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muchacha lo esperó afuera, a<br />
prudente distancia, pensando<br />
que sólo había ido a comprar<br />
algo y saldría enseguida.<br />
“Ojalá aguante hasta<br />
Pesach...” limpia con un<br />
pañuelo la sangre que le ha<br />
quedado en las comisuras de<br />
la boca después de toser.<br />
Luego se limpia las lágrimas,<br />
que no sabe si fueron<br />
causadas por el mismo acceso<br />
de tos o por la espantosa<br />
desesperanza en que a veces<br />
se siente hundido. Si pudiera<br />
llegar hasta Pesach... Volver a<br />
ver las calles cuando ha<br />
pasado el invierno, a las<br />
muchachas que se pasean<br />
con sus canastas llenas de<br />
flores... Siempre le gustó ver a<br />
las muchachas, observarlas,<br />
escuchar sus risas y sus<br />
conversaciones entrañablemente<br />
fútiles. Ojalá nunca,<br />
nadie las tocara como mujeres.<br />
Que las dejaran así,<br />
ignorantes de que el mundo es<br />
sucio y caído y bajo.<br />
Cerca de donde ella se quedó<br />
parada, aguardándolo, una<br />
anciana vendía svařák: vino<br />
caliente. El aroma que salía de<br />
su puesto —a naranja, a<br />
canela, a cominos— hacía que<br />
la niebla se sintiera menos fría.<br />
Viendo que el hombre<br />
tardaba en salir, la muchacha<br />
se acercó al puesto y compró<br />
un vaso de vino. Era un vaso<br />
de plástico desechable, y ella<br />
apenas podía sostenerlo de lo<br />
caliente que estaba. Pero le<br />
ayudó a quitarse el frío.<br />
¿Y si el hombre ya no salía<br />
de ahí? Tal vez ese negocio<br />
fuera suyo, o tal vez hubiera<br />
ido a visitar a alguien: un<br />
amigo o un pariente que fuese<br />
el dueño de la tienda. ¿Cuánto<br />
tiempo sería necesario<br />
esperarlo? ¿Y si entraba ella<br />
también, con el pretexto de<br />
comprar algo?<br />
Por la ventana se ve cómo los<br />
pájaros vuelven a cruzar el<br />
cielo tras la tormenta de nieve,<br />
ligeros. Parecen incluso más<br />
alegres que antes, como si<br />
ese aire nuevo tuviese el<br />
poder de renovarlos a ellos. Si<br />
tuvieran una noción de lo<br />
breve que será su vida en la<br />
tierra... pero no tanto como la<br />
de él. Ellos sí, probablemente,<br />
verán la primavera el año<br />
próximo.<br />
Siente un deseo infantil, casi<br />
lúdico, de levantarse del lecho<br />
para abrir la ventana: dejar<br />
que ese aire frío y sano del<br />
exterior penetre en sus<br />
pulmones llenos de lumbre.<br />
Pero tiene miedo de que<br />
vuelvan los accesos de tos. O<br />
sobrevenga otra hemorragia.<br />
Esa luz, ese aire, el día<br />
limpio...<br />
Finalmente, cuando ya se<br />
animaba a entrar a la tienda,<br />
lo vio salir. Él no la vio a ella,<br />
aunque se volvió en su<br />
dirección un instante. Y sí:<br />
Cerca de donde ella se quedó parada, aguardándolo, una<br />
anciana vendía svařák: vino caliente.<br />
bajo el ala del sombrero, ella<br />
reconoció una vez más las<br />
cejas encontradas y<br />
negrísimas, la mirada febril,<br />
los labios delgados y tensos,<br />
los pómulos afilados...<br />
El hombre reanudó su<br />
marcha. Cruzó la Plaza Vieja,<br />
tomó por la calle Tynska y se<br />
internó en un laberinto de<br />
pasajes torcidos, llenos de<br />
tabernas medievales y tiendas<br />
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