VE-11 MARZO 2015
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La otra noche fue el colmo. Manolo y yo acudimos a una fiesta<br />
muy internacional donde conocimos, por separado, a tres chicos<br />
franceses muy majos:<br />
—Jean Pierre.<br />
—Jean Pierre.<br />
—Jean Pierre.<br />
No dábamos crédito que los tres tuvieran el mismo nombre,<br />
pero se comprendía. La sorpresa vino cuando estuvimos todos juntos<br />
y, si uno de ellos decía Jean Pierre, el Jean Pierre aludido respondía,<br />
¿cómo sabía que era a él y no al otro? "Tenemos muchos nombres...",<br />
nos expuso uno de los Jean Pierre. No lo escuchamos. La<br />
conversación ya fluía en otra dirección.<br />
—Jean Pierre.<br />
— Dime.<br />
—¿Tú crees que a Jean Pierre le gustaría ir a casa de Jean<br />
Pierre? Resulta que Jean Pierre vino de Nantes anoche y estará ahí<br />
hasta el fin de semana.<br />
—¿Te gustaría conocer a Jean Pierre? También está Jean Pierre.<br />
—Oh sí, he sabido de él gracias a Jean Pierre. Claro que me<br />
gustaría conocerlo.<br />
Tras las despedidas de rigor —original y dos copias—, los tres<br />
Jean Pierre partieron de inmediato a casa de Jean Pierre.<br />
—Manolo, ¿no te parece que esto ya es demasiado?<br />
—Muchísimo.<br />
—Mejor vámonos a casa de Manolo, que aquí ya me mareo.<br />
—De acuerdo, Manolo. ¡Vámonos!<br />
José Luis Sandin (Valencia)<br />
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