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Los Caballeros Templarios - La Cruzada del Saber

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teóricos de los caballeros, sobre todo los de San<br />

Bernardo, que acusaba vehementemente a los<br />

judíos por la usura. Esos créditos eran concedidos<br />

por los <strong>Templarios</strong> con una tasa de interés<br />

máximo de diez por ciento sobre el valor total<br />

<strong>del</strong> préstamo, que era menor que el que los especuladores<br />

cristianos cobraban en Aragón y la<br />

mitad de la tasa cobrada por los judíos.<br />

Por otra parte, en ese tiempo los largos viajes<br />

terrestres se veían, casi todos, inexorablemente<br />

condenados al fracaso por los peligros que los<br />

viajantes enfrentaban al entrar en un nuevo territorio.<br />

Navegar era la forma más fácil y eficiente<br />

de viajar, y los <strong>Templarios</strong> supieron aprovechar<br />

y aplicar a la navegación los conocimientos de<br />

matemática y astronomía que adquirieron en el<br />

Oriente.<br />

Siglos después esos conocimientos se volvieron<br />

fundamentales y de gran ayuda para los<br />

navegantes portugueses que aportaron nuevos<br />

espacios al mundo. Así, la Orden <strong>del</strong> Templo se<br />

hizo a la mar, al principio en barcos ajenos mientras<br />

consolidaban el negocio, y después con su<br />

propia flota apoyada por el poder papal; no sólo<br />

defendían ciertos países, sino también transportaban<br />

mercancías y peregrinos hacia la Tierra<br />

Santa.<br />

<strong>La</strong> vida modesta y humilde que llevaban<br />

no coincidía con toda la riqueza que tenían: intereses<br />

por préstamos, reservas de oro de la realeza,<br />

alquileres de propiedades, adquisición de<br />

castillos y negocios marítimos. Ese modus vivendi<br />

se originaba <strong>del</strong> voto de pobreza al que<br />

estaban obligados. De acuerdo a una de sus Reglas<br />

estaba vetada la propiedad privada: “todas<br />

las cosas de la casa son comunes y se hace saber<br />

que ni el Maestro ni ninguna otra persona tiene<br />

autoridad para permitir que un hermano posea<br />

algo para sí (...)”. 12 Vivían muy modestamente.<br />

Sus trajes no podían variar con la moda y<br />

estaba prohibida cualquier pieza hecha de piel.<br />

El consumo de carne se permitía apenas tres<br />

veces por semana y ayunaban los viernes. Sus<br />

graneros, establos y dormitorios eran simples y<br />

prácticos, y desembolsaban poco dinero para su<br />

mantenimiento. <strong>La</strong> arquitectura de sus Iglesias<br />

era sobria. A pesar de que la Orden se esforzase<br />

en mostrar que el día a día de sus miembros no<br />

era confortable, la opinión pública de entonces<br />

continuaba creyendo que sus caballeros vivían<br />

lujosamente. En el condado de York se hizo un<br />

inventario de los bienes de los <strong>Templarios</strong>, cuando<br />

cayeron presos y lo que probó fue irrelevante:<br />

había poco dinero, el mobiliario era escaso y de<br />

mala calidad. También había tocino ahumado,<br />

pescado salado, arenque, bacalao seco y salado,<br />

queso y ningún vino. Por eso algunas corrientes<br />

de historiadores, encuentra probable “(…)<br />

que cálculos de riquezas y tesoros <strong>Templarios</strong><br />

enormes, en gran parte son infundados y exagerados.<br />

En Aquitania, donde los <strong>Templarios</strong> eran<br />

tan prósperos como en cualquier otro lugar, un<br />

cómputo hecho en 1300, muestra que su riqueza<br />

era de seis mil libras francesas, igual a la de los<br />

Hospitalarios, pero apenas la mitad de la suma<br />

atribuida a la Orden Cisterciense.” 13<br />

En Oriente, alrededor de 1171, un solo<br />

hombre intimidaba a los demás ejércitos: Salad<br />

ed-Din Yusuf, mejor conocido como Saladino.<br />

Nació en 1137 en Mesopotamia,N. <strong>del</strong> T. se proclamó<br />

sultán, gracias a sus victorias, con las que<br />

consiguió unir todo el pueblo musulmán en torno<br />

de un solo ideal, o sea, expulsar a los cristianos<br />

de aquellos territorios. Balduino IV, el infeliz<br />

rey leproso, luchó hasta el cansancio contra<br />

el poderoso soberano musulmán y consiguió, a<br />

pesar de su debilitado estado de salud, rechazar<br />

sus embestidas más peligrosas. En Ascalán, su<br />

resistencia fue decisiva. Pero Saladino era sagaz<br />

y aprendía rápidamente a sacar provecho<br />

de las derrotas. Logró un acuerdo con Balduino<br />

IV, mediante el cual se permitía el acceso de<br />

peregrinos musulmanes a Jerusalén. El cobarde<br />

ataque de Reinaldo de Châtillon a una gran<br />

caravana que viajaba de Egipto a Siria puso fin<br />

a ese acuerdo momentáneo: Saladino respondió<br />

con furia y fue derrotado en 1182. Más tarde,<br />

la construcción de Chatelet, un local vulnerable<br />

a las devastadoras embestidas musulmanas, se<br />

probó desastrosa. Balduino cedió a las presiones<br />

<strong>del</strong> Maestro de la Orden <strong>del</strong> Templo y dispuso<br />

que millares de soldados defendieran esa<br />

posición, sufriendo una contundente derrota. El<br />

Maestro fue capturado y ofreció a Saladino como<br />

rescate su cinturón y su daga, que eran todos los<br />

bienes que tenía. Saladito le increpó: “Eso… y<br />

además la vida.” <strong>Los</strong> sufrimientos de Balduino<br />

(IV) llegaron a su final poco después. Víctima<br />

de la lepra, su sucesor fue una personalidad sin<br />

12- Pears Paul Read, Os Templários, trad. de Marcos José da Cuna, Rio<br />

de Janeiro, Imago, 2000. p.112.<br />

13- Ibid., p. 111-112..

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