Revista este de madrid (1991-2012) - Archivo de Arganda del Rey ...
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Firmas
Primero cayó el fascismo, más tarde el comunismo, y poco a
poco el marxismo pasó a ser arqueología. Luego, aquí, los
reflejos del llamado “mundo libre” (mejor capitalista) resultaron
demasiado arrebatadores como para no sucumbir a sus
encantos. América se convirtió en fábrica de sueños, y una cultura
inteligente bien planificada, con la batuta judía en la sombra,
se expandió a lo largo y ancho del planeta convirtiéndose en su
mejor ariete. La publicidad del experimento que comenzó a
surgir tras la Segunda Guerra Mundial, fue el mejor invento para
atraparnos en su pega moscas. Aquí en los 60 pataleábamos
sobre la tarima sucia de los cines de barrio como auténticos hooligans,
cuando el Séptimo de Caballería entraba a saco cepillándose
a los indios. También descubríamos los pañuelos blancos de
madres e hijas llorando a lágrima viva con aquellos dramones cinematográficos
bien argumentados, o con las sesiones radiofónicas
de Elena Francis, que luego resultó ser un tío. Sí, amigos,
todo un invento el de la cultura americana ¡hay que joderse lo
que la gozamos con nuestro primer vaquero imitando los andares
despreocupados de Gary Cooper, los pulgares de nuestras
manos anclados en los bolsillos imitando la sobriedad de los vaqueros
matones. Un leve soplo sobre el tiempo ha bastado para
que la ficción de todo aquello nos devuelva a la cruda realidad.
Del comunismo que pretendía venir de la escuela de Lenin, de
Stalin, o de las variantes de Mao, ni rastro. Todo se ha ido al garete.
Ya nadie quiere ser matón de western, ni abnegado comunista,
ni moverse como Fred Astaire, que las tabas ya no están
para trotes. Ahora sólo se anhela un trabajo fijo aunque sea de
jornada interminable; un sosiego merecido que nos ate al mesana
de esta puta nave de los tiempos, hasta llegar a puerto sorteando
tormentas y sargazos; o lo que es lo mismo, hasta que la
mano de Hamlet dé con nuestra calavera y ponga otra vez de
moda los sortilegios ¡Mundo quién te ha visto quién te ve!
América comienza a morir de éxito, y Europa se va al garete
con ella (eso nos pasa por ir juntitos de la mano. El experimento
no era una sardana). China que va por libre ha hecho otros bolillos,
y parece que le está yendo bien. Si nada se interpone a los
idus que vendrán, está destinada a relevar al Imperio de los
Telegrafías
masca-chicles, de los rascacielos y bussines a diestro y siniestro:
King Kong ya no se come a nadie. De las tres últimas guerras
(Vietnam, Iraq y Afganistán) el Imperio ha salido escaldado a
pesar de haber contemplado el asesinato de Bin Ladem en 3D
¿O era otra película? Han sido tan frustrantes estas guerritas
con nombres de película: “Paz duradera” “Tormenta del desierto”…
¡Manda güevos!
El caso es que a la mano que mece al mundo les ha dado por
tirar de plan B, y parece que han dado con la fórmula mágica:
exaltar los ánimos de la población en países incómodos, que
luego ya vendrán los bucaneros disfrazados de tecnócratas. Así
vienen de revueltas las aguas.
¿Cómo bautizaron al invento posfranquista? ¿Reconciliación
nacional? ¿Democracia? ¡Tendrán cara dura! Que no hombre,
que no, que ya todos peinamos canas. Aquí lo que ha habido es
una ficción. Los posfranquistas han estudiado en universidades
caras y se nos han hecho pragmáticos, especialistas en eso tan
pomposo como inútil que se ha dado en llamar “expertos”. Sólo
había que ponerles un despacho a los sindicatos, liberar a los
más incómodos, un buen sueldo a los parlamentarios, buenas indemnizaciones
a los mafiosos, y ya tenemos configurado el Partenón
de Playmobil; luego unas cuantas autonomías por aquí y
por allí, y que la peña vaya poniéndole tablas a sus cortijos.
Echen un vistazo a las sagas que dominan nuestras costas levantinas,
o a los apellidos que siguen inasequibles al desaliento llevándoselo
calentito como cuando vivía el “generalísimo” marino
ferrolano… ¿Transición? ¿Democracia? ¡Menudo camelo! ¡Qué
falaz resulta todo!, y sin embargo, a estas alturas de la vida, siento
que estoy abocado a reconciliarme con el mundo. En esa inexplicable
alquimia de los años me fundo y me confundo, viendo
cómo bajo el péndulo indolente de los días, la rutina dota de absurdo
sentido la senda gris de la carne inocente. Nos volvieron a
dar gato por liebre, amigo. La izquierda es una inconsistencia y
su desconcierto palmario, y cuando las ideologías perecen, la rebelión
suele ser su consecuencia más plausible.
ÁNGEL SOTILLO
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