VE-11 MARZO 2015
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Número <strong>11</strong> – Marzo <strong>2015</strong>
Playa de la Malvarrosa – Evelyn Carell (Valencia)<br />
http://evelyncarell.artelista.com<br />
© de los textos: Todos y cada uno de los derechos de las obras literarias,<br />
fotografías o ilustraciones publicadas en esta revista pertenecen en<br />
exclusiva a sus respectivos autores.<br />
Ilustración de la portada: Literature watercolor thingy – Kelly McClellan<br />
(EUA) http://javawombat.deviantart.com/<br />
Diseño y edición: Rafa Sastre<br />
Colaboraciones: revistave@hotmail.com<br />
La literatura es libertad.<br />
Susan Sontag (1933-2004)<br />
Visita nuestro blog: http://valenciaescribe.blogspot.com.es/
Índice<br />
Cumplimos un año (Rafa Sastre) Pág. 1<br />
La perversión del tiempo (Sarah Martínez) Pág. 3<br />
Esencia (Esther Moreno) Pág. 5<br />
Olivier (Manuel Navarro) Pág. 7<br />
El sueño de Méliès (Rubén Vázquez) Pág. 9<br />
El amor en los tiempos de Meetic (Lu Hoyos) Pág. <strong>11</strong><br />
Recórtame (Aziza Akherraz) Pág. 13<br />
Amanecer (Marga Alcalá) Pág. 15<br />
Sobre el comportamiento del<br />
pájaro inane (Santiago Herrera) Pág. 17<br />
Más lejos (Aldana Giménez) Pág. 21<br />
Amor, sentimiento de locos (María Amorós) Pág. 23<br />
La fecha de mi muerte (Pilar Descalza) Pág. 25<br />
¿Quién soy? (Isabel Garrido) Pág. 27<br />
Ambigüedades (Rafa Sastre) Pág. 29<br />
No me arrepiento (Vicente Carreño) Pág. 31<br />
La décima musa (Faine) Pág. 35<br />
Jean Pierre (José LuisSandin) Pág. 37<br />
El tejedor de palabras (Jorge Richter) Pág. 39<br />
La última payasada de Black (Christine Carcosa) Pág. 43<br />
El fin de la guerra (Nicolás Jarque) Pág. 47<br />
Autoengaño (Asun Ferri) Pág. 49<br />
La extraña historia de mi primo Antonio (P.Sanchis) Pág. 51<br />
El hombre precavido (David Rubio) Pág. 55<br />
Madeimoiselle Chisinau (Marisol Santiso) Pág. 59<br />
Bar Mechanics (Pernando Gaztelu) Pág. 61<br />
Travesía (María Isabel Peral) Pág. 65<br />
El chico de la bici (Fran Rubio) Pág. 67<br />
Haiku (Marga Alcalá) Pág. 69<br />
Realidades paralelas (Concha García) Pág. 71
M. y el equilibrio de los sueños (Marco A. Torres) Pág. 73<br />
Y Dios creó al hombre (Ricardo Mazzoccone) Pág. 75<br />
Caballo ¡Espíritu libre! (Lucía Uozumi) Pág. 79<br />
Como un suave aleteo (Elena Casero) Pág. 81<br />
La certeza de la imagen (María Luisa Pérez) Pág. 83<br />
Recuerdos de la infancia (Macu Joan) Pág. 85<br />
Roto (Manuel Pérez) Pág. 87<br />
La otra mirada (Adrián García) Pág. 89<br />
Loco (Alejandro Ramos) Pág. 93<br />
Nostalgias (Isabel Sifre) Pág. 95<br />
Lo mejor de mí (Alicia Muñoz) Pág. 97<br />
Los días deshabitados (Matilde Lledó) Pág. 99<br />
La niña que quería ser hombre (Susana Gisbert) Pág.103<br />
Adelina (Amparo Hoyos)<br />
Pág.107
Cumplimos un año<br />
¿Quién iba a predecir que llegaría la fecha y nuestra publicación<br />
estaría más viva que nunca? Hasta un servidor necesita pellizcarse<br />
para comprobar que no se trata de un bonito sueño. Para comprobar<br />
que cada vez contamos con más amigos dispuestos a participar en un<br />
proyecto que nace de la solidaridad y el amor a la cultura. Sin<br />
ambiciones materiales, cosa que a la mayoría de los mortales costará<br />
entender en el imperio de la rentabilidad, del tanto tienes, tanto vales.<br />
Esta vez son 42 textos, entre cuyos autores encontramos nada<br />
menos que a 13 nuevos compañeros, a los que nos complace dar una<br />
calurosa bienvenida: Sarah Martínez, María Amorós, Isabel Garrido,<br />
María Isabel Peral, María Luisa Pérez, Macu Joan, Alicia Muñoz,<br />
Susana Gisbert, Manuel Navarro, Santiago Herrera, Vicente Carreño,<br />
Jorge Richter y Pepe Sanchis.<br />
Y si las cuentas no fallan, durante este año hemos publicado 387<br />
textos de 75 autores distintos (por no hablar de los ilustradores y<br />
fotógrafos que también nos han ayudado a crecer). Un buen balance,<br />
cifras demostrativas de que si existe un sitio donde verdaderamente<br />
no hay crisis, es en Valencia Escribe. Para celebrarlo estrenamos el<br />
precioso logo que preside la portada, obra de la diseñadora Paula<br />
Sastre.<br />
Solo me resta desear que disfrutéis de la lectura de la revista,<br />
como mínimo en la misma medida que nosotros hemos disfrutado<br />
escribiendo todo esto que ahora regalamos.<br />
Y recordad la frase de Antonio Gala: “La felicidad es darse<br />
cuenta de que nada es demasiado importante”. Sed pues muy felices.<br />
Rafa Sastre<br />
1
Ilustración de Sarah Martínez<br />
2
La perversión del tiempo<br />
Sí, yo también me he enfrentado al apocalipsis del segundero, a<br />
la espera de un cielo al final de las escaleras mecánicas del metro;<br />
cual burgués decimonónico de tormentosas trivialidades.<br />
Oscuridad, con el frío engaño del amor como revolución. Con el<br />
frío de uñas carcomidas, de un garganta gruesa que duele.<br />
Sí, el dolor es subjetivo. Pétalos de oscuro color caen en cascada<br />
sobre mi vientre cansado.<br />
Lo que yo quiero no existe y lo que existe me hace daño.<br />
El sexo me debilita. Taparé de nuevo el corazón con mis pies<br />
pequeños de sueño en sueño; apestoso letargo.<br />
Valencia, tiempo indefinido, quizá en diciembre de 2013, quizá<br />
en algún metro.<br />
Sarah Martínez (Valencia)<br />
www.alasombradelparnaso.blogspot.com.es<br />
3
Muses – Conrad Roset (Terrassa) - http://www.conradroset.com/<br />
4
Esencia<br />
Soy la luz que te despierta por las mañanas<br />
Y cuando me miras te sientes viva<br />
Soy las melodías que cantas<br />
Y tú la música que me activa<br />
Soy la playa de dulces aguas<br />
Y tú el mar que me cautiva<br />
De tus quimeras soy el resultado<br />
Tú eres aquello imaginado<br />
Soy la calma de tu corazón<br />
Y tú la rabia de la espada<br />
Soy ese sabroso escorpión<br />
Y tú el veneno que faltaba<br />
Soy la risa de asunción<br />
Y tú el grito entre almohadas<br />
De tus locuras soy la mecha<br />
Tú eres la pólvora satisfecha<br />
Esther Moreno Morillas (Valencia)<br />
http://elcascabelalgato.blogspot.com.es/<br />
http://invisiblevoyeur.blogspot.com.es/<br />
5
Searching – Elena (EUA) http://elenaoprea.deviantart.com/<br />
6
Olivier<br />
A los pocos días de llegar a la playa, eché en falta a la mujer<br />
francesa que solía jugar con el marido a las palas, metidos en el mar<br />
con el agua hasta las rodillas. El hijo, un muchacho discapacitado, se<br />
colocaba de pie en la orilla con una pala en cada mano, peloteando<br />
consigo mismo, esperando que alguno de sus padres quisiera jugar<br />
con él, cosa que no era muy frecuente. Así se pasaban los tres casi<br />
toda la mañana.<br />
Este año, el padre jugaba con el muchacho dentro del agua,<br />
como lo hiciera en el pasado con su mujer. Me extrañó verles a ellos<br />
dos solos, y me pregunté por qué no estaba la mujer. Había muerto,<br />
eso es lo que pensé. Podía haber pensado que el matrimonio se había<br />
separado o que ella se había quedado en Francia cuidando a su madre<br />
enferma, o trabajando, pero pensé que ella había muerto. Era una<br />
mujer muy delgada y tal vez había muerto de cáncer. No sé, una vez<br />
los vi en el bar de la esquina de mi calle y ella estaba fumando. Cáncer<br />
de pulmón, seguramente, eso pensé.<br />
A partir de entonces, sentí lástima del marido y, sobre todo, del<br />
hijo. Pero me alegré de ver cómo ahora se habían reencontrado los<br />
dos. Incluso me pareció que el padre bromeaba con el hijo, le sonreía,<br />
le daba palmaditas en la espalda; en una palabra, se necesitaban el<br />
uno al otro. Cómo une a las personas el hecho de perder a un ser<br />
querido. En una ocasión estuve a punto de preguntarles cómo había<br />
sido, cuándo, pero no me atreví. Al fin y al cabo, solo los conocía de<br />
haberlos visto anteriormente en la playa jugando a las palas, y al<br />
chico bajando la sombrilla, clavándola en la arena y esperando con<br />
las palas en la orilla del mar. Nunca había hablado con ellos.<br />
Un día me decidí a preguntarle a Olivier, así me dijo que se<br />
llamaba. Pero me pareció que debía sonsacarle la respuesta sin<br />
7
hacerlo sufrir con una pregunta directa. Así que le dije: «Olivier, ¿tu<br />
madre no está?», y él se limitó a decir que no. Y yo no necesité más<br />
preguntas ni más respuestas. A partir de ese día Olivier se acercaba a<br />
saludarme cuando me veía y nos estrechábamos las manos, y yo le<br />
hubiera dado un abrazo de pésame, pero no me parecía correcto, qué<br />
pensaría su padre si me veía.<br />
Me di cuenta más tarde de que Olivier no comprendía bien el<br />
castellano, sabía solo algunas palabras. Así que cuando lo veía me<br />
esforzaba por saludarlo en su propio idioma, y él me contestaba y<br />
sonreía.<br />
En eso, una mañana, cuando daba mi rutinario paseo, vi a la<br />
madre jugando a las palas con el padre, con el agua hasta las rodillas,<br />
y a Olivier esperando en la orilla con las dos palas y la pelota. Lejos de<br />
alegrarme, me sentí contrariado. Supongo que porque ahora Olivier<br />
estaba de nuevo solo.<br />
(Publicado Amazon en el libro Cosas que nunca confesé a nadie)<br />
Manuel Navarro Seva (Madrid)<br />
http://manuelnavarroseva.blogspot.com.es/<br />
8
El sueño de Méliès<br />
Fotografía de Danna Juárez (Puebla, México)<br />
Mar en calma<br />
cama de arena<br />
piel de luciérnaga<br />
reflejo de mi anhelo<br />
cameo de mis sueños<br />
confidente de mi perdición.<br />
Deja deslizar tu vestido,<br />
sobre curvas de cobalto,<br />
toma mi mano, gota a gota,<br />
y que un rayo ahuyente mi alma,<br />
para rellenar esos gramos menos,<br />
con helio y sueños de Méliès.<br />
Rubén Vázquez Charolet (Puebla, México)<br />
http://dependientedeltiempo.wordpress.com/<br />
9
Reading a script in the windowsill, 1950 - Stanley Kubrik<br />
10
El amor en los tiempos de Meetic<br />
Yo he visto muchas cosas, demasiadas. La última es la locura de<br />
una de mis mejores amigas, Amanda. Quedé con ella el sábado en el<br />
café de La infanta. Apareció exultante. Había adelgazado varios kilos<br />
desde que rompió con Juan. Iba perfectamente vestida y maquillada.<br />
Nadie hubiera dicho al verla que pasaba de los sesenta. Nos sentamos<br />
a una de las mesas del rincón de siempre y empezó con su confesión.<br />
Cada vez que la veo aparece con una historia nueva.<br />
-¡Que me he enamorado, Elvira, y esta vez va en serio! Me he<br />
vuelto loca de remate por este hombre.<br />
-¡No me digas! Pero quién es, cuenta, de qué lo conoces.<br />
-No lo conozco, bueno, no lo conozco personalmente. Es de<br />
Meetic.<br />
-¿De Meetic? Y dices que te has enamorado pero ¿cómo es<br />
posible?<br />
-Como lo oyes, Elvira, nunca había conocido a nadie como él. Es<br />
sueco, alto, fuerte, viudo, rico. Y lo mejor: dice que soy la mujer de su<br />
vida, que ha encontrado un diamante y que va en serio, que no tiene<br />
tiempo que perder.<br />
-A ver, a ver, para. ¿Cómo sabes que todo eso es verdad?<br />
-Porque lo sé. Tendrías que leer sus apasionadas cartas. Yo vivo<br />
solo para ver su nombre: “Melvin Gunnar”, iluminar la bandeja de<br />
entrada de mi Hotmail.<br />
-Pero desde cuándo lo conoces?<br />
-Desde hace una semana.<br />
-¿Una semana y ya te has enamorado? Tú no estás bien.<br />
-Yo sé lo que me hago, Elvira, Ya soy mayorcita.<br />
<strong>11</strong>
-Eso sí que es una verdad.<br />
-¿El qué?<br />
-Lo de que ya eres mayorcita como para andarte con esas<br />
tonterías. No te acuerdas de lo que le pasó a mi amiga Irene, la de<br />
Murcia.<br />
-Mira, Elvira, he decidido poner las cartas sobre la mesa. Nadie<br />
es perfecto. Hoy en cuanto llegue a casa le escribo. Voy a decirle que<br />
no me importa que no sea sueco ni rubio ni alto ni rico. Que me da<br />
igual que sea un scamer nigeriano. Que si necesita dinero que me lo<br />
pida. Pero que no deje de enamorarme nunca con sus maravillosas<br />
cartas.<br />
Lu Hoyos (Valencia)<br />
http://inventariodelucrecia.blogspot.com.es/<br />
12
Recórtame<br />
Psycodelic – Greg (EUA) http://enminus.deviantart.com/<br />
Recórtame, enhebra agujas hipodérmicas, une mis pentágonos<br />
regulares, no untes tus zapatos de betún, contempla cómo mi<br />
poliédrica mente se metamorfosea en un ovillo de amapolas, cómo<br />
mis huesos carcomidos estallan dando lugar a un festival onírico<br />
protagonizado por mariposas monocromáticas, cómo mis venas<br />
violáceas causan estragos al intentar serpentear imitando a las<br />
luciérnagas que trazan claves de sol en noches cerradas. Recórtame<br />
mañana porque hoy los teléfonos descolgados amenazan con<br />
nombrar a todos los poetastros que circulan por la autopista de peaje<br />
13
y quiero ser testigo de la acusación que pronuncien al unísono con<br />
sus voces roncas. Recórtame mañana porque hoy las plumas<br />
estilográficas reivindican el derecho a huelga y unas mejores<br />
condiciones laborales mientras le escupen tinta a los dactilógrafos.<br />
Recórtame mañana porque hoy tengo que asistir a la actuación de la<br />
trapecista enana manca del brazo derecho que tiene dieciséis pecas<br />
esparcidas en cada uno de sus pómulos y arroparla con mis brazos de<br />
hojalata acariciados hace escasas horas por el frío invernal en<br />
persona. Recórtame mañana porque hoy harán papiroflexia con mi<br />
cuerpo, harán cisnes de cuellos magullados, harán grullas con cada<br />
una de las incisiones en forma de pentagrama con líneas divisorias<br />
que componen cada recóndito lugar de mi alma en homenaje a los<br />
versos enterrados, harán barcos sin bauprés, sin timón, sin mascarón<br />
de proa, sin trinquete, y sin mi cuello marinero y mi nuca<br />
asistemática. Recórtame mañana porque hoy mis pies de porcelana<br />
van a recorrer kilómetros y kilómetros por tu espalda invertebrada.<br />
Recórtame mañana porque hoy espero la llamada del psicólogo<br />
daltónico que pestañea cada cuatro segundos y observa imágenes de<br />
ilusiones ópticas y hace sonidos guturales y le propina golpes a la<br />
cafetera. Recórtame mañana porque hoy el salón está mudo, y voy a<br />
aprovechar para romper tus preciados discos de vinilo y lanzarlos en<br />
un bosque prohibido en el que las moralejas están en peligro de<br />
extinción y las bibliotecarias fantasmas bostezan, babean y se<br />
desangran cada vez que escuchan a los teléfonos descolgados que<br />
habitan en cabinas abandonadas. Recórtame mañana, pero hazlo con<br />
una de esas tijeras para niños, esas tijeras que utilizan para realizar<br />
trabajos manuales y que requieren el sacar la lengua para una mayor<br />
concentración. No silencies tu respiración traqueal. Dóblame,<br />
redóblame, desdóblame, recórtame mañana y déjame caer.<br />
Aziza Akherraz (Gibraleón, Huelva)<br />
14
Amanecer<br />
Foto aportada por la autora<br />
Tímido, va asomando el día<br />
apoyado en la barandilla azul<br />
del horizonte.<br />
Ocultando su equipaje<br />
de razones y sentires<br />
nos envuelve y nos conforma.<br />
Sabia luz en la memoria<br />
que pertinaz retornas<br />
al escenario de la vida.<br />
Permítenos la ovación<br />
de los que anhelan verte,<br />
de nuevo, en tu barandilla azul.<br />
Marga Alcalá (Valencia)<br />
http://comolaspiedrasoelviento.blogspot.com.es/<br />
15
Ilustración de Santiago Herrera Gea<br />
16
Sobre el comportamiento<br />
del pájaro inane<br />
Turbio no era distinto de los demás pájaros de su especie. Tenía<br />
un plumaje similar, piaba con voz similar y se posaba sobre las ramas<br />
de manera similar a los demás. En todo habría pasado desapercibido<br />
de no ser por su extraña forma de volar: donde todos sus congéneres<br />
describían vuelos rasantes o trayectorias que les permitiesen<br />
desplazarse de rama en rama, de árbol en árbol, él realizaba cabriolas<br />
sin sentido, volaba enérgicamente hacia arriba para a continuación<br />
dejarse caer en picado, giraba sobre sí mismo y extendía sus plumas<br />
como si deseara agrandarse. Nadie entendía esa forma tan atípica de<br />
moverse en el aire, carente de todo sentido práctico. Cuchicheaban<br />
sobre él, hablaban de su salud mental, lo evitaban en lo posible.<br />
No eran tan crueles, no obstante, y dejaban que se juntase con<br />
ellos en más de una ocasión. Cuando la conversación piada -que<br />
siempre giraba en torno a la mejor manera de atrapar una polilla o<br />
una hormiga- estaba en su clímax, Turbio sugería de pronto lo<br />
maravilloso que sería echar un vistazo más allá del bosque. Nadie,<br />
nunca, se aventuraba fuera de la protección del ramaje. Nadie, nunca,<br />
volaba tan alto entre las aves de su especie. Desde pequeños se les<br />
enseñaba a fijarse en el suelo y en las ramas; nada había que pudiera<br />
interesar a un pájaro más allá de las últimas hojas; aun peor, al<br />
lunático que se aventurase a volar más allá seguramente lo atraparía<br />
alguna terrible rapaz, o perdería oxígeno hasta caer muerto, o se<br />
abrasaría con la cegadora luz del sol. No había destino benigno para<br />
quien lo intentase. Se hablaba muy poco sobre el tema en las escuelas<br />
para pájaros, y únicamente para mostrar ejemplos conocidos -<br />
históricos, podría decirse- de intratables locos que decidieron acudir<br />
a la llamada de la luz y desaparecieron para siempre. Los más<br />
17
espetados entre los pájaros expertos no sólo eran los más mayores,<br />
sino aquellos que con mayor efecto habían teorizado sobre la<br />
felicidad e idoneidad de permanecer bajo la sombra del bosque, o<br />
sobre las irregularidades genéticas que hicieron de aquellos que<br />
alguna vez contravinieron las normas, unos subpájaros incapaces de<br />
igualarse a los demás, ya desde su misma salida del cascarón. Puede<br />
entenderse, en fin, que cuando Turbio realizaba algún comentario<br />
sobre la posible belleza del sobrebosque los demás se mirasen entre<br />
ellos para dedicarle, en el mejor de los casos, un sonoro silencio.<br />
El pobre pájaro recibía el mismo mensaje allá donde estuviese:<br />
en la escuela, con sus compañeros, con su familia... Pobre del ave que<br />
viviese ilusionada con lo desconocido, pues acabaría sus días muerta<br />
o enloquecida. Los demás, en cambio, podían aspirar a cuanto de<br />
bueno tiene la vida pajaril: caza de insectos, construcción de nidos,<br />
piadas a coro. Más allá se extendía la nada, y hablar de observarla era<br />
tanto como pensar en estrellarse.<br />
Así pasaron los años hasta que Turbio, el incómodo pájaro,<br />
decidió actuar pese a todos. Esa noche apenas durmió, al alborear<br />
desayunó frugalmente y, antes de que la comunidad se levantase,<br />
salió volando junto al amanecer y atravesó la copa de su árbol a toda<br />
velocidad.<br />
Al poco y ya despierta, su familia encontró una nota grabada en<br />
su habitación: "He decidido volar de verdad, seguir el propósito de<br />
mis alas. No os pido que lo entendáis. Sed felices. Yo también lo seré".<br />
El padre balanceó la cabeza con tristeza conforme; la madre emitió<br />
un suspiro, pero su corazón se alegró: en el fondo ella también creía<br />
en lo imposible, solo que ya hacía tiempo que carecía de fuerza para<br />
perseguirlo.<br />
Cuando los conocidos de Turbio se reunieron y la noticia se<br />
extendió, todos los pájaros de la comunidad estuvieron de acuerdo: el<br />
desdichado estaría ya despedazado en el nido de algún halcón, o<br />
18
calcinado sobre arenas lejanas. En las escuelas, todos los académicos<br />
emplearon el nuevo ejemplo histórico del incontrolado Turbio, quien<br />
además tenía un ojo desviado y cojeaba, y cuya irremediable locura le<br />
condujo a su perdición. Algunos padres, incluso, aprovecharon el<br />
reciente suceso para crear moralizantes cuentos de terror con los que<br />
amedrentar a sus polluelos.<br />
Pero un día, en una rama de reunión, surgió otra nota<br />
discordante. Un pájaro, que hasta la fecha a todos había parecido<br />
normal y buen ave, afirmó que Turbio podría estar vivo, pues no se<br />
halló ni una sola de sus plumas por el bosque. La mayoría ignoró o<br />
aun se alejó del chiflado, pero unos pocos le dieron vueltas al asunto<br />
en sus escondites, o mientras cazaban, o mientras todos a su<br />
alrededor piaban sobre la perfección del día a día, del eterno<br />
recomenzar y de la seguridad de lo conocido. Así, el virus del pájaroturbio,<br />
nombre con el que algunos intelectuales bautizaron al<br />
reciente mal, se fue extendiendo, siempre de manera minoritaria,<br />
entre algunas aves de la especie. Los síntomas consistían en<br />
ausencias repentinas de las ramas sociales, miradas pensativas a lo<br />
alto de los pinos, contestaciones inesperadas en las aulas y, lo más<br />
alarmante, algunos grabados sobre los troncos que decían cosas<br />
como "Atrévete a volar" o "Quien no ha mirado, no puede saber". Una<br />
mañana, desaparecieron cinco pájaros más, de golpe; nada se volvió a<br />
saber de ellos y ninguna pluma apareció en el bosque.<br />
Todos siguieron con sus vidas, pero cada vez más aves miraban<br />
hacia arriba, con la luz de entre las ramas brillando en sus pupilas.<br />
Santiago Herrero Gea, Valencia (España)<br />
www.alasombradelparnaso.blogspot.com.es<br />
19
Huellas del pasado – Fotomontaje de Manuel Esteban (Valencia)<br />
20
Más lejos<br />
Otra vez mi corazón<br />
no juega a mi favor<br />
y me tironea lejos,<br />
sin darme sosiego.<br />
Otra vez mi estupidez<br />
pone el mundo de revés<br />
y me enamora de ti,<br />
me convence que sí.<br />
Otra vez la angustia,<br />
la distancia, las excusas,<br />
y mis manos no te alcanzan,<br />
ni mis brazos te abrazan.<br />
Otra vez la misma piedra,<br />
desmarcando mis huellas,<br />
estoy lejos, más lejos,<br />
y no ves cuánto te quiero.<br />
Aldana Michelle Giménez (Mendoza, Argentina)<br />
21
Lovers in Paris – Dmytro Bagaiev (Bélgica) https://500px.com/dbagaev<br />
22
Amor, sentimiento de locos<br />
Amor sentimiento irracional que da la razón a todo.<br />
Amor, sentimiento de locos,<br />
Sentimiento de unos pocos.<br />
Pocos se atreven a sumergirse en su fragancia,<br />
Pocos se atreven a bucear en su abundancia.<br />
El amor, mil sensaciones en una:<br />
Éxtasis que llena corazones,<br />
Aventura pintada de colores,<br />
Curva en forma de sonrisa,<br />
Miradas fugaces que hablan,<br />
Caricias que arropan el alma,<br />
Abrazos que llenan y calman,<br />
Besos que encienden las llamas,<br />
¡Cuerpos que juntos estallan!<br />
Amor, sentimiento de locos,<br />
Sentimiento de unos pocos.<br />
Pocos se atreven a perder su juicio,<br />
¿Pero que hay más justo que un sentimiento libre y puro?<br />
23
El amor, libera, cura y limpia,<br />
Rompe murallas que encierran corazones escondidos,<br />
Los abre como flores en primavera, para que luzcan de colores y<br />
llenen con su fragancia este mundo de sin sabores.<br />
Amor, sentimiento de locos,<br />
Sentimiento de unos pocos.<br />
El amor,<br />
Mágica energía,<br />
Mágica emoción,<br />
Mágico sentimiento que estalla en mi interior.<br />
Busque razones en la razón,<br />
Y todas me respondieron ¡Amor, Amor, Amor!<br />
María Amorós Burguete (Valencia)<br />
http://ateneabastet.blogspot.com.es/<br />
24
La fecha de mi muerte<br />
Ilustración aportada por la autora<br />
Ya está. Las peores sospechas se han confirmado. Me muero.<br />
Todos podemos decir con seguridad cuándo hemos nacido pero<br />
nadie puede decir con una certeza absoluta la fecha de su muerte.<br />
En el día de hoy ya tengo una idea muy aproximada de cuando<br />
será ese momento.<br />
Mi médico me ha recomendado que ponga todos mis asuntos en<br />
orden pues me queda poco tiempo para hacerlo. Ha sonado frío y<br />
distante pero es la cruda realidad.<br />
He vivido de prestado desde que hace un tiempo me<br />
diagnosticaron la enfermedad.<br />
25
He intentado luchar contra ella con tratamientos que lo único<br />
que me han producido son unos desagradables efectos secundarios<br />
sin darme resultado alguno.<br />
Y ahora ha llegado el final de esta batalla donde la perdedora he<br />
sido yo.<br />
Me pregunto cómo será morirse.<br />
No me refiero a qué se siente físicamente, espero que cuando<br />
llegue el momento no sienta dolor (soy muy cobarde), sino a lo que<br />
me puedo encontrar más allá de la vida.<br />
La muerte no me asusta.<br />
Tengo curiosidad por ver si hay una brillante luz que te llama para<br />
que entres en ella, o si me reencarnaré en una hormiga o un elefante,<br />
o si me estarán esperando las delicias del paraíso con un montón de<br />
hombres guapos a mi disposición.<br />
Espero que donde vaya mi dirección sea de subida y no de<br />
bajada. No he sido tan mala para merecer las llamas del infierno<br />
suponiendo que exista ese sitio.<br />
Haré caso a mi médico y dejaré todo atado y bien atado aunque<br />
no sé qué más puedo hacer. No dejo en este mundo a nadie. Estoy<br />
sola y sola me iré.<br />
He salido de la consulta médica y voy andando por la acera<br />
enfrascada con mis pensamientos.<br />
Oigo el ruido de un motor acelerando y de pronto un frenazo.<br />
Siento un golpe.<br />
Veo oscuridad y... se acabó.....<br />
Mi último pensamiento es que la fecha de mi muerte se ha<br />
adelantado.<br />
Pilar Descalza (Valencia)<br />
http://micuartosecret.blogspot.com.es/<br />
26
¿Quién soy?<br />
Scary mirrors motions – Laura Zalenga (Alemania)<br />
http://laurazalenga.deviantart.com/<br />
¿Quién soy? Me pregunto mirándome al espejo, contemplando<br />
una y otra vez los mismos ojos que llevan interrogándome desde<br />
hace veinticuatro años. Me lo digo en un susurro a solas, de esos que<br />
erizan la piel y nadie más oye, es completamente en privado, en<br />
mitad de la noche, mi reflejo y yo dialogando en el espejo.<br />
El silencio nos habla a las dos, los minutos transcurren y llega la<br />
primera conclusión de la madrugada. La que me devuelve la mirada<br />
tiene las pupilas fijas en mí, me interroga con sus iris, me taladra el<br />
alma. Se adentra entre capas de piel y hueso, entre músculos y<br />
vísceras, llega al otro lado, me atraviesa, pero se queda con la<br />
sensación de un vacío inmenso. Como un fantasma. Sabe, pues, que<br />
sigo siendo transparente, carne frágil y alma etérea, interior de hielo.<br />
27
Mi otro yo me mira, envueltos los ojos en pedazos de mí, el<br />
latido del pulso en las sienes, la sangre circulando al mismo ritmo que<br />
el mío. Parpadea y observa, lo hace con atención y calma, se<br />
desprende de todo cuanto pueda estorbarle, se desnuda ante mi<br />
mirada. Me ve, nos vemos, mucho más allá de superficie y llega la<br />
segunda conclusión de la noche. Ambas somos complementarias,<br />
ambas somos una, la cara y cruz de la misma moneda. Ambas nos<br />
necesitamos para respirar mucho más de lo que podría suponerse y<br />
sin la otra moriríamos, sin duda.<br />
El diálogo en silencio continúa. ¿Quién soy? ¿Quién eres? Tengo<br />
certezas, por fin las tengo, las saboreo en el paladar y se las susurro a<br />
mi otro yo en el espejo, para que las oiga tan bien como yo y no me<br />
estallen las palabras en el pecho.<br />
Soy algo tan marchito, distante, alejado y libre que no hay<br />
palabras para describirlo. Soy tantas caras, tantas aristas, que ni yo<br />
misma sé cuántas tengo. Soy vida y muerte enlazadas. Soy una fuente,<br />
un torrente de creatividad que funciona a latidos y que el día que<br />
pare de escribir moriré en alma, pues el corazón que la hace volar<br />
entrará en parada. Soy naturaleza corriendo en vena, el cielo azul o<br />
gris en plena ciudad, pequeños detalles como siempre. Soy lejanía,<br />
ambientes íntimos, cercanía en casos contados. Soy ese ave que vuela,<br />
tan alto y lejos que te costará alcanzarme. Soy otro tiempo y otro<br />
espacio. Estoy hecha de fragmentos y tengo las mismas vidas que un<br />
gato.<br />
Como dijo el poeta, “mariposa en arrullo, te pareces a la palabra<br />
melancolía”. Me di cuenta hoy, ahora, en este instante. Me veo y me<br />
contemplo por primera vez. Mi reflejo asiente, me da la razón. Por fin<br />
nos encontramos ambas en un punto en común, nos miramos a los<br />
ojos: sí, esa soy yo.<br />
Isabel Garrido (Valencia)<br />
http://cartasdeunaflor.blogspot.com.es/<br />
28
Ambigüedades<br />
Blue Velvet – Nachan (Italia) http://nachan.deviantart.com/<br />
Cuando aquel cabrón le dijo ‘te quiero’, ella interpretó ‘te amo’<br />
en lugar de ‘te deseo’. Ayer encontraron su cuerpo sin vida, el bello<br />
cráneo destrozado por una botella de Anís del Mono.<br />
Esa gente que anda con ambigüedades es muy peligrosa. Sobre<br />
todo cuando les da por utilizar metáforas inconscientemente.<br />
Rafa Sastre (Valencia)<br />
http://rafasastre.blogspot.com<br />
29
Thirsty? Taste some whisky... – Konrad (Polonia)<br />
http://gwizdus.deviantart.com/<br />
30
No me arrepiento<br />
“Nombre: Igor Cherysev. Alias: el Mongol. Lugar de nacimiento:<br />
Kiev. Rasgos: ojos marrones y achinados, cicatriz en el lado derecho<br />
de la cara, brazos llenos de tatuajes con cadenas. Complexión: fuerte.<br />
Altura: 1,90. Antecedentes en Rusia: extorsión, protección y<br />
proxenetismo, encarcelado por robo a mano armada en Moscú.<br />
Denunciado en Francia por proxenetismo. Residencia actual: España,<br />
habla español perfectamente. Hábitos: bebedor y fumador<br />
empedernido, consumidor de cocaína”. Era él. Estaba sentado en una<br />
mesa en lo más oscuro del local. Le reconocí inmediatamente. Había<br />
visto muchas fotografías de aquel tipo durante mis investigaciones.<br />
No me daba miedo. Me guardé el papel donde estaban apuntados los<br />
datos extraídos de su ficha policial y le abordé.<br />
—Eres Igor Cherysev —le dije mientras me sentaba frente a él.<br />
Puse mi vaso, whisky Chivas sin hielo, encima de la mesa.<br />
—No te conozco —me replicó y me lanzó una mirada que<br />
llevaba veneno. Tenía ojos de asesino.<br />
—Yo a ti sí. Quiero hablar contigo.<br />
—¿De qué? ¿Quién eres tú? ¡Fuera de mi vista! —su vozarrón<br />
atronó en el local.<br />
—¿Y a esta chica la conoces?<br />
Saqué de mi cartera la fotografía de una chica rubia, jovencita,<br />
muy guapa. Se la quedó mirando como obnubilado.<br />
—Se llamaba Miriam —le apunté.<br />
—Nunca la he visto.<br />
—Mientes, Mongol. Miriam tenía 20 años, la vida por delante, un<br />
mundo por descubrir. Había sido una niña maravillosa y una buena<br />
31
estudiante hasta los quince años, quería ir a la Universidad, pero os<br />
metisteis en medio. Corrompéis todo lo que tocáis.<br />
—¿De qué me hablas?<br />
—Era demasiado joven cuando os la llevasteis.<br />
—No me importa lo que dices. Vete de aquí o te van a sacar con<br />
los pies por delante —Igor Cherysev echó una mirada a dos matones<br />
que habían salido de la barra y permanecían atentos a nuestra<br />
conversación.<br />
—Miriam se escapó de casa cuando tenía 18 años, desapareció<br />
como si se la hubiera tragado la tierra. Ahora he averiguado lo que le<br />
sucedió.<br />
—No me importa nada la estúpida historia de esa chica.<br />
—Yo creo que sí te importa, porque estuvo trabajando en uno<br />
de tus infectos tugurios —le mostré otra fotografía en la que aparecía<br />
él con Miriam del brazo en la barra de un bar de copas.<br />
—Nosotros no obligamos a nadie —me dedicó una sonrisa<br />
cínica y estuve a punto de saltar sobre él y borrársela de un puñetazo.<br />
No lo hice, tenía otros planes.<br />
—Vosotros la engañasteis, la introdujisteis en el mundo de la<br />
cocaína, anulasteis su voluntad, la destruisteis. Sois una banda de<br />
degenerados sin escrúpulos. La chica apareció muerta por sobredosis<br />
hace un año. ¿No empiezas a recordar?<br />
—No. Y, además, ese no es mi problema. Si esa chica estaba<br />
desquiciada y enganchada a la cocaína, yo no tengo nada que ver. Hay<br />
muchas así. Vete por donde has venido y déjame en paz.<br />
—Miriam era mi hija —le dije.<br />
—¡Echad a este loco de aquí! —gritó Cherysev a sus lacayos.<br />
Demasiado tarde. No les di tiempo. Saqué la pistola que llevaba<br />
en el bolsillo, una Sig Sauer que había comprado por internet. Disparé<br />
32
a bocajarro, directamente a la cabeza de Igor Cherysev. La bala le<br />
estalló entre ceja y ceja. Murió en el acto.<br />
Le he contado al juez lo que ocurrió, soy culpable. Me ha dicho<br />
que nadie se puede tomar la justicia por su mano. Sé que van a<br />
condenarme. No me importa. Cumpliré la pena que me impongan,<br />
pero no me arrepiento. El mundo es un poco mejor desde que maté a<br />
Igor Cherysev el Mongol.<br />
Vicente Carreño (Leganés, Madrid)<br />
33
At The Fountain (1897) - William-Adolphe Bouguereau (1825-1905)<br />
34
La Décima Musa<br />
El horror de vivir se mide<br />
Por los despojos que el alma va dejando ebria de insatisfacción.<br />
La acumulación de humanidades repitiéndose<br />
En actos y teoremas, en actitudes de cancelación.<br />
Y los pasos, se doblegan cansados de tanta algarabía fantaseada<br />
De tanto reincidir en locuras y amenazas, en plumas sin papel.<br />
Siento un uniforme de trajes desajustados<br />
Que procuran ayunarme por las tardes ciegos en mi presencia<br />
Administradores inconclusos de mi tiempo y de mi sangre,<br />
De mi mente y de mi lengua,<br />
Cuyas lentes, opacas de soles, rehúyen las fuentes verdaderas.<br />
Y puedo resistir los frenesíes, la miseria de intentar<br />
Encadenarme a golpes de tiniebla,<br />
Sus coronas de espinas lamedoras de mi carne<br />
Que me suplican que deje de morderme insomne<br />
En esta tierra desencantada de no esperarse.<br />
Mi culpa es haber visto cada mota de polvo evangelizar el aire<br />
Y retroceder su savia inmortal desconocida de saber,<br />
Advertir del cuerpo su desmesura recontada, encontrarme<br />
35
En los ojos maravillados de la infancia y al volver, otra vez,<br />
A dormitar desesperada, reconocerme desde lejos<br />
Sobreviviente en esta refriega de espadas.<br />
Si el mundo es un redescubrir de pérdidas<br />
Que desmagnetizan las miradas, un deudor de sombras<br />
Que mis manos empalagan,<br />
Un padecer de átomos que se disparan<br />
Sin vergel ni luces, sin atisbos de esperanza,<br />
¿Qué luna, qué hierba, qué aroma<br />
De qué piel respirará la boca, si no hay fuego,<br />
Si no hay olmo donde verter la memoria?<br />
Huérfana de no tocarse, esta especie en bancarrota<br />
Extirpa sus costados, sus besos, sus silencios de gaviota,<br />
Como una renunciación de verdades y fondos<br />
Legión de vidas que deshabitaran muertas.<br />
Felicidad Domínguez - Faine (Silla, Valencia)<br />
http://fadaluna-faine.blogspot.com.es/<br />
36
Jean Pierre<br />
Spectacle – Gerard Hermand (Francia)<br />
https://500px.com/Gerard_Hermand<br />
No sé qué les pasa a estos franceses. Hasta ahora he tenido la<br />
coincidencia de conocer a puros hombres llamados Jean Pierre. ¿Qué<br />
no se les ocurre bautizarlos con otra cosa? "Es que Jean Pierre es mi<br />
primer nombre, pero, en realidad, tengo 13 nombres y mi apellido", y<br />
me explicó eso de que al tener solo un apellido, les ponían muchos<br />
nombres, y cada quien escogía de ahí uno o dos nombres que más les<br />
gustaran.<br />
37
La otra noche fue el colmo. Manolo y yo acudimos a una fiesta<br />
muy internacional donde conocimos, por separado, a tres chicos<br />
franceses muy majos:<br />
—Jean Pierre.<br />
—Jean Pierre.<br />
—Jean Pierre.<br />
No dábamos crédito que los tres tuvieran el mismo nombre,<br />
pero se comprendía. La sorpresa vino cuando estuvimos todos juntos<br />
y, si uno de ellos decía Jean Pierre, el Jean Pierre aludido respondía,<br />
¿cómo sabía que era a él y no al otro? "Tenemos muchos nombres...",<br />
nos expuso uno de los Jean Pierre. No lo escuchamos. La<br />
conversación ya fluía en otra dirección.<br />
—Jean Pierre.<br />
— Dime.<br />
—¿Tú crees que a Jean Pierre le gustaría ir a casa de Jean<br />
Pierre? Resulta que Jean Pierre vino de Nantes anoche y estará ahí<br />
hasta el fin de semana.<br />
—¿Te gustaría conocer a Jean Pierre? También está Jean Pierre.<br />
—Oh sí, he sabido de él gracias a Jean Pierre. Claro que me<br />
gustaría conocerlo.<br />
Tras las despedidas de rigor —original y dos copias—, los tres<br />
Jean Pierre partieron de inmediato a casa de Jean Pierre.<br />
—Manolo, ¿no te parece que esto ya es demasiado?<br />
—Muchísimo.<br />
—Mejor vámonos a casa de Manolo, que aquí ya me mareo.<br />
—De acuerdo, Manolo. ¡Vámonos!<br />
José Luis Sandin (Valencia)<br />
38
El tejedor de palabras<br />
Old manuscript – Cristian Baitg (España) http://www.cristianbaitg.com/<br />
Antiguas leyendas y escritos documentan que en tiempos muy<br />
remotos, en un pequeño paso entre las montañas, existía una tosca<br />
cabaña de troncos con pizarrillas por techo, el verde musgo cubría<br />
uno de sus aleros. Dicen que apenas una senda permitía dar con ella.<br />
Serpenteando el ascenso por un arroyo, hasta casi sus nacientes, tras<br />
grandes tres piedras grises, después de la dejar atrás el salto de la<br />
cascada... Manteniéndose siempre de la margen próxima a la<br />
empinada pared, se llegaba a encontrar el disimulado sendero. Era<br />
en esa cabaña donde el centenario personaje vivía.<br />
El azar, en unas reformas de restauración de una antigua ermita,<br />
dio con un tapiado sótano, lugar donde fueron encontrados los<br />
escritos mencionados, protegidos en oscuros arcones de plata. No<br />
tardó demasiado en surgir quien, aventurero al fin, decidió buscar,<br />
39
dando por real lo que atestiguaban los mismos. Año tras año lo que<br />
parecía ser claro y descriptivo en indicaciones, se fue complicando.<br />
Divergentes opiniones surgieron, tanto de estudiosos como de<br />
ambiciosos.<br />
Mientras, los años pasaban. Y se habían construido diques,<br />
puentes de piedra, túneles que cambiaron el caudal de arroyos; con<br />
ellos desaparecieron bosques y cascadas. Las piedras desprendidas<br />
de obras y derrumbes multiplicaron por cientos muchas zonas. Fue<br />
el mismo transcurso del tiempo el que fue despejando los primeros<br />
ímpetus hasta el olvido.<br />
Un día, un despistado senderista equivocó su ruta de retorno al<br />
pueblo. Tras un escabroso y peligroso descenso por una pared, se<br />
encontró sin aparente salida fácil, entre estrechas paredes de roca,<br />
desde donde apenas llegaba a divisar el cielo. Su situación no era<br />
sencilla, la noche se le venía encima, el cambio de temperatura, sería<br />
muy notable en esa época del año. Su imprudente equipamiento no le<br />
daba muchas opciones, ni el lugar de ser fácilmente localizable; si es<br />
que concurrirán en su ayuda. En los escasos metros del fondo del<br />
seco barranco, creyó mejor buscar refugio debajo de un espacio de la<br />
gran roca desprendida. En realidad resulto ser una idea muy<br />
acertada, agachado y reptando por ella salió de otro lado de la misma,<br />
así fue progresando de forma lenta y continua, en búsqueda de<br />
escape. El pedregoso camino en un espacio se amplió y ante él, los<br />
restos de un muro gris y oscuro de una pequeña vivienda, que aún<br />
conservaba un ollado agüero realizado de también en piedra, donde<br />
en otro tiempo se encontraría el llar, solo reflejaba su oscuro rostro<br />
en estancada agua. Entorno a la misma un caos de desprendimientos.<br />
Ello no sería un obstáculo a su voluntad para trepar. Aún con escasas<br />
fuerza, sed, frío, concentrado en la única voluntad de sobrevivir.<br />
Entrando la noche dio con un sendero, luego un pequeño camino por<br />
el valle, continuó andando; ayudado por una Luna Llena y algunas<br />
diminutas luces de viviendas en el horizonte; a punto de amanecer,<br />
entraba en el pequeño poblado, donde poco después era asistido.<br />
40
Su nombre quedó olvidado, no así el haber confirmado la<br />
existencia del hallazgo. Nuevamente los escritos revivieron. Análisis<br />
de todo tipo fueron repitiéndose entre los restos. Al tiempo que las<br />
comunicaciones entre pueblos, ciudades, países y continentes fueron<br />
creciendo a un ritmo vertiginoso. Lo que había comenzado como una<br />
curiosidad, pasó al mundo científico como un dato extrapolable,<br />
encadenando relatos y documentos similares, realizados en distintas<br />
lenguas y por distintas culturas. En unos había sido una cabaña, en<br />
otros una gruta, en los de más allá, un templo en la piedra, cuevas, y<br />
una variedad de asentamientos más.<br />
Ya no era en un origen único sino varios, como las épocas a<br />
través de siglos. No era buscar al alquimista de finos y largos dedos,<br />
con ojos hundidos en profundas ojeras que resaltaban su larga<br />
cabellera o el aparente abad entrado en kilos y siempre de aspecto<br />
sonriente, con rojizos cachetes en su rostro. Las descripciones fueron<br />
tantas que hasta de todos los colores de piel y raza tuvieron cabida<br />
alguna; siempre de los centenarios, milenarios ocupantes, en<br />
testimonios.<br />
Cuando la bolita azul brillaba en el espacio en el inmenso<br />
universo, y era contemplada ya como un punto en la distancia por el<br />
astronauta. A bordo de una de las tantas naves que surcaban el<br />
espacio. El avance técnico desarrollado en ese especial Planeta<br />
Tierra, pareció dar con la clave del enigma: “Las letras no surgían del<br />
crisol de ningún ermitaño, mago, alquimista, chamán, o solitario de<br />
todos los tiempos, culturas y civilizaciones su vuelco en grafos,<br />
piedras, runas, papiros, papel, ciberespacio, ecos y ondas. Tenían un<br />
origen. Durante la fase de sueños, mientras el éter unía universos. Se<br />
presentaba y susurraba en el oído del hombre. Y a partir de ese<br />
susurro nacía otro: “tejedor de palabras”.<br />
Jorge Richter Vázquez (Valencia)<br />
41
Head – Enigma Fotos (EUA) http://enigma-fotos.deviantart.com/<br />
42
La última payasada de Black<br />
Dean Black había sido un gran payaso. Era cierto que, en alguna<br />
que otra ocasión, la bebida había podido con él. En una o dos<br />
actuaciones. Quizás en algún cumpleaños infantil. Puede que en el<br />
cumpleaños de su hija de seis años.<br />
La adicción, por supuesto, fue provocada por su ex-mujer.<br />
Habían convivido durante ocho tormentosos años, y Rachel conocía<br />
de sobra sus problemas con la bebida. Sus continuas depresiones.<br />
Claro que jamás intentó comprender nada, por eso se separaron.<br />
Seguramente el incidente contribuyó, como la gota que colma el vaso,<br />
pero no fue el motivo principal. Rachel no quiso entender que había<br />
sido una broma. Siempre era demasiado dura con él. Hizo las maletas<br />
y se llevó a la niña. Luego llegó la denuncia. Dean jamás entendió los<br />
motivos de la denuncia. Llegó a los tribunales y prometió portarse<br />
bien. Llevó en todo momento la peluca de payaso. El juez le declaró<br />
culpable y añadió algún cargo más, quizás porque Dean Black hizo<br />
alguna carantoña durante el juicio. Rachel lloró en silencio al<br />
escuchar la sentencia. Dean le lanzó un beso al aire y después contó<br />
un chiste. Nadie rió. Fue humillante. Y después estaba AQUEL TIPO,<br />
que abrazó a Rachel y le guiñó un ojo. Dean Black, el mejor payaso,<br />
doblemente humillado.<br />
Ingresó en prisión y le escribió muchas cartas a Rachel.<br />
Demasiadas cartas, que probablemente terminaron pudriéndose en<br />
el fondo del váter, aunque él confiaba en su redención. Todas sus<br />
cartas terminaban con una carita sonriente. A Rachel le gustaban las<br />
caritas sonrientes.<br />
Su oportunidad de demostrar que era un buen padre llegó un<br />
doce de junio. Libertad provisional bajo fianza. Claro que no<br />
recordaba que el juez hubiese dictaminado nada. La salida no fue<br />
43
demasiado fácil, pero Dean tenía sus trucos de payaso. El cumpleaños<br />
de su hija era el mismo día. Dios le estaba mandando una señal. Dean<br />
Black sabía aprovechar las señales.<br />
Se puso su mejor traje de payaso, se esmeró al máximo en<br />
pintarse la cara. “Eres un gran payaso, Dean Black”, se dijo a si mismo<br />
delante del espejo. El espejo estaba mal. Le devolvía una imagen<br />
distorsionada, una burda caricatura del gran payaso que era. Se<br />
enfadó y destrozó la burlesca imagen de un puñetazo.<br />
Las cuatro de la tarde. Dean Black había terminado de<br />
prepararse para dar comienzo a la mejor fiesta de cumpleaños del<br />
mundo. Iba a culminar la tarde con el juego más importante de su<br />
carrera, “El payaso resentido”. “¡Lo que van a disfrutar, damas y<br />
caballeros, niños y adultos!”<br />
Llegó a la fiesta demasiado puntual, como todos los payasos<br />
educados. Una botella de bourbon coronaba la mesa de la sala de<br />
estar. Dean Black sonrió al pensar en Rachel y la escondió en el<br />
enorme bolsillo de su disfraz.<br />
****<br />
Rachel estaba terminando los preparativos del cumpleaños y<br />
temblaba sin darse cuenta cada vez que presenciaba el reventón de<br />
algún globo. “Está en prisión”, se recordaba a sí misma, “ya no supone<br />
ningún peligro”. Pero el autoengaño nunca había funcionado con ella.<br />
Dejó de doblar las servilletas y se quedó muy quieta, tratando de<br />
escuchar algo más que el aparente silencio de su casa. No escuchó<br />
nada porque no había nada que escuchar. Rachel lanzó una maldición<br />
y se echó a llorar. Unas manos aparecieron de la nada y comenzaron a<br />
masajear sus hombros. Su corazón dio un vuelco, y se preparó para<br />
gritar, cuando la tranquila voz de Michael irrumpió en su cabeza:<br />
44
—Tranquila, sólo soy yo. Tienes que dejar de ir a esas pseudo<br />
terapias, Rachel. No veo ninguna mejora, sólo más inseguridad y<br />
nerviosismo. Vamos, ven aquí, quiero enseñarte el gran truco de<br />
magia que tengo preparado para la pequeña.<br />
Rachel asintió con la cabeza y se abrazó a aquel hombretón, que<br />
había sido su mayor apoyo desde que Dean Black convirtiera sus<br />
vidas en un auténtico infierno.<br />
De todos modos, Dean Black difícilmente volvería a ser un<br />
peligro para nadie. A la mañana siguiente, alguna anciana encontrará<br />
una cabeza de payaso arrancada de cuajo dentro de algún<br />
contenedor, dos calles más abajo.<br />
Un nuevo jugador había irrumpido en la partida de Black. A<br />
Rachel no le gustaban los payasos. ¿Qué opinará de los ilusionistas y<br />
de sus macabros trucos de magia?<br />
Christine Carcosa (Murcia)<br />
http://christinecarcosa.wordpress.com<br />
45
Sangre y cenizas – Fotomontaje de Manuel Esteban (Valencia)<br />
46
El fin de la guerra<br />
Dos semanas después de finalizada la guerra, emergió la cabeza<br />
del Bernardo en el pilón de la fuente. Al día siguiente, en el camino<br />
del cementerio brotaron como melones los Heredia, los cinco<br />
hermanos, de mayor a menor, cubiertos de balazos. Sin tiempo para<br />
asimilar el estupor, don Julián encontró en su pila bautismal los<br />
restos de un lactante. Y como si se tratase de una plaga, a estos<br />
hechos le sucedieron la aparición de los cuerpos putrefactos de la<br />
partera y sus hermanas en el río; la lluvia de sangre roja que arruinó<br />
la cosecha de trigo; la visión, ahora sí, ahora no, de una joven<br />
desfigurada cerca de la iglesia; los lamentos desgarradores e<br />
inexplicables que desvelaban a los paisanos durante las noches; y,<br />
finalmente, el hallazgo del marqués ahorcado en uno de sus olivos.<br />
Desde entonces, la paz regresó al pueblo.<br />
Nicolás Jarque Alegre (Albuixech, Valencia)<br />
http://escribenicolasjarque.blogspot.com<br />
47
Composición de Jeff Zoet (EUA) - http://www.jeffzoet.com/<br />
48
Autoengaño<br />
Ya no hay faro ni guía que ilumine los caminos,<br />
es el día enmarañado un circunloquio continuo,<br />
y la noche no da pistas, ni escupe respuesta alguna.<br />
Ahora tanteas senderos, sopesando los centímetros<br />
de tu paso un pie tras otro, vigilando de reojo<br />
las escondidas trampas de ingeniosos artefactos<br />
que cuelgan en las maquinarias de los astros.<br />
Tercamente obedeces la rutina,<br />
¡no te resistas! sólo hay una diferencia:<br />
en el circuito ovalado al que andas amarrado<br />
distinguiste que la liebre era autoengaño,<br />
un galgo afortunado que igualmente corre tras ella<br />
con el empeño absurdo de desenmascararla.<br />
Durante la carrera, aún sin atisbar la meta,<br />
plegaste velas, soltaste amarras,<br />
desprendiéndote del peso que te hacía sentir ligero<br />
desechando los impulsos, genios locos, ideas idas,<br />
que en el último minuto lanzaste a la papelera<br />
con alarde de puntería antes del final del juego.<br />
49
Los instantes son paréntesis, espacios en blanco<br />
del bloc de notas repleto de tareas ilusorias,<br />
después de… estaré bien,<br />
cuando termine… volverá el sosiego,<br />
el día tal… encontraré la paz…<br />
Calma, paz, tranquilidad…<br />
viene y va, junto con irritación,<br />
renuncia sin rendición,<br />
buscando siempre algo mejor,<br />
fotografías ciegas disparadas con Polaroid.<br />
Asun Ferri (Valencia)<br />
http://patadeelefanta.wordpress.com/<br />
50
La extraña historia<br />
de mi primo Antonio<br />
Fear – Seppoftw (Holanda) http://seppoftw.deviantart.com/<br />
En la casa de campo de mis abuelos nos reuníamos todos los<br />
veranos un gran número de hermanos, cuñados, tíos, sobrinos,<br />
primos y primas. Aquella tarde de finales de Agosto unas negras<br />
nubes presagiaban la tormenta. Efectivamente, al poco de acabar la<br />
cena, un violento rayo partió en dos el cielo y el trueno posterior<br />
pareció surgir de las entrañas de la tierra.<br />
Se fue la luz.<br />
Poco a poco las familias se fueron retirando a sus habitaciones.<br />
51
Cuando mi primo Antonio entró en la suya, le pareció notar un<br />
extraño olor dulzón, y oír una respiración acompasada. Al estirar el<br />
brazo para apartar la sábana, sus dedos entraron en contacto con una<br />
superficie lisa pero musculosa. Presa del pánico, quiso retirar la<br />
mano, pero sin darse cuenta la volvió a posar un poco más al interior<br />
de la cama, y entonces lo que tocó fue algo que tampoco supo<br />
identificar, algo como rugoso y peludo, que por puro miedo apretó<br />
con todas sus fuerzas.<br />
Se oyeron dos espeluznantes alaridos, como dos animales<br />
salvajes librando un último combate mortal.<br />
Desde aquella noche, mi primo Antonio ha sido incapaz de<br />
entrar en una habitación a oscuras. Y mi tía Mercedes no ha vuelto a<br />
dormir sin camisón.<br />
Pepe Sanchis (Massalfassar, Valencia)<br />
52
Juan Luis López Anaya (Castell de Ferro, Granada)<br />
http://dididibujos.blogspot.com.es/<br />
53
In the face of the future – Gilad Benari (Israel)<br />
http://gilad.deviantart.com/<br />
54
El hombre precavido<br />
Su caro reloj de pulsera marcaba las cero horas. El día en el que,<br />
fuera como fuera, debía permanecer encerrado en su casa comenzaba y<br />
todavía se encontraba a tres calles, dos pasos de peatones y un semáforo.<br />
¡Cómo pudo olvidarse del tabaco! Al menos, las calles se veían tranquilas<br />
a esas horas de la noche; mejor, estaban desiertas.<br />
Llegó al último cruce. Se detuvo ante la luz roja del semáforo de<br />
peatones, pese a que no transitaba ningún vehículo. Miró las balconadas<br />
bajo las que debía pasar hasta su portal; afortunadamente, de ninguna<br />
colgaban macetas que pudieran precipitarse.<br />
Ese asesor financiero negaba el azar y los imprevistos. Para él no<br />
eran más que la ignorancia de alguna variable. Por eso, a comienzos de<br />
cada año, visitaba a una consultora de eventualidades de baja<br />
probabilidad; o, para cualquiera que no fuera él, una vidente.<br />
“El día doce del decimosegundo mes morirás”, ese fue el augurio<br />
que le vaticinó ese año. Por supuesto que le produjo inquietud, pero él no<br />
era hombre de lamentos y, de todas formas, para eso la consultaba: para<br />
estar preparado ante cualquier imprevisto. Sin demora encargó a la<br />
pitonisa un ritual para evitar la consumación de malos presagios.<br />
Pero con eso no era suficiente, claro.<br />
Lo más obvio y seguro era que, durante el día señalado,<br />
permaneciera en casa. Eso reduciría las posibilidades de accidente:<br />
aunque no las eliminaba. Podría haber un escape de gas, un incendio e,<br />
incluso, el mismo bloque podría colapsarse. Y así fue como inició un<br />
programa de reformas, no solo en su casa, sino en todo el edificio: renovó<br />
la instalación eléctrica, la del gas y las tuberías del agua; rehabilitó la<br />
fachada y hasta cambió el ascensor. Más le costó convencer a los vecinos<br />
de la necesidad de apuntalar las columnas, tabiques y vigas. No por el<br />
dinero, puesto que se comprometió a pagarlo todo de su bolsillo, sino por<br />
55
las molestias que suponía la sucesión de ingenieros y aparejadores en los<br />
salones de sus casas. Afortunadamente, la tentadora promesa de sufragar<br />
televisión de pago gratuita para toda la comunidad resultó un argumento<br />
irrefutable.<br />
Pero con eso tampoco bastaba.<br />
Aun en la casa más segura podría morir por una enfermedad o por<br />
un traicionero ataque al corazón. Fue así que, empezando por la A de<br />
alergólogos, visitó a todos los especialistas de su seguro médico;<br />
cardiólogos, endocrinos, nefrólogos, oncólogos, urólogos, y hasta<br />
dermatólogos. Ninguno le detectó nada, ni leve ni grave.<br />
Pero, por supuesto, la gente no moría solo por accidente o<br />
enfermedad.<br />
Tampoco podía descartar el asesinato. Vivir solo le facilitaba las<br />
cosas, pero cabía la posibilidad de que alguien asaltara su casa. Contrató<br />
un servicio de seguridad, con alarma y cámaras de vigilancia e instaló tres<br />
pestillos de acero en su puerta. Aún y así, consideró oportuno aumentar la<br />
pensión que le pasaba a su ex mujer, reconocer la negligencia que arruinó<br />
a aquel inversor y regalar un bono anual de “La casita del placer” al<br />
músico que vivía en el piso de abajo en compensación por la denuncia<br />
que le interpuso por contaminación acústica.<br />
Todo un año de perfecta planificación para olvidarse, en el último<br />
momento, de comprar tabaco. Un descuido que le hacía estar fuera de<br />
casa cuando habían transcurrido los primeros diez minutos de aquel día.<br />
Al entrar en el portal de su edificio, suspiró. Pese a vivir en un ático,<br />
decidió subir por las escaleras. Arribó exhausto, pero aliviado. Cerró la<br />
puerta y echó los tres pestillos, la llave y conectó la alarma. Dejó el<br />
abrigo sobre la mesa, al lado de la gastada guía médica. Se sentó en su<br />
sofá, se descalzó, encendió un cigarrillo y exhaló una relajada bocanada<br />
de humo.<br />
Encendió la televisión. Apareció un presentador de informativos.<br />
Tras él, en un recuadro, se observaba un avión de cuyos motores nacía<br />
56
una estela de llamas y humo que destacaba sobre el cielo nocturno. El<br />
periodista explicaba que el aparato, con sus doscientos pasajeros, iba a<br />
estrellarse de forma inmediata. Dio una profunda calada y se recostó<br />
sobre el sofá. Se sintió orgulloso de su capacidad de previsión: esa que le<br />
diferenciaba de los pobres ocupantes que iban a morir en ese avión.<br />
Oyó un ruido en la calle, como el que hacen los camiones de basura<br />
al vaciar los contenedores. Pese a solapar el sonido del televisor, no subió<br />
el volumen. “Pronto se irá”, pensó. Pero el ruido dio paso a un<br />
insoportable estrépito. Se puso en pie y fue a mirar.<br />
Sus ojos se desorbitaron al ver las aterradas caras de los pilotos que<br />
le observaban desde la cabina del avión, apenas a un par de metros de su<br />
ventana.<br />
David Rubio (Sant Adrià de Besòs, Barcelona)<br />
http://elreinorobado.blogspot.com.es/<br />
57
Grandma – Andreia Ferreira (Portugal)<br />
https://500px.com/Andreia_Ferreira<br />
58
Mademoiselle Chisinau<br />
Ella aún no se había peinado pero se había pintado los labios de<br />
un extraño color malva, se calzó al azar unas sandalias, se puso su<br />
bata de seda roja y salió a la noche de enero, en el invierno más frío<br />
que no recordaba.<br />
Caminó despacio por calles vacías, contoneándose, con la misma<br />
sensualidad de siempre, esos andares suyos, que no le habían<br />
abandonado. Dejándose acariciar inconscientemente por el viento,<br />
que la enredaba más, su melena plateada.<br />
Los años le habían tintado las manos con las manchas del olvido.<br />
La belleza exótica, de la que en un tiempo pasado presumió y, que la<br />
hizo ser la mujer más deseada y envidiada del mundo, había<br />
sucumbido al azote de la edad.<br />
Sus pupilas vacías de la emoción de antaño, ya no contaban las<br />
historias de pasión que había vivido, cuando, desesperada buscaba al<br />
dueño del único beso, que ella había dado con verdadero amor una<br />
madrugada sin nombre.<br />
No supo con certeza que su mente se empezó a quebrar cuando<br />
decidió huir del naufragio de su corazón.<br />
Cansada de andar se dio la vuelta para volver a su casa, pero no sabía<br />
dónde estaba, ni siquiera sabía donde vivía. Simplemente no lo<br />
recordaba.<br />
Se sumergió en la blandura equivocada del banco de piedra en<br />
el que se había tumbado. El viento arreció y trajo consigo el olor de la<br />
tristeza. Se arrebujó en la bata que la cubría. En ese instante sintió<br />
como sus caderas se movían al compás de una habanera, que<br />
agazapada dormía, en algún lugar remoto de su mente. El frío la<br />
59
azotaba sin piedad, pero ella sólo sentía el calor del público que en<br />
pie, la ovacionaba.<br />
Fue entonces cuando su rostro adquirió el extraño color de sus<br />
labios malvas, que dibujaban una sonrisa gélida y, se dejó envolver<br />
por la oscuridad de la noche mientras el telón bajaba.<br />
Marisol Santiso Soba (Madrid)<br />
60
Bar Mechanics<br />
Imagen aportada por el autor<br />
Estoy en un bar oscuro, se llama algo de mecánicos, no sé, está<br />
bien. La cerveza es buena y el ambiente, el ambiente es un poco<br />
extraño. Tiene ventanales altos, parece un lugar antiguo, de culto.<br />
Esto de aburre, lo sé. Bueno, no sé por qué me pides que te cuente<br />
historias, no entiendo por qué lo haces. La chica de la barra es<br />
simpática, mira de reojo a la gente, a su compañero, parece cansada y<br />
a la vez excitada, es muy rara. En la calle unas sirenas. El resto de la<br />
gente sigue como si nada. Ella tira cervezas como si se estuviera<br />
arreglando el cabello. Las parejas hablan, discuten, se miran. En la<br />
mega-pantalla los juegos olímpicos de invierno deslumbran a los que<br />
están cerca y los que miramos de lejos giramos la vista. Lleva en la<br />
camiseta el logo del bar, en relieve gracias a su anatomía. Un rock<br />
suave aparece súbito para marcar terreno. Filadelfia, la costa este, el<br />
61
origen de todos los demás estados. Entra más gente al bar. La chica<br />
de al lado me mira mientras termina su Martini, me mira mientras la<br />
camarera habla con un tipo raro de reojo. Y sonríe. Me la encuentro<br />
en el barrido del salón con mis ojos y sonríe. Es su trabajo. La chica<br />
de al lado bebe de un trago el gin tonic y su novio pide otro. Las luces<br />
tenues, rojas, amarillas, caen a un tercer plano. La camarera abre sus<br />
brazos y se apoya en el fondo de la barra para dejar pasar a su<br />
compañero a recoger unas copas. Es gay, no hay dudas. Ella lo mira, él<br />
la mira y es gay. Ella huele un vaso de forma sutil antes de tirar una<br />
Blue Moon, me ve y trata de disimular su enfado. Un tipo de barba<br />
larga, más larga que mis pies, se levanta para ir al baño y al pasar<br />
detrás de mí susurra "deja de mirarla" y desaparece cerca de la<br />
gigantesca pantalla blanca llena de nieve.<br />
Los tortolitos de mi lado derecho piden cuentas separadas y la<br />
musa de detrás de la barra les entrega sonrisas acompañadas de<br />
números. El enorme hombre de la barba larga no aparece y decido<br />
echar un ojo al culo de sus sueños. No está mal, con un poco de cariño<br />
podría estar mejor. Queda un hueco a mi lado y ella se prepara para<br />
los siguientes bebedores. El logo del bar está realmente en el lugar<br />
donde debe, turgente y directo a los ojos, a la vista de todos. Ella<br />
sujeta con una mano el vaso y con la otra el grifo, se echa para<br />
adelante un poco, suavemente, y levanta sin querer su trasero,<br />
redondo, sonríe al verme mirándola y me ofrece otra cerveza, la<br />
acepto y sonrío y él me mira, y detrás del grifo, del mismo lado de la<br />
barra pero más lejos, él me clava los ojos y por primera vez en la<br />
noche siento lo que es el miedo.<br />
Tengo miedo y otra Yards desborda la pinta delante de mí<br />
acompañada por una sonrisa que la delata: ella también tiene miedo<br />
y el culpable es el amor del barbas. "¿Es algo tuyo?" le pregunto con<br />
muy poco tacto y después de servir tres copas se apoya en la<br />
estantería de los licores y susurra "está loco, ten cuidado".<br />
El gay brazos tatuados me mira sorprendido y ella mira al suelo<br />
y acerca a un amigo del barbas. Parece que este jueguito es un clásico<br />
62
de la casa. Un esquiador ilumina la sala y me transporta por un<br />
segundo a Sochi, cuando despierto Barbas está mirándome y esta vez<br />
le sigo el juego. Sin dejar de mirarlo llamo a su chica por su nombre,<br />
Yanira, y dejo que me odie con todo su ser. Probablemente le haya<br />
costado meses saber su nombre, probablemente aún no lo sepa, y no<br />
creo que sepa que ella es de Puerto rico y que ha estado en Barcelona<br />
en septiembre. Me odia y creo que podría pasar toda la noche en este<br />
maldito bar porque él está cerca de la puerta, la única maldita salida<br />
de este oscuro bar.<br />
Pido una Great Lakes, estupenda, y ella me regala otro de sus<br />
"¿está a gusto, señor?" y él me mira y otra pareja a mi lado y<br />
empezamos a hablar en castellano y el Barbas se levanta al baño y se<br />
toca la barba nervioso, alterado, fuera de sí y sus amigos tratan de<br />
tranquilizarlo… Nos oye hablar, no debe entender nada y ella se sirve<br />
un trago y el amigo de Barbas la llama. Hablan, ella vuelve conmigo, él<br />
nos mira y ella sonríe, se ríe en voz alta.<br />
Él se levanta, no puede más, se toma la cabeza con las dos<br />
manos, luego se arregla el pantalón. Camina hacia mí...<br />
* * *<br />
Despierto en mi hotel de la calle 17th y después de una ducha<br />
leo mis notas. Una noche larga, complicada.<br />
Yanira. Ella sabe lo linda que es..., y ese tipo. Ahora mi cabeza<br />
vuelve en sí y se estrella contra los últimos minutos en el bar, el<br />
maldito Barbas, me duele la puta cabeza y quiero olvidarlo todo,<br />
maldito gordo barbudo apoyando su panza en mis rodillas, su barba<br />
en mi mentón y su asquerosa voz entrecortada diciendo: ¿qué, te<br />
gusto?, vamos a algún lugar, más... íntimo.<br />
Pernando Gaztelu (Iruña, Navarra)<br />
http://lokos-a-disfrutar.blogspot.com.es/<br />
63
Banking – Son Nguyen (EUA) https://500px.com/stnguyen<br />
64
Travesía<br />
Esperando<br />
Lejos, muy lejos, en los confines del Sáhara, el milano se inquieta<br />
Se acercan las tórridas hambrunas. Siente la llamada norteña:<br />
despensa de alimentos<br />
Busca compañeros de viaje para cuando asiente el clima. Aguarda<br />
días serenos para volar a las tibias costeras mediterráneas<br />
Volando<br />
Milano negro mira el cielo alzado de brumas. Inicia el éxodo hacia la<br />
alborada<br />
Vuela, costea tentando el tiempo. Antes que sea demasiado tarde<br />
emprende el salto a la contracosta. Viaja envuelto en las sombras,<br />
abriendo camino en la noche, soportando el cansancio y el hambre<br />
Contraviniendo<br />
El aire: una barrera de hierro. Ventisca tan recia, tragadero infinito,<br />
donde no se recupera el rumbo<br />
Quebrantando<br />
Cuando lleva cubierto un trecho, aprieta el viento, se cierran nubes y<br />
descarga agua. Aguavientos. Arrecia el frío. Bate alas el milano negro.<br />
Atraviesa la tempestad<br />
Planeando<br />
Corren ya pocas galernas. Luce sol claro. Abajo el Mediterráneo. El<br />
espolón de Tarifa<br />
Ya llega, ya llega. Mira el mar apaciguado. Libertad<br />
65
Confiando<br />
Viento racheado le sorprende<br />
Cae…<br />
Abajo, ahogándose… hombres negros<br />
María Isabel Peral del Valle (Valencia)<br />
http://delostiempos.blog.com.es/<br />
66
El chico de la bici<br />
Speed of life – Giusy Iescone (Italia)<br />
https://www.flickr.com/photos/giusy60/<br />
Un domingo, cuando ya estaba rota, desperté muy temprano con<br />
los rescoldos de un sueño tibiándome el alma. De fondo, se perfilaba<br />
Ojanes, el pueblo donde transcurrieron mis veranos de niña. No<br />
estaba demasiado lejos en la distancia, apenas hora y media, pero sí<br />
en el tiempo, como comprobé al deambular por sus calles. El<br />
lavadero, el casino, el cine y la carnicería de la plaza habían<br />
desaparecido, parecía que alguien estuviese borrando las pruebas de<br />
67
mi niñez. Decidí no bajar hasta el río para evitar golpes más duros.<br />
Aun así, continué buscando mi infancia. En un par de ocasiones me<br />
pareció verla pasar ante mis ojos como un pequeño relámpago, sin<br />
acabar de concretarse, disfrazada de niño mellado montado en<br />
bicicleta. La tercera vez me miró de frente, parada en mitad de la<br />
cuesta de la iglesia, con sus coletas rubias por detrás y el mundo, todo<br />
un mundo por explorar, en sus ojos de nueve años. Me atacaron por<br />
sorpresa olores a albaricoque y cerezas, ancianas vestidas de negro<br />
con su cesta de mimbre al brazo y tardes de biblioteca municipal<br />
leyendo aventuras de Los Cinco o tebeos de Tintín mientras los demás<br />
dormían la siesta.<br />
Di media vuelta para regresar a casa. La mirada de la chica fija<br />
en mi espalda me acompañó hasta el coche aparcado al final de la<br />
cuesta. Esa noche, cuando al fin me dormía, los ojos de la niña de las<br />
coletas continuaban mirándome. Decidí dejarla vagar por las calles de<br />
Ojanes, tal vez todavía bajase por las mañanas a bañarse en el río.<br />
Noté como algunas piezas se recomponían en mi interior. Y hasta<br />
recordé el nombre del chico de la bici.<br />
Fran Rubio (Tavernes de la Valldigna, Valencia)<br />
68
Haiku<br />
Soplo de viento.<br />
Suspendida en el aire<br />
una gaviota.<br />
Marga Alcalá (Valencia)<br />
http://comolaspiedrasoelviento.blogspot.com.es/<br />
69
Black Magic – Nachan (Italia) http://nachan.deviantart.com/<br />
70
Realidades paralelas<br />
No, esa noche no fue a la fiesta. La consigna, “máscara y capa<br />
negra, nada más”, le había resultado demasiado atrevida. Estaba<br />
adormilado viendo una película, cuando sonó el timbre.<br />
Abrió y se quedó perplejo. A pesar de la túnica oscura que le<br />
llegaba hasta los pies y de la gruesa máscara tras la que se ocultaba,<br />
aquella figura le resultaba familiar.<br />
Sin dejar de mirarle, la desconocida le cogió las manos y las<br />
llevó bajo su manto. Sintió la suavidad y la tibieza de aquella piel, la<br />
que presentía en la mujer con la que soñaba todas las noches.<br />
El baile transcurría lento, en un deleite para los sentidos. El<br />
ritmo se elevaba poco a poco. El cuerpo rotundo de ella, ya sin capa,<br />
sobre el suyo. Su pelo, ondeando rítmicamente, y la máscara<br />
impertérrita le excitaban sobremanera. Cuando se acercaba al éxtasis<br />
quiso arrancársela, para descubrir el rostro de la mujer amada.<br />
Entonces, el cuerpo de ella se desvaneció entre sus brazos,<br />
desapareció.<br />
Despertó en el sofá, junto a la máscara y la túnica que no se<br />
había atrevido a usar la noche anterior. Un delicioso perfume de<br />
mujer flotaba en el aire.<br />
Concha García Ros (Cartagena, Murcia)<br />
http://nosvemosenkairos.blogspot.com.es/<br />
71
Book shopping–Martin S. (Eslovaquia) http://marsphoto.deviantart.com/<br />
72
M. y el equilibrio de los sueños<br />
(Donde se nos cuenta la triste historia de M., oficinista, escritor sin<br />
escritura y soñador sin librería; y poco más, o menos)<br />
El cartel de “SE ALQUILA” y el número de teléfono siguen<br />
adornando su puerta. El local, que lleva meses, años, cerrado, es el<br />
ideal. La fachada de piedra tiene un color terroso; el mismo color que<br />
tienen los libros que M. sueña vender el día que ponga allí su librería.<br />
Primeras ediciones de autores del 98 y del 27, alguna incluso de un<br />
Galdós o un Clarín, un Valera o un Miró (Gabriel, por supuesto). Ir<br />
más hacia atrás de ellos le parece a M. una temeridad; cuando alguien<br />
sueña tiene que ser realista para que no se note demasiado que lo<br />
que está haciendo es soñar. Hay que guardar un difícil equilibrio. Por<br />
eso M. sueña que no sólo vende libros de esa categoría, sino también<br />
viejos ejemplares a precios irrisorios; novelas de aventuras<br />
decimonónicas en baratas ediciones de papel fumadero, raros<br />
poemarios en tiradas numeradas, ensayos en alemán del período de<br />
entreguerras, tratados de historia militar, cetrería y ajedrez. Tiene<br />
pensado M. el nombre de su librería-sueño, pero se siente incapaz<br />
siquiera de escribirlo para no gafarlo (cosas de escritores maniáticos<br />
y soñadores que bordean los cuarenta).<br />
Hoy, treinta de enero del año dos mil quince, M. bajaba a<br />
trabajar y, como siempre, su mirada ha buscado el local en cuestión<br />
para poder respirar antes de encerrarse en su oficina como un Pessoa<br />
cualquiera. Y allí estaban; las puertas abiertas, los albañiles picando<br />
las paredes, dos hombres trajeados con sus teléfonos de última<br />
generación evitando las partículas de polvo. Y el cartel de “SE<br />
ALQUILA” y el número de teléfono...ausente. M. ha entrado hoy a<br />
trabajar algo más viejo y más cansado.<br />
Marco Antonio Torres Mazón (Torrevieja, Alicante)<br />
http://itacadeshabitada.blogspot.com.es/<br />
73
Big Bang!! – Nimit Nigam (India) http://nimitnigam.deviantart.com/<br />
74
Y Dios creó al hombre<br />
24 de diciembre del año 2.033<br />
El mundo cambió y la religión fue la razón.<br />
La frase “Y Dios creó al Hombre” debió ceder su lugar a “El<br />
Hombre creó a Dios.”<br />
El ser humano dio como válida esta última creencia por la<br />
necesidad ancestral de creer en algo y encontrarle el sentido a la<br />
vida. La búsqueda de respuestas sobre el Origen y Dios había sido<br />
infructuosa, milenios habían transcurrido en vano.<br />
Mas un día, un grupo secreto difundió la creencia y el orbe se<br />
hizo eco. “EL HOMBRE CREÓ A DIOS.”<br />
Con esta nueva teoría se inició una era en la cual la tecnología<br />
alcanzó metas inimaginables; las computadoras, robots y demás<br />
creaciones dejaron ocioso al ser humano.<br />
Los viajes espaciales y la investigación del Universo eran temas<br />
excluyentes y en ellos se volcaban todos los recursos, económicos e<br />
intelectuales.<br />
El promedio de vida había alcanzado los doscientos años, pues<br />
las enfermedades se encontraban erradicadas, la gente solo moría<br />
por hastío a la vida.<br />
Se reemplazaron todas las funciones que los animales, insectos<br />
y plantas cumplían provocando que en poco tiempo desaparecieran<br />
de la faz de la tierra. La naturaleza se había extinguido; ya no existía<br />
el color verde de los bosques y campos, tampoco los colores.<br />
Y los estudios astronómicos habían determinado que nuestros<br />
“creadores” procedían de un planeta ubicado a 0.00079589 años luz<br />
75
o 50.7 UA. Las sondas espaciales habían llegado hasta allí luego de<br />
nueve años de travesía. Lo llamaron Olimpo, por la morada de los<br />
Dioses griegos.<br />
Estas sondas enviaron la información sobre el lejano mundo<br />
determinando nuestra ascendencia pues tenía tierra, agua, aire,<br />
valles, montañas, bosques, vegetación, aves, animales, ciudades y<br />
seres que parecían humanos.<br />
La algarabía fue absoluta en el mundo; se había dado con los<br />
creadores, con nuestros verdaderos padres.<br />
Las pinturas rupestres y las evidencias arqueológicas se<br />
convirtieron en algo real y con una explicación fehaciente y concreta;<br />
una raza de extraterrestres nos trajo a este mundo y nos plantó. Las<br />
señales encontradas a través de la historia ahora eran verdades.<br />
Fue sin dudas el descubrimiento más importante de la<br />
Humanidad, pues se confirmaba nuestro origen extraterrestre<br />
dejando de ser Hijos de Dios…<br />
24 de diciembre de 2.133. 100 años después.<br />
En pocas horas estaría despegando la primera nave espacial<br />
hacia Olimpo. La tripulación representaba casi todas las ramas, pues<br />
viajaban físicos, ingenieros, militares, políticos, escritores,<br />
matemáticos, filósofos, biólogos, pintores, astrónomos.<br />
El viaje era trascendental para la raza, en pocos años<br />
conoceríamos a los “creadores”, con lo que eso significaba; no habría<br />
más preguntas sin respuestas. La alegoría de la caverna de Platón<br />
pasaba a ser un cuento para niños.<br />
Comenzó la cuenta regresiva y el despegue fue un éxito.<br />
76
Cuando la nave se encontraba a miles de kilómetros, se cruzó<br />
delante de la misma una luz muy brillante y potente que cegó a todos<br />
por un breve lapso.<br />
Pasado el momento de zozobra, los tripulantes vieron con<br />
preocupación que “eso” se dirigía a la Tierra.<br />
Enviaron alertas más fue en vano ya que las comunicaciones<br />
estaban interrumpidas.<br />
Luego de unos minutos asistieron aterrados al impacto de esa<br />
luz con el planeta.<br />
El miedo se apoderó de todos, pues nadie tenía una explicación<br />
razonable a lo que sucedía.<br />
Mientras, la nave seguía su curso.<br />
De pronto, en la cabina de mando apareció la figura de un<br />
hombre, delgado, joven, con una túnica blanca y un halo de luz<br />
rodeando su ser al mismo tiempo que la negrura del espacio iba<br />
desapareciendo para dar paso a un arco iris celestial e infinito,<br />
produciéndose un estallido de colores de una belleza incomparable<br />
como si una mano mágica e invisible estuviera pintando la obra de la<br />
vida eterna.<br />
Extasiados, se quedaron contemplando aquel fenómeno.<br />
Y el hombre habló.<br />
-No temáis, estoy con vosotros, llegarán sanos y salvos al lugar<br />
que han elegido y darán un gran paso hacia la evolución. Sean felices.<br />
Dicho esto se desvaneció en el aire. Nadie sabía qué decir ni<br />
hacer, por lo que el silencio duró un buen rato.<br />
Mientras, en la Tierra ocurría algo extraordinario.<br />
La mano invisible apareció e hizo renacer los campos y bosques,<br />
el verde estalló, como así el color de cada flor, planta, árbol; la<br />
naturaleza recobraba su vida, el mundo volvía a ser lo que era.<br />
77
Y de la nada los animales, insectos, peces y aves en parejas<br />
aparecieron tomando sus viejos lugares.<br />
Y lo más trascendental ocurría en un lugar muy remoto, donde<br />
una mujer daba a luz a un niño, bellísimo, rodeado de un halo<br />
celestial.<br />
En el cielo un cúmulo de estrellas brillantes, eternas coronaba el<br />
momento.<br />
Y en todo el mundo se escucharon las siguientes palabras:<br />
-SI VOSOTROS EXISTÍS, YO TAMBIEN EXISTO. EL UNI<strong>VE</strong>RSO ES<br />
DE USTEDES, ES MI REGALO.<br />
Todo ser humano entendió el mensaje. Un silencio de<br />
ultratumba se apoderó del planeta y fueron largos los minutos en los<br />
cuales ningún ser humano emitió sonido.<br />
Hasta que una dama muy anciana y memoriosa, comenzó a<br />
rezar: “Padre nuestro, que estás en los cielos…” Y todos acompañaron<br />
la plegaria en un solo, un mismo idioma desde cada rincón del<br />
planeta.<br />
Lo que comenzó como un susurro terminó siendo un estallido<br />
de energía que traspasó los límites del Universo.<br />
¿FIN, O NUEVO PRINCIPIO?<br />
Ricardo Mazzoccone (Buenos Aires, Argentina)<br />
http://ricardomazzoccone.blogspot.com<br />
78
Caballo ¡Espíritu libre!<br />
Fotografía aportada por la autora<br />
Espíritu libre, indomable, gallardo y airoso,<br />
caminar presuroso, altivo y armonioso,<br />
incansable, intrépido, de corazón férreo,<br />
y determinación inquebrantable.<br />
Peregrino de los tiempos,<br />
compañero fiel de los caminos,<br />
testigo mudo de mil historias,<br />
de romances, serenatas,<br />
y amores no correspondidos.<br />
79
De noches sin luna ni estrellas,<br />
de batallas perdidas o ganadas,<br />
de aventuras y desventuras.<br />
Incansable guerrero,<br />
fuerte y pertinaz,<br />
luchador empedernido,<br />
conquistador de mil tierras,<br />
de los Alpes al Amazonas.<br />
¡Caballo intrépido!<br />
Obstinado corcel,<br />
salvaje y rebelde,<br />
paso ligero, trote marcial,<br />
cincha y estribo rehúsas tener,<br />
como el viento, libre, vivir y pacer.<br />
Tu libertad quieren coartar,<br />
tus cadenas puedes romper,<br />
nadie tus alas puede quebrar.<br />
Escucha al viento,<br />
a tu espíritu ancestral,<br />
impetuoso y desafiante,<br />
indómito y persistente.<br />
¡Corre, vuela, libérate, bravío alazán,<br />
tu voluntad, nuca quebrantarán!<br />
Lucía Uozumi (Miyazaki,Japón)<br />
http://www.mishumildesopiniones.com/<br />
80
Como un suave aleteo<br />
Il legno racconta – Massimo Piazzi (Italia) https://500px.com/fiemme<br />
Como un suave aleteo, siento tu mirada sobre mí. Es un instante,<br />
lo justo para asegurarte de mi presencia y regresar a tu mundo de<br />
abstracción. Tus manos se mueven precisas sobre un trozo de<br />
madera para convertirlo en algo decorativo. Me gusta verte trabajar,<br />
la manera de acariciar los objetos, la sensibilidad manifiesta de tus<br />
manos deformadas por los años, cubiertas de motas, como<br />
salpicaduras de serrín. Tienes los ojos cansados, empujas las gafas<br />
una y otra vez hacia arriba de la nariz. Sonríes satisfecho y me<br />
devuelves esa mirada de tantos años, de tantos silencios, de tantos<br />
pensamientos.<br />
Elena Casero (Valencia)<br />
http://elenacasero.blogspot.com.es/<br />
81
A broken man – Steven Worthey (EUA)<br />
http://stevenworthey.deviantart.com/<br />
82
La certeza de la imagen<br />
Deslizó sus gafas sobre la nariz y concentró la mirada ¡no era<br />
posible lo que estaba viendo! Ella estaba en aquella foto, riendo, feliz,<br />
sin aparentes problemas. Buscó la fecha, el lugar, la noticia, y<br />
encontró la tristeza, el engaño, la melancolía. Cerró el periódico, se<br />
reclinó en una de las orejeras del sillón y su pensamiento atravesó el<br />
tiempo hacia atrás, cuando no había imagen sino presencia.<br />
Pero era injusto culparle. El alejamiento de ambos desencadenó<br />
la ruptura y ahora, ensimismado en el recuerdo, nota que los ojos se<br />
le llenan de lágrimas, no por el dolor de la ausencia, sino por la rabia<br />
que siente sobre sí mismo por ser tan idiota. Ha perdido la<br />
oportunidad de ser feliz, y en ese caso no sería erróneo afirmar que<br />
éste es verdaderamente el principio del fin.<br />
María Luisa Pérez Rodríguez (Valencia)<br />
http://marialuisaperezr.blogspot.com.es/<br />
83
American Association of the Red Cross (1918)<br />
84
Recuerdos de la infancia<br />
Se llamaba Isabel, pero todos la conocían como Doña Isabelín.<br />
Era una mujer pequeña ataviada con su sempiterna bata de<br />
enfermera, que se elevaba sutilmente del suelo gracias a unos<br />
impolutos zuecos blancos. Incluso cuando visitaba a domicilio se<br />
presentaba de aquella guisa, exhibiendo en el rostro el orgullo casi<br />
enfermizo de quien cree ejercer su profesión por designación divina.<br />
Debía andar ya por la cuarentena, pero seguía soltera y sin<br />
descendencia, lo que me llevó a creer durante años, amparada cómo<br />
no por mi pueril ignorancia, que el personal sanitario se asemejaba al<br />
sacerdocio en la soledad obligada de su profesión.<br />
Doña Isabelín hacía gala de un carácter enérgico y resuelto,<br />
moviéndose con desparpajo entre gasas y agujas. Y si la recuerdo al<br />
detalle es porque durante el tiempo que tardó en completarse mi<br />
involuntaria cartilla de vacunación infantil, me ayudó a desarrollar en<br />
sumo grado la imaginación, ya que cada vez que mi madre nos<br />
programaba una cita yo debía urdir alguna artimaña para<br />
desaparecer del mundo durante horas. Fue así como descubrí la<br />
lógica diferenciada de niños y adultos, pues mientras mis padres se<br />
centraban en explorar los bajos de camas, sillas y demás muebles en<br />
un vano intento por desvelar mi escondite, yo me decantaba por el<br />
horno o la lavadora, electrodomésticos que no abandonaba hasta oír<br />
la exasperada voz de mi progenitora disculpándose al teléfono ante la<br />
practicante. Sólo entonces salía de mi reducto y capeaba la regañina<br />
con la cabeza escondida entre las rodillas, rezando para que nadie<br />
advirtiese en mi mirada el rescoldo de victoria que perduraría hasta<br />
que lograsen concertar una nueva visita.<br />
Pero entonces llegaba lo peor, porque aquella mujer se<br />
presentaba en mi casa dispuesta a ayudar con la búsqueda y, cuando<br />
85
al fin conseguía clavar la aguja en mi lozano trasero, el olor a fenol,<br />
alcohol, acetona y demás brebajes me provocaba tal enajenación que<br />
pasaba de alternar coces y gritos cual caballo desbocado al<br />
desfallecimiento prematuro que me hacía dormir como los angelitos.<br />
Fíjense la fuerza que debí malgastar en aquella época que, aún hoy, al<br />
entrar en cualquier hospital o consultorio médico, el mero olor a<br />
salubridad deriva en una flaqueza que me obliga a agarrarme a las<br />
paredes para no caer en redondo. Y en el instante que precede al<br />
desmayo me acuerdo de Doña Isabelín y pienso en lo feliz que<br />
hubiese sido en su día de haberme encontrado en semejante estado<br />
de docilidad inducida.<br />
Macu Joan (Carlet, Valencia)<br />
http://macujoan.blogspot.com.es/<br />
86
Roto<br />
Foto aportada por el autor<br />
Llegué a creer que la muerte era un dulce sueño del que nunca<br />
despertaría, un jardín en el infierno por el que corría. Mi dorsal, el<br />
nueve, ondeaba como bandera en mi espalda. Y en mis pies, alas. En<br />
el horizonte, teñido en policromías, la meta: una ensaladera de plata,<br />
vítores, abrazos, cava… y tras la valla una hermosa mujer sonriendo<br />
divertida, sus labios aguardando los míos, sedientos de su húmedo<br />
aliento.<br />
Pero entonces irrumpió el amanecer, como agua en la hoguera,<br />
como yunque en el espejo, como uñas afiladas que sangran tus<br />
mejillas. Abro los ojos y, frente al nuevo día, aparezco muerto en vida,<br />
igual que un muñeco sin pilas. Pronto llegarán las enfermeras<br />
87
impolutas, y tras ellas la voz de un padre que sufre por dentro, un<br />
hermano que no puede disimular su pena, una esposa que cuenta<br />
abatida las horas muertas, el amigo que recuerda lo que ya nunca<br />
podrás ser, un cirujano que escribe impasible su parte de guerra…<br />
¿Por qué la mente despierta cuando el cuerpo ya solo es un<br />
recipiente de sangre y heces?<br />
Prefiero la inexistencia, o en su defecto el mágico manto de la<br />
noche, mentiroso y protector, a las sábanas blancas de la cama donde<br />
yago casi inerte, obligado a otra eterna jornada de luz anhelando el<br />
ocaso, añorando el sueño, deseando regresar a mi otra vida.<br />
Manuel Pérez Recio, “Nelo” (Valencia)<br />
http://www.neloescribe.blogspot.com.es/<br />
88
La otra mirada<br />
¡Viva la poesía! – Jorge Mejía Peralta (Nicaragua)<br />
https://www.flickr.com/photos/mejiaperalta/<br />
¡Libre! ¡Es lo que quiero ser!<br />
Atrapada solo por los sentimientos<br />
Que como grandes carceleros<br />
Encierran todo lo que tocan<br />
¡Pura! ¡Me quiero mantener!<br />
Sin ser violada por fines políticos<br />
Pues en una posición u otra<br />
Las cadenas me rozan<br />
89
¡Bella! ¡Mi mayor aspiración!<br />
Hacer de las desgracias<br />
Rosas cubierta de espinas<br />
Que sangran conmovidas<br />
¡Sincera! ¡El triunfo de mi anhelo!<br />
Como la más vil mentira<br />
Que se arraiga como las raíces<br />
De un árbol centenario<br />
¡Amada! ¡Mi reflejo!<br />
Pues soy la hija solitaria<br />
De padres inciertos<br />
Que se la lleva el viento<br />
¡Incorpórea! ¡Mi estado!<br />
Como fantasma que vuela<br />
Que sin jamás ser visto<br />
Soy por todos percibido<br />
¡Infinita! ¡Es y será mi condición!<br />
Cuando no hay forma alguna<br />
Ni frontera en esta tierra<br />
Que escape de mi veneración<br />
Adrián García Raga (Valencia)<br />
http://unaestrellaenelcosmos.blogspot.com.es/<br />
90
Juan Luis López Anaya (Castell de Ferro, Granada)<br />
http://dididibujos.blogspot.com.es/<br />
91
Bipolar – Eugenia Loli https://www.flickr.com/photos/eugenia_loli/<br />
92
Loco<br />
Llevo arrastrando las cadenas desde que salí del manicomio,<br />
arreando cabras de un lado a otro, y no es ninguna metáfora; cargo<br />
con un par de cadenas, una unida a cada una de mis piernas. Las<br />
cabras son mi nuevo trabajo, arreo un rebaño para ganarme el pan de<br />
cada día.<br />
Este señor me dijo que los loqueros de la ciudad le robaron a su<br />
hijo de pequeño, le aprendieron por un crimen menor y le<br />
diagnosticaron una enfermedad en la cual mostraba un claro<br />
desorden de personalidad múltiple.<br />
No había problema con que yo trabajara para él, pobre hombre,<br />
decía que no tenía nada contra el estado mental de su hijo; era como<br />
tener a dos hijos en un mismo cuerpo. Aprendió a lidiar con ellos e<br />
incluso le parecía divertido tratar de adivinar con quien hablaba cada<br />
instante. Una de las vecinas dijo a las autoridades que él criaba un<br />
monstruo loco, pues el pobre niño se peleó con uno de los perros de<br />
arreo y lo devoró a bocanadas frente a ella.<br />
Con los ojos llorosos y la voz quebrada me contó esta historia mi<br />
papá, antes de dar un sorbo a su café y aceptarme como su empleado;<br />
por primera vez en mi vida no adivinó con quien hablaba al verme.<br />
Manuel Alejandro Ramos Ayala (Naica, México)<br />
http://chatomusik.blogspot.mx<br />
93
Les dimanches de La Rochelle - Francine Van Hove (Francia)<br />
http://www.francinevanhove.com/<br />
94
Nostalgias<br />
Me hace falta tu olor, tu cercanía<br />
porque me son extraños<br />
el huerto y el aljibe,<br />
la casa y las adelfas del camino<br />
la luna que me acecha<br />
tras el visillo lila<br />
y el sol que entra a raudales por el patio.<br />
Me hace falta tu aliento y que tus brazos<br />
me agarren otra vez por la cintura<br />
porque me duermo al filo de la madrugada<br />
reviviendo<br />
pero a medida que amanece<br />
la luz se me hace turbia<br />
y me voy con las horas marchitando.<br />
(Del libro Boceto para una noche)<br />
Isabel Sifre Puig (Valencia)<br />
95
Lost love – Jukka Alasaari (Finlandia) https://500px.com/JukkaAlasaari<br />
96
Lo mejor de mí<br />
A veces dudo de que existieras, me parece irreal el tiempo que<br />
viví contigo, fantaseo con que todo han sido imaginaciones mías pues<br />
apenas quedó rastro de ti. Pero, entonces se me acerca un rostro<br />
amable de ojos grandes y me besa para recordarme la existencia de<br />
una vida anterior en la que yo no fui la misma, una vida a millones y<br />
millones de horas de distancia, muy lejos de mi actual cielo.<br />
Nos abrazamos en el sofá y siento mi corazón descansar y mi<br />
espíritu se eleva y puedo respirar profundamente hasta que mis<br />
pulmones se ensanchan de tal manera que acaban en una explosión<br />
de felicidad. Están unidas nuestras mejillas y los olores se confunden.<br />
Reposa su mano en mi cuello, se enredan nuestros cabellos y<br />
nuestras piernas quedan entrelazadas, ¿de dónde salió esta especie<br />
de hada que me produce tanta paz?<br />
De repente caigo en que salió de mí misma y por momentos la<br />
quiero aún más. Pero, vuelves a aparecer tú también en el recuerdo,<br />
irremediablemente unido a sus comienzos, aunque no consigues<br />
estropear el momento, el mejor momento del día, de todos los días.<br />
Alicia Muñoz Alabau (Valencia)<br />
https://www.facebook.com/PonerseAlas<br />
97
Grace combines – Ilya Lokalin (Rusia) https://500px.com/IlyaLokalin<br />
98
Los días deshabitados<br />
Llevaba dos horas mirando aquella fotografía. Nada. La página<br />
seguía intacta, inmaculada. Ni una sola línea. Solo un folio con ese<br />
color sin color, símbolo de pureza, salvo que seas escritor. Entonces<br />
se convierte en el temido pánico a la hoja en blanco. A la hoja o la<br />
pantalla vacía de un frío ordenador.<br />
¡Qué extraña pasión ésta de la escritura! Hay días en los que una<br />
consigue media página que cree gloriosa. Entonces te inflas como un<br />
globo y sacas a pasear tu plumaje de pavo real. Pero luego están esos<br />
otros días, los deshabitados. Esos en los que tu cerebro vaga en el<br />
vacío del espacio sideral. Lo más probable, entonces, es que acabes<br />
llenando de hojas el cesto de la basura o la papelera de reciclaje.<br />
Hay que echarle narices para ponerse a escribir esos días.<br />
Tienes que armarte de valor y esperar que un adjetivo inadecuado no<br />
te encoja el corazón.<br />
Aquel era uno de esos días. Y allí andaba yo, gravitando sin<br />
rumbo fijo.<br />
-Tierra llamando a inspiración.<br />
-¡Anda mira el cinturón de Orión!<br />
Ya está, pensé, invocaré a Calíope, Clío y Melpómene. Cualquiera<br />
de ellas servirá con tal de que me regalen un segundo de iluminación.<br />
Enseguida recobré el juicio. Recordé que las musas es solo una<br />
estación de metro. Nunca he creído yo en señoras mitológicas que<br />
faciliten la tarea.<br />
Así que baje a la tierra y volví a la foto de marras. Era una foto<br />
en blanco y negro de una pareja joven que viajaba en un<br />
descapotable. Los dos eran atractivos. Aunque en realidad a mí quien<br />
99
me llamaba la atención era la chica. Creo que mi espíritu feminista se<br />
está haciendo cada vez más fuerte.<br />
¿Qué iba a hacer con aquella mujer que me sonreía ajena desde<br />
el papel? Confieso que mi primera idea fue la de estrellar el coche.<br />
Vale, cuatro líneas y los tiro por un barranco. Pero me sucedió algo<br />
fatal para un escritor. Me impliqué con mi personaje. ¿Cómo iba a<br />
hacerle eso a aquella chica que parecía tan alegre?<br />
Mi tránsfuga inspiración buceó desesperada en todos los tópicos<br />
acostumbrados ¿Qué tal le iría la tan manida historia del príncipe<br />
azul? El chico era guapo y no hacían mala pareja. Lo descarté de<br />
inmediato. Nunca me han gustado los príncipes y ni mucho menos<br />
azules. Algunos destiñen descaradamente. En otros, el azul toma un<br />
degradado tono violeta. En esos casos la chica suele acabar confusa,<br />
consolándose con la idea de haber encontrado al menos un amigo.<br />
Ese amigo capaz de hablar durante horas de emociones, sin bostezar<br />
ni echar un vistazo al resultado de los partidos. Pensándolo bien, no<br />
estaba tan mal la idea. Pero no, yo no quería eso para mi<br />
protagonista.<br />
La coloqué de espía rusa, amante despechada, ingenua<br />
adolescente, niña de familia bien que va a la hípica, asesina<br />
despiadada. Hasta pensé en un androide llegado del futuro para<br />
acabar con el género humano.<br />
Pero nada. Los días deshabitados son así. Cualquier idea<br />
termina en un bucle y vuelve de nuevo al comienzo sin haberse<br />
definido.<br />
Miré de nuevo la foto y me dirigí a la chica en voz alta.<br />
-Te doy la libertad, le dije. Puedes hacer lo que quieras. Ama, ríe,<br />
sueña, juega si te apetece. O, si lo prefieres, para en el próximo desvío<br />
y dile a tu acompañante que abandone el coche.<br />
100
-Cenicienta, te otorgo el volante de tu carroza de 220 caballos. A<br />
partir de ahora sólo tú conduces tu vida.<br />
Me pareció que la muchacha levantaba los brazos en señal de<br />
júbilo. O quizás ya los tenía levantados desde el principio. De lo que sí<br />
estoy segura es que al levantarme de la mesa escuché una pregunta:<br />
-Perdona, ¿es diesel o gasolina?<br />
Matilde Lledó Pérez (Madrid)<br />
101
Karly & Jarly – Christina<br />
https://www.flickr.com/photos/23472122@N04/<br />
102
La niña que quería ser hombre<br />
-Cuando yo era como vosotros, de mayor lo que quería ser era<br />
hombre.<br />
Por más tiempo que viva, jamás olvidaré esta frase, salida de los<br />
labios de una mujer muy mayor ante un grupo de escolares de doce a<br />
catorce años. Era una actividad del colegio, consistente en charlas de<br />
familiares nuestros sobre sus respectivas profesiones. Y ella era<br />
Soledad, tía abuela de una de mis compañeras y probablemente, la<br />
mujer que más haya marcado mi existencia.<br />
Su afirmación me dejó anonadada, y ya no pude dejar de<br />
escucharla. Soledad había nacido en un pueblo pequeño, de ésos<br />
donde todos se conocen, y era la segunda de cuatro hermanos, todos<br />
varones menos ella. Desde niña, odiaba los lazos y vestidos que le<br />
ponía su madre, y envidiaba profundamente los pantalones cortos de<br />
sus hermanos. Cuando protestaba ante su madre, ésta la recriminaba<br />
porque debía vestir como una niña, y no como un chicote. Por las<br />
mismas razones la reñía cuando volvía del colegio con manchas en la<br />
ropa, por más que a sus hermanos no les dijera nada. Y pronto<br />
empezó a llamarle la atención porque quería jugar con la pelota en<br />
lugar de con las remilgadas muñequitas que le habían comprado. Con<br />
el tiempo, las diferencias entre sus hermanos y ella se iban<br />
acrecentando, y a Soledad la obligaban a fregar los platos mientras<br />
sus hermanos estaban repantingados en un sofá. Y cuando<br />
protestaba, siempre la misma cantinela, que ella no era un chico y<br />
debía comportarse como una señorita. Y así, una vez y otra. Si<br />
hablaba su padre, ella tenía que callar porque era mujer, y hacer lo<br />
que dijera aunque no estuviera bien o no fuera justo. Y mientras, su<br />
madre, siempre sumisa, siempre callada, aunque su padre le gritaba,<br />
y la llamaba inútil, y torpe, y mil cosas más. Pero nunca protestaba. Y<br />
103
le decía a Soledad que él era su marido, y los maridos siempre tenían<br />
razón.<br />
Hasta que llegó el día en que Soledad acabó los estudios<br />
primarios. Era una estudiante excelente, y quería hacer el bachiller, y<br />
luego una carrera, y convertirse en abogada, o en maestra. Pero su<br />
padre dijo que debía quedarse en casa a ayudar a su madre hasta que<br />
se casara, y su madre no se opuso. Soledad lloró y protestó, pero no<br />
hubo modo de que cambiaran de opinión. No entendía cómo su<br />
hermano mayor, que era un desastre en los estudios, tenía esa<br />
oportunidad que a ella le negaban pese a merecérsela tanto.<br />
Le dijo a su madre que no pensaba casarse, y que tendría que<br />
aprender un modo de ganarse la vida. Pero su madre no quiso ni<br />
escucharla. Se casaría con un buen hombre, como su prima Purita,<br />
que tampoco quería casarse y ahora era tan feliz con sus tres hijos. O<br />
eso decían.<br />
Así que no le quedó otro remedio que permanecer confinada en<br />
la casa mientras esperaba su oportunidad de liberarse. Ella seguía<br />
protestando, y su madre, cada día más cansada y anciana, continuaba<br />
diciéndole que aquello era porque era una mujer, y eso era lo que<br />
debían hacer las mujeres. Y asunto zanjado.<br />
Así que un buen día, después de enterarse que su prima Purita<br />
había muerto al dar a luz a su quinto hijo, decidió marcharse. Se fugó<br />
de noche, a escondidas, vestida con la ropa de uno de sus hermanos, y<br />
con el poco dinero que había ahorrado y el aderezo de su Primera<br />
Comunión por todo patrimonio. Subió en un tren que la llevó a otro<br />
pueblo, y de ahí a otro, y consiguió sobrevivir fregando escaleras. De<br />
hecho, era para lo único que la habían educado. Y se las arregló para<br />
ir estudiando en sus ratos libres, y comenzó a escribir, y descubrió<br />
que más allá del papel había otro mundo, ése al que a ella jamás le<br />
dejaron acceder. Con el tiempo, Soledad consiguió publicar una<br />
novela, y a ésa le siguió otra, y otra más. Pero la mejor era la última,<br />
104
aquélla en que por fin había conseguido desnudar su alma, y contar la<br />
historia de su madre, aquella mujer que se caía tantas veces, que<br />
siempre tenía moratones en todas las partes de su cuerpo, aquélla<br />
que decía de sí misma que era tonta y torpe sólo porque su marido<br />
así se lo decía, aquélla que se consideraba una inútil y que acabó<br />
quitándose la vida bebiéndose una botella de lejía un año después de<br />
que Soledad se fuera de casa. A ella, cuya historia conoció cuando ya<br />
era tarde, le dedicó su libro “No me quieras tanto, quiéreme mejor”.<br />
Y la niña que entonces era yo decidió que de mayor quería ser<br />
mujer. Una mujer como Soledad.<br />
(Relato ganador del Premio Literario Mujeres de Benetússer 2013)<br />
Susana Gisbert Grifo (Valencia)<br />
http://conmitogaymistacones.com/<br />
105
Fotografía aportada por la autora<br />
106
Adelina<br />
El marido de Adelina regresó de las selvas amazónicas afectado<br />
de una rara enfermedad. Los médicos, desde el principio, auguraron<br />
un fatal desenlace ya que no existía ningún remedio para curarla. Las<br />
altísimas fiebres y los espantosos dolores, la obligaban a permanecer<br />
pegada a su lecho, sin apenas salir de la habitación. En los momentos<br />
de lucidez, él le decía lo mucho que le gustaba su precioso pelo,<br />
negro como la noche y lo hermosa que era. Le pedía que lo<br />
mantuviera siempre largo y cuidado, tal y como lo llevaba el día en<br />
que se conocieron.<br />
Un día, mientras se miraba al espejo, Adelina juró que si él no<br />
mejoraba, jamás se cortaría el cabello. Lo mantendría largo, brillante<br />
y perfumado sólo para que, al acercarse, el enfermo percibiera su<br />
aroma y pudiera acariciar los sedosos bucles.<br />
Los días pasaban, el pelo de Adelina había crecido tanto que le<br />
llegaba hasta la cintura. Ni siendo una jovencita lo había llevado tan<br />
largo. Todas las noches lo cepillaba con sumo cuidado, hasta cien<br />
veces antes de ir a dormir, como su madre le había enseñado. Por las<br />
mañanas, después de cepillarlo otras cien veces, acercaba sus labios a<br />
la frente del enfermo y le besaba con cariño, tomaba su mano y la<br />
dejaba descansar en su regazo, cerca de sus rizos, para que él se<br />
percatara y pudiera rozarlos.<br />
Las estaciones del año, se sucedían. Adelina no perdía la<br />
esperanza, su larga melena ya sobrepasaba la longitud de sus rodillas,<br />
dentro de nada le llegaría hasta los tobillos. Tuvo que contratar los<br />
servicios de una doncella, sus fuerzas empezaban a flaquear y no por<br />
cuidar de su marido, precisamente, sino por lo costoso que resultaba<br />
mantener la limpieza de su pelo. El peso, sobre los hombros y la<br />
columna, comenzó a producir mella en su compostura; su cuerpo<br />
107
comenzó a doblarse, debido también a la posición adquirida durante<br />
el tiempo que permanecía reclinada sobre la cama de su esposo. Por<br />
ningún motivo se apartaba de su lado.<br />
Un día la doncella le sugirió que recogiera su melena. Las puntas<br />
ya rozaban el suelo, era difícil evitar que se mantuviera limpia de<br />
polvo, incluso algún pequeño insecto había intentado anidar en ella y<br />
era muy costoso que las púas del cepillo pudieran terminar con éxito<br />
la tarea de deshacer los nudos que se le formaban. Ella se negó, le dijo<br />
que era así como le gustaba a su marido y que por nada del mundo se<br />
lo iba a recoger y menos aún cortar.<br />
Una fría mañana de invierno, él dejó de luchar. Su corazón se<br />
paró y sus párpados se quedaron cerrados para siempre. Adelina lo<br />
zarandeó repetidas veces entre gritos de angustia y sollozos. El<br />
sufrimiento hacía que se arañara la cara y diera estirones a su pelo<br />
hasta conseguir arrancar mechones enteros. La doncella no podía<br />
detenerla, tal era la fuerza de su propia enajenación. El forcejeo entre<br />
ambas desembocó en una pelea, que terminó con el cuerpo de la<br />
muchacha rodando escaleras abajo. Quedó inmóvil, tendida en el<br />
suelo y con una brecha abierta en la cabeza de la que manaba gran<br />
cantidad de sangre.<br />
***************<br />
- Leopoldo, creo que es en esta casa donde nuestra hija entró a<br />
trabajar...<br />
- Parece abandonada... no puede ser. Puede que estés<br />
equivocada. Saca la carta, anda.<br />
- Es aquí, el número diez de la calle de San Lázaro ¡Qué raro!<br />
- La puerta está cerrada. Vamos a llamar al timbre.<br />
- ……………………<br />
- No hay nadie, no se escucha ruido alguno ¿Qué es lo que sale<br />
por debajo de la puerta?<br />
108
- No sé, parece… Es pelo, mechones de pelo negro… ¡Voy a<br />
derribar la puerta!<br />
Leopoldo y su mujer entraron en la casa. Lo primero que<br />
percibieron fue un desagradable olor. El cadáver de su hija yacía a los<br />
pies de la escalera. No se lo podían creer… Aún así, el padre subió la<br />
escalinata, quería saber qué había sucedido. En la habitación<br />
principal encontró en la cama dos cuerpos: un hombre y una mujer.<br />
Ella llevaba en una de las manos unas tijeras, largos mechones de<br />
pelo negro como la noche cubrían el suelo. En la otra mano, un papel,<br />
en el que aún se podía leer “tuya para siempre…”<br />
Amparo Hoyos (Valencia)<br />
109
El astronauta de la Lonja de la Seda – Eulalia Rubio (Valencia)<br />
http://jardinesrioturia.blogspot.com.es/<br />
<strong>11</strong>0
Todos los participantes: foto de familia (Irene Sastre)<br />
En la tarde del pasado 7 de febrero algunos de los miembros de<br />
<strong>VE</strong> y simpatizantes del grupo, residentes en Valencia o cercanías, nos<br />
reunimos para recitar textos (cuentos o poesías) propios o prestados.<br />
El acto se celebró en Kaf Café, un local ubicado en el inquieto barrio<br />
de Benimaclet, que se está convirtiendo en espacio mítico para<br />
cualquier amante de la cultura.<br />
Esperamos repetir más pronto que tarde, pues resultó una<br />
sesión muy agradable en la que todos sin excepción disfrutamos<br />
como enanos -incluso aquellos compañeros que nos habían<br />
confesado su temor a sufrir pánico escénico-.<br />
Quienes estéis interesados en ver los vídeos grabados y editados<br />
por Irene Sastre, podéis encontrarlos en Youtube, tan solo poniendo<br />
en la casilla de búsqueda las palabras Valencia Escribe.<br />
<strong>11</strong>1
¿Quieres leer números anteriores de VALENCIA ESCRIBE?<br />
Número 3 (Junio 2014)<br />
https://www.yumpu.com/es/document/view/25553855/valencia-escribe<br />
Número 4 (Julio/Agosto 2014)<br />
http://www.yumpu.com/es/document/view/26206365/valencia-escribe<br />
Número 5 (Septiembre 2014)<br />
http://www.yumpu.com/es/document/view/27009334/valencia-escribe<br />
Número 6 (Octubre 2014)<br />
https://www.yumpu.com/es/document/view/27265105/valencia-escribe<br />
Número 7 (Noviembre 2014)<br />
https://www.yumpu.com/es/document/view/28678666/valencia-escribe<br />
Número 8 (Diciembre 2014)<br />
https://www.yumpu.com/es/document/view/31901336/valencia-escribediciembre-2014<br />
Número 9 (Enero <strong>2015</strong>)<br />
https://www.yumpu.com/es/document/view/33276829/valencia-escribe<br />
Número 10 (Febrero <strong>2015</strong>)<br />
https://www.yumpu.com/es/document/view/36668955/valencia-escribe<br />
<strong>11</strong>2
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<strong>11</strong>3
Enric Solbes (Alcoi, 1960 - Alzira, 2009)<br />
Si quieres descargar esta revista en formato pdf puedes hacerlo aquí:<br />
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<strong>11</strong>4