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Pronews_1_2008_es.pdf - Kemppi

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La danza delsoldadorHISTORIANo sé si habré <strong>es</strong>tado bajo los efectos de la fiebrede la primavera o de alguna otra alteraciónmental la primavera pasada cuando le prometía mi <strong>es</strong>posa que la acompañaría a un curso debaile de salón <strong>es</strong>te otoño. ¡Qué lejano parecía elotoño en aquel momento!Ahora el verano terminó, y las tard<strong>es</strong> son máscortas. Las mañanas son heladas en Finlandia.Los abedul<strong>es</strong> en el parque de la planta de <strong>Kemppi</strong>en Okeroinen han perdido sus hojas y sebalancean sin sosiego mientras <strong>es</strong>peran la llegadadel invierno. Es verdad: el otoño ya <strong>es</strong>táaquí, y las clas<strong>es</strong> de danza han comenzado. Ymi <strong>es</strong>posa no había olvidado la prom<strong>es</strong>a que lehice en la primavera.No tengo nada contra el baile de salón, aunqu<strong>es</strong>é que algunos “hombr<strong>es</strong> de verdad” piensanque la danza en pareja <strong>es</strong> algo tonto. A p<strong>es</strong>ar deque la danza <strong>es</strong> generalmente aceptada comoun evento social, uno sospecha íntimamenteque se trata de un pasatiempo ridículo.Pero <strong>es</strong> posible que, d<strong>es</strong>pués de todo, existanrecompensas para un bailarín hábil y entusiasta,que recompensen con crec<strong>es</strong> cualquier bochornosufrido en la pista de baile. Al menos,ésa <strong>es</strong> mi <strong>es</strong>peranza.Cuando era joven, trabajé como baterista enun grupo que tocaba música para bailar, asíque observaba con frecuencia a la multitud debailarin<strong>es</strong> sudorosos d<strong>es</strong>de mi lugar en el <strong>es</strong>cenario,mientras los hombr<strong>es</strong> muy serios se concentrabanen conducir a las mujer<strong>es</strong> de un ladoal otro de la pista. No sentía ningún impulso departicipar en <strong>es</strong>a actividad.Pero ahora, como mencioné más arriba, ya heaprendido a sentir el placer de moverme al ritmode la música. He aprendido los pasos delfoxtrot, la “humppa” finland<strong>es</strong>a, el vals y el tango.La sensación de formar parte de <strong>es</strong>e ritualcompartido <strong>es</strong> cada vez más placentera, algoque para los observador<strong>es</strong> externos podría pareceruna <strong>es</strong>pecie de ritual de apareamiento dealguna <strong>es</strong>pecie mamífera. Lo único que falta <strong>es</strong>la voz de David Attenborough d<strong>es</strong>cribiendo loseventos con el <strong>es</strong>tilo sereno y objetivo de undocumental de naturaleza televisivo.Mientras aprendía las nuevas danzas, comencéa preguntarme cómo sería la danza de un soldador.¿Qué danza reflejaría mejor la naturalezadel trabajo de un soldador?La maravillosa pieza de “humppa” llamada “TheJoyful Welder” (el soldador alegre) compu<strong>es</strong>tapor el ma<strong>es</strong>tro de música de <strong>Kemppi</strong>, UrpoPoussu, discurre acerca de un soldador felizque, al final de un día de trabajo, se calza suszapatos de baile y sale a la pista. Pero ¿<strong>es</strong> unaalegre “humppa” finland<strong>es</strong>a la mejor manera deretratar el trabajo serio y preciso de un soldador?¿O sería mejor el ardiente tango, dondeprimero se da un paso hacia atrás – una <strong>es</strong>peciede retirada – y luego se d<strong>es</strong>arrolla a un ritmoconstante de principio a fin?El tango tiene un sabor sincero, ferviente y r<strong>es</strong>ueltoque a menudo también <strong>es</strong>tá pr<strong>es</strong>enteen el trabajo de los soldador<strong>es</strong> prof<strong>es</strong>ional<strong>es</strong>,como se observa en la película Un Hombre SinPasado del director finlandés Aki Kaurismäki. Enla película, un soldador al que habían matado agolp<strong>es</strong> se levanta y comienza una nueva vida.De todas maneras, el movimiento en el mundodel baile de salón pertenece totalmente aldominio masculino, algo que probablementetambién sucede en el mundo de la soldadura,incluso en la actualidad. En la pista de baile,el hombre decide adonde ir, cómo moverse yKuvakori.comcuándo hacerlo. La tarea de la dama <strong>es</strong> simplement<strong>es</strong>er lo suficiente hábil para seguirlo de lamanera más obediente posible.Es posible que las cosas sean diferent<strong>es</strong> en casa,pero un hombre puede disfrutar, al menos porunos momentos, de una falsa sensación de autoridad.█-jupo<strong>Kemppi</strong> ProNews 1 • <strong>2008</strong> 27

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