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INTRODUCCIÓN - Fuhem

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Introduccióndial, ayudado por un plan de estímulo fiscal, aprobado en el año 2008, que ha permitidomovilizar una cantidad de recursos sin precedentes para emprender una profunda transformaciónsocioeconómica. Ajustes de orientación en la gran marcha económica china que hansido refrendados en el Duodécimo Plan Quinquenal aprobado este año. El Gobierno y laAsamblea Popular parecen haber entendido bien las lecciones de la crisis y quieren un cambio:la orientación hacia el mercado doméstico está permitiendo que la demanda internatome el relevo de las ventas al exterior, iniciando una nueva etapa en la que se espera uncrecimiento más pausado, una transformación de su base energética, una reducción delconsumo de materias primas, una expansión del sector servicios, un incremento de los salariosreales y un Estado social mejor equipado. China, a diferencia de Occidente, ha tenidoel atrevimiento de encarar los grandes problemas a los que se enfrenta: la vulnerabilidadfrente al comportamiento de la demanda externa, las pronunciadas desigualdades socialesy territoriales, y la insostenibilidad de su modelo de crecimiento acelerado. Que se logrenfinalmente los objetivos es una cuestión que no se puede evaluar a corto plazo. La admiraciónsobre cómo ha encarado esta situación tan delicada va unida a la esperanza del papelque puede desempeñar en la recuperación de la economía mundial: el gigante asiático disponede 3,2 billones de dólares en reservas que, ante la debilidad del dólar, parece estarinteresado en diversificar –no sólo por motivos económicos sino también geopolíticos–mediante la compra de deuda pública europea. Ya lo ha hecho para el caso español, adquiriendoel 12% de nuestra deuda soberana.China despierta también temor y una profunda inquietud. El temor está azuzado en lamayor parte de las ocasiones por quienes saben que el miedo es una motivación en el capitalismotan importante como la codicia. Lo expresaba recientemente con gran desparpajo unempresario en un mensaje destinado a los asalariados: «ustedes tienen que elegir: o trabajancomo los chinos, o nos llevamos nuestras empresas a China». El mensaje, huelga decirlo,ilustra más sobre la ausencia de una mínima responsabilidad social de nuestro empresariadoen los tiempos de la crisis global que sobre las condiciones laborales –claramenteindeseables desde los parámetros conseguidos aquí tras muchas luchas– que se viven enChina.Pero, más allá del miedo que puedan provocar amenazas de este cariz, la evolución deChina suscita una razonable inquietud cuando se confronta con los escenarios previsiblesde escasez en los recursos y del cambio climático. La presencia china en Angola, reconstruyendolas infraestructuras destruidas por la guerra a cambio del petróleo del país; enSudán del Norte, erigiendo presas sobre el Nilo y extrayendo su petróleo a través de laChina National Petroleum Corporation; en la frontera entre y Turkmenistán con Uzbekistán,levantando un gaseoducto que llevará directamente el gas de Kazajistán hasta la mismaShanghái; o en otros muchos países de África, América Latina y Asia, comprando y arrendandograndes extensiones de tierras cultivables que se incorporarán a un modelo de explo-8 de relaciones ecosociales y cambio globalNº 115 2011, pp. 5-10

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