El momento del adiós de no dejar que me vieran llorar, intente consolarlos como lo había hecho una y otra vez cuando se lastimaban. Les dije que volvería pronto y que no se olvidaran de mí. Sin mas tiempo, sus padres les pedían que me soltaran porque se hacia tarde, les di un beso a cada uno y volteando al pasillo princi- teachingartistsguild.org Seguridad primero El siguiente texto es un resumen del artículo de “Cultural Care <strong>Au</strong> <strong>Pair</strong> y la Cruz Roja Americana”, la agencia perteneciente a EF, Cultural Care <strong>Au</strong> <strong>Pair</strong> ha adoptado recientemente una medida para asegurar que sus au pairs que llegan desde el extranjero completen un programa de certificación con la Cruz Roja Americana. El programa es ofrecido por miembros de la Cruz Roja Americana, dando cursos de primeros auxilios y RCP para adultos y niños. El 88% de los paros cardiacos ocurren en el hogar, y se espera que con estos cursos, si una au pair es requerida para administrar Fuente del texto original: http:// www.culturalcare.com.mx/novedades-y-promociones/culturalcare-y-la-cruz-roja/ Sonó el despertador a las 7 am como cualquier otra mañana, excepto que este no sería como cualquier otro día. Era un martes de febrero, una mañana fría, tan fría como la sensación de mi propio cuarto. Había llegado el momento de decirle adiós a esa, mi primera familia anfitriona, los McClain. Vestirme por la mañana no fue lo mismo, cansada pero con un sentimiento de tristeza me abrochaba mis tenis, aquellos tenis negros aterciopelados con los que había llegado hacia un año atrás. A lo lejos se escuchaba el eco de los niños peleándose por lo que iban a desayunar esa mañana. Por fin termine de prepararme, cuando abrí la puerta de mi cuarto y al bajar las escaleras, me detuve un momento a mirar a mi alrededor. Podía ver la ventana enfrente de mí, con carros pasando en la lejanía, el sol queriendo salir y los arboles secos y sin hojas como lo estaban esa época del año en Filadelfia. Mis maletas ya estaban abajo desde la noche anterior, apiladas una sobre la otra en la puerta de entrada. Al bajar, caminé lentamente por el pasillo volteando para los lados, contemplando las paredes en donde colgaban las fotos de los niños con los que había vivido tantos momentos felices, tristes, emocionantes, de todo. Al llegar al final del pasillo estaban los cuatro, Ashley, Mason, Ainsley y Mersadi, atentos cada quien jugando con sus juguetes favoritos (sus pequeños ponies y los power rangers). Se notaba la tristeza de mi partida en su silencio. Sus padres, guardaban mis maletas en la camioneta azul que me llevaría a la estación de tren. Tratando de ser fuerte y con los ojos llenos de lágrimas, me acerque a abrazarlos. Sus abrazos tan sinceros y cariñosos como siempre, pero con la diferencia de que parecía que nunca me iban a soltar. Tratando de controlarme y 6 7