Ernesto Postigo, SJE l pasado 17 de diciembre de 2013 el papaFrancisco mandó inscribir en el catálogo de lossantos a Pedro Fabro. En la Eucaristía de acciónde gracias, celebrada en la iglesia del Gesù enRoma días después, el 3 de enero, el pontíficeglosaba así la figura del nuevo santo: Fabro fueun hombre modesto, sensible, de profunda vidainterior, dotado del don de tener amistad conpersonas de todo tipo. Era un espíritu inquieto,indeciso, nunca satisfecho. Bajo la guía de SanIgnacio logró unir su sensibilidad inquieta, perotambién dulce y exquisita, con la capacidad detomar decisiones. Fue un hombre de grandesdeseos, que se hizo cargo de sus deseos y losreconoció. Más aún, Pedro Fabro, cuando se proponencosas difíciles, manifiesta un verdaderoespíritu de hombre de acción.Estas líneas nos adentran en el interiorde aquel jesuita, que nació en 1506 en la AltaSaboya (Francia) y murió en Roma –en 1546–en brazos de San Ignacio.Pero ¿quién fue Pedro Fabro? ¿Cuáles susrasgos más llamativos?Maestro de oraciónFue un gran maestro de oración. El quemejor daba los Ejercicios Espirituales, según sanIgnacio. Podríamos llamarle hombre de oracióncontinua. Para él orar era tan natural como respirar.No podía vivir sin orar. Fabro cumplió lo quetres siglos más tarde diría Carlos de Foucault:Es preciso aprender a orar por los caminos. Decualquier cosa sacaba Fabro materia y ocasiónpara tratar y hablar de Dios. Cualquier circunstancia,lugar y momento eran para él posibilidadde encuentro con Él. Ora con los elementos dela naturaleza, se encomienda en hermosos coloquiosa los santos ángeles, a los santos patronosde aquellas ciudades por donde discurría sucaminar; ora cuando se halla turbado, alegre ocontrariado. Le vemos rezar por la Iglesia, por suamada Compañía de Jesús, por los herejes y perseguidoresde la Iglesia; reza con el cuerpo y conlos sentidos. Ora convencido de que Dios le hahecho templo de sí, lo que le impulsa a caminarsiempre en su presencia y en un continuo diálogocon el Señor. Sabrá encontrar a Dios en todas lascosas.El 3 de mayo de 1543 escribía así en suMemorial o Diario espiritual: Ojalá que vengapronto la hora en que ninguna creatura vea yame sin Dios, o más bien que en todas las cosasvea yo a Dios y le ame, o al menos le tema; yde aquí se me abra camino para conocerle en símismo y en Él todas las cosas.Gran conversadorOtra característica peculiar suya era el don,que había recibido del Señor, de una conversaciónamena y espiritual. Pedro Fabro fue un graninterlocutor. Sabía conversar con los reyes, losnobles, los labriegos, los posaderos, los justos ylos pecadores… Para todos tenía la palabra oportunaen cada momento. Una palabra sencilla ysabia a la vez, una palabra que salía del hontanarde su propio corazón, abrasado en el amor deDios. La palabra de Fabro tocaba el interior de laspersonas, las volvía mejores. Un compañero suyode París, el P. Simón Rodrigues, escribía en 1577:Pedro Fabro tuvo la más encantadora suavidad ygracia que he visto en mi vida para tratar y conversarcon las gentes (…), con su mansedumbre ydulzura ganaba para Dios los corazones de aquelloscon quienes trataba. Su conversación dabafruto, porque brotaba de una vida interior habitadapor la presencia de Dios.Por eso Fabro aprovecha toda ocasión parasembrar el bien con su palabra, ya sea en particular,ya en grupo, en la mesa o de camino… En suMemorial leemos: 1 de septiembre de 1542: sentítambién entonces que convenía en adelante atendermejor a obedecer al Espíritu que me excita afervor en las obras de la palabra del Señor, cualesson las pláticas particulares y sermones públicos,etc., no sólo en la iglesia delante de mucha gente,sino también en otras reuniones de hombres o enlas casas, o fuera de ellas, aunque sean pocos loque me puedan oír, y asimismo en las mesas enpresencia de los príncipes y magnates.Maestro de reconciliaciónA Pedro Fabro le tocó vivir en un mundomuy convulso en el terreno religioso. La aparicióndel protestantismo había cambiado el ambienteeuropeo. El primer contacto de Fabro con losreformadores comenzó ya en la universidad deParís. ¿Cómo proceder en un ambiente cada vezmás crispado?San Ignacio, que conocía las extraordinariasdotes para la conversación que Fabro tenía, nodudó en enviarlo al núcleo de una Europa en conflicto.Fue uno de los primeros jesuitas que trabajaronpara reconciliar (pacificar) desavenidos,según reza la Fórmula del Instituto. Fue enviadopor el Papa a los Encuentros con losprotestantes, que tuvieronlugar en Worms yRatisbona, como compañerodel Dr. PedroOrtiz, representantedel emperador Carlos V.Pronto comprendió quela solución no pasabatanto por las discusiones,cuanto por la reformaradical de los fieles y, enespecial, del clero. Por esemotivo, empleaba su tiempoen conversaciones espiritualesy en dar Ejerciciosa los católicos que máspodían entonces influir enla reforma.Enseguida cayó enla cuenta de que el mejormétodo para atraer alos disidentes era el que,cincuenta años más tarde, emplearíaSan Francisco de Sales con los calvinistas: la bondadde corazón, la mansedumbre, la delicadeza,la paciencia y la oración, junto con la exposiciónclara y limpia de la doctrina. Fabro reunía en supersona un fondo teológico profundo (eruditio) yuna sabia y discreta caridad (pietas) que le permitíaexpresar el gesto adecuado o “pronunciar lapalabra oportuna”. Llevaba muy dentro de sí unode los principios rectores de los Ejercicios: “esforzarsepor salvar la proposición del prójimo”. Seríael propio Fabro quien escribiría estas palabras:quien quisiere aprovechar a los herejes de estetiempo ha de tener mucha caridad con ellos yamarlos de verdad, comunicando con ellos familiarmente.El Papa Francisco ha dicho que una delas cosas que más le impresionan de Fabro es,precisamente, el diálogo con todos, aun con losmás lejanos, y con los adversarios. En enerode 1542, cuando va desde España a Alemania,por mandato del Papa, escribe en su Memorial:Muchos sentimientos de amor y esperanzasobre los herejes y sobre todo el mundo me dioNuestro Señor en ese camino Y el 16 de enerode 1545 escribe : Me sentí movido de un gransentimiento de compasión hacia aquellos, engeneral, que están en evidentísimo peligro decondenarse. Veníanme a la mente Lutero, el reyde Inglaterra y el Turco con algunos otros (ydice que el Señor los deja aellos en vida para que se conviertan,pero a nosotros nosconserva igualmente vivospara que pidamos por ellos).Un hombre de deseosOtra característica dePedro Fabro –decía el PapaFrancisco en su homilía enla iglesia del Gesú– es lade ser un hombre inquietoy de grandes deseos (…)Una fe auténtica implicasiempre un profundo deseode cambiar el mundo (…) Lafuerza de la Iglesia se escondeen las aguas profundasde Dios. Y estas aguas agitannuestros deseos y los deseosexpanden el corazón. En losdeseos Fabro podía discernirla voz de Dios. Sin deseos nose va a ninguna parte. En octubrede 1542 Fabro escribía así en su Memorial:Buenos son los deseos, con tal que vengan deDios y sean por Él y en Él y para Él (…); de esamanera nos excita el mismo Dios a la fe, a laesperanza y a la caridad no sólo interna, sino ala que se manifiesta en obras.Esta es la semblanza del nuevo santojesuita, “compañero silencioso” de san Ignacioy san Francisco Javier, ya que los tres se conocieronen el colegio mayor Santa Bárbara dela universidad parisina de la Sorbona compartiendola misma habitación. En aquel cuartoempezó una aventura que marcó sus vidas y lahistoria de la Iglesia. n