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EDITORIAL<br />
L os avances alcanzados en la física <strong>del</strong> estado sólido durante las últimas décadas han<br />
permitido revolucionar la técnica industrial y la comercial.<br />
Ahora, los procesadores y los componentes electrónicos ejecutan con máxima rapidez, mínimo<br />
tamaño y unas condiciones de operación mucho menos exigentes (refrigeración, consumos<br />
propios, etc ...) tareas que antes consumían importantes recursos y que finalmente estaban<br />
limitadas por las leyes de la mecánica y por el propio diseño de esos sistemas.<br />
Las actuales líneas de investigación en “nanotecnología” apuntan a un futuro con importantes<br />
avances que volverá a revolucionar las tecnologías. La “cirugía” a nivel atómico para alterar la<br />
disposición de los átomos en las estructuras moleculares o cristalinas y la incorporación de<br />
átomos de otros elementos en espacios libres existentes van a modificar revolucionariamente las<br />
propiedades de los materiales al dotarles de nuevos atributos. Podemos escribir que se trata,<br />
incluso, de diseñar nuevos materiales con comportamientos previamente diseñados.<br />
En lo que se refiere a la tecnología nuclear, la disponibilidad de un láser de suficiente potencia,<br />
además de permitir avanzar en la fusión inercial también servirá como herramienta decisiva para<br />
realizar esa “cirugía a medida” que permita disponer de esos nuevos materiales al ser capaz<br />
de aportar la energía necesaria para las migraciones atómicas a otros niveles energéticos en las<br />
estructuras o moléculas.<br />
Pero no debemos correr demasiado ni deslumbrarnos con esperanzas desmedidamente<br />
ambiciosas, aún cuando la electrónica disponible ofrezca posibilidades hasta ahora inimaginables<br />
y las prestaciones alcanzadas así como la reducción de costes estén permitiendo su acelerada<br />
universalización.<br />
Existe un motivo de seria preocupación en la interfase hombre-máquina en el momento de su uso.<br />
Estas nuevas “cajas negras onmipoderosas” se convierten en dioses inaccesibles para los usuarios<br />
y para los responsables que muchas veces solo controlan las entradas y salidas de datos. Ello<br />
puede conducir a que la confianza <strong>del</strong> operador de estos sistemas derive hasta convertirse en una<br />
creencia. Entonces, la independencia de actuación <strong>del</strong> citado operador ante situaciones de fallo<br />
puede verse reducida, pues comportamientos físicos espúreos desinforman y generan situaciones<br />
que, quizás, no hayan sido objeto de entrenamiento previo.<br />
Este es uno de los nuevos desafíos que hay que afrontar ante el avance tecnológico actual. A este<br />
respecto conviene recordar el reciente suceso de la caída absoluta de tensión en la costa este de<br />
los Estados Unidos que evidenció que las estructuras organizativas deben estar preparadas para<br />
cumplir su responsabilidad, incluso, con el fallo de los sistemas habituales de comunicación.<br />
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3 R e v i s t a S N E