La aristocracia del automovilismo - Audi

1992, un bólido que supo dejar su huella en el DTM y quedeslumbró a los fanáticos con sus 470 caballos de fuerza.El marco de este rincón del sur de Inglaterra nopodría ser más apropiado para recibir, durante todo un finde semana, a la elite del deporte motor. La magnificenciadel entorno realza todavía más el encanto de aquellos modelosque conservan intacta –minuciosos trabajos de restauracióny mantenimiento mediante– la magia de sus orígenes.Por eso, Audi Tradition elige Goodwood para exhibiren acción, año tras año, algunas de las reliquias más preciadasque forjaron el prestigio y la identidad de Audi.La competencia consiste, básicamente, en subir lomás rápido posible la colina situada junto a la mansión delord Charles. Son alrededor de 2.500 metros de empinadacuesta arriba, acaso una metáfora del selecto camino quelleva al Olimpo de las cuatro ruedas.Dicen quienes tuvieron la dicha de presenciar el espectáculoque no alcanzan las palabras para describir lasemociones que el festival genera. Es que por allí circulandesde elegantes carruajes a vapor del siglo XIX hasta actualesmonoplaza de F-1, pasando por clásicos autos derally. Un despliegue exuberante de estilos, sonidos, coloresy aromas que sólo podía surgir del más excéntrico caprichode un conde inglés. // Ariel DuerEncuentre más informaciónen www.goodwood.co.uk.Fue una auténtica fiesta en laque tradición y modernidad seconjugaron en perfecta armonía.Un evento al que Audi no podía faltar.Fotos: Goodwood Festival of Speed40 / move / Audi magazine