El Ciervo 750 Enero/Febrero 2015

“En el viaje
aprendí por
qué el agua
tiene ese azul puro
como en los lagos
Peyto y Louise
lago peyto, en banff
era musulmana, la reconocí porque
llevaba velo. Esta situación sería hoy
poco probable en aeropuertos como
el de Barcelona, y otras como las que
menciona Rafael Crespo, africanista en
el Centre d’Estudis Africans, cuando
pregunta: “Cómo puede ser que, después
de treinta años, nuestros hijos no
tengan un profesor de origen africano,
o no tengamos un político de origen
africano”.
Las Rocosas canadienses
mismo, después de la detención de
un grupo de terroristas en Toronto el
verano del 2006, se apresuró a afirmar:
“Las detenciones han generado algunos
comentarios sobre la sociedad abierta
y culturalmente diversa de Canadá,
se dice que eso nos convierte en un
objetivo más vulnerable de actividad
terrorista; yo creo que lo que sucede es
exactamente lo contrario, la diversidad
de Canadá, adecuadamente fomentada,
es nuestra gran fortaleza”.
El segundo día de estar en Toronto
fue domingo y ya con el jet lag más
calmado imité lo que a menudo hacen
los habitantes de esta ciudad en una
jornada de descanso. Decidí visitar las
islas de Toronto; la espera en las largas
colas que se formaron para comprar
el pasaje mereció la pena. Me enteré
de que antes estas islas no existían, fue
gracias a un huracán que barrió un
banco de arena de 9 km que se adentraba
en el lago. Cuando llegué a las
islas, escogí una de las playas de agua
dulce, me bañé, me dormí, y me despertó
un grupo de boy-scouts. Treinta
niños que se lanzaron a chapotear.
Tenían diferentes rasgos físicos, hablaban
inglés, italiano, francés, español,
chino, y jugaban todos juntos.
Imágenes como esta me hicieron
reflexionar que, a pesar de las dificultades,
parece que el paradigma que se
está cumpliendo en Canadá es el de la
convivencia mínima compartida, el de
una sociedad plural donde lo justo y lo
bueno es común.
Cuando abandoné la ciudad otra
escena similar se repitió. El hombre
que me revisó la mochila en el control
de seguridad del aeropuerto era sikh,
se les reconoce porque llevan un turbante
que cubre todo el pelo que llevan
enroscado y largas barbas. Los sijs no se
cortan el pelo porque para ellos es un
elemento sagrado. Pasé por el detector
de metales y la mujer que me chequeó
calles y edificios de toronto
tadoussac, quebec, en la costa este
lago louise, en banff
a lo lejos, toronto
las montañas rocosas
fotos: gerardo carreño
En la vida tienes unos cuantos
sitios, o quizá uno solo, donde
ocurrió algo; y después están
todos los demás sitios.
Alice Munro, escritora
y Premio Nobel canadiense
Después de haber pasado dos semanas
recorriendo algunas ciudades de la
costa este (Otawa, Toronto, Montreal,
Quebec), volé en avión hasta la costa
oeste, aterricé en Calgary, una ciudad
anodina descrita como la de los cowboys,
para mí solo un sitio más que
utilicé como lanzadera hacia la aventura
hacia las Rocky Mountains.
Este tipo de picos nevados, y estos
lagos enormes de color turquesa no
se encuentran en Europa. Uno de los
atractivos de cuando viajo es ver cosas
que no puedo presenciar en casa como,
por ejemplo, ir por la carretera y que
el tráfico se pare porque está cruzando
una familia de osos pardos. O planificar
una excursión que quede anulada por el
anuncio de una manada de lobos.
El espectáculo está servido en el
parque de Banff, de Jasper y de Yoho.
Durante diez días más recorrí la carretera
Icefields Parkway parando en diferentes
puntos para disfrutar de cascadas,
glaciares, cañones, lagos, montañas.
Descansé y disfruté, también
aprendí cosas interesantes como por
ejemplo por qué el agua tiene ese azul
puro, como el de los lagos Peyto y
Louise.
El color turquesa se origina cuando
el agua se mezcla con las partículas
que produce un galciar al desplazarse
durante el deshielo y tritura rocas con
su movimiento. Las partículas que
se desprenden de ese roce son muy
pequeñas, como polvo, y hacen que
el agua se enturbie. Cuando la luz del
sol se refleja en la superficie del agua
turbia, crea la ilusión de color zian para
nuestro ojo.
Mi viaje acaba en la Teahouse del
lago Agnes, mientras sorbo un té, y
me rindo ante una ardilla que insiste en
zamparse mi ración de apple crumble.
OJO DE BUEY ˜ Enero-Febrero 2015 31