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El Ciervo 750 Enero/Febrero 2015

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“Hay un catalanismo agrario, tradicional<br />

y otro cívico, plural y modernizador”<br />

josep maria margenat<br />

sociedad<br />

La casa común<br />

josep maria margenat<br />

profesor de filosofía social,<br />

universidad loyola andalucía<br />

Hemos quedado en la antigua<br />

cantina del tren de Sarrià de<br />

plaza Catalunya. <strong>El</strong> señor<br />

Salvany me espera desde hace un<br />

rato, él siempre es puntual. Siempre<br />

hago lo mismo para que me reconozcan:<br />

llevo un ciervo debajo del<br />

brazo. No falla. (Camilo Salvany de<br />

Palou es un heterónimo del autor de<br />

la entrevista, lo que le permite ciertas<br />

imprecisiones e “invenciones”)<br />

Josep Margenat.– ¿Catalán o<br />

barcelonés?<br />

Camilo Salvany.– Más lo<br />

segundo. Ciudadano honrado de<br />

Barcelona. Lo primero es “cognomen”,<br />

es apelativo, lo segundo es<br />

“nomen”, nombre que identifica, lo<br />

que expresa una identidad cívica.<br />

En casa siempre hemos puesto por<br />

delante las libertades públicas de la<br />

ciudad, antes que el sentimiento de<br />

arraigo terrero, al menos en los últimos<br />

siglos.<br />

JM.– Habla, pues, con amplia<br />

perspectiva, ¿desde cuándo?<br />

CS.– Era 1964 y –lo recuerdo<br />

bien, hacía poco que habíamos emigrado<br />

a Madrid– celebramos el milenario<br />

de la familia. Los catalanes<br />

somos así, cuando necesitamos una<br />

buenas dosis de identidad nos “inventamos”<br />

un milenario. Veintitrés años<br />

después, en 1987, se inventaron otro<br />

milenario (“mil·lenium”). En casa<br />

homenajeamos al primer “home<br />

de paratge” de la familia, Arnau,<br />

un antepasado de 964, guerrero e<br />

iletrado, que debía obediencia a<br />

Lotario, penúltimo de su dinastía<br />

carolingia. Antes que catalanes fuimos<br />

defensores de la marca y súbditos<br />

de un rey franco, y antes habíamos<br />

sido hispano-romanos.<br />

JM.– La independencia, ¿también<br />

fue un invento?<br />

CS.– Cierto. <strong>El</strong> conde Borrell<br />

II, el señor de mi antepasado Arnau,<br />

estaba en buena relación con el califa<br />

omeya de Córdoba, Abderramán III,<br />

pero a la muerte de este, un caudillo,<br />

Almanzor, saqueó e incendió<br />

Barcelona (985). Un cordobés dio<br />

origen a la primera independencia de<br />

Cataluña, es decir, del condado de<br />

Barcelona. Porque usted es cordobés,<br />

¿no? Pues bien, ustedes “inventaron”<br />

Cataluña (Barcelona ya existía desde<br />

hacía más de mil años). Borrell se<br />

aprovechó de que los francos no<br />

le ayudaran, a lo que como señores<br />

estaban obligados, y rompió los<br />

vínculos feudo-vasalláticos. Hugo I<br />

Capeto fundó una nueva dinastía tras<br />

los carolingios. Dos años más tarde<br />

el condado de Barcelona se independizó.<br />

Los cordobeses lo pusieron más<br />

fácil.<br />

JM.– ¿Puede ocurrir lo mismo<br />

ahora?<br />

CS.– Hay un catalanismo agrario,<br />

tradicional, arraigado en zonas inconscientes,<br />

y hay un catalanismo cívico<br />

plural y modernizador, que postula la<br />

integración de las personas y los territorios<br />

en unidades más amplias como<br />

Hispania/España o Europa. Cuando<br />

dirigen el país los agrarios tendemos a<br />

marcar los terrenos, cuando lo dirigen<br />

los cívicos tendemos a construir la<br />

casa, la gran institución aportada por<br />

Cataluña a Occidente como señaló el<br />

maestro Vicens. Lo esencial es construir<br />

y conservar la casa. Siempre<br />

buscamos lo que lo garantiza. Ahora<br />

pienso que sabemos que España y<br />

Europa garantizan la construcción de<br />

la casa común.<br />

JM.– ¿Independencia o federalismo?<br />

CS.–La independencia nos haría<br />

dar un paso atrás. Desde el “movimiento<br />

europeo” –liberales, socialistas<br />

y católicos– trabajamos por un federalismo<br />

que respetase las identidades<br />

diversas y que soldase con fuerza la<br />

unidad superior. Los católicos tenemos<br />

el principio de susbsidiariedad<br />

para explicar esto bien. Gracias a que<br />

lo defendió un católico y socialista<br />

francés, Jacques Delors, ahora está en<br />

el Tratado de Lisboa. Las administraciones<br />

son concéntricas y ninguna<br />

engulle a las más cercanas o básicas.<br />

Control y principio de atribución<br />

como propone el Tratado de Lisboa.<br />

En esto consiste el federalismo de la<br />

solidaridad real y de la subsidiariedad,<br />

el europeísmo. Esta es la casa común<br />

“del Atlántico a los Urales” por la que<br />

llevo trabajando desde hace años y mi<br />

familia desde hace siglos. La otra casa,<br />

la de “nosaltres sols” me interesa poco<br />

porque agobia y empequeñece.<br />

JM.– Pero usted habla a veces<br />

de la nación catalana, creo que no<br />

le entiendo del todo, ¿también lo<br />

“inventa”?<br />

CS.– Hay un principio de subjetividad<br />

de la nación como comunidad<br />

que no es discutible, aunque no<br />

exige siempre un Estado independiente.<br />

Puedo defender esa nación (en<br />

esto consiste el “catalanismo cultural”<br />

que defendió otro maestro mío,<br />

el padre Batllori) y puedo pensar<br />

que esa nación tiene garantizada –o<br />

debería tenerla– su autonomía espiritual,<br />

moral, cultural y antropológica<br />

(económica) integrada en unidades de<br />

gobierno mayores: un Estado federalizado<br />

o una Unión federal de Estados.<br />

Este era el federalismo asimétrico,<br />

cultural y democrático que defendía<br />

Pasqual, ¿no le parece? ◗<br />

Vuelta al mundo ˜ <strong>Enero</strong>-<strong>Febrero</strong> <strong>2015</strong> 23

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