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José Manuel <strong>Azcona</strong>. Metodología estructural militar de la represión…(IELAT – Noviembre 2011)El campeonato mundial de fútbol de 1978 fue el escenario para que el triunfo dela selección argentina permitiera que Videla recibiera la aclamación de la multitudcongregada en el estadio de River Plate, al entregar la copa al equipo nacional. Segúnla opinión de Ricardo Martín de la Guardia y Guillermo Á. Pérez Sánchez,“la junta militar actuó de manera muy hábil al capitalizar un acontecimientodeportivo de esta envergadura. En un país como Argentina, donde la afición alfútbol está muy extendida, la victoria de la selección nacional quiso verse como lalegitimación del poder establecido. La utilización de los espectáculos de masaspor los poderes autoritarios y totalitarios ha sido una constante a lo largo delsiglo XX. Sin duda, el ejemplo de la celebración de los Juegos Olímpicos en elBerlín del III Reich y las olimpiadas populares auspiciadas por la Komintern hayanservido de referencia simbólica para las dictaduras de todo signo.” 15Sin embargo, esto no evitó que entre el 6 y el 20 de septiembre de 1979, laComisión Interamericana de Derechos Humanos visitara el país, donde recibiódenuncias de los afectados por las desapariciones y otros abusos y se entrevistó conmiembros del gobierno y de la oposición. En 1980, el dirigente de la organizaciónServicio Paz y Justicia (SERPA), Adolfo Pérez Esquivel, recibió el Premio Nobel de la Paz,exponiendo aún más al mundo las violaciones a los Derechos Humanos en Argentina.Las autoridades militares se enfrentaron a un desafío mayor al tratar de recomponersu imagen pública en el exterior. Diversos grupos de opositores exiliados y algunosgobiernos denunciaron reiteradamente la situación de los Derechos Humanos en elpaís austral. El ejecutivo castrense contraatacó con el lema “Los argentinos somosderechos y humanos”, y atribuyó las críticas a una campaña “antipatriótica”.Cuesta creer que la vida cotidiana siguiese su curso mientras la junta militardirigía los designios de la nación argentina y mientras se producían ‐como narraremosahora‐ todos los crímenes imaginables desde la más absoluta impunidad delterrorismo de Estado que allí imperó:“Lo paradójico del llamado “proceso” era que en Argentina la vida diaria pasabacomo si nada ocurriese en los cuarteles. Yo, por aquel entonces, pasaba el Río dela Plata con mucha frecuencia y me trasladaba a Buenos Aires por razones deocio. No se pueden imaginar lo repletos que estaban todos los boliches ydiscotecas como si el asunto de los desaparecidos no existiese. Y eso que aescondidas se trataba esta cuestión. Si no te metías con el gobierno militar y nolo criticabas abiertamente, se hacía una vida “tranquila” dentro de la gravedaddel momento histórico. Claro que yo hablo como extranjero, porque quieneshabían participado en Argentina en partidos políticos o sindicatos tenían unmiedo atroz a desaparecer para siempre. De todas formas, siempre me hallamado la atención la manera como se suele percibir desde fuera deHispanoamérica el fenómeno de las dictaduras militares. Quizás el cine y laliteratura, y en cierta medida también los medios de comunicación, hancontribuido a dar una imagen algo estereotipada de las mismas. Es que lo comúnno era ver tanques por la calle o columnas de detenidos subiendo a punta de15 Entrevista realizada a los profesores Ricardo Martín de la Guardia y Guillermo A. Pérez Sánchez, en laFacultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Valladolid, el 30 de mayo de 2008.Instituto de Estudios Latinoamericanos – Universidad de Alcalá | 13

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