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I. MUNICIPALIDAD<br />

DE VIÑA DEL MAR


Album de<br />

Viña del Mar


ALBUM DE VIÑA DEL MAR<br />

Recuerdos fotográficos de esta ciudad y breves reseñas<br />

de su progreso, recursos, clima, sociabilidad, edificios, etc.<br />

Año 1913.<br />

© Ediciones Altazor, de esta edición 2013<br />

Arlegui 646, local 1-B<br />

Tel. (56-32) 271 1391<br />

Viña del Mar<br />

www.altazorediciones.cl<br />

altazorediciones@yahoo.es<br />

isbn 978-956-9205-09-5<br />

Producción editorial:<br />

Altazor [ediciones & diseño]<br />

Impreso en:<br />

Gráfhika Impresores<br />

impreso en chile / printed in chile


Album de<br />

Viña del Mar<br />

Recuerdos fotográficos de esta ciudad y breves reseñas de su progreso,<br />

recursos, clima, sociabilidad y edificios.<br />

año 1913


Presentación<br />

E<br />

l <strong>libro</strong> que el lector tiene en sus manos corresponde a una reedición del Álbum<br />

de Viña del Mar, editado originalmente por el destacado abogado y periodista<br />

viñamarino Darío Risopatrón Barros.<br />

Para la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso es motivo de profunda satisfacción<br />

reeditar estos recuerdos fotográficos de 1913. En una versión ampliada y comentada<br />

bajo el cuidado de Ediciones Altazor, el Álbum contiene un valioso catastro<br />

iconográfico, que exhibe aspectos geográficos, sociales y arquitectónicos de una ciudad<br />

que, con posterioridad al terremoto de 1906, comienza a esbozar su carácter de<br />

“Balneario Ideal de Sud América”, el cual va a ir consolidándose –desde 1912– con la<br />

constitución de la “Sociedad Balneario Viña del Mar”.<br />

La satisfacción que nos produce obedece también a una cuestión de orden espacial.<br />

Desde mediados del siglo pasado, la presencia y el compromiso de la Universidad con<br />

Viña del Mar ha contribuido, no sólo al progreso y la sociabilidad de este valle junto al<br />

mar, sino también al cultivo de las artes, las ciencias, las técnicas, la investigación y<br />

el dinamismo cultural que se ha realizado en esta ciudad.<br />

Desde entonces, y hasta el presente, nuestra Facultad de Filosofía y Educación, que<br />

hoy alberga el área pedagógica y los estudios lingüísticos y literarios, preside el sector<br />

que hace un siglo atrás se denominaba El Tranque y que en la actualidad corresponde<br />

a la Laguna Sausalito.<br />

7


Del mismo modo, el Instituto de Arte de la PUCV se ubica próximo a la Plaza de Miraflores,<br />

en lo que fuera la Población Nuevo Miraflores que quedaba junto al antiguo<br />

Hipódromo y al sector de las caballerizas.<br />

Finalmente, el “Castillo” donde se encuentra nuestro Instituto de Historia está emplazado<br />

en una de esas antiguas Casonas y Palacios de la Calle Alvares, en la Población<br />

Vergara.<br />

Esta Casa de Estudios celebra el trabajo aquí realizado, puesto que persigue objetivos<br />

muy preciados para la Universidad. Estos son el rescate y la difusión del patrimonio<br />

cultural chileno y muy especialmente el de la región de Valparaíso.<br />

Los tiempos presentes exigen que las instituciones de educación superior contribuyan<br />

no sólo a construir ese pasado, sino también a preservar sus bienes culturales.<br />

En este sentido, este <strong>libro</strong> es una muestra del compromiso que desde hace muchos<br />

años la Universidad asumió con los estudios y ediciones que preservan la fotografía<br />

social y urbana del siglo XX. La presente edición constituye un acierto, toda vez que<br />

las imágenes centenarias contenidas en este Álbum están llamadas a formar parte de la<br />

memoria visual de quienes habitaron un determinado lugar: una ciudad-balneario que<br />

hoy es mucho más que la capital turística de Chile.<br />

Del mismo modo, esta obra pudiera permitir a un público general y especializado el<br />

acceso a ciertos aspectos de Viña del Mar que todavía falta por conocer. Confiamos<br />

que el presente esfuerzo editorial contribuirá con esa tarea.<br />

Claudio Elórtegui Raffo<br />

Rector<br />

Pontificia Universidad Católica de Valparaíso


V<br />

iña del Mar tiene una indudable identidad como el principal balneario chileno<br />

y, desde hace mucho tiempo, uno de los principales de la costa del Pacífico<br />

Sur, identidad asociada al verano y a una constante renovación para atraer al<br />

visitante. Eso bien lo sabemos en nuestra Municipalidad, y nuestros mejores esfuerzos<br />

van dirigidos a mantener ese interés.<br />

I. MUNICIPALIDAD<br />

DE VIÑA DEL MAR<br />

Sin embargo, no podemos olvidar que dicho sello tiene sus raíces en épocas ya<br />

lejanas,en que esta ciudad, aún pequeña, pero hermosa y elegante desde un principio,<br />

forjó su fama. Algunos de los vestigios de aquellos tiempos –casonas, mansiones,<br />

rincones de atmósferas especiales– aún perviven, y también son objeto de nuestra<br />

preocupación, canalizada a través de nuestra Unidad de Patrimonio.<br />

En el espíritu de este trabajo, dos de nuestras recientes publicaciones como son: “Viña<br />

del Mar, una mirada histórica, turística y patrimonial” y “Viña del Mar y su patrimonio”<br />

rescatan nuestra herencia y legado histórico, al mostrar el pasado y presente de<br />

nuestra ciudad en Chile y el extranjero.<br />

A ellos ahora se suma un nuevo título que, si bien sigue la misma línea, tiene un matiz<br />

distinto, ya que apuesta por el rescate de una antigua publicación, un trabajo que se ha<br />

convertido en un clásico: la reedición del “Album de Viña del Mar”, editado por Darío<br />

Risopatrón Barros, y publicado originalmente en 1913.<br />

Hoy convertido en una pieza de colección muy escasa y solicitada, esta obra tuvo la<br />

virtud de ser especialmente oportuna en retratar al entonces joven balneario en un<br />

9


momento en que florecía con especial vigor debido a una serie de circunstancias favorables,<br />

siendo una de sus máximas expresiones una bella arquitectura, que pasó a ser<br />

una de sus señas de indentidad a que hacíamos referencia.<br />

De esta manera, se da una feliz y armoniosa conjunción entre la naturaleza y la obra<br />

del hombre, a través de la adaptación de las últimas tendencias de la época en el arte<br />

de la construcción. Con el pasar de los años, muchos de estos chalets y mansiones han<br />

desaparecido, pero de todas maneras forman parte del patrimonio de la ciudad, en<br />

cuanto siguen siendo componentes de su pasado y perviven en la memoria colectiva<br />

como parte de la idiosincracia viñamarina.<br />

El que ésta haya sido una época de especial auge para nuestro balneario, justifica que<br />

la presente edición vaya además precedida de un estudio donde se explica el por qué<br />

y el cómo se dio este proceso que consolidó al entonces llamado “Versalles chileno”.<br />

Este solo nombre nos da la pauta de las influencias europeizantes que se hicieron sentir<br />

en su máxima expresión a comienzos del siglo XX, para dar paso a otros renovados<br />

paradigmas sobre la urbe balnearia, el ocio y el veraneo, que se impondrán en épocas<br />

posteriores.<br />

A un siglo de aparecido por primera vez este “álbum”, la presente nueva edición nos<br />

permite decir, con una satisfacción respaldada en la obra de nuestros ancestros, que<br />

Viña del Mar no es sólo una ciudad bella sino, podríamos agregar, centenariamente<br />

bella.<br />

Virginia Reginato Bozzo<br />

Alcaldesa de Viña del Mar<br />

10


Retratos de un esplendor<br />

1913 ¿Una fecha arbitraria?<br />

Puede ser o no obra de la casualidad el que la obra aquí reeditada, haya sido publicada<br />

originalmente el año 1913, hace casi un siglo ya, y se puede intuir que, como suele suceder,<br />

esto se hizo aquel año por razones circunstanciales, de confluencia de condiciones favorables.<br />

Seguramente se publicó cuando se pudo. Por lo demás, ese ha sido el sino del mundo<br />

editorial en nuestro país.<br />

Pero bien podría preguntarse el lector por qué este «Álbum de Viña del Mar» no se<br />

editó, por ejemplo, en 1910, año del Centenario, o bien, en una fecha como 1914, cuando<br />

se cumplían 40 años de autorización de este centro urbano como población. Pareciera una<br />

fecha arbitraria. No importa, porque, con la perspectiva del tiempo, esta obra se editó, simplemente,<br />

en una fecha oportuna por una razón concreta: esta ciudad se hallaba inmersa en<br />

un período de auge balneario, urbano y arquitectónico único en su historia.<br />

Único y –doloroso es constatarlo– de características de elegancia y refinamiento que<br />

quizá nunca se repitan.<br />

Derivada de lo anterior surge otra razón, que se puede encontrar en que su editor,<br />

Darío Risopatrón Barros, era un típico viñamarino hijo de su tiempo. Abogado de profesión,<br />

también se desempeñó como periodista, escribiendo columnas en «El Mercurio» de<br />

Valparaíso bajo el seudónimo de Martín Rivas. Además, se señala en un bosquejo biográfico<br />

suyo, «ha contribuido a casi todas las obras de adelanto público en Valparaíso y Viña del<br />

Mar, durante los últimos años, desde que fue secretario de D. Joaquín Fernández Blanco, el<br />

esforzado realizador del Camino Plano». 1 Con ello se alude a la vía que unía ambas ciudades,<br />

Esta imagen y las que siguen, son reproducidas del artículo sobre el<br />

balneario de Viña del Mar, publicado en la revista Pacífico Magazine Nº2,<br />

de febrero de 1913.<br />

1 FIGUEROA, Virgilio (Virgilio Talquino), Diccionario Histórico, Biográfico y Bibliográfico de Chile, Tomos IV-V, p. 659.<br />

11


inaugurada en 1906 y remozada y rebautizada como Avenida España, en 1922. Además, figuró<br />

integrando la Municipalidad durante el período 1912-15, en calidad de regidor, 2 y en 1913,<br />

año de edición de este álbum, realizó un viaje de estudio y placer, recorriendo Argentina,<br />

Paraguay, parte de Europa, Rusia, Grecia, Turquía, Palestina y Egipto, «durante el cual sirvió<br />

la corresponsalía de algunos diarios y cumplió algunas misiones oficiales». 3<br />

Aún prescindiendo de la larga época pre-urbana de las haciendas, la corta historia de<br />

Viña del Mar ya había tenido un desenvolvimiento que permitía distinguir diversas fases. En<br />

primer lugar, la de estación ferroviaria, junto con El Salto, a partir de 1855, de lento desarrollo<br />

debido a la reticencia de la propietaria de la hacienda, Dolores Pérez, viuda de Álvarez,<br />

por vender terrenos; luego, a partir de 1870, aproximadamente, comienza una urbanización<br />

«de facto», aparejada al surgimiento de su rol como balneario, y respaldada por la autoridad<br />

en 1874. Dicho año, al autorizarse la población por parte de la Intendencia de Valparaíso, se<br />

inicia la fase fundacional, consagrada en 1878, con la autorización de la Municipalidad, que<br />

comienza a funcionar en mayo del año siguiente.<br />

La década siguiente es de progresivos adelantos, como el primer cementerio en Caleta<br />

Abarca, los tajamares del Estero, perfeccionamiento del trazado urbano, fase que podemos<br />

prolongar hasta la Guerra Civil de 1891. Tras sortear el peligro de convertirse en escenario<br />

de batalla, el balneario entra en una nueva fase al expandirse con nuevos barrios, como<br />

Recreo, la Población Vergara, Cerro Castillo y Chorrillos. Etapa siempre aparejada a su consolidada<br />

fama como lugar de vacaciones, que sufre un traspié con el Terremoto de 1906, el<br />

que será, sin embargo, momentáneo.<br />

De ello da cuenta la Viña del Mar de 1913 que muestra este «Álbum», época en que<br />

se halla en pleno período de reconstrucción después de dicho sismo. Si bien la cantidad de<br />

víctimas había sido muy inferior a la de Valparaíso, los daños eran de consideración en los<br />

diversos sectores o barrios. «Si entráramos a detallar, uno a uno los “chalets” destruidos,<br />

tendríamos que enumerar la mayor parte de los existentes en la ciudad». 4 Así llegaba a su<br />

fin el aspecto que tenía el balneario desde sus años fundacionales, una urbe de casonas más<br />

2 BASULTO, Renato, 75 años de Viña del Mar 1879-1954, p. 33.<br />

3 FIGUEROA, Virgilio (Virgilio Talquino), Op. Cit., p. 659.<br />

4 RODRÍGUEZ ROSAS, Alfredo, y GAJARDO CRUZAT, Carlos, La Catástrofe del 16 de agosto de 1906 en la República de Chile,<br />

p. 248.<br />

12


ien sobrias, de líneas sencillas, aunque producían un grato efecto en su conjunto, había<br />

quedado en gran parte por los suelos.<br />

Pero la reconstrucción se emprendería con singular ímpetu, con el acicate adicional<br />

de la proximidad de la celebración del Centenario nacional, en 1910. Se conjugaba así la<br />

coyuntura para que la imaginación y talento de los arquitectos estallara, manifestándose<br />

en una serie de construcciones que se levantaban simultáneamente, en diversos puntos de<br />

la ciudad. El solo hecho que el alcalde de la época, Juan Magalhaes, a la hora de despejar los<br />

escombros del sismo del año seis utlizándolos como para construir una explanada de paseo,<br />

en el sector de Miramar, es todo un símbolo del espíritu de renacimiento desde las ruinas. 5<br />

El aporte iconográfico del «Álbum»<br />

Los antecedentes históricos de las primeras fases de la Viña del Mar, previa a la tragedia<br />

del año seis, son más bien escasos, sin perjuicio de la información que aún yace dispersa<br />

en los archivos, esperando a los investigadores. Las lagunas se hacen sentir, pero son especialmente<br />

notorias a la hora de intentar reconstruir su aspecto urbano.<br />

Pero donde la escasez parece ser especialmente aguda es en la iconografía. Apenas un<br />

puñado de imágenes fotográficas, bien complementadas por algunos cuadros –que tampoco<br />

son muchos– de pintores de calidad y fidelidad indiscutibles, como Thomas Somerscales,<br />

Desiré Chassin Trubert, Juan Francisco González y especialmente Alfredo Helsby. De este<br />

reducido conjunto, apenas si hay representaciones de las casonas decimonónicas o del ‘900,<br />

como en las vistas de Recreo o de las carreras en el Sporting de Helsby. Vistas de las calles<br />

viñamarinas simplemente brillan por su ausencia.<br />

Entre los escasos ejemplos fotográficos, destaca el canadiense Obder Heffer y sus series<br />

de imágenes de Valparaíso y Viña del Mar realizadas entre 1900 y 1910, aproximadamente.<br />

En el caso de esta última, destacan las placas del salón de té Palacio Ducal y la futura Avenida<br />

Marina, sector Miramar, una panorámica de Agua Santa y sector de Las Colinas, calle<br />

Álvarez, la Plaza Sucre, una panorámica del sector Centro, tomada desde los cerros del sur,<br />

el club de Viña del Mar, un aspecto de los jardines de la Quinta Vergara y el sector El Salto. 6<br />

5 BASULTO, Renato, 75 años de Viña del Mar 1879-1954, p. 99.<br />

6 EL MERCURIO DE VALPARAÍSO, Imágenes Centenarias, serie de láminas, 2002.<br />

13


Un par de raras imágenes antiguas, de 1884, han llegado a nosotros gracias al propio<br />

«Álbum de Viña del Mar» de 1913: una vista del centro de la ciudad de aquel entonces, vista<br />

desde el Cerro del Castillo, y otra del Estero Marga Marga, en el vado del sector donde después<br />

se construiría el Puente Quillota.<br />

Vista tal escasez, surge otra razón para considerar esta obra como un documento excepcional,<br />

puesto que ofrece la primera vez en que se puede apreciar, de una sola fuente,<br />

una imagen completa e integral de la ciudad en sus diversas facetas. Por ejemplo, la de su<br />

arteria principal, la Avenida Valparaíso, en un par de imágenes realizadas a propósito de<br />

su pavimentación, en 1912. De las épocas previas a estas obras, a falta de imágenes existen<br />

testimonios –siempre escasos–, como los que cita el periodista Tomás Eastman, glosando los<br />

recuerdos del antiguo residente Max Grisar:<br />

“Ninguna calle de Viña del Mar conocía entonces el pavimento. Los lodazales invernales<br />

eran espantosos. Recuerdo a una dama que perdió una “galocha” al cruzar hacia la<br />

plaza, sin poder jamás ser recuperada. Las acequias eran diferenciadas de la calzada,<br />

por simples palos. Para evitar que el agua inundara las casas, se protegían sus accesos<br />

con sacos de arena, a modo de verdaderos parapetos. La segunda calle importante, era<br />

Alvarez, preferida para quintas y residencias, por permitir buena exposición al norte y<br />

tener el sur protegido del viento por las colinas.” 7<br />

En el apartado correspondiente a la descripción del «Álbum de Viña del Mar», se verá<br />

con más detalle, el aporte iconográfico concreto de esta obra.<br />

Florecimiento arquitectónico<br />

Como ya hemos adelantado, el impulso reconstructor posterior a agosto de 1906 no<br />

podía ser sino rápido, incluso urgente, pero ello no fue sinónimo de construcciones provisorias<br />

o sencillas. Por el contrario, ahora se aprovechó la oportunidad para planear y realizar<br />

edificaciones más elaboradas, con mayor vuelo estilístico e imaginativas ornamentaciones,<br />

que parecían desafiar futuros sismos.<br />

7 EASTMAN MONTT, Tomás, El viejo Viña del Mar, diario “El Mercurio de Valparaíso”, 15 de agosto de 1993.<br />

14


Los casos más evidentes son los de edificios públicos o emblemáticos, como el nuevo<br />

Palacio Vergara, la nueva sede del Club de Viña del Mar y la nueva Parroquia.<br />

No obstante, la verdadera transformación de la ciudad a partir de 1906, con los resultados<br />

apreciables en el «Álbum» de 1913, fue por la iniciativa de particulares. Ya fuesen quienes<br />

vivían ya en la ciudad y reconstruyeron sus viviendas, o quienes quisieron trasladarse a<br />

ésta, particularmente desde el devastado Valparaíso.<br />

Lo que surgió fue algo más que un conjunto de casas y mansiones, puesto que cada<br />

una de ellas se fue levantando con un sentido de armonía, aunque ello no fuera planificado,<br />

debido a la afinidad de tendencias que inspiraban a los arquitectos de moda en ese entonces.<br />

Una homogeneidad arquitectónica que, según hace notar el arquitecto Cristián Boza,<br />

se basó en la unidad de tiempo, y con un lenguaje formal «que fue tomado de los estilos<br />

predominantes en el siglo XIX, pasando desde el neoclasicismo a la variada gama del historicismo,<br />

en su versión de raigambre preferentemente inglesa». 8 Aunque las influencias<br />

no fueron únicamente de este origen, ya que también podían verse construcciones de inspiración<br />

italiana, francesa, alemana y norteamericana: «Surgieron así las Villas italianas y<br />

otras edificaciones que emulaban Castillos y Palacios, construidos en la misma época que<br />

sus pares foráneos. Aquí se mezclaban lo renacentista y lo gótico, demostrando flexibilidad<br />

en la remozada forma arquitectónica». 9<br />

La tipología de la villa italiana en particular disfrutó de cierta preferencia, dándose en<br />

su aplicación al ámbito local, lo más representativo del concepto de “ciudad jardín” que se<br />

impuso a fines del siglo XIX. Esto es, de conjuntos urbanos integrados por residencias rodeadas<br />

o antecedidas de espaciosas áreas verdes: «La importancia que esta tipología adquirió<br />

en Viña del Mar queda evidenciada por la ubicación geográfica y por el número que éstas<br />

ocuparon en la ciudad. Las villas se ubicaron en el sector privilegiado y núcleo fundacional<br />

de la ciudad, al frente de la línea férrea, en las calles Álvarez, una de las más importantes que<br />

correspondió a la clase aristocrática, y en Viana». 10<br />

8 BOZA, Cristián, Balnearios tradicionales de Chile: su arquitectura, p. 79.<br />

9 QUEZADA A., Patricio; HENRÍQUEZ O., Ana; GONZÁLEZ A., Matías, Viña del Mar: historia social de la vivienda urbana<br />

entre 1870 y 1930, en revista Archivum Nº 7, 2006, p. 82.<br />

10 CHADWICK S., Karin, La villa italiana como expresión arquitectónica de Viña del Mar a partir del terremoto de 1906, en<br />

revista Archivum Nº 8, 2007, p. 39.<br />

15


Cabe destacar que estas manifestaciones llegaron y florecieron en Viña del Mar de una<br />

forma prácticamente simultánea respecto de Europa y Estados Unidos. 11<br />

Artífice de esta transformación fue un grupo o generación de arquitectos conocedores<br />

de estas tendencias, donde destacaban el portugués Alfredo Azancot, los italianos Renato<br />

Schiavon, Arnaldo Barison y Ettore Petri, cabiéndoles también un papel de gran preponderancia<br />

a profesionales chilenos como Alberto Cruz Montt, Horacio Dublé y el prolífico<br />

Manuel Valenzuela. Este último ha sido quizá demasiado olvidado si se considera la gran<br />

cantidad de edificaciones por él proyectadas en este período, como resalta del cruce de informaciones<br />

a partir de este álbum; en este sentido, la evidencia lo hace resaltar como uno<br />

de los artífices de la imagen urbana del balneario de principios del siglo XX.<br />

Las tipologías de villa itálica, ya citada, y del castillo, realizadas en base a ladrillos o<br />

concreto, se conjugaba con otras residencias donde destacaba el uso protagónico de la madera<br />

como característica de adaptación local:<br />

«La prestancia de la madera chilena protagoniza con toda propiedad el arraigo en la<br />

zona de las expresiones neogóticas características de la casa de campo inglesa. La existencia<br />

de las medaras adecuadas y de la mano de obra de buen nivel, aseguraron resultados<br />

de gran riqueza arquitectónica y factura irreprochable». 12<br />

Al respecto cabe al menos mencionar la cercana analogía entre este balneario y el<br />

barrio porteño de Playa Ancha, que vivía un similar auge arquitectónico, en la misma época<br />

del post terremoto.<br />

El conjunto urbano viñamarino se fue formando no sólo con fines residenciales, sino<br />

también teniendo en mente fines de ocio, con las connotaciones de distinción asociadas a<br />

ello, siendo por lo tanto una forma de legitimación de la nueva plutocracia, que buscaba<br />

equipararse a la aristocracia tradicional chilena. 13 Es decir, el llamado «chalet pintoresquista»<br />

era la concreción de las demandas de distinción y descanso, y «el impacto escenográfico<br />

producido por las torres-miradores de los chalets pudo significar para la burguesía un acercamiento<br />

simbólico a un pretendido ethos aristocrático». 14<br />

11 BOZA, Cristián, Op. Cit., p. 81.<br />

12 BOZA, Cristián, Op. Cit., p. 81.<br />

13 BOOTH P., Rodrigo, Viña del Mar. Ocio y arquitectura en la conformación de la imagen urbana viñamarina, en revista<br />

Archivum Nº 5, 2003, pp. 123-124.<br />

14 Ibid., pp. 127-128.<br />

16


Como consecuencia de estos anhelos, había no poca ostentación, pero también elegancia<br />

y refinamiento al alcance de cualquier transeúnte que recorriese estas remozadas calles<br />

y paseo. En definitiva, Viña del Mar surgió como una auténtica ciudad bella, al margen de<br />

lugares comunes pergeñados en épocas posteriores.<br />

Quizá donde mejor se expresa, es en las palabras de presentación del propio «Álbum»,<br />

donde las siguientes palabras preparan la experiencia de disfrutar de las imágenes que les<br />

siguen:<br />

«Imaginaos el país más encantador del mundo. Una planicie suave que va a morir al<br />

beso de las olas de un mar de raso y seda; cielo de azul purísimo, un horizonte cerrado<br />

por las combas de lomajes verdegueantes, tachonados de eucaliptos y palmeras. Sobre<br />

el valle, partido en dos por el antiguo río de las minas, 15 una ciudad nueva, elegante,<br />

holgada, con amplias avenidas surcadas de árboles y pavimentadas con asfalto natural<br />

de roca. Nada de edificación pesada y maciza; las villas y los chalets se suceden sin<br />

cesar, ágiles, esbeltos, rasgando el cielo con las agujas de sus cúpulas o las atrevidas<br />

aristas de sus mansardas. Se alinean a lo largo de las avenidas, se aíslan en medio de<br />

frondosos jardines, trepan sobre las mesetas o se refugian –blancas velas al socaire del<br />

viento– en los hondos huecos de las quebradas». 16<br />

Un pequeño y elegante balneario<br />

Intentar recrear el aspecto de Viña del Mar en torno a las primeras décadas del siglo<br />

XX, aunque sea a través de la imaginación, no es tarea fácil. En primer lugar, muchos de los<br />

elementos icónicos que la han identificado y la siguen identificando hasta la saciedad, son de<br />

épocas posteriores, como la playa, sin ir más lejos, paseo que hace un siglo aún se practicaba<br />

con timidez. Pero además, ni siquiera estaba en los sueños de nadie el que éste llegase a ser un<br />

balneario de turismo masivo; todo lo contrario, parte fundamental de su prestigio era el ser<br />

un lugar de vacaciones selecto, reservado a ciertos estratos sociales pudientes, y por lo tanto,<br />

con un importante componente de exclusión.<br />

15 No es otro que el estero Marga Marga. La alusión hace referencia a los lavaderos de oro que comenzaron a explotarse a partir<br />

del siglo XVI.<br />

16 VERA YANATTIZ, A., Viña del Mar. Su presente. Su pasado. Su futuro. En RISOPATRON BARROS, Darío, Álbum de Viña del<br />

Mar.<br />

17


Había por lo tanto una cierta homogeneidad que nivelaba hacia arriba, al menos en lo<br />

que a medios materiales se refería, y por lo tanto, ésta no podía sino ser una ciudad pequeña,<br />

compacta, acorde con el núcleo más bien reducido que podía permitirse vivir o al menos<br />

mantener una residencia en ella.<br />

Mantenía su plena vigencia el casco histórico, levantado en torno a la vía férrea, que<br />

entre 1855 y 2002 discurría sobre un terraplén elevado, y a sus vías paralelas: calle Álvarez<br />

hacia el sur, y calle Viana, avenida de Valparaíso, calle Arlegui y avenida de los Baños (actual<br />

avenida Marina) hacia el norte, colindando esta última con el estero Marga-Marga. Transversales<br />

a éstas, las calles del Cerro (actual Von Schroeders), del Castillo (actual Ecuador),<br />

Traslaviña, Villanelo, Echevers, Quinta y la ya desvanecida Avenida de la Libertad, que en la<br />

práctica se había desdibujado por el eje de las plazas Parroquia, Vergara y Sucre. 17 Hacia el<br />

oriente, la calle de Quillota marcaba los límites del sector residencial.<br />

Este reducido núcleo ya se había fijado hacia la década de 1870, y en los años que siguieron<br />

se había consolidado y perfeccionado, con algunos ligeros cambios de nombres y el<br />

trazado definitivo de calle Arlegui y Avenida de la Marina, esta última ya en la época postterremoto.<br />

Punto focal de este centro seguía siendo el lugar donde convergían la Estación,<br />

la Parroquia y la Plaza Vergara (actual Sucre), a las que se agregaría en 1910, el nuevo Club<br />

de Viña del Mar. Y desembocando a un costado de éste, las últimas dos cuadras de la Avenida<br />

de Valparaíso, que habían evolucionado a ser un paseo de moda, dejando el resto de esta vía<br />

en su función utilitaria original, de concentrar locales de comercio y de servicios varios.<br />

Citamos nuevamente a Tomás Eastman, en base a los recuerdos de Max Grisar:<br />

«Por lo que se sabe hasta la época del terremoto, no hubo mucho adelanto en esta calle,<br />

aunque desde un principio fue la arteria comercial principal de la población. En 1900,<br />

se veía en ella una que otra casa “decente”, principalmente en la zona de Miramar y<br />

al otro extremo, cerca de la Plaza. En la esquina de Valparaíso con la Plaza misma, se<br />

encontraba la residencia de don Carlos Alvarez Condarco, quien a pesar de su apellido,<br />

no era pariente de los antiguos propietarios de la hacienda de Viña del Mar.<br />

17 En aquel entonces los nombres de las dos últimas plazas estaban invertidos, es decir, la actual Plaza Vergara se denominaba<br />

Sucre, y viceversa.<br />

18


Por la calle Valparaíso corría un tranvía “de sangre” que unía el puente Cancha con la<br />

Playa Miramar, vía calle del Cerro.» 18<br />

Este casco histórico era objeto de una renovación urbana parcial, y se construían edificaciones<br />

que podríamos llamar de segunda generación en la historia de la ciudad, tal y<br />

como lo reflejan algunas páginas de este Álbum. Las que también ilustran un proceso similar<br />

respecto del barrio edificado al norte del Marga Marga, sólo que aquí el remozamiento se<br />

había producido por razones forzadas, derivadas de haber sido éste uno de los sectores más<br />

afectados por el sismo de 1906. Ésta, la llamada Población Vergara, era todavía un barrio<br />

relativamente nuevo para 1913, ya que su origen está en 1892, en la constitución de la sociedad<br />

de dicho nombre, encabezada por el general Salvador Vergara, hijo del fundador de la<br />

ciudad, la que había comenzado con la venta de terrenos previamente loteados.<br />

Su eje fue la nueva Avenida de la Libertad, prolongación natural hacia el norte del<br />

estero, de la primitiva arteria homónima. A sus costados, se trazaron calles numeradas y<br />

denominadas nortes, orientes y ponientes, según su orientación y curso. 19 Centro y Población<br />

Vergara estaban unidos en aquella época por sólo dos puentes, a la altura de Libertad<br />

y Quillota.<br />

El resultado de dicha parcelación fue exitoso y pronto surgieron allí algunas de las<br />

mejores residencias que tuvo la ciudad, siendo los palacios Rioja y Carrasco solamente los<br />

ejemplos más conocidos de lo que aún se conserva. Pero, al menos al principio y durante las<br />

décadas iniciales del siglo XX, las construcciones no se alejaron del eje de la Avenida de la<br />

Libertad, ni se extendieron demasiado al norte. Esto motivó un nuevo impulso urbanizador,<br />

emprendido por la Sociedad Balneario de Viña del Mar, constituida en 1912, que consolidó<br />

un loteo análogo al de la Sociedad de 1892 concentrado en el sector Poniente, a la vez que se<br />

contemplaba el trazado de dos vías de primera importancia para esta zona, la Avenida del<br />

Muelle de la Marina (actual avenida San Martín), y la avenida del Mar (actual avenida Perú).<br />

Además, y como primera obra, se emprendió la construcción de un malecón o defensa contra<br />

el oleaje en esta última, con lo que la ciudad ganaba un nuevo paseo. 20<br />

18 EASTMAN MONTT, Tomás, Op. Cit.<br />

19 MIRANDA SAN MARTÍN, Carolina, Antecedentes sobre la configuración urbana de Viña del Mar, 1874-1892, en revista Archivum<br />

Nº 4, 2002, pp. 193-196.<br />

20 SOCIEDAD ANÓNIMA BALNEARIO DE VIÑA DEL MAR (folleto explicativo), Imprenta y Litografía Universo, Valparaíso, 1913.<br />

19


El núcleo Centro-Población Vergara, todavía estaba separado de otros barrios residenciales:<br />

Recreo, Chorrillos y Miraflores. El primero había surgido a partir de una sociedad<br />

formada en 1886, aunque en la práctica uno de los socios, Teodoro Lowey, fue quien finalmente<br />

llevó adelante el proceso de loteo y urbanización, a partir de 1888, comenzando así<br />

el surgimiento de un barrio desde un principio identificado con la clase media. 21 A partir de<br />

1906, Viña del Mar fue unida a Valparaíso por el llamado Camino Plano, por la parte baja, lo<br />

que, unido al establecimiento de una estación de ferrocarril, ese mismo año, sin duda influyó<br />

en el desarrollo de este barrio.<br />

En el sector de Chorrillos el crecimiento fue más gradual, y el surgimiento de casonas<br />

y casas quintas fue potenciado por la habilitación de una estación, en 1894. Según se<br />

desprende en el mapa incluido en el «Álbum de Viña del Mar» de Risopatrón, para 1913 la<br />

urbanización ya era bastante regular, y con una solución de continuidad respecto del sector<br />

Centro y zonas de transición.<br />

Frente a este sector, el Sporting Club, conocido en ese entonces como «la Cancha»,<br />

simplemente, también merece un espacio importante en esta obra.<br />

En cuanto a Miraflores, barrio denominado originalmente Nuevo Miraflores, también<br />

surgió mediante la consabida modalidad de loteo, en este caso, a cargo de la firma Duncan<br />

Fox, previa adquisición de terrenos adquiridos a la Sociedad Población Vergara, en 1912, y<br />

cuyo plano respectivo fue autorizado por la Municipalidad al año siguiente. 22 Por lo tanto,<br />

a la fecha de edición de dicho álbum, este proceso era aún muy incipiente, y las imágenes<br />

correspondientes así lo corroboran.<br />

En esta época el paisaje de algunos de estos sectores aún se caracterizaba por la presencia<br />

de algunas casas aisladas en medio de un paisaje de colinas que todavía conservaba mucho<br />

de rural. Por el contrario, en otros sectores, como la subida Agua Santa, suerte de bisagra<br />

entre Recreo y el centro, ya había una mayor concentración de viviendas. Y si tenemos certeza<br />

de ello, es gracias al conjunto de imágenes del sector contenidas en el «Álbum»; asimismo,<br />

en el mapa respectivo, también se ve una urbanización más consolidada en el sector de Villa<br />

Moderna, y otra más atrasada en el sector de Monterrey.<br />

21 MIRANDA SAN MARTÍN, Carolina, Notas sobre la formación urbana del barrio de Recreo y antecedentes sobre los residentes,<br />

en Revista Archivum Nº 5, 2003, pp. 163-171.<br />

22 BAHAMONDES, Juan, Población Miraflores, de Viña del Mar. Sus orígenes, en Revista Archivum Nº 7, 2006, pp. 255-263.<br />

20


Caso especial y distinto de los anteriores barrios, era el de Cerro Castillo, eslabón de la<br />

cadena de alturas denominada Las Siete Hermanas, artificialmente aislado por las obras de<br />

tendido ferroviario de la década de 1850. Este hecho le condicionó en su carácter peculiar<br />

de barrio-isla, que obtuvo su nombre por haberse construido allí el castillo o fuerte Callao,<br />

parte del anillo de defensa de Valparaíso, en 1866. Ya estaba obsoleto como obra defensiva<br />

hacia 1910, momento en que este sector ya se había empezado a aprovechar en su potencial<br />

residencial. Según el citado mapa incluido en el «Álbum», la urbanización aún estaba a<br />

medio hacer.<br />

Y desde los años ‘70 del siglo XIX, la vecina playa de Miramar había sido la primera en<br />

ser frecuentada por los veraneantes que se aventuraban a mojarse, tímidamente, dada la<br />

peligrosidad de sus aguas.<br />

Desde los tiempos fundacionales de la urbe, Viña del Mar fue también sinónimo de plaza<br />

industrial, identificada fuertemente con su primera gran empresa: la Refinería de Azúcar,<br />

que entró en funciones en 1873, instalada en un sector entonces periférico, frente al actual<br />

Terminal de Buses. Diez años más tarde, la fundición de industria pesada Lever, Murphy &<br />

Cía. se trasladó de Valparaíso a Caleta Abarca, sector igualmente de extramuros para la época.<br />

No serían las únicas. Posteriormente seguirían abriéndose otros establecimientos fabriles<br />

de diversa importancia, como la Compañía de Luz Eléctrica y la Compañía de Desagües.<br />

Esta faceta de la ciudad era quizá menos glamorosa, pero su importancia no era menor,<br />

puesto que significaba que Viña del Mar era una plaza industrial de importancia nacional.<br />

Faceta que ciertamente no es desdeñada y, por el contrario, está bien representada por la<br />

obra editada por Darío Risopatrón.<br />

Como consecuencia de lo anterior Viña del Mar también albergaba una creciente población<br />

que pertenecía a la clase trabajadora, parte de la cual vivía en poblaciones construidas<br />

ex profeso por la Refinería de Azúcar y la Fundición de Caleta Abarca, hacia fines de la década<br />

de 1880. Al mismo tiempo, las prolongaciones de la urbanización de la zona sur-oriente de la<br />

ciudad emprendida en la misma época, albergaban a viñamarinos de sectores más modestos.<br />

El auge de la construcción, evidenciado gráficamente en este Álbum, tiene su correlato<br />

en las cifras que siguen, referidas al crecimiento de la ciudad en el período 1903-13:<br />

«El año de 1903, el plan primitivo de Viña del Mar, comprendido entre el estero y los<br />

cerros por el Norte y Sur, Chorrillos y Miramar por el Oriente y Poniente, estaba edificado<br />

sólo en un 60%; hoy está totalmente edificado.<br />

21


«La Población Vergara sólo tenía unos 20 edificios en 1903: actualmente suben éstos de 500.<br />

«En el Recreo y Agua Santa se puede decir que no existía población en 1903: actualmente<br />

son barrios llenos de edificios y el último de ellos cuenta con una espléndida<br />

avenida que asciende suavemente la colina bordeada de chalets». 23<br />

Este crecimiento también se reflejaba en el fuerte incremento del precio del terreno.<br />

En el casco histórico o «barrio primitivo» de la ciudad, el precio máximo del metro cuadrado<br />

había subido de $ 20 en 1903 a $ 200 en 1913, y en la Población Vergara, el aumento había<br />

sido aún mayor: de $ 5 en 1903 a $ 80 en 1913. 24<br />

El proceso demográfico seguía aguas similares. Según el Censo de 1907, la población de<br />

Viña del Mar ascendía a 26.262 habitantes, y para 1913 se calculaba en 50.000 habitantes. 25<br />

La comuna tenía en 1913 una oficina de Correos, dos de Telégrafos (del Estado y Comercial);<br />

dos bancos: una Caja de Ahorros; tres clubes sociales, de Viña del Mar, de la Unión<br />

e Italiano; dos compañías de bomberos; dos mercados, en calle Valparaíso, entre Plaza Vergara<br />

y en calle Quinta y calle Arlegui, entre calles Quillota y Quilpué; tres teatros, Olimpo,<br />

Variedades y Royal y tres baños o playas habilitadas para el baño: Recreo (particulares), de<br />

Miramar y Caleta Abarca (gratuitos). 26<br />

La industria y el comercio local incluía 3 almacenes al por mayor; 3 barracas de madera<br />

o fierro; 14 bodegas de primera clase; 27 bodegas de segunda clase; 7 carpinterías; 2 casas<br />

de préstamos; 3 cigarrerías; 3 caballerizas, 1 curtiduría, 1 café; 15 carnicerías de 1ª clase; 48<br />

carnicerías de 2ª clase; 1 chanchería; 4 confiterías y pastelerías; 9 despachos; 3 doradores,<br />

1 empresa de funerales; 9 farmacias; 4 fábricas de carruajes; 1 fábrica de aserrar maderas;<br />

2 fábricas de licores; 2 fábricas de velas; 2 fábricas de fideos; 2 fábricas de locomotoras y<br />

vagones; 4 fábricas de ladrillos; 1 fábrica de muebles; 1 fábrica de tejidos; 1 fábrica de aceite<br />

vegetal; 10 hojalaterías y gasfiterías; 10 herrerías; 13 hoteles; 1 imprenta; 2 jardines para<br />

la venta de plantas; 5 mercerías; 4 modistas; 12 panaderías; 16 posadas; 30 peluquerías; 1<br />

palitroque; 1 relojería; 7 sastrerías; 5 sombrererías; 3 talabarterías; 1 tornería; 1 taller de<br />

esculturas; 1 taller de fotografía; 2 talleres de pintura; 1 taller eléctrico; 1 taller artístico; 18<br />

23 SOCIEDAD ANÓNIMA BALNEARIO DE VIÑA DEL MAR (folleto explicativo), p. 24.<br />

24 Ibid, p. 23.<br />

25 Ibid.<br />

26 PENA DE LA FUENTE, Nicolás, Guía General de Valparaíso y Viña del Mar, pp. 111-113.<br />

22


tiendas de mercaderías surtidas de primera clase; 39 de segunda clase; 17 de tercera clase<br />

y 10 de cuarta clase; 22 tiendas de abarrotes de primera clase; 85 de segunda clase y 70 de<br />

tercera clase; 36 menestras de primera clase y 115 de segunda clase. 27<br />

Además de la fiebre edificadora, durante los años posteriores al Terremoto de 1906<br />

Viña del Mar vivió una evolución de cierta dinámica, con el aliciente de las fiestas del Centenario<br />

de 1910, que en la ciudad se celebraron de forma muy animada, con actos cívicos,<br />

encuentros deportivos, actos sociales organizados por la Armada y entretenimientos populares.<br />

28 Ese año también se puso la primera piedra del templo de los Pasionistas de Agua<br />

Santa (se inauguraría en 1916), y se abrirían las puertas del nuevo Club de Viña del Mar.<br />

En 1912, como ya se adelantó, se realizó la pavimentación de la Avenida Valparaíso y<br />

se inauguró el nuevo templo de la Parroquia Nuestra Señora de los Dolores, conocida más<br />

sencillamente como Parroquia de Viña del Mar, obra del arquitecto Emilio Jecquier. Ese año<br />

también se constituyó la Sociedad Anónima Balneario de Viña del Mar, que rápidamente<br />

empezó su trabajo urbanizador.<br />

En los años siguientes continuaron los trabajos de pavimentación, defensas del Estero<br />

Marga Marga, alumbrado público eléctrico y la construcción de dos nuevos puentes de concreto<br />

armado: uno frente a la calle del Cerro y otro en el sector de Chorrillos. En cambio, los<br />

proyectos, o más bien anhelos, de construcción de una casa consistorial y un teatro municipal<br />

sufrirían largos años de postergaciones. 29<br />

Carácter ya definido<br />

Cuatro escasas décadas de vida urbana eran, para la Viña del Mar de 1910 ó 1913, sinónimo<br />

de cuarenta años de prestigio sólidamente asentado como el principal balneario<br />

chileno, que representaba el turismo a la europea de nuevo cuño. Así, los veraneos del Chile<br />

tradicional, en fundos o localidades interiores como Limache o Termas de Cauquenes, tenían<br />

seria competencia y cedía en la moda frente a un estilo de vacacionar más propio de<br />

27 Ibid., pp. 113-124.<br />

28 GONZÁLEZ A., Matías, GONZÁLEZ M., Rodrigo, Las fiestas del Centenario en Viña del Mar, en Revista Archivum Nº 10, 2011,<br />

pp. 53-66.<br />

29 SOCIEDAD ANÓNIMA BALNEARIO DE VIÑA DEL MAR, Op. Cit., pp. 21-22.<br />

23


la «Belle Epoque»; no por nada el ejemplo de Viña del Mar fue replicado a escala menor en<br />

otras localidades de la costa central, como Papudo, Zapallar, Algarrobo, Cartagena o Pichilemu,<br />

desde fines del siglo XIX.<br />

Pero a comienzos de la centuria siguiente, Viña del Mar era un sitio preferido para el<br />

descanso ya no sólo en verano, sino también en invierno, como se destacaba en la época. Así<br />

se decía, por ejemplo, en un artículo de la revista «Pacífico Magazine», publicado precisamente<br />

en 1913, que expresaba de la siguiente manera la amalgama de naturaleza y obra del<br />

hombre que se veía en este balneario en los días estivales:<br />

«Las brisas marinas impregnadas de humedad y una tierra excepcionalmente fértil<br />

han convertido esta ciudad en un continuado jardín. Las magníficas rosas, los geranios<br />

y claveles de colores vivísimos, trepan por la fachada de los palacios flamantes y cuelgan<br />

de las rejas y muros hacia la calle. En todo sitio erial ha surgido en pocos meses un<br />

jardín, abundante en grupos floridos, prados verdes y enredaderas de jazmín, madreselva<br />

y suspiros. Esta rápida vegetación suple maravillosamente al esfuerzo del hombre<br />

que tiene en la mano el medio de hacer surgir en seis meses una gran casa; pero<br />

debe resignarse a carecer de sombra y de verdura que la completen, durante algunos<br />

años. En Viña del Mar a la acumulación de los ladrillos siguen rápidamente las plantas<br />

trepadoras y los arbustos gigantescos.» 30<br />

Temas recurrentes a la hora de resaltar las ventajas de esta pequeña urbe en aquel<br />

entonces, eran su buen clima y temperaturas templadas, que la hacían un lugar ideal para<br />

el ocio y el agrado. En la misma línea, se hacían referencias a balnearios europeos que se<br />

consideraban modelos a emular, como Montecarlo, Cannes, Biarritz, Ostende o Trouville, o<br />

mejor dicho, se seguían haciendo tales referencias, ya que eran prácticamente las mismas<br />

comparaciones que hacía Benjamín Vicuña Mackenna, hacía más de treinta años atrás, a<br />

fines de la década de 1870. A dichos sitios de placer aludía el articulista de 1913 ya citado,<br />

al escribir que «aun hoy día no parece Viña del Mar una ciudad de Chile, ni siquiera de la<br />

América del Sur; se respira allí un ambiente especial...» 31<br />

30 Viña del Mar, balneario ideal de Sudamérica. Estación de invierno y verano, en revista “Pacífico Magazine” Nº 2, febrero,<br />

1913.<br />

31 Ibid.<br />

24


Esta afirmación guarda consonancia con juicios de visitantes extranjeros como el siguiente,<br />

realizado por un escritor británico, quien afirmaba que la elegancia era la tónica<br />

de Viña del Mar:<br />

«El lugar está aumentando su tamaño con una marcada velocidad, y el precio del suelo<br />

sube en sintonía con el crecimiento. Nuevas villas se han levantado junto a las antiguas,<br />

se han plantado nuevos jardines, y el balneario está asumiendo rápidamente una<br />

importancia que un día le traerá fama mundial. Viña del Mar, en efecto, reclama todo<br />

aquello que un balneario de placer de este tipo debe tener. En primer término, dando<br />

por hecho las bellas mujeres y los gallardos hombres, tenemos flores en maravillosos<br />

arreglos, cielo azul, roqueríos y mar igualmente azul; colinas cubiertas de chalets, y de<br />

hecho, todos los atributos necesarios». 32<br />

Naturalmente, estas evocadoras atmósferas llegaban a su máximo esplendor en la temporada<br />

estival, e inspiraban a otra pluma periodística, como la que escribió lo que sigue:<br />

«Cuando Diciembre toca á su fin y la primera hoja empolvada de un olmo cae sobre la<br />

blancura de un jazminero florido; ya los cuidadores de estos chalets que permanecen<br />

cerrados todo el invierno, abren las ventanas claras, descorren las cortinas y dejan que<br />

la brisa marina barra el polvo agrupado en rincones y mueblajes.<br />

«Un día cualquiera, cuando se ha oído el pitazo de la locomotora que llega á la estación,<br />

á los pocos momentos se ve por la calle polvorosa y desierta, el break de los patrones<br />

que avanza á todo trote, lleno de equipaje, anunciador de la larga temporada.<br />

Así, poco a poco, empiezan á recobrar vida todos estos castillejos encantadores, á abrir<br />

sus balcones, por donde se ha colado audazmente y con todo descaro, la copa fina de<br />

un suspiro azul, como atisbando curiosa, precisamente en la ventana que corresponde<br />

a la alcoba de una mujer...» 33<br />

Viña del Mar crecía rápido, y por ello, también surgían nuevas necesidades. Así lo hacía<br />

ver la crónica antes citada de 1913, donde reclamaba por algo que ya comenzaba a ser<br />

evidente en un momento en que este balneario se desperezaba de su siesta provinciana:<br />

32 KOEBEL, W. H., Modern Chile, Cap. IV, p. 43.<br />

33 YÁÑEZ SILVA, N., Viña del Mar, revista Selecta, abril, 1909.<br />

25


«El hombre ha hecho allí sus habitaciones de lujo; pero no ha cuidado suficientemente<br />

las comodidades de que una ciudad moderna no puede prescindir. En el verano las calles<br />

están llenas de polvo, en el invierno de fango. Una municipalidad progresista y honrada<br />

comienza a hacer obras de saneamiento que van a darle el ciento por uno. Acaba el Congreso<br />

de autorizar un gran empréstito para dotar a Viña del Mar de todo lo que necesita. Va a<br />

comenzar para esa ciudad una época de prosperidad continuada...» 34<br />

Junto al pavimento, se echaba de menos otra necesidad, la de alojamientos adecuados<br />

y en cantidad suficiente para acoger al creciente flujo de turistas, incluyendo a los visitantes<br />

que comenzaban a venir, ya en ese entonces, de Argentina:<br />

«En nuestro balneario falta un hotel, un verdadero hotel límpido y de cocina cuidada.<br />

Un hotel que reciba hospitalariamente y no explote sin pudor al transeúnte. En una<br />

palabra, un hotel diverso de los que existen y con empresarios que estén habituados a<br />

alojar personas decentes y educadas y no la abigarrada muchedumbre de algún puerto<br />

como Marsella, Messina o Trieste. Mientras esta elemental exigencia no sea satisfecha<br />

los extranjeros se llevarán un mal recuerdo de Chile.» 35<br />

Breve descripción de la obra<br />

El «Álbum de Viña del Mar» fue editado en 1913 por la Sociedad Imprenta y Litografía<br />

Universo, la misma que publicaba la revista gráfica porteña «Sucesos» (se incluía un aviso<br />

de la misma). La propiedad se reservaba a dicha empresa y al editor del álbum, el periodista<br />

y abogado Darío Risopatrón Barros. Según aparecía en la misma obra, su tirada fue de tres<br />

mil ejemplares, lo que contrasta con el panorama actual, al cabo de un siglo, cuando ésta ha<br />

llegado a ser una obra muy escasa y buscada por bibliófilos en los circuitos de librerías de<br />

viejo o ferias de antigüedades.<br />

El álbum tiene una cubierta y contracubierta de cartulina y 80 folios o pliegos sin numerar,<br />

por lo cual su orden exacto es difícil de determinar, toda vez que se trata de hojas<br />

sueltas, dotadas de tres perforaciones para atarlas. Ello con el propósito manifiesto de se-<br />

34 Viña del Mar, balneario ideal de Sudamérica... Op. Cit.<br />

35 Ibid.<br />

26


guir agregando pliegos a la obra, «y hacerla siempre de actualidad», como reza un aviso en<br />

su portadilla. Su formato es apaisado, de 27 por 18 cms., y las fotografías aquí incluidas están<br />

impresas con un fondo de tono verdoso. Curiosa elección de los editores y ciertamente no la<br />

más feliz, lo que no obsta al gran valor histórico de esta obra.<br />

En cuanto a su contenido, este álbum está precedido de algunos breves textos: Uno<br />

sobre generalidades de Viña del Mar («Su presente. Su pasado. Su futuro»), un artículo sobre<br />

el clima de la ciudad, destacando las bondades de su carácter templado, e información<br />

propagandística sobre la Sociedad Balneario de Viña del Mar, constituida el año anterior.<br />

También se incluye un mapa de la ciudad, interesante por mostrar los avances de la urbanización<br />

en la época.<br />

Pero lo sustancial de esta obra es su información gráfica: una gran cantidad de fotografías,<br />

entre una y cuatro por página, que son un recorrido por la Viña del Mar de 1913, guardando<br />

un cierto orden lógico que, al menos, se puede reconstituir. El itinerario –al menos, el<br />

itinerario que proponemos– comienza con vistas panorámicas viniendo desde Valparaíso,<br />

incluyendo los sectores de Recreo, Caleta Abarca, Playa de Miramar, Cerro del Castillo, Agua<br />

Santa, Monterrey, Las Colinas y parte del Centro.<br />

Las vistas generales ya comienzan a alternarse con algunas de ciertas edificaciones en<br />

particular, modalidad también presente en los sectores que siguen: calle Álvarez, Avenida<br />

Valparaíso, calle Arlegui, Plazas Vergara y Sucre, industrias, la Cancha (Sporting Club), Chorrillos,<br />

Nueva Miraflores, Las Salinas y Reñaca.<br />

Cada fotografía o conjunto de fotografías en una misma página, cuenta con escuetas<br />

descripciones, y así van desfilando aspectos de la industria, el comercio, servicios públicos,<br />

deportes y esparcimiento. Pero el aspecto sin duda más notable y valioso del «Álbum de<br />

Viña del Mar» es, lejos, el dar cuenta del bello y único conjunto de residencias particulares<br />

de la ciudad, en torno al cual se ha centrado también lo principal del presente estudio preliminar.<br />

Aparecen unas 120 casas y mansiones, las que, si bien no constituyen el total de las<br />

edificaciones relevantes o de interés que había en este balneario en 1913, sí es una muestra<br />

que reúne lo más representativo. Se incluyen algunas que, sobreviviendo hasta nuestros<br />

días, han llegado a ser edificios emblemáticos de la ciudad, y otros que han desaparecido, y<br />

que por desgracia son la mayoría.<br />

27


Los palacios Vergara y Carrasco (aún en construcción), no pueden sino aparecer, al<br />

igual que el Club de Viña del Mar y la Parroquia. Aunque también llaman la atención algunas<br />

omisiones, como el Palacio Rioja o el castillo Wulff; el primero no aparece y el segundo<br />

sólo como parte de una panorámica, sin que se le dedique una imagen en especial. Quizá la<br />

explicación sea el deseo de sus propietarios de no aparecer en estas páginas, pero es materia<br />

abierta a la especulación.<br />

Lo mismo puede decirse de la incógnita que supone la no inclusión de edificios relevantes<br />

por su atractivo o antigüedad, como por ejemplo la casona de Viana 161 (Club de<br />

Deportes Everton), las de Quinta 366, Errázuriz 581 y Errázuriz 631, o bien, la de calle Álamo<br />

542, situado en una prominente ubicación, en el cerro Castillo. Otra razón para la no inclusión<br />

de éstas y otras piezas arquitectónicas, pueda ser la falta de espacio y el plan original<br />

de seguir ampliando la obra con nuevos pliegos.<br />

Epílogo: lo que queda de aquellos días<br />

Los años siguientes al período de florecimiento post terremoto, tuvieron una constante.<br />

Junto a las nuevas construcciones particulares, que seguían guardando un sentido<br />

de armonía con su entorno, surgían otras obras de carácter público. En 1916 entraba en<br />

servicio el Cementerio de Santa Inés; en 1917 se constituía la Sociedad Balneario de Recreo,<br />

en cuyas instalaciones funcionaría, años más tarde (1924), el primer casino con que contó<br />

la ciudad; en 1922 se inauguraban las canchas del Club de Golf Granadilla, y ese mismo año,<br />

el 7 de octubre, se inauguraban las obras de pavimentación del Camino Plano, rebautizado<br />

Avenida España.<br />

No obstante, el crecimiento de la ciudad se había ralentizado, e incluso se veía en el<br />

horizonte algún peligro de estancamiento, al no avanzar tareas pendientes como ampliar y<br />

mejorar la infraestructura hotelera e instalar el tan postergado y debatido casino. La solución<br />

vendría de un fuerte impulso desde el Estado y con apoyo de una Ley Pro Balneario, a<br />

partir de 1928, que se traduciría en obras de mejoramiento urbano y edificaciones emblemáticas,<br />

como el Palacio Presidencial de Cerro Castillo, el Teatro Municipal, el Casino y el<br />

Hotel O’Higgins.<br />

Pero eso ya forma parte de una nueva etapa de la historia de la ciudad, que aquí no corresponde<br />

desarrollar. Tan solo diremos que esta irrupción de modernidad supo mantener<br />

28


un sentido del conjunto y de la escala de la ciudad. Las nuevas construcciones privadas también<br />

lo mantuvieron, sin perjuicio de ir recogiendo las nuevas tendencias arquitectónicas<br />

que se ponían de moda (art decó, modernismo, etc.).<br />

Así se mantuvo hasta mediados del siglo XX, en las vísperas de la era del turismo de<br />

masas, fase en que las nuevas construcciones de edificios de departamentos, se realizaron<br />

a costa de muchas demoliciones de las antiguas casonas del ‘900. El profesor de estética<br />

Gastón Soublette así lo ha expresado varias veces: «Hasta la década del ‘50, Viña del Mar era<br />

una de las ciudades más bellas del mundo, sin tener nada que envidiarle a muchas zonas de<br />

Europa. Luego vinieron las remodelaciones urbanas y se destruyó todo lo que había». Agrega<br />

que «las personas que construyeron la ciudad y sus descendientes emigraron. Quienes los<br />

sucedieron fue gente que no sentía la tradición. Con ellos el interés comunal se acabó». 36<br />

Estas afirmaciones pueden probarse empíricamente de la manera más sencilla: basta<br />

con recorrer Viña del Mar a pie, con la compañía del «Álbum» de Darío Risopatrón, para<br />

comprobar lo poco que queda de aquel año 1913. Fuera de edificios destacados, como el Palacio<br />

Vergara, el Club o la Parroquia, por ser públicos o devenidos en públicos, la excepción<br />

ha sido la permanencia y la regla, la desaparición. Algunas pocas mansiones han sobrevivido<br />

por ser reutilizadas con fines distintos a los residenciales, como la de Rafael Ariztía de<br />

calle Álvarez, donde hoy funciona una escuela de cocina, o la de Francisco Subercaseaux,<br />

hoy convertida en un hotel, frente a la Plaza Vergara. Otras casonas sobreviven parcialmente<br />

transformadas, como el chalet Clark Sarmiento de Agua Santa 195.<br />

Ejemplo elocuente es la Población Vergara. Salvo la excepción del Palacio Carrasco, el<br />

paso del tiempo, los temblores, la falta de interés y la presión de las inmobiliarias de departamentos,<br />

trajeron a las bellezas arquitectónicas del sector, una devastación análoga a la<br />

que había provocado el terremoto de 1906.<br />

En suma, sólo quedan fragmentos de aquella ciudad retratada en esta obra, que tenía<br />

mucho de álbum de familia, son restos de bocanadas de aquellos ambientes, aquellas atmósferas<br />

irrepetibles que describían los cronistas en torno a 1910. Y podemos concluir que 1913<br />

ya no es una fecha arbitraria; gracias a esta obra, pasará a la historia como parte de la época<br />

en que Viña del Mar sí era una ciudad bella, como quizá nunca vuelva a serlo.<br />

36 “La pérdida del Viña antiguo es una tragedia” (entrevista a Gastón Soublette), diario “El Mercurio”, Valparaíso, 8 de abril de<br />

2002.<br />

29


Viña del Mar<br />

Su presente. Su pasado. Su futuro<br />

V<br />

iña, escribía un espiritual francés que nos visitó años atrás. –“es el más agradable<br />

rincón de Chile”. Y luego de considerar las bellezas naturales, la facilidad de comunicaciones,<br />

la esplendidez de un clima tibio en invierno, suave en verano, ¡qué<br />

lástima –agregaba– que no tengamos estas ventajas reunidas en las playas del Atlántico o del<br />

Mediterráneo! Exclamación sincera que puede resumir el juicio de cualquier turista conocedor<br />

de Trouville o de la Côte d’Azur.<br />

Hay, en efecto, tal conjunto de cualidades en Viña del Mar, tan excelentes condiciones<br />

acumuló en ella la mano pródiga de la Naturaleza, que sólo es de extrañar que este pedazo de<br />

suelo, verdadero “valle del Paraíso”, no haya sido apreciado aún en cuanto vale por los chilenos<br />

que invernan en Santiago y pasean sus ocios por Niza y Montecarlo.<br />

Imaginaos el país más encantador del mundo. Una planicie suave que va a morir al beso<br />

de las olas de un mar de raso y de seda; cielo de azul purísimo; un horizonte cerrado por las<br />

combas de lomajes verdegueantes, tachonados de eucaliptos y palmeras. Sobre el valle, partido<br />

en dos por el antiguo río de las minas, una ciudad nueva, elegante, holgada, con amplias<br />

avenidas surcadas de árboles y pavimentadas con asfalto natural de roca. Nada de edificación<br />

pesada y maciza: las villas y los chalets se suceden sin cesar, ágiles, esbeltos, rasgando el cielo<br />

con las agujas de sus cúpulas o las atrevidas aristas de sus mansardas. Se alinean a lo largo de<br />

las avenidas, se aíslan en medio de frondosos jardines, trepan sobre las mesetas o se refugian<br />

–blancas velas al socaire del viento– en los hondos huecos de las quebradas. –Imaginaos aun<br />

que aquella edificación en que hay derroche de lujo y de buen gusto permanece oculta bajo<br />

las flores y las enramadas, porque es Viña la ciudad-jardín por excelencia. Desde los cercos de<br />

rosas hasta las delicadas plantas de invernadero; desde la humilde violeta hasta el gentil bambú<br />

33


y la robusta encina; desde el clavel que esparce su perfume a ras del suelo hasta el aromo y el<br />

jacarandá que embalsaman el ambiente, nada hay que no prospere, crezca y desarrolle en la tierra<br />

sebérrima fecundada por la cálida luz de un sol de oro: en tanto que abajo las corolas abren<br />

sus pétalos policórneos en ansia lujuriosa de vida, las enredaderas se enlazan a las columnas,<br />

se columpian sobre los frisos o se descuelgan juguetonas, por las cornisas. –Imaginaos, por<br />

fin, tras las flores y las rejas morunas las mujeres más hermosas de una raza que goza de fama<br />

por la beldad de sus mujeres, y tendréis lo que es Viña, ramillete de luz, de poesía, de arte,<br />

acariciado por el mar inmenso, perfumado por sus brisas salinas, hechizado por la naturaleza<br />

y por ojos femeninos que no tienen par. Realidad viviente del ensueño de un cuento de hadas,<br />

“copia feliz del Edén”, como dijo el poeta.<br />

Aseguran los viejos cronicones, que un capitán español venido con Almagro, uno de aquellos<br />

bravos aficionados a las aventuras, a la guerra y al amor, fue el primero en pisar tierra viñamarina<br />

y en levantar en la comarca los emblemas de la cruz y del rey. Fue también el primero<br />

que la bautizó con el nombre de Valparaíso, que el puerto se apropió más tarde con el egoísmo<br />

del hermano de mayor caudal.<br />

Los dominios que los indios hubieran cedido de buen grado por un puñado de chaquiras,<br />

y que la violencia de la conquista les arrebató por fuerza, pasaron por decreto del Gobernador<br />

D. Pedro de Valdivia a manos de Juan Jufré y Francisco Riveros, a la fecha encumbrados personajes<br />

santiaguinos. Un hijo del segundo, Alonso Riveros “el mozo”, se encargó de derribar<br />

parte de la selva que quedaba más allá del estero, de desmalezar el terreno y de plantar, casi al<br />

borde mismo del océano, algunas vides que andando el tiempo fueron causantes del apodo de<br />

“viña de la mar” que llevó la heredad.<br />

Cuenta Vicuña Mackenna, –nuestro Alejandro Dumas– ameno cronista de los primeros<br />

años del balneario chileno, que a poco andar los padres jesuitas “pusieron los ojos en aquella<br />

viña que servía maravillosamente para surtir el cáliz de su Residencia en Valparaíso y los altares<br />

de los barcos que venían del Perú, y el jefe de la misión la compró en cuatro mil pesos, de<br />

los cuales los jesuitas sólo desembolsaron setecientos, porque el resto fue a censo.”<br />

Cuatro mil pesos valían a la fecha Viña y Reñaca, que se había agregado a la primitiva<br />

estancia de Alonso el Mozo, y cuatro mil pesos continuó valiendo por largos años, pues por esa<br />

suma pasó Viña al poder de distintos propietarios. No fueron escasas tampoco las ocasiones en<br />

que la hacienda pasó de una familia a otra por enlaces en que entraban por partes iguales la for-<br />

34


tuna y el amor, pues a orillas del estero de Marga-Marga, cuando se agotaron los lavaderos de<br />

oro, quedaron las riquezas de la tierra, fecunda cual ninguna en toda suerte de productos, entre<br />

los que no eran los de menos valor las bizarras doncellas y gallardos mancebos. Así al menos se<br />

desprende de la afirmación de lady Cochrane, quien, hablando de Joaquín Carrera, hijo menor<br />

del valiente D. Juan Antonio, decía “que ni en los museos de la Grecia había existido un tipo<br />

más acabado del Adonis de los dioses.” Y si esta alabanza se tributaba a los varones, ¿qué no<br />

habría podido decirse de las hembras? Y así, corriendo toda suerte de vicisitudes y yendo desde<br />

un Lisperguer hasta un comerciante cualquiera, enriquecido en el rudo trabajo diario, pasaron<br />

durante trescientos años las fincas de la Viña del Mar y su gemela de las Siete Hermanas, que<br />

quedaba del lado sur del río hasta los lindes de la hacienda de Charahuancho. La parte central<br />

de la que hoy es Viña no era sino un potrero florido, en que el pasto alternaba con los alelíes,<br />

las maravillas y los girasoles. Sólo una lechería y una posada eran la nota discordante en la monotonía<br />

de los ranchos de los inquilinos. La primera surtía de alimento al puerto; la segunda,<br />

servía de punto de cita a los que traficaban por el viejo camino de Quillota, y se dice que en el<br />

mesón de aquella posada trataron de ahogar sus remordimientos y de adquirir el ficticio valor<br />

que proporciona el alcohol, los sublevados que llevaban prisionero al Ministro Portales y que<br />

tan trágico fin debieran tener en el combate de la Cabritería.<br />

Como la Ciudad-Luz, la Ciudad-Jardín no tuvo fundador. Quien sabe si el destino, siempre<br />

clemente con ella, quiso privarla por este medio de la indispensable playa cuadrada, de las callejas<br />

estrechas y del oprobioso rollo de los españoles; quien sabe si al reservarle más amplios<br />

horizontes de estética y de higiene quiso colocarla en manos de más expertos alarifes y más<br />

atinados cabildos. Es una verdad inconclusa, por lo menos, que Viña se escapó así de las construcciones<br />

de barro y teja que sin respeto al buen sentido artístico o al trazo de la calle afease<br />

aun las arterias céntricas de la capital de Chile.<br />

Tres decenios hace apenas a que Viña empezó su actual planta arquitectónica. El ferrocarril<br />

de Santiago a Valparaíso, inaugurado en Septiembre de 1855, había dado alguna animación<br />

al caserío y atraído a estos contornos algunos extranjeros que, en unión a los empleados del<br />

ferrocarril, fueron agrupándose alrededor de la estación y del hotel que frente a ella se levantó.<br />

En 1874 don José Francisco Vergara y Echevers y su esposa doña Mercedes Alvarez, benefactores<br />

públicos que bien se merecen el honor que les ha dispensado el agradecimiento de la<br />

posteridad, levantando un monumento al primero y dando su nombre al barrio norte de la po-<br />

35


lación, cediendo los terrenos necesarios para dibujar la ciudad conforme a un plano aprobado<br />

por el intendente Echaurren en aquel mismo año. Desde entonces data la ciudad presente, si<br />

bien en 1880 era aun un estercolero la hoy elegantísima Avenida de la Libertad y no pasaban<br />

de ser callejones inmundos la actual aristocrática calle de la Montaña y la populosa Avenida de<br />

Valparaíso, antes calle Ancha. Sólo la Avenida de la Marina, cuyo futuro soberbio desarrollo<br />

puede ya entreverse, ha quedado rezagada en este impetuoso avance del progreso.<br />

Pero fue una catástrofe nacional la que vino a dar al balneario un auge inusitado, como<br />

para confirmar una vez más un añejo proverbio castellano. El dieciséis de Agosto de 1906 un<br />

terremoto sembró el espanto en Valparaíso y redujo a escombros el puerto que era el orgullo<br />

del Pacífico austral. Por un momento se contristó el espíritu nacional; mas, con una energía<br />

que con justicia ha hecho llamar a los chilenos los yanquis de la América del Sur, Valparaíso<br />

fue reedificado en las condiciones ventajosas de la gran orbe moderna, a despecho de la naturaleza<br />

huraña y egoísta de su suelo, y Viña, su barrio vecino y rival, sintió afluir a su seno<br />

como las gemas con la savia de primavera, poderosa corriente de vida nueva y magnífica. Su<br />

población, cinco lustros atrás apenas pasaba el millar, aumentó de súbito con la afluencia de<br />

forasteros escarmentados de los fenómenos sísmicos, hasta llegar a 50.000 almas, según cálculos<br />

hechos en este año de gracia de 1913. Este auge inesperado; el hormiguero humano que<br />

rebulle en Viña durante la época estival; las grandes mansiones de los que quieren calma sin<br />

abandonar las comodidades de la civilización; las ventajas de un clima incomparable, atrajeron<br />

al balneario la suntuosidad que proporciona la riqueza. No bastaron ya los atractivos de la indolente<br />

villa campesina, surcada por tranvías eléctricos y unida por decenas de trenes rápidos a<br />

Santiago y Valparaíso; no bastaron el confortable restaurant en la playa, ni la espléndida cancha<br />

del Valparaíso Sporting Club, ni uno de los más bellos y lujosos clubes sociales de la América<br />

del Sur. La fiebre de progreso que hacía irrupción en nuevos y costosos chalets, en oficinas de<br />

bancos, de correos y telégrafos, en grandes establecimientos de educación secundaria, en un<br />

amplio cuartel de infantería, en poderosas fábricas y establecimientos industriales, contagió<br />

también a las autoridades comunales, representadas por una Municipalidad compuesta de<br />

vecinos prestigiosos y modelo de administración de la comuna autónoma. Ocho millones se<br />

invierten hoy en asfaltar las calzadas, en pavimentar las aceras con baldosas, en colocar cada<br />

cincuenta metros dobles focos eléctricos de cuatrocientas bujías cada uno, en renovar las plan-<br />

36


taciones públicas, en abrir nuevas plazas y paseos, en fabricar puentes de concreto sobre el<br />

estero canalizado, vencido y humillado.<br />

Y esto no será todo. Ya veréis cómo llegan el Teatro Municipal, la Casa Consistorial, el<br />

gran balneario con su paseo de cerca de un kilómetro de longitud, el Casino que imitará a<br />

Montecarlo. Ya veréis cómo este centro americano, embellecido cual ninguno por la naturaleza<br />

y por la pujanza de los chilenos, atraerá anualmente a peruanos y bolivianos, a argentinos y<br />

fluminenses, que vendrán a buscar aquí aire y luz, tranquilidad y apacible descanso y que aquí<br />

encontrarán cuanto pudo hacer la vida amable y amada.<br />

En tanto, ¡cuán lejos, ay, los pasados tiempos de Viña! El vertiginoso automóvil reemplazó<br />

la tarda calesa de nuestros abuelos; el five o’clock, las onces de sabroso mate; las carreras y la<br />

semana de aviación, con sus gigantescas libélulas que hicieron huir despavoridas a las tímidas<br />

gaviotas, mataron el provinciano paseo a la llegada de los trenes. La voz de la moza de ajustado<br />

corpiño y de basquiña indiscreta que dejaba asomar qué sé yo qué cosas, cruza el paseo la esbelta<br />

dama vestida conforme al último modelo parisino, y un flirteo importado tampoco sé de<br />

dónde, reina en lugar del rústico idilio que se oía al carmen del estero:<br />

—¿Lavado, ña María?<br />

—Lavado, ño José!<br />

Viña y el Chile viejos se van para no volver. Los transatlánticos y los trasandinos, que con<br />

sus desinencias iniciales nos hablan de ultramar y de ultra cordillera, nos aportan cada día las<br />

costumbres y las novedades de países remotos con que nuestros antepasados soñaban como<br />

cuentos de las Mil y una Noches. La fuerza de las cosas nos empuja dentro de la fiebrosa vida<br />

moderna, y al dar el definitivo adiós al pasado sólo debemos pedir al caprichoso destino que el<br />

esnobismo, la extranjerización, el lujo y el confort no nos hagan perder las virtudes ancestrales<br />

que en la América nos hicieron sobrios, fuertes y respetados.<br />

A. Vera Yanattiz.<br />

37


La bahía de Valparaíso y el Puerto en construcción<br />

Plano de la Dirección General de las Obras del Puerto de Valparaíso.<br />

38


Plano General de Viña del Mar<br />

39


Vistas Panorámicas<br />

El Valle de Viña del Mar fotografiado desde el biplano del aviador Paillete.<br />

La presente es la primera fotografía tomada en Chile desde un aeroplano.<br />

40


Vistas Panorámicas<br />

Viña del Mar, vista desde los cerros que la rodean.<br />

41


Vistas Panorámicas<br />

Viña del Mar, vista desde a bordo.<br />

42


Vistas Panorámicas<br />

Del Recreo, tomada desde los altos de la casa de don Hermenegildo Santa María, hacia los cerros.<br />

43


Vistas Panorámicas<br />

El Barrio de Miramar visto desde el Cerro del Castillo. Esta faja de población queda aislada del mar por el Cerro del Castillo que cierra,<br />

al poniente, la extensión comprendida entre el estero y los cerros que la resguardan por el sur.<br />

44


Vistas Panorámicas<br />

Desde el Cerro del Castillo. La ciudad de Viña del Mar se ha formado a lo largo de la vía férrea ocupando los terrenos vecinos a ella<br />

en una longitud aproximada de cuatro kilómetros.<br />

45


Vistas Panorámicas<br />

La población vista desde las Colinas de la Quinta Vergara.<br />

46


Vistas Panorámicas<br />

Vista parcial de la Población Vergara, terrenos del Sporting Club y Chorrillos que se divisan al otro lado del Estero.<br />

47


Miramar<br />

Panorama de la subida de Agua Santa y la Estación de Miramar.<br />

48


Vistas panorámicas en 1884<br />

ebemos a la amabilidad del reputado pintor señor W. H. Walton, que es uno de los<br />

más antiguos vecinos de Viña del Mar, las vistas que insertamos en esta página y<br />

en las siguientes y que permite apreciar de un modo gráfico la rapidez del progreso de la<br />

joven ciudad de Viña del Mar. ¡En veintinueve años la insignificante aldea que dormitaba<br />

a lo largo de la línea del ferrocarril se ha convertido en una ciudad compacta y animada!<br />

Donde estaba el vado rústico se levanta el puente moderno de concreto. ¡Pueden<br />

enorgullecerse los hombres que alcanzan a presenciar estas transformaciones!<br />

El notable pintor retratista señor Walton.<br />

La ciudad de entonces, vista desde el Cerro del Castillo.<br />

49


1884 – 1913<br />

El Estero de Viña del Mar visto desde su desembocadura. A la derecha pueden verse en situación privilegiada los terrenos<br />

de los señores Freudenburg y Balmaceda. (Actualmente en venta).<br />

50


1884 – 1913<br />

El Antiguo vado en el Estero (1884-1913)<br />

51


1884 – 1913<br />

El actual puente de la calle Quillota sobre el Estero de Viña del Mar<br />

52


De Valparaíso a Viña del Mar<br />

La prosperidad de Viña del Mar comenzó con la apertura del camino plano a Valparaíso<br />

que llevó a cabo en Enero de 1906, el Intendente de la Provincia de Valparaíso en aquella<br />

fecha, don Joaquín Fernández Blanco. El antiguo camino de las Siete Hermanas, así<br />

llamado según don Benjamín Vicuña Mackenna, por las siete cuestas que lo interceptaban,<br />

había llegado a ser insuficiente y casi intransitable para el actual tráfico que requería la<br />

ciudad. Ahora se repite el mismo fenómeno después de sólo once años, y el camino plano<br />

no basta ya para el tráfico intenso que es, a la vez, causa y efecto del crecimiento de Viña<br />

del Mar. El Supremo Gobierno ha reconocido la necesidad de ensanchar y mejorar esta<br />

vía, y ha encargado a la Dirección Fiscal de las Obras del Puerto el confeccionamiento de<br />

un Proyecto Definitivo, que es el que insertamos.<br />

53


De Valparaíso a Viña del Mar<br />

Palacio del Señor don Hermenegildo Santa María, en el Recreo.<br />

Esta hermosa residencia es la que primero atrae las miradas al entrar, viniendo de Valparaíso, a la jurisdicción comunal de Viña del Mar.<br />

54


De Valparaíso a Viña del Mar<br />

Despúes del Palacio de la Familia Santa María, coronan las colinas las hermosas construcciones de la familia Fernández Jara,<br />

frente al Balneario del Recreo. (Arquitecto Alfredo Azancot).<br />

55


De Valparaíso a Viña del Mar<br />

El Balneario del Recreo o «Sea-Side» ofrece toda clase de comodidades a los bañistas que frecuentan su playa.<br />

Al fondo se divisa su pequeño y pintoresco casino.<br />

56


De Valparaíso a Viña del Mar<br />

La Playa del Recreo.<br />

Es privilegiada por la tranquilidad de su mar, que se despliega casi sin olas al abrigo de la Punta de los Mayos que la protege del viento sur.<br />

57


Caleta Abarca<br />

La Fundición de Caleta Abarca de la Sociedad Nacional de Maestranzas y Galvanización.<br />

58


Caleta Abarca<br />

Sociedad Nacional de Maestranzas y Galvanización. En estos terrenos ganados al mar se ejecutan por esta progresista<br />

empresa la mayor parte de sus grandes trabajos.<br />

59


Caleta Abarca<br />

Muelle y Talleres de la Sociedad Nacional de Maestranzas y Galvanización.<br />

60


Calles de Agua Santa y Monterrey<br />

Casa de don Vicente Aspillaga.<br />

Casa de don Carlos Plummer de F.<br />

61


Calles de Agua Santa y Monterrey<br />

Casa de don Carlos Maillard en el Paseo de Monterrey.<br />

Casa de la señora Teresa Moreno de Pinto Izarra.<br />

(Arquitecto Alfredo Azancot).<br />

62


Monterrey<br />

Chalet de la familia Clark Sarmiento.<br />

63


Monterrey<br />

Vista de conjunto del Paseo de Monterrey. (Arquitecto Alfredo Azancot).<br />

64


Monterrey<br />

Chalet de don Arturo Fontaine en el alto de Monterrey, calle Agua Santa. (Arquitecto Horacio Dublé).<br />

65


Monterrey<br />

Chalet de don Javier Castelblanco, calle Agua Santa.<br />

«Villa Olga», Chalet de don Horacio Dublé A., en el Paseo de Monterrey.<br />

66


Monterrey<br />

Chalet del señor Luis Langlois Vidal.<br />

Casa-Quinta del señor don Rogelio H. Tolson.<br />

67


Las Colinas<br />

Casa de don Fernando Zegers.<br />

Chalet de don Gustavo Pommerencke.<br />

68


Las Colinas<br />

Casa de don Ramón Arredondo.<br />

Casa de don Félix Arrate Larraín.<br />

69


Calle del Cerro<br />

Chalet de don Alberto Anwandter.<br />

Chalet de don Otto Anwandter, calle del Cerro.<br />

70


Calle del Cerro<br />

Casa de la señora Clorinda Tesche de Vergara, calle del Cerro.<br />

Casa del señor Emilio Errázuriz, Las Colinas.<br />

71


Calle Álvarez<br />

Casa habitación de don Rafael Torres, casi esquina de calle del Cerro. (Arquitecto E. Lavergne).<br />

72


Calle Álvarez<br />

Casa habitación de don Jorge Hörmann, esquina de calle del Castillo.<br />

73


Calle Álvarez<br />

Casa de don Jorge Hörmann. (Arquitecto E. Lavergne).<br />

74


Calle Álvarez<br />

Casa de don Jorge Hörmann, en calle Castillo.<br />

(Arquitecto E. Lavergne).<br />

Casa de don Federico Guarachi en calle Álvarez.<br />

75


Calle Álvarez<br />

Parque y Hall de la casa del señor Juan Brain.<br />

76


Calle Álvarez<br />

Casa del señor Horacio Lyon,<br />

esquina de calle Quinta.<br />

Chalet del Doctor Juan Luis Henstock.<br />

77


Calle Álvarez<br />

Iglesia Parroquial en construcción.<br />

78


Calle Álvarez<br />

Casa habitación del señor don Agustín Ross. (Arquitecto Héctor Petri).<br />

79


Calle Álvarez<br />

Hall de la «Villa Cornelia». Casa habitación del señor don Agustín Ross.<br />

80


Calle Álvarez<br />

Comedor de la «Villa Cornelia». Casa habitación del señor don Agustín Ross.<br />

81


Calle Álvarez<br />

Palacio de don Rafael Ariztía. (Arquitecto Héctor Petri).<br />

82


Calle Álvarez<br />

Casa habitación del Almirante don Leoncio Valenzuela.<br />

83


Calle Álvarez<br />

Weir Scott y Cía.<br />

84


Calle Álvarez<br />

Chalet de don José Ceardi.<br />

Casa de la familia Barazarte. Una de las más antiguas de Viña del Mar.<br />

85


Calle Álvarez<br />

Chalets de don Juan Valle.<br />

86


Calle Álvarez<br />

Subida de Traslaviña.<br />

Quinta en donde vivió sus últimos años y donde falleció<br />

el Almirante don José Latorre.<br />

87


Calle Álvarez<br />

Costado de la Iglesia y Estación de la Compañía de Tracción Eléctrica.<br />

88


Plazuela de los Tranvías Eléctricos<br />

Los tranvías eléctricos de Valparaíso terminan aquí su carrera. Al fondo una colina plantada de pinos de la Quinta Vergara<br />

hermosea el último plano; y en primer término, de derecha a izquierda, se destacan el Cuartel de Bomberos<br />

y las casas de las familias Concha y Toro, Astoreca Granja y Vijil Olate.<br />

89


Plazuela de los Tranvías Eléctricos<br />

Garita de los Tranvías.<br />

90


Carro-salón con góndola que hace el trayecto entre Valparaíso y Viña del Mar.<br />

91


Kioscos<br />

Kiosco de la Avenida Libertad.<br />

Kiosco de la Estación de Viña del Mar.<br />

92


Kioscos<br />

Kiosco del Puente de Quillota<br />

El propietario de los kioscos don Víctor Gálvez.<br />

93


Plaza Vergara<br />

Plaza Vergara y parada de coches frente a la Estación del F.C. del Estado.<br />

El magnífico edificio del Club de Viña del Mar, en segundo término a la derecha.<br />

94


Plaza Vergara<br />

Edificio del Club de Viña del Mar.<br />

95


Club de Viña del Mar<br />

Entrada del Club de Viña del Mar.<br />

96


Club de Viña del Mar<br />

Hall del Club de Viña del Mar.<br />

97


Club de Viña del Mar<br />

Una de las canchas de<br />

Palitroque<br />

Peluquería<br />

Sala de Billares.<br />

98


Plaza Vergara<br />

Frente al Club de Viña del Mar, se erigió provisoriamente en 1910 esta columna a la memoria de<br />

don José Francisco Vergara, fundador de la ciudad. Ha sido demolida recientemente.<br />

99


Plaza Sucre<br />

Un detalle de los Jardines de la Plaza Sucre de la que es continuación la Plaza Vergara.<br />

100


Plaza Vergara - Plaza Sucre<br />

101


Plaza Vergara - Plaza Sucre<br />

102


Plaza Vergara<br />

Casa habitación de don Carlos Álvarez Condarco.<br />

103


El Liceo de Niñas<br />

Aunque no posee todavía un edificio propio, el Liceo de Niñas de Viña del Mar se encuentra cómodamente instalado.<br />

104


El Liceo de Niñas<br />

105


Plaza Vergara<br />

Palmeras del Jardín del señor Álvarez Condarco.<br />

106


Plaza Vergara<br />

Caballerizas y cocheras de la misma casa.<br />

107


Plaza Sucre<br />

Teatro Olimpo.<br />

Chalet de las cocheras de don Darío Risopatrón Barros.<br />

108


Plaza Sucre<br />

Esquina de la calle Valparaíso.<br />

109


Teatro Olimpo<br />

Caras conocidas... Durante una función de la Compañía Cinematográfica Ítalo-Chilena, en el Teatro Olimpo.<br />

110


Teatro Olimpo<br />

Caras conocidas... durante un concierto en el Teatro Olimpo.<br />

111


Plaza Sucre<br />

Las casas de los señores Bordalí y Valdivieso. (Arquitectos Dublé Hermanos).<br />

112


Plaza Sucre<br />

Portal Barrios.<br />

113


Plaza Sucre<br />

Casa de don Francisco Subercaseaux.<br />

114


Población Vergara<br />

Vista desde el Puente en la Plaza Sucre.<br />

115


Población Vergara<br />

Casa habitación del Almirante don Juan Simpson en la Avenida Libertad.<br />

116


Población Vergara<br />

Casa habitación de don Manuel Pardo Correa en la Avenida Libertad.<br />

117


Población Vergara<br />

Palacio en construcción de don Emilio Carrasco.<br />

118


Población Vergara<br />

Casas de arriendo de don Roberto Pretot.<br />

119


Población Vergara<br />

Palacio de don Ricardo Daneri en la calle Quillota. (Arquitecto José Fortezza).<br />

120


Población Vergara<br />

«Villa Emilia», casa habitación de don Antonio Cambiaso.<br />

Casa habitación de don Enrique Lueje.<br />

121


Población Vergara<br />

Casa habitación de don Guillermo Arriagada en la Avenida Libertad.<br />

122


Población Vergara<br />

Casa habitación de don Roberto Pretot Freire en la Avenida Libertad.<br />

123


Población Vergara<br />

Casa de don Jorge Garland.<br />

Caballerizas del Sr. Garland.<br />

124


Población Vergara<br />

Casa de don Carlos Holtz.<br />

Casa de don Eugenio Escobar Cerda.<br />

125


Población Vergara<br />

Acreditadas caballerizas del señor Ricardo González.<br />

126


Población Vergara<br />

Casa de don Luis Leighton.<br />

Casa de don Arturo Galdames.<br />

127


Población Vergara<br />

Casa habitación del señor don Víctor Prieto Valdés, Diputado regional de Viña del Mar.<br />

128


Población Vergara<br />

Compañía de Luz Eléctrica de Viña del Mar.<br />

Sala de Dínamos de la Compañía<br />

129


Población Vergara<br />

Casa en construcción del Capitán de Navío don Luis Langlois V.<br />

130


Población Vergara<br />

Casa habitación de don Eugenio Versluys.<br />

131


Población Vergara<br />

Casa de don Benjamín Errázuriz.<br />

132


Población Vergara<br />

Casa de don Alcibíades Carrillo (Arquitecto Horacio Dublé).<br />

Casa del Ingeniero don Enrique Dublé A.<br />

133


Población Vergara<br />

Algunas vistas de las instalaciones de la Compañía de Desagües de Viña del Mar (The Valparaíso (Chile) Drainage Co. Ltda.<br />

Sección Viña del Mar. Oficina: Calle Valparaíso No. 620).<br />

134


Población Vergara<br />

135


Población Vergara<br />

Chalet en construcción del señor E. Lastrico.<br />

Chalet en construcción del señor H. Haffelin.<br />

136


Población Vergara<br />

Chalets construídos para los señores Arriagada y Montt<br />

por el Arquitecto H. Petri. El primero ha sido adquirido<br />

por don Darío Risopatrón B.<br />

Casa en construcción del señor E. Escobar Cerda.<br />

137


Población Vergara<br />

Antiguo tranque de regadío de la Sociedad Población Vergara, convertido hoy en sitio<br />

de excursiones y de paseo y circundado por espléndidos caminos.<br />

138


Población Vergara<br />

Quinta Astorga, chalet provisorio en el camino al tranque.<br />

Suntuosas Caballerizas del Sr. José Luis Walker.<br />

139


Los Caballos<br />

Diariamente, entre las tres y las cinco de la tarde, la amplia playa de la Población Vergara proporciona baño y entretenimiento<br />

a centenares de caballos de carrera, que acuden a competir en el Valparaíso Sporting Club, durante el primer trimestre de cada año.<br />

140


Los Caballos<br />

Revista matinal en el Corral Index.<br />

141


Las Salinas<br />

Vista General.<br />

142


Las Salinas<br />

Vistas del Parque perteneciente al Polígono de la Armada de Chile.<br />

143


Las Salinas<br />

El polígono de tiro al blanco.<br />

144


Reñaca<br />

Campos de la Sociedad Montemar donde se construirán próximamente muchas quintas de recreo.<br />

145


Matadero Modelo<br />

146


Matadero Modelo<br />

Cancha de Matanza de Vacunos.<br />

147


Matadero Modelo<br />

Sala de Ventas.<br />

148


Concón<br />

149


El Clima de Viña del Mar<br />

uellemente recostada en las márgenes de la desembocadura del aurífero Marga-<br />

Marga, apoyada en las graníticas y esquitosas colinas que la rodean en casi toda<br />

su extensión, Viña del Mar contempla su arenosa y salutífera playa, suavemente<br />

acariciada por las ondas del Pacífico. Edificada sobre un terreno plano, en parte sobresecas<br />

colinas, con calles amplias y rectas, cubiertas de espléndido asfalto de roca, con vegetación<br />

abundante en sus parques y chalets, Viña del Mar es una ciudad llamada a un futuro grandioso,<br />

tanto por encontrarse al lado de nuestro gran puerto comercial cuanto por sus condiciones<br />

especialísimas de clima suave y benigno y también por hallarse en el trayecto de una línea<br />

interoceánica.<br />

Las horas de sol miden las horas de vitalidad en los países situados en la zona templada y<br />

en la zona fría. La insolación de Viña del Mar es espléndida: 165 días de pleno sol absolutamente<br />

despejados; 96 días sólo en parte nublados, lo que nos da 261 días con sol y 104 nublados, o lo<br />

que es lo mismo, de tres días dos tienen sol y uno es nublado. Las salidas y puestas del astro rey,<br />

que tiene tantas variaciones como las imágenes que forma la mente de un pintor de ensueños<br />

luminosos, ofrecen a la vista admirada del viajero, cuadros siempre hermosos, siempre variados,<br />

jamás iguales, pero enjendrando el deleite supremo del arte de la naturaleza. Los contrastes de<br />

colores, toda la gama del iris reflejándose sobre las movibles ondas, multiplicándose en variedad<br />

sin fin son el panorama luminoso de cada día y llevan a la mente la idea de la locura de la luz<br />

desarrollada entre el intenso azul del cielo y las verdes ondas del mar.<br />

La temperatura de Viña del Mar, como casi la de toda la costa del Pacífico, sin los cálidos alisios,<br />

bañada por la benéfica corriente de Humboldt, nuestra eterna reguladora del calor terrestre,<br />

con corrientes aéreas del mar, a la montaña y de la montaña hacia el mar, el puelche y el terral, en<br />

las tardes y en las mañanas, son, por las causas que dejamos expuestas, de una grande regularidad<br />

térmica, interrumpida una que otra vez por las camanchacas o neblinas otoñales.<br />

150


He aquí la media general estacionaria de Viña del Mar, la que no se diferencia de la de<br />

Valparaíso, de la cual dista unos cuantos minutos de tren.<br />

Verano Otoño Invierno Primavera<br />

Barómetro 57.7 57.9 59.1 58.9<br />

Termómetro 17.9 16.2 11.3 14.1<br />

Hidrómetro 71.7 74.3 82 76<br />

Pluviómetro 3.5 184.9 387.3 27.1<br />

Podemos decir que Viña del Mar tiene alrededor de los 15 a 16 tan codiciados como término<br />

medio y que tan alto han colocado la fama mundial de Niza y Cannes, de tal suerte que este<br />

clima une a sus espléndidas perspectivas, a su aire vivificante del polo, una temperatura de las<br />

más suaves y más agradables de la tierra.<br />

Los vientos, estos higienizadores de la superficie de la tierra, tienen un régimen especial,<br />

como todas las corrientes aéreas que baten las costas de Chile: son polares o ecuatoriales, tocando<br />

estas últimas a latitudes diversas de la costa después de haberse elevado merced al calor<br />

ecuatorial, descendiendo según su densidad; los otros predominan en verano y vienen del sur<br />

o del suroeste, son polares fríos y secos, los nortes calientes ecuatoriales u húmedos.<br />

He aquí un cuadro de los vientos según las estaciones:<br />

S. S.O. S.E. N. N. N. O. E.<br />

Verano 82 86 6 16 8 18 13 19<br />

Otoño 80 26 10 23 2 14 13 36<br />

Invierno 64 33 33 24 1 6 1 45<br />

Primavera 80 67 8 23 9 15 10 0<br />

151


Predominan con mucho las corrientes del sur y del suroeste, es decir, la plena brisa marítima,<br />

los vientos purísimos del Polo, libres de toda infección y saturados de las emanaciones<br />

salinos-bromadas tan saludables para el raquitismo y debilidad general.<br />

Las lluvias están distribuídas de tal suerte que, de los 602 m/m de agua que anualmente<br />

caen, 387 corresponden al invierno, casi un tercio al otoño y sólo cifras insignificantes en las<br />

otras estaciones.<br />

Es, pues, sumamente benéfico el régimen de las lluvias, aglomeradas casi todas en una estación<br />

y, sólo unas pocas en otoño, lo que es sumamente favorable a los enfermos o paseantes<br />

que pueden aprovechar su tiempo al aire libre.<br />

Resulta de todo lo expuesto que Viña del Mar es un clima, fresco en verano (17.8); templado<br />

en invierno (11.3); de escasas amplitudes barométricas, carece de tempestades eléctricas<br />

que pueden perturbar el sistema nervioso; con amplia y limpia playa arenosa batida por vientos<br />

ozonizados y saturados de emanaciones bromosalinas trasportado por las gotitas de agua<br />

levantadas por las brisas oceánicas. Viña del Mar es un clima medianamente húmedo, pues<br />

tiene 77° hidrométricos por término medio anual y un clima templado con sus 16 a 17 grados<br />

de calor.<br />

Este clima conviene a los ancianos, a los “surmenés”, los raquíticos, los escrofulosos, los<br />

enfermos del corazón, y en general a los organismos que han menester de reposo absoluto de<br />

cama permanente en los movimientos de la atmósfera y en el desarrollo de electricidad.<br />

Yo creo firmemente en el grandioso porvenir de esta localidad, en vista de sus pintorescos<br />

paisajes, de sus incomparables puestas de sol, de la suavidad de su clima, de la proximidad a<br />

nuestro gran puerto y por su edificación en una línea internacional, que la pone en contacto<br />

con los que pueden aprovechar sus espléndidas condiciones climatéricas.<br />

Doctor José Grossi<br />

152


Población Nuevo Miraflores<br />

153


Población Nuevo Miraflores<br />

154


Población Nuevo Miraflores<br />

155


Avenida de La Cancha<br />

En esta avenida que da acceso a la población Nuevo Miraflores, se encuentran los más lujosos Corrales Studs, de Viña del Mar.<br />

Al fondo se ve el Chalet del Stud Valparaíso.<br />

156


La Cancha<br />

Entrada a la Cancha del Valparaíso Sporting Club, por los Corrales.<br />

157


La Cancha<br />

Tribunas del Valparaíso Sporting Club y dependencias de apuestas mutuas. (Arquitecto Alfredo Azancot).<br />

158


La Cancha<br />

Tribunas de primera clase y el último codo de las pistas de carreras y de trabajo.<br />

159


La Cancha<br />

El Picadero del Valparaíso Paperchase Club en una tarde de Concurso Hípico.<br />

160


La Cancha<br />

Entrada a la Cancha por la Población Vergara.<br />

Detalle del Paddock.<br />

161


La Cancha<br />

El Valparaíso Sporting Club, teatro de varias hazañas de aviación, proporciona amplias comodidades para el ejercicio de este Sport.<br />

Damos una vista del monoplano del aviador nacional don Clodomiro Figueroa, regresando a Santiago.<br />

162


La Cancha<br />

El Sport en Viña del Mar.<br />

163


La Cancha<br />

En el picadero del Valparaíso Paperchase Club.<br />

164


La Cancha<br />

El Cricket-Field.<br />

165


La Cancha<br />

Duckenfield.<br />

Corral Index perteneciente al Sr. C. H. Williamson.<br />

166


Casa habitación de don Ramón Nieto en el cerro del Castillo.<br />

Estudios del señor Walton, artista pintor. Calle Quillota.<br />

167


Chorrillos<br />

Desde la Cancha se avistan las hermosas colinas de Chorrillos, en la margen meridional del Estero. La presente vista permite apreciar<br />

la privilegiada situación del Palacio de don Federico Claude en lo alto de un parque hermosísimo.<br />

168


Chorrillos<br />

Chalet de don Juan de Dios Rocuant.<br />

Chalet de don Juan Fisher.<br />

169


Chorrillos<br />

Algunos edificios de la floreciente Población Lusitania.<br />

Esta población Lusitania es formada por el Arquitecto<br />

don Alfredo L. Azancot.<br />

170


Chorrillos<br />

Casa de la señora Sofía Parry de Millet.<br />

Casa de don Valentín Délano Ross.<br />

171


Chorrillos<br />

Quinta de don Joaquín Fernández Blanco.<br />

172


Chorrillos<br />

Hermosa residencia de la señora Sofía Besa de Cornish.<br />

173


Chorrillos<br />

Casa de don Manuel Ossa en la calle de Álvarez.<br />

174


Chorrillos<br />

Reja de la Quinta de la señora Besa de Cornish.<br />

Parrón de la propiedad de la señora Besa de Cornish.<br />

175


Chorrillos<br />

Corredor de la casa de don Manuel Ossa.<br />

Quinta de la familia Roth.<br />

176


Chorrillos<br />

Asistencia Pública.<br />

Sala de operaciones de la Asistencia Pública.<br />

177


Chorrillos<br />

Hospicio de Viña del Mar.<br />

Vista del recinto cerrado de la Refinería de Azúcar de Viña del Mar,<br />

en el camino hacia Chorrillos.<br />

178


Chorrillos<br />

Casa habitación de don Roberto Délano Ross.<br />

Chalet de don Arturo S. Jackson.<br />

179


Chorrillos<br />

Calle Limache.<br />

Oficinas de don Guillermo Arnold.<br />

180


Calle Latorre<br />

Esta calle es la más corta y una de las más hermosas de Viña del Mar. En primer término, casa de don Luis Campusano;<br />

al fondo, el magnífico edificio del Liceo de Hombres de Viña del Mar; en lo alto, casa de don Ernesto Onfray Reimers.<br />

181


Calle Latorre<br />

La Brigada de Boy-Scouts del Liceo de Viña del Mar,<br />

ubicado en calle Latorre, llegando a Valparaíso.<br />

Iglesia Protestante en la calle Latorre.<br />

182


Calles Quillota y Latorre<br />

Semejante a la calle Latorre en belleza, y perpendicular como ella a la<br />

calle de Álvarez se encuentra la calle Quillota; en ella, el Teatro Royal,<br />

cuya fachada publicamos, acaba de ser inaugurado.<br />

Casa de don Rafael Cañas Ariztía a continuación del Teatro Royal,<br />

calle Quillota.<br />

183


Calles Quillota y Latorre<br />

Casa de don Jorge Borrowmann.<br />

Casa del Sr. D. H. Duncan (Arquitecto Alfredo Azancot).<br />

184


Calle Álvarez<br />

Entre la calles de Latorre y Teatro Royal, el Gran Hotel despliega su tranquila terraza. En los días y noches del verano,<br />

bajo los largos y patriarcales corredores del Gran Hotel de Viña del Mar, se da cita la mejor sociedad de Chile.<br />

185


Calle Álvarez<br />

Patio del Gran Hotel, visto desde la entrada.<br />

186


Calle Álvarez<br />

Sala del Teatro Royal, en el fondo del Gran Hotel.<br />

187


Calle Álvarez<br />

«Villa Serena», Casa habitación de don Agustín Edwards Mac-Clure.<br />

188


Calle Álvarez<br />

Las Oficinas Municipales, en frente de la Estación del Ferrocarril.<br />

189


Municipalidad de Viña del Mar<br />

Salón de Sesiones.<br />

El Alcalde, Sr. Guillermo Arriagada.<br />

190


Calle Álvarez<br />

El Hotel France.<br />

El propietario.<br />

191


Calle Montaña<br />

Casa de la señora Carolina Iñíguez de Pereira.<br />

192


Calle Montaña<br />

Casa de la Sra. Felisa Granja de Astoreca.<br />

Casa de don Federico Prain.<br />

193


Calle Errázuriz<br />

Vista general por el costado de la Terraza de las Palmeras, del Palacio de la señora Blanca Vergara de Errázuriz.<br />

194


Palacio de la señora Blanca Vergara de Errázuriz. (arquitecto Héctor Petri)<br />

Fachada del estanque, frente a la calle Errázuriz.<br />

195


Palacio de la señora Blanca Vergara de Errázuriz<br />

Galería de pinturas.<br />

196


Palacio de la señora Blanca Vergara de Errázuriz<br />

Galería de pinturas.<br />

197


Palacio de la señora Blanca Vergara de Errázuriz<br />

El comedor de los Gobelinos.<br />

198


Palacio de la señora Blanca Vergara de Errázuriz<br />

El Invernadero.<br />

199


Palacio de la señora Blanca Vergara de Errázuriz<br />

Helechos y Gomeros.<br />

200


Palacio de la señora Blanca Vergara de Errázuriz<br />

La Avenida de los Pinos.<br />

201


Palacio de la señora Blanca Vergara de Errázuriz<br />

El Tranque.<br />

202


Calle de La Quinta<br />

Casa de don Juan Ahumada (Arquitecto Manuel Valenzuela).<br />

203


Calle Valparaíso<br />

El Pasaje Álamos en la esquina de la calle de la Quinta, está en una de las situaciones comerciales más buscadas de Viña del Mar.<br />

204


Calle Valparaíso<br />

Trabajos de pavimentación con asfalto natural de roca de San Valentino<br />

ejecutados en la calle Valparaíso por la Empresa Francisco Garnham y Cía.<br />

205


Calle Valparaíso<br />

Otro aspecto de los trabajos ejecutados por la empresa Francisco Garnham y Cía., con asfalto natural de roca de San Valentino.<br />

206


Calle Valparaíso<br />

Contraste.<br />

En la calle Valparaíso de Viña del Mar, alternan los chalets elegantes y confortables, como el que reproducimos perteneciente<br />

a don Manuel Ahumada, y las instalaciones comerciales de toda especie.<br />

207


Calle Valparaíso<br />

Sucursal del Banco de Chile.<br />

208


Calle Valparaíso<br />

El Mercado Modelo.<br />

209


Calle Valparaíso<br />

Consultorio del doctor J. F. Cádiz A.<br />

210


Calle Valparaíso<br />

Casa Importadora de Automóviles y Bicicletas, Motores y Accesorios<br />

Viña del Mar, calle Valparaíso N os 223 y 225. Casilla N o 129 – Teléfono Inglés N o 41 «Cattoretti y Cía».<br />

211


Calle Viana<br />

Casa habitación de don Guillermo Wilms, esquina de Traslaviña. (Arquitecto E. Lavergne).<br />

212


Calle Viana<br />

El jardín visto desde la casa.<br />

213


Calle Viana<br />

Casa de la señora Virginia Sarratea de Brown y de don Marcial Edwards.<br />

214


Calle Viana<br />

Casa de la señora Leonor Huici de Ivol.<br />

Chalet de don Arturo Prat Carvajal.<br />

215


Calle Arlegui<br />

Casa habitación de don Marcos Montt (Arquitecto Héctor Petri).<br />

216


Calle Arlegui<br />

Casa habitación de don Ignacio Segura.<br />

217


Calle Arlegui<br />

Casa habitación de don Juan Valle.<br />

Casa habitación del Almirante don Joaquín Muñoz H.<br />

218


Calle Arlegui<br />

Casa habitación del Almirante Aguirre. Casa habitación de don Horacio Eyzaguirre R.<br />

219


Calle Arlegui<br />

La Fábrica de Baldosas de los señores Hernán Rojas y Cía.<br />

220


Calle Arlegui<br />

Bodega en Miramar de la Fábrica de Baldosas.<br />

Muestra de Baldosas.<br />

221


Calle Arlegui<br />

Casa habitación de don Aurelio Ruiz Valledor.<br />

222


Calle Arlegui<br />

Barraca Victoria de los señores Recart y Doniez.<br />

223


Calle Arlegui<br />

Chalet de don Horacio Squella.<br />

Casa de don Rodolfo Rodríguez Alfaro.<br />

224


Calle Arlegui<br />

Chalet de don Domingo Sarratea.<br />

Casa de arriendo de don Juan Valle.<br />

225


Calle del Castillo<br />

Chalet de don Juan Cavada.<br />

Chalet de don Enrique Marín.<br />

226


Calle del Castillo<br />

Casas de arriendo de don Ramón Nieto.<br />

Casa del doctor J. Ducci K.<br />

227


Cerro del Castillo<br />

Casa habitación de don Luis Edwards Sutil, en la subida al Cerro del Castillo.<br />

228


Cerro del Castillo<br />

Casa de don Manuel Valenzuela.<br />

229


Cerro del Castillo<br />

Casas de arriendo de don Ramón Nieto.<br />

Jardín del señor Nieto.<br />

230


Cerro del Castillo<br />

Casa de arriendo de don Ramón Nieto<br />

Casa de don Guillermo Freudenburg,<br />

en la Avenida de los Baños, al pie del Cerro<br />

231


La Playa Miramar<br />

El Cerro del Castillo visto desde la playa. En lo alto, los palacios de los señores José Gregorio Donoso V. (Arquitecto J. Schmidt),<br />

José Letelier Espínola (Arquitecto M. Valenzuela), y José Arrieta, (Arquitecto M. Valenzuela).<br />

232


La Playa Miramar<br />

Carpas de veraneantes en la Playa.<br />

233


La Playa Miramar<br />

Avenida de los Baños y recodo de la misma, frente al chalet de don Alberto Mackenna.<br />

234


La Playa Miramar<br />

Vista general desde el Cerro del Castillo que permite apreciar el comienzo de los trabajos de la gran esplanada del Balneario.<br />

235


La Playa Miramar<br />

Los Baños.<br />

236


La Playa Miramar<br />

Ante el mar.<br />

El Domingo después de misa.<br />

237


La Playa Miramar<br />

Bebiendo Champagne Archiduc, de Charles Heidsieck, en el Restaurant de la Playa.<br />

238


La Playa Miramar<br />

Vado del Estero en la esquina de la Avenida de los Baños con calle del Cerro, en donde se construye<br />

el gran puente carretero que dará acceso al futuro Balneario de Viña del Mar.<br />

239


La Playa Miramar<br />

Vista del Balneario en construcción tomada desde el Cerro del Castillo.<br />

240


Sociedad Balneario de Viña del Mar<br />

Terrenos y Playa de la Sociedad, vistos desde la avenida a la playa de Miramar.<br />

241


Sociedad Balneario de Viña del Mar<br />

Malecón en construcción. (Dublé Hnos., Arquitectos).<br />

242


La Playa de Miramar<br />

Vista desde el Cerro del Castillo a la hora del paseo vespertino.<br />

243


Progreso de Viña del Mar<br />

La sociedad “Balneario de Viña del Mar”<br />

a ciudad de Viña del Mar se ha formado a lo largo de la línea férrea y su edificación<br />

ha ido ocupando los terrenos planos y lomajes vecinos en una longitud aproximada<br />

a cuatro kilómetros, que empieza en Chorrillos por el Oriente y concluye en el<br />

mar, por el Poniente. Hacia el Norte y Sur, su desarrollo se ha visto detenido por el<br />

estero y por los cerros entre los cuales media una distancia de quinientos metros.<br />

Esta faja de población queda aislada del mar, por cuanto al Poniente está limitada por el<br />

cerro del Castillo, que ocupa toda la extensión comprendida entre el estero y los cerros que la<br />

cortan por el Sur.<br />

Debido a esta circunstancia, Viña del Mar no dispone de ningún barrio plano a orillas del<br />

mar, y, para visitarlo, sus habitantes deben trasladarse desde la ciudad al paseo de la playa de<br />

Miramar ubicado al pie del mencionado cerro del Castillo.<br />

Este paseo, al cual se llega por la Avenida de los Baños que contorna el expresado cerro,<br />

tiene poco más de doscientos metros de largo por ochenta de ancho, aproximadamente, y, en<br />

los veranos, se hace estrecho para dar cabida a la afluencia de vehículos y paseantes, y la playa<br />

no es suficiente para contener las carpas ni tiene extensión para los esparcimientos del público<br />

sobre la arena.<br />

Entre tanto, el creciente desarrollo de Viña del Mar, ha necesitado mayor espacio para<br />

extender el área de su población; la vasta superficie plana de la Población Vergara, situada al<br />

Norte del Estero, empezó a poblarse hace ocho años, y, de su progreso da fe el solo hecho de<br />

contar ya con más de quinientos edificios y chalets, revelándose claramente que en el transcurso<br />

de pocos años esta población constituirá la parte más atrayente de Viña del Mar.<br />

La Población Vergara limita por el lado Sur Oriente con el Sporting Club, cancha de carreras<br />

y centro sportivo de primera clase, y por el Poniente, con el mar, cuya playa de arena se<br />

extiende desde el estero hasta “Las Salinas”, en una longitud de algunos kilómetros.<br />

244


El barrio de la Población Vergara, vecino al mar, es el único de que puede disponer Viña<br />

del Mar para formar en él la verdadera ciudad Balnearia que cuente con una extensa playa para<br />

los esparcimientos del público, con una gran avenida a la vera del Océano para el paseo de vehículos<br />

y transeúntes, y con terrenos planos contiguos llamados a contener Hoteles, Casinos y<br />

edificios que eleven sus fachadas frente al mar.<br />

La habilitación de este barrio constituye un progreso que traerá beneficios incalculables<br />

para la ciudad, y más todavia constituye una urgente necesidad para el primer balneario del<br />

país al cual acude su sociedad más distinguida y culta y un creciente número de extranjeros,<br />

buscando ante todo los atractivos del mar, entre el confort de una ciudad moderna cuyo clima<br />

figura entre los mejores del mundo.<br />

La Sociedad Anónima Balneario Viña del Mar, constituída en Julio de 1912 con un capital<br />

de $2.000,000 ha tenido la feliz iniciativa de adquirir todos los terrenos de la Población Vergara<br />

vecinos al mar y más próximos a los actuales centros poblados de la ciudad. Estos terrenos<br />

se extienden desde el estero hasta cerca del Muelle y tienen una superficie aproximada de<br />

ciento noventa mil metros cuadrados. El objeto de la Sociedad es propender al mejoramiento<br />

del barrio estimulando y contribuyendo a la ejecución de las obras públicas que se requieran:<br />

ejecutar obras y mejoras dentro de sus propiedades; organizar empresas que construyen en<br />

sus terrenos Balnearios, Hoteles, Casinos, Chalets, etc., y, finalmente, vender lotes al público<br />

para su edificación.<br />

A fin de realizar en la mejor forma sus proyectos, la Sociedad ha empezado por estudiar<br />

la más conveniente distribución de la planta del barrio con el objeto de facilitar sus comunicaciones<br />

con los demás centros de la ciudad y, al mismo tiempo, ha consultado la apertura de<br />

nuevas calles especialmente de una gran avenida de 25 metros de ancho que bordeará la playa<br />

y constituirá el gran paseo de Viña del Mar: para estos efectos y el de dejar una extensa playa ha<br />

cedido gratuitamente al uso público una superficie aproximada de 40,000 metros cuadrados.<br />

La primera obra que ha iniciado la Sociedad, es la construcción de un malecón a lo largo<br />

de la playa que irá coronado por una baranda o balaustrada y cuya longitud alcanzará a cerca de<br />

un kilómetro: cada cien metros llevará terrazas salientes sobre la arena con techumbre apropiada<br />

para guarecerse del sol. Colindante al malecón irá la gran avenida de 25 metros de ancho<br />

desde la cual se podrá descender a la arena por escalinatas dispuestas de trecho en trecho.<br />

245


Está en construcción un gran puente de concreto armado frente a la calle del cerro, y, se<br />

proyecta construir otro en la desembocadura del estero que una la playa de población Vergara<br />

con el paseo de Miramar.<br />

Se están pavimentando todas las calles y avenidas y estos trabajos, que en el próximo verano<br />

estarán muy adelantados, se concluyen totalmente en el curso de 1914, por contrato.<br />

Las Obras de canalización del estero y disecación de la laguna se inician próximamente y<br />

estarán terminadas en Marzo de 1914.<br />

Finalmente, hay que agregar que este barrio pertenece al radio urbano de la ciudad y contará<br />

con todos los servicios públicos como alcantarillado, gas, luz eléctrica, agua potable, etc.<br />

Es indudable que, con la ejecución de la obras expresadas, este barrio, que tiene el privilegio<br />

de ser el único que está ubicado a la orilla del mar, pasará a ser, como en todos los balnearios<br />

del mundo, el centro de lujo de nuestro primer balneario nacional; en sus avenidas y en la<br />

playa que queda al frente, se realizarán los paseos de la elegante sociedad que lo frecuenta, y,<br />

sobre sus terrenos se levantarán los grandes hoteles, casinos, teatros, y construcciones de opulentos<br />

particulares, desde las que se gozará del magnífico e incansable espectáculo del océano,<br />

embellecido por el soberbio panorama de la ciudad y bahía de Valparaíso que se destaca hacia<br />

el sur-oeste y que en la noche se convierte en una fantasía feérica de luces que centellean sobre<br />

la mole obscura de los cerros.<br />

Las iniciativas de esta sociedad serán sin duda premiadas por un gran éxito comercial, y,<br />

sus proyectos, realizarán una gran obra de necesidad local, y, darán nuevos y poderosos atractivos<br />

a nuestro primer balneario llamado a ser un centro de agrado y de cultura, no sólo del país,<br />

sino internacional.<br />

246


Sociedad Balneario de Viña del Mar<br />

Playa y terrenos de la Sociedad Balneario de Viña del Mar. En el fondo el Cerro del Castillo.<br />

247


Sociedad Balneario de Viña del Mar<br />

Playa de la Sociedad y Cerro del Castillo.<br />

248


Sociedad Balneario de Viña del Mar<br />

Plano de conjunto. Playa y Terrenos de la Sociedad. Playa de Miramar.<br />

249


Industria Nacional<br />

Tren completo construído por los señores Balfour, Lyon y Cía., en Viña del Mar.<br />

250


Edición en homenaje<br />

a los 100 años de esta publicación<br />

1913 - 2013<br />

La presente edición del<br />

Album de Viña del Mar,<br />

se terminó de imprimir<br />

en el mes de enero del año 2014,<br />

en los talleres de Gràfhika Copy Center,<br />

Santo Domingo 1862, Santiago de Chile.


“Imaginaos el país más encantador del mundo. Una planicie suave que va a morir al beso de las olas de un mar de<br />

raso y seda; cielo de azul purísimo, un horizonte cerrado por las combas de lomajes verdegueantes, tachonados de eucaliptos<br />

y palmeras. Sobre el valle, partido en dos por el antiguo río de las minas, una ciudad nueva, elegante, holgada,<br />

con amplias avenidas surcadas de árboles y pavimentadas con asfalto natural de roca. Nada de edificación pesada y<br />

maciza; las villas y los chalets se suceden sin cesar, ágiles, esbeltos, rasgando el cielo con las agujas de sus cúpulas o<br />

las atrevidas aristas de sus mansardas. Se alinean a lo largo de las avenidas, se aíslan en medio de frondosos jardines,<br />

trepan sobre las mesetas o se refugian –blancas velas al socaire del viento– en los hondos huecos de las quebradas”.<br />

a. vera yanattiz<br />

Del ‘Album de Viña del Mar’, edición de 1913

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