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“Hay un catalanismo agrario, tradicional<br />
y otro cívico, plural y modernizador”<br />
josep maria margenat<br />
sociedad<br />
La casa común<br />
josep maria margenat<br />
profesor de filosofía social,<br />
universidad loyola andalucía<br />
Hemos quedado en la antigua<br />
cantina del tren de Sarrià de<br />
plaza Catalunya. <strong>El</strong> señor<br />
Salvany me espera desde hace un<br />
rato, él siempre es puntual. Siempre<br />
hago lo mismo para que me reconozcan:<br />
llevo un ciervo debajo del<br />
brazo. No falla. (Camilo Salvany de<br />
Palou es un heterónimo del autor de<br />
la entrevista, lo que le permite ciertas<br />
imprecisiones e “invenciones”)<br />
Josep Margenat.– ¿Catalán o<br />
barcelonés?<br />
Camilo Salvany.– Más lo<br />
segundo. Ciudadano honrado de<br />
Barcelona. Lo primero es “cognomen”,<br />
es apelativo, lo segundo es<br />
“nomen”, nombre que identifica, lo<br />
que expresa una identidad cívica.<br />
En casa siempre hemos puesto por<br />
delante las libertades públicas de la<br />
ciudad, antes que el sentimiento de<br />
arraigo terrero, al menos en los últimos<br />
siglos.<br />
JM.– Habla, pues, con amplia<br />
perspectiva, ¿desde cuándo?<br />
CS.– Era 1964 y –lo recuerdo<br />
bien, hacía poco que habíamos emigrado<br />
a Madrid– celebramos el milenario<br />
de la familia. Los catalanes<br />
somos así, cuando necesitamos una<br />
buenas dosis de identidad nos “inventamos”<br />
un milenario. Veintitrés años<br />
después, en 1987, se inventaron otro<br />
milenario (“mil·lenium”). En casa<br />
homenajeamos al primer “home<br />
de paratge” de la familia, Arnau,<br />
un antepasado de 964, guerrero e<br />
iletrado, que debía obediencia a<br />
Lotario, penúltimo de su dinastía<br />
carolingia. Antes que catalanes fuimos<br />
defensores de la marca y súbditos<br />
de un rey franco, y antes habíamos<br />
sido hispano-romanos.<br />
JM.– La independencia, ¿también<br />
fue un invento?<br />
CS.– Cierto. <strong>El</strong> conde Borrell<br />
II, el señor de mi antepasado Arnau,<br />
estaba en buena relación con el califa<br />
omeya de Córdoba, Abderramán III,<br />
pero a la muerte de este, un caudillo,<br />
Almanzor, saqueó e incendió<br />
Barcelona (985). Un cordobés dio<br />
origen a la primera independencia de<br />
Cataluña, es decir, del condado de<br />
Barcelona. Porque usted es cordobés,<br />
¿no? Pues bien, ustedes “inventaron”<br />
Cataluña (Barcelona ya existía desde<br />
hacía más de mil años). Borrell se<br />
aprovechó de que los francos no<br />
le ayudaran, a lo que como señores<br />
estaban obligados, y rompió los<br />
vínculos feudo-vasalláticos. Hugo I<br />
Capeto fundó una nueva dinastía tras<br />
los carolingios. Dos años más tarde<br />
el condado de Barcelona se independizó.<br />
Los cordobeses lo pusieron más<br />
fácil.<br />
JM.– ¿Puede ocurrir lo mismo<br />
ahora?<br />
CS.– Hay un catalanismo agrario,<br />
tradicional, arraigado en zonas inconscientes,<br />
y hay un catalanismo cívico<br />
plural y modernizador, que postula la<br />
integración de las personas y los territorios<br />
en unidades más amplias como<br />
Hispania/España o Europa. Cuando<br />
dirigen el país los agrarios tendemos a<br />
marcar los terrenos, cuando lo dirigen<br />
los cívicos tendemos a construir la<br />
casa, la gran institución aportada por<br />
Cataluña a Occidente como señaló el<br />
maestro Vicens. Lo esencial es construir<br />
y conservar la casa. Siempre<br />
buscamos lo que lo garantiza. Ahora<br />
pienso que sabemos que España y<br />
Europa garantizan la construcción de<br />
la casa común.<br />
JM.– ¿Independencia o federalismo?<br />
CS.–La independencia nos haría<br />
dar un paso atrás. Desde el “movimiento<br />
europeo” –liberales, socialistas<br />
y católicos– trabajamos por un federalismo<br />
que respetase las identidades<br />
diversas y que soldase con fuerza la<br />
unidad superior. Los católicos tenemos<br />
el principio de susbsidiariedad<br />
para explicar esto bien. Gracias a que<br />
lo defendió un católico y socialista<br />
francés, Jacques Delors, ahora está en<br />
el Tratado de Lisboa. Las administraciones<br />
son concéntricas y ninguna<br />
engulle a las más cercanas o básicas.<br />
Control y principio de atribución<br />
como propone el Tratado de Lisboa.<br />
En esto consiste el federalismo de la<br />
solidaridad real y de la subsidiariedad,<br />
el europeísmo. Esta es la casa común<br />
“del Atlántico a los Urales” por la que<br />
llevo trabajando desde hace años y mi<br />
familia desde hace siglos. La otra casa,<br />
la de “nosaltres sols” me interesa poco<br />
porque agobia y empequeñece.<br />
JM.– Pero usted habla a veces<br />
de la nación catalana, creo que no<br />
le entiendo del todo, ¿también lo<br />
“inventa”?<br />
CS.– Hay un principio de subjetividad<br />
de la nación como comunidad<br />
que no es discutible, aunque no<br />
exige siempre un Estado independiente.<br />
Puedo defender esa nación (en<br />
esto consiste el “catalanismo cultural”<br />
que defendió otro maestro mío,<br />
el padre Batllori) y puedo pensar<br />
que esa nación tiene garantizada –o<br />
debería tenerla– su autonomía espiritual,<br />
moral, cultural y antropológica<br />
(económica) integrada en unidades de<br />
gobierno mayores: un Estado federalizado<br />
o una Unión federal de Estados.<br />
Este era el federalismo asimétrico,<br />
cultural y democrático que defendía<br />
Pasqual, ¿no le parece? ◗<br />
Vuelta al mundo ˜ <strong>Enero</strong>-<strong>Febrero</strong> <strong>2015</strong> 23