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y previsión estratégica de los<br />

cambios estructurales en la política.<br />

El último no estuvo en ninguna<br />

posición de poder como para mostrar<br />

el Síndrome de la Guerrilla, pero<br />

algunas de sus tomas de posición<br />

política eran cuando menos pésimas<br />

en el orden estratégico: destruir la<br />

interlocución con sus iguales en<br />

propósitos, desde una posición<br />

altamente simbólica como la que<br />

ostentaba Menoyo a partir de su<br />

condición de Comandante original y<br />

originario de la misma estela del<br />

poder que combate, no creo sea una<br />

recomendación de algún manual para<br />

políticos. Los dos primeros mostraron<br />

ese síndrome hasta la saciedad; no<br />

por casualidad uno de los dos pudo<br />

convertirse en mito.<br />

El punto esencial es, sin<br />

embargo, que la mentalidad<br />

guerrillera casi nunca puede impedir<br />

la transferencia de procedimiento<br />

irregular, propia del teatro<br />

guerrillero, a la escena política,<br />

llena de irregularidades<br />

consustanciales al juego plural con la<br />

diferencia y sobre la que es<br />

improbable el control en aquellas<br />

dimensiones básicas para la política:<br />

la sociológica, la económica y la<br />

cultural. Todas pertenecen a un<br />

teatro esencialmente civil. El fracaso<br />

de Fidel Castro no es por tanto de<br />

orden estrictamente político, en el<br />

sentido de cómo se organiza la<br />

cuestión pública, sino de<br />

comprensión política de cómo está<br />

estructurada la escena pública. Pero<br />

a favor de él, habría que decir que<br />

ningún guerrillero se ha destacado en<br />

estos campos. Ni siquiera el muy<br />

ponderado Mariscal Tito en la antigua<br />

Yugoslavia, que por algo se dice<br />

antigua.<br />

Hasta aquí lo que comparten en<br />

este sentido. Todo lo demás requiere<br />

una inversión del lugar en la cadena<br />

de lo que comúnmente se entiende<br />

como éxito o fracaso en política.<br />

Para infortunio de las bases<br />

morales y éticas de la política, se<br />

asume el éxito como la toma y<br />

sostenimiento a largo plazo del<br />

poder. Porqué esto fue así es un<br />

tratado muy largo de explicar y<br />

bastante difícil de entender, cuando<br />

se sabe que esta percepción tiene su<br />

base en la combinación entre cultura<br />

popular, desarrollo de los medios de<br />

comunicación y capilarización del<br />

control represivo de la sociedad.<br />

Hasta esta combinación, propia de la<br />

baja Edad Moderna, la noción del<br />

poder por el poder se había<br />

desprestigiado en el desván del<br />

maquiavelismo.<br />

M a n u e l C u e s t a M o r ú a

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