de un escenario<br />
internacional, donde Estados Unidos bajo los gobiernos<br />
republicanos emergió con una pretensión de liderar la aldea<br />
global, se constata que las estructuras que hicieron posible<br />
el multilateralismo de la postguerra, queda solo como<br />
expresión de un formalismo inefectivo, donde las premisas<br />
impuestas siempre han estado en aquellos que tienen el<br />
poder económico y militar, lo cual fue desencadenando la<br />
ineficacia de los ordenamientos relacionales. La<br />
Organización de las Naciones Unidas (ONU), expresión<br />
fundamental del multilateralismo ha sido muchas veces<br />
sobrepasada, cuando no atropellada, por el interés<br />
unilateral de Estados Unidos y sus aliados, como lo<br />
demostró dramáticamente la invasión de Irak.<br />
En ese contexto, lo que viene a ser característico por<br />
parte de las conductas de los Estados poderosos es la<br />
multipolaridad, un carácter relacional donde se impone la<br />
práctica salvaje de una realidad internacional en que no se<br />
requiere de reglas sino de capacidades de coexistencia o de<br />
confrontación, según las posibilidades que cada cual tenga
P á g i n a | 303<br />
para enfrentar las crisis o las divergencias. En esa lógica,<br />
las principales potencias pretenden la consolidación de su<br />
hegemonía, tanto por sus capacidades económicas, como<br />
por su capacidad de actuar, si lo desean, al margen del<br />
derecho y las instituciones internacionales.<br />
No solo se trata de un accionar de los Estados, sino<br />
también de las empresas globales, las que exigen ahora<br />
derechos universales – de inversión, comercio y libertad<br />
financiera -, que demandan como consecuencia de su poder<br />
financiero y tecnológico. Estas corporaciones no tienen, no<br />
reconocen, ni aceptan, establecer deberes con las<br />
sociedades en las que operan, equivalentes a los que<br />
observan en sus países de origen. Ante ello, quienes no<br />
tienen ese poder, observan con preocupación, que los<br />
gobiernos de los países menos poderosos y las instituciones<br />
multilaterales, vienen a ser instancias irrelevantes para la<br />
toma de decisiones sobre el curso de los procesos<br />
internacionales.<br />
Sin embargo, la necesidad de mirar al mundo como<br />
una expresión de intereses múltiples, donde éstos intereses<br />
se regulen sobre la base del derecho y de la civilización,<br />
donde no solo importen las determinaciones de los países o<br />
corporaciones más poderosas, donde prime la lógica del<br />
respeto a las diversidades, y donde se comprueba que<br />
estamos ante amenazas que pueden traer consecuencia<br />
irreversibles para todos, ha repuesto la idea de hacer del<br />
multilateralismo un instrumento eficaz para resolver las<br />
controversias y para entender que hay crisis que aún los
P á g i n a | 304<br />
más poderosos no están en condiciones de conjurar sino<br />
con el concurso mancomunado de la comunidad<br />
internacional.<br />
Las amenazas planteadas por el cambio climático y<br />
el calentamiento que nos pueden llevar a una catástrofe<br />
ambiental irreversible, por la falta de alimentos, por<br />
enfermedades que pueden alcanzar niveles pandémicos,<br />
por la radicalización religiosa, por el tráfico de drogas, por<br />
la acción del terrorismo, por la especulación y la<br />
volatilidad financiera, etc. son cuestiones que requieren<br />
una participación de la multilateralidad que se refleja en la<br />
comunidad internacional.<br />
El carácter del multilaterismo.<br />
El Multilaterialismo que se espera para consolidar<br />
una gobernabilidad mundial, a diferencia del<br />
multipolarismo, implica muchos lados: los Estados, las<br />
comunidades diversas, las expresiones internacionales de la<br />
sociedad civil, organizaciones gubernamentales y no<br />
gubernamentales, las instituciones ciudadanas de diversos<br />
intereses, los grupos especializados, las corporaciones<br />
multinacionales, etc. La realidad del mundo de hoy exige la<br />
sujeción de todos a la ética, al imperio de la ley, el respeto<br />
de las diversidades civilizacionales y culturales, y la<br />
negociación como mecanismo de resolución de los<br />
conflictos.
P á g i n a | 305<br />
Su naturaleza es á-geográfica, y su definición<br />
sustancial pasa por dos perspectivas que se deberán<br />
resolver en su privilegio o complementarse en definitiva:<br />
una, que apunta a reglas estrictas que sean asumidas por los<br />
actores fundamentales de la comunidad internacional, y<br />
otro que apunta a privilegiar los comportamientos de esos<br />
actores en forma preeminente.<br />
Sus formas son poco definidas en sus perfiles, a<br />
medida que se aleja del centro que constituye la formalidad<br />
del encuentro intergubernamental, de la institucionalidad<br />
formada entre las naciones. Este último aspecto, se encarna<br />
en estructuras de carácter mundial, como lo es la ONU, por<br />
ejemplo, pero también en estructuras regionales, como el<br />
MERCOSUR, la Comunidad de Centro América y el<br />
Caribe, etc. Se encarna no solo en estructuras políticas,<br />
sino también es estructuras técnicas, en expresiones éticas<br />
y espirituales (como lo son las asociaciones internacionales<br />
que luchan por la protección del medio ambiente, que<br />
promueven los derechos humanos, que proponen<br />
comportamientos valóricos, las iglesias, los movimientos<br />
espirituales con teológicos, etc.).<br />
Sin embargo, a medida que se aleja del centro del<br />
poder político y de las instancias intergubernamentales, el<br />
multilateralismo puede alcanzar una gama muy variada de<br />
inter-relaciones e inter-relacionados, que escapa al<br />
formalismo político, lo cual puede ser la base para la<br />
consolidación de una cultura multilateral que sea
P á g i n a | 306<br />
contribuyente a la consolidación política de esta forma de<br />
mirar el mundo.<br />
Para Phillippe Moreau Defargues, los elementos<br />
claves del multilateralismo se fundamentan en los<br />
siguientes criterios: debe ser incluyente, ya que solo puede<br />
funcionar en forma efectiva si no deja nadie afuera; debe<br />
haber un espacio de reglas y procedimientos conocidos y<br />
acatados por todos; debe ser igualitario, confiriendo a todos<br />
y cada uno los mismos derechos y obligaciones; debe haber<br />
mecanismos efectivos para regular las discrepancias, sobre<br />
la base de la negociación, la mediación y el arbitraje. Su<br />
fundamento ético histórico descansa en transformar la<br />
selva de los intereses de los Estados, donde generalmente<br />
se imponen los más poderosos, en una sociedad de países<br />
donde cada uno reconoce el valor y el aporte del otro en<br />
objetivos mancomunados.<br />
Así, el multilateralismo descansa en la<br />
complementariedad, en la diversidad en su más amplio<br />
espectro, en el respeto irrenunciable a los tratados, en la<br />
consolidación de una estructura de gobernabilidad mundial,<br />
con organismos de control políticos y jurídicos; descansa<br />
en la prácticas que deben expresarse en una<br />
institucionalidad común, que nace de los tratados que<br />
buscan establecer comunes denominadores entre las<br />
distintas potencias. En este último aspecto, es importante la<br />
democracia como forma de organización política, el<br />
respeto a los derechos humanos, la solución pacífica y legal<br />
de los conflictos, el reconocimiento legal de las
P á g i n a | 307<br />
resoluciones que implican a todos aun cuando respondan a<br />
cuestiones de tipo sectorial.<br />
La importancia del laicismo en las relaciones<br />
multilaterales.<br />
En la consolidación del multilateralismo, sin duda, el<br />
laicismo viene a ser un elemento determinante en su<br />
fundamento y desarrollo, como lo ha sido históricamente<br />
en la fundación de una comunidad de naciones, que se hace<br />
realidad en la Organización de Naciones Unidas, después<br />
de la Segunda Guerra Mundial, y que, a pesar de sus<br />
defectos e insuficiencias, sigue siendo el foro de encuentro<br />
de países más relevante del mundo. En un planeta donde<br />
las realidades nacionales están determinadas, en muchos<br />
casos, por sociedades caracterizadas por el predominio de<br />
credos específicos, estos, al expresarse en las relaciones<br />
entre los Estados, pueden tener alcances profundamente<br />
contradictorios como lo hemos advertido en las décadas<br />
recientes.<br />
De hecho, geográficamente, la realidad mundial<br />
constata claramente la presencia de los credos<br />
predominantes en zonas específicas, y países donde hay<br />
credo oficial del Estado, respondiendo a procesos<br />
históricos propios de la realidad social o política de cada<br />
uno de ellos. Esa diversidad es imposible de incluir en un<br />
orden internacional común, si no hay prescindencia de las
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especificidades de los credos que puedan caracterizar a<br />
tales Estados.<br />
De hecho, la concepción de una comunidad<br />
internacional, como sociedad de Estados, tiene su origen en<br />
la reflexión que surge en el siglo XVII y XVIII, ante una<br />
realidad marcada por las guerras sostenidas en<br />
connotaciones religiosas, siendo la Guerra de los Treinta<br />
Años el antecedente más inmediato, que enfrentó<br />
cruentamente a Estados católicos y protestantes. Así,<br />
cuando Kant plantea su reflexión sobre la “paz perpetua”<br />
no lo hace sobre los fundamentos de un contrato afirmado<br />
en la fe común de los beligerantes o en ser hijos de un<br />
mismo credo, sino en la necesidad de una construcción<br />
racional de las relaciones entre Estados diversos y en la<br />
que la Naturaleza quiere a toda costa que el derecho<br />
conserve al fin la supremacía.<br />
Para Kant, “es el deseo de todo Estado -o de su<br />
príncipe- alcanzar la paz perpetua conquistando al mundo<br />
entero. Pero la Naturaleza «quiere» otra cosa. Se sirve de<br />
dos medios para evitar la confusión de los pueblos y<br />
mantenerlos separados: la diferencia de los idiomas y de<br />
las religiones. Estas diferencias encierran siempre en su<br />
seno un germen de odio y un pretexto de guerras; pero con<br />
el aumento de la cultura y la paulatina aproximación de<br />
los hombres, unidos por principios comunes, conducen a<br />
inteligencias de paz, que no se fundan y afirman, como el<br />
despotismo, en el cementerio de la libertad y en el
P á g i n a | 309<br />
quebrantamiento de las energías, sino en un equilibrio de<br />
las fuerzas activas, luchando en noble competencia”.<br />
Por otro lado, el comercio y las relaciones<br />
económicas, desde sus más remotos orígenes, han dado<br />
cuenta de una comprobación efectiva y reiterada: que el<br />
diálogo de intereses económicos es posible al margen de<br />
todo acento en relación a los credos. El intercambio<br />
comercial, desde los tiempos del trueque hasta las<br />
complejas condiciones del mundo global de nuestro<br />
tiempo, solo ha sido posible como efecto de una diversidad<br />
que se sustenta en actores que prescinden de la connotación<br />
religiosa. Cuando las relaciones comerciales se han<br />
dimensionado sobre la especificidad del credo el desenlace<br />
ha terminado siendo inevitablemente confrontacional.<br />
De suerte que, el laicismo es una práctica de la<br />
comunidad internacional, que se ha consolidado como<br />
aquella conducta objetiva de los países que hace posible las<br />
relaciones políticas y económicas, superando las<br />
particularizaciones de actores diversos, al punto que, sin<br />
una perspectiva laica en el diseño e implementación de las<br />
relaciones internacionales, estas no avanzarían hacia una<br />
verdadera comunidad de naciones o países.<br />
De hecho, no solo desde la perspectiva axiológica<br />
sino también desde el punto de vista del pragmatismo con<br />
que los distintos actores internacionales se expresan en las<br />
instancias de encuentro y tangibilización de intereses<br />
comunes o de intereses divergentes, el laicismo viene a ser<br />
un bien, que la tolerancia ha legado como una contribución
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al perfilamiento humanista del trato internacional y a la<br />
sanas práctica de la diplomacia y el diálogo entre los<br />
países.<br />
Por cierto, las experiencias que se derivan de<br />
acontecimientos recientes, donde el factor religioso se ha<br />
instalado en la proa de ciertas políticas norteamericanas y<br />
de ciertos movimientos políticos y gobiernos del Asia<br />
islámico, y que establecen el privilegio de la confrontación<br />
armada, han provocado retrocesos importantes para una<br />
comunidad internacional que debe enfrentar problemas<br />
dramáticos y cuyos efectos pueden alcanzar a todos,<br />
problemas de tal gravedad que inducirán a violentas<br />
confrontaciones, y donde la efectividad de los gobiernos y<br />
las estructuras nacionales de una considerable cantidad de<br />
países, se verán cada vez más superadas por el descontento,<br />
cuando no la desesperación, de grandes muchedumbres<br />
afectadas por la falta de agua, de alimentos y de<br />
condiciones de subsistencia elementales.<br />
El encuentro de soluciones para los problemas que<br />
tienen carácter planetario, requiere de la cooperación de<br />
todos y cada uno de los componentes que integran la<br />
compleja trama multilateral, y para que ella sea posible, la<br />
práctica laicista contribuye a soltar el nudo de uno de los<br />
problemas que tensionan la realidad intercivilizacional e<br />
internacional: la pretensión teológica de imponer su<br />
concepción de la verdad por sobre la diversidad y la<br />
tolerancia, por sobre el diálogo político, cultural y<br />
civilizacional.
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“Sostenemos que solo en la<br />
medida que el Estado esté<br />
liberado de funciones<br />
evangelizadoras,<br />
concientizadoras o misionales,<br />
podrá ir asumiendo en forma<br />
más efectiva su rol nacional y<br />
representativo del espíritu y la<br />
voluntad de la sociedad a la que<br />
le corresponde regir”<br />
“Un Estado laico está<br />
desvinculado de cualquier<br />
opción de fe, y ello se refleja de<br />
manera efectiva en las prácticas<br />
de sus órganos, que deben ser<br />
coherentes con los fundamentos<br />
constituyentes de esa<br />
concepción de organización<br />
política de un país o sociedad.<br />
En el Estado laico los credos<br />
adquieren derechos y<br />
oportunidades de difusión y<br />
práctica de sus ritos de acuerdo<br />
a las leyes, pero, ninguno de<br />
ellos puede utilizar las<br />
estructuras del Estado para<br />
imponer sus valores y<br />
concepciones sobre toda la<br />
sociedad”
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