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HANS ULRICH GUMElRECHT<br />
PRODUCCiÓN DE PRESENCIA<br />
básica, propuesta por Paul de Man, de un duelo continuo ante la incapacidad<br />
del lenguaje humano para significar o referir a las cosas del<br />
mundo. De Man había afirmado que él había llevado a su clausura la Husí6n<br />
de lo que llamó la "lectura semiótica" -pero al hacer él tan fielmente<br />
el duelo por la pérdida de referencia y de significado estable. hacía al<br />
mismo tiempo ímposíble dejarlos realmente atrás.<br />
Entonces, ¿qué querría decir -y qué haría falta- para poner fin a<br />
la era del signo? ¿Qué querría decir -y qué haría falta- para acabar con<br />
la metafísica? Por cierto, no significa que abandonaríamos el sentido. la<br />
sígnificación y la interpretación. Haciendo un vínculo con el capítulo<br />
anterior, pienso que el "más allá" de la metafísica puede s610 querer<br />
decir hacer algo además de la interpretación -sin, por supuesto, abandonar<br />
la interpretación como una práctica intelectual elemental y, probablemente,<br />
inevitable. Querría decir poner a prueba y desarrollar conceptos<br />
que nos permitiesen. en las humanidades, relacionarnos con el<br />
mundo de un modo más complejo que la sola interpretación. que es más<br />
complejo que meramente atribuirle sígnificado al mundo (o, para usar<br />
una topología más viejll, que es más complejo que extraer significados<br />
del mundo). El esfuerzo que !!OS_ J!llnlmiría desarrollar conceptos- no<br />
interpretativos en adición a ,1l?s º~P:ll~I1~~tiCQSI ~"~ºa.8Jjj! un e,sfuerz~.~gidoCCinlriflás-conseeúencias<br />
y tab.~~"~ ,q.uº.~urjen de la entroniz"ación<br />
de~'latntetpletaciórrcomo íapráctica central ~~I~¡;á-en"ia:s"hümaDidade§:ta:-difieultad<br />
de talesffiéiiO'por"desarrollar un repertorio de conbej)tos<br />
no-interpretativos para las humanidades estaría (o estará), en el<br />
simple hecho de que, como resultado del dominio de la visión cartesiana<br />
del mundo desde la modernidad temprana, y de la hennenéutica<br />
desde comienzos del siglo xx, parece literalmente imposible. generar. en<br />
nuestro medio intelectual. y al menos a primera vista, conceptos que<br />
puedan satisfacer la meta de practicar (y fundamentar) algo que no sea<br />
interpretación.<br />
Derrida nunca ha sido tímido a la hora de inventar nuevos conceptos,<br />
incluso cuando la necesidad de tal invención no era obvia. ¿Por<br />
qué duda tanto, entonces, en aparecer con un concepto nuevo que nos<br />
permitiese "terminar" con la era del signo? Pienso que se ha negado a<br />
hacerlo porque anticipó' (tal vez correctamente) que ello lo obligarla a<br />
"ensuciarse las manos" (aunque hacer tal cosa "en tanto humanista" no<br />
es algo muy sucio. para empezar). Lo que quiero decir de este modo<br />
bastante coloquial. es que probablemente no hay manera de acabar con<br />
el reinado exclusivo de la interptetación. de abandonar la metafísica y<br />
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la hermenéutica en las humanidades, sin usar conceptos que potenciales<br />
oponentes intelectuales calificarían como "substancialistas", es 'decir.<br />
conceptos tales como "sustancia", "presencia" y, quizás, "realidad" y<br />
"Ser". Usar tales conceptos viene siendo hace mucho un síntoma de<br />
repugnante mal gusto intelectual dentro de las humanidades; por cierto,<br />
creer en la posibilidad de referinle al mundo de otro modo que a través<br />
del significado, se ha vuelto sin6nimo de ser un nai've intelectual del<br />
grado más extremo -y. hasta hace bien poco, escasos humanistas han<br />
sido suficientemente valientes como para atraer crítica tan potencialmente<br />
devastadora y humillante sobre sí mismos. Todos sabemos muy<br />
bien que decir 10 que baga falta para refutar el cargo de "substancialis- .<br />
mo" constituye el piloto automático de las humanidades. Desde hace ya<br />
muchos años, el rotundo suceso de la deconstrucción ha dependido del<br />
afán de todo deconstructor por evitar la acusación de ser nai've. o al<br />
menos, de ser un "substancialista", que s~ lanza a todo aquel que trate<br />
de argumentar a favor de una relación con el mundo no exclusivamente<br />
basada en el significado -e incluso a aquellos que, 'mucho más modestamente.<br />
tratan de argumentar a favor de la posibilidad de identificar y<br />
mantener ciertos significados estables. Pese a todaS sus pretensiones<br />
revolucionarias, y a su coQfianza en que tiene el potencial requerido<br />
'para Uevar a "la era del signo" a su "clausura", la deconstrucción ha<br />
confiado en gran medida en un terror blando para defender el orden<br />
establecido dentro de las ·humanidades. z<br />
2<br />
Desde la perspectiva de estos tabú es académicos, me he ensuciado<br />
mucho las manos en este capítulo, pues en él trato de alcanzar y pensar<br />
en un estrato de objetos culturales -y núestra relación con eUos- que no<br />
es el estrato del significado. Si bien me apresuro a ~nfatizar lo obvio, es<br />
decir, que no se tratará para nada de una maniobra asesina. sería bueno<br />
apuntar a una serie de importantes aftnidades dentro de la escena contemporánea<br />
de las humanidades -al' menos, si quiero que algunos colegas<br />
y sus estudiantes me lean, y sí quiero evitar la impresión de que el<br />
~ Para un en:>ayo escrito bajo el hechi:ro de similar terrorismo blando, véase Hans Ulrích<br />
Oumbrecht, "Who is Afraid of Deconstruct1on1", en Harro MUIler, Jilrgen PornlIUl<br />
(eds.), Diskurstheorien uM Literaturwissenscht¡ft (Fnmkfurt aIM, 19,81), pp. 95-114.<br />
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