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elclubdelsoftware.blogspot.comCorea y Vietnam. En 1968, el año en que fui entrevistado por la NSA, era ya evidenteque si Estados Unidos quería realizar el sueño de un imperio global (tal como lohabían planteado hombres como los presidentes Johnson y Nixon), tendría que recurrira estrategias calcadas del ejemplo iraní sentado por Roosevelt. Era la única manera dederrotar a los soviéticos sin incurrir en el riesgo de una guerra nuclear.Restaba un problema, no obstante. Kermit Roosevelt había sido un agente de laCIA. Las consecuencias habrían podido ser funestas si lo hubiesen atrapado. Élorquestó la primera operación de Estados Unidos para derribar a un gobiernoextranjero. Era probable que se recurriese a este expediente muchas veces más, perointeresaba buscar un planteamiento que no implicase directamente a Washington.Por fortuna para los estrategas, la década de 1960 fue también testigo de otrarevolución: el auge de las corporaciones multinacionales y de los organismosinternacionales como el Banco Mundial y el FMl. Estos dependían para sufinanciación principalmente de Estados Unidos y de nuestros primos europeos,también constructores de imperios. Se desarrolló una relación simbiótica entre elgobierno, las empresas y los organismos internacionales.En la época en que me matriculé en la EADE de Baston, la solución al problema«Roosevelt percibido como agente de la CIA» estaba ya bien diseñada. Las agenciasde inteligencia estadounidenses, entre ellas la NSA, identificarían a posibles EHM yestos podrían a continuación ser contratados por las multinacionales. A los gángstereseconómicos jamás les pagaría ningún organismo público, sino que serían asalariadosdel sector privado. En consecuencia, su trabajo sucio, caso de resultar descubierto,sería atribuido a la codicia de las empresas, no a la política gubernamental. Lascompañías que los contratasen, aunque pagadas por las agencias gubernamentales ysus colaboradores necesarios de la banca internacional (con dinero del contribuyente),no estaban sometidas a la fiscalización del Congreso ni a los criterios de la opiniónpública. Además quedarían protegidas por un escudo legislativo cada vez más sólido,formado por leyes sobre la propiedad comercial, el comercio internacional yrestrictivas de la libertad de información. 2- Ya lo ves -concluyó Claudine-. No somos más que la segunda generación,herederos de la tradición gloriosa que comenzó cuando tú estabas en el tercer año de laescuela elemental.44

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