Absolue by Lancôme

y
MAGNÍFICA BELLEZA
"À LA FRANÇAISE"
ABSOLUE: un ícono francés
BELLEZA: mujer con estilo
ESTILO DE VIDA: el toque francés
nº1 - enero 2014

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Rosa,
el otro
nombre
de Lancôme.
Un símbolo universal de belleza y elegancia, como también de emoción y seducción, la rosa está vinculada
también íntimamente a la historia de Lancôme, cuyo emblema ha sido desde la creación de la marca en 1935.
Esta es la eterna historia de amor entre la más famosa de las flores y la casa de lujo que la hizo propia.
Palabras por Jerôme Farssac
Fotografías por Jennifer Lund
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Son raros los símbolos que viajan a través de los siglos
sin perder su brillo, a los que las reacciones son
unánimes de una cultura a otra. La rosa es uno de
ellos, siempre fascinante y evocadora del deseo.
Desde el antiguo Egipto, donde es una flor sagrada
ligada al culto de Isis, la diosa protectora, hasta la
mitología griega y romana que la identificaron como
sus diosas del amor, llamadas ya sea Afrodita o
Venus, siempre ha estado vinculada con las figuras
más femeninas. Aunque la primera rosa apareció hace
35 millones de años, de acuerdo con ciertos expertos
su cultivo se remonta aproximadamente a 5.000 años
en la China, y su comercio se inició en tiempos de los
romanos. En el crepúsculo del Imperio Romano, vastos
jardines de rosas crecían al sur de Europa y hasta tan
lejos como el actual Irán.
Fue en el Oriente Medio donde crecieron las rosas
más apreciadas, y se vendían como un bien precioso
en todo el mundo. Ellas eran usadas y despojadas de
sus pétalos durante ceremonias importantes, así como
también en medicinas, preparaciones cosméticas y
fragancias. Pero fue en la Europa medieval que la
rosa, hasta entonces un símbolo indiscutido del amor y
la belleza, pasó a ser interpretada en formas más
En los inicios de Lancôme, sus tres
emblemas fueron el ángel para el
maquillaje, la flor de loto para el
cuidado de la piel y la rosa para la
fragancia. Fue en 1964 que esta última
pasó a ser el símbolo único de la marca.
sutiles. Aunque conservó su imagen de esplendor y
pasión, pasó también a ser un símbolo de la
belleza efímera en el soneto más famoso del gran
poeta francés del Renacimiento, Pierre de Ronsard:
“Oda a Casandra”. Bajo la pluma de fondo de la
guerra civil, donde en el siglo XV la rosa blanca de
los York se enfrentó a la rosa roja de sus
primos Lancaster. Utilizada así para expresar
diversas emociones, emergió una simbología de sus
colores: rojo para el amor, blanco para la pureza,
rosado para la gratitud, amarillo para la amistad y
naranja para el deseo.
En el siglo XIX, la belleza de la rosa es un tema
preferido de numerosos artistas. El pintor francés
Henri Fantan Latour es famoso por haber captado
su embrujador encanto en sus pinturas de
naturalezas muertas. Se destaca la colección de
acuarelas “Les Roses” publicada en 1824 por el
botánico e ilustrador Pierre-Joseph Rédouté, que es
hasta este día una referencia en términos de
ilustración floral. Fue de él, en 1935, que Armand
Petitjean tomó la rosa, que se inclina sobre su tallo
encorvado, la que llegaría a ser el símbolo de la
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casa de belleza que acababa de fundar: Lancôme.
Su nombre que fue inspirado por el Castillo de
Lancosme, una fortaleza en el Oeste de Francia que
había sido transformada en una elegante mansión
para vacaciones por una familia de la aristocracia con
un parque que tenía renombre por la belleza de sus
matas de rosas silvestres.
Más que un simple distintivo visual, la rosa que cultivó
con pasión en los jardines de su casa en Ville-d’Avray
fue la inspiración de Armand Petitjean: además de
estar en las cajas y potes decorativos y delicadamente
pintados, está también en el corazón de las fragancias
“Tendres Nuits” y “Conquete”, dos de los cinco
aromas inaugurales lanzados para la Exposición
Internacional de Bruselas en 1935.
MÁS QUE UN SIMPLE
DISTINTIVO VISUAL, LA
ROSA FUE UNA
INSPIRACIÓN PARA
ARMAND PETITJEAN.
No ha dejado la paleta olfativa de la casa desde
entonces. En 1957, Lancôme creó “Envol”, con un
zumo que combinaba rosa y jazmín y su botella tenía
la forma de un florero angosto coronado por un botón
de rosa. En 1971, “Sikkim” glorificó la belleza de la
rosa búlgara. Pero fue en 1990 que Lancôme
transformó la flor en uno de los episodios más míticos
de la perfumería francesa. Con “Tresor” Sophia
Grosjman soñó con una rosa que abrazaba
tiernamente a un durazno incandescente, un aroma
único cuya popularidad no ha declinado desde
entonces y que ha sido representado por algunas de
las actrices más conmovedoras de la pantalla
plateada, desde Isabella Rossellini hasta Penélope
Cruz.
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Mientras tanto, en 1973, un genio de la horticultura
llamado Georges Delbard creó la rosa Lancôme, la
que 30 años más tarde daría vida, al más precioso de
los ingredientes activos de Lancôme: una célula natural
incomparablemente fresca encapsulada en una textura
extraordinariamente sensual, aquel de l’Extrait de
Absolue…
LANCÔME ES
INSEPARABLE DE LA
ROSA, Y LA ROSA DE
LANCÔME.
Otra bella historia que será contada. La rosa es
también el distintivo olfativo de todos los productos de
Lancôme para el cuidado de la piel, y triunfa en
ciertos productos de maquillaje de la Casa partiendo
con “Rose de France”, uno de los primeros lápices
labiales de Lancôme con su maravillosa fragancia.
Lancôme es inseparable de la rosa, y la rosa de
Lancôme, y así ha sido durante cerca de 80 años…
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